UN ENCUENTRO EN LA NOCHE...
Debe haber sido las 04 o algo as�, de la madrugada de un
s�bado. Yo regresaba de una t�pica reuni�n de amigos, con una prolongada, regada
y alegre sobremesa.
Vivo en un edificio de reciente construcci�n casi en las
afueras y por lo mismo con muchas �reas verdes. Entre los arbustos y flores lo
vi. Estaba tendido y con los brazos abiertos y parec�a roncar... Con el recelo
propio de estas situaciones, nunca sabes si es alguien que necesita ayuda, un
simple borracho o una trampa para incautos que se dejan asaltar, me acerqu�, no
sin antes mirar mucho y bien hacia todos los rincones por si hab�a c�mplices...
Era un chico joven, de nos m�s de 18 o 20 a�os. Vest�a bien,
al estilo de los estudiantes adinerados, cerca hab�a una carpeta llena de hojas
desparramadas y todo alrededor un tufillo a alcohol y v�mitos que te tiraba.
Me acerqu� con cautela, lo mir� bien, lo tom� de una mano y
lo sacud� y lanz� una especie de gru�idos como quien no quiere ser molestado en
el sue�o.
Lo volv� con cuidado y su mano apret� la m�a. Volv� a mirar a
todos lados casi sintiendo que llegaba los c�mplices a hacer su faena, pero para
mi alivio, nadie apareci�...
Lo ayud� a sentarse, luego a levantarse y decid� llev�rmelo a
casa para atenderle.
No niego que un cierto sentimiento de atracci�n me motivaba
en ese gesto, el chico era guapo, alto, delgado, de cabellos muy cortos y
rubio-oscuros y con unos enormes ojos claros y un incipiente bigotillo bajo la
nariz, del mismo tono de los pelillos ensortijados que le formaban unas patillas
muy adolescentes.
Afirm� su brazo en mis hombros y cogi�ndolo de la cintura
caminamos hasta el portal.
Arturo, el portero, sali� de la caseta al verme en semejante
compa��a. Le expliqu� y sin dejar de rezongar contra los j�venes y el vicio y
contra los imprudentes como yo que se compraban l�os gratuitamente, me ayud� a
meterlo en el ascensor y luego a entrarlo en casa.
El chico parec�a en realidad un paquete. Lo sentamos en un
sof�, nos preocupamos de ver que no estuviera herido y pregunt�ndome qu� har�a
ahora con �l, volvi� a sus tareas de vigilante, con m�s rezongos, ahora debido a
que si lo requer�an y �l no estaba en su puesto perder�a su trabajo y bla y
bla...
Arturo es una buena persona, servicial y atento pero siempre
est� contra el mundo y contra todo.
�Ahora qu� hago yo con �ste?, me pregunt�. �Dejarlo dormir la
curda? �Intentar refrescarlo y luego enviarlo a su casa?
El morbo que me provocaba el chico gan� lugar en mis
elucubraciones. Ya le hab�a explicado a Arturo como y donde lo hab�a encontrado
de modo que si le pasaba algo por sobredosis o lo que fuese, ya ten�a coartada.
Le quit� los tennis, sus blancas y limpias calcetas, el
anorak de marca, un jersey de pura lana virgen, la camiseta y me encontr� con un
blanco pecho enjuto que luc�a como un peque�o y ralo mo�o de pelillos rubios en
el centro. Ya en confianza, debido a su actitud adormilada y aquiesciente
continu� con la parte baja, desabroch� su cintur�n, abr� la cremallera y le
quit� el pantal�n, encontrado no m�s que unas piernas blancas, pero
libidinosamente cubiertas de finos pelillos rubios desde el calzoncillo a los
tobillos. Al quitar el pantal�n, este se llev� la prenda m�s �ntima, dejando al
descubierto en el bordillo superior un mech�n de rubios y enrulados pelos y por
el borde de uno de los muslos un huevo enorme, m�s lampi�o, con unos pelos
largos y finos.
Mi atenci�n estaba m�s fija en lo que iba descubriendo de su
cuerpo que en lo que hac�a porque las ropas las fui tirando al azar donde
cayesen.
Volv� a cogerlo casi en andas y me lo llev� al ba�o, lo met�
en la ba�era y cogiendo la regadera le solt� el agua, tibia primero y cuando ya
se empezaba a espabilar, un chorro de agua fr�a, que le provoc� un escalosfr�o y
un intento de incorporarse, lo que no consigui�, por lo que debi� aguantar el
chaparr�n entero que le di.
Me cost� menos levantarlo ahora y mientras lo iba secando, �l
mismo se quit� el calzoncillo mojado dej�ndome ver un instrumento de muchos
cent�metros y respetable grosura, con una suave piel un poco m�s oscura que la
del resto de su cuerpo.
Cuando se volvi� para que le secara la espalda estrecha vi un
culo prieto, duro, blanco y muy erguido y el nacimiento, en la misma cintura de
esos pelillos que le cubr�an las nalgas y las piernas a todo lo largo y una
hendidura oscura de los mismos pelos.
Como un nene, separ� las piernas para que le secara las
ingles y como una madre me dediqu� a mi tarea.
Lo sent� para secarle el pelo y envolvi�ndolo con una gruesa
bata y calz�ndole unas zapatillas lo conduje nuevamente al sof� y me dirig� a
prepararle un taz�n de leche caliente cargada de caf�.
Mientras lo beb�a no sin cierta inseguridad, mir�ndome y con
una sonrisa entre avergonzada y tranquila, me empez� a explicar su aventura.
Le dije que no era necesario que dijera nada y en broma
"porque lo que digas podr�a ser usado en tu contra", lo ayud� a caminar al
cuarto peque�o donde siempre hay una cama preparada, para que terminara de
dormir la curda.
Me agradeci� con una sonrisa de borrach�n, cuando estuvo en
la cama, le apagu� la luz y cerr� la puerta.
La aventura y la presencia de ese hermoso chico all� tan
cercano y tan indefenso me ten�an nervioso, excitado e insomne, as� que decid�
meter sus ropas en la lavadora, record� que el calzoncillo estaba en la ba�era y
no pude menos que revisarlo, con el morbo t�pico que se siente al tener en las
manos la ropa interior de quien deseas. �Loter�a!, encontr� un pelillo largo y
rubio que llev�, autom�ticamente, a mi boca, "peor es nada dijo el diablo (y se
llev� una monja)", desafortunadamente la prenda estaba mojada y no ol�a a sus
aromas �ntimos.
Despert� temprano, mala costumbre desde la universidad,
desayun� en la cama y me dediqu� a revisar los peri�dicos de varios d�as, como
cada fin de semana, esperando que se despertara solo cuando su cuerpo le
indicara que ya estaba cumplido.
A eso del medio d�a me levant�, me ba�� y vest� y estaba en
la cocina empezando a prepararme una suculenta comida, cuando apareci�, con una
sonrisa inocente, avergonzada y con las mejillas rojas de verg�enza y azoro,
empez� a deshacerse en excusas. No le dej� d�rmelas pero s� hice hincapi�
afirmando y repitiendo cuando dijo que menos mal que le hab�a encontrado yo,
porque de otro modo se hab�a expuesto a un asalto con quiz�s qu� consecuencias.
Hab�a estado en una primera juerga de estudiantes, luego de
una discusi�n de borrachos se hab�a ido sin rumbo debido a su estado y cuando se
sinti� mal qued� all� tendido, tal como yo lo encontr�. Pidi� sus ropas y
record� su carpeta y gafas. �Maldita sea!, dije, con la prisa por auxiliarlo no
record� la carpeta que s� hab�a visto tirada a su lado pero no vi gafas...
Se ba�� y visti� en un periquete y salimos a ver si quedaban
rastros de sus cosas pero al pasar por la porter�a, el relevo de Arturo me pas�
un paquete con una nota suya que con una mala ortograf�a pero total claridad me
dec�a: cuando me iba a casa fui a ver el lugar y me encontr� estas pertenencias
d�gale al jodido muchacho que no vuelva a lo mismo porque en una de esas deja la
cabeza tambi�n detr�s de las gafas.
No necesitamos ir hasta all�, dije.
Regresamos, �l no sab�a qu� explicar, ni yo qu� decir, de
modo que al final solamente le expres� que hab�a tenido suerte, que se cuidara y
que estaba en libertad de acci�n.
Agradeci�, me pidi� darle mi direcci�n y tel�fono y se
despidi�, aun avergonzado.
Unos d�as despu�s recib� un paquetito con un hermoso pisa
papeles y una nota de m�s agradecimientos, y su tel�fono.
Me pic� la curiosidad el detalle del tel�fono de modo que lo
llam�, con la excusa de agradecerle el gesto y repetirle que no hab�a habido
necesidad de hacerlo. Dijo con firmeza que s�, que me deb�a mucho y que s� que
le encantar�a cenar conmigo en casa el pr�ximo fin de semana.
Cuando Arturo lo vio acercarse a la porter�a no lo reconoci�
y cuando �l le entreg� una cajita con un reloj, no caro pero s� de buena
calidad, por la ayuda prestada "el otro d�a", Arturo se deshizo en
agradecimientos, sonrisas y bienvenida. Se ve se�orito que usted es de buena
familia, ahora mismo le aviso al se�or que usted est� aqu�.
Mientras cen�bamos me enter� de que proced�a del sur, que
estudiaba ingenier�a agraria, que su familia pose�a grandes extensiones de
tierras, que viv�a solo en un piso, que recelaba de los que se le acercaban
porque tem�a que se debiera m�s a su situaci�n econ�mica que a un af�n de
amistad y que en general era un solitario, tranquilo, pac�fico, buen lector y
que aquella noche se hab�a reunido con otros j�venes de su pueblo que estudiaban
all� y a eso se deb�a el desmadre.
Estaba muy interesado en mi vida en solitario. El se aburr�a
mucho. Era chico de familia y de familia numerosa, siempre rodeado de gente y
ahora un ermita�o casi. Le expliqu� que vivo solo porque no soy tipo de pareja,
que soy homosexual y lo puede notar en la decoraci�n de mi piso pero que no tema
porque no me le voy a echar encima y que mi ayuda habr�a sido igual si se
hubiera tratado de una chica o incluso alg�n viejecito o viejecita.
Sonri� nervioso. Inquiri� muchos detalles sobre la
homosexualidad. Al final me confes� ser virgen, no haber tenido nunca novias y
que sobre su sexualidad sab�a muy poco.
Le advert� que mejor dej�ramos el tema porque yo, siendo
mayor, podr�a sentirme tentado y conducirlo por mal camino.
Rio de buena gana y me respondi� que no me cre�a capaz de eso
y que si alguna vez se sent�a tentado de probar estas experiencias ser�a �l
mismo quien me las propondr�a.
Esa seguridad suya y sus palabras me hicieron temblar las
rodillas...
Hab�an pasado unos meses, cuando recib� una llamada suya. Al
revisar el contestador o� su voz algo temblorosa, como nerviosa, como asustada.
Quer�a saber como estaba y aprovechar de invitarme a cenar para hablar... y para
programar, si lo estimada conveniente y me atra�a, un fin de semana en la nieve
los dos solos, y que no ten�a reparos en que ocurriera LO QUE YO DESEARA entre
ambos...
Qued� �Plop...!
As� fue como nos encontramos en un muy buen restaurant; �l
hab�a llegado en taxi pese a tener ahora un peque�o coche. Cenamos, re�mos, me
pregunt� si hab�a encontrado rara su invitaci�n y que deseaba explic�rmela con
m�s detalles. Casi no beb� y casi no me aguantaba de los nervios. Aquel hermoso
chico me atra�a sobre manera y estaba sumamente curioso de esos detalles, pero
no los abordamos durante la cena. M�s bien hablamos de nuestras familias,
nuestros ambientes y muchas cosas intrascendentes.
Pag�, salimos, le pregunt� donde deb�a llevarlo, llegamos y
antes de despedirnos me dijo que se sent�a atra�do por m� y sin m�s acerc� su
cabeza a la m�a y nos besamos tierna pero largamente... mientras su mano cog�a
la m�a y la apretaba.
Le pregunt� si sent�a curiosidad por probar el amor con un
hombre o si se sent�a verdaderamente atra�do por m�.
Entonces me cont� lo que �l llamaba los "detalles" de su
invitaci�n.
Hab�a tenido una especie de noviazgo con una chica pero que
cada vez que se abrazaban o besaban, ven�an a su mente las im�genes superpuestas
de sus compa�eros actuales, de otros que hab�an llamado su atenci�n cuando
estaba en el cole y la m�a... que sent�a m�s atracci�n por otro hombre que por
las mujeres y que quer�a salir pronto de la duda y como yo hab�a tenido un buen
gesto ayud�ndolo cuando su borrachera, en esto tambi�n ser�a generoso y
solidario con �l.
Le dije que en realidad me atra�a y mucho, pero que no quer�a
aprovecharme de su inseguridad, como no lo hab�a hecho de su situaci�n anterior,
que se lo pensara muy bien y que, si pasado unos cuantos d�as, a�n le atra�a el
hecho de estar conmigo, que no dudara en llamarme otra vez y nos ir�amos donde
�l dispusiera.
Y nos fuimos, tres semanas despu�s, a esquiar y divertirnos,
pero no en ese orden..., sino al rev�s.
Ese fin de semana lo pasamos m�s entre las s�banas que en la
nieve, en verdad. Al encontrarnos en mi casa para salir, nos besamos, al
principio muy tiernamente, luego apasionadamente, ve�a yo que el asunto en
realidad le agradaba y eso me dej� m�s tranquilo y me puso muy contento, a la
vez.
Llegamos a nuestro hotel, arreglamos nuestras cosas y
continuamos la sesi�n de besuqueo hasta que par� dici�ndole que tendr�amos toda
la noche para nosotros, que mejor par�ramos mientras pod�amos aprovechar la luz
d�bil del sol para dar un paseo y reconocer el lugar.
Nuestra primera noche fue en realidad una luna de miel. Ten�a
�l el ardor del muchacho de 18 a�os que era, la pasi�n de la primera vez, la
belleza del cuerpo joven y bien cuidado y la hermosura de su inocencia y
confianza.
Hab�a apuro en sus gestos por consumar el amor, yo lo calmaba
y reten�a, quiz�s con miedo quiz�s por excitarlo m�s con la espera. Acarici�
entero su cuerpo, primero con mis manos, luego con mi boca. Busqu� cada rinc�n,
cada fibra, cada c�lula suya m�s sensible. Recorr� mordisqueando, su boca, su
cuello, su pecho y su espalda, su cintura toda alrededor, sus bellos muslos,
entre sus piernas, su pubis, cada uno de los dedos de sus hermosos pies. Su
largo y grueso, sonrosado y enrojecido, suave en el cilindro y �spero en la
base, tierno y duro falo. Sus enormes huevos que apenas cab�an, de a uno, en mi
boca. Lo hice vibrar, gemir, casi aullar de placer hasta que le permit�
penetrarme, recibiendo de �l dos eyaculaciones, una primera casi al iniciar sus
embestidas y sin sacar su polla de mi cavidad, iniciar y terminar su delicioso
roce, la segunda.
Luego vino su iniciaci�n pasiva. Fui suave, tierno y
paciente. En realidad quer�a hundirme en �l y gozarlo con fuerza y dureza, pero
me retuve, sabiendo que su primera experiencia ten�a que ser placentera, deb�a
ser recordada por �l para siempre y as� fue lentamente llev�ndolo a la
desfloraci�n. Primero recorr� otra vez con mi lengua su cuerpo, tendido boca
abajo, desde los talones al cuello, volv� a mordizquear sus nalgas, lamer entre
sus muslos, penetrar su ano con mi lengua, relamerlo en su corona estrecha,
lubricarlo cuanto era posible, le di a mamar mi polla, la unt� mas que
suficientemente de aceite y lamiendo su espina me fui recostando sobre �l. Abr�
m�s sus piernas con mis rodillas, puse la punta de mi glande a la entrada de su
corona virgen y con movimientos suaves, lentos, amorosos me fui introduciendo en
�l que gem�a de placer y que se abri� como una flor casi sin sentir dolor, hasta
tener totalmente alojada en su interior toda mi longitud, que sin ser la suya,
no es menos respetable.
Me retuve un tiempo dentro, y luego inici� mis movimientos de
pelvis atr�s-adelante, dentro-fuera y tambi�n en c�rculos, levantando mi cuerpo
y luego tendi�ndome sobre el suyo a todo lo largo, separando y cerrando sus
piernas, mientras mi mano, por debajo de su cuerpo cog�a y apretaba su polla
siempre dura hasta que en una situaci�n inesperada, nos corrimos casi al
un�sono.
Aquellas dos noches en la nieve, fueron apote�sicas, al
regresar yo ven�a exhausto, mientras �l segu�a fresco y apetente. Pas� la noche
en mi casa. Al d�a siguiente nos dirigimos cada uno a lo suyo.
Y as� han transcurrido tres a�os. Como nada es perfecto,
empiezo a preguntarme �y qu� pasar� cuando termine sus estudios?...
Nunca hemos convivido juntos. Ambos seguimos manteniendo
nuestros pisos, aunque pasamos al menos 4 de las 7 noches de la semana en la
misma cama. Ambos mantenemos los mismos amigos de costumbre, sin mezclarlos. Lo
nuestro es muy �ntimo y solo nuestro, sin ponernos de acuerdo y sin preguntas ni
dudas tontas. Oj-Al� que dure.
Vuestros comentarios, bienvenidos a <POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO>