Un Caballo Llamado Fuego
Mi afici�n por los caballos viene de muy lejos. Siempre he
sentido que algo de su indomable fuerza estaba en mi, que era en parte su
semejante. Me fascinaba cabalgar a toda velocidad, lejos del ruido de la ciudad,
perdida y olvidada del mundo. A veces, era tal mi excitaci�n, que llegaba a
sentir que mis bragas se mojaban sobre la silla, dura y suave bajo el tacto de
la mano.
Siempre acud�a a unas caballerizas que se encontraban algo
alejadas de donde viv�a. Hab�an otras m�s cercanas, pero hab�a demasiada gente.
All� era frecuente el encontrarme sola en los establos escogiendo el caballo con
el que ir�a a recorrer las monta�as. Sol�a escoger el mismo, un animal fuerte y
de color pardo-rojizo que respond�a al nombre de Fuego, supongo que en alusi�n
al color de su pelaje. Uno de esos dias en los que esperaba montar a Fuego
encontre su cuadra vac�a. Tuve una gran decepci�n, ya que aquel dia era mi
cumplea�os (cumpl�a 21) y quer�a celebrarlo con mi compa�ero de cabalgadura.
Supuse que alguien antes que yo lo hab�a escogido para montar, y no tuve ganas
de cambiar de animal. Y all� me qued�, esperando que el jinete de Fuego volviera
de su paseo para tomar su lugar. Me sent� contra una de las paredes del establo,
frente a la puerta abierta de la caballeriza, as� pod�a ver a distancia si venia
mi apreciado caballo. Ten�a en la mano mi fusta de montar. El tiempo pasaba
despacio y empezaba a aburrirme.
Despu�s de unos 15 minutos que me parecieron eternos, cambi�
de postura y recog� mis piernas pero separ�ndolas para estirar mis m�sculos algo
agarrotados por la immovilidad. Al poco tiempo apareci� el perrito del cuidador
de los caballos, lo que indicaba que �ste no andar�a lejos. Observ� al animal
distraidamente que husmeaba por los rincones del establo mientras mis manos
acariciaban de forma inconsciente la fusta. Poco a poco, el perrito se acerc� a
mi adelantando su hocico hacia donde yo estaba. Yo le dej� hacer, sab�a que me
conoc�a y no era peligroso. En su acercamiento su nariz buscaba alg�n olor que
le fuera familiar o agradable.
Al poco, me encontr� su cabeza entre mis piernas, olisqueando
mi sexo descaradamente. Sent� una agradable sensaci�n al notar su aliento
caliente traspasando la fina tela de mi ajustado pantal�n de montar, pero lo
alej� de un manotazo. Sin embargo, aquel suceso hab�a despertado en mi una
sensaci�n de insatisfacci�n de la que fui muy consciente. Quise olvidar el
incidente, pero mis ojos no dejaban de mirar la fusta. Mis manos empezaron a
moverse solas y la fusta recorri� poco a poco todo mi cuerpo. El mango,
redondeado y duro, me excitaba cada vez m�s, y en su recorrido lleg� a situarse
entre mis piernas, ahora, decididamente abiertas.
All�, la fusta presion�, ligeramente primero y con fuerza
despu�s y yo empec� a oir mis propios gemidos en el silencio del establo.
Necesitaba cada vez m�s y la ropa empezaba a ser un claro estorbo. Desabroch�
dos botones de mi blusa dejando que mis senos, sin sujetador, emergieran
libremente. Los pezones estaban duros y erectos y su visi�n me excit� a�n m�s.
Baj� la cremallera del pantal�n de montar y la tela hasta debajo de la cadera.
De ese modo podr�a vestirme r�pidamente si ven�a alguien. Lentamente la fusta
fue acercandose hacia mi sexo hasta que apart� mis bragas y se sumergi� en mi
interior, ya empapado por la excitaci�n. En ese momento vi a Fuego en el
exterior.
Me hab�a equivocado, no lo montaba nadie, pero era verdad que
estaba ocupado. Intentaba montar una yegua blanca a la que no parec�an
desagradarle sus requerimientos. Poco a poco vi como aquella enorme y bestial
verga crec�a y penetraba a la hembra, mientras la situaci�n hacia que la fusta
de montar se convirtiera de pronto en un pene salvaje que entraba y sal�a de mi
interior con un frenes� irrefrenable. La excitaci�n era increible, mi mano
masajeaba mi cl�toris mientras con la otra sujetaba la fusta que me penetraba
hasta el fondo. De ese modo tuve un orgasmo increible mientras Fuego se deshac�a
en sacudidas sobre la yegua blanca.
Cuando las oleadas de placer parec�an desaparecer abr� los
ojos y me qued� de piedra al ver al cuidador de los caballos frente a mi,
mir�ndome fijamente, y con su enorme polla en una mano a la que masturbaba sin
ning�n pudor. Se acerc� a mi, sin palabras, y me cogi� la cabeza bruscamente. En
la posici�n que yo estaba, mi cabeza se encontraba a la altura de sus genitales.
Brutalmente, me meti� la polla en la boca y empez� a moverse r�tmicamente. Yo no
pod�a ni gritar, pero por otro lado la situaci�n me provocava una mezcla de
pudor, miedo y placer dif�cil de explicar.
Le chup� la verga lo mejor que supe, lamiendo su glande y sus
test�culos, seg�n sus exigencias, que manifestaba con los movimientos que me
oligaba a hacer con la cabeza. Cuando se cans� de aquella situaci�n, me acab� de
quitar la ropa y, una vez desnuda me puso contra uno de los comederos de los
caballos y cogi� de nuevo la fusta del suelo. Quise darme la vuelta, pero fue
m�s r�pido que yo. Con un potente brazo m� cogio del pelo y me oblig� a mantener
la posici�n, y con la otra, atraves� mi culo con la fusta. Grit� como nunca
mientras aquel duro objeto se abr�a paso sin ning�n tipo de vacilaci�n. Entonces
o� su voz: "!Grita, maldita puta, nadie te va a oir!". Lo dijo jadeando en mi
oido, y sent� su aliento sobre mi. Me sent� como la yegua blanca, penetrada,
sometida, sirviendo como objeto de placer al macho de la manada. La fusta
entraba y sal�a de mi mientras yo gritaba, presa de un paroxismo de dolor y
placer que casi me llevaba a perder el sentido.
Despu�s de unos minutos sac� la fusta y clav� en su lugar su
inmensa polla. Me embest�a brutalmente, mis pechos rebotaban contra la madera
del comedero, y mi culo se encontraba al l�mite de lo resistible mientras aquel
cerdo me lo reventaba. Al fin se corri� en lo que debi� ser un fest�n para �l.
Joderse a un chica de 21 a�os, de clase alta, carne blanca y piel tersa,
teniendo casi cincuenta y siendo un mozo de cuadra menospreciado y casi
analfabeto, sabiendo que dadas las circunstancias, jam�s har�a una denuncia, era
una situaci�n id�lica. Despu�s de aquello, nunca m�s volv� a aquella caballeriza
ni volv� a montar a Fuego, pero me masturb� muchas veces pensando en el dia de
mi cumplea�os.
Hola, soy una chica peruana de 29 a�os, y me gusta las
fantas�as de sexo forzado y violaciones. Me gustar�a que me mandaran sus
fantas�as de c�mo me violar�an y si me gustan los agradar� al messenger. Gracias
y sean brutales. POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO