�Cari�o, espero que ma�ana est� lista. Quiero empezar a jugar
con ella cuanto antes.
�No hay problema, esta misma noche me encargar� de todo.
O�a las voces a lo lejos. Me cost� horrores abrir los ojos,
ten�a la sensaci�n de haber estado durmiendo durante una semana entera. El
fogonazo de luz me ceg�. Trat� de enfocar la vista, pero s�lo pude ver como un
fuerte foco apuntaba directamente a mi cara. Intent� moverme� no pude, sent�a
como si mis brazos y piernas fueran de plomo.
Estaba cansada, muy cansada�. Volv� a sumirme en un profundo
sue�o.
____
�Clarita, despierta.
�Clarita�?. As� s�lo me llamaban mis padres y los� �mierda!
como me dol�a la cabeza.
�Adela, �qu� ha pasado?, �d�nde estoy?
Adela y Ricardo eran los mejores amigos de mis padres. Era
cierto que ellos eran veinte a�os m�s j�venes que mis padres, pero desde que mi
progenitor se encarg� de dirigir la tesis de Ricardo un fuerte lazo uni� a las
dos parejas. La primera vez que vinieron a casa a�n eran novios, yo s�lo ten�a
cinco a�os.
Mi madre hab�a tenido problemas para quedarse embarazada. Fue
una �poca dif�cil, y m�s teniendo en cuenta que mi padre era uno de los m�s
prestigiosos ginec�logos de la ciudad. Por fin, a la edad de cuarenta y un a�os,
aparec� yo. Debido a la avanzada edad de mis padres y a la estrecha amistad que
ten�an con Adela y Ricardo, no era de extra�ar que los considerara como mis
segundos padres. Desde que ten�a uso de raz�n ellos hab�an estado en mi vida.
Ahora ten�a 20 a�os, aunque todos dec�an que aparentaba ser
mucho m�s joven, sobre todo por mi carita de ni�a y mi mediana estatura, med�a
un metro sesenta y tres. Casta�a, con unos enormes ojos color avellana, mi gran
cruz era mi complexi�n. Siempre hab�a estado gordita, lo que conllevaba que mis
pechos fueran bastante grandes y que me hubiese ganado en el instituto el mote
de la "Gordi Tetas". Despu�s de tres a�os de dietas, hab�a conseguido
sentirme a gusto con mi cuerpo. Era cierto que segu�a estando rellenita, pero ya
no era esa gordura de beb� que siempre me hab�a caracterizado. Ahora ten�a las
curvas justas y en el lugar adecuado.
� Shhhh� tranquila Clarita no te asustes.
La voz de Adela empez� a calmarme hasta que trat� de
incorporarme y comprob� que mis esfuerzos eran en vano. Estaba tumbada en una
cama y atada de pies y manos. Mis ojos empezaron a moverse asustados. Me
encontraba en una habitaci�n de paredes verde pastel. Excepto la cama y un
armario, no hab�a ning�n mueble m�s. A medida que me iba despejando un fuerte
olor penetraba en mi nariz, era una mezcla de rosas y�.�s�!, �lo ten�a!, cera
caliente. Pero, �por qu� ol�a as� la habitaci�n? Instintivamente alc� la cabeza,
no fue mucho ya que las ataduras me imped�an moverme libremente, la vista que
ofrec�a mi cuerpo me asombr�. �Estaba completamente depilada!, ni un solo pelo
cubr�a mi piel, y lo que es m�s, la ten�a brillante, como si me hubiesen estado
untando con alg�n aceite bals�mico, seguramente de ah� proven�a el olor a rosas.
�Adela, por favor, �su�ltame! �grit� con un tono que rallaba
la histeria.
�Cielo eso va a ser imposible �dijo acarici�ndome el pelo
como tantas veces hab�a hecho. Sus ojos se posaron en los m�os reflejando una
compasi�n que me puso a�n m�s nerviosa.
Adela y yo �ramos como el d�a y la noche. Ella era alta y
delgada, casi rozando la anorexia, con un hermoso pelo rubio y unos ojos que a
veces me recordaban al cielo de verano. Ten�a unos pechos peque�os, pero lo
disimulaba muy bien usando una ropa interior que los realzaba, �cu�ntas veces
hab�a curioseado admirada en su mesilla de noche cuando era una adolescente! Era
una de las mujeres m�s elegantes que conoc�a. A su lado me sent�a como el patito
feo.
�Esc�chame atentamente peque�a y todo ir� bien.
Hice un amago de hablar, pero levant� la mano suavemente
indic�ndome que deb�a callar.
�Hay una cosa que nunca has sabido de m�. Me repugna todo lo
relacionado con el sexo. He probado infinidad de terapias pero ninguna ha
funcionado. Las �nicas veces que mi marido y yo nos hemos acostado ha sido para
intentar tener hijos, pero no puedo, soy est�ril. As� que hace mucho tiempo que
dej� de tener relaciones sexuales. Amo a mi marido mucho m�s de lo que te puedas
imaginar, por eso hasta el d�a de hoy he soportado sus constantes infidelidades.
�l no tiene la culpa de mis traumas, pero ya estoy cansada, he decidido que no
quiero ver como se acuesta con una mujer diferente noche tras noche. He hablado
con �l y los dos estamos de acuerdo, es m�s, fue �l el que propuso esta idea.
Clarita, eres como una hija para nosotros y hemos decidido que a partir de ahora
le dar�s a Ricardo lo que yo no puedo darle. No intentes luchar contra esto.
Est� t�a est� como una aut�ntica cabra, pens�. Empec�
a moverme violentamente tratando de soltarme, pero las mu�ecas y tobillos
empezaron a dolerme. Las l�grimas inundaban mis mejillas.
��Quiero irme de aqu�!� grit� llorando.
Adela me abraz� con fuerza mientras me susurraba al o�do:
�Por favor no llores, todo va a ir bien.
La puerta de la habitaci�n se abri� de golpe. Era Ricardo.
Suspir� aliviada, seguro que �l me ayudaba:
��Ay�dame!, tu mujer se ha vuelto loca, �S�came de aqu�!
��Ya basta!� rugi� �l. Nunca le hab�a visto tan enfadado. Me
miraba fieramente. Su tono se suaviz� cuando se dirigi� a Adela. �Cari�o, sal de
aqu�, ya me encargo de todo.
Adela se levant� y camin� hacia la puerta, le dio un beso en
la mejilla a Ricardo y me mir�:
�Adi�s Clarita, ma�ana hablaremos� dijo cerrando tras de s�.
La expresi�n de Ricardo se transform� de nuevo mientras se
dirig�a hac�a el lugar en que me encontraba. Se sent� despacio y me paso la mano
por la cara.
�Bien Clara, he estado escuchando lo que te ha contado Adela.
Espero que lo hayas entendido porque no pienso repet�rtelo.
No me lo pod�a creer, nunca se hab�a dirigido hac�a m� con
ese tono, siempre hab�a sido muy cari�oso. �Qu� estaba pasando?.
�Quiero irme a casa.
�No.
�Mira Ricardo no s� qu� es lo que os ha hecho creer que
estar�a de acuerdo en vuestro absurdo plan. Pero esto es imposible. No tengo ni
idea del tiempo que llev� aqu�, pero seguro que mis padres est�n busc�ndome�
dije intentado parecer lo m�s razonable posible aunque por dentro sent�a que
estaba perdiendo la cordura.
�Ni�a, tus padres ya lo saben.
Me qued� muda de asombro.
�S�, Clara. Nadie va a venir a buscarte. Tu padre est�
endeudado hasta las orejas. Llevo haci�ndome cargo de sus pagos desde hace tanto
tiempo que ya ni lo recuerdo. Si ahora mismo quisiera, lo perder�ais todo. Ha
sido muy f�cil convencerlos.
No pod�a ser� �eso no estaba sucediendo!. Lo mir� furiosa:
��Mentira!� grit�.
�Clara cuanto antes lo aceptes m�s f�cil ser� para ti.
La sangre se me estaba calentando en las venas de lo
encolerizada que me encontraba:
��Me importa una mierda lo que hay�is decidido! �No voy a
hacerlo! �No quiero hacerlo!� estaba chillando a pleno pulm�n ��S�came ahora
mismo de aqu�!� mi cuerpo se convulsionaba intentando liberarse.
�l ni se inmut�. Con toda la calma del mundo sac� dos
pa�uelos del bolsillo de su pantal�n, me cogi� fuertemente del pelo para
levantarme la cabeza y meti� sin miramientos uno de ellos en mi boca. Trat� de
escupirlo, pero era demasiado grande. Despu�s, tap� mis labios con el otro y lo
anud� en mi nuca.
�Calladita est�s mucho m�s guapa, ni�a.
Se levant� y se puso a los pies de la cama. A pesar de que
casi no pod�a levantar la cabeza, lo ve�a perfectamente debido a su enorme
estatura. Ricardo era un hombre alto, muy alto, med�a casi dos metros. Ten�a el
cuerpo de un antiguo guerrero curtido por la batalla. Su cabello era negro como
la noche, al igual que sus ojos que, en ese momento, reflejaban una mezcla de
enfado y lujuria. Llevaba puestos unos pantalones negros y una camisa abierta
que ense�aba su velludo pecho. Se la quit�, tir�ndola al suelo.
�Ahora, zorrita m�a, vamos a empezar a jugar t� y yo. No
sabes las ganas que ten�a de follarte.
Se recost� a mi lado apoy�ndose sobre uno de sus codos. Su
mano empez� a deslizarse por mi cuello muy lentamente hasta llegar a uno de mis
pechos. Lo acarici�. Al principio fue suave pero fue incrementando la fuerza
hasta casi estruj�rmelo por completo. Un grit� ahogado de dolor sali� de mi
garganta pero fue amortiguado por el pa�uelo.
�Si, ni�a. Conmigo vas a descubrir el placer que puede haber
en el dolor. Voy a comerte esas tetas como nunca te lo han hecho antes.
Dicho esto se incorpor� y se acomod� entre mis muslos, que
ten�a bastantes separados por las ataduras. Su boca baj� por el canal de mis
senos chupando y se dirigi� hacia mi pez�n izquierdo, mientras su mano iba hacia
el otro.
Cogi� mi pez�n entre los dientes y empez� a estirar. Cuando
cre� que no iba a poder soportar el dolor, par� y empez� a chuparlo con avidez,
como si de un lactante se tratara. Sus dedos pellizcaban el otro pez�n,
tortur�ndomelo.
Mi cuerpo, muy a mi pesar, empez� a responder. Mi co�o
empezaba a humedecerse. Sus manos y boca segu�an trabajando mis tetas. Las
estrujaba, mientras los separaba y juntaba, me mord�a los pezones, los chupaba,
los lam�a.
Despu�s de un buen rato, su boca empez� a bajar por mi
vientre. Pero sus manos no dejaron de tocarme los pechos. Iba depositando
mordiscos y besos por mi piel hasta que lleg� a mi entrepierna.
Su lengua abri� los labios de mi co�o alcanzando mi cl�toris.
Lo cogi� entre sus dientes y lo roz� con la punta de su lengua. Su respiraci�n
se hizo m�s fuerte.
�Clara tienes un chocho impresionante.
Baj� sus manos. Una de ellas la puso debajo de mi culo y lo
apret� con fuerza mientras la otra acariciaba mi ano subiendo por todo el co�o.
Era una caricia lenta, pero profunda. Se llev� un par de dedos a la boca y los
llen� de saliva. Despu�s empez� a meter uno de ellos. Ten�a unas manos enormes,
y sus dedos no lo eran menos.
Al principio el dedo entr� con cierta dificultad, pero no
hab�a pasado mucho tiempo cuando lo ten�a completamente dentro y lo met�a y
sacaba empapado en mis jugos. Otro dedo se incorpor�, e instantes despu�s un
tercero. Su dedo gordo mientras tanto frotaba mi cl�toris.
El placer empezaba a recorrer mi cuerpo. �l lo tuvo que notar
porque baj� la cabeza y empez� a chupar mi co�o. Sus manos volvieron de nuevo a
mis senos, tortur�ndolos con m�s intensidad que la vez anterior. Meti� su
lengua, la sac�, la volvi� a meter�.
Yo no pod�a m�s, aunque mi mente estuviera asqueada por todo
lo que estaba ocurriendo, mi cuerpo quer�a liberarse. Iba a correrme en la boca
del que, hasta hace s�lo unas horas, hab�a considerado como mi segundo padre.
Mi cuerpo se arque� y una descarga el�ctrica lo recorri�
mientras ten�a el primer orgasmo de la noche.
Pasaron unos minutos hasta que me recuper�. Cuando mi cabeza
comprendi� lo que hab�a sucedido le mir� con odio. El sonri� triunfal:
�Puta, m�rame como te d� la gana, pero te has corrido como
una perra en celo.
Yo herv�a por dentro. As� que cuando me solt� una de las
piernas le lanc� una patada que le dio de lleno en el est�mago. Su cara se
contrajo por el dolor. Al instante, sus ojos adoptaron una expresi�n que no me
gust� en absoluto.
Sin decir nada, se levant�. Con un movimiento felino agarr�
mi tobillo con una de sus manos. La otra fue hacia la pata de la cama y desat�
la cuerda que momentos antes me sujetaba. Puso la cuerda en su boca y desat� la
otra pierna. Yo la mov� como una loca, dando patadas al aire, pero no tuve
suerte, ninguna dio en la diana. Ahora me ten�a agarrada por los dos tobillos,
los junto y me at�. Se notaba que estaba furioso pues apret� much�simo la
cuerda. Despu�s subi� hasta donde estaba mi cabeza y desat� mis mu�ecas.
Intente soltarme de sus manos, pero mi fuerza era
insignificante comparada con la suya. Casi me qued� sin respiraci�n cuando me
puso boca abajo y me aplast� los brazos en la espalda. Anud� de nuevo mis
mu�ecas y se levant� dirigi�ndose hacia el armario.
Sac� un par de gruesos cojines y regres� a la cama. Me tom�
por la cintura levant�ndome y puso los cojines a la altura de mis caderas. Pas�
una de sus fuertes piernas por encima de las m�as y las desat�. Llev� una de
ellas hacia una de las patas de la cama y la at�. Luego cogi� la otra pierna y,
separ�ndola m�s de lo que pens� que ser�a posible, la at� a la otra pata.
Estaba a su merced. Amordazada, con la cabeza ladeada, y mi
trasero levantado por los cojines. Mi co�o y mi culo estaban completamente
expuestos a su mirada.
Se acerc� a la altura de mi cabeza y se arrodill�. Se
desabroch� los pantalones, no llevaba ropa interior, as� que su enorme polla
sali� disparaba. Nunca antes hab�a visto una verga tan colosal, era larga y
gruesa con enormes venas recorri�ndola y la ten�a completamente empalmada.
Tir� de mi pelo hacia atr�s con tal fuerza que pens� que me
lo arrancar�a y puso su polla directamente ante mis ojos.
�M�rala bien porque te voy a perforar todos tus agujeros.
Pero antes, zorra m�a, has sido una ni�a muy mala y vas a saber lo que se les
hace a las ni�as como t�.
Se dirigi� hacia mi trasero y empez� a darme con la mano
abierta sin piedad.
��Toma puta!� dec�a mientras me pegaba� la pr�xima vez te lo
pensar�s dos veces antes de darme una patada.
�.nueve, diez, once�.. dej� de contarlos. Ten�a el culo
abrasando, el dolor era insoportable y solo pod�a gritar y llorar.
Cuando pens� que me iba a desmayar par�. Esos azotes deb�an
haberle excitado porque su respiraci�n era muy agitada.
Empez� a acariciar mis doloridas nalgas. Me impact� el
contraste de la ternura que en ese momento utilizaba con el salvajismo del que
hab�a echo alarde anteriormente. Sent� como sus dedos abr�an mi co�o y como su
tronco intentaba penetrarme. Era demasiado grande, y yo bastante estrecha.
Ensaliv� sus manos y lubric� su polla. Volvi� a intentarlo, esta vez hubo m�s
suerte.
Su cabeza empuj� mi entrada, sent� como mis paredes vaginales
iban engullendo ese enorme pene. Cuando lo meti� por entero, pens� que me hab�a
partido en dos.
Luego empez� a moverse despacio. Lo sacaba completamente y lo
volv�a a meter. Sus huevos chocaban en mi ano, en un sonido seco.
Mi co�o volv�a a humedecerse.
La met�a, la sacaba, la met�a la sacaba�. El ritmo fue
aumentando, sent� como su polla se contra�a� estaba a punto de correrse.
Me agarr� la cintura y me levant� a�n m�s, con lo cual la
penetraci�n fue mucho m�s profunda. Las embestidas eran m�s r�pidas, sus gemidos
m�s audibles, gru��a como un animal salvaje.
����Me corro zorra!!!� grit� mientras sent�a como el l�quido
inundaba mi vagina.
Se qued� el tiempo suficiente para calmarse. Luego se acerc�
de nuevo hacia mi cara. Me quit� la mordaza y, sin darme tiempo a reaccionar, me
meti� la polla en la boca.
�L�mpiamela.
Aunque me daba un profundo asco, pues nunca antes lo hab�a
hecho, empec� a mover la lengua dentro de mi boca para limpiarla.
Mi cautiverio acababa de empezar.
���
Llevo mucho tiempo leyendo esta p�gina. Admir� a muchos de
los autores/as que escriben en ella y, aunque s� que no puedo estar a su altura,
he decidido empezar a escribir. Espero que os haya gustado. Muy pronto enviar�
la segunda parte.