Relato: DIARIO DE UN ADOLESCENTE (1): "Mi madre me pajea"
Aquella tarde no me apetec�a ir al colegio, as� que simul� un fuerte dolor de barriga y me qued� en cama. Est�bamos solos en casa mi madre y yo; ella ve�a la telenovela y yo, tumbado en la cama, alternaba la lectura de c�mics con dormitar pl�cidamente saboreando la satisfacci�n de haber enga�ado a mis padres con mi falsa dolencia y perder as� la aburrida clase de matem�ticas. Yo acababa de cumplir los once a�os y estaba bastante desarrollado para mi edad. Empezaba a tener curiosidad por todo lo relacionado con el sexo, sobre todo cuando me despertaba con la polla bien dura y notaba cierto regusto cuando me la apretaba. M�s de una vez hab�a espiado a mi mam� en la ducha y verla desnuda con aquellas tetazas y aquel co�o peludito me produc�a un morbo nuevo para m�. Pero aquella tarde descubr� algo m�s.
Sobre las cinco de la tarde son� el timbre del piso. Descalzo y sin hacer ruido me levant� de la cama y desde la penumbra de mi cuarto pude observar por la puerta entreabierta que mi madre le abr�a al repartidor del gas, que tra�a la bombona de butano que hab�a pedido por tel�fono. Era un hombre de unos treinta y tantos a�os, bien parecido, y que vest�a el buzo naranja de la empresa. Tras las salutaciones, ambos se dirigieron a la cocina para instalar la bombona, y yo volv� a la cama.
No tard� en comprobar que la presencia del repartidor se prolongaba m�s de la cuenta, as� que me incorpor� de nuevo y me dirig� a la puerta de la habitaci�n. Al final del pasillo estaba la cocina y percib� levemente nos susurros que me inquietaron. Descalzo como estaba me dirig� hacia all� ...
El hombre hab�a bajado el buzo hasta las rodillas y, apoyado en la mesa, enarbolaba una polla descomunal. Mam�, de rodillas ante �l, mostraba sus tetas al aire, cuyos pezones eran retorcidos con fuerza por el butanero, mientras ella engull�a toda aquella verga hasta lo m�s profundo de la garganta. De vez en cuando mam� tomaba respiraci�n y le lam�a los huevos grandes como limones mientras la saliva le ca�a abundantemente por las comisuras de la boca. El hombre met�a y sacaba con fuerza su miembro de la boca de mami agarr�ndola por el pelo y susurr�ndole todo tipo de improperios como "perra, puta, furcia ..." Aquella humillaci�n parec�a agradarle a mi madre que m�s de una vez se llev� las manos a la entrepierna y se restregaba los dedos por encima de las bragas empapadas, justo en la raja de la concha. En esas estaba cuando el repartidor se percat� de mi presencia al ver asomada mi cabeza en la puerta. El muy canalla, lejos de parar o decir algo, imprimi� mayor ritmo a la felaci�n que le estaba haciendo mi madre y, clavando su mirada en m� y con una sonrisa de satistacci�n de macho dominante, se corri� dentro de la boca de aquella zorra. Mam� trag� con delectaci�n hasta la �ltima gota de leche de aquel hombre mientras yo sal� disparado a meterme de nuevo en mi cama, desconcertado por lo que hab�a visto y por la erecci�n de mi pijita infantil, que estaba a punto de romperme el pijama.
Al poco rato, mientras yo con la luz apagada me hac�a el dormido, apareci� mam� con una taza de t�.
- �Qu� tal est� el rey de la casa? - dijo la muy puta.
No contest�, simul� no haberle escuchado. Necesitaba poner las ideas en orden. Pero mi madre, sin duda informada de todo por el butanero, estaba dispuesta a comprar mi complicidad por todos los medios e impedir que lo ocurrido aquella tarde llegase a o�dos de mi padre.
- �Te sigue doliendo la barriguita? - a�adi�, mientras se tumbaba a mi lado y me acariciaba los cabellos. Yo segu�a en silencio.
No tard� en en meter su mano debajo de la manta y alcanzar mi vientre:
- Te voy a dar unas friegas, hijito, que te van a aliviar el dolor de tripita.
Empez� a frotar mi vientre despacito en c�rculos que cada vez fue ampliando. Ya sus dedos hab�a llegado a mi pubis. La muy zorra cada vez iba bajando m�s y m�s la mano hasta rozar mi polla. Mi verga estaba parada como un palo desde la visi�n de la cocina. Mam� fue bajando m�s y m�s ... No tard� en agarrarme el miembro. Tir� del pellejo suavemente hacia atr�s. Llev� sus dedos a la boca y los moj� en saliva. El placer que not� en mi glande con aquellos dedos lubricados fue indescriptible. Al notarlo ella,tras acariciar mis test�culos, empez� a masturbarme despacito ... luego con mayor intensidad. Como una descarga el�ctrica recorri� mi cuerpo desde los huevos hasta la boca del est�mago. Arque� mi cuerpo y apret� mis nalgas para sentir con mayor intensidad aquella nueva sensaci�n de gusto para mi cuerpecito infantil. Mam� imprimi� ritmo a la paja. Al poco orgasm� por primera vez en mi vida en medio de jadeos y gritos de placer y derram� un abundante l�quido acuoso y pegajoso... Tras dejarme reponer un rato, mi madre, la muy zorra, me bes� en la frente y a�adi�:
- Tienes que cambiarte el pijama, hijito, pues parece que te has hecho pis. Veo que te han sentado bien las friegas en la barriguita; cuando quieras m�s, ll�mame.
�LEX