La bella y la bestia (I)

Capitulo uno de tres.

El sitio de los hechos, puede estar ubicado en cualquier gran
metr�polis. Ya sea de Europa, Norte o Sur Am�rica. Y desde luego todos los
nombres fueron cambiados con el fin de cumplir con mi palabra, de que as� seria.

Diana, que es como identificare a mi conocida. Es una medico
veterinario, que a pesar de su juventud, tiene una gran experiencia, en el cuido
y manejo de animales de todo tipo. Adem�s de tener su consulta privada, tiene
varias especialidades, tales como: en ganado lechero; caballos de carrera; y
animales ex�ticos. Raz�n por la cual fue llamada por la junta de directores del
Zoo. Instituci�n con la cual colabora desinteresadamente, cuando se lo
solicitan.

Diana llego temprano a la cita que le hab�an hecho. Se bajo
de flamante deportivo rojo, de fabricaci�n alemana. Y se encamino a las oficinas
administrativas, a pesar de su corta estatura, llama la atenci�n por donde
quiera que pasa. Su escultural cuerpo se hace notar, sus proporcionadas medidas,
unidas a un bello rostro casi angelical, generan gran cantidad de comentarios
dentro de los empleados de mantenimiento de dicha instituci�n.

Un hombre mayor comenta, si ella fuera una leona me dejar�a
comer todo. A lo que reposto otro mas joven, colocando la escoba que usaba entre
sus piernas, yo la ensartar�a con mi lanza de banda a banda.....

Diana llego a escuchar los comentarios, el primero lo
considero com�n, mientras que el segundo comentario lo considero vulgar y
corriente. Pero se sent�a a la vez contenta, de provocar esas reacciones entre
los hombres. A pesar de sus cuarenta anos, los cuales se encontraban
extremadamente bien disimulados. Quien no la conociese, f�cil le calculaba entre
29 y treinta anos de edad.

Al llegar a la oficina, de inmediato la pasaron a la oficina
del Director del Zoo, un viejo veterinario, el cual le dio clases a Diana en la
Universidad. El Dr. Risque fue directo al asunto, por la cual invito a la
Doctora Diana a su oficina ese d�a. Se trataba de un favor especial, a uno de
los mecenas del zool�gico. El favor consist�a, en que la Doctora evaluara a una
mascota de Don Facundo, y luego se seguir�an sus recomendaciones al pie de la
letra. Luego de la corta orientaci�n dada por el viejo Dr. Risque, pasaron al
sal�n de conferencias donde se encontraba el celebre Don Facundo. Una vez hechas
las presentaciones de rigor, el viejo millonario y fil�ntropo, paso a explicar
la raz�n de su solicitud. Resulta que su esposa cuando viv�a, se dedico a cuidar
un grupo de animales, los que despu�s de su muerte, acaecida hace dos meses en
un accidente de transito. Son mantenidos en una de sus propiedades como si no
hubiera pasado nada, se les alimentaba y cuidaba a cuerpo de rey.

A todos menos a un Gorila macho, al cual le puso como nombre
H�rcules. El cual desde el fallecimiento de su esposa Ester Maria, hab�a dejado
de comer de forma adecuada, no jugaba, ni retozaba con los dem�s animales, como
cuando viv�a su esposa. Su pelaje se encontraba opaco, y no hacia otra cosa que
permanecer recostado, contra una de las paredes de su habitaci�n jaula. Her, que
era como le dec�an al gorila, hab�a sido adquirido por el matrimonio hace ocho
anos. Ya que fue importado de Afrecha meridional, siendo muy peque�o. Cuando
llego a su destino el zool�gico lo rechazo, por presentar una pulmon�a. Se
desconoce, como la se�ora Ester Maria se entero de la situaci�n del simio, pero
al final lo compro por un precio muy por debajo del que iba a pagar el Zoo.

Ester Maria desde que llego el animalillo a su casa, lo trato
como a un ni�o. Y de esa forma fue criado por ella por espacio de ocho anos.
Lamentablemente la se�ora muri�, y desde esa fecha el animal hab�a cambiado por
completo, como si se hubiera echado a morir.

Diana luego de escuchar detenidamente a Don Facundo, y al
Director del Zoo. No se comprometi� a nada, hasta no ver al gorila, ese mismo
d�a. Don Facundo llevo en su flamante auto con chofer a Diana, a la propiedad,
donde el resid�a, y donde se encontraba Her. Antes de pasar a verlo, por
insistencia del viejo le mostraron un grupo de fotos de Her, desde su arribo al
hogar, pasando por la celebraci�n de sus cumple anos, hasta una semana antes del
fallecimiento de la due�a. La Doctora, inspecciono al animal de cerca, le tomo
los signos vitales. Luego de meditarlo un rato, mientras caminaba por la
propiedad. Decidi� hacerse cargo de Her, sin compromiso alguno de su parte. Pero
con el acuerdo, de que el animal seria llevado a su cl�nica veterinaria donde se
har�an los arreglos pertinentes para su estad�a. Los arreglos consist�an en la
construcci�n de una jaula adecuada a las necesidades del simio, dentro de la
cl�nica de Diana, una camilla especial, para recoger muestras, y desde luego los
honorarios de la Doctora y los gastos en que se incurriese para el cuido del
animal.

Don Facundo, estuvo de acuerdo con todo. Y esa misma tarde se
iniciaron los arreglos para el traslado de Her, a la cl�nica de Diana. El viejo
millonario, tambi�n le facilito a la Doctora, todos los archivos que llevaba su
esposa sobre Her. Pasado dos d�as de ardua labor, todo estuvo listo para el
traslado del primate. Apenas llego Her, a la cl�nica se le realizaron todos los
ex�menes de rigor, lo que demostraron que se encontraban ante un animal de la
clase mam�fero, del orden de los primates, de la familia de los p�ngido, del
genero y especie gorrilla, macho joven en edad reproductiva. Algo deshidratado,
por falta de una completa alimentaci�n.

Una vez que el gran simio quedo instalado, en su jaula la
Doctora, se dio a la tarea de estudiar el expediente del animal. Diana se dio
cuenta que en toda su vida Her. no hab�a tenido contacto alguno con animales de
su especie. Por lo que le solicito al Dr. Risque, que le prestara una gorila
hembra, con el fin de que Her. pasara unos cuantos d�as en su compa��a. Por
suerte en el Zoo. Ten�an a Mimi una gorila hembra de unos doce anos, y para
mejorar la situaci�n se encontraba en su periodo de celo. Se realizaron los
arreglos pertinentes, y se traslado a la hembra a la jaula de Her.

Al cual previamente hab�an inyectado con Clorhidrato de
Yoembina, un neuroexcitador com�nmente usado en las haciendas que se dedican a
la reproducci�n de caballos de carrera. Como parte de los arreglos se coloco una
c�mara de video, para poder observar la conducta de los dos animales, y
grabarlas. Al principio Her. Permaneci� ajeno a la presencia de la hembra, la
cual hizo todo lo posible para llamar la atenci�n del macho.

Pero pasadas unas horas Mimi ataco a Her. y eso genero que el
animal se excitara, tratando de penetrar a la hembra por el frente, cosa que le
fue imposible. Uno de los ayudantes de la Doctora de nombre Ra�l, comento...
Pobre animal ni siquiera sabe como se hace....... A lo que la Doctora le
respondi�, algo molesta... Es la primera vez que esta con una hembra de su
especie, ya aprender�..... Y en efecto as� fue, eventualmente Mimi se coloco en
la posici�n adecuada, que es d�ndole la espalda a su pareja, como el resto de
los animales, y Her se la follo. Pero terminado el encuentro Her. se volvi� a su
rinc�n preferido, y hay permaneci� nuevamente ajeno a la presencia de la mona, a
pesar de los m�ltiples y diversos intentos de Mimi de volver a llamar su
atenci�n. Por lo que la Doctora tomo la decisi�n de regresar la hembra al Zoo.

Pasaron dos d�a, y Diana hab�a mandado. A que a Her lo
colocasen en la camilla de trabajo, la cual era toda de metal con un gran numero
de correas de seguridad. Con las cuales se inmovilizaba al animal, cuando se le
realizaban ex�menes o se recog�an muestras de sangre. Justo ella hab�a ordenado
a su ayudante Ra�l, que fuese por unas notas a los archivos, cuando sinti� un
fuerte escozor entre sus piernas, para ser mas exacto en su cono. Debido a que
se encontraba a solas acompa�ada de Her, Diana no tuvo la menor preocupaci�n de
darse el gusto de rascarse su conito, desde luego de estar alguna persona
presente, ella se hubiera dirigido a su ba�o privado, que se encontraba dentro
de su oficina, o se hubiera aguantado las ganas de rascarse. Pero como considero
que le daba el tiempo as� lo hizo, luego de darse el gusto de meter su mano por
debajo de la falda, alcanzar a bajar un poco su braga y meter la mayor�a de sus
dedos dentro de su cono y darse una por unos segundos, sobre su cl�toris. La
Doctora se dirigi� a lavar sus manos, pero antes tomo un par de guantes
quir�rgicos que se encontraban cerca de la cabeza de Her.

El gran simio que se encontraba sujeto, por todas sus
extremidades, adem�s del cuello, la cabeza, y las caderas. comenz� a respirar
con mayor fuerza, sus ventanas nasales se dilataron, sus ojos adquirieron un
brillo que la Doctora no hab�a visto antes en el. Su pecho se expand�a con
fuerza, daba la impresi�n de que fuese a estallar. Her produc�a unos fuertes
gru�idos y ruidos guturales. Al principio Diana no comprend�a que hab�a pasado,
para que Her reaccionara de esa manera, llego a pensar que era un posible
arresto cardiaco que le hab�a dado al animal. Y nuevamente acerco su mano a la
cara del gorila, y este se excito mas aun. De momento ella pens� cual pudo ser
la raz�n de la excitaci�n de su paciente, y se acord� de haberse rascado su cono
por dentro, lo que le hab�a dejado impregnado sus dedos del aroma de su vagina.
A modo de experimento acerco su mano izquierda, ya Her se estaba calmando, pero
luego acerco su mano derecha, que era la que hab�a usado para rascarse el cono.
Y como un acto reflejo, el gran simio volvi� a presentar un cuadro de gran
excitaci�n.

Diana procedi� a inyectar un calmante a la bestia, lo que en
unos minutos lo puso a dormir. Al regresar Ra�l con las notas que ella le hab�a
pedido, le ordeno que le montase el video antes de marcharse, para ver mas
detenidamente, la conducta de Her con la hembra. Una vez que Diana se encontr� a
solas en su oficina observo detenidamente el video dos veces. Reviso todos los
laboratorios del mono, y corroboro que no era portador de ning�n tipo de virus o
infecci�n contagiosa. Luego de meditarlo por un rato, llego a la conclusi�n de
que Her probablemente hab�a mantenido sexo con su due�a, en mas de una ocasi�n.

Ya era algo tarde, y todo su personal se hab�a retirado de la
cl�nica, se dirigi� a la sala donde Her se encontraba sujeto sobre la camilla o
mesa de trabajo. El gran simio se encontraba saliendo del letargo, producido por
el tranquilizante. Diana se le quedo viendo un rato, y le dijo, amiguito ya
conozco tu secreto y el de tu due�a.....

Ella pens� por un rato como se sentir�a el mantener un
encuentro sexual con una bestia como Her, que casi pesaba los doscientos Kilos.
En si la idea no era nueva para ella, de hecho ya en m�ltiples ocasiones hab�a
mantenido relaciones sexuales con dos perros de su propiedad, y con un macho
cabrio. Por lo que se fue acercando a la mesa, donde Her se encontraba sujeto.
Se retiro la blanca bata, que usaba a diario en la consulta, la coloco sobre una
de las dos sillas que se encontraban en esa habitaci�n, luego se solt� su falda,
y se desabotono la blusa, sus hermosos senos se encontraban sujetados, por un
peque�o pero casi transparente sost�n.

Se quito las zapatillas que usaba a diario dentro de la
cl�nica y procedi� a retirar sus medias y la diminuta braga de sat�n que usaba.
Al quedar completamente desnuda, Diana no pod�a negar su ascendencia
anglosajona. La braguita se la acerco a la cara del simio, y este se volvi� a
excitar. Diana en tono de broma dijo en voz alta...... Her lo que tu quieres es
comer carne blanca, mono racista.....

Mientras que ella mov�a una peque�a escalera que la ayudar�a
a subir sobre la mesa de trabajo, donde se encontraba el Primate sujetado. Her
continuaba excitado, pero lucia algo mas controlado, lo que le dio algo mas de
seguridad a Diana. Ella se hab�a subido a la mesa y colocado sus dos pies a cada
lado de la cabeza del gran simio, los ojos de Her se pudiera decir que brillaban
de lo excitado que se encontraba. Ella se fue agachando lentamente, al tiempo
que la bestia sacaba su grotesca lengua como procurando alcanzar la raja de
Diana.

Ella se agacho lo suficiente, como para que el m�sculo del
animal, comenzara a rozar los vellos de su cono. Por unos breves minutos
permaneci� en esa posici�n, cuando Her cambio de t�ctica y lentamente paso su
lengua por la piel de los muslos de Diana, los cuales si estaban a su alcance.
Diana se paralizo por un momento, ya que no esperaba que el simio le pasara su
lengua por esa parte de su cuerpo, ella en si no lo hab�a contemplado de esa
forma, pero le agrado sentir ese h�meda lambida pasar por la parte interna de
sus muslos.

Con esa acci�n Her se gano la confianza de Diana, y ella se
agacho mas aun, permitiendo en principio, que la robusta lengua hiciera
contacto, con sus labios vaginales. Para Diana fue como si hubiese recibido un
suave golpe de corriente que le recorri� todo su cuerpo, y alcanzo hasta la
ultima c�lula de su ser.

Al llegar a ese punto Diana se abandono completamente al
placer, que le produc�a el enorme simio con su lengua. La cual ya hab�a
penetrado hasta su cl�toris, que ya se encontraba totalmente hinchado y colorado
por el placer producido. La saliva de la bestia, se mezclaba con la humedad de
la vagina de Diana. Y su lengua ya se introduc�a parcialmente dentro de la
vagina de ella. Diana comenz� a mover sus caderas, restregando su cono contra la
boca de la bestia, en ese momento no exist�a diferencia ninguna entre los dos,
ya que ella se comportaba tan bestialmente como el gorila. Hacia mucho tiempo
que Diana no disfrutaba de tan fuertes y seguidos orgasmos, un cl�max de tras de
otro. Se encontraba a punto de desfallecer, cuando sinti� que el fuerte m�sculo
ya no se encontraba dentro de su vagina, ni por fuera de su cono. Her le estaba
pasando su boca y la lengua por el esf�nter de Diana, la sensaci�n fue �nica, ni
el mejor de sus amantes humano o de sus perros hab�a logrado procurarle tanto
placer.

De momento volteo su cabeza y miro por encima de su hombro.
Hay se encontraba elevada a su m�xima expresi�n, la verga de la bestia. Toda
negra como su piel, gruesa y algo mas larga que las que hab�a visto �ltimamente.
Impulsivamente Diana giro un poco su cuerpo, y con una de sus manos alcanzo el
miembro de la bestia, lo sent�a r�gido, caliente y suave a la vez. Para ella era
como una especie de juguete, entre sus dedos. Sin pensarlo comenz� a masturbar
al animal, al tiempo que �l le pasaba la lengua por su culo. Y entre los gritos
de placer de Diana y los ruidos guturales de Her, estallo la polla del gorila en
la mano de ella, una gran cantidad de semen, sali� disparada de la verga del
simio, y fue a dar contra el torso de la mujer, mientras continuaba manando el
espeso y caliente liquido blanco. Ella se lo regaba por todo su cuerpo, hasta
que al fin el cansancio los alcanzo a los dos seres.

Por un tiempo indeterminado Diana se durmi� sobre el enorme
pecho del animal. Cuando las fuerzas le regresaron, ella se bajo de su peludo
lecho, Her se encontraba despierto y alerta, pero continuaba sujetado a la mesa.
La mujer recogi� casi toda su ropa, y se retiro a su ba�o, con la idea de darse
una ducha caliente. Una vez que se ba�o y se seco se hecho una crema vaginal
para prevenir cualquier infecci�n ocasional.

Luego de vestirse regreso a el �rea donde se encontraba su
nuevo descubrimiento y amante. Con una toalla h�meda, limpio los rastros del
semen del gorila. Luego movi� la mesa o camilla hasta la jaula, para luego
proceder a soltar a la bestia. Una vez libre de las correas Her se tiro en su
camastro, el cual hab�an tra�do de la casa del viejo Facundo. Posteriormente
Diana se retiro a su casa, agotada, pero feliz y contenta de haber realizado ese
descubrimiento.

Continuara.........

nick: Dano.
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