Todo comenz� cuando una adinerada pareja de millonarios decidieron hacer una fiesta de disfraces. El due�o de la mansi�n y de la mayor parte de la fortuna, era un sujeto de unos cuarenta a�os a quien el ocio hab�a engordado considerablemente. Su esposa, una guapa joven de veinte a�os de muy buen ver, era la hija de un ministro y proven�a de una acaudalada familia.
La fiesta se realiz� como se esperaba y los invitados fueron llegando uno a uno, engalanados con sus mejores disfraces. El anfitri...
En el sexo me ocurre lo mismo, basta que me digan que tiene que ser �especialmente� magn�tico, �especialmente� rom�ntico, �especialmente�... lo que sea para que se convierta en un fracaso �especialmente� inolvidable.