Relato: Secuelas (04: Verdad o Mentira)





Relato: Secuelas (04: Verdad o Mentira)

Secuelas 04: Verdad o Mentira


Lucas jur� nunca mencionarlo. Quiz�s hab�a momentos en la
vida en que uno deb�a de traicionarse a s� mismo y dejar la inmadurez de lado
para poder afrontar con todo su alma lo que realmente pas�. Porque en verdad
pas� y no fue un simple juego de su mente, como crey� en un primer momento.
Ahora su hermano sabr�a la verdad dentro de dos d�as, y posiblemente tendr�a que
no le pase lo mismo, si es que llegaba a tiempo para ello.


�ste chico se encontraba en la entrada de su gran facultad,
vestido de unos jeans gastados, zapatillas y una remera corta para soportar
estos d�as de inmenso calor que azotaban ese lugar. Ten�a en esa noche un
presentimiento extra�o, algo que nunca hab�a sentido. Pero en ese d�a no todo
ser�a color de rosas como lo hab�a pensado en un principio cuando se despert�.


Entrando a la facultad, casi choc� contra un chico a causa de
su distracci�n. Era un joven de casi su misma edad, ten�a el cabello corto y
enrulado. Un arito hac�a de adorno anti-masculino en la oreja, y en definitiva
las u�as pintadas de negro no le sentaban bien. Una de dos: o era un chico de
alg�n grupo de rock, o era gay. No hab�a muchas alternativas.


- Disculpa. - se disculp� Lucas ante la presencia del chico.
- No me fijaba por donde iba.


- No te preocupes. Creo que vamos en la misma direcci�n. Soy
Javier. - le extendi� la mano. - Me resultas tremendamente familiar. Creo que te
conozco de alg�n lado.


Lucas mir� con atenci�n al chico por primera vez (despu�s de
haberle tendido la mano)... y para su desacuerdo tambi�n a �l le parec�a un
rostro que hab�a visto antes, nada m�s que no se ubicaba muy bien.


- S�... ahora que me lo mencionas... - empez� a decir. - Soy
Lucas.


- Un gusto. - concluy� Javier y inici� su caminata hacia el
interior de la facultad.


Despu�s de eso no se dijeron nada m�s porque cada uno fue a
su clase correspondiente, en diferentes aulas. Sin embargo, a la hora del
almuerzo, qued� justa la casualidad de que ambos fueron a comer en el mismo
restaurante de la zona. Lucas, al ver que el chico con el que tropez� hacia ya
cinco horas buscaba un asiento, lo llam� de un silbido (sin hacer mucho
esc�ndalo) y �ste, al verlo, se dirigi� hacia �l y se sent� en su misma mesa.


Empezaron una buena pl�tica, pero a�n as� ninguno de los dos
pod�a recordar de donde se conoc�an. Mucha ya era la casualidad al descubrir que
ambos ven�an de la misma ciudad, y con eso les bast� para darse cuenta que
posiblemente s�lo se hayan visto por la calle, como s�lo dos ciudadanos comunes.
Cambiaron el tema sorpresivamente y hablando as� entraron en el tema sexo.


- Tuve una novia, Florencia, por unos a�os, cuando estaba
all�. - cont� Javier, mientras com�a unos ravioles que hab�a comprado. - Era
unos a�os m�s chica que yo, y eso fue lo que nunca nos llev� a tener nuestra
primera vez. Cuando me vine a estudiar decidimos cortar con la relaci�n y desde
all� nunca m�s la he vuelto a ver. Aunque eso no signific� que no la haya
enga�ado cuando estaba necesitado.


- Jajaja. - se ri� Lucas est�pidamente. - Me imagino. S�...
yo nunca tuve una relaci�n estable con una chica. Pero debut� con una compa�era
de mi curso a los 15 a�os, en una de las aulas del curso, cuando estaba vac�a!


- �Y con hombres?


La pregunta a Lucas lo hab�a dejado helado. A qu� quer�a
llegar ese chico que reci�n le hablaba? Le bastaba un almuerzo para querer
llev�rselo a la cama?


- �Qu� pretendes? - le pregunt�, dudando.


- No, no creas que quiero tener sexo contigo. - lo calm�
Javier. - S�lo quiero saber si... bueno... alguna vez...


- No! - contest� Lucas de un grito, luego de calmarse
pregunt� con mucha intriga: - Y t�?


- Oh! S�lo una vez. - dijo, como si tal cosa. - Un puto.
Ten�as que ver como ped�a a gritos que le saque mi verga de adentro. - Se re�a
ante la cara de asombro de su nuevo compa�ero. - No encuentro la respuesta de
por qu� los hombres quieren chupar pijas si despu�s no se aguantan mientras te
lo est�s curtiendo (+).


- Ummm... hay chicas que tambi�n le pasan lo mismo. - opin�
Lucas, ahora esta en su postre, helado de lim�n.


- No, ya s�. - repuso Lucas. - Pero a este puto lo conoc�
gracias a mi hermana, Celeste. Se llamaba Alejandro.


Lucas qued� paralizado nuevamente. Hubiese preferido escuchar
mil veces que Javier quer�a acostarse con �l, antes de que escuchar ese nombre
que dijo. Ahora que lo miraba bien, no supo por qu� no se dio cuenta antes de
que ese chico, que le resultaba tan conocido: era el hermano de Celeste, la
amiga de su hermano. Y lo peor del caso es que este chico le acababa de confesar
que se acost� con �l.


- �Qui�n es ese chico, ese tal Alejandro? - pregunt� Lucas,
antes de responder. - �No sabes su apellido?


- No, no tengo ni idea. - contest� el chico, que ya estaba
sin comer nada y con ganas de irse. - Despu�s de hab�rmelo cogido, al otro d�a,
me fui muy temprano de esa ciudad y me vine para ac�. Lo �nico que te puedo
decir es que la chupa como la puta madre. - luego mir� su reloj. - Creo que debo
irme. Nos vemos pronto, adi�s.


- Adi�s.


Lucas sonri� falsamente, porque, por dentro sent�a mucha
bronca por lo que terminaba de enterarse.


(+) Curtir: Jerga de Sudam�rica que simboliza al t�rmino
coger, follar o como quieras llamarlo.


*


La alcoba estaba silenciosa. Marcelo Snukia se encontraba
all�, tendido en su cama muy poco arreglada, mirando un objeto dorado, ovalado y
hermoso. El huevo de oro que le hab�an obsequiado sus abuelos estaba posando en
sus manos, y era la primera vez que lo miraba con tanto detenimiento, como
atontado. Hab�a alg�n secreto que se cern�a sobre �l, y de alg�n modo ten�a que
investigar su nacimiento, de donde lo sacaron o la leyenda que ten�a en su
poder. Porque sus abuelos le dijeron que se lo regale a alguien que aprecia,
pero... �por qu�? �Era simplemente un objeto para regalarle a otra persona o
realmente ten�a una historia?


Cambi� de idea repentinamente al descubrir la hora que era.
Ya estaban por ser casi las siete de la ma�ana, y no quer�a llegar tarde a su
tercer d�a de colegio, y mucho menos por una excusa tan pat�tica como ponerse a
examinar un huevo.


Su hermana, Florencia, ya se hab�a marchado de lugar con una
amiga y lo hab�a dejado a �l sin siquiera avisarle. �Que pena! Era una l�stima
que �l tendr�a que irse en auto y no caminando con su hermana. En fin.


Ri�ndose a�n por su suerte, se subi� a su Luna Azul y se
dirigi� a toda prisa al colegio, pute�ndose y dici�ndose que tendr�a una entrada
tarde. Si la trola de su hermana aunque sea le hubiese informado de la hora que
era...


El veloc�metro marcaba los 70 k/h. Nunca se dio cuenta que
corr�a a tanta velocidad, aunque si lo notara, tampoco iba a hacer mucho por
disminuir su marcha. Miraba de reojo hacia los costados cuando por en frente se
le apareci� una sombra. Lo tom� tan de imprevisto que el coraz�n casi se le da
un vuelco.


Trat� de esquivarla con todas sus fuerzas, y a�n sin saber
como... logr� hacerlo en el �ltimo instante, mientras el m�vil giraba para todos
lados.


Disminuyendo la velocidad, se detuvo en la banquina y sali�
del auto r�pidamente, casi siendo impulsado por el viento. En esa misma vereda,
y con la misma cara de susto que ten�a �l, se encontraba un hermosa joven. Ten�a
cabellos enrulados y largos, con finos ojos verdes que lo miraba con impresi�n
de susto. Aunque su atuendo era verdaderamente rid�culo. Una camisa azul, que le
quedaba horrorosamente grande, y no estaba planchada, quiz�s porque ese era el
estilo de la nueva moda, o porque simplemente llegaba tan tarde como �l. Junto
con una pollera larga al estilo gitana, de diversos y est�pidos colores.


- Lo siento, lo siento much�simo. - dijo Marcelo, acerc�ndose
r�pidamente a la muchacha.


La chica no respondi� r�pidamente, ten�a la respiraci�n
entrecortada y su cara de espanto no se le hab�a quitado. Parec�a paralizada,
como si el miedo la hubiera mortificado en ese mismo lugar, y ahora ser�a una
estatua por siempre. Buena imagen, pero no muy graciosa. Marcelo, asustado, se
le acerc� y le puso la mano en el hombro.


- Oye... te encuentras bien?


La hermosa joven volvi� en s� de golpe, y volvi� a la
realidad. Mir� a Marcelo con una mirada de sorpresa, como si en esos �ltimos
segundos no se hubiese dado cuenta de que �l estaba all�, y con mucho p�nico le
sac� la mano de su hombro.


- S�... fue un susto. - dijo con voz entrecortada. - Casi me
matas.


- Disc�lpame... no fue intencional. Adem�s... est�s herida?


- No. - exclam� ella. - No lo estoy... estoy bien, gracias.


Daba la sensaci�n que estaba alterada, como si tampoco ella
le prestaba atenci�n a la calle, y s�lo cruz� para encontrarse con la muerte. Y,
si era eso, ahora se encontraba arrepentida de haber tenido esa idea.


- �C�mo te llamas? - pregunt� Marcelo, sin saber que decir o
que hacer.


- Micaela. - contest� y unos rizos de sus cabellos negros se
le fueron por la cara a causa del fuerte viento. - �T� eres... Marcelo, no?


- �C�mo lo sabes? - pregunt� el chico, impulsado.


Ella s�lo mir� al piso, y sus ojos verdes ahora expresaban
incomprensi�n. No parec�a estar muy segura del lugar en que se encontraban.
Fueron, esos, desbastadores y problem�ticos segundos de silencio, que eran
callados por el ruido de los autos pasajeros. Pronto, Micaela, levant� la cabeza
dr�sticamente hacia el chico que ten�a en frente, y lo mir� con asombro, como
hace unos instantes... nada m�s que por segunda o tercera vez.


- No lo s�. - confes� por fin.


...


Marcelo entr� en su curso a toda velocidad, atropellando un
banco que se encontraba en su camino. Todas las miradas de todos sus compa�eros
estaban fichadas en �l por el ruido que hizo, ya que la clase se encontraba en
silencio. Incluso la cara de la profesora de qu�mica, que dej� en su escritorio
el libro que ten�a en sus manos para pon�rselas a los costados de las caderas.
Al parecer, sentada en su mesa, pasaba lista de los estudiantes.


- Snukia. - salud�. - A qu� se debe este m�todo de llegar a
la hora que usted quiera?


Ay, no. La cosa se pon�a fea. Aunque no era para tanto,
entraba a las siete y reci�n hab�an pasado quince minutos de esa hora. Tampoco
ten�a que armarse una revoluci�n por una miserable llegada tarde. Sin embargo,
ten�a la mala suerte de conocer a esta profesora de los a�os anteriores, y sin
exagerar pod�a exclamar muy bien que era: una maldita bruja. Jam�s perdon� a
alguien que no hab�a estudiado, que hab�a llegado tarde a cualquiera de sus
clases, o que no prestaba atenci�n a lo que explicaba. Y, conoci�ndola, ya sab�a
el chico la suerte que correr�a posteriormente a su serm�n.


- Lo siento. - se disculp� Marcelo, agachando la cabeza como
t�pico nenito arrepentido. - Tuve un problema que me impidi� llegar a horario.
Le prometo que no volver� a suceder.


- Por supuesto que no, pero para asegurarme, le impedir� que
ingrese a esta clase, as� la pr�xima vez aprende a llegar un poco a horario. -
sentenci� la profesora. - Es mi primera clase del a�o y ya est�n llegando tarde.
Por favor.


- Pero...


- Pero, nada, Sr. Snukia. - dijo la profesora, poni�ndose de
pie. - Ahora, por favor, ret�rese de la clase y no me haga perder m�s tiempo.


- Profesora. No sabe por qu� fue el motivo por el cual lleg�
tarde. - dijo una voz en el aula, que luego comprob� que se trataba de Alejandro
Fox. - Aunque sea lleg�, nada m�s que quince minutos tardes. No puede echarlo.


La profesora se puso de pie, camin� unos pasos en direcci�n a
Ale y luego se detuvo. La clase miraba at�nica la escena.


- Mire, Sr. Fox. Defensores de pobres, no quiero en mi clase.
- le dijo. - Si no le gusta mi manera de actuar, puede retirarse de mi hora,
tambi�n, nada m�s que ni sue�e que se va a eximir en mi materia ni hasta el a�o
3000.


Alejandro estaba por decir algo, pero cuando vio que Marcelo
giraba sobre sus talones para marcharse, qued� callado y se limit� a asentir
levemente.


A�n no supo el por qu�, despu�s de la humillaci�n que pas�,
decidi� quedarse en esa instituci�n. Ya que, seg�n el d�a anterior, les
informaron que saldr�an a las nueve, lo que significaba que la �nica materia que
tendr�an ser�a qu�mica. Simplemente sinti� que deb�a de quedarse all�.


El joven Snukia se sent� en uno de los bancos del patio del
colegio, dej� su carpeta sobre el lugar y prendi� un cigarrillo. Supuso que ya,
que tendr�a una hora libre, meditar�a sobre las cosas que le estaban pasando y
azotaban su mente.


Primero estaba esa chica vestida de gitana, que, rasgos de
serlo ten�a, por la forma de vestirse y por haber adivinado su nombre sin
necesidad de dec�rselo. Pens� en todo su curso, que ahora deber�an estar
burl�ndose, algunos, o hablando sobre el pobrecito de Marcelo que se tuvo que
perder una clase alucinante, como esa. Alucinantemente aburrida.


Agach� la mirada hacia el piso, y razon� en que hubiese sido
mejor faltar al colegio. Tomar a esa chica como se�al de que hoy no ser�a su
mejor d�a y fugarse con ella. Antes de despedirse, ambos, hab�an acordado
encontrarse despu�s del colegio (ella deb�a de ir a otro, y por ende tambi�n
llegaba tarde), y tomar un caf� o algo por el estilo, como una cita.


Mirando al suelo observ� como varias hormigas pasaban muy
cerca de sus zapatos, llevando peque�as hojitas de �rboles ca�dos, o migas de
pan de alguna persona que se habr� sentado a comer un s�ndwich antes de entrar a
clases. Eran muchas, as� que no se encontraba muy lejos de un hormiguero.


- No sab�a que esto era un nuevo m�todo de estudio, Marcelo.
- dijo una voz, y con su vista vio como unos pies se colocaban en frente. - Me
encantar�a haber venido a este colegio, entonces.


El chico que estaba sentado levant� la mirada, y fue una
grata e inimaginable sorpresa encontrarse all� a su viejo compa�ero de barrio,
el cual no ve�a hace ocho meses, llamado Gustavo.


- No!!! - exclam� sorprendido. Impulsado por la emoci�n, se
incorpor� de inmediato y lo abraz� con ganas. - Gustavo... que bueno que est�s
aqu�!!! Cu�ndo llegaste?


Los dos viejos amigos de barrio se sentaron en el banco.
Marcelo escuchaba asombrado, a�n, como Gustavo le relataba todo: lleg� anoche, y
hoy ven�a justo para encontrarse con �l, quer�a darle la sorpresa en el colegio;
as� que pregunt� en direcci�n en donde se encontraba, y caminando hacia su
curso, decidi� pasar por el patio, que nunca antes hab�a visto, y se lo encontr�
all�. Casualidades de la vida, tal vez, o en realidad no quer�a decirle que ya
fue hasta su curso y se enter� de que lo echaron. De todos modos no hablaron de
ese tema.


- Imagino que entre los chicos ya habr�n planeado la
"escapada" para este fin de semana.


- Heee... s�. - minti� Marcelo.


La verdad es que era lo que menos hab�a pensado �ltimamente.


Gustavo, Marcelo, Bart y Miguel eran cuatro j�venes, amigos
de barrio, de diferentes edades. Marcelo era el m�s joven, aunque no por muchos
a�os de diferencia, y Gustavo el m�s viejo con 21 a�os. Los otros dos estaban en
medio de ellos.


Hac�a dos semanas que a Bart, joven de 19 a�os que decidi�
estudiar una carrera en esa ciudad, se le hab�a ocurrido pegarse una "escapada"
alg�n fin de semana hacia la playa o alg�n lado para descansar un poco. A los
dos chicos que quedaban la idea les encant�, y fue mejor a�n cuando decidieron
invitar a Gustavo, y quedarse hasta que �l venga para poder irse y llevar a cabo
ese plan. Coincidi� justo, que se enteraron que dentro de dos semanas llegaba a
su ciudad natal, y cuando por tel�fono le comentaron la idea, qued� tan
fascinado como ellos.


Sin embargo, desde el fin de semana pasado que Marcelo no ve
a los otros dos chicos, y lo m�s probable era que no se hayan acordado de
planear nada. Bueno... es decir, que no se hayan acordado de arreglar los
�ltimos detalles, porque el plan en s� ya estaba casi todo listo: el lugar, la
comida, etc.


Volviendo al presente y como ten�an casi una hora hasta que
sonara el timbre del recreo, Gustavo comenz� a contarle todo lo que hab�a pasado
de interesante mientras estaba lejos. Y su amigo, hizo lo mismo. Nada m�s que, a
parte de eso, tambi�n le cont� lo que pas� hace menos de una hora con una chica
hermosa a la que casi atropella.


- Y acept� tu invitaci�n para salir despu�s del colegio? - le
pregunt� Gustavo, emocionado, incluso m�s que su amigo.


- S�. Quedamos en encontrarnos a las nueve de la ma�ana, ya
que, ayer nos dijeron que saldr�amos a ese horario hoy del colegio, hasta que
acomoden todo para empezar. - explic� Marcelo, contento.


- S�, siempre pasa en la primera semana.


Trat� de no mencionarle nada a su amigo reci�n llegado, sobre
el hecho de que Micaela haya adivinado su nombre y no sab�a como, porque, si
Gustavo se enterase, le aconsejar�a que no se le acerque, ya que podr�a tratarse
de alguien que emplee magia negra y esas idioteces que siempre dec�a, ya que era
muy supersticioso y cre�a en todas las cosas malas que pudiesen haberse
inventado como producto de marketing.


- Bueno... vendr� el viernes a buscarte al colegio, y de all�
nos juntaremos con Bart y Miguel. - le explic� Gustavo, y se levant� del asiento
mirando el reloj. Marcelo tambi�n lo hizo y descubri� que la campana del colegio
ya sonar�a y esto le anunciaba la partida de su curso a casa. - Ahora... tendr�
que ir a verlos a los otros dos.


- De acuerdo. - contest� Marcelo y tambi�n se par�, juntando
su carpeta que estaba sobre el banco. - Nos veremos el viernes, entonces. Salgo
a las diez.


- Muy bien.


Y la campana son� justo en ese momento, mientras el grato
silencio se desvanec�a a causa de los fuertes murmullos que se aproximaban.


...


A la salida, y junto a todos sus amigos, salieron del
colegio, y all� comprob� que era muy pocos lo que hab�an asistido a clases.


- Muchos dijeron que era a causa de que era mejor dormir toda
la ma�ana que venir al colegio por una sola materia. - le explic� Alejandro,
mientras sal�an hacia el exterior. - Adem�s, creo que hubiese sido una buena
idea... Venir aqu�, s�lo por aguantar a esa bruja.


- Comprendo. - entendi� Marcelo. - Pero de todos modos fue
algo bueno venir. Porque vino a visitarme mi amigo.


- �Qui�n? - pregunt� Ale, y se encaminaron hacia la esquina
de la calle. Marcelo iba pateando unas piedras que se cruzaban en esa banquina


- Un viejo amigo del barrio. - contest� y un cascote fue a
parar a la pierna de Ale, cosa de la cual se quej�, peg�ndole. - Nos iremos a la
playa este fin de semana.


Fue sorprendente, por lo menos para el �ltimo que habl�,
encontrarse en esa misma esquina a Micaela. Ten�a la misma ropa con la que casi
hab�a chocado, aunque ser�a una estupidez ir a cambiarse s�lo para ir al
colegio. Y esto, que ahora lo pensaba, s�lo le daba varias alternativas por el
hecho de que ella estuviese all� a esa hora: que en su colegio no hab�a clases,
que hab�a faltado, o que simplemente se hab�a encontrado con una universitaria.
Sin embargo, la �ltima era la opci�n menos aceptable, ya que su hermoso rostro
no le daba edad mayor de 16 a�os.


- Hola!! - salud� ella a los dos amigos que se encaminaron
hacia s�.


- Me alegro de que hayas venido. - dijo Marcelo, bes�ndola en
la mejilla como un saludo. Ale tambi�n lo hizo, aunque la chica ni siquiera lo
mir�. - �l es mi amigo...


- Alejandro. - contest� la chica, como si tal cosa.


Marcelo abri� los ojos tan grandes, que parec�an querer salir
de su �rbita. Micaela lo hab�a hecho de nuevo, nada m�s que esta vez no ten�a en
su cara ni la menor expresi�n de sentirse confundida, y parec�a feliz de la
vida. En cambio, cuando gir� la vista hacia Alejandro, �ste sonr�a como un
est�pido, agregando:


- Vaya, vaya. As� que ya le estuviste hablando de m�.


- Hee... s�, �c�mo no voy a hablar de mi amigo? - minti�.


Despu�s de esto, Ale los dej�, subi�ndose a su moto y
perdi�ndose por las mezcladas calles repletas de tr�nsito. Los dos personajes se
quedaron all�.


- �Quieres ir a tomar un caf�? - pregunt� Marcelo, que m�s
que nunca ten�a ganas de averiguar sobre esta chica.


- Por supuesto.


Se subieron al auto, y no hab�a apenas puesto m�sica y
arrancado cuando no aguantaba m�s tanta intriga:


- �Y dime... qui�n o qu� eres? - pregunt� Marcelo.


Micaela no contest� inmediatamente. Ten�a la mirada fija en
la ventana, en la gente que pasaba por el lugar, en la vida. Marcelo no ten�a en
mente en lo que se estaba metiendo. �Y si era una ladrona que hab�a estudiado
toda su vida y por eso sab�a quien era y como se llamaban sus amigos? �Si el
casi tr�gico accidente no era m�s que un plan para que ahora ambos est�n all� y
lo conduc�a hacia un robo o un secuestro?


- S� lo que piensas. - le dijo ella, sin mirarlo a�n, con la
vista fija en la ventana. - Seguro que tienes la duda de que ser� una ladrona,
que s� cada movimiento tuyo y que todo fue planeado �verdad?


El chico no contest�. S�lo se limit� a conducir. Peor ser�a
su tragedia si atropellaba a alguien m�s, o a�n si atropellaba a alguien
psicol�gico o vidente.


- �Qui�n eres? - insisti� Marcelo, con voz potente pero en
calma.


- No lo s�. - respondi� la chica, mientras sus ojos se
llenaban de l�grimas. - No s� por qu� soy as�. S�lo puedo adivinar los
pensamientos de la personas, lo que sienten, sus m�s profundos secretos y
temores. Es un don.


- �Por qu� no trabajas como vidente? - pregunt� el chico, y
al momento se dio cuenta que hab�a dicho la cosa m�s est�pida de su vida.


- Jajaja. - ri�, ir�nicamente, Micaela. - No, no estoy para
eso en este mundo.


- �Entonces, para qu� crees?


- No lo s�. - respondi�. - Me dejo guiar mucho por mis
instintos. Hoy, por ejemplo, supe que iba a ser violada, en la noche, por mi
padrastro. Por eso lo mejor ser�a fugarme y chocar contigo.


- �Qu�? - grit� Marcelo. - �C�mo? �Te fuiste de tu casa?


- Creo que eso dije, no? - pregunt� ret�ricamente. - Ver�s...
cada noche tengo un sue�o de lo malo y lo bueno que va a pasar al d�a siguiente.
Los sue�os, no podr�an llegar a ser m�s precisos. Me muestran las opciones que
puedo llegar a elegir y las consecuencias de los hechos... �Nunca pensaste en
que deber�as haber hecho algo, pero en cambio decidiste hacer otra cosa, y esa
otra cosa te llev� por un mejor camino?


Marcelo sab�a de lo que la chica hablaba, aunque tard� unos
segundos en comprender lo que le quiso decir:


- S�, creo que entiendo. - respondi�. - Hoy tendr�a que
haberme ido a mi casa, sin embargo decid� quedarme y un amigo vino a verme.


- S� que suena incre�ble.- continu� Micaela. - Pero sab�a muy
bien que me iba a topar con un chico que me cambiar�a la vida. - luego lo mir�
con sus hermosos ojos verdes. - S� que me crees.


Y era verdad.


...


- Pero cu�ntame m�s de ti... - le suplic� Marcelo, una vez
que estaban bien acomodados, en un bar a siete cuadras del colegio. - �C�mo
explicas esto?


- Mira... no s� si deba dec�rtelo, ya que eres la primera
persona en quien mis sue�os me dijeron que pod�a confiar. - confes� la chica,
arregl�ndose los cabellos enrulados. - S�lo quiero saber si est�s dispuesto a
saberlo, porque una vez que lo sepas, quedar�s pegado junto a m�.


- S�. - contest�, sin pensar en las consecuencias que este s�
le traer�a.


- De acuerdo. - dijo ella, y se acomod� casi para hablar en
susurro. - Existen dos mundos en este Planeta. Uno es que conocemos todos, en el
que vivimos... Aqu� est�n mezcladas las tres razas.


- �Tres razas? - pregunt� �l. - Creo que no sales mucho de
casa para descubrir que hay much�simos tipos de razas en este mundo. No s�lo
tres.


- No, t� no entiendes. - dijo ella. - Aqu� est�n mezcladas
las tres: el bien, el mal y los seres humanos sin sentido de la vida... como t�.


Marcelo se sinti� ofendido, sin embargo no dio a entender
eso, y sigui� escuchando la informaci�n de su amiga.


- En el otro mundo s�lo est� el bien y el mal. - explic�.-
Ambas fuerzas son m�s espec�ficas all� y cada una tiene su misi�n. - hizo una
pausa al ver la cara de Marcelo. - Te explicar� mejor... el mal est� constituido
por Xidon, enemigo fenomenal de Wispot, emperador del bien. Entiendes?


- Poco y nada. - declar�, Marcelo, confuso.


- Es dif�cil de entender esto ahora... pero s� que pronto lo
comprender�s mejor.


La charla se vio interrumpida, porque vino el mozo. Pidieron
dos caf�s y unas medialunas para desayunar. Aunque Marcelo lo hac�a por segunda
vez, no le importo. De alg�n inexplicable modo, escuchar eso le daba un hambre
atroz.


- Bien, Xidon y su imperio quieren dominar al mundo. Como el
t�pico villano que ves en las pel�culas de acci�n, de terror o esas cosas. Y la
misi�n de Wispot es impedir esto. Por este motivo ambos imperios env�an a seres
capacitados para impedir que uno cumpla la misi�n del otro. Es por esto que
estoy aqu�...


- Pero... no me dijiste que te dejabas guiar por tus sue�os?


- Eso es. - respondi� Micaela. - Mis sue�os son dominados por
Wispot, quien me dice lo que debo hacer y lo que no. Ver�s... todos los enviados
por dicho ser, nacemos como personas comunes, s�lo que, al crecer, vamos
adquiriendo el conocimiento de los hechos a trav�s de las premoniciones.


- Y eres mala o buena? - pregunt� �l.


- Pronto lo descubrir�s. - respondi� Micaela, sonriendo, como
tratando de hacerse la misteriosa.


La ma�ana pas� y fue as� como Marcelo descubri� que la misi�n
de la chica era impedir que un guerrero de la fuerza de Xidon cumpla su
cometido. Se har�a pasar por cualquier ciudadano com�n, pero dentro de diez d�as
llevar�a a cabo una explosi�n que ser�a la mayor cat�strofe en la historia de
ese pa�s. A cada palabra que Micaela dec�a, el chico parec�a estar m�s atento a
lo que dec�a, y deseaba profundamente que eso no se termine. Todo parec�a ser
sacado de un gui�n de alguna pel�cula.


- Mira... - dijo ella, de pronto. - Hoy es mi�rcoles. As� que
ahora que tengo a un aliado tendr� que buscar informaci�n sobre esa persona, y
recurrir a Wispot para que me de los datos que necesito. Para la pr�xima vez que
nos encontremos ya tendr� un plan y todo estar� listo. �Cu�ndo quieres volverte
a encontrar conmigo?


- Y...- pens� Marcelo. - Tendr� que ser antes del s�bado o
despu�s del Lunes. Porque viajo...


- A una playa con tus amigos, ya lo s�.


- Lo olvidaba. Conoces toda mi vida.


- No, eso lo escuch� cuando se lo contabas a Alejandro. -
aclar� Micaela. - Lo que te aconsejar�a es que no vayas, porque la vas a pasar
mal.


- �Qu�? - pregunt�.


- S�. Bueno... si quieres perder tu virginidad, ve. Ahora...
sino, te recomiendo que no vayas.


- �Qu� te hace pensar que soy virgen?


Ella lo mir� desafi�ndolo. Marcelo entonces supo que volvi� a
hacer una pregunta est�pida.


- Bueno... - dijo �l, por fin. - Cu�l es la mala noticia? Si
dejo de ser virgen...


- Es que no perder�s tu virginidad con una mujer, y creo que
no te gustar� lo que te va a pasar. - respondi� ella, levant�ndose de la mesa. -
Nos veremos el Lunes, entonces. Pero no quiero que te averg�ences de verme,
porque sabr� lo que pas� en la playa. - luego de levantarse, se acerc� su cara
hacia su o�do. - Y si le cuentas esto a alguien... morir�s a los dos segundos de
abrir tu boca.


Marcelo no supo que contestar. Ella le sonri� y se fue
caminando hacia la puerta del bar. El chico mir� a la mesa y descubri� que hab�a
dejado el dinero suficiente como para pagar la mitad de lo que ser�a el total de
la cuenta. Llam� r�pidamente al mozo y, en efecto, descubri� que todo lo que
hab�an desayunado daba, lo que sumando otra mitad de lo que ella dej�, el total
del consumo.


Pag� y sali� como un rayo del restaurante, pero cuando se
encontr� en la vereda no hab�a m�s rastros de la hermosa joven que le hizo tener
una ma�ana muy diferente.


*


El reloj lo hab�a despertado de un golpe tan fr�o, esa ma�ana
de Viernes, que Alejandro no ten�a ninguna intenci�n de levantarse, as� que, lo
mejor que pod�a haber hecho fue, darse media vuelta, apagar el reloj que gritaba
como loco, y seguir durmiendo.


Fue s�lo cuando la madre le golpe� la puerta de la habitaci�n
tan bruscamente grit�ndole que se le hac�a tarde, cuando reci�n ah� se
desperez�, se cambi�, desayun� r�pidamente y se march� al colegio.


Tal como lo hab�an propuesto el martes, los chicos tendr�an
que hacer, a la salida, el trabajo para biolog�a que el profesor les hab�a
encargado. Pese a las insistencias interminables de Armando de hacerlo d�as
entre semanas, los chicos decidieron dejarlo todo para ese Viernes fr�o y
nublado, con muchas probabilidades de lluvia, seg�n lo hab�a anunciado el
pron�stico.


- Bien. - dijo Celeste, una vez que, junto a Germ�n, Armando
y Alejandro se encontraban en la salida del colegio. - �Por donde empezamos?


- �Qu� tal por la biblioteca? - pregunt� Ale, ir�nicamente.


- No, tengo una idea mejor. - repuso Germ�n. - Nos
dividiremos. Dos de nosotros ir�n a la biblioteca, y otros dos buscar�n
informaci�n por internet.


- Es buena idea. - concluy� Armando. - As� tendremos las
actualizaciones del trabajo, y las cosas publicadas en los libros nos servir�n
de base. - se puso ambas manos en el pecho, en se�al de orgullo. - Haremos el
mejor trabajo de la historia de esta instituci�n. Nos dar�n premios, honores...


Pero ninguno de los otros tres lo estaban escuchando. A
cambio de eso, a Celeste se le ocurri� la idea de que podr�an ir Alejandro y
Germ�n a buscar en internet, ya que ellos se conoc�an m�s, mientras que la chica
y Armando ir�an a la biblioteca. A todos les pareci� una excelente idea, menos a
Ale. Sin embargo, prefiri� callar y aceptar la propuesta de su amiga.


Se dividieron en dos grupos, y cada cual fue hacia el lugar
que ten�an que ir. Germ�n y Alejandro ingresaron en un cyber.


- Ser� mejor que pidamos dos computadoras separadas. - opin�
Alejandro. - As� buscaremos m�s r�pido.


- �Acaso no quieres sentarte sobre mis piernas? - le susurr�,
Germ�n, al o�do, mientras se acercaban a la secretaria del lugar. - �O quieres
que se me ponga dura reci�n a la noche?


Alejandro no contest�, y tal como le hab�a dicho pidieron dos
computadoras separadas y, mientras m�s alejadas est�n una de la otra, mejor.
Pero el caso era que este chico no ten�a ni la menor intenci�n de buscar nada,
sino que su verdadero prop�sito era entrar en su MSN y ver si ya habr�a llegado
el correo de su hermano, cont�ndole la verdad que ansiaba saber desde hace
tiempo.


En efecto, hab�a un mensaje de Lucas que se titulaba: "Lo que
quer�as saber". Alejandro lo abri�, ya seguro de que no ser�a molestado por
nadie.


"Hermanito:


Esto es lo que quer�as saber desde hace tiempo y ahora por
fin me encuentro en condiciones de dec�rtelo. Lo que me pasaba era que
necesitaba tiempo para pensar muy bien en lo sucedido y esto me da oportunidad
de aconsejarte para que no hagas nada, y espero no llegar tarde con mi consejo.


Bueno, esto sucedi� hace un tiempo, no recuerdo hace cuantos
a�os con precisi�n, pero era en la �poca en que yo estaba all�, todav�a,
cursando mi �ltimo a�o de secundaria.


Como te acordar�s, Emanuel y yo �ramos muy buenos amigos,
hasta que una noche en la cual me embriagu� todo cambi� entre nosotros. Lo
recuerdo muy bien. No es que quisiera que lo que pas� pasase, simplemente es que
me sent� tan vulnerable, que no pude resistirme, dej�ndome dominar por el que
ahora es tu amigo, que dicho sea de paso casi te causa la muerte.


Era una noche de viernes, nos juntamos en su casa para tomar
un poco de alcohol, como era nuestra costumbre los fines de semana. Nada m�s que
esa noche sus padres no estaban, no recuerdo por qu� era el motivo, s�lo s� que
qued� la casa para nosotros dos solos. Nos acomodamos en el piso a mirar
televisi�n.


Despu�s de tomar como un desquiciado, todo me comenz� a dar
vueltas. Emanuel tambi�n tom�, pero no tanto como yo, porque creo que ese era
parte de su plan. No importa como, s�lo que despu�s se me aparecen peque�os
flashes de lo sucedido.


Emanuel me incitaba dici�ndome que yo era gay, y que me
gustaban los hombres. Entonces le contest� que el gay, era �l. Me respondi� que
s�, se me acerc� y me dio un beso, incluyendo lengua. Recuerdo que me besaba con
desesperaci�n, y me confes� que era a la persona que deseaba penetrar. S� que le
dije que yo tambi�n quer�a eso y paso a seguir me encontraba bajo su cuerpo, con
su verga en mi interior. Nos quedamos dormido despu�s de tener sexo, y al otro
d�a, cuando despert� con esa terrible jaqueca, me encontr� desnudo junto a �l,
en el piso.


Desde ese momento fue que nos peleamos y creo que sabr�s
entender el por qu� lo odio tanto, junto con el por qu� quiero que no te
acerques a �l.


Cr�eme, no es una buena persona. Te podr�a pasar lo mismo que
a m�, si es que ya no sucedi�"


Alejandro hizo una pausa en su lectura. Ahora comprend�a con
exactitud todo, y s�... era lo que de un principio sospechaba. A medida que
continuaba el relato se iba imaginando todo, cuando comprob� que ten�a una
terrible erecci�n, por lo mucho que le hab�a gustado el relato. Decidi�
ignorarse y seguir leyendo. Todav�a faltaba una peque�a parte, que, despu�s de
su firma con letras computarizadas, ten�a una posdata:


"Ah! Me encontr� con el hermano de Celeste, tu amiga. Y me
dijo algo extra�o: �que se hab�a acostado con un tal Alejandro! Conf�o en que no
hayas sido t� y que Celeste tenga otro amigo llamado as�. Espero que me
respondas esto con la mayor anticipaci�n posible, porque de ser t�, est�s en
problemas."


El chico se qued� paralizado al leer este mensaje. Record�
entonces la noche de acci�n que tuvo con Javier, y que el muy in�til lo estaba
comentando. Sin embargo, si en todo caso se llegara a saber la verdad, podr�a
excusarse con el hecho de que �l tambi�n estaba borracho y no sab�a lo que
hac�a. Por lo tanto no se fij� mucho en las consecuencias y redact� un email
para su hermano inmediatamente.


"Luquitas:


Qu�date tranquilo. Hay otro chico en mi clase con mi mismo
nombre, aunque me resulta incre�ble que sea... bueno... raro. Y respecto a lo de
Emanuel, dejar� de juntarme con �l de a poco, para que no se de cuenta de que
algo cambi� en m� por leer esto.


Espero que te vaya bien y olvides este trauma."


Supo que todo lo que hab�a escrito, palabra por palabra, era
todo mentira. En realidad s� se hab�a acostado con Javier, no hab�a nadie m�s
con su mismo nombre y no dejar�a de juntarse con Emanuel. En fin... lo que ser�,
ser�. Y ya hab�a descubierto el misterio que lo llenaba tanto de intrigas y
dudas.


El tiempo restante se dedic� a buscar informaci�n sobre el
trabajo, dejando de lado el placer para concentrarse en el estudio. Media hora
despu�s, Germ�n fue hasta su computadora y le coment� que ya ten�a la mayor
parte para conseguir los objetivos de Armando, aclarando que hablaba en forma
ir�nica.


Salieron de cyber, dirigi�ndose directamente a la biblioteca,
en donde tendr�an que esperarlos sus amigos. No fue algo muy impresionante
encontrarse con ese lugar desierto, cuyas �nicas personas que se encontraban
all� era la bibliotecaria y sus dos amigos.


- Es por esto que eleg� este lugar. - explic� Armando. -
Nunca viene gente a la ma�ana, mucho menos ahora que los estudiantes est�n en
horas de clases.


- Supongo que ahora que empezaron las clases no viene nadie
aqu�, no quiero imaginar lo que debi� ser cuando no las hab�a. - opin� Ale,
sent�ndose junto a su compa�ero en la misma mesa que Celeste y Armando.


Ten�an sobre dicha mesa una cantidad mayor a veinte libros,
todos sobre biolog�a. Las mesas para estudiantes estaban ubicadas a la entrada
del lugar junto con la recepci�n. Entrando m�s en el edificio, ten�an filas
enormes de estanter�as repletas de libros. Era, en cierta forma una de las
bibliotecas m�s importantes de la ciudad.


Armando segu�a leyendo un libro tras otro, mientras que Ale y
Germ�n se dignaban a leer el material impreso sobre lo que hab�an conseguido.
Celeste yac�a cruzada de brazos, con la cara en la mesa, durmiendo.


- Pobrecita. - aclar� Armando con compasi�n. - Aguant� lo m�s
que pudo... Cinco minutos y se durmi�.


Los tres varones que quedaban siguieron leyendo por quince
minutos m�s, cuando una mujer uniformada d�bilmente, se les acerc�. En una parte
de su camisa blanca ten�a escrito el nombre de "Eugenia".


- Chicos. - dijo ella, amablemente. - Puedo pedirles un
favor?


- Hicimos algo mal? - pregunt� Armando desesperado, con los
ojos brillosos, daba la sensaci�n que iba a llorar, como si violar una regla de
la biblioteca lo conducir�a a la c�rcel.


- No, no, no. - lo calm� Eugenia. - Miren, necesito salir
unos minutos a hacer una diligencia. Me preguntaba que si ustedes no se ir�an
pronto podr�an atender a cualquier persona que entre.


- Ahhh. - exclam� Armando, con un suspiro de alivio. - Ve
tranquila. Yo me encargar� de todo.


- Conf�o en ti, Armando. - confes� ella. Dio media vuelta y
se fue.


Ale pens� que ese chico deb�a de venir a la biblioteca muchas
veces para que sea tan conocido, y le sedan la guardia de ese lugar tan
c�modamente. Y bueno, deber�a de conocer cada libro como para guiar a cualquier
persona a lo que busca. Sea lo que sea.


Pasaron as� cinco minutos cuando sintieron que alguien
ingres� al lugar. Pronto los tres que estaban despiertos se llevaron un susto de
muerte. El sujeto que ingres� estaba vestido todo de negro, con una m�scara roja
como de diablo, y un cuchillo en su mano derecha.


- No estamos cerca de Hallowen, cierto? - pregunt� Germ�n,
con miedo y par�ndose hacia el personaje disfrazado. Luego se le acerc�. - En
que lo podemos servir?


La m�scara, que se hab�a fijado s�lo hacia adelante, gir�
hasta encontrarse con la mirada de Germ�n. Como si fuese un guerrero de lucha,
hizo movimientos acelerados empujando a Germ�n, haciendo que se resbalara con el
piso y chocara contra una estanter�a repleta de mapas. El efecto del golpe caus�
que varios y pesados mapas cayeran sobre el cuerpo tirado del chico, muchos de
ellos, golpe�ndolo en la cabeza, hasta dejarlo medio inconsciente y atontado.


- �Germ�n! - gritaron los tres restantes. Celeste se hab�a
despertado, mostrando la misma cara de terror que los otros dos.


El chico golpeado segu�a acurrucado en el suelo, protegido
por una diminuta capa de mapas que se desplazaban por encima de �l. La persona
de la m�scara lo observaba, y segundos despu�s cambi� su mirada paulatinamente,
incrust�ndose en la de los otros tres personajes que lo miraban atontados.
Empez� a caminar lentamente hacia ellos, mientras mov�a r�tmicamente el cuchillo
de su mano derecha.


Armando, Celeste y Alejandro retrocedieron, tanto as� que
chocaron contra el gran escritorio de la bibliotecaria. Estaban asustados y se
pod�a notar claramente en sus rostros. El cuchillo de la m�scara apuntaba
claramente contra uno de ellos: contra Armando!


- �Qu� mierda quieres? - pregunt� Alejandro, mientras
caminaban para atr�s.


El sujeto de la m�scara no contest�. R�pido como un rayo se
abalanz� sobre Armando, y entre medio de gritos, le clav� el cuchillo en el
est�mago, haciendo que un l�quido rojo oscuro saliera de all�, manchando su
su�ter blanco. Celeste y Alejandro estaban paralizados, gritando su nombre y
pidiendo ayuda.


Armando cay� inconsciente sobre el atacante, y este lo carg�
en sus hombros, gir� sobre sus talones y se march� del lugar, ante la mirada de
asombro y terror de los otros dos.


- �Qu� diablos ha pasado aqu�? - pregunt� Celeste, sec�ndose
unas l�grimas salvajes que bailaban en su mejilla. - Quiero creer que esta no es
una broma de Armando, de nuevo.


Ambos amigos se sintieron como unos est�pidos. Armando estaba
acostumbrado a jugarle cosas as�. Claro que siempre esperaba una separaci�n de
seis meses para pasar de una broma a otra, y cada una era m�s sorprendente e
imaginativa que la anterior. Una vez, en el a�o pasado, la mayor�a de los chicos
del curso estaban en su casa, cuando se cort� la luz de repente y muchos rayos
laceres de color verde iluminaron la habitaci�n entre medio de los gritos de
todos los que estaban all�.


En la sala entraron varias personas y los cubrieron a todos
con bolsas de nailon asfixiantes, y, diez minutos despu�s en la lucha por la
libertad, se encendieron las luces. Todos hab�an recibidos patadas, trompadas y
golpes en diferentes lugares del cuerpo, en lo que dur� la horrible guerra por
encontrar la salida de las bolsas. Todos, menos Armando que miraba a sus
compa�eros con una sonrisa est�pida y burlona.


Ale hab�a pensado que los padres eran mafiosos y que alg�n
enemigo quer�a vengarse de ellos, matando a su hijo y a todos sus amigos.


- Bueno, creo que se ha esforzado en hacernos otra broma. -
opin� Celeste. - Habr� hecho llamadas mientras yo dorm�a. Y de seguro que lo
habr� planeado con la bibliotecaria.


- Es verdad. - opin� Alejandro. - Es mucha coincidencia. Le
dejan la biblioteca a �l y justo aparece esta persona y lo mata! Cielo... cu�ndo
aprenderemos en no caer m�s en las bromas de ese cristiano?


De pronto, Ale record� que se hab�a olvidado de algo.
�Germ�n! Todav�a yac�a en el piso, tal cual como lo hab�a visto antes de dirigir
la mirada al sujeto enmascarado. Corri� hacia �l, le sac� un poco de los mapas
de encima y comenz� a golpearlo para saber si se encontraba conciente.


- Germ�n, Germ�n. - dec�a Ale, mientras le abofeteaba la
cara. - �Est�s bien?


- Lo estar� cuando dejes de golpearme. - sugiri� �l, con voz
d�bil. Y se incorpor�. - �Qu� ha pasado aqu�?


Celeste y Alejandro le contaron todo lo sucedido, a medida
que juntaban y ordenaban el peque�o desparramo que hab�a causado la broma de
Armando. Dicho todo y explicado tambi�n lo que les hab�a hecho en ocasiones
anteriores, Germ�n no parec�a estar convencido de que se trataba de una broma.
Cambi� de idea cuando, reci�n terminado de limpiar todo, lleg� la secretaria
agradeciendo que todo est� en su lugar y sin siquiera preguntar por Armando.


Se dijeron que pronto aparecer�a, as� que lo mejor que pod�an
hacer es guardar los apuntes y continuar en otra ocasi�n.


...


Eran las ocho de la noche, seg�n marcaba el reloj de su
computadora. Germ�n hab�a quedado en llegar a la casa de Ale a esa hora y los
nervios se hab�an sumado para esa noche. Sin saber que hacer, decidi� ir a
esperarlo afuera. As� que baj� las escaleras y en la sala de entrada se encontr�
con su madre que estaba haciendo pasar al chico que estaba esperando.


- Alejandro, ir� a buscar a tu padre al trabajo, y de all�
iremos de comprar antes de que cierren los supermercados. - le dijo la madre,
cuando hac�a pasar a Germ�n. - Volveremos cerca de la once.


- Muy bien. - exclam� el joven y despidi� a su madre.


Aclarado todo esto, la madre dej� entrar al chico que golpe�
su puerta y sali� ella, cerr�ndola. Germ�n se le acerc� a Ale, que se encontraba
de pie, con una sonrisa de ganador en el rostro. Sin decirle nada, con su brazo
derecho rode� su cintura atrayendo su cuerpo junto al suyo, y con la mano
izquierda movi� su cabeza, para que sus bocas quedaran a pocos mil�metros de
distancia. Luego, ambos comenzaron a besarse con desesperaci�n.


Las manos del anfitri�n recorr�an la espalda de Germ�n,
levant�ndole la remera con deseo. Luego bajaban hacia sus nalgas, cuyas tambi�n
eran acariciadas por las mismas manos. Tambi�n desviaban su carrera para ir a
parar en aqu�l bulto que se encontraba ya con firmeza.


Alejandro condujo a su amante, en medio de los besos hasta el
sill�n grande, en donde hacia casi un mes hab�a tenido un acercamiento con
Emanuel, y lo tir� de espaldas, qued�ndose sobre su cuerpo. Ambas pijas
chocaban, en tibios roces, mientras que las caricias de los dos no cesaban un
segundo.


Una de las manos del anfitri�n bajaron hacia la bragueta de
Germ�n, con un peque�o vaiv�n logr� desabrocharla y sacar de all� una verga
gruesa y dura, que comenz� a masturbar mientras lo besaba. Ale absorb�a la
lengua de su compa�ero de curso, y las salivas se mezclaban c�modamente, sin
penas ni prejuicios.


Segu�a masturbando lentamente la verga aquella, tratando de
no perder el control de su equilibrio, invocando a las dos acciones. Era la
primera vez que besaba a un chico, tan fogosamente como lo estaba haciendo
ahora.


De repente se detuvo en seco. La puerta de la casa se hab�a
abierto y una persona miraba la escena fogosa de estos dos sujetos con la boca y
los ojos abiertos. Como si lo que mirase era lo m�s asombroso de su vida.


- Ay, no. - exclam� Alejandro al ver que la persona que
estaba all�, era nada m�s y nada menos que Emanuel Kirsgart.


*


Continuar�


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Relato: Secuelas (04: Verdad o Mentira)
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