Daniela era la peque�a hija de un matrimonio amigo. En ese
entonces ten�a 9 a�os y yo reci�n cumpl�a los 20, y como viv�amos en
departamentos contiguos, de vez en cu�ndo acostumbraban a dejarla a mi cuidado.
Ella era una nena simpatiqu�sima, rubiecita y de ojos claros,
demasiado vivaz y despierta para su edad.
No nos cost� nada entablar una relaci�n de afecto y
confianza. Tanto es as� que una tarde, mientras ve�amos una novela en la tele,
Danielita quiso probar conmigo los apasionados besos que mostraban en la
pantalla.
Ella me gustaba, para que negarlo, as� que acepte la
propuesta.
Empezamos con unos picos, roz�ndonos apenas los labios.
-No, as� no t�o, tenes que abrir la boca- me corrigi�.
As� lo hice, y no pude evitar empalmarme al sentir su
leng�ita tersa y fresca acariciando la m�a.
Para cu�ndo quise darme cuenta estaba d�ndole un beso de
lengua a una nenita, a una bella criatura de nueve a�itos. �O ella me lo estaba
dando a m�?. Como fuera as� empez� todo.
Durante un tiempo, en las tardes en que est�bamos juntos,
jug�bamos a los besos y puedo asegurarles que con su corta edad Daniela se
convirti� r�pidamente en una experta besadora. Tanto es as� que creo que nunca
en mi vida me han besado con tanto entusiasmo y desenfreno como aquella criatura
celestial.
Luego, una tarde en que jug�bamos al caballito, ella montada
sobre mis piernas, su entretenimiento favorito, no tardo en percibir la tremenda
dureza que ella misma hab�a incitado con sus inocentes movimientos.
-�Qu� tenes ac�?- me pregunto apoyando su tierna manito sobre
mi trepidante paquete.
-�No sabes que es?- le replique dispuesto ya a todo.
-Si que s�, ah� tenes el pito, pero, �p�rquese te puso as�?-
quiso saber evidenciando una real curiosidad al respecto.
-Es que se me paro- le dije.
-�Tenes ganas de hacer pis?- repuso con la mayor de las
ingenuidades.
-No, se me paro por otra cosa- le asegur�.
Se quedo un rato pensativa, toc�ndome el bulto, hasta que
decidida me dijo:
-�Me la podes mostrar?- al notar mi indecisi�n agreg�-Si me
la mostras yo te muestro mi cotorrita-
La transacci�n me parec�a mas que justa.
Con ella todav�a sentada en mis rodillas, me baje el cierre
de la bragueta y pele la pija.
-�Uh, que grandota!- exclam� al verla-�Puedo toc�rtela?-
solicito luego.
-Toda tuya- asent� sintiendo ya un violento estremecimiento
en medio de los huevos.
Me la agarr� con una mano y me la acarici� sin quitarle los
ojos de encima.
-Con esto la haces feliz a tu novia, �no?- no se de donde
habr� sacado eso, pero no pude evitar sonre�rme al escucharla.
-Bueno, lo har�a si la tuviera, pero por ahora no tengo- le
explique.
-T�o, entonces, �puedo ser tu novia?- me pregunto.
-Si queres- repuse.
-�Si que quiero!- exclam� y sosteniendo todav�a mi pija con
su mano, me beso en la boca; luego se levant� y se dispuso a cumplir con su
parte del trato-Ahora voy a mostrarte mi cotorrita- dijo y sac�ndose la
bombachita de algod�n, se sent� en el sill�n que ten�amos enfrente, se levant�
la falda del vestido y abri�ndose de piernas me ense�o su conchita tersa, suave
y peladita. La conchita de una beb�.
-�Te gusta?- me pregunt�.
-�Me encanta!- exclam� fascinado.
-A m� me gusta tu pito- me asegur�.
-Pija, se dice pija- la correg�.
-Bueno, entonces me gusta tu pija- repiti� y tras pensar un
instante agrego-T�o, si soy tu novia, tenes que hacerme feliz, �no?-
Que nena por Dios. No se si lo hacia a prop�sito � que pero
como me calentaba.
-�Queres que te haga feliz?- le pregunte.
-Me gustar�a mucho- asinti� sin titubeo alguno.
Me levante entonces con la pija mas al palo que nunca y
arrodill�ndome frente a ella, entre sus piernitas abiertas, le chup� la
conchita, por fuera, por supuesto, sin llegar nunca a forzar esos delicados y
sonrosados labiecitos.
Levant�ndole bien las piernas hacia arriba, le lam�a el
culito y la rajita al un�sono, una y otra vez, yendo y viniendo con deleitable
entusiasmo.
Luego le apoye la pija justo ah� y sosteni�ndole las piernas
comenc� a moverme como si le hiciera el amor, aunque en lugar de penetrarla,
como me hubiese gustado, le frotaba el miembro sobre ese pubis n�veo y
aterciopelado que me hab�a convertido en un Mr. Hyde ped�filo y libidinoso.
Cu�ndo acabe, lo hice en una forma por dem�s efusiva y
caudalosa, derramando toda mi leche sobre ese cuerpito delicado y fr�gil como
una rosa.
Tras la descarga levante la mirada y me encontr� con su
carita angelical levemente enrojecida, sonriendo dulcemente, emitiendo unos
suaves suspiros que se me antojaban de satisfacci�n.
�Acaso ser�a posible que aquella ni�ita de tan solo nueve
a�os haya tenido un orgasmo?. No lo cre�a posible, aunque sus gestos y jadeos me
mostraban lo contrario.
Bueno, esto es solo el principio de mi relaci�n con la dulce
Daniela, una "peque�a mujercita" con la cu�l llegue a gozar mucho mas
intensamente que con cualquier novia que haya tenido jam�s.
Para la pr�xima les cuento como le ense�e a que me chupara la
pija.