Relato: Episodios nunca vistos en TV - El chavo del 8



Relato: Episodios nunca vistos en TV - El chavo del 8

EPISODIOS NUNCA VISTOS EN TV



EL CHAVO DEL 8



La vecindad estaba toda convulsionada y alborotada porque ese
d�a vendr�a el obeso se�or Barriga a cobrar la mensualidad. Este mes era
diferente a los anteriores, porque la crisis hab�a hecho estragos en los
bolsillos de todos. La totalidad de los inquilinos ten�an ese problema, y se
hac�an una interrogante:


Podr�an por lo menos una vez atrasarse en la cuota del
alquiler?


Todos ocupaban sus mentes con ese pensamiento. Todos, claro,
a excepci�n de don Ram�n, porque eso ya era habitual en �l, no ten�a dinero ni
para ponerse al d�a con las ocho cuotas anteriores.


Por supuesto, c�mo iba a tener dinero si no trabajaba. Es m�s
a�n, se pasaba todo el d�a durmiendo.


El Chavo, la Chilindrina y Quico estaban igualmente
excitados, pero por otro motivo. El �o�o acompa�ar�a a su padre a compartir con
ellos los juguetes reci�n comprados ya que el d�a anterior hab�a sido el
cumplea�os n�mero siete del regordete cr�o.


Do�a Florinda buscaba una y otra vez, alguna excusa veros�mil
para darle por la demora.


La bruja del 71, perd�n, do�a Clotilde prefer�a en cambio
decirle la verdad: el dinero que ganaba no le alcanzaba para nada.


Don Ram�n, fiel a su costumbre, estaba trazando planes para
escaparse sin ser visto por el gordo. Ya le hab�a dicho a la Chilindrina, que le
avisara cuando el se�or Barriga asomara su �dem por la vecindad..


Finalmente, arribaron los gordotes en su coche de lujo.


Cuando ambos bajaron del veh�culo, �ste suspir� de alivio.


El se�or Barriga, pas� primero por la departamento de Do�a
Florinda.


La Chilindrina fue corriendo a avisarle a su padre como
hab�an quedado, pero no lo pudo despertar, ya que estaba en el quinto sue�o,.
Frustrada, abandon� el intento y decidi� salir a jugar con sus amiguitos.


Do�a Florinda estaba con el Profesor Girafales. Su relaci�n
estaba en un letargo eterno. No entend�a c�mo su prometido a�n no le hab�a hecho
propuestas indecentes. Cada vez que entraba en clima, y comenzaban los calores,
�l se ten�a que ir muy apurado por alguna raz�n que le sonaba m�s a excusa
inventada que a otra cosa. Esta vez, no era la excepci�n.


El profesor Girafales record� que ten�a que dar clases
particulares a uno de sus alumnos en ese preciso momento, y a la salida, se
cruz� con el obeso que estaba por tocar el timbre.



Do�a Florinda: "Oh, se�or Barriga, c�mo est� usted? No
gustar�a una tacita de caf�?



Se�or Barriga: "Bueno, s�, muchas gracias, do�a Florinda,
con mucho gusto. Es usted muy amable."



Do�a Florinda: "Faltaba m�s, pase usted. Pase por aqu�."





Mientras tanto, el �o�o fue al escondite de el Chavo, y
cuando �ste lo vio, comenz� a pegar sus tradicionales saltitos por la excitaci�n
de ver a su amiguito.


Ambos se sentaron en el piso. El �o�o con las piernas bien
abiertas frente al Chavo.



Chavo: "Hola, �o�o. Me has tra�do alguna tortita de jam�n
que te haya sobrado de tu cumplea�os?"



�o�o: "S� Chavito. Te traje una porci�n m�s grande que la
vez anterior. Es que t� te has portado muy bien conmigo el otro d�a."



Chavo: "Anda, d�melo �o�o, que hace dos d�as que no
como?"


�o�o: "Bueno, Chavito, pero antes debes demostrarme que tu
tambi�n me quieres como yo a ti."


El Chavo comenz� a hurgar en la entrepierna de su amiguito.
Mientras el �o�o se bajaba los tirantes de su mameluco. Se puso de pie, y lo
dej� caer, y unos enormes calzoncillitos con los dibujos del pato Donald
quedaron al descubierto.



�o�o: "�ndale, Chavito. S� buenito y acar�ciame bonito
como t� sabes hacerlo, que me gusta mucho."



Chavo: "S� �o�ito. Es realmente tan grande la torta de
jam�n que me has tra�do?"



�o�o: "Si, Chavito. Es muy grande, pero me temo que te
voy a tener que dar s�lo la mitad."



Chavo: "...y eso, por qu�?"


�o�o: "Y porque t� me hab�as dicho la �ltima vez que ya no me
har�as aquello que me gusta tanto."



Chavo: "�ndale, �o�o. No seas malo. Es que me da un poco
de asquito."



�o�o: "S�, lo s�. Pero es que a mi me gusta tanto."



Chavo: "Est� bien, est� bien. Pero d�jame ver primero la
torta de jam�n que me has tra�do."


El �o�o extrajo de uno de sus bolsillos un paquetito
envuelto. Lo rasg� sobre el costado derecho como para permitirle ver el
contenido al Chavo, y �ste se puso loco de contento por la excitaci�n y
nuevamente ensay� su cl�sico zapateo al son de : "S�, anda �o�ito, d�jame probar
una pizquita aunque sea"



�o�o: "Lueguito, Chavo. Ahora a lo primero." Se dej� caer
al fin su calzoncillito y se levant� la inmensa panza.


El Chavo se arrodill� frente a �l, mirando de reojo el
paquetito semienvuelto que el �o�o ten�a en su mano levantada.


Con ambas manos tom� el pitul�n peque�ito del �o�o, y se lo
llev� a la boquita.



Chavo: "Ay, �o�o, es que est� m�s saladita que la otra
vez."


Luego de succionarlo por algunos minutos, y temiendo que
alguien entrara al escondite, el �o�o le pidi� que ahora quer�a por el otro
lado, y se dio vuelta.


Un enorme trasero rosadito movi�ndose de lado a lado, qued�
mirando directamente al rostro del Chavo. El �o�o se abri� las nalgotas con
ambas manos, y el Chavo, con su peor cara de asco, pero completamente resignado,
acerc� la lenguita al agujero.


La toc�. El hoyito se cerr� en un acto reflejo, mientras al
�o�o se le erizaban los cachetes. Se volvi� a aflojar, y nuevamente arremeti� el
Chavo, y esta vez el ano del gordito se dej� acariciar con la lengua.


A la tercera lamida, sintieron aproximarse a alguien, y El
�o�o lo m�s r�pido que pudo se subi� los interiores y el mameluco a medio
ponerse, sin poder pasar los tirantes por encima del hombro por el apuro,.


Quico entr� en escena.




Quico: "Chavo, Chavito, quieres jugar? Hola, �o�o, c�mo est�s? C�mo
pasaste tu cumplea�itos? Qu� te regalaron, �o�o? Qu� hac�an aqu�? A qu� ya
hab�an comenzado a jugar sin esperarme? Eh, eh? Qu� estaban haciendo? A qu�
estaban jugando?" D�nde est� la Chilindrina? Eh, eh, eh???"



Chavo: "C�llate, c�llate, que me desesperas!!!!!!!!"


Y lo golpe� con el pu�o en la mejilla.



Quico: "Buaaaaaaaaaa, buaaaaaaaaaaa. Pero qu� tienes
all�, �o�o? Qu� est�s tratando de esconder? Anda, a qu� estabas jugando con el
Chavo que no me quieres mostrar?"


Y se�al� la entrepierna de �o�o, pensando que la
protuberancia que all� se dejaba ver era un juguete escondido con apuro para no
compartirlo con �l.



�o�o: "Nada, Quico, nada"



Quico: "Anda, dejame ver"


Y se abalanz� sobre �o�o, intentando por todos los medios de
participar en el juego. El Chavo intent� ayudar a �o�o, y todos cayeron al piso.
Quico le meti� la mano por dentro del mameluco a medio ponerse, y comenz� a
hurgar.



Chavo: "No, Quico, no. Que sino me quedo sin mi torta de
jam�n."





Mientras tanto, Do�a Florinda estaba dispuesta a convencer al
se�or Barriga de que le permitiera atrasarse por primera vez en le pago de la
mensualidad.




Se�or Barriga: "Por supuesto que yo la entiendo, Do�a Florinda, pero
ahora enti�ndame usted a mi. Si todos los de la vecindad me hicieran lo mismo,
ser�a catastr�fico para m�. No puedo ni quiero hacerlo, para no crear un
antecedente que me pueda resultar muy peligroso y comprometer mis negocios. Yo
tambi�n tengo gastos y no puedo dejar de cobrar las mensualidades ni un solo
mes. Ya bastante tengo con Don Ram�n, que siempre se me escapa."



Do�a Florinda: "Dele, se�or Barriga. Qu� le cuesta?"


Y diciendo esto, se acerc� a donde estaba sentado el se�or
Barriga, y le apoy� una mano en el muslo.



Do�a Florinda (Refreg�ndole la mano cada vez m�s cerca de
los genitales): "En ning�n momento le dije que no le iba a pagar ning�n inter�s
por la demora."


El se�or Barriga mir� a do�a Florinda que le hac�a ca�ditas
de ojos muy tiernas, y abri� las piernas todo lo m�s que pudo, y se dej� ir
hacia atr�s apoyando toda su tremenda espalda sobre el sof�.



Se�or Barriga: "Bueno, veamos de qu� clase de inter�s
estamos hablando."


Do�a Florinda ni corta ni perezosa, se arrodill� ante �l, y
comenz� a desabrocharle el kilom�trico cintur�n. El se�or barriga tuvo que
levantar el tremendo trasero para permitir que le bajara los pantalones hasta
las rodillas, seguido por los calzoncillos que le pareci� exageradamente
grandes, haciendo exactamente el mismo trabajo que el anterior, dejando al
descubierto un diminuto miembro que comenzaba a despertar y a tomar tama�o m�s a
lo ancho que a lo largo, y dos colosales bolsas peludas colgando de �l. Acto
seguido se introdujo el gordo y grueso pene que continu� cobrando una dimensi�n
considerablemente mayor, en el interior de la cavidad bucal golosa, h�meda y
caliente.



Do�a Florinda (entre chupada y chupada): "F�jese usted
nom�s, se�or Barriga, que el profesor Girafales nunca me permiti� hacerle esto.
Es que le parezco tan fea o vieja?"



Se�or Barriga (Entre espasmos de placer y excitaci�n):
"No, no. C�mo va a ser fea o vieja, do�a Florinda. Adem�s le dir� que no lo est�
haciendo nada mal."



Do�a Florinda (Ahora rode�ndole el glande con la lengua):
"Eso quiere decir que finalmente me va a conceder la pr�rroga del alquiler?"



Se�or Barriga (Haciendo un esfuerzo supremo por no
eyacular a�n): "S�, exactamente ser� as�. Le voy a aplazar la cuota hasta el mes
entrante."


La lengua ahora baj� hasta el escroto del barrig�n, y los
labios engulleron uno de los test�culos peludos.




Do�a Florinda (saboreando): "Es usted delicioso, se�or Barriga. Le voy a
ser muy sincera, nunca me hab�a fijado en usted."



Se�or Barriga (a punto de estallar): "Muchas gracias,
do�a Florinda, es usted por dem�s amable."


Son� el timbre.


Silencio.



Do�a Florinda (Sac�ndose un test�culo de la boca y
gritando): "Qui�n es??



Profesor Girafales: "Yo, mi amor. Me permites pasar al
ba�o?"



Do�a Florinda: "Esto no puede ser. No s�lo que no me
atiende bien, sino que me impide hacer un servicio."


Y dicho esto, se incorpor�.



Do�a Florinda: "Perd�neme, se�or Barriga, pero como usted
imaginar�, debo abrir. Quisiera pagarle mejor el favor que usted me hace"



Se�or Barriga (subi�ndose los interiores, y los
pantalones): "no se preocupe, do�a Florinda. Tal vez vuelva por m�s en otra
oportunidad Le agradezco mucho, me considero satisfecho por esta vez."



Do�a Florinda (pas�ndose la lengua alrededor de los labios): "Cuando
quiera. Es usted bienvenido. C�mo envidio a su esposa de tenerlo todas las
noches para ella sola, y poder hacerle todas estas cositas."



Se�or Barriga (Abroch�ndose el cintur�n):"No crea do�a
Florinda, mi se�ora jam�s me hizo algo as�, y yo no me animo a ped�rselo."




Do�a Florinda (Abriendo los ojos de par en par): "Bueno, espero que esta
no sea la �nica vez, entonces. En verdad sabe usted muy rico, se�or Barriga."



Se�or Barriga: "Bueno, le prometo que vendr� por m�s en
alguna otra oportunidad."



Do�a Florinda: "Bueno, le tomo la palabra. Que sea
pronto.



Se�or Barriga: "Por supuesto que s�."


Do�a Florinda pudo ver por sobre el pantal�n la exagerada
erecci�n que a�n manten�a el obeso por debajo de su vientre, y por primera vez
en su vida se lament� de la llegada de su amado profesor.






Quico segu�a buscando dentro de los interiores de �o�o, hasta
que encontr�, agarr� y comenz� a apretar el pirul�n que continuaba endurecido.




Quico: "Ves, ves, ya lo dec�a yo. Ustedes estaban jugando a mis espaldas.
Ego�stas. Eso es lo que son. No compartir con los amigos los juguetes que les
regalan a uno en sus cumplea�os. Despu�s no se quejen si yo hago lo mismo.
Porque cuando a mi me regalen algo, no se los voy a prestar. Anda, �o�o, no
escondas m�s. Comparte con tus amiguitos, eh? Eh? Eh?"



Chavo: "C�llate, c�llate que me desesperas!!!!!!!!!!"


Y otro pu�etazo choc� contra los cachetes del hijo de do�a
Florinda.


Sin soltar lo que ten�a fuertemente agarrado, Quico comenz� a
hacer fuerza para sacarlo.



�o�o: "No, Quico, por favor, as� no, QUE DUELE!!!"



Quico: "Anda, �o�ito. S� buenito, Siiiiii? No seas
ego�sta....... Pero qu� es lo que tienes aqu�? Ay, no. (finalmente percat�ndose
de qu� cosa era lo que estaba apretando hasta ese momento) A qu� estaban jugando
ustedes? (Sacando la mano de donde estaba, mir�ndosela y poniendo cara de asco)
Ay, no, ya van a ver, les voy a acusar con mi mam�."



Chavo: "T� no vas a acusar a nadie. Yo no me voy a quedar
sin mi torta de jam�n por tu culpa."



Y le asest� otro golpe certero en la mand�bula de Quico.



Quico (llorando): "Ya basta Chavito, ya no me pegues m�s.
Buaaaa."








El se�or Barriga salud� al profesor Girafales, se despidi� de
do�a Florinda, y toc� timbre en lo de la bruja del 71, digo, en lo de do�a
Clotilde.


La puerta se abri�, y desde adentro, una voz que lo invitaba
a entrar.


El obeso padre de �o�o no pudo creer lo que vio una vez
dentro de la habitaci�n. Do�a Clotilde estaba con su mejor ropa interior de tul
negro, haciendo poses de modelo de tapa de revistas,




Se�or Barriga: "Pero qu� est� haciendo usted, do�a Clotilde? Es que se ha
vuelto loca?"



Do�a Clotilde: "S�, se�or Barriga. Estoy loca por usted,
y veo que est� contento de verme."



La erecci�n del obeso se manten�a bien visible por entre sus pantalones.




Se�or Barriga: "No, no es lo que usted piensa."



Do�a Clotilde: "No se ponga as�, que soy algo mayor, pero a�n recuerdo
como tratar una preciosura como �sta."


Tras hacer esa apreciaci�n, La bruja del 71 meti� mano en la
abultada entrepierna del obeso. Se arrodill�, y sin dejar siquiera respirar al
se�or Barriga, le baj� el cierre de la bragueta, introdujo una mano por all�,
abri�ndose igual camino a trav�s de la abertura de su calzoncillo, y fue por su
duro miembro, el cual quit�, y sin dejarle ver la luz lo engull� con su boca.



Se�or Barriga (sin dejar de demostrar su asombro): "Pero,
qu� es lo que..."


Al principio sinti� algo de asco por lo que le estaba
haciendo la anciana, pero dado el estado en que se encontraban sus genitales, se
permiti� la licencia.


Do�a Clotilde estaba sumergida dentro de la entrepierna del
barrig�n, entre el voluminoso vientre y los grandes muslos y el se�or Barriga no
pod�a tener una real visi�n m�s all� de su exageradamente tremenda panza.


La bruja del 71, se quit� los dientes postizos, y sin ser
vista, volvi� a atacar ese miembro grueso, duro como una roca y despidiendo un
muy jugoso y sabroso hilito de l�quido preseminal.


Ech� la piel de la vergota hacia abajo, dejando todo el gordo
prepucio al descubierto dentro de su boca, y lo aprision� con ambas enc�as, y
comenz� a apretar delicadamente y a ejecutar peque�os tironcitos, mientras con
la lengua le peinaba la cabeza con movimientos circulares.


El se�or Barriga no paraba de moverse fren�ticamente como
intentando coger la boca de alguien que parec�a no haber hecho eso por mucho
tiempo.


Una palabra pudo definir esa tremenda mamada:



"Antol�gica."


Nunca hab�a ni siquiera experimentado con algo levemente
parecido. Jam�s. Ni cuando sal�a con prostitutas en su juventud antes de
casarse. Ni pensar que a su mujer, devota madre de sus hijos, y profundamente
religiosa casi rayando el fanatismo, pudiera ni tan siquiera suger�rsele
realizar semejante chanchada.


Ahora, estaba all� parado en una habitaci�n con el miembro a
punto de colapsar, metido en la boca de una anciana sin dientes, que le
propinaba la mamada del siglo.


Notaba que se acercaba el momento sublime, si segu�a as� por
dos minutos m�s, le iba a inundar esa boca con la mayor descarga de esperma de
toda su vida.


Fue en ese momento, que do�a Clotilde, se detuvo.



Do�a Clotilde (poni�ndose de pie, relami�ndose los
labios): "Ahora que recuerdo, se�or Barriga, ten�a justamente que hablar con
usted sobre un temita que me tiene m�s que preocupada."



Se�or Barriga (desesperado):"Pero ahorita? Cree usted que
es el momento oportuno?"



Do�a Clotilde: "Efectivamente, �ste es el momento m�s
oportuno."



Se�or Barriga (A�n con el pene fuera, tieso y latiendo):
"Bueno, d�game usted, pero apres�rese, por favor."



Do�a Clotilde: "Sabe usted se�or Barriga, que yo nunca me atras� en el
pago del alquiler...."



Se�or Barriga (interrumpi� desesperado):" Concedido, do�a Clotilde. No
s�lo le voy a permitir que se atrase esta vez, sino que NO le voy a cobrar el
alquiler de este mes. Pero por favor, no me deje as�."



Do�a Clotilde: "Ay, no, se�or Barriga qui�n se piensa que
soy? Yo no soy una cualquiera. Yo lo que pretendo es pagarle m�s adelante,. No
que me regale la mensualidad. No se confunda conmigo, eh? Creo que ya fue
suficiente. Ya me ofendi�, por lo que por favor le voy a pedir que se retire."


At�nito, el se�or Barriga se meti� el miembro como pudo
dentro del pantal�n, intentando no quebrarlo.



Se�or Barriga (Pensando): "Qu� carajo le pasa a esta
vieja puta? Pobre don Ram�n cuando lo agarre."





El Chavo del 8 estaba devorando su torta de jam�n, mientras
Quico era el que ahora le estaba lamiendo el culo a �o�o. Un yo-yo era el premio
para el que se lo lamiera m�s rico, y Quico se estaba esmerando mucho para poder
ganarle al fenomenal entre fren�tico y desesperado trabajo realizado por el
Chavo.


La Chilindrina hab�a tratado en vano de entrar al escondite
del Chavo in�tilmente, ya que ahora la puerta estaba trancada por dentro.
Molesta, volvi� a su apartamento en el preciso instante en que el se�or Barriga
sal�a de lo de la bruja del 71.


Corri� presurosa a intentar despertar nuevamente a su padre,
y esta vez, s� lo logr�.



Don Ram�n: "Pero, qu� haces? Te voy a dar una paliza por
despertarme de ese modo."



Chilindrina (Ofreci�ndole su colita para el castigo): "Bueno hazlo, pero
para cuando finalices, el se�or Barriga ya estar� aqu� dentro para cobrar la
mensualidad:"



Don Ram�n (ahora asustado): "El se�or Barrig�n!!!!! Por qu� no me
avisaste antes."



Chilindrina: "Lo hice pero roncabas como un diablito."


Don Ram�n salt� de la cama, y as� en pijamas fue hacia la
puerta, la abri� y no vio moros en la costa. Sigilosamente y en puntas de pie
hizo todo el trayecto desde su apartamento hasta la salida de la vecindad a
trav�s del patio. Y fue all� que lo esperaba el se�or Barriga.


El obeso lo tom� con una mano del cuello del pijamas y con la
otra del pantal�n, lo levant� como si fuera un juguete de cart�n y lo condujo
r�pidamente de nuevo a su departamento.



Se�or Barriga:" Chilindrina, vete a jugar con tus
amiguitos, que tu padre y yo tenemos que charlar muy seriamente."



Chilindrina: "Mis amiguitos est�n hablando de cosas de
hombres, y no me dejan estar con ellos."



Se�or Barriga (Desesperado): "Entonces, toma 10 pesos, y
desaparece de aqu�."


Chilindrina: "S�, se�or Barrig�n, digo se�or Barriga. C�mo
usted mande"


Y desapareci� antes que el gordo se arrepintiera.


El obeso padre de �o�o, cerr� la puerta con llave y condujo
hasta el dormitorio a don Ram�n a su dormitorio, del mismo modo que lo hab�a
tra�do hacia all�.



Se�or Barriga (visiblemente molesto): "Tienes o no tienes
el dinero para ponerte al d�a con tus deudas?"



Don Ram�n: "Yo le voy a explicar, se�or Barrig�n, digo
Barriga...."



Se�or Barriga: "No me expliques nada. Tienes o no."



Don Ram�n: "No, pero le juro que el mes que viene le pago
todo junto."



Se�or Barriga (ya irritado): "S�, c�mo no."


Y se desabroch� el cintur�n.



Don Ram�n: "Pero qu� hace se�or Barriga?"


Sin responder, el gordo se dej� caer los pantalones, y se
baj� igualmente los calzoncillos.



Se�or Barriga (sosteni�ndose la verga a�n en estado de piedra): "Si no
tienes el dinero, me voy a cobrar el alquiler de cualquier forma."



Don Ram�n: "Usted me est� extorsionando, se�or Barriga?"



Se�or Barriga: "No mi querido don Ram�n, yo lo �nico que
quiero es cobrar todo lo que me debes. As� que, CHUPA!!!"



Don Ram�n (pensativo): "Y, eso quiere decir que quedar�an
saldadas absolutamente todas las deudas anteriores si hago lo que usted me
pide?"



Se�or Barriga (ya al borde de la desesperaci�n): "Si, si
haces absolutamente todo lo que te pido, si. Pero ahorita mismo, ch�pame que no
aguanto m�s."


Y don Ram�n casi se trag� literalmente el tremendamente gordo
miembro del propietario de su vivienda.


El obeso parec�a querer sacarle la verga por la nuca,
teniendo en cuenta las embestidas que salvajemente le propinaba a su inquilino.
La garganta de don Ram�n resist�a los golpeteos del grueso pedazo de roca ,
mientras su mente estaba distrayendo sus pensamientos sobre que ya no tendr�a
m�s deudas atrasadas de su alquiler.


Cuando estuvo por eyacular, el se�or Barriga tom� a don Ram�n
de un brazo, y lo lanz� hacia la cama como si fuera un trozo de papel. All� lo
zarande� hasta ponerlo boca abajo. Con sus muslos lo aprision� para no dejarlo
moverse, se tir� un tremendo escupitajo a la palma de una de sus manos y le unt�
el ano. En la pasada, medio dedo gordo se introdujo dentro del agujero del
inquilino como para lubricar mejor.



Don Ram�n (en estado de desesperaci�n): "Pero, qu� es lo
que est� haciendo, Barriga? No, por favor esto s� que no."



Se�or Barriga: "No me has dicho que no tienes el dinero
de mi alquiler?"




Y le incrust� violentamente el pedazo de carne que ten�a entre las piernas
dentro de ese virgen culito de una sola puesta. Un grito de dolor fue ahogado
con una de las mano del obeso, mientras que con la otra, lo ten�a agarrado del
cuello para evitar que se zafara. Don Ram�n estaba desesperado por soltarse,
sintiendo todo el abdomen del se�or Barriga golpeteando contra su culo, mientras
una cosa espantosamente gruesa y tremendamente dura entraba y sal�a
completamente de su agujero. El ritmo fren�tico y desesperado del obeso
propietario de la vecindad, sumado al aliento que �ste le propinaba directamente
en la nuca, lo llev� a dejar de intentar una escapatoria que muy lejos de
ocurrir, lo pon�a m�s al borde del dolor. Finalmente dej� que su obeso
propietario literalmente lo violara.


El se�or Barriga de repente se detuvo, y dos segundos
despu�s, don Ram�n sinti� como todo el gordo pene que ten�a apretado en su culo
comenz� a hincharse a�n m�s. Sinti� como si se le fuera a rajar literalmente el
orto, hasta que a continuaci�n sinti� un l�quido extremadamente caliente
inundarle las entra�as. Con espasmos descontrolados y mordi�ndose el nudillo de
su pu�o para no gritar, el padre de �o�o se vaci� hasta la �ltima gota dentro de
su inquilino.


Lejos de baj�rsele el pene, hizo mucho esfuerzo para poder
sacarlo, dio vuelta a don Ram�n hasta dejarlo boca arriba en la misma cama, y le
introdujo la verga a�n erecta en la boca. Resignado, el padre de la Chilindrina,
dolorido y sin animos de seguir luchando, comenz� a succionarlo. S�lo unos
instantes bastaron, para que la lava ardiendo volviera a brotar esta vez dentro
de la boca del pobre hombre indefenso.


Exhausto, el pobre hombre pens� que eso hab�a sido todo
finalmente, pero a�n hab�a algo m�s.





Quico era el que llevaba mayor puntaje hasta ese momento para
ganar el yo-yo que �o�o le iba a regalar al que se portara mejor con �l.




Chavo: "Eso no se vale, yo no sab�a que se pod�a usar tambi�n el dedo.
�o�o, t� me dijiste que era con la lengua."



Quico: "No seas mal perdedor, Chavito. Es que est� bien
que gane yo, porque soy el que tiene m�s imaginaci�n. Has visto?"



Chavo: "�o�o, esperame un segundo. Ahorita vuelvo."


Y sali� corriendo hacia el patio.


Cuando volvi�, el Chavo tra�a una banana que le hab�a pedido
a la bruja del 71.

Al �o�o se le abrieron los ojos de par en par, y se puso nuevamente en posici�n.




�o�o: "No me ir� a doler eso, verdad? Es que parece un tanto gruesito."



Chavo: "Pero si te gust� el dedo de Quico, supongo que
esto te gustar� mucho m�s, es un tantito m�s gorda, pero es m�s blandita."






Ahora el se�or Barriga, sac� el pene que ya hab�a perdido
toda su potencia de la boca de don Ram�n que a�n segu�a chorreando semen. Acto
seguido, se puso en posici�n de sentarse sobre el rostro de su infortunado
inquilino.



Se�or Barriga: "Ahora chupa aqu�."


Dijo abriendo de par en par las inmensas nalgas, y dejando el
peludo agujero negro a merced de la boca y lengua de don Ram�n.


Con cara de asco, el padre de la Chilindrina obedeci�, sin
�nimos de seguir ofreciendo resistencia.


Chup�, lami� y unt� su saliva mezclada con el propio semen
del obeso en ese agujero.


El se�or Barriga quit� de un solo movimiento el pantal�n del
pijamas y su calzoncillo a don Ram�n, y un t�mido miembro asom� entre unos
peludos test�culos. El obeso tom� ese pene y lo sacudi� hasta que gan� un tama�o
descomunal, para nada gruesa pero superaba los 25 cent�metros de largo.


Otro escupitajo suyo fue a dar directamente sobre ese
obelisco y lo desparram� con la mano.


Acto seguido, apoy� su culo sobre el largo falo, y se dej�
caer.


Don Ram�n no sab�a que le dol�a m�s, si sentir todo el peso
de unos 155 kilos encima suyo, o su agujero recientemente perforado.


Bast� tan s�lo unos pocos minutos de cabalgata, para que don
Ram�n inundara las entra�as del obeso con su esperma, entre gemidos de ambos, y
espasmos del inquilino.


Cuando ambos finalmente se calmaron, el se�or Barriga se sac�
a don Ram�n de dentro de �l. Se limpi� el culo con la s�bana, y se visti�.



Se�or Barriga: "Ahora espero realmente que cuando venga
el pr�ximo mes, tampoco tenga el dinero para pagarme el alquiler."


Le ech� una gui�ada.



Al salir al patio, el se�or Barriga vio que su hijo �o�o
estaba contento con una sonrisa de oreja a oreja; Quico estaba llorando y el
Chavo jugando con la Chilindrina.


Le dio la mano a don Ram�n como despedida.



Don Ram�n (susurrando): "Qu� le voy a decir a mi hija,
luego de lo que pas� aqu� hoy, se�or Barriga?"



Se�or Barriga (al o�do de don Ram�n): "D�gale simplemente
que se ponga contenta que ya no debe ninguna cuota, y que hoy se puso al d�a con
toda su mensualidad atrasada."





Do�a Florinda (grit�ndole): "Adi�s, se�or Barriga. Vuelva
prontito, lo espero, eh?."




Do�a Clotilde: "Hasta luego, Se�or Barriga, un gusto de
verlo."



El se�or Barriga y el �o�o se tomaron de la mano, y
comenzaron a caminar hacia la puerta de salida de la vecindad. Iban bamboleando
sus inmensos traseros, movi�ndolos acompasadamente de lado a lado, y con las
piernas levemente separadas como evidenciando ambos un peque�o dolorcito.



Don Ram�n: "F�jate lo que son las cosas, Chavito. Hace un
rato nom�s estaba preocupado porque deb�a muchas cuotas del alquiler, y ahorita
se me han solucionado los problemas. Las cosas que tiene que hacer uno para
sobrevivir en el mundo de los negocios."



Chavo:"Qu� quiere usted decir exactamente, Ron Dam�n?"



Don Ram�n: "No, nada, Chavito. Yo me entiendo. Son cosas
de hombres. Ya lo comprender�s t� cuando crezcas."


Don Ram�n se intern� en su departamento, y el Chavo se
encogi� de hombros y sigui� jugando con su yo-yo nuevo.




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Relato: Episodios nunca vistos en TV - El chavo del 8
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