Estaba de vacaciones con mi esposa y unos amigos con su
hija de diecisiete a�os. Soy un hombre de casi cincuenta a�os y mi segunda
esposa tiene unos cuantos menos que yo y no tenemos hijos por decisi�n
com�n, ya que siendo un hombre grande no me consideraba apto para tolerar y
criar a un ni�o que con un poco de esfuerzo podr�a ser mi nieto.
Mi esposa es fan�tica de la playa y es capaz de estar
desde la ma�ana a la noche en ese lugar, cosa que yo nunca hice, siempre
prefer� estar pocas horas al sol y el resto del tiempo en un lugar fresco y
sombreado leyendo. Mis amigos tambi�n son adoradores del dios Febo y
coinciden con mi esposa en eso. Un d�a volv� a�n mas temprano que de
costumbre, era antes de medio d�a a la casa que alquil�bamos con mis amigos
y me fui a duchar para quitarme la arena de la playa , justo cuando yo iba,
de uno de los ba�os sal�a la hija de mis amigos, que hab�a vuelto de la
playa antes que yo, y que reci�n se acababa de duchar.
Una las cosas que mas me excita de las mujeres es verlas
con bata de ba�o y esos turbantes que la mayor�a se hacen con la toalla en
la cabeza para secarse el cabello,(las pienso desnudas bajo la bata aunque
puedan tener ropa y me excito pensando el sac�rsela lentamente para despu�s
hacer el amor), y esta vez no fue la excepci�n, ya que con diecisiete a�os,
esta hermosura, estaba muy buena, tostadita por el sol, cabello no muy corto
y en la cara de ni�a terrible, unos ojos capaces de derretir la nieve y con
una mirada, que parec�an tener una luz especial, estaba con una bata de
toalla corta a mas no poder que apenas le cubr�a la finalizaci�n de sus
nalgas. Entr� a darme yo una ducha y cuando sal� y fui a mi dormitorio, y me
sorprendi� encontrarla tirada sobre mi cama, boca abajo, cubierta con su
bata como si fuera un acolchado.
Se encendi� en mi la luz de la excitaci�n. Me acerque
lentamente y pude ver que ten�a puesta una tanguita peque�a. No sab�a si
animarme a buscar que hab�a bajo su bata, ya que pod�a meterme en un
problema si ella dec�a algo, pero mi instinto animal,(el que todos los
hombres tenemos ante las im�genes de la juventud y que algunas veces nos
llevan a realizar actos de los que despu�s nos arrepentimos) me llev� a
levantar un poco la bata y pude comprobar que estaba sin el corpi�o y
dormida o haciendo como que dorm�a. Las piernas bien torneadas, que se las
hab�a mirado mas de una vez, terminaban en un culito peque�o y paradito. No
se que locura pas� por mi cabeza, pero la cuesti�n es que me excit�
much�simo, mi miembro se puso tieso enseguida y de repente me encontr� que
ya me hab�a acostado a su lado y empezado a acariciarla.
Se qued� quieta, y entonces yo lentamente con cuidado
como si fuera a romper una porcelana, segu�, acarici� su pelo, y luego su
cuello, le bes� suavemente en la nuca y sent� que se mov�a, me alej� un poco
y me dijo que continuara, que le gustaba. Ante esa invitaci�n, no lo pens�,
le quit� la bata, me quit� la m�a, y segu�, pero ya no solo besando, sino
tambi�n acariciando su cuerpo y bajando mi mano hacia la cintura, llegu� a
la tanga y empec� a bajarla, mientras hac�a esto ella sin dejar de estar
boca abajo, empez� a buscar mi parte baja y la encontr� enseguida, ya que yo
no me hab�a puesto nada. Se puso frente a mi y nos besamos.
Me empez� a jugar con el bulto que ya estaba dur�simo, le
quit� por completo la tanga y poni�ndola de espaldas a la cama, me arrodill�
a su lado y fui besando, siempre lentamente todo su cuerpo, desde su cara
hasta llegar a sus pies, deteni�ndome un rato en sus pechos, duros con unos
pezones rosados que por causa de los besos se hab�an puesto duros, luego la
hice dar vuelta boca abajo y bes� su espalda hasta su culito y separando sus
nalgas segu� besando, pas� por su agujerito le dediqu� un beso profundo y
segu� hasta su vagina y empec� a besarla y a lamerla hasta que sent� que
estaba bien h�meda, luego segu� mi camino por sus piernas hasta sus peque�os
pies y volv� hacia arriba separando un poco sus muslos y legando nuevamente
a su vagina. �C�mo describir esa vagina? era suave, rosada con labios
carnosos y con un aroma a juventud, que emanaba de cada poro y que llenaba
mi olfato de placer. Estaba empapada y el sabor de sus jugo llenaba de
placer mi paladar.
Durante todo el tiempo que estuve bes�ndola casi no se
movi� y s�lo se limit� a gemir y suspirar, disfrutando de todos mis besos y
lamidas, sinti�ndose el centro d mi dedicaci�n. La bes� mucho, la lam� hasta
el cansancio y su respuesta fue empezar un jugo de lubricaci�n que
acariciaba mi lengua y me sab�a sabros�simo, estuve as� un rato, mientras su
mano me acariciaba la verga y mis huevos con suavidad, me estaba llevando a
una excitaci�n como hac�a a�os que no ten�a y la cual mi esposa a pesar de
su juventud y amor no me llevaba. Me sub� encima de ella, que segu�a boca
abajo, y le abr� un poco las piernas y se la puse con un poco de fuerza en
la conchita, y empuj�.
Sent� que entraba con esfuerzo, ella grit� un poco y se
le escap� un sollozo, pero no se alej�. Le pregunt� si le hab�a dolido y su
respuesta fue, que, un virgo roto siempre duele, me sorprend� pues no
pensaba que fuera virgen. Me empec� a mover y llev� una mano a sus pechos
peque�os, y empec� a apretarlos. Sent� que gem�a y dec�a que era lindo y que
le gustaba, me fui acercando al cl�max, en un momento me dijo que sent�a que
ella iba a acabar y que no se lo sacara, ni loco pensaba hacerlo, me segu�
moviendo mientras ella lleg� al orgasmo, y en un instante lo hice yo. Me
baj� y le dije que no sab�a lo que hab�a hecho, que me perdonara, que me
hab�a calentado mucho verla as�, en la cama.
Me contest�, que yo hab�a hecho lo que ella quer�a, ya
que me hab�a escuchado hacer el amor con mi esposa, algunas veces en esos
d�as, lo que la hab�a calentado mucho, y su primera acci�n fue masturbarse,
pero como hab�a notado que yo la miraba mucho, lo cual era cierto, decidi�
en el momento que me vio entrar a la casa, que iba a tratar de seducirme,
aun a costa de perder el virgo, para que le hiciera el amor a ella, como se
lo hac�a a mi esposa y lo hab�a logrado. Nos quedamos juntos en la cama
sintiendo el golpear de las olas contra las rocas y en la penumbra de la
habitaci�n. Descansamos un poco y empezamos nuevamente lentamente, con mas
caricias y besos.
Insisti� en besarme todo el cuerpo y eso incluy� besarme
los huevos y meterse mi verga en la boca y hacerme una fellatio hasta casi
hacerme acabar, cosa que no quise hacer en ese momento, despu�s varias
posiciones para entrar y salir y llevarla hasta el mejor cl�max que le pod�a
dar y por �ltimo tradicional posici�n de misionero para poder vernos y
acariciarnos con la mirada, mientras ten�a metido mi verga en su conchita,
introduje mi dedo �ndice en su culito lo que la excit� y mientras entraba y
sal�a sent�a mi dedo rozar contar mi verga separado solamente por una
membrana d�bil, eso nos excit� mas a los dos, hasta que terminamos juntos
como si nuestra uni�n fuera de toda la vida.
La tarde transcurri� lenta y aprovechamos para descansar,
besarnos, contarnos cosas y entre las cosas mi fascinaci�n por los culos,
hacia el atardecer cuando calculamos que ya estar�an por llegar sus padres y
mi esposa volvimos a tener sexo, pero esta vez le dije si no me dejaba que
la penetrara por el agujerito rosado y delicioso que ya hab�a lamido y
acariciado durante un buen rato.
Dud� un poco y luego me dijo que lo hiciera con mucho
cuidado porque ten�a miedo al dolor. Bes� nuevamente su culito que
prolijamente ya hab�a dilatado, hasta humedecerlo bien y usando un poco del
gel refrescante como lubricante, la puse de costado con una pierna arriba y
poniendo la punta de mi verga en la puertita empec� a empujar lentamente. La
introducci�n fue dolorosa, para ambos por mas dilatado y lubricado que
estaba era muy peque�o por lo tanto mi miembro se vio apretado y lacerado
levemente aunque ella no se quej� mucho y aguant� mi embestida y mi lechada
que para ese momento se imaginaran ya no era muy abundante. Quedamos en
vernos al regresar a la ciudad.
Al d�a siguiente ya retornaban a su casa. Al regresar yo
a los pocos d�as, me enter� que a mi amigo lo trasladaban de ciudad. No se
dio mas la oportunidad, pero todav�a espero que lo pueda repetir en alguna
ocasi�n cuando me invite a ir a su casa en el interior.