Relato: El pudor de un matrimonio estricto



Relato: El pudor de un matrimonio estricto

Mi nombre es Carlos, tengo 41 a�os, nueve de casado, hijos,
casa, trabajo y amigos, lo que se dice una vida normal, casi un tanto aburrida.


Mi historia era la de esa gente que vive buena parte del
tiempo sin mayores sobresaltos, acostumbrados a una rutina prudente y temerosos
de los cambios. Este perfil por supuesto muchas veces se extiende a lo sexual.
Todo muy normal; yo soy fiel y ella tambi�n, hacemos el amor con reparos,
convencionales, estrictos en el calendario, con poco derroche, digamos que con
fantas�as adecuadamente limitadas.



Debo decir que mi esposa Adriana, es bella; tanto que ni la
ropa que literalmente esconde su cuerpo puede ocultar sus formas. Ella, educada
desde siempre en el recato extremo, no pod�a evitar lo que la naturaleza le
hab�a regalado.


El rostro de cutis juvenil para sus 38 a�os, los ojos grises
y el pelo oscuro y ondulado (aunque casi siempre recogido), le dan un aire
intelectual e interesante.


Alta, de cintura breve, piernas largas y bien torneadas;
pechos peque�os pero firmes y rotundamente decorados con pezones rosados. Su
trasero, tal vez lo mejor de su f�sico, es redondo y esbelto, exquisitamente
fortalecido por la gimnasia.


Todo esto me animo a describirlo ahora, ya que poco tiempo
atr�s, ni siquiera me habr�a atrevido a listar mentalmente estas cualidades.



Desde luego ella hab�a entregado su virginidad cuando nos
casamos despu�s de ocho a�os de noviazgo y poco a poco fuimos alimentando
nuestras relaciones con peque�as variantes que para nosotros resultaban osadas.
Escaso sexo oral, posiciones tradicionales, nada de palabras sucias y jam�s nos
atrevimos a hablar de sexo anal.


Sin embargo a veces la vida nos juega con el imprevisto, el
escal�n no calculado y todo cambia o se desmorona...



Daniel era nuestro amigo desde la universidad, hac�a seis
a�os que trabajaba como asesor de inversiones para importantes empresas en
Italia y estaba por regresar en plan de vacaciones. Como quer�amos encontrarnos
nuevamente con �l yo hab�a pedido una semana de licencia en mi empleo, de esa
manera tendr�amos tiempo suficiente para compartir y recordar agradables
momentos.


Cuando nos encontramos en el aeropuerto quedamos sorprendidos
de lo bien que se lo ve�a. Siempre le gustaron los deportes y la vida al sol,
era evidente que hab�a podido hacer ambas cosas en Europa porque ten�a un f�sico
atl�tico y un bronceado envidiables.



Despu�s de los primeros encuentros donde se arremolinan las
frases y los recuerdos, lo invitamos a pasar unos d�as en nuestra casa de campo
en las afueras de Buenos Aires, para estar juntos a toda hora. As� nos reunimos
temprano, dejamos a los ni�os en la casa de mi suegra y viajamos en el auto
durante unas tres horas hasta llegar a destino.


La charla que fuimos manteniendo durante el viaje, estaba
llena de an�cdotas divertidas hasta que tocamos ciertos temas...



-Por qu� no te casaste?- Adriana le hizo la t�pica pregunta
femenina.


-Tal vez no encontr� a�n mi pareja o tal vez estoy feliz
disfrutando de mi libertad �


- Bueno pero no me pod�s negar que si te falta una compa�era
estar�s en soledad muchas veces � Insisti� Adriana.


-Ja, Ja!! Es que a decir verdad compa��a no me falta.


- C�mo es eso?- Ahora la curiosidad era m�a.


- Bueno es que en mi actividad se conoce mucha gente y
siempre rescato el mercado femenino. Me acostumbr� a variar de mujeres y se
transform� en una especie de vicio que no puedo abandonar. Pienso que a esta
altura es muy dif�cil que pueda relacionarme con una sola mujer, sin aburrirme.-


- No estar�s exagerando?- Le dije con algo de sorna.


- Miren, Uds. son mis amigos y entiendo que puedan pensar
diferente, pero si algo les puedo asegurar es que la vida vale la pena vivirla
cuando se disfruta el sexo sin restricciones. Para qu� limitarse; por qu� no
considerar las alternativas que tenemos al alcance nuestro y entregarse a gozar
a pleno-.


Su �ltima frase qued� flotando en el interior del veh�culo
como una sentencia inapelable. Debo decir que me puso algo inc�modo por estar
delante de mi esposa, por lo que despu�s de esto cambiamos de tema.



El primer d�a lo dedicamos a ordenar algo la casa y poner en
marcha la bomba de agua para la piscina. El tiempo era agradable y el sol nos
acompa�aba. Daniel y yo salimos a caminar para disfrutar el verde que nos
rodeaba mientras Adriana preparaba algo para comer.


Un tema trae otro y de pronto �l me pregunt�: - Sos feliz?-


- Bueno, tengo una hermosa familia, buen pasar, ... � S�. Si,
me interrumpi�; eso se ve, pero te pregunto si sos feliz realmente -.


Parece tonto pero no estaba preparado para responder � Por
qu� me pregunt�s?


- Nada, no me hagas caso es que me parece que les falta
algo... no se... supongo que el matrimonio es as�...


- No empieces otra vez con el serm�n del sexo! Las cosas
est�n bien a nuestro modo o me vas a proponer que le meta los cuernos a Adriana
solo para probar tus ideas revolucionarias!-


- Desde luego que no!- Me dijo. � Pero conociendo los tab�es
que siempre han tenido para tratar ciertos temas...se han preguntado si no est�n
cayendo en un matrimonio sin pasi�n? Adriana sigue siendo la misma bella mujer y
por lo que pude ver con los mismos pudores, pero le has propuesto otra cosa?-


- Bueno, suficiente! No continuemos con esto, est� claro? Le
dije molesto.


- De acuerdo, solo intentaba ayudar, no volver� a este
tema...


Casi en silencio volvimos a la casa.



Los dos primeros d�as los destinamos a pasarlo bien
disfrutando la mutua compa��a. La tercer noche fuimos hasta la ciudad para tomar
algo y podr�a decir que fue all� donde comenz� a tejerse el giro de nuestras
vidas.


Entre copa y copa Daniel se levant� de nuestra mesa, de
pronto lo vimos hablando animadamente con una rubia delgada que se encontraba
sola.



Al cabo de un rato, Daniel vino a nosotros y nos pidi� si era
posible que, en caso de prosperar, pudiese llevar a Nora (as� se llamaba) a
pasar la noche con �l.


Le dije que si no se met�a en l�os, no ten�a problema; pero
solo por una noche.


- Bien, no se preocupen no har� nada que los comprometa; ella
tiene auto de modo que si sale, me voy por mi cuenta-. Dicho esto, volvi�
inmediatamente hasta la rubia.



Qu� puedo decir!, nos quedamos observando desde la mesa y en
menos de una hora parec�an amigos de siempre.


Mi mujer estaba ofuscada. � Es una barbaridad!, c�mo puede
ser que desee intimar con una desconocida, no lo entiendo.


- Bueno, est� de vacaciones y ya nos dijo como era. Vamos a
casa y lo dejamos aqu�, quiz�s tenga que volver a pie. Ja, Ja!! - En realidad lo
dije m�s que nada deseando que le fuera mal, para probar que no siempre sal�a
con la de �l.



Est�bamos acostados en la cama cuando sentimos el ruido de un
auto.


No lo pod�a creer!! Daniel llegaba con esa mujer y fueron
directo al cuarto que estaba en la planta alta, donde �l se alojaba.


Pero lo peor comenz� m�s tarde. Empezamos a escuchar jadeos,
gemidos, el estrepitoso ruido que causaba el vaiv�n de la cama.


-M�s...m�s...m�sss...!!!, As�...fuerte...!
Todaaa!!!...Mat�me...!!- gritaba ella, insolente.


-Hay papito que palo!!...Uhhh...siii...


Mi mujer me miraba ruborizada, yo no sab�a qu� hacer y para
colmo me estaba calentado.


Durante m�s de dos horas y no s� cu�ntos orgasmos, estuvimos
soportando aquella tortura. Yo estaba tan caliente que no pod�a dormir; me
hubiera gustado hacerle el amor a Adriana pero no quer�a que me tomase por un
degenerado que se excita al escuchar otra pareja.



Adriana, que tampoco pod�a conciliar el sue�o a�n cuando ya
nada se escuchaba, se levant� despacio. No s� por qu� motivo o qu� instinto
interior me hizo seguirla.


Ella entr� al ba�o, me qued� un instante afuera y algo que no
puedo explicar se apoder� de mi y me impuls� a intentar espiarla. Entonces sal�
de la casa y rode� el jard�n hasta ubicarme debajo de la peque�a ventana que da
al ba�o. Coloqu� una silla y sigilosamente me sub� para alcanzar la luz que
sal�a del interior.



Pod�a verla de costado, Adriana estaba frente al espejo y se
refrescaba el rostro con agua, utilizando ambas manos; se hab�a soltado el pelo.
Sec� las manos en la toalla y yo las segu� con la mirada. Suspir� varias veces
sin dejar de mirarse al espejo y de pronto las manos comenzaron a rodear sus
senos; lentamente comenz� a acariciarlos y apretarlos sobre la tela de la prenda
que la cubr�a, mientras su lengua mojaba suavemente los labios. Uno a uno fue
desprendiendo los botones del camis�n hasta que lo dej� caer en el suelo y su
cuerpo desnudo resplandeci� magn�fico.



Ahora los dedos �ndice y pulgar masajeaban los pezones ya
endurecidos y tiraban hacia delante como si quisieran desprenderlos. Luego llev�
dos dedos a su boca y siempre con la mirada fija en el espejo, se dedic� a
chuparlos entrecerrando los ojos; la otra mano segu�a acariciando los senos
hasta que comenz� a bajar...Su cuerpo se inclin� hacia delante hasta tener su
cara contra el lavamanos, separ� las piernas y empez� a masturbarse...



Desde mi posici�n, apenas pod�a observar como su mano se
perd�a en la entrepierna. Los dedos trabajaban descontrolados en su vulva,
alternando movimientos r�pidos con otros m�s suaves. El trasero y las piernas se
mov�an sin pausa al ritmo de la mano en su vagina, mientras contra�a los
m�sculos de las nalgas presa de una calentura incontrolable. El ritmo de aquella
danza alucinante para mis ojos, fue cada vez m�s en aumento hasta que al fin, mi
mujer se tap� urgente la boca y ahog� el grito del orgasmo contorsion�ndose en
forma salvaje.



Tard� unos segundos en recuperarse. Reci�n en ese momento
reaccion� y corr� al cuarto para volver a acostarme. Adriana regres� a la cama y
se durmi� enseguida, yo no pude conciliar el sue�o; la imagen in�dita de mi
esposa caliente, morbosa, masturb�ndose, me persigui� el resto de la noche...



Al d�a siguiente nos dispusimos a desayunar al borde la
piscina. Daniel apareci� sonriente; la rubia ya se hab�a marchado.


- No me van a preguntar c�mo me fue anoche?- Dijo mientras
untaba mermelada en una tostada.


- Creo que no es necesario- le dije. � Te escuchamos o
debiera decir mejor que la escuchamos -.


- Disculpen, no pens� que era para tanto-



Adriana apareci� m�s tarde lista para disfrutar la piscina.
Ten�a puesto un traje de una pieza pero con el cual se pod�a apreciar las curvas
bien torneadas de su cuerpo. Por un momento pens� que lo de anoche era un sue�o,
segu�a sin creer lo que hab�a observado.


Daniel tambi�n ingres� al agua con un estruendoso chapuz�n.
Me qued� al costado mirando como nuestro amigo divert�a a mi esposa con sus
juegos, algunos de ellos le propon�an carreras diversas y hasta alguna lucha en
la que ella terminaba sumergi�ndolo en el agua. Hac�a tiempo que no ve�a a mi
esposa tan suelta y alegre; yo ten�a sensaciones confusas y mi mente regresaba
de nuevo a la escena que hab�a visto anoche.


Daniel y yo nos quedamos luego charlando mientras mi mujer se
tend�a para tomar algo de sol.



-Estuve pensando- dije con vacilaci�n- A qu� te refer�as ayer
respecto que nos faltaba algo?-


-No olv�dalo, te dije que no volver�a a mencionar el tema-


-No, dale hablemos de hombre a hombre- lo anim�.


-Mmm...Est� bien, pero te aguant�s lo que te diga, a mi
manera y sin chistar. Pienso que ustedes son un matrimonio pacato, sin erotismo,
cobardes para el sexo y eso los hace infelices. Confunden el placer de lo sexual
con el compromiso del amor y valoran la fidelidad como si fuese el objetivo de
la vida. Pero lo peor es que creen que cualquier alternativa los llevar�a al
fracaso de la pareja y entonces prefieren seguir igual. Adem�s creo que Adriana
est� condenada por tu culpa, porque si pusieras algo de tu parte ella cambiar�a
r�pidamente. Pero es evidente que vos no pod�s o no sab�s como cambiar el rumbo
- .


- Ella piensa del mismo modo que yo � dije para defenderme.


- Tan seguro est�s?, es que no te das cuenta? � Cuenta de
qu�?- dije exasperado.


- Acaso no pens�s que si la relaci�n es pobre, tu mujer puede
fantasear con otros hombres?. Sus miedos y autocensura hacen que no te meta los
cuernos, pero sin duda que le excitar�a hacer otras cosas y eso no significa que
deje de amarte, eso significa SEXO! Basta ver como me persigue con la mirada
cuando salgo del agua y qu� crees que mira.



-Turro! Est�s caliente con mi mujer y me invent�s cualquier
cosa! - dije exaltado.


- No quiero hablar m�s... ya trat� de hacerte entender -.


- No... No, contestame la verdad, est�s caliente con Adriana?


- Por supuesto! - Me solt� de pronto. - Decime qui�n no lo
estar�a con semejante mujer, quien no gozar�a de ese cuerpo. Pero te voy a decir
m�s, si vos estuvieras de acuerdo, ella aceptar�a acostarse conmigo. Tengo
experiencia y te aseguro que Adriana desea �ntimamente liberarse de las ataduras
sexuales, lo cual le har�a bien a ambos, pero con vos no lo puede lograr. -


En otro momento le hubiese pegado por todo lo que dijo, pero
segu�a presente la imagen de mi mujer masturb�ndose... me qued� reflexionando y
le pregunt�:


-Qu� me aconsej�s que haga?...



Daniel hab�a trazado un plan que consist�a en que los d�as
que restaban comenzar�a a acosar poco a poco a mi esposa, provocando situaciones
en las que �l intentar�a comprometerla para ver su reacci�n; - luego veremos- me
hab�a dicho. Para colaborar, yo ten�a que dejarlos a solas el mayor tiempo
posible y tratar de espiar la escena para poder manejar la expectativa y cortar
la situaci�n si me arrepent�a.



La primera vez fue bastante desagradable; �l se acerc� a
hablar con Adriana y con la excusa de ayudarla a lavar los platos de la cocina,
se puso detr�s de ella y extendi� sus brazos rode�ndola. Adriana escap�
r�pidamente de la situaci�n y no alcanc� a escuchar lo que dec�a pero por los
gestos no era nada alagador. En ese momento me enorgullec� de la actitud de mi
mujer, tuve la intenci�n de mandar todo al demonio pero Daniel me convenci� de
esperar un poco.



En la segunda ocasi�n, �l trat� de hablarle sobre sus
aventuras sexuales y hasta le coment� la vez que comparti� la cama con dos
mujeres. Adriana parec�a escucharlo con inter�s hasta que en un momento Daniel
trat� de tomarle la mano pero ella la retir� de inmediato. Aunque estuvieron
juntos un buen rato, terminaron hablando de otros temas.


Lo cierto es que si bien nada hab�a pasado, yo esperaba que
Adriana me hiciera alg�n comentario de lo ocurrido, al fin y al cabo no era un
incidente normal para ella; pero nada de eso sucedi�, ni siquiera cuando al
estar a solas le pregunt� como lo estaba pasando con nuestro amigo.



Seg�n Daniel, la cosa avanzaba de acuerdo a lo previsto, la
tarde siguiente me di� instrucciones precisas sobre lo que ten�a que hacer. La
idea no me gustaba pero ten�a que seguir adelante porque ahora en mi mente cab�a
una sospecha que ten�a que resolver.


Est�bamos tomando sol al borde de la piscina, Adriana llevaba
un ba�ador de dos piezas que utiliza solo cada tanto y le queda espl�ndido en
ese cuerpo armonioso.


Daniel me pidi� que le pasara la crema protectora para el
sol.


�No!- le dije � mejor lo hace Adriana que tiene buena mano �
Era una jugada sucia pero estaba hecho. Ella me mir� inc�moda mientras Daniel,
recostado boca abajo, ten�a el brazo extendido hacia Adriana, sosteniendo el
frasco.


Mi mujer no tuvo alternativa y se dedic� a la tarea. Sus
manos cremosas comenzaron a untar el cuerpo de nuestro amigo. Al principio
temblorosa, le recorri� los hombros y la espalda ancha, luego baj� hacia la
cintura.


- Mmmm... Qu� bien lo hac�s! � Dec�a Daniel con voz
insinuante. Mi mujer continu� por las piernas, concentrada en no dejar
superficie sin cubrir. A esa altura yo estaba empezando a sentir una extra�a
sensaci�n, morbosa, quiz�s por primera vez en mi vida.


Daniel se dio la vuelta y pidi� que continuara con el pecho,
mi esposa sigui� con la tarea untando el torso de Daniel. Adriana parec�a no
querer finalizar porque cada vez iba m�s lento y sus manos parec�an moverse
entre el masaje y la caricia.


-Excelente! Dijo �l � Ahora me toca a m�. No quiero que el
sol da�e tu hermosa piel -.



- No necesito � dijo mi esposa dirigiendo su mirada hacia
donde yo estaba sentado.


- Adriana, hacele caso que el sol est� muy fuerte � Me
sorprend� escuchando mi propia voz, casi una orden; dominado por el morbo de la
situaci�n y entregando a mi mujer.


Ella se tendi� sobre el c�sped con la espalda al sol y
aguard� sumisa. Pude advertir un leve estremecimiento cuando las manos de �l
comenzaron a recorrerla atrevidamente. Manos fuertes, dedos �giles y expertos
surcaban lubricando el cuerpo de ella...El le susurraba algo que yo no alcanzaba
a escuchar, pero ve�a la sonrisa de ambos, hab�a logrado distenderla. De arriba
hacia abajo cada pierna brillaba al sol producto de la crema; casi sin darme
cuenta sus manos llegaron a los gl�teos de mi esposa, masajeando imp�dicamente
aquellos hermosos hemisferios.



Hijo de puta!, pens�, la est� manoseando! Mi coraz�n
palpitaba cada vez m�s r�pido.


Estuve a punto de levantarme y dar por terminada la
situaci�n, pero algo me invitaba a seguir observando y mi pene estaba erecto.


Adriana me miraba de costado sin decir una palabra, aceptando
las manos de Daniel y la situaci�n que yo mismo estaba permitiendo.


-Por favor date vuelta- Dijo �l y continu� sobre su
vientre...sus muslos...y los pechos!, por debajo del corpi�o sus dedos se mov�an
en c�rculos sobre los pezones. Daniel me hizo una se�a para que me acercase;
tom� mi mano y la llev� hasta los senos de ella mientras �l segu�a acariciando
sus piernas.



- Te...te gusta mi amor? � dije titubeante. Ella asinti� con
la cabeza y solt� un suave gemido. Toqu� ligeramente sus pezones que nunca hab�a
notado tan duros, entretanto observaba hipnotizado las manos de Daniel que se
dirigieron �vidas a la entrepierna de mi esposa.


-Huuumm...! ronrone� arqueando el cuerpo al sentir la
invasi�n de aquellos dedos en su vulva. � Por favor...! Nnnnoo...!!! La pelvis
se alz� respondiendo a las caricias de Daniel. Despu�s de un breve pero intenso
masaje, sac� los dedos empapados de la vagina de mi esposa.


- Bien, vamos adentro- Dijo �l con voz suave y persuasiva.



Una vez en el dormitorio Daniel la desnud� por completo, la
recost� en la cama y le susurr�:


-Sabes que voy a hacer?... te voy a coger como nunca lo
hicieron antes, me vas a entregar tu cuerpo, tu culo...tus tetas � le dec�a,
mientras no dejaba de acariciarla � vas a conocer lo que es una buena cogida, te
voy a hacer gozar por el placer de tener puro sexo, hasta que no puedas m�s...y
Carlos va a mirar como lo disfrutas, va a aprender a tratarte en la cama como te
merec�s...



Yo estaba paralizado, jam�s le hab�a hablado de esa forma a
mi esposa, pero la situaci�n me dominaba y excitaba; ya nada pod�a hacer.


La bes� profundamente... su lengua transit� luego por los
pechos de Adriana, succionando y mordisqueando los endurecidos pezones para
terminar en su vulva jugosa, donde se dedic� a lamer, besar y chupar. Mi esposa
se mord�a el pu�o moviendo la cabeza a uno y otro lado tratando de no gritar;
las tetas sub�an y bajaban con la agitada respiraci�n, hasta que no pudo
aguantar m�s y en medio de contorsiones y gemidos lleg� al orgasmo, tap�ndose la
boca con ambas manos.



Daniel se quit� el ba�ador y exhibi� su herramienta
esplendorosa, altiva y dura; la masaje� por un instante mostrando el recorrido
de su mano, desde la base hasta la punta del m�stil.


Mi esposa, que a�n no se hab�a recuperado de su orgasmo,
sinti� como Daniel la tom� de la cabeza y le acerc� el glande a su boca. Ella se
qued� un momento mirando aquel pedazo que ten�a frente a s�.


Entonces Daniel se apret� ligeramente el pene, de su extremo
surgi� una buena cantidad de semen cristalino que utiliz� para lubricar
suavemente los labios de mi esposa, ella sac� la lengua y lami� aquella miel
caliente.


� Es toda para vos, chupala! � Ni bien termin� de decirlo,
Adriana tom� el pene con ambas manos y lo hizo desaparecer dentro de su boca. Su
cabeza se mov�a adelante y atr�s acompa�ada por la mano de Daniel que la
agarraba de los pelos.


- Dale!, as�...comela toda...Uhhh...muy bien...!- Qu� buena
chupada...! Daniel abusaba de mi esposa y cada cosa que le dec�a la calentaba
a�n m�s. Adriana continuaba sin detenerse, succionando y lubricando con su
saliva, envuelta en un �xtasis fren�tico que hac�a explotar mi pene.



-Te vas a tragar mi leche!! - Daniel la sostuvo de la cabeza
con ambas manos y en medio de un grito de placer le volc� el contenido de su
calentura en la garganta de mi esposa. Jam�s hab�amos hecho esto antes, pero
ella no solo lo disfrut� sino que despu�s limpi� con su lengua hasta la �ltima
gota de semen del miembro de Daniel.


Adriana visiblemente excitada se sent� al borde de la cama y
comenz� a masturbarse mientras con la otra mano se dedicaba al pene de �l, que
para mi asombro, reaccion� inmediatamente a sus caricias.



Luego de un rato, la hizo recostar nuevamente y dijo: - Dame
el preservativo � Yo acced� obediente, �l se lo coloc� y me pidi�:


- Carlos, sujeta las manos de Adriana � Me acerqu� a la cama,
mi mujer extendi� sus brazos por sobre su cabeza, yo me coloqu� detr�s y la
sostuve por las mu�ecas.


- Ahora te voy a penetrar, vas a ser mi hembra!... � Adriana
no hizo m�s que retorcer el cuerpo al escuchar sus palabras dominantes.


Daniel comenz� a separarle las piernas; la hermosa vulva
qued� a su merced...jugosa, latente y receptiva...�l se la meti�, taladrando
hasta el fondo.


-Ahhhh!!! Grit� Adriana; un grito de placer y calentura que
nunca le hab�a escuchado. Daniel comenz� a serrucharla mientras le besaba las
tetas y la boca.



Puedo asegurar que no hay escena m�s caliente, que ver a la
propia mujer gozando como una cualquiera, entregando su cuerpo sin limitaciones
a otra persona.


Mi esposa, despu�s de adaptar su caverna a aquel miembro,
comenz� a sacudir las caderas con desesperaci�n; deseosa de exprimir el palo que
recib�a, proponiendo un coito feroz. Sus manos safaron de las m�as que la
sujetaban y fueron directas a la espalda de Daniel, lo ara�aron desesperadamente
y luego ambas se posaron en el culo de �l, empujando su nalgas para que ese
movimiento de pist�n no cesara.



As� estuvieron un rato sin darse tregua. Mi pene chorreaba un
hilo cont�nuo de semen, producto de la descomunal calentura; tuve que
masturbarme hasta acabar para aliviar el dolor de mis test�culos.


Luego, Daniel se recost� en la cama, acariciando su palo
tieso y vertical � Quiero ver c�mo mont�s - La ayud� a subirse y ella se
introdujo la verga lentamente hasta que logr� cubrirla en toda su longitud.
Sub�a y bajaba acarici�ndose los senos, mojando los dedos para apretar los
pezones; mi esposa parec�a otra mujer, alguien que yo desconoc�a por completo,
pero me volv�a loco.



- As�...Uhh...que caliente est�s perra...! C�mo gozas esta
cogida!...Ahhh!! -


- Me est�s quemando con tu palo ardiente...!Ohhhh!!... La
siento... hasta la garganta...!-


Mi mujer cabalgaba sobre el falo de Daniel cada vez m�s
r�pido, quebrando la cintura, meneando su hermoso trasero como una...puta.


- Meteme el dedo en el culo Daniel...por favor...!!!-
Suplic�. �l no hizo esperar su pedido y hurg� con su dedo mayor en el recto de
mi esposa, entrando y saliendo del peque�o orificio en medio de las convulsiones
de ella.



-No aguanto m�s!!...me est�s rompiendo toda!!... Soy
tuya!!...Ah...Ah...Ah...Ahhhhhhhh...!!


El orgasmo imponente de mi mujer retumb� en mis o�dos; no s�
si fue uno, dos o tres juntos, pero sin duda que fue de enorme placer. Daniel
tampoco pod�a soportar m�s y acab� dentro de ella al mismo tiempo...



Cansada y feliz mi mujer se acerc� hacia mi, me bes�
tiernamente � Espero que tambi�n lo hayas disfrutado � Me dijo con suavidad y se
march� para darse una ducha.


Nos quedamos un par de d�as m�s en los que disfrut� como
nunca el sexo con mi esposa; ya sin la participaci�n de nuestro amigo. �l
regres� a Italia y si bien nos hablamos cada tanto, hay una especie de acuerdo
impl�cito para no hablar de lo sucedido.


A partir de ese d�a nuestra vida cambi� por completo, el
matrimonio se fortaleci� y nuestros juegos sexuales nos dan gran placer. No creo
que volvamos a tener una experiencia como la que relat�, porque no sentimos que
nos haga falta, aunque no me atrever�a a asegurarlo...



FEDDOR � 12/07/02


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Relato: El pudor de un matrimonio estricto
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