Relato: EL DESEO DE LUIS EL DESEO DE LUIS
Hab�a conocido a Luis por casualidad, �l fue quien me contact� por correo, le respond� y as� empezaron nuestros contactos, �l era un hombre diferente, �l no buscaba en mi lo que todos buscaban, todos los hombres que conoc� vinieron por mi cuerpo, pero, Luis ven�a por mi alma, por mi coraz�n, por mi esp�ritu.
Siempre me hab�a parecido un ser maravilloso, desinteresado, frontal y aut�ntico, a �l no hac�a falta mentirle, esquivarle, o ignorarlo, no lo ve�a como un hombre en busca de un encuentro, lo ve�a como un padre, como el padre que nunca tuve.
Luis era bastante mayor que yo, sab�a que era casado, ten�a demasiados a�os de casado, me hab�a confesado que su esposa hab�a sido su �nica mujer, su �nica novia, desde que eran j�venes estudiantes, �poca en la que yo reci�n llegaba al mundo.
Ten�a dos hijas que m�s o menos rondaban mi edad por las que �l se babeaba todo, incluso su tesorito, una nieta preciosa, cari�osamente lo llamaba �el pelado�, era alto y de ojos marrones.
El me aconsejaba como a una hija, solo quer�a que fuera feliz, y no me juzgaba, me aceptaba tal cual era, a �l no le molestaba que a m� me gustaran las mujeres, cosa que era un problema, porque todos se llenan la boca hablando de las �igualdades� y la �no discriminaci�n� pero la realidad es que las minor�as, incluidas las lesbianas somos despreciadas por las mayor�as, inclusos muchas veces tratadas como degeneradas, o enfermas, como si una pudiera �curarse� con una vacuna m�gica.
Pero yo no hab�a elegido ser lo que era, no invad�a a nadie, no cambiar�a el curso del mundo, apenas era un alma tratando de ser feliz entre cuatro paredes, y a quien le importar�a lo que hiciera en la intimidad?
Volviendo a nuestro amigo, el solo ten�a un pedido hacia m�, una dulce perversi�n, �l solo deseaba verme haciendo el amor cono otra chica, solo eso, tan simple como eso. Y en mi loca cabecita rondaba la posibilidad de hacerlo, me excitaba con eso, pero una cosa es imaginarlo y otra hacerlo, tal vez no funcionar�a, una tiene su intimidad y seguramente no ser�a f�cil desnudarse y tener sexo delante de alguien como una prostituta barata�
Y hab�a otro peque�o problema no menor a tener en cuenta, quien ser�a mi compa�era para la ocasi�n?
Sin dudas la candidata era Isabella, la mujer a quien le hab�a entregado mi coraz�n, para mis ojos ella era sencillamente perfecta, un poco m�s baja que yo, de un rostro envidiablemente bonito, de largos cabellos negros que ca�an en grandes bucles, unos llamativos y expresivos ojos, oscuros como la noche, de facciones perfectas, de peque�a nariz y labios carnosos dibujados a mano. Siempre le insist�a en que su futuro era el modelaje, esos rostros que encajaban perfectos para propagandas de cosm�ticos, pero ella solo re�a y se abocaba a su carrera, medicina.
Isa, como acostumbraba a llamarla estaba orgullosa de su regordete trasero, pero de mi parte lo m�s llamativo eran sus enormes pechos, envidiablemente generosos, y lo mejor, eran naturales, no ten�a pr�tesis como yo.
Isabella era la chica m�s dulce y cari�osa que jam�s hubiera imaginado conocer, sus palabras, sus gestos, sus caricias, ella era mi mitad, mi esencia, mi complemento.
Me encantaban sus detalles, siempre perfectamente vestida, sus largas u�as esculpidas, sus rostro maquillado, sus ojos delineados, sus aros de generosas dimensiones, su embriagador perfume, sus infaltables tacos altos de m�s de quince cent�metros, era hecha a mi medida, soy una geminiana perfeccionista hasta el hartazgo.
Solo hab�a un obst�culo, la edad, ella reci�n pasaba los veinte, le llevaba quince a�os, y sab�a que en alg�n momento eso se volver�a en nuestra contra, pero por ahora, solo me importaba vivir el momento.
Convencerla fue f�cil, cuando se lo propuse lo hice con mucho miedo, con recelo, esperando la peor de las respuestas, pero no sinceramente me descoloc� cuando con su p�cara sonrisa me contest� desafiante:
- Y por qu� no?
Eran cosas de nuestras diferencias generacionales, para ella todo parec�a ser m�s natural, no ten�a tantos prejuicios grabados en su cabecita.
Igual, desde esa propuesta hasta la concreci�n pas� poco m�s de un a�o, deb� dejar que ellos se conocieran, que se escribieran, que se hablaran, necesitaba que todo se sincronice como la maquinaria de un reloj, que ella fuera permeable a �l y que �l pudiera traspasar su alma.
Al fin las cosas se dieron, claro, tuvimos que sentarnos a discutir algunos detalles, a pesar de ser Luis quien hab�a propuesto el encuentro, �l tuvo que aceptar algunas reglas de nuestra parte, somos el sexo d�bil, y sabemos sacar provecho de eso. Nosotras deb�amos estar c�modas, caso contrario no se ver�a natural y no quer�amos regalarle un encuentro pornogr�fico, para eso �l podr�a haber pagado a dos prostitutas, pero esto era diferente, �l quer�a vernos hacer el amor.
Isabella y yo trazamos un plan, quer�amos regalarle el mejor espect�culo, y para eso todo deb�a ser perfecto, y m�s con una mujer como yo, que como dijera, soy perfeccionista el extremo.
Aprovechando mi profesi�n, por cierto, hago modelajes de trajes de ba�o sumamente peque�os y er�tico, hab�a seleccionado unas prendas y hac�a ya un mes que Isa y yo nos ven�amos bronceando al sol, siempre me gust� como se ven los cuerpos femeninos bronceados y como quedan delineadas en blanco las marcas que dejan las diminutas prendas.
Para esa tarde incluso hab�a te�ido nuevamente mis cabellos a rubio y me hab�a puesto mis lentes de contacto color verde, me pareci� que para Luis ser�a m�s atractivo el contraste de una morocha con una rubia. Hab�amos depilado nuestros sexos mutuamente, incluso hicimos el amor, pero esa es otra historia.
Isa estaba hermosa, y reconozco que se ve�a muy puta, con ese diminuto traje de ba�o en animal print, sus pechos parec�an explotar y escaparse en cualquier momento, la tela se ve�a desbordada, siempre sobre sus altos tacos. Por mi parte, hab�a elegido un conjunto blanco que hac�a resaltar mi piel bronceada.
Luis lleg� puntual, al atardecer, cuando el sol de verano se apiadaba un poco, sus ojos no daban cr�dito a lo que ve�an, nosotras est�bamos muy juntas tomadas por la cintura. Creo que casi le da un infarto, curiosamente fue el qui�n se puso m�s nervioso, comenz� a tartamudear, gotas de transpiraci�n comenzaron a poblar su pelada, me re� y lo abrac� como una hija, puse una mano en su pecho, su coraz�n parec�a saltar, me asust�, lo mir� y le dije:
- Tranquilo papi! no te vaya a dar un infarto!
Isa observaba con una sonrisa dibujada en sus labios, nuestro amigo estaba tan nervioso que ni siquiera se atrev�a a devolverme el abrazo, me puse en sus zapatos por un momento y segu�:
- Luis, hacemos esto porque queremos, no te pongas mal, no nos obligas a nada�
Bes� su mejilla como su hija lo hubiera besado, entre ambas lo acompa�amos al dormitorio, donde hab�amos acomodado un sill�n contra el ventanal que daba al patio, ese ser�a �su puesto de observaci�n�, parte de nuestras condiciones fueron que no estuviera en contacto directo con nosotras, necesit�bamos intimidad y el vidrio espejado supon�a de alguna manera dividir fronteras.
Dejamos a Luis en el cuarto y fuimos al patio donde hab�amos acomodado algunas cosas, el sol empezaba a esconderse, pusimos m�sica suave, las altas paredes de las casas linderas nos daban cierta intimidad, pero a al mismo tiempo sent�amos la locura de hacerlo a la intemperie, miramos la ventana que estaba a pocos metros, el espejado no nos permit�a ver a Luis, pero �l estaba al otro lado�
Debimos olvidarnos de �l, era necesario para hacer el amor, esto no era un show�
Dejamos nuestros calzados, pisamos el c�sped, nos miramos c�mplices, estaba locamente enamorada de Isa, ella me correspond�a, nos tomamos de las manos, fuimos al borde de la piscina, nos metimos en ella, el agua estaba c�lida, jugamos como ni�as, sonre�mos.
Pronto el juego hab�a terminado, la mir� fijamente a los ojos, el peque�o traje de ba�o mojado se hab�a adherido a su piel, sus pezones se marcaban como dos protuberancias, las gotas de humedad poblaban la perfecci�n de sus curvas, not� que sus ojos no me miraban directamente, estaba abstra�da enfocando un poco m�s abajo, baj� mi mirada, not� que mi sost�n blanco mojado se trasluc�a demasiado, marcando mis propios pezones, la aureola de mi pecho izquierdo se hab�a asomado insinuante al costado de la licra, me sent� mojarme, mojarme por dentro�
- Mi reina, te amo, sabes cu�nto te amo�
- Yo tambi�n te amo beb�
No hubo m�s palabras, solo el deseo de complacernos mutuamente, de ser solo una, fundidas por el calor, por la pasi�n, nos pusimos frente a frente, nos encontramos, acarici� su rostro, ella devolvi� la gentileza, desee sus labios, fui por ellos, se fundieron contra los m�os, cerramos nuestros ojos, invad� su boca con mi lengua y ella hizo lo propio en la m�a, nos amamos al borde de la piscina.
A pesar del calor del verano, la brisa que acariciaba nuestras pieles no hac�a dar alg�n que otro escalofr�o, sus pechos estaban contra los m�os, recorr� su cuerpo con mis manos, Isabella se detuvo con las suyas en mis grandes gl�teos desnudos, cada tanto tomaba la diminuta tanga que se perd�a al medio de ellos para tirarla sutilmente hacia arriba, haciendo presi�n en mi vagina, rozando mi esf�nter, haci�ndome suspirar�
Solt� con delicadeza los nudos de su sost�n dej�ndolo caer al agua, sus enormes pechos emergieron amenazantes, cr�anme que tal perfecci�n no puede describirse con palabras, ella solt� el m�o entonces, volvimos a fundirnos, mis delicados pezones excitados sintieron el roce y la textura de los suyos, nos acariciamos senos contra senos, como campanas de iglesia meci�ndose lentamente de un lado a otro, el calor aumentaba entre nosotras, bes� su cuello, su garganta, mis manos no pod�an contener esas circunferencias preciosas, me inclin� un poco m�s, estaban fr�as, blancas, las aureolas amarronadas resaltaban a la vista, eran suaves, firmes, apetecibles, bes� sus botoncitos y ellos emergieron de inmediato como respuesta, uno, el otro, simul� morderlos con suma delicadeza, Isa se iba perdiendo, estaba excitada, se entregaba poco a poco�
Record� que Luis estaba observando y seguramente no tendr�a el mejor plano por lo que gir� a mi mujer sobre su eje, ahora las dos mir�bamos al ventanal, ella por delante, yo por detr�s, �l tendr�a un primer plano por lo que desde atr�s pas� mis brazos bajo los suyos para acariciar sus pechos, al tiempo que acariciaba su espalda con los m�os, mis labios volv�an a besar su cuello y le susurraba pausadamente al o�do:
- Te amo hermosa, me vuelves loca�
Baj� una de mis manos, recorr� su vientre, baj� m�s a�n, llegu� al frente de su traje de ba�o y pas� mis dedos bajo el, para sentir en mis yemas la suavidad de su pubis depilado, fui tan abajo como pude, para palpar la exquisita humedad de su sexo, imaginaba a Luis engolosinado al otro lado, termin� de desnudarla bes� sus hermosas nalgas, la hice sentar al borde con sus piernas abiertas de manera que el la viera, me perd� al medio, bes� sus muslos, herv�a por dentro, su vagina estaba toda abierta para m�, y para �l, pas� mi lengua lentamente por su hueco, su sabor a mujer lleg� a m�, su n�ctar era tentador, me acariciaba los pechos mientras besaba sus labios, gordos y suaves, ella entregada solo gem�a, con sus ojos cerrados, mord�a su dedo �ndice mientras que su otra mano recorr�a sus pechos que emerg�an como grande monta�as�
Introduje mis dedos mayor e �ndice en su cueva, la acarici� por dentro, apoy� mi dedo gordo en su esf�nter y lo sum� a la presi�n, mi lengua recorr�a su cl�toris, en c�rculos, hacia arriba, hacia abajo�
Isabella recuper� la cordura y me impidi� seguir, no quer�a llegar, no todav�a, me mir� con el pecado en sus ojos y dijo:
- Mi dulce, ahora d�jame a mi�
Observ� la ventana, ignoraba cuanto pod�a ver realmente Luis, pero termin� de desnudarme y me entregu� a sus ojos, comenc� a masturbarme, mis pechos, mi pubis, supuse que a �l lo excitar�a, me mord� los labios, Isa ahora jugaba con mis senos, la ve�a lamerlos con hambre, mi vagina la deseaba, me abr� para ella y le rogu�, se acomod�, tom� uno de sus pechos con su mano y empez� a rasgar mi cl�toris con su pez�n, pacientemente, una vez, otra, y otra m�s, Dios� que bien se sent�a! su boca se peg� ahora a mi intimidad, y su pecho, y otra vez su boca, gem�a�
- Basta! Basta por favor!...
Est�bamos en nuestro mejor momento, Isa tom� mis tobillos y tirando mis piernas hacia atr�s me abri� como a una flor, vino sobre m�, casi en cuclillas, apoy� su vagina contra la m�a, su botoncito contra el m�o, empez� a refregar uno contra el otro, como pose�da, nos perdimos en un mar de placer, gem�amos como gatas en celo, en mi mente pasaba la imagen de Luis observ�ndonos y esto solo echaba nafta el fuego, sent�a los jugos de la vagina de mi amada mezclarse con los m�os, quise compartir el placer, me incorpor� un poco, casi sentadas frente a frente, cruzamos nuestras piernas, pegamos sexo a sexo, nuestras intimidades depiladas y entre ambas iniciamos el viaje final hacia el para�so, nos miramos desafiantes, la rubia, la morena, ve�a el placer en su rostro, aumentamos el ritmo, nuestros pechos rebotaban descontrolados, pronto no pudimos mantener las miradas, el poder de los orgasmos que se avecinaban nos hac�an claudicar, gritamos, gozamos, infinidad de peque�os orgasmos, enormes orgasmos, ca�mos agotadas, rendidas, todo por Luis�
Y de hecho eso hubiera bastado, era lo que siempre nos hab�a pedido, pero por qu� las cosas deb�a ser a su modo? Yo quer�a regalarle una sorpresa, un postre, quer�a ser especial�
Isa ya sab�a, puesto que lo hab�amos conversado, as� que me acomod� bien en cuatro patas, Luis siempre hab�a halagado mi perfecto trasero y tendr�a un primer plano de mis anchas caderas.
Mi amor tom� lubricante que ya hab�a dejado a mano y comenz� a lubricar mi esf�nter, a jugar en �l, dando inicio a un juego que me encantaba practicar con Isabella, pero a Luis jam�s le hab�a contado.
Isa met�a sus dedos anular, �ndice y mayor en mi trasero, metiendo y sacado, para que me fuera acostumbrando, mi pecho estaba contra el suelo y mis manos abriendo mis nalgas, Isa pronto hizo presi�n agregando el menique, jugando en tirabuz�n, entrando y saliendo, hasta hacer tope con el dedo gordo.
Pronto el placer ser�a supremo, Isabella cerr� su pu�o, lubric� y empuj� lentamente, parec�a que iba a destrozarme, pero al fin mi esf�nter cedi� y la sent� ingresar su antebrazo, una vez y otra, mi placer era imaginarlo a Luis al otro lado, viendo mi trasero bronceado, la peque�a marca de mi traje de ba�o, haciendo configuraciones geom�tricas entre las enormes esferas de mis gl�teos con la peque�ez del triangulito pecaminoso, mis sexo regordete, mi esf�nter dilatado, todo abierto para �l, perversamente abierto�
Estaba anocheciendo, era hora de terminar, Isabella y yo volvimos a la piscina, a calmarnos, desnudas, nos besamos, nos acariciamos una vez m�s nos juramos amor eterno�
Luis lleg� entonces al patio, aplaudiendo lentamente, mir� sus ojos, brillaban, cre� ver asomar alguna l�grima, como un director de cine que se emociona luego de contemplar su obra maestra�
No queda mucho m�s por relatar, mucho m�s por decir, agradecer a Luis por lo maravilloso que es, mi pap� del coraz�n, y haber tenido la oportunidad de cumplirle un sue�o, y a Isabella, la mujer m�s bonita y perfecta que pudiera existir, sabes que te amo!
PAMELA
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Relato: EL DESEO DE LUIS
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