Relato: La cruz del parque



Relato: La cruz del parque

Las gotas ca�an y formaban m�ltiples charcos, las lluvias me hac�an desvelar de vez en cuando. Ten�a listas las cubetas para detener aquel desastre. No se le puede llamar hogar al lugar que me sirve de resguardo para no sufrir las inclemencias del tiempo, empero, algunas tablas, cartones y pl�sticos son suficientes para m�. Adem�s, una choza hechiza es a lo �nico que pod�a aspirar.

Un parque no necesita de grandes esfuerzos, por eso los amo. Cortar aqu�, arreglar all�, reparar esto, clavar aquello. Solo tiempo y dedicaci�n. Sin prisas comenzaba con mis deberes a las 7:00 de la ma�ana y terminaba cuando se me daba la gana. Mi casa estaba en el parque o tal vez al rev�s: el parque es mi casa.

Un trabajo en solitario, que m�s puedo pedir. Sin jefes, sin gritos, sin estr�s. Una peque�a recompensa monetaria otorgada por el Estado para mantener a flote tan espectacular recinto.
La ambici�n no es lo m�o, por eso me conformo con ser lo que soy y habitar en este lugar.

No es el m�s grande y espectacular parque para la mayor�a de la gente, solo unas poqu�simas saben apreciar lo hermoso sin tantos adornos. Esa era mi explicaci�n. Por eso el parque no era un lugar tan concurrido por las masas, solo individuos solitarios y en ocasiones en peque�os grupos de dos o tres personas sol�an disfrutar de tan agradable lugar. Un lugar especial, seg�n mi perspectiva.
Las cosas que se apoyan son las que generan una ganancia; no era el caso del parque, al menos no de este parque, del cual yo era el encargado.

Viejo, abandonado. Los columpios, el mundo: oxidados. A�n funcionaban, pero su vida �til estaba a muy poco de concluir.

Regar el pasto, cuidar de las flores, admirar los �rboles de distintas formas y tama�os, esa era la esencia del parque y de mi trabajo.Agradable hac�a mi solitaria y triste vida.
El coraz�n no reacciona ante el peligro a menos que sea concebido por uno de los cinco sentidos.Aquella tarde barr�a en solitario cuando comenc� a escuchar unas vocecitas.
Me acerqu� sigilosamente hacia el sonido y apenas pude apreciar.
-Ja ja ja.
Unas peque�as risitas se escuchaban, me coloqu� detr�s de un gigantesco �rbol para pasar desapercibido.Al momento agudic� mis o�dos al m�ximo.
-Es incre�ble- dijo una de ellas.
-No hab�a visto algo similar-opin� otra de ellas.
-�Una cruz en un parque?-pregunt� la tercera.
-Es tenebroso.
Las tres estuvieron de acuerdo en eso.
-�Traz!
Un sonido seco seguido por el un�sono grito de susto de las tres chiquillas:�ahh!
Una ardilla atontada a�n por el golpazo trataba de correr r�pidamente hacia cualquier lado.
-Ja ja ja. Las tres comenzaron a re�r.
Despu�s de unos minutos se fueron.
Pensaba mucho en ella, me hab�a deslumbrado con su figura, su jumper escolar, su pelo negro como la noche.

Ojeaba los p�talos de una gardenia,me detuve un instante y cerr� los ojos para escuchar mejor. Me acerqu� lo m�s posible hacia el sonido. Ella estaba nuevamente ah�, junto a la cruz. Le tomaba fotos con un celular, lo mov�a de un lugar a otro para captar diferentes �ngulos.
Me mantuve al margen,acechando detr�s de un �rbol. No hice nada m�s, solo observar desde el �rbol.
Sus zapatos escolares, sus medias un poco abajo de las rodillas, totalmente blancas. Su color morenito claro rondaba mi cabeza, y daba vueltas y vueltas.

No cre� que volver�a otra vez, pero la casualidad estaba a mi favor, y mis ojos nuevamente se pod�an deleitar.
Otra vez sola visitaba el tan poco concurrido parque. Apareci� nuevamente con su celular, ahora lo mov�a lentamente en varias direcciones, seguramente tomaba un video.
-No deber�as hacer eso- aparec� bruscamente en la escena.
Ella dio un peque�o brinco de sobresalto.
-La cruz- dije, al momento de se�alarla.
-Es problem�tica.
Ella escuchaba desconcertada y agudizaba la vista tratando de entender lo sucedido.
-�Te interesa?- pregunt�.
Ella a�n desorientada movi� la cabeza en se�al de un s�.
Comenc� el relato:
Resulta que hace tiempo, por la zona, se reun�an grupos de pandillas...

Ella no estaba sorprendida por el relato, al contrario se mostraba m�s incomoda que atenta. Su nerviosismo era consecuencia de mi presencia.
-Era malo, a�n en ese estado seguramente a�n perdura la maldad. Te aconsejo alejarte de esa cruz. Es curioso, pero mantente al margen.
Ella solamente dio media vuelta y se fue sin decir nada.
Sab�a d�nde viv�a, la estaba observando y ahora le dar�a un buen susto que la obligar�a a pedir ayuda.
Pasaron tres d�as, reparaba una manguera cuando escuche pisadas de zapatos. Me alert� y sigilosamente fui averiguar qu� suced�a.
Mis ojos se deleitaban y mi coraz�n saltaba de alegr�a. Ella estaba ah� enfrente, su mirada buscaba algo pero ni ella sab�a realmente que buscaba.
Me atraves� bruscamente en su camino y ella se sobresalt�.
Ella emiti� un peque�o grito que se ahog� r�pidamente.
-�Qu� sucede?-pregunt�.
Ella temerosa argument�:
-No s� c�mo explicarlo, es muy raro, adem�s...
-No digas m�s- interrump�. No necesitas explic�rmelo. Ya ha sucedido anteriormente, te lo dije antes.
-�Por favor ay�deme!
Pod�a notar que ella se encontraba desesperada y quer�a que yo le diera una soluci�n. Para m� buena suerte yo ten�a esa soluci�n.
-Acomp��ame-le dije.
Su desconfianza era grande, pero su preocupaci�n y su miedo eran a�n mucho mayores.
Me sigui�.
Entramos a mi choza,le ofrec� una silla y ella se sent�.
-�C�mo te llamas?-pregunt�.
-Dulce-respondi�.
Su nombre hacia honor a su tono de voz, en verdad era muy suave y dulce.
Tom� asiento y comenc� a hablar.
-Dulce, te he contado la historia. Est�s asustada, pero no te preocupes, te voy a ayudar. Solo tienes que prometerme que seguir�s mis pasos.
-�Lo comprendes?
Ella estaba nerviosa y desconcertada, mi choza le parec�a incomoda, lo pod�a notar en su mirada.
-�Entiendes Dulce?-volv� a preguntar.
Sin decir ninguna palabra, solo agit� en repetidas ocasiones la cabeza en se�al de afirmaci�n.
-Dulce, ser�a de gran ayuda que esto se mantuviera muy discreto.Es delicado, pero tiene soluci�n.
-�Est�s de acuerdo?-pregunt�.
Ella asinti�.
Me inclin� hacia la silla donde estaba sentada Dulce y comenc� a hablar:
-Dulce, ahora tengo que trabajar, yo solo quiero ayudarte y necesito de tu cooperaci�n.
Ella no dijo ni una sola palabra, pero su rostro dec�a m�s que eso. Realmente quer�a solucionar su problema lo m�s r�pido posible.

-Existen puertas espirituales,pasajes que comunican diferentes espacios.Estas las podemos abrir con resultados positivos o negativos, seg�n nuestras voluntades.
-Dulce,necesito que te quites tus zapatos. El mal ronda,podr�a entrar por tus pies. No queremos que eso suceda.
Dulce entendi� de inmediato lo severo de la situaci�n y r�pidamente desabroch� sus zapatitos escolares.
-Tambi�n las calcetas-le dije mientras fui por un aceite y un pa�uelo negro.

Dulce estaba sentada en la silla, con su jumper de colegiala, color azul cielo. La letra del grado y grupo bordada en la parte superior izquierda. Sus calcetas blancas las llevaba hasta arriba.Los zapatos se encontraban a un ladito de la silla.
-Este aceitito lo aplicar� en tus pies,contiene yerbas grandiosas que evitar�n una tragedia.
Dulce se qued� mirando un momento fijamente a mis ojos.
-Escucha Dulce, conf�a en m�.Ya he hecho esto muchas veces.
Dulce comenz� a bajar muy lentamente sus calcetas, primero se fueron descubriendo sus chamorritos, despu�s sus tobillos y por ultimo sus pies morenitos.
-Listo-me dijo al mismo tiempo que colocaba sus calcetas sobre los zapatos.
Los ojos son un �rgano esencial para la vida;este pa�uelo servir� de defensa contra el mal,estar�s protegida.
Cubr� sus ojos con el pa�uelo, Dulce estaba un poco desorientada, pero segu�a cooperando.
-Antes de ponerte el aceite, voy a limpiar tus pies, sentir�s algo raro, pegajoso tal vez. Es una lengua de un impala, este animal es genial.
Ten�a sus piecitos morenitos frente a mis ojos, no pude resistir colocar mi nariz muy cerquita de ellos y aspirar su olor.
Deslizaba la lengua del impala por todos sus pies, desde los dedos hasta los talones. Las yemas de mis dedos sent�an lo suavecito de ellos.De repente hizo un peque�o gesto.
-�Sucede algo?-pregunt�.
-Solo poquitas cosquillas-respondi� suavemente.
Tanto manipular sus lindos pies,tuve la necesidad de chuparlos y besarlos, no se dar�a cuenta en lo absoluto. Y lo hice, suavemente, dedo por dedo, entre en medio de cada uno, por toda la planta y los talones. Toda mi saliva impregnaba los piecitos de Dulce. Ella confundida, pensaba que la lengua del impala era lo que segu�a provocando su cosquilleo,yo mientras tanto segu�a chupando y exprimiendo cada parte de sus pies.
-Terminamos, espero verte ma�ana, la sesi�n continua.
Ella se puso de nueva cuenta sus calcetas y sus zapatos.Sus piernas solo se levantaron y tomaron camino rumbo de salida.
Estaba limpiando una mesa,llamaron a la puerta y atend�.
-Pasa-le dije a Dulce.
Ella entr� y se qued� quieta un momento, sin articular palabra.
-Este es un jengibre,maravilloso los poderes de esta ra�z. Se�alando un peque�o frasco, le dije:aloe, cubrir� el jengibre y tendr�s que chuparlo.
-�Chuparlo?-pregunt� ella un poco confusa.
-Una perfecta combinaci�n, la Naturaleza contra las fuerzas del mal-dije haciendo alusi�n a las propiedades inmanentes del jengibre y el aloe.
Dulce segu�a ante m�.Sentada en la silla, sus ojos cubiertos por el pa�uelo negro. La bastilla del jumper llegaba hasta antes de sus rodillas. Sus calcetas luc�an muy blancas, sus zapatos cubiertos con un poco de polvo.
Acerqu� la ra�z cubierta de aloe.
-Ahora abre tu boca y comienza a chupar muy despacio-le dije.
Ella abri� la boca muy lentamente,aparentaba estar nerviosa.
Muy despacio sumerg� el jengibre en su boquita.Le cost� un poco tomar el ritmo al principio.
-Muy suave Dulce, chupa todo el l�quido y p�salo,pasa tu lengua por todo el jengibre y ju�galo en toda tu boca.
Torpe,pero aprendi� r�pidamente.En unos instantes el jengibre recorr�a toda su boquita,emanaba el sonido que produc�a Dulce al evitar que su saliva se derramara.
-Espera un momento-le dije.
Ella se detuvo,yo retir� la ra�z de su boca.
-Tengo que volverlo a cubrir de aloe-le dije.
Hice unas cuantas maniobras,se escuch� el rechinar de un banco que arrastraba.
Dulce no dec�a palabra alguna, se encontraba sentada cubierta su mirada con el pa�uelo negro.
A�n cubierto su rostro,expon�a rayos de inquietud.
-Estar�s m�s c�moda ac�-tom� su mano y la ayude a cambiarse de lugar.
-Es un banco m�s bajito,servir� mejor-le dije para tranquilizarla.
Antes de continuar, ella pregunt�:
-�Lo estoy haciendo bien?
-Muy bien Dulce,y lo har�s mucho mejor.Estar�s bien.Te lo prometo.
Not� que ella se calm� un poco.A m� al contrario me corr�a la sangre con solo pensar en lo que a continuaci�n iba a hacer.
El banco se encontraba a la altura perfecta,yo no ten�a pantalones,totalmente desnudo me sub� al banquito. Mi pene erecto a la altura de su boca.
-Ahora Dulce,muy despacio abre la boca.
Ella abri� lentamente su boquita.
-El jengibre,muy despacio chupalo.
Incrust� mi miembro en su boca.Ella comenz� a chuparlo y a jugarlo.Lo llenaba con toda su saliva.
-Eso es Dulce,extrae todo el aloe-le dec�a, mientras un paroxismo me invad�a.
Sent�a como su leng�ita, tocaba el glande de mi verga,ella lo pasaba de un lado a otro,tragaba saliva y la suspiraba para evitar que se derramara.Todo esto sin ella saber lo que en realidad estaba lamiendo.
Mis ojos se mov�an en todas direcciones a causa de mi realidad.Mi respiraci�n se agitaba, mi mente divagaba .No pod�a m�s,estaba a punto de reventar.Pens� hacerlo en su boca, pero supuse que podr�a sospechar.
Estaba a punto de venirme-terminamos-fue la palabra que mi garganta pudo argumentar en tal estado. Saqu� mi pene de la boca de Dulce, y vac�e mi simiente en un frasquito al que agregu� aceite de coco.
El l�quido blanco se diluy�.
-Toma Dulce, b�belo, te har� bastante bien.Disfruta de las propiedades del aceite de coco-dije.
Acerqu� el frasquito a sus labios, lo levant� y ella se empin� todo su contenido.Toda mi lechita disuelta con aceite se iba directo al est�mago de Dulce.Expuso un peque�o gesto de desaprobaci�n del sabor, pero la mueca se esfum� s�bitamente.
Retir� el pa�uelo de su vista.
-Estamos a la mitad, ma�ana culminar� la sesi�n-le dije mientras abr�a la puerta.
Ella se retir�.

Experimentaba extra�as percepciones recientemente,al traerlas nuevamente pod�a sentir exactamente la misma sensaci�n del d�a anterior.
<>Estaba sucediendo lo magn�fico.
Segu�a absorto en mis pensamientos cuando llamaron a la puerta.
-Pasa Dulce-le dije. Le hice una se�a para que se sentara.
Ella tom� asiento, no la notaba tan nerviosa como en otras ocasiones. La certidumbre reinaba en su cara.
-Es la parte final Dulce,no tienes de qu� preocuparte.
Ella se encontraba sentada, callada, esperando a que yo continuara. Me acerqu� lo m�s posible a la silla y comenc� a hablarle:

-Dulce,cuan maravillosa es la Tierra, que al entender su esencia te responde con un grito suave y delicado. Te ofrece felicidad,hermosura,abre sus entra�as y te da todo lo que tiene.En cambio;cuando te apartas de ella,te vuelves su enemigo y confabulas contra ella,se consuma el peor de los errores y resulta la m�s lacerante desgracia.
-Mira esto,incalculable la cantidad de minerales-le dije mientras se�alaba un recipiente.
El contenedor que sosten�an mis manos estaba lleno de barro.
-Dulce �sabes lo que es esto?-le pregunt�.
Sin expresar palabra alguna, ella solo movi� la cabeza hacia abajo en repetidas ocasiones en se�al de un s�.
-Te agradezco que est�s confiando en m�,Dulce quiero que lo sigas haciendo. Esto est� por finalizar. Solo s� paciente.
-�Me entiendes?- le pregunt�.
Ella volvi� a mover la cabeza manifestando un s�. Yo quer�a escucharlo de su boca.
-Dulce,�comprendes lo que digo?
Un momento que ninguno de los dos articulamos palabra.
Yo la mir� fijamente a los ojos, y ella entendi�.
-S�, s� entiendo-dec�a al mismo tiempo de coordinar su testa positivamente.
Me aproxim� un poco m�s hacia ella y comenc� a explicarle:
-Dulce el barro nos ayudar� much�simo, producir� maravillas. Los aplicaremos en todo tu cuerpo. Dulce para este ejercicio final necesitas desprenderte de tu ropa. Debes permanecer un momento desnuda.
Un momento de afon�a rein� en el lugar. Su cara se torn� de manera nerviosa.Despu�s de un momento ella habl�.
-Sin ropa,�para qu�?-dijo mostrando su desconfianza.
-El barro de usos tan antiqu�simos, tu cuerpo ser� untado. Por eso debes desprenderte de todo lo material de todo lo que te estorbe.
Ella dudosa,no terminaba por entenderlo del todo.
-Dulce, haz ayudado y todo esto se ha llevado de una manera tan gloriosa-le dije para que se despejara.Que bueno que decidas continuar hasta el final.
Se qued� quieta un momento, yo sab�a que ella no confiaba del todo. M�ltiples emociones la invad�an. Una paloma asustadiza, alerta como una suricata ,defensiva como una mantis orqu�dea. Todas las sensaciones gritaban al un�sono.
Yo pod�a percibir eso de su rostro, pero aun as� continue.
-Puedes pasar y dejar tu vestimenta en el cuarto-le dije se�alando m�s que un cuarto, un pedazo de tabla que hac�a de divisi�n.
Ella continuaba cautelosa, yo no sab�a c�mo iba a reaccionar. Pod�a marcharse o tal vez me seguir�a.
Un silencio se manifest� y perdur� por un periodo medio prolongado.
De un momento a otro ella se dirigi� hacia el cuarto.
Mi coraz�n agiliz� sus movimientos, la sangre en mis venas circulaba con m�s presi�n. Mi cerebro figuraba lo que a continuaci�n ven�a. No lo pod�a digerir.
Dulce llevaba puesto un pants azul de tela que parec�a ser muy suave, una playera de algod�n,sus tenis totalmente blancos. Todo en conjunto figuraban el atuendo de una escolar.
Las u�as de sus manos luc�an un color morado, que no combinaba con nada. Solo sus u�as expon�an ese color.
Despu�s de estar unos momentos en el cuarto, por fin sali� de el.
<>
Mi coraz�n comenz� a latir muy fuerte, mis manos transpiraban, mi garganta se cerraba ante tantas emociones. No pod�a articular palabra.
Ahora sab�a, con que combinaban las u�as de Dulce.
Su mirada argumentaba mucha verg�enza por el estado en el que se encontraba. Llevaba puesto un calzoncito morado y un brasier rosita. Pod�a percibir que ella se encontraba muy nerviosa y apenada por supuesto. Se qued� quieta un momento, demostrando su incomodidad.
Trat� de recuperarme de inmediato, me control� para despu�s hablar.
-Recu�state aqu� Dulce-le dije mientras le se�alaba una base de madera que servir�a de cama. Mientras Dulce se quitaba la ropa yo la hab�a tra�do desde afuera, le coloqu� una colchoneta para que ella se pudiera acostar.
Ella se encamin� hacia la cama de madera muy despacio.
<<�Por la verga de Jehov�!>>
Adem�s de sentirse inc�moda por estar en ropa interior, descubr� por qu� otra raz�n lo exhib�a tanto. Pude observar a Dulce cuando caminaba hacia la cama, lo que ella llevaba no era un calz�n sino una tanguita morada que dejaba al descubierto gran parte de sus nalguitas.
Pude degustar cada momento, cada que ella daba un paso, sus ricas nalguitas se mov�an de un lugar a otro, formando un acto verdaderamente hermoso.
Se sent� al bordo de la camita de madera, se qued� quieta un momento y despu�s subi� sus piecitos, para quedar boca arriba. Yo me acerqu� con el recipiente que conten�a el barro.
-Ahora comenzar� a untarte-le dije.
Ella se me qued� mirando un instante.
-�Me debo quitar esto tambi�n?-ella me pregunt� al momento que se�alaba su ropa interior.
-Por ahorita no, ya despu�s, te dir� cu�ndo-le respond�.
La verdad no pens� que Dulce acceder�a a quitarse tambi�n la ropa interior, pero ella fue la que me lo pregunt� y por eso le di esa respuesta.
Con una brocha la cubr� completamente de barro.
-Ahora rel�jate, te quedar�s as� un buen rato-te dije. Esperaremos a que el barro haga su trabajo.
Me retir� a hacer labores en el parque. Despu�s de unas cuantas horas volv� a la choza.
Ah� se encontraba Dulce, recostada en la hechiza cama de madera. En ropa interior, toda color caf� por el barro endurecido en su piel.
-�C�mo te sientes?-pregunt�.
-Toda tiesa-respondi�.
-No te preocupes-le dije. S�gueme.
Nos fuimos a la parte trasera de la choza y con una manguera rocie a Dulce para que se le cayera todo el barro.
-Ah� tienes un poco- le dije mientras se�alaba una de sus piernas.
Ella se tall� con m�s energ�a para que todo el barro se despegara de su piel.
-Toma-le di una toalla.
Yo fui hacia adentro de la casa a preparar unas cosas, al regresar Dulce se terminaba de secar.
-Vente, vamos hacia adentro-le dije.
Caminamos un momento.
-Auhh- exclam� ella.
-�Pasa algo?- pregunt�,girando la cabeza por encima de mi hombro para verla de frente.
-Pican mucho las piedras- respondi�.
Llegamos adentro de la choza y ella r�pidamente miro el escenario que se presentaba frente a ella. Se quedaba mirando para todos lados.
Retir� la colchoneta manchada de barro que estaba sobre la camita hechiza, le coloqu� nuevas s�banas y colchonetas para que quedara muy acojinada. Puse velas alrededor de la camita. Encend� varios inciensos logrando una magn�fica combinaci�n de olores. Llen� la humilde choza de las flores m�s hermosas que pod�a ofrecer el parque.
Ella segu�a mirando, disfrutando del hermoso panorama que ten�a ante sus ojos.
-Dulce, llegamos a la parte final. Despu�s de aqu� ya nada te molestar�. Esc�chame, esto es muy respetuoso,necesito que te acuestes y est�s muy tranquila. Yo ir� por algo que necesitar�.
Ella se dirigi� hacia la cama, iba envuelta en la toalla y su pelo mojado que le llegaba m�s abajo de los hombros. De un negro muy fuerte.
Yo por lo pronto camin� al cuarto a buscar algo.
-Dulce,no se te olvide quitarte toda tu ropa-le dije mientras camin�bamos. Es un momento en el que debes encontrarte t� y la esencia que contienes.
Cuando volv� del cuarto Dulce estaba ya acostada en la cama, ten�a la toalla encima.
Ella se me qued� mirando.
-El blanco es pureza, ves de lo que te hablo-le dije.
Yo llevaba puesta una bata blanca de tela suave. De esas que entran por la cabeza y resbalan para cubrir todo el cuerpo.
-Ahora te untar� este aceite,ser� lo �ltimo.
Con una de mis manos, intent� retirar la toalla que cubr�a el cuerpecito de Dulce, pero ella opuso resistencia.
-Tranquila-le dije.
La observ� a los ojos durante un instante y volv� a intentar retirarle la toalla. Esta vez lo consegu�.
Trat� de disimularlo lo m�s que pude. Ah� en la cama, entre las s�banas y colchas blancas, yac�a el cuerpecito de Dulce. Deslumbraba en todo su esplendor, su color morenito.
-Cierra tus ojos-le dije a Dulce.
Comenc� a untarle el aceite en su cuerpo, llenaba las yemas de mis dedos y muy suave se lo iba untando. En su carita, sus labios los dej� tan cubiertos que brillaban a causa del aceite. Despu�s baj� a su cuello y le puse aceite. Comenc� a untar aceitito en el pecho de Dulce, cuando toqu� sus pezones ella dio un saltito. Segu� masajeando sus pechos suavemente. Al llenarlos completamente de aceite, baj� hacia la panza e hice lo mismo. Segu�a una parte complicada, no sab�a como reaccionaria Dulce. Cubr� mis yemas de aceite y comenc� a frotar su abdomen. Justo por encima de su vagina. Muy suavecito fui bajando hasta tocar su clitoris. Al empezar a frotarlo ella dio otro peque�o saltito.
Manten�a los ojos cerrados,y no pod�a creer lo que ten�a ante mis ojos. Sus hermosa vulva, sin ning�n pelito. Color morenita, yo frotaba suavecito sus labios mayores y sus labios menores. La cabeza me explotaba y me tentaba a pegar mi boca y con ayuda de mis labios y lengua,succionar todo el jugo que pudiera sacar de esa hermosa partecita.
Me contuve.
Segu� el recorrido y ahora era el turno de untar sus piernas, de ah� hasta sus tobillos para concluir en sus pies.
Cada dedito lo cubr�a muy bien de aceite, los abr�a y tambi�n les pon�a entre en medio de ellos. Todo el empeine de su piecito qued� recubierto de aceite. Tambi�n toda la planta del pie, que exhib�a un color morenito muy brillante.
-Terminamos la parte de enfrente-le dije. Ahora es necesario que te voltees boca abajo.
Dulce medio abri� los ojos y realiz� la maniobra para quedar viendo hacia abajo.
-Muy bien, cierra tus ojitos.
Su hermoso cuerpo lucia perfecto, tendida entre las cama de fondo blanco.
-Ahora necesito que te levantes un poquito-le dije.
Dulce comenz� a levantarse de la cama.
-No, espera- le dije. Me refiero que as� como estabas te levantes un poquito.
-No comprendo- me dijo.
-�Has visto c�mo caminan los perritos?- le pregunt�.
Ella movi� su cabecita positivamente.
-As�- le dije, mientras me le quedaba mirando a los ojos.
Por un momento ella se qued� inerte, dubitativa. Despu�s ella comenz� a acomodarse y a levantar sus caderas.
Qued� tan pasado por el movimiento, lo vi en c�mara lenta. C�mo sus nalguitas se elevaban para quedar como una perrita.
Que hermoso panorama saboreaba mi vista. Mis dedos cubiertos de aceite llenaron primeramente su espalda, de ah� me fui suavemente hasta llegar a sus nalguitas. Que hermosas las dos juntitas, morenitas, se tornaban relucientes cuando estuvieron cubiertas de aceite.
Enormes sensaciones se desbordaban en todo mi ser, no me pod�a contener m�s. Mi bata se levantaba a causa de mi verga que crec�a m�s y m�s y que estaba a punto de estallar.
No pude m�s. Me quit� la bata y mir� fijamente a Dulce unos instantes. Ella se encontraba con los ojos cerrados, la cabecita clavada hacia abajo y su cuerpo en posici�n de perrito.
Desnudo me acerqu� hacia ella, en un acto muy r�pido me sub� a la cama. Con la mirada desorbitada y la boca seca de gozo. Mi miembro estaba en todo su esplendor, totalmente erecto.
Me mont� encima de Dulce y le dije: ahora sigue esto.
Ella s�lo alcanz� a decir: mand...
Sujete las manitas de Dulce para despu�s tomar un fuerte impulso y hendir profundamente mi verga adentro de ella.
Se encorv� inmediatamente y se retorc�a s causa del dolor. Lanz� un fuerte llanto y luego solt� un gritito, parecido a un aullido.
-�Auhh!
�Auhh!- gritaba ella, al momento que lloraba.
Yo por mi parte, convertido en un toro, daba fuertes empellones con mi miembro sumergi�ndolo hasta el fondo, penetrando esa conchita de Dulce. Que a�n con todas mis fuerzas me costaba penetrarla, debido a que estaba muy apretada.
Ella gritaba y se retorc�a desesperadamente tratando de safarze. Pero no lo pod�a conseguir.
Ya hab�a soltado sus manos y ahora la ten�a agarrada de sus hombros. Al momento que la penetraba, yo la jalaba con todas mis fuerzas hacia m�. Se escuchaba el rebotar de sus nalguitas y ella soltaba un escalofriante grito cada vez que lo hac�a.
Llorando me suplicaba:
-�Pare por favor!
-�Me duele mucho!
-Me est� lastimando!

Yo me encontraba vuelto loco, a punto de estallar. Por m�s que ella me suplicar�, yo no pod�a controlar mis instintos naturales. Segu�a penetrando a Dulce y disfrutando de lo bello de la vida.
Dulce segu�a llorando y quej�ndose a causa del dolor. Sus u�as y sus manos las ten�a enterradas en las colchas, sujet�ndolas muy fuertemente.
Yo estaba a punto de estallar, aument� la velocidad de los movimientos y sujetaba el cuerpecito de Dulce con m�s fuerza.
Mi vista se nublaba, una sensaci�n muy placentera me recorr�a todo mi cuerpo y en especial en mi verga. Sent�a como empezaba a fluir el l�quido. Desde adentro produc�a unos enormes gritos de placer, mientras dulce lanzaba un terrible llanto de dolor.
El l�quido comenz� a brotar de mi miembro y embarraba las paredes de Dulce al ser introducido en su vagina.
Mi garganta produc�a un leve rugido, debido al enorme placer que experimentaba. Mantuve mi pene dentro de ella hasta que solt� la �ltima gotita de semen.
Estaba intentado volver a la normalidad, respiraba muy profundo tratando de recuperarme.
Dirig� mi vista hacia Dulce, se encontraba encorvada, llorando mucho, en posici�n fetal.
De pronto mir� las colchas, las piernas de Dulce y mi verga.
<>
En todas un l�quido rojizo las cubr�a. Era sangre, que proven�a de Dulce. Ella era una se�orita y ahora dejaba de ser virgen para descubrir los enormes placeres del sexo.
R�pidamente entr� al peque�o cuarto, me cambi� y sal� de mi choza con la maleta que ya ten�a preparada.
Era momento de cambiar de rumbo, tal vez otro trabajo, otra vida. No sab�a hacia d�nde me dirig�a, solo caminaba. Mientras lo hac�a pensaba en lo ignorante que eran las personas al creer en todos esos cuentos chinos de aparecidos, de dioses, y seres sobrenaturales.
-Ja ja ja
No pude evitar soltar una risotada. Gracias ignorancia por tan hermosos regalo.



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Relato: La cruz del parque
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