Nos enteramos del tema gracias a un par de documentalistas
que pasaron por las oficinas del diario. En realidad era Luis quien se hab�a
enterado y luego me lo hab�a contado a m�.

Los dos trabaj�bamos en un diario que en sus comienzos hab�a
sido importante, pero que ahora se encontraba casi en la quiebra.

Para tratar de paliar en parte la situaci�n del diario y
tambi�n para tener alg�n dinero para cobrar, a Luis se le hab�a ocurrido incluir
los lunes y los viernes una revista que tocaba temas fant�sticos de toda �ndole,
desde ovnis, fantasmas y hasta el chupacabras.

Como en esos d�as, por casualidad o no la cantidad de diarios
vendidos aumentaba, dispon�amos de una peque�a cantidad de dinero que nos
permit�a realizar peque�os viajes al interior del pa�s para recabar informaci�n
y ambientar mejor las notas.

Actualmente, Luis se desempe�aba como productor y yo me
encargaba de la redacci�n de las notas. Ocasionalmente Luis se encargaba de
sacar las fotos, pero de un tiempo a esta parte llev�bamos un fot�grafo fijo.

Seg�n Luis, los documentalistas hab�an viajado a Misiones,
para realizar un documental sobre la selva misionera y despu�s de un par de d�as
de estar filmando, se hab�an encontrado con lo que ahora le quitaba el sue�o a
Luis.

Casi sin quererlo hab�an filmado a una persona de una
estatura cercana a los dos metros que hab�a pasado caminado a unos diez metros
de ellos, totalmente desnudo, y que al verlos, se hab�a asustado y se hab�a
alejado del lugar corriendo.

La sorpresa hab�a sido mayor al ver la cinta en c�mara lenta,
ya que el desconocido en cuesti�n ten�a en estado de reposo un pene de veinte
cent�metros.

-Los lugare�os lo conocen con el nombre de "pene grande"
�dijo Luis. Estaba muy excitado y la cara se le pon�a roja cuando hablaba-.
Tenemos que tener esa nota. Necesitamos fotos y una historia sobre el dotado. Y
si no hay historia la inventamos. Pero lo esencial son las fotos. Sobre todo de
el miembro en erecci�n.

-�C�mo sab�s que es cierto?.

-Vi la pel�cula. Ah� se ve perfectamente. El tipo tiene una
tripa descomunal.

-�Y si es un truco, un montaje?.

-No lo creo �Luis sac� la lengua entre los labios e hizo un
gesto con los dedos de la mano como si estuviera contando billetes-, mi instinto
me dice que tenemos una gran historia en nuestras manos y no pienso dejar pasar
la oportunidad. De �ltima es un lindo viaje el que tenemos por delante y no
tenemos por que no disfrutarlo.

Esa misma tarde pasamos por la casa de Luis y luego el me
invit� a comer. Luis estaba casado y ten�a dos hijos peque�os. Lucia, su mujer,
era una morocha muy atractiva de treinta a�os, y que para suerte de Luis le
bancaba todo.

Lucia aceptaba con resignaci�n o no, las infidelidades de
Luis, sus golpes y sus cada vez menos espor�dicos ataques de furia. Toda una
joyita.

Sus hijos me hab�an dado el cari�oso apelativo de t�o, aunque
yo estaba lejos de considerarme hermano de su padre y mucho menos de su madre.

Fue as� que un par de d�as despu�s, cargados con bolsos y
equipo fotogr�fico y de video, Luis, el fot�grafo y yo partimos en auto hacia
Misiones.

2

Se hac�a dif�cil respirar, debido a la espesura de la selva.
Ya hac�a un d�a que est�bamos en su interior y comenzaba a notar que nuestros
gu�as se pon�an cada vez m�s nerviosos.

Despu�s de avanzar unos cien metros en la impenetrable selva,
paramos a descansar y dejamos a un lado las mochilas que nos agobiaban. Tirados
en el pasto todos tratamos de reponernos para seguir, pero al parecer los gu�as
que nos hab�an acompa�ado ten�an otra idea en mente.

Se negaban a seguir adelante. Llegaban hasta donde est�bamos,
pero nada m�s. Al parecer ten�an miedo de el hombre que denominaban pene grande,
ya que �ste ten�a fama de atacar a los que invad�an su territorio.

-�Qu� se vayan, si quieren! �explot� Luis poni�ndose
violentamente de pie-. No los necesitamos.

Nuestros gu�as, en un intento �ltimo por convencernos
ofrecieron llevarnos de regreso al pueblo, pero Luis los ech� con un gesto de la
mano. Nunca aceptaba un no por respuesta.

Cuando nuestros gu�as se fueron, nos pusimos de pie y nos
calzamos otra vez las mochilas en la espalda. Lentamente retomamos la marcha con
Luis a la cabeza del grupo y yo cerrando la fila. Como a la hora nos sentamos
otra vez a descansar y comenc� a pensar que quiz� ya era hora de que hici�ramos
campamento. Comenzaba a atardecer.

Fue en el momento en que la �ltima luz desaparec�a cuando una
sombra cay� sobre nosotros. Un engendro de dos metros, musculoso, peludo, sucio
y desnudo tom� del cuello a Luis y lo arrastr� con �l hac�a la total oscuridad
de la selva.

Tardamos en reaccionar, y cuando lo hicimos, pene grande y
Luis hab�an desaparecido. Desesperados tratamos de llamarlo, pero nuestros
gritos no sirvieron de nada.

Tardamos tres d�as en salir de la selva y cuando llegamos al
pueblo lo primero que hicimos fue avisarle a la polic�a lo que hab�a pasado.

En vano esperamos una semana a que Luis apareciera, o que lo
encontrara la polic�a, pero no tuvimos suerte.

Volvimos a Buenos Aires resignados y yo tuve la ingrata tarea
de avisarle a la mujer de Luis que su esposo hab�a desaparecido.

3

-�Qui�n va a cuidar de m� y de mis hijos si te pasa algo?
�pregunt� Lucia.

-No s� �dije. Est�bamos hablando por tel�fono y yo acababa de
comunicarle que part�a rumbo a Misiones para tratar de rescatar a Luis.

Hab�an pasado seis meses desde que Luis hab�a sido
secuestrado por pene grande y en nuestro interior todos esper�bamos lo peor.

Entre Lucia y yo hab�a pasado algo raro. Al principio me
hab�a acercado a ella con una sensaci�n culposa. Era "el t�o" que cada domingo
llevaba a los chicos a la cancha y despu�s me quedaba a comer en familia. Tanta
cercan�a en esos seis meses, hab�a hecho que Lucia y yo nos fu�ramos a la cama
un par de veces, y no era algo tan fuerte para evitar que yo viajara a Misiones
para rescatar a mi amigo.

Me desped� de Lucia y sub� al avi�n que me llevar�a a
Misiones.

Al llegar ah� me encontr� con el grupo que me acompa�ar�a a
la selva. �ste estaba compuesto por tres gendarmes retirados y dos gu�as que
eran de confianza.

Esta vez tardamos menos en llegar al lugar en el cual nos
hab�a atacado pene grande, y cuando estuvimos ah� not� que los gu�as comenzaban
a ponerse nerviosos. Est�bamos en territorio enemigo.

Despu�s de dos d�as de marcha desde nuestro antiguo
campamento, llegamos a una cueva que estaba sobre una meseta. Los tres gendarmes
retirados que estaban armados con fusiles FAL entraron en la cueva y salieron a
los diez minutos con una persona con el pelo largo, con barba y bigotes muy
crecidos y totalmente desnuda. Al principio trat� de negarlo, pero cuando se
acercaron tuve que aceptar que se trataba de Luis.

Nos fundimos en un largo abrazo y luego en un gesto
autom�tico, me saqu� la campera camuflada que ten�a puesta y se la di. Luis se
la acomod� tranquilamente sobre los hombros.

Despu�s de caminar un par de horas y en la cual permanecimos
callados, pues quer�amos alejarnos r�pidamente de ese macabro lugar, Luis se
detuvo y me dijo que hasta ac� llegaba.

Pens� que hab�a entendido mal, as� que tom� a Luis de un
brazo y lo alej� unos metros del grupo. Les hice una se�a con la mano a los
otros indic�ndoles que se alejaran otro poco y uno de los gendarmes retirados me
mostr� los diez dedos de la mano, dando a entender que me daban diez minutos.

-�Qu� pasa?�Por qu� quer�s quedarte?.

-Cuando pene grande me secuestr� �Luis hablaba despacio, como
si le costara encontrar las palabras- me llev� a la cueva en la cual me
encontraron y me viol�. Apenas llegamos a la cueva, me arranc� toda la ropa, y
luego de inmovilizarme boca abajo me sodomizo sin piedad. Una y otra vez hasta
que estuvo saciado.

Los tipos que hicieron el documental ten�an raz�n en los
c�lculos que hicieron. El pene de "grande" en erecci�n alcanza aproximadamente
los cuarenta cent�metros. Puedo decirlo porque lo he tenido en mis manos y en m�
interior en demasiadas ocasiones en estos seis meses.

Pene grande se cri� en un circo hasta los diez a�os. Escap�
de ah� en una gira cerca del pueblo que est� junto a la selva, y cuando pudo
refugiarse ac� no lo dud�. Todo esto que te estoy contando me lo cont� �l, en
las largas noches que hemos pasado juntos.

El que lo ten�a en el circo se aprovechaba de lo bien dotado
que estaba y lo hac�a sodomizar homosexuales a cambio de importantes sumas de
dinero. Pene grande se escap� cuando quisieron abusar de �l.

Durante a�os vag� por la selva y se aliment� de lo que pudo
encontrar, hasta que lleg� a la edad de la adolescencia y todo se complic�.
Cuando sus hormonas despertaron del largo letargo se desesper�. Trat� de aplacar
las crecientes oleadas de deseo que lo asaltaban masturb�ndose, pero no fue
suficiente.

Como en la selva s�lo se adentraban hombres, pene grande
atac� un d�a a uno de ellos y lo viol�. Hizo eso en dos ocasiones m�s, pero con
dos hombres diferentes. Cuando la noticia se difundi� muy pocos se animaron a
entrar a esta parte de la selva.

Pero en esos quince a�os que pasaron desde las primeras
violaciones, los hombres que pene grande viol�, volvieron y aceptaron tener
relaciones con �l.

Si me pregunt�s por qu� no sabr�a decirlo. He llegado a
pensar que puede ser algo parecido al s�ndrome de Estocolmo, pero referido al
sexo. No s� explicarlo con palabras.

En fin, durante el primer mes las penetraciones me dolieron
terriblemente, pero a partir del segundo comenc� a acostumbrarme, hasta que un
d�a tuve mi primer orgasmo mientras estaba siendo sodomizado. Entonces me
entregu�.

Al principio hab�a tratado de escapar, pero pene grande me
encontraba siempre y cuando lleg�bamos a la cueva me penetraba incansablemente,
como si estuviera marcando su posesi�n sobre m�. Yo era de �l, y m� cuerpo y m�
ano le pertenec�an.

Tiempo despu�s logr� escaparme, y para mi asombro termin�
regresando. Fue dif�cil admitirlo, pero ya no pod�a estar sin �l.

La verdad es esta, ahora soy la mujer de pene grande, y me
gusta. En las h�medas y calurosas noches que pasamos en la cueva somos macho y
hembra que se buscan y encienden la vieja llama de la pasi�n. Estoy enamorado de
su enorme y poderoso miembro, y no pienso abandonarlo por nada del mundo.

Un silbido de uno de los gendarmes retirados me sac� de la
enso�aci�n de el relato de Luis. Viendo que nuestro tiempo juntos terminaba, nos
abrazamos durante segundos que parecieron interminables, y luego lo vi alejarse,
la espalda cubierta con la campera que yo le hab�a dado, y sus nalgas que
comenzaban a desdibujarse en la mortecina luz del atardecer.

Un culo que ya no le pertenec�a. Que no era de �l. Que ahora
era propiedad de pene grande.

Luis se retiraba hacia su nueva vida. Yo decid� hacer lo
mismo y camin� hacia el grupo.

Lucia y sus hijos me esperaban. Eran parte de mi nueva vida.

Dieche. POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO

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9 � 02 � 03.