En el probador
Afortunadamente la agitada tarde de compras estaba tocando a
su fin, por lo menos eran casi las 8 de la noche y pronto estar�a todo cerrado y
adem�s ya nos encamin�bamos al parking en busca del coche, para volver a casa.
Pero ten�a que interponerse un escaparate, otro escaparate,
el en�simo escaparate del d�a, �ste era de ropa interior, aunque realmente era
lo de menos �y pensar que era una calle estrecha y poco transitada!.
Mi mujer se detuvo, �no pod�a ser de otra forma! y tras una
mirada decidi� entrar, ignorando mis t�midas protestas.
Era una tienda no muy ancha y larga, el mostrador a la
izquierda, lleno de ropa y un hombre y una mujer intentando ordenarla.
Le preguntaron que quer�a y ella indic� un conjunto de
braguita y sujetador que hab�a en el escaparate. No le mostraron s�lo ese, sino
que le sacaron 3 m�s, con el pretexto de que pudiera elegir �lo que faltaba!.
As� que me volv� a armar de paciencia, dej� las bolsas en el
suelo, mientras el hombre le indicaba donde estaba el probador, al fondo a la
izquierda, hab�a dos y escogi� el primero, yo iba detr�s, con los pies
destrozados.
Ella entr� con sus cuatro conjuntos para probarse y desliz�
la cortina. El probador estaba compuesto por 3 paredes, todas ellas de espejos
de arriba a abajo y la consabida cortinilla, en el interior un peque�o colgador
y una silla de respaldo bajo. Delante de los dos probadores hab�a un espejo,
todo corrido, enorme, que deb�a tener metro noventa de alto.
Esper� pacientemente a que se probara el primero, mientras la
pareja segu�a recogiendo y ordenando ropa, totalmente distra�da, bueno menos el
hombre de alrededor de 40 a�os que miraba disimuladamente de reojo hacia el
espejo grande que, l�gicamente daba acceso al probador, si la cortina no estaba
bien cerrada.
Mi mujer asom� su cabecita para que viera el primer modelo,
de hecho para que le confirmara que no le quedaba bien, porque ella ya lo hab�a
decidido, tras probarse s�lo el sujetador, me asom� le dije que lo intentara con
otro. Al asomarme abr� m�s la cortina y por los espejos vi a aquel hombre
totalmente concentrado en el interior del probador.
Una idea tonta y est�pida, seguro que fruto de mi
agotamiento, pas� por mi cabeza, as� al salir dej� la cortina abierta a medio
hueco. "Qu� disfrute el pobre hombre pens�".
As� ella se dispuso a probarse un nuevo modelo, mientras yo
me alejaba de delante del probador para ver la perspectiva que pod�a ver el
tendero, que ahora ya miraba descaradamente.
Bueno, la verdad es que lo ve�a todo, con el juego de todos
los espejos, y yo no pude reprimir la sonrisa, al ver la imagen. Mi mujer, al
darse la vuelta para volver a llamarme, depar� en la cortina, en que el hombre
la estaba viendo y en que yo me estaba riendo, bueno debi� ser as�.
Lo cierto es que me fulmin� con la mirada y reclam� la
atenci�n de �ste, pasando ol�mpicamente de m�, cuando �ste se acercaba abri� por
completo la cortina y le dijo:
- No me gusta como me queda � mientras le mostraba su cuerpo
estilizado y sus bonitas tetitas cubiertas por un sujetador medio transparente.
- Claro, cari�o - le contest� - porque te hace una arrugita aqu�, le dijo
mientras le tocaba el sujetador.
Todo �sto pasaba en el probador, yo lo ve�a y o�a todo, con
mi, mujer en sujetador y la faldita puesta.
- Voy a buscarte otros modelos que ahora, vi�ndote, seguro
que te quedan mejor - volvi� a hablar el experto.
" A saber lo que te gustar�a ver a ti " pens� yo pero
mientras pasaba eso por mi cabeza, mi mujer volvi� a sorprenderme.
- Espere - le contest� ella - ll�vese ya �ste - dijo mientras
se quitaba el que llevaba puesto, qued�ndose con sus hermosos pechos al aire y
d�ndole todos los sujetadores.
Se dirigi� a m� y me dijo "es que no me gusta como me queda",
con total naturalidad.
Yo estaba con el coco ido, lo que hab�a sido una chorrada se
me estaba volviendo en contra y me estaba dando en toda la boca.
El hombre apenas tard� 3 minutos en volver con nuevos
modelos, tiempo que mi mujer utiliz� en quitarse la faldita, por lo que ya
estaba s�lo en braguitas y adem�s min�sculas, como era su costumbre, bueno la
verdad es que su cuerpo daba para ello.
- Vamos a ver, pru�bate, �ste.
Lo hizo y nuevo fracaso, se adelantaba �l a decirlo, se lo
volv�a a quitar, y otro. Evidentemente, se los pon�a �l, como un sastre pone una
americana y no perd�a ocasi�n de rozarle los pechos.
Tras tres intentos, con 3 modelos sentenci� que iban por mal
camino, y llam� a la mujer.
- Irene, por favor, trae el metro y un l�piz para apuntar y
cierra la puerta que ya es muy tarde- y dirigi�ndose a m� dijo "mejor tomamos
medidas, que no se nos cuele ning�n pesado a �ltima hora".
Yo estaba absorto, no me sal�an las palabras y mi mujer me
miraba complacida, sin duda pensaba "no has dejado la cortina abierta para que
me vea, pues as� me ve mejor".
Vino Irene, de unos 35 � 36 a�os y se plant� delante del
probador, junto a m�, mientras �l empezaba una completa sobada de las tetas de
mi mujer, tomando m�s de ��20 medidas!! para un triste sujetador. Midi� todo lo
medible y m�s, le manose� las tetas todo lo habido y por haber, hasta le lleg� a
frotar los pezones, que acabaron totalmente empinados y desafiantes.
Irene le segu�a el juego, le hac�a repetir alguna medida,
"�cu�ntos has dicho de pez�n a pez�n?, espera me tienes que repetir algunas
medidas porque ahora tiene los pezones erguidos", y as� segu�a el sobeo.
A todo �sto el rostro de mi mujer tambi�n estaba un poquito
desencajado, creo que a ella tambi�n se le estaba volviendo un poco en contra la
bromita, si bien no parec�a molesta, lo cierto es que no me miraba, si hab�a que
definir su estado me atrever�a a decir que se sent�a complacida.
Total que cuando acab� con el jueguecito de las medidas le
dijo a Irene que le trajese un modelo "no s� que" porque no lo entend�, a m�
dijo que ahora ya sab�a lo que mi mujer quer�a y necesitaba.
Irene volvi� en un minuto con un modelo y lo que sigui� fue
de Nobel.
- Ya ver�s como �ste te queda perfecto, pero mejor lo hacemos
bien y te probamos el conjunto completo - a lo que le empez� a bajarle las
braguitas por detr�s - mejor probamos sin �stas puestas, para que todo se vea
mejor.
�Y tanto que lo vas a ver todo mejor, cacho cabr�n!, pens�
yo, aunque si all� hab�a alg�n cabr�n cada vez estaba m�s claro quien era y
adem�s consentido.
Mi mujer le ayud� a que se las quitara levantando los dos
pi�s, uno tras otro, mientras se apoyaba en su espalda �� estaba en pelotas !! y
por la expresi�n de su cara parec�a que hasta estuviese un poco mareada, pero
para nada estaba disgustada.
Juan, que as� se llamaba el experto, hizo acci�n de ponerle
la braguita nueva pero dijo, "antes mejor miramos si est�s mojada, no vaya a ser
..... ", y sin que nadie le contestara y sin acabar la frase, le pidi� que
abriera las piernas y le meti� dos dedos entre las piernas "uy si" - exclam�.
Mejor te lo secamos y de nuevo la sol�cita Irene se ausent�,
�sta vez a por pa�uelos de papel.
Le pidi� a mi mujer que pusiera un pie encima de la silla que
hab�a en el probador, para tenerlo bien abierto y poder sobarlo bien, la excusa
era sec�rselo bien.
Empez� a frotar con el pa�uelo, m�s que secar lo que estaba
haciendo era acabar de mojarla, aquello era de locos y yo miraba sin hacer nada,
mientras que ella tampoco hac�a nada.
La escena transcurr�a delante de m�, a metro y medio escaso,
mi mujer, en pelotas, de pie, con un pie apoyado en el suelo, totalmente
vertical, y el otro pie en lo alto de la silla, desde donde yo estaba, llegaba a
apreciar la apertura de su sexo. El de rodillas de forma que yo pudiera ver
claramente como acariciaba su co�ito.
A mi mujer, la cabeza se le empezaba a ir hacia atr�s,
mientras Juan segu�a frotando el pa�uelo en su vagina, con alg�n dedo por debajo
del pa�uelo, mientras estaba arrodillado, contemplando todo el encanto del
co�ito de mi mujer.
Volvi� a demostrar su genialidad y gir�ndose a m� sentenci�
"�sto ya s�lo se puede secar haciendo el recorrido completo".
- �El qu�? - llegu� a balbucear - no me sal�an ni las
palabras, se la estaban cepillando delante de mis narices y no hac�a nada.
- Est� muy mojada, mejor hacemos que se desahogue y despu�s ya se lo probaremos.
Y sin acabar de decirlo tir� el pa�uelo, y acarici�ndole los
muslos, empez� a aplicar su lengua en las profundidas de mi mujer, mientras a
ella se le escap� un ligero suspiro y empez� a tocarle la cabeza.
Yo segu� all� mirando, sin saber que hacer ni que decir,
aunque eso s� un poquito excitado, justo es decirlo.
- Me parece que tu mujer no es la �nica que necesita
relajarse - me dijo Irene, mientras iba a buscar la silla del otro probador, la
pon�a delante de donde aquel t�o le estaba comiendo el co�o a mi mujer y me
hac�a subirme de pie.
Obedec� sin mediar palabra, y sin dejar de mirar a mi mujer y
lo que le estaban haciendo, me baj� la cremallera, me desabroch� el pantal�n y
me lo baj�, me baj� el slip y, mi pene medio erguido, vi� la luz.
Sin decir nada m�s empez� a lamerlo con extrema maestr�a,
haciendo que alcanzara la horizontal en nada de tiempo. Mientras eso ocurr�a, mi
mujer ya se hab�a sentado en la silla, de cara para m�, con las piernas
completamente abiertas, mientras Juan le tapaba el co�o con su cabeza, que sin
duda estaba chupando y chupando, por los gritos de placer de mi mujer, que hab�a
dejado los gemidos para gritar directamente.
Juan le sobaba una teta mientras ella se estiraba y chafaba
la otra con una mano y apretaba la cabeza de �l, contra su cuerpo, estaba del
todo salida.
Irene, mientras lam�a y chupaba mi aparato se hab�a ido
quitando ropa poco a poco, se hab�a metido mi polla entre sus tetas y finalmente
me propuso cambiar de posturas, y subi�ndose en la silla, levant� una de sus
piernas y me incit� a que le comiera el co�o "tan bi�n como se lo est�n comiendo
a tu mujer".
Hice todo lo que puede, se lo lam�, le met� la lengua por su
agujero, le estir� el clitoris ... tambi�n gritaba como una posesa.
Al rato, casi al un�sono aunque sin estar preparado, las dos
se incorporaron y pusieron las sillas frente a frente, mientras ambas se
agachaban, ofreciendo sus co�itos por detr�s.
Sus caras quedaron a menos de un palmo y sus lenguas se
cruzaron y mutuamente empezaron a besarse y a acariciarse.
Por el espejo v� como la polla de Juan desaparec�a entre las
piernas de mi mujer, mientras su cara se contra�a de placer y acto seguido era
mi polla la que penetraba en Irene.
Las embestidas eran descomunales y todo el mundo gritaba ....
y las corridas llegaron, primero la m�a, al poco la de Juan, ellas no dejaban de
chillar, de gritar "me corro", "que gusto", "no pares", "sigue foll�ndome".
Nos reincorporamos, mi mujer se acerc�, me bes�, me di� las
gracias, no s� bien porque, mientras Irene y Juan nos invitaban a subir al piso
de arriba a ducharnos.
Mi mujer se acab� llevando un par de conjuntos, que no pag�.
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