Relato: Las peque�as tambien quieren





Relato: Las peque�as tambien quieren


Las peque�as tambi�n quieren



Hola todos, quiero reproducirles la historia que me cont� mi
amigo Andy, como le decimos de cari�o, cuando ten�a diez a�os. Viv�a seg�n me
cont�, en la capital, en un apartamento rentado por su familia, en la planta
alta de un local comercial, donde pasaron los mejores a�os de su vida, historia
que para no perder detalle, grabe en una cinta que a continuaci�n transcribo.


"Yo ten�a poco m�s de diez a�os, viviendo en una casa mas o
menos confortable, ten�a unas vecinitas que me llamaban mucho la atenci�n, sobre
todo por que en cierta ocasi�n descubr� algo que har�a cambiar mi vida sexual
para siempre. Me encantaba recargarme en el barandal de mi departamento, por las
tardes despu�s de hacer la tarea, mirando sobre todo lo que hac�an mis vecinas,
una de ellas me llamaba poderosamente la atenci�n, la grande, su nombre Luisa,
tenia 13 a�os, un cuerpecito ya casi desarrollado, con unos pechos chiquitos, su
cuerpo era m�s bien delgado, alta, morena clara, y gustaba de andar con un
vestido ligero por las tardes cuando no con el uniforme escolar, que era en ese
entonces una falda tableada color azul marino y una blusita blanca.


Una de las hermanas mayores, de una familia grande, pues en
total hab�an sido siete hermanas y un hermano, era m�s bien una de las que m�s
cuidaba su aspecto y su higiene personal, lo se porque en verano, se ba�aba
hasta dos veces al d�a. De esto estaba bien enterado porque mirando por el
barandal, continuamente me daba gusto mirando a Luisita por la ventana del ba�o,
que extra�amente dejaba entreabierta, enjabonando y enjuagando su cuerpecito, mi
verguita, que en ese entonces no tendr�a m�s de 10 o 12 cent�metros, se pon�a
dura como piedra, con solo esperar el momento en que la ni�a se dispon�a a
ba�arse, y comenzaba a desnudarse casi desde la puerta del ba�o, que por cierto
quedaba afuera de su casa. El cuerpecito de Luisita no era ciertamente
espectacular, pero para un chico de 10 a�os y meses, que no hab�a visto mas que
a alguna de sus hermanas en pantaleta y corpi�o, aquella vista era la m�s
excepcional del mundo. Era como dije, delgadita, sus pechitos peque�os,
coronados con unos pezones rosa oscuro paraditos, firmes, sus brazos delgados
llegaban hasta las caderitas que comenzaban a redondearse, unas nalguitas chicas
pero bien paraditas, y su pubis, aquel pubis que tantas veces so�� y aun ahora
sigo so�ando, casi no tenia vellitos, mas bien era una pelusita obscura en un
triangulo casi perfecto, que adornaba sus abultaditos labios de la vulva, que de
cuando en cuando yo pod�a admirar pues Luisita se obstinaba por lavar y luego
enjuagar levantando una pierna y abri�ndolos para tal tarea. Mientras Luisita se
terminaba de asear, mi mano permanec�a acariciando mi peque�o pene, sin saber
casi porque, pero gozaba enormemente de aquella caricia, aunque luego me dol�an
los test�culos, pero me pasaba horas toc�ndomelo.


Cierta ocasi�n, mientras miraba por el barandal, Luisita no
fue a ba�arse sola, sino que llam� a su hermanita menor Tere, una ni�a de 10
a�os como yo, que con su cabello cortito parec�a m�s ni�a de lo que era, y que
por su corta edad, lleg� corriendo con toalla al hombro y solamente enfundada en
una pantaletita de algod�n con dibujitos infantiles y sin corpi�o, descalza,
entr� de prisa al cuarto de ba�o, apurada por su hermana Luisita, y ya dentro
pude observar como Tere se quitaba la panty infantil para quedar desnudita, su
cuerpo aunque no era gordito, era mas bien llenito, sus peque�as tetitas, a�n en
formaci�n, no eran ni siquiera del tama�o de un lim�n, su pubis, totalmente si
pelitos, y unas piernas largas y rollizas. Entretanto, hab�a descuidado a
Luisita, quien ya se mojaba el cabello, abraz� a su hermanita y oblig�ndola a
meterse a la regadera, juego que pareci� ya haber jugado antes, sinti� los
pechitos de su hermana en pleno rostro, pero no le incomodaron, por el
contrario, abri� la boca para recibir el peque�o y durito pez�n que su hermana
le ofrec�a, succionando como una becerrita, pasando de un pecho al otro,
mientras la otra mano de Luisita se hab�a perdido entre sus piernas, justo en el
tri�ngulo casi imberbe, aparentemente friccion�ndolo y mostrando en su rostro
una enorme satisfacci�n.


Tere hab�a rodeado la cintura de su hermana, y se
engolosinaba con las tetitas tiernas de Luisita, apretando su propio pubis
contra la pierna de ella, con un movimiento que parec�a perruno.


Luisita ya abr�a descaradamente las piernas y con sus dedos
acariciaba su cl�toris, y de vez en cuando se acercaba a su colita por entre las
piernas, deteni�ndose a frotarla y luego pasar de nuevo a su vulva, parec�a casi
desmayarse, cerrando los ojos y arqueando el cuerpo, se apretaba m�s a su
hermanita, ambas estaban disfrut�ndolo, quiz� mas la grande que la chiquita,
pero parec�a que no era la primera vez que experimentaban ese jueguito, porque
las manitas de la peque�a Tere se paseaban por todo el cuerpo de su hermana
mayor, y de cuando en cuando, se deslizaban por sus incipientes tetitas o por su
pubis casi imberbe.


Los movimientos de la mano de Luisita se aceleraron, en tanto
que Tere segu�a succionando golosa, y se apretaba ya muy fuerte sus propios
pezoncitos hasta dejarlos rojos de la irritaci�n y seguramente de un placentero
dolorcito que cuando se est� caliente no se puede evitar.


Ahora ya se ve�a la humedad en la mano de Luisita, y a�n
cuando no se pod�a escuchar desde mi centro de observaci�n, estaba seguro de que
el ruido de una vulva m�s que h�meda era evidente, pasaron varios minutos antes
de que el �xtasis hiciera presa de Luisa, la ni�a mayorcita, pero cuando lleg�
hizo que la vista se le nublara, cerrando los ojos y arqueando el cuerpo, abri�
sin medida sus piernitas e introdujo dos dedos por lo menos, en aquella almejita
mojada y caliente, para enseguida dar paso a una cascada dorada que sali� con
fuerza de su entrepierna, chorros que fueron captados por las manitas de Tere,
quien interrumpi� su succionante labor para tratar de atrapar cuanta piss
pudiera, claro que se le escapaba de entre los dedos, pero lo que le quedaba se
lo llev� a la boca para lamerlo, mi pene estaba a reventar, met� la mano bajo mi
pantal�n y me di a la tarea de frot�rmelo sin temor, mi pubis en ese entonces no
ten�a ni un solo vello, por lo que desplazaba la mano con libertad de mis
test�culos hasta la punta de mi verguita, mientras aquellas ni�itas que eran el
motivo de mi lujuria pre adolescente, mientras las peque�as continuaban lamiendo
y relamiendo secreciones, Luisita hab�a terminado entre sollozos, mientras Tere
se esforzaba por tocarse a si misma, luego de que su hermana mayor se repuso un
poco, hizo a un lado las manos inexpertas de la peque�a Tere, y siguiendo un
camino conocido, le abri� las piernas de par en par, y metiendo un dedo entre
los virginales labios se trataron de introducir por el himen intacto, llegando
hasta el fondo daba vueltas a aquel dedo en el co�ito de su hermana, mientras
esta re�a divertida, por las cosquillas que le prodigaba Luisita, y al tiempo
solt� un gran chorro de orina, mojando por completo a su hermana. Hasta all� no
llegaron las cosas, pues Luisa al darse cuenta de que su hermanita hab�a
experimentado varios orgasmos, sac� los dedos de la infantil vaginita, para
lamerlos y olerlos. Las dos quedaron complacidas, y se fundieron en un abrazo
fuerte y apretado, juntando sus pubis apret�ndolos, mientras sus pechitos se
pegaban a los de la otra ni�a. Yo me estaba masturbando como loco, frotando de
arriba para abajo el prepucio, y en eso me lleg� una oleada de placer a todo el
cuerpo, hac�a varias semanas que experiment� mi primer leche, es decir mi
primera venida, ahora estaba sintiendo la segunda, con un gran chorro de semen
que proyect� hasta alcanzar la orilla de la barda en que observaba.


Aquella tarde quedar�a grabada para siempre en mi mente, y se
volvi� costumbre observarlas cada tarde, algunas veces a cada una por separado y
otras tantas juntas, enjabon�ndose mutuamente, frotando sus pechitos en
formaci�n, pero siempre haci�ndolo como si disfrutaran ser observadas.


El deleite mayor fue cuando descubr� a Luisa, mientras
sentada en el retrete, coloc� su manita derecha entre las piernas para darse a
la tarea de frotar su vulva, mientras se echaba hacia atr�s, abriendo
sobremanera las delgadas piernas, al tiempo de que de su abertura brot� un
chorro delgado pero potente de piss, que ella misma unto en sus labios
vaginales, notoriamente caliente, pero que al finalizar su o sus orgasmos, abri�
los ojos y descubriendo que le observaba, me sonri� c�mplice, y yo no se porque
no pude ni siquiera moverme al verme descubierto.


Sal� corriendo del barandal, pensando en mi inocencia, que la
ni�a habr�a de delatarme con mi madre. Mis visitas al barandal se suspendieron
por varios d�as, pero al ver que Luisa no confirmaba mis temores, decid� volver
a las andadas. Aquel lugar prohibido me llamaba la atenci�n poderosamente, a
grado tal que apenas llegaba de la escuela, botaba mis libros y corr�a al lugar,
como abeja a la miel. Claro que lo mejor estaba por comenzar, pues cierto d�a,
al estar en mi centro de observaciones, not� como Luisa entraba a ba�arse, y
volteando a buscar mi rostro, me sonri�, lo que por alguna raz�n me dio cierta
confianza, y permanec� en aquel lugar, mirando, mientras la adolescente se
desnudaba despacio, disfrut�ndolo, abriendo su blusa escolar para dejar a la
vista un sost�n de algod�n tipo corpi�o, blanco, que dejaba entrever sus ya
crecidas tetitas, para luego retirarlo sac�ndolo por los hombros, bajando los
tirantes, mientras iban apareciendo sus peque�os senos infantiles, coronados con
unos pezones rosa obscuro, los frot� con la punta de los dedos, para luego
deslizar las manos hasta el el�stico de sus pantaletitas, que recorri� despacio
sobre sus caderas, fue dejando ver la pelusita pegada a la piel del pubis, lo
que me provoc� una fuerte erecci�n y la urgente necesidad de derramar mi semen.


Ya desnuda, abri� un poco las piernas y frot�ndose el pubis
con la mano abierta, lleg� hasta sus nalguitas de arriba hacia abajo, luego
abri� el grifo de la regadera, y comenz� la sesi�n de ba�o, convirti�ndome en
una verdadera estatua, claro por lo duro de mi verga.


Termin� de ba�arse, mientras mi semen era derramado sobre mis
manos y suelo, al darme cuenta, Luisita volte� a mirarme y salud�ndome, me
pregunt� si quer�a que jug�ramos esa tarde, yo un poco desorientado por mi
reciente eyaculaci�n y la sorpresa de que mi admirada ni�a se ocupara de este
simple mortal. Los minutos me parecieron eternos, pedi permiso a mi madre para
bajar a jugar con los ni�os, dije, mi madre no se opuso, advirti�ndome desde
luego que deber�a regresar a merendar temprano. Me desped� a toda prisa y
galopando los escalones abajo, llegu� ante la puerta de la casa de mis ni�as, y
tocando a toda prisa, urg� para que me abrieran. Una voz conocida pregunt� qui�n
era, y yo apresurado contest�: - Soy yo, Luisa, Andy !; al abrirse la puerta, me
encontr� con aquel cuerpecito que tanto y tan bien conoc�a, pero ahora vistiendo
una falda larga amplia, y una peque�a polerita naranja, descalza, y con el
cabello todav�a mojado, recogido.


-Pasa, me indic� Luisita; -Gra-cias!, repar�;


-Quieres que juguemos?, inquiri�, - Claro, a qu�?




No s�, vamos a llamar a Tere, Tere!, ven aqu�, Andy
lleg�, apres�rate




Mientras desde el fondo de la casa, se escuch� la respuesta
de Tere, afirmando que en un momento estar�a con nosotros, cosa que no tard�
mucho, yo las segu� al interior de su rec�mara, y ya dentro, me invitaron a
sentarme con ellas en el suelo, al tiempo de que preguntaron:


-A que vamos a jugar? �ya s�, dijo Tere, a las escondidillas!
; -no, Tere eso no es divertido, adem�s mam� se enojar� si hacemos alboroto,
mejor vamos a jugar al pap� y la mam�! Que les parece?




Bien !, gritamos Tere y yo al un�sono; - bueno, dijo
Luisa, pero Andy ser� nuestro beb�, porque su pap� sali� a trabajar, yo
acepte de no muy buen agrado, mientras Luisa me colocaba entre sus brazos:
-A ver mi nenito, venga con su mam�, y t� Tere, no hagas ruido porque si no
se despierta tu hermanito, dijo Luisa.


Mi ni�o necesita comer, dijo, mientras se levantaba la
polerita, dejando al descubierto unos pechitos tiernos que me olieron a
gloria, pues se acababa de ba�ar.




Me indic� que mamara, yo casi me opuse, pero ella me dio
confianza diciendo que era su nene y no deber�a hacer berrinche. Acept�,
colocando mi boca inexperta sobre su pez�n tibio, mi verga estaba a punto de
salirse de mi pantal�n.


-Come mi ni�o, dijo, come todo lo que quieras, y me apret� la
cabeza contra su pecho, yo me prend� de aquella tetita, mientras que la mano de
Luisa bajaba hasta mi bragueta para luego colocarla justo sobre mi parado pene,
di un salto, mientras ella me dec�a:


-Mira Tere, tu hermanito tiene hinchado aqu�, mira, y
se�alando el bultito que formaba mi bien parado pene, volvi� a apret�rmelo, y yo
reaccion� succionando m�s fuerte, lo que provoc� que Luisa me apretara m�s la
cabeza del pene y trat� de meter m�s de su tierno pechito en mi boca.




come mucho mi ni�ito, mam� tiene mucha lechita para ti




Mientras tanto, no me hab�a percatado de que Tere nos
observaba atenta, y ten�a colocada una de sus manitas debajo de la falda
tableada de su uniforme.


-Come hijito, que tienes que dormirte, me dijo Luisita,
mientras su mano me apretaba la verguita sobre el pantal�n, y luego trataba de
abrir la cremallera del mismo, yo me acomod� para que ella pudiera hacer,
logr�ndolo enseguida, y metiendo la mano por completo encontr� mi trusa de
algod�n, para deslizarla hacia abajo colocando su manita abierta sobre mi pubis
sin un solo pelo, pero apretando por completo mi tieso pene.


-Que tiene aqu� ni ni�ito?, parece que ya se tiene que
dormir, dijo, y sac�ndome la tetita de la boca, me recost� en el suelo,
dici�ndole a su hermanita: -Tere alc�nzame esa frazada, para tapar al ni�o, y
dicho y hecho, Tere le pas� la prenda, mientras Luisita me cubr�a, meti� la mano
debajo de la misma, y sacando de su jaula a mi traviesa verga, se dio a la tarea
de frotarla de arriba hacia abajo, sacando de mi garganta largos ahhhhhs! de
placer, -Que tiene mi ni�ito? Ya se siente mejor?, no, creo que mejor lo voy a
cubrir con mi vestido, dijo, al tiempo de que retiraba la frazada que cubr�a mi
expuesta verga y se coloc� sobre mi a horcajadas, extendiendo su amplia falda
sobre mi cuerpo, y sent�ndose despu�s exactamente sobre mi pene, abriendo las
piernitas, y permitiendo que mi palito tocara la tela de su pantaletita. Esa
sensaci�n me provoc� que derramara mi contenida leche, moj�ndole totalmente la
entrepierna a Luisita.


-Mira nada m�s que hizo mi nenito, ya moj� a mam�, voy a
tener que castigarlo, dijo, mientras hurgaba debajo de su falda, sintiendo en
sus dedos la caliente y espesa leche que le d�. Hizo a un lado la tela de su
panty y colocando mi todav�a parado penecito directamente sobre sus labios
vaginales, se sent� en �l. Yo sent�a la gloria, pues nunca antes hab�a
experimentado la tibieza de una entrepierna femenina, y con un movimiento
innato, apret� las caderas a su vagina.


A esa edad uno no tiene ni idea de lo que es la piel de otra
persona, menos en esa zona tan tierna que las ni�as tienen entre las piernas,
sobre todo las pre adolescentes.


El calor de los labios de Luisa era tal que pens� que me
ard�a el pene, pero no era as� sino que los reci�n salidos liquiditos de la ni�a
me llenaban por completo el pene y los test�culos, mojando mi pubis sin un solo
pelito. Luisita cabalgaba de atr�s hacia delante sobre mi pene, parado todo el
tiempo, y de pronto sent� como si me orinara, algo mas caliente me cubri�, y
resbal� sobre mis muslos, met� la mano para saber de que se trataba, y not� que
era un l�quido muy caliente, me llev� la mano a la nariz y me di cuenta de que
era orina de la ni�a, no se porque pero en creo que a partir de ese momento
comenz� mi afici�n por la piss de las ni�as menores, pero bien, sentir que
Luisita me estaba orinando encima, hizo que mi calentura derramara el semen
justo entre los labiecitos de la peque�a Luisa, al notarlo ella se levant� un
poco y metiendo la mano tent� la punta de mi verguita y al momento la sac�, con
una mirada asustada y oli�ndola me dijo:




Andy!, me voy a quedar pre�ada! Eres un est�pido!, que
hiciste?


Nada Luisita, no se que pas�, yo solo deje que me saliera
lechita pero nada mas!, le contest� sin entender de lo que me hablaba.


Pero que no sabes que con esa leche se hacen los ni�os? O
lo hiciste a prop�sito?


Para nada Luisa, yo solamente sent� gusto por darme
cuenta de que me orinaste encima y como casi siempre que me toco la verga,
me derramo, y eso hice, pero yo no quiero que est�s pre�ada...


Es que no sabes que as� se hacen los ni�os?, ahora que
voy a hacer, te vas a tener que casar conmigo, y mi mama se va a enojar...


Casarnos? Estas loca, yo estoy en la primaria, no para
casarme!, repliqu� asustado




Aquella tarde terminaron as� nuestros juegos, entre el susto
de Luisita y mi desconcierto por no saber que hacer si ella iba a tener un hijo
de alguien que no ha terminado sus b�sicos


Luego de varias semanas, que me parecieron interminables, y
de miles de venidas entre mis s�banas y el retrete del ba�o, un toquido fuerte
en la puerta de nuestro apartamento, me hizo saltar dentro del coraz�n, pues al
mirar quien llamaba a la puerta, era nada menos que Luisita, con una cara que de
pronto me asust�, abri y al momento, me pregunt� si estaba mi madre, por fortuna
ella hab�a salido al super, y r�pidamente contest� que no, que hab�a salido y
tardar�a en regresar ...




Mam� sali�, pero d�jame el recado, repliqu�


No es nada importante, solo que mi mam� quiere charlar
con ella


Charlar? Pero de que?


No se, me dijo, pero regreso m�s tarde


Si quieres, le dije, puedes esperar a que ella llegue,le
dije tratando de averiguar cu�l era el asunto que la madre de aquella
deliciosa ni�a quer�a tratar con mi mam�, y era adem�s por saber si no iba a
reclamarle sobre Luisita pre�ada y nada menos que de mi!...CONTINUAR�




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Relato: Las peque�as tambien quieren
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