Relato: Mi �nico amigo me transform� en su mujer (1)
Todo comenz� cuando me enviaron al internado. Mi padre hab�a fundado al poco de nacer yo una empresa que creci� hasta sacar a la familia de la clase media para hacerla ingresar en un sector algo m�s acomodado de la sociedad.
Al ser yo el primog�nito, creo que mi padre siempre so�� con dejarme la direcci�n de la empresa cuando se jubilara. Pero yo siempre fui un ni�o t�mido y d�bil y al ir creciendo fui despertando la insatisfacci�n de mi padre.
Por fin, al cumplir los 16, mi padre decidi� enviarme al internado. Yo hab�a pasado de ser un ni�o t�mido a un adolescente t�mido de aspecto ani�ado, reposado, todav�a lampi�o y sin apenas vello en el cuerpo.
Escogi� un internado para ni�os bien situado en ... digamos en los alrededores de M�laga. Tampoco quiero revelar todos los detalles. Era el t�pico colegio donde adem�s de proporcionarte una educaci�n refinada te inculcan el culto al cuerpo, el deporte y todo eso. No en vano se dedican a formar a la �lite sociopol�tica del pa�s. Era un colegio muy caro, creo que demasiado para nuestra posici�n social, que era buena pero no para tanto.
Lo pas� muy mal hasta que conoc� a Antonio. Aunque iba a mi clase, era dos a�os mayor y me sacaba dos cabezas de altura, creo que era el chico m�s grande del colegio. Ah! Y adem�s se llamaba algo as� como Raschid, lo que pasa que casi todos le llamaban "el morito", menos los que nos llev�bamos bien con �l, que le llam�bamos Antonio o Tony.
Antonio pertenec�a a una de las familias m�s poderosas de su pa�s y se educaba para pasar a ocupar en el futuro alg�n puesto importante en el gobierno. Tras haber acabado los estudios en el colegio y la universidad, supongo. De momento, casi todos los compa�eros se re�an de �l por ser musulm�n y de piel m�s morena que el resto, pero sobre todo porque al hablar todav�a muy poco espa�ol (era su primer a�o aqu�) casi siempre parec�a un poco tonto. Por suerte para �l, su fortaleza f�sica evitaba que nadie se atreviera a atacarle frontalmente.
No ocurr�a lo mismo conmigo. De menor tama�o que la mayor�a, t�mido, lampi�o, vergonzoso en el trato con las chicas,... Casi el primer d�a los chicos m�s populares ya me hab�an puesto la etiqueta de mariquita. A los dos meses, todos me llamaban Sandra y me tocaban el culo en cuanto pod�an.
El curso escolar prosegu�a y todo iba cada vez peor. Un d�a, �lvaro (un chico dos cursos por encima del m�o que gustaba de martirizar a cualquiera m�s d�bil que �l) me esper� escondido en el pasillo de los dormitorios. Cuando abr� la puerta del m�o, sali� de repente de su escondite, se abalanz� sobre m� y me dio un fuerte empuj�n en el pecho que me hizo entrar al dormitorio y caer sobre la cama. Despu�s cogi� la llave que estaba todav�a en la cerradura, entr�, cerr� por dentro con llave y se la guard� en el bolsillo. Yo todav�a estaba aturdido sobre la cama tratando de respirar, cuando �l me dio un bofet�n en la cara, sac� unas esposas y agarr�ndome las mu�ecas las at� a mi espalda. Luego sac� de la mochila un rollo de cinta adhesiva de �sas anchas, cort� un trozo y me amordaz�.
Cuando acab�, se sent� en la cama a mi lado, encendi� un cigarrillo, coloc� mi cabeza apoyada en su entrepierna (pod�a sentir su erecci�n bajo mi oreja) y comenz� a hablar mientras me acariciaba el culito por encima del pantal�n del uniforme.
Sandra, mu�eca, te he visto un poco perdida �ltimamente. Creo que necesitas un macho y he pensado convertirte en mi chica. Pero para que lo disfrutemos m�s, lo haremos poco a poco. De momento, te proh�bo cortarte el pelo. Soy tu amo, no se te ocurra desobedecerme porque te dar� por el culo ahora mismo con el bate de b�isbol (indic� con un gesto a la mochila, que efectivamente conten�a un bate) �de acuerdo?
Hice un gesto afirmativo mir�ndole aterrado. Sent�a que de un momento a otro me iba a cagar en los pantalones, pero de verdad.
Bien, adem�s, para que te vayas haciendo a la idea, desde ahora dejar�s de usar tu ropa interior y te pondr�s esto debajo del uniforme.
Se levant� y rebusc� en la mochila para sacar una bolsa de la que extrajo 5 � 6 conjuntos de sost�n y braguitas. Los arroj� sobre la cama y despu�s revolvi� en mi armario hasta dar con todos mis calzoncillos, que guard� en su mochila.
Olv�dalos, nena, dijo. Bueno, est� claro que en cualquier momento, como tu amo que soy, podr� comprobar que llevas bajo el uniforme tus braguitas y sost�n como una putita, �cierto, perra?
Volv� a afirmar aterrado.
No te asustes, Sandra, lo vamos a pasar muy bien. Delante de los maestros, todo parecer� igual que siempre, pero luego en el dormitorio te vestir�s como mi mujercita, te har� el amor y dormiremos juntos. A prop�sito, a partir de ahora yo te guardar� la llave del dormitorio, cada vez que quieras entrar me la tendr�s que pedir. As� ver�n todos los chicos que eres mi esclava. Y as� ninguno te tocar�.
Durante dos o tres meses, deja que te crezca el pelo, usa braguitas y delante de los chicos deber�s simular la voz y el comportamiento m�s femenino que puedas. Yo mientras te ir� comprando la ropa y complementos que necesitar�s en tu nueva vida. Si me complaces durante ese tiempo, te convertir� en mi chica. Si no, el bate para empezar, y luego ya veremos.
Sac� del bolsillo la llave de las esposas y la arroj� al suelo.
�Podr�s soltarte s�la, verdad perrita? Si est�s de acuerdo con lo que te he dicho, cuando te sueltes te quitas los calzoncillos, te pones uno de los conjuntos de braga y sost�n debajo del uniforme y me bajas los calzoncillos y la llave del dormitorio al sal�n de la TV. Si al acabar el f�tbol no has bajado, entender� que no quieres ser mi chica y subir� yo. T� misma. Un beso, nena.
Y se fue.
Yo consegu� llegar antes del final del partido ... y comenz� la �poca m�s humillante de mi vida.
�lvaro no dejaba pasar una oportunidad de demostrar que yo era su esclava, cuando quer�a me bajaba los pantalones delante de los dem�s para que me vieran las braguitas. Cuando me obligaban a practicar cualquiera de los deportes que tanto odiaba, incitaba a alg�n otro chico para que me tirara de la camiseta y se me viera el sost�n que llevaba debajo. Cuando quer�a irme al dormitorio deb�a pedirle la llave sumisamente delante de todos los chicos y �l se desped�a de m� con un beso con lengua que provocaba un mar de aclamaciones. O me daba una palmadita en el culo mientras yo hu�a con el rostro rojo como un tomate perseguido por comentarios burlones.
Antonio era el �nico que no se re�a de m�, sino que trataba de animarme a plantar cara a �lvaro.
Felipe (�l era el �nico aparte de los maestros que a�n me llamaba as�), Felipe, no seas cobarde t�. D� no. Cuanto m�s t� te humillas, �l r�e m�s.
Ten�a un extra�o acento todav�a, pero no era tonto en absoluto. Poco a poco aprend�a el idioma y los dem�s ya no le ten�an por un pobre bobo, pero no se mezclaban con �l porque como los rid�culos esnobs que eran, despreciaban a todo el que no fuera de su raza y clase social. As� que Antonio s�lo hablaba conmigo y otros marginados como yo.
Pero no le hice caso, aunque ten�a raz�n. �lvaro disfrutaba m�s cuanto m�s me humillaba en p�blico y finalmente un d�a todo se desencaden�.
El equipo del colegio gan� la final del torneo interescolar de f�tbol, y �lvaro (por supuesto) adem�s de ser el capit�n era el h�roe del equipo. Hubo una fiesta, en el transcurso de la cu�l, Alvaro inform� a su grupo de amigos que en un plazo de dos semanas desvirgar�a a su chica (o sea, yo). Les cont� con todo lujo de detalles toda la ropita que me hab�a comprado, en especial los camisones y baby dolls que utilizar�a cuando durmi�ramos juntos, ya que a partir de entonces deber�a ir a vivir con �l a su dormitorio.
Prometi� a todos que grabar�a en video el polvo que me iba a echar vestida de mujer para que lo vieran todos y ah� qued� la cosa. Dos semanas.
Yo estaba aterrada. No es que �lvaro fuera un t�o feo, pero es que a m� nunca me hab�an gustado los hombres. Realmente, creo que a mis 16 a�os ni siquiera me hab�a planteado el asunto del sexo. Ya fuera por el atraso que llevaba en mi desarrollo (mi cuerpo parec�a m�s el de un ni�o que el de un muchacho y mis genitales eran y son muy peque�os) o a causa de mi timidez, pero no me imaginaba haciendo el amor con una chica y mucho menos haciendo de mujer para otro hombre.
Pens� en suicidarme, pero no atrev�. Y no s� realmente que hubiera hecho, pero los acontecimientos tomaron un giro inesperado.
Todos los t�os prepotentes tienen sus enemigos y sus rivales, y �lvaro los ten�a. Fue Ra�l quien se dirigi� a m� una tarde en el recreo, junto con Chema y Rabo (sin comentarios).
Sandra, bonita, yo y estos otros no estamos de acuerdo con lo que te quiere hacer Alvarito. Hemos quedado con Juancar y Mario en mi dormitorio para ver c�mo hacer para frustrar sus planes.
Y me fui con ellos. Cr�dula que es una.
A partir de entonces, no recuerdo las cosas con mucha claridad, tal vez debido a las drogas o a que los hechos se sucedieron a gran velocidad. Ra�l abri� la puerta de su dormitorio y se hizo a un lado, ya que es el t�pico t�o galante que deja pasar antes a las se�oritas. Juancar y Mario ya estaban dentro, me saludaron y uno de ellos dijo algo que no recuerdo, pero que me sorprendi� captando mi atenci�n. Entonces, Chema y Rabo me cogieron cada uno por un brazo, me tendieron boca arriba en la cama de Ra�l y se sentaron cada uno encima de un brazo, dej�ndome inmovilizada y caus�ndome gran dolor.
Ra�l cerr� la puerta y corri� el pestillo. Luego se sent� a horcajadas sobre mi est�mago y con dos dedos me cerr� la nariz mientras con la otra mano me tapaba la boca.
Cre�a que me ahogaba, pero de pronto �l retir� la mano. Yo abr� la boca todo lo que pude para coger aire y Ra�l aprovech� para introducirme en la boca dos o tres pastillas que no pude evitar tragar. Creo que eran ekstasis, aunque nunca hab�a probado antes las drogas, ni siquiera el alcohol o el tabaco.
Los chicos que me sujetaban los brazos se quitaron de encima, pero me sujetaron las mu�ecas a la cabecera de la cama con dos pares de esposas. Ra�l no se quit� de encima m�a. L�o un canuto mientras sus colegas empezaban a sacar botellas del armario de la ropa (el alcohol est� prohibido en el internado, ni que decir de las drogas...) G�iski y vodka, creo. No estoy muy segura.
Me obligaron a beber y a fumar del canuto, y Ra�l me explic� que para evitar que �lvaro me desvirgara, lo iban a hacer ellos. Seguro que a Alvarito no le gusta el material usado, es un ni�o muy pijo. Yo sent�a el cuerpo cada vez m�s flojo y �l hab�a comenzado a soltar los botones de mi camisa mientras con firmeza introduc�a su lengua en mi boca.
Sus amigos me quitaban los pantalones del uniforme, me daban de beber, tal vez m�s pastillas... alguno restregaba la entrepierna por mi cara y re�an, siempre re�an... Recuerdo c�mo sent� endurecerse el pene de Ra�l contra mi vientre cuando al quitarme la camisa del uniforme con la ayuda de unas tijeras descubri� el sost�n de encaje que �lvaro me obligaba a usar.
No s�... Rabo grababa todo en video, se re�a y de vez en cuando se frotaba el paquete, cada vez abultaba m�s, era impresionante. Me pusieron medias y zapatos de tac�n y me dieron m�s bebida. Yo estaba mareada y flotaba, s�lo pod�a dejarme llevar, esclava de un grupo de machos que soltaron mis manos de la cabecera de la cama porque ya no era necesario tenerme atada. No pod�a ir a ninguna parte, ni siquiera sab�a qu� hac�a all�, todo lo que me hab�a pasado con �lvaro era como un sue�o lejano y desdibujado. Me sobaban y me met�an mano y yo era como una mu�eca de trapo.
Me vistieron con un vestidito corto y ce�ido de seda o algo as�, se sent�a suave, anillos... es todo tan borroso... me pintaron la cara, las u�as y estaba preciosa (lo recuerdo porque me vi en el espejo cuando me despert�) y todo se comenz� a acelerar.
Ra�l estaba muy cachondo y sac� a relucir sus dotes de mando. Venga colegas, ya tenemos a nuestra perrita. Sandra, mu�eca, lo vas a pasar como nunca, vas a saber lo que es ser una hembra de verdad. Y me met�a mano debajo de la falda, y todos re�an, y yo re�a tambi�n, hist�rica perdida y muy drogada.
Me coloc� a cuatro patas sobre la cama y me levant� la falda. Venga colegas, organizaci�n. Yo me la follo el primero, estoy que me salgo. No necesito ni que me la chupe. Para que te vayas entrenando, nena, mientras yo te echo el mejor polvo de tu vida, tu se la mamas a Juancar. Rabo el �ltimo, por razones obvias. No queremos que la zorrita se rompa antes de tiempo.
Ya ten�a el pene de Juancar en la boca. No sab�a mal. Ra�l hizo a un lado mis braguitas, me introdujo un dedo bien lubricado, luego dos, tres y luego los sac�.
Entonces coloc� la cabeza de su polla en mi culo e hizo presi�n.
Creo que fue al sentir ese gran dolor cuando algo dentro de mi mente drogada y asustada se dio cuenta de lo que me estaba pasando.
Grit� y volv� a gritar y el dolor ces� cuando empezaron los golpes, pues inmediatamente Ra�l me la sac� y se gir� hacia la puerta, que al tercer golpe se abri�.
Fue como en las pel�culas, la cerradura colgaba destrozada y all� estaba Antonio, muy enfadado. Los chicos pusieron cara de indignaci�n, pero enseguida todas las miradas quedaron como hipnotizadas por lo que llevaba en la mano, pues llevaba una pistola.
Vosotros, chicos listos, �ok�y? Vosotros no dices nada, yo no digo nada, �ok�y? Bien, buenos chicos listos, vosotros contento, yo contento.
Se acerc� hasta m� y me tom� de la cintura, era muy fuerte. Apoyada en �l, camin� hasta mi dormitorio con mi vestido y mis tacones, recuerdo que el ruido que hac�a al caminar sonaba muy sexy.
Despert� en mi cama. Me dol�a la cabeza. No sab�a qu� d�a era, y menos la hora. All�, sentado junto a la cama estaba Antonio, mir�ndome. Yo estaba metido en la cama, pero a�n llevaba puesto el vestido y las medias. �l s�lo me hab�a quitado los zapatos.
Enrojec� de verg�enza.
Yo no soy as�, �sabes, Antonio? � dije - Todo el mundo me amenaza y me obliga, y me trata como a una chica, y se r�en de m�, pero yo soy un chico, quiero hacer lo que hacen todos y vivir una vida normal sin que todos abusen de m�.
Lo s�, amigo � dijo �l -. Ahora todo bien. Yo no como ellos.
Se levant� para irse, pero antes me dio la llave de mi dormitorio, la que �lvaro me hab�a quitado. Y toda mi ropa interior masculina
Nunca habl� nadie en la escuela de aqu�l episodio, y nunca volvieron a molestarme. Antonio y yo nos hicimos amigos, yo le llamaba Raschid y �l me llamaba Felipe. Era muy tierno conmigo, algo as� como un hermano mayor, cre�a yo entonces. Yo acostumbraba a corregirle cuando pronunciaba mal o dec�a mal las cosas y de cuando en cuando me acariciaba el muslo o una mano, pero realmente nunca parec�a fuera de contexto.
Ninguno de los dos pudo regresar a su casa durante las vacaciones de Semana Santa, as� que llegamos a hacernos grandes amigos. Supongo que nada m�s habr�a sucedido si yo no hubiera aceptado su ofrecimiento para las vacaciones de verano: Un crucero de tres meses por el Mediterr�neo con el yate de su hermana.
Fueron aquellas vacaciones las que cambiaron mi vida y me transformaron en la mujer de mi amigo y m�s adelante en la chica desconfiada que soy ahora.
Aqu� acaba la primera parte de la historia de mi vida. Mientras escribo la segunda, agradecer�a me enviarais un mail si os ha gustado (para animarme), tambi�n si no os ha gustado (cr�ticas constructivas).
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