�Hola! me llamo Quique, tengo veintitr�s a�os, mido 1�70, de complexi�n
normalita; y aunque no tengo problemas para relacionarme con la gente soy algo
t�mido; pero no es precisamente esto de lo que quiero hablar; sino de algo que
ocurri� en el verano pasado durante un viaje en el que acompa�� a mi t�a Alex
co-protagonista de esta historia.
Para empezar he de decir que por parte de la familia de mi padre soy hijo,
sobrino, y nieto �nico; por lo que he sido el ni�o mimado de todos; as� que,
todo lo que he querido lo he tenido. Esta circunstancia; como por ejemplo ser el
�nico sobrino; hac�a que mis t�os; Pablo y Alex, �l es el �nico hermano de mi
padre; quisieran tenerme siempre con ellos; pues no ten�an hijos; cosa que a mis
padres tampoco les importaba ya que viv�an en el mismo edificio que nosotros.
Hasta aqu�, todo perfecto; pero a partir no se de que momento empec� ha
sentir cierta atracci�n inconfesable hac�a mi t�a; yo ten�a por entonces catorce
a�os, siendo ella.--y a�n lo es.--doce a�os mayor. Alex; as� la llamamos todos,
aunque su verdadero nombre es Alejandra; es algo m�s bajita que yo, rondando el
1�60; pelo negro, aunque se lo suele te�ir de casta�o o caoba; ojos verde oliva;
pechos grandes, sin exagerar; unido a todo esto un cuerpo muy apetecible y muy
bien cuidado.
El tiempo no apag� esta pasi�n en m�; sino que la mantuvo latente al tiempo
que la hizo crecer d�a a d�a. los a�os pasaron y la estabilidad de la pareja; me
refiero a mis t�os; se fue deteriorando; creo que por el hecho.--comentado
anteriormente.--de no tener hijos; las peleas eran cada vez m�s frecuentes y m�s
violentas, pero sin llegar nunca a "las manos".
La primavera pasada, para celebrar su trece aniversario decidieron.--con algo
de adelanto.--contratar con una agencia tur�stica una estancia de tres
semanas.--de Julio.--en un hotel situado en una peque�ita isla perteneciente al
archipi�lago de Las Islas de La Sociedad.
Pero faltando una semana para el viaje mis t�os tuvieron una de sus ya muy
habituales y cada vez m�s frecuentes.--pero esta ya la definitiva.--
discusiones; mi t�o Pablo opt� por marcharse de casa; y por supuesto se neg� a
realizar el viaje previsto con su mujer; ella por despecho no lo cancel�,
ofreci�ndome a m� a acompa�arla; yo acept� encantado y mis padres tampoco
opusieron reparo alguno.
Una vez solucionados los pormenores del viaje; el d�a se�alado nos dirigimos
al Aeropuerto de Barajas, de donde tomamos un avi�n con destino al Aeropuerto de
Orly- Paris.--en Paris; por supuesto.--. All� hicimos trasbordo a otro avi�n que
nos llevar�a, esta vez s�; directamente a nuestro destino; Las Islas de La
Sociedad.
Despu�s de unas horas de vuelo llegamos a Faaa; un peque��simo aeropuerto
cercano a Tahit�, la capital del archipi�lago. Tomamos un ligero
refrigerio.--nuestra llegada a las islas fue a mediod�a.--ya que no hab�amos
comido nada desde que salimos de Orly, y casi sin tiempo de finalizarlo
embarcamos de inmediato en la avioneta; que nos conducir�a al lugar donde se
encontraba el hotel; y en la cual iban tambi�n dos parejas de turistas alemanes.
Cuando llegamos a la isla pudimos ver desde el aire que no era muy grande;
pero s� preciosa, llena de abundante vegetaci�n y palmeras de gran altura. Hab�a
tambi�n numerosos bungalow y algunos palafitos que se adentraban en el mar.
Aquella isla era un para�so natural con sus aguas cristalinas y playas de arenas
blancas.
Por f�n aterrizamos en una peque��sima pista de tierra. En un minib�s nos
condujeron al hotel; mejor ser�a decir, a la casita principal donde se encuentra
la recepci�n, estando el restaurante anexo a ella; all� nos dieron las llaves.
Cuando salimos del edificio nos encontramos conque un botones nos esperaba en un
cochecito a bater�a; como los que se utilizan en los clubes de golf para
desplazarse de un hoyo a otro; con todo el equipaje cargado.
Durante el corto trayecto el botones nos fue explicando algunas cosillas
sobre las actividades que se realizar�an durante nuestra estancia en la isla;
como bailes folkl�ricos, interpretaciones t�picas para turistas de ceremonias
ancestrales....--todo esto apenas lo consegu� entender por mi ingl�s bastante
b�sico y por el del botones; que tampoco era una maravilla, adem�s del marcado
acento franc�s que me complicaba a�n m�s su entendimiento.--.
Nuestra mayor sorpresa fue comprobar que nuestro alojamiento era uno de los
palafitos que vimos desde la avioneta. bajamos del cochecito y cruzamos la
pasarela que un�a el palafito con tierra firme. El palafito, se compon�a de una
habitaci�n central; que al mismo tiempo era la m�s amplia; que hac�a la funci�n
de cocina, comedor y sala de estar a la vez.
En la zona de la cocina hab�a una barra con taburetes alrededor que la
separaba del resto del conjunto; en otra zona, cercana a la entrada de la
vivienda, se encontraba una mesita baja de cristal; parec�a una urna con los
bordes de bamb�; a trav�s de la cual se pod�an ver las aguas que quedaban debajo
del palafito, a los lados de esta hab�a un sof� para tres, y dos sillones de
bamb�; a juego con la mesita, los dos. En la parte opuesta se encontraba una
mesa; esta de tama�o normal; para seis personas con sus correspondientes sillas.
La habitaci�n ten�a dos ventanas que daban al mar y mostraban un bonito
paisaje. En contraposici�n con la puerta de entrada hab�a otras dos puertas; una
pertenec�a al cuarto de ba�o, con lavabo, bidet, inodoro y una ducha con
mampara; todo ello muy recoleto; y la otra puerta era la del dormitorio, con una
cama de matrimonio, un armario empotrado, una mesita a cada lado de la cama, con
una lamparita cada una, y en la pared que quedaba libre hab�a otro mueble con
cajones; en frente de la cama una puerta de cristal corredera.
El botones nos pas� las maletas, le dimos propina y se fue. Mientras
coloc�bamos las cosas le propuse a t�a Alex que yo dormir�a en el sof� por las
noches, m�s bien por cortes�a que por ganas, ya que estaba deseando dormir con
ella; por suerte para m� dijo que no era necesario que sacrificase mi comodidad
cuando hab�a suficiente espacio para los dos en aqu�lla cama, en la que tres
personas pod�an dormir con holgura, no pude estar m�s de acuerdo. Una vez
colocado todo decidimos tomar una ducha, primero la tom� ella y despu�s lo hice
yo. Cundo sal� del cuarto de ba�o; yo vest�a con el pantaloncito corto del
pijama; y entr� en el dormitorio me encontr� con que mi t�a no se hab�a cambiado
todav�a, permaneciendo a�n con una toalla enrollada al cuerpo y otra en la
cabeza a modo de turbante; estaba sentada a los pies de la cama llorando, me
acerqu� a ella y me sent� a su lado.
Ten�a los ojos colorados por el llanto, cuando se calm� un poco y se hubo
enjugado las l�grimas, me cont� todo lo ocurrido en la �ltima discusi�n con su
marido y su firme decisi�n de divorciarse; no intent� de disuadirla de esto
ultimo; lo �nico que se me ocurri� fue rodearla con mi brazo, la gir� hac�a m�;
conserv� sus ojos bajos, y as� sigui� durante un rato; sent�a compasi�n por
ella, pero al mismo tiempo excitaci�n. Al fin alz� los ojos, me cogi� la cara
con sus manos y me bes� con un beso largo y profundo.
La boca me supo a glor�a. Cuando me separ� de ella, me pregunt�: ---�Me
quieres? Fui yo entonces el que cog� su cara, y la atraje hac�a m�, la bes� con
m�s hondura a�n que ella a m�; era una dulce, violenta y prolongada invasi�n.
Cuando sali� mi boca de la suya, le contest�: ---S� Hab�a dejado de llorar.
Me abraz�, la abrac�, y ca�mos enredados sobre la cama. Mi mano durante el
arrebato, fue a dar sobre su regazo, Alex estaba excitada, el calor de su
entrepierna y la incipiente humedad la delataban. Instintivamente, con un golpe
de caderas, apret� su sexo contra mi mano.
Se comportaba con naturalidad, con la generosidad que da la experiencia, sin
el m�s m�nimo sentido de culpabilidad. Por otra parte he de decir que por la
cabeza tampoco se me pas� el hecho de que estaba haciendo el amor con la mujer
de mi t�o; sino que mi sue�o m�s anhelado se estaba haciendo realidad.
Segu�amos enredados, bes�ndonos y con su sexo caliente y h�medo apretado
contra mi mano. La toalla que envolv�a a Alex se hab�a soltado dejando su cuerpo
al descubierto; comenc� a recorrerlo de arriba a abajo acarici�ndolo con mis
labios; mientras con mi mano segu�a titilando su cada vez m�s h�meda
entrepierna; me detuve en sus grandes, redondos y duros pechos; los bes� y lam�;
mordisque� y mam� de sus oscuros pezones.
Continu� bajando por su cuerpo, hasta llegar al rinc�n m�s caliente de su
ser; donde volv� a detenerme; all�, en su sexo pase� mi lengua; arriba y abajo;
varias veces, tom�ndome mi tiempo en su hinchado cl�toris el cual bes� lam� y
sorb�; Alex empujaba hac�a s� con las manos mi cabeza, a la vez que apretaba las
piernas con fuerza; con este me sent�a como un prisionero feliz porque se le
permite alimentarse con el dulce N�ctar de Ambros�a, el Manjar de los Dioses del
Olimpo.
Seguidamente cambiamos de posici�n, yo qued� con la espalda apoyada en la
cama; ella comenz� a besarme los ojos, baj� hasta los labios que acarici� con su
lengua contorne�ndolos, retom� el camino descendente acariciando mi cuerpo con
aquel m�vil m�sculo rosado, blando y h�medo; al llegar a mi enervado miembro; se
detuvo, bes� el glande repetidas veces; lo hac�a de un delicado que me
enloquec�a, despu�s lo acarici� con la lengua; para posteriormente, hacer lo
mismo por todo el pene; arriba y abajo, abajo y arriba; m�s tarde hizo lo mismo
con los test�culos, caricia tras caricia iba consiguiendo que me acelerara m�s y
m�s; al momento, sin vacilar se los introdujo en la boca y juguete� con ellos
dentro; el placer era m�ximo, una maravilla; cre� perder el conocimiento por
unos instantes.
Acto seguido se sac� los test�culos de la boca y se introdujo mi rect�simo
pene succion�ndolo con fuerza; la respiraci�n se me cortaba con cada succi�n, y
justo cuando en el momento de eyacular, mi t�a Alex tir� hac�a atr�s con fuerza
del prepucio evitando que esto ocurriera; al momento me exigi� que la tomara; no
lo pens� dos veces; me coloqu� entre sus piernas y me introduje en ella; nos
fundimos en un apasionado abrazo mientras realiz�bamos el amor; nuestros fluidos
se mezclaban; el olor corporal que ambos eman�bamos inundaba el dormitorio; el
sudor resbalaba por nuestra piel moj�ndola ; a cada momento las convulsiones se
tornaban m�s y m�s violentas; nuestros cuerpos se aceleraban a cada instante;
hasta que los dos llegamos a un perturbador orgasmo compartido.
As�, uno encima del otro; permanecimos un momento; me sal� de ella y me ech�
a su lado en la cama; Alex se inclin� sobre mi ya cansado miembro y lo acarici�
con su lengua hasta dejarlo limpio de fluidos. Estuvimos descansando un rato,
para m�s tarde volver a empezar; as� toda la noche hasta acabar agotados y casi
sin aliento. No nos levantamos hasta la noche del d�a siguiente, para cenar.
Despu�s del merecido descanso y de la reposici�n de fuerzas, continuamos con
nuestros agotadores juegos probando nuevas posturas. Fueron unas vacaciones
inolvidables.
FIN
Ser P�ter