Primera Parte
Soy Karen de nuevo, y esta vez vengo con una historia realmente excelente.
Aquellos que ya me conocen y saben de mis historias, tienen una clara idea de lo
amante que soy de los perros, sobretodo los bien dotados. Me inicie hace varios
a�os, con mi perro Ner�n, un perro divino, y luego Atila, un doberman de un
amigo de pap�, fue quien se encarg� de romperme el culo por primera vez.
Ahora
llego la hora de que les cuente como fue mi primera org�a, exclusivamente con
perros bien pijudos. Una mujer solita como yo y cinco �si cinco! enormes perros.
A esa altura de mi vida y de mi experiencia sexual en zoofilia, estaba un poco
cansada de que cada vez que me dejaba coger con perros, lo hac�a de uno a la
vez.
Por mi cabeza pas� varias veces la idea de como me sentir�a siendo deseada
por varios perros a la vez. Y esta fantas�a surgi� un d�a que andaba paseando a
mi perro pastor alem�n, Belfort por el parque de la ciudad. Resulta que llevando
de la correa a mi amante canino, caminando por el parque, siento que Belfort me
tira de la correa, torciendo mi mu�eca y soltandol� al mismo tiempo. Sal�
corriendo tras �l, llam�ndolo: �Belfort!, �Belfort!, �ven aqu� por favor!. El
perro, dobl� tras unos arbustos, y le segu�.
Lo que vi despu�s me dej�
anonadada: hab�a varios perros, como nueve o diez, de distintos tama�os y razas,
todos amontonados, a veces peleando entre s�. Los animales estaban atr�s de una
perra mediana, callejera, que se encontraba en celo. Y como mucho de ustedes
sabr�n, estas jaur�as de perros son peligrosas, as� que llam� a un polic�a, de
esos que se encuentran en la vigilancia de los paseos p�blicos, para que me
ayudara a recuperar a mi Belfort, que afortunadamente no hab�a peleado, pienso
que debido a su buen tama�o. La pobre perrita estaba enloquecida con tantas
vergas cerca de ella, sobre todo la de un callejero enorme, que se comportaba
como el "marido", ya que no dejaba que nadie m�s se la cogiera. Y si alguno se
acercaba, se llevaba tremenda paliza. El polic�a dispers� a la jaur�a con su
cachiporra y tom� a Belfort de la correa, al cual lo tom� mas fuertemente para
que no se me volviera a escapar. Tuve que tirar bastante, para evitar que se
fuera tras los otros perros.
El polic�a, un muchacho joven de nombre Carlos, se
ofreci� a acompa�arme hasta la puerta de mi casa temiendo que se me escapara
Belfort. Acept� gustosa, y cuando llegu� a la puerta de casa le ofrec� tomar
algo, sin alcohol, debido a que estaba en servicio. Carlos estuvo de acuerdo,
adem�s de que coincid�a del fin de su turno. Lo hice pasar, y me cont� que era
soltero, viv�a solo en la ciudad y que era de las afueras, donde viv�an sus
padres en el ambiente rural. Mientras me contaba su historia, comenzamos a tener
eso que se llama "feeling", un enganche o especie de atracci�n sexual que
ninguno de los dos pod�amos disimular. Le cont� que era soltera, y que no ten�a
pareja estable (�mentira! todos ustedes saben que mi pareja estable se llama
Belfort), y que en la ciudad trabajaba como secretaria en un estudio contable,
adem�s de estudiar administraci�n de empresas. Nuestra charla sin quererlo
comenz� a subir de tono, hasta que llegamos a una parte estrictamente sexual. La
descarada fui yo, ya que le confes� sin muchos pre�mbulos que hac�a tiempo que
no cog�a con un hombre (lo cual es cierto, ya que la �nica pija que me met�a
eran la de los perros de turno).
Carlos no era t�mido, ya que se par� y
poni�ndose tras m�o, estando sentada; comenz� a frotarme los senos por encima de
la blusa que tra�a puesta. Acompa�� con mis manos encima de las suyas esos
masajes afrodis�acos, por lo que mis pezones estaban duros de excitaci�n. No
resist� mas, me pare y frente a �l, lo bes�, mezclando nuestras lenguas,
intercambiando fluidos de �xtasis. Lo llev� a mi cuarto, nos despojamos de
nuestras ropas, y con mucho tacto empec� a masajearle la pija, la cual no era
nada despreciable. Me la llev� a la boca y se chup� como una loca, llena de
deseo, saboreando su glande e inundando la habitaci�n de gemidos de placer.
Cuando estuvo por acabar, lo dej�, y le orden�: �ahora me toca a m�!. Le se�al�
ni concha, esa misma que los perros cog�an, para que me la chupara y lamiera. Lo
hizo con avidez y gozo, tomando los jugos vaginales que rezumaba mi gruta de
deseo y placer. Me hizo acabar como la perra puta que soy (�si supiera lo bien
que chupan la concha los perros con su �spera lengua!) llevandom� a un cl�max
apote�sico. Con su verga bien erecta, brotada de l�quidos preseminales, me la
fue metiendo, suave y profundo, sintiendo cada cent�metro de su barra de carne,
gozando como una bestia. Fui acompa�ando sus movimientos coitales, que cada vez
se fueron poniendo m�s salvajes, hasta que en un orgasmo �nico me llen� el �tero
de leche, caliente y espesa. Acab� como hacia tiempo no lo hac�a, acostumbrada a
los perros, pero igual de placentero. Quedamos rendidos, lo volvimos a hacer
unas veces mas, hasta que nos dormimos abrazados.
Pero evidentemente, como puta que soy, bien caliente y ninf�mana, lo dej�
dormido en la cama y sal� en busca de mas sexo salvaje y animal. Y me dirig� a
la sala donde encontr� a Belfort. No me hab�a lavado, por lo que entre mis
muslos, me escurr�a el semen de Carlos con mis jugos. Se lo di a oler a Belfort,
para que se excitara, y el resultaba fue excelente. El perro movi� la cola y se
me trep� a mi cintura. Lo baj� y me puse en cuatro patas, desnudita, solo para
mi amante perruno: Belfort. Nuestra actividad amatoria es eficiente, ya que nada
m�s sujetarme a m� entre sus patas delanteras, yo su hembra le ofrec� mi concha
llena de leche de hombre, para que me la clavar� en lo profundo. La pija del
perro entraba y sal�a con su rapidez acostumbrada, clavandos� en mi vagina,
llenandom� de carne.
De pronto, como siempre sucede, gozando de tan tremendo
sexo animal, Belfort aument� sus arremetidas y supe que me estaba ensartando la
bola de su verga, a la cual estaba acostumbrada y siempre deseaba. Un gemido
animal lleg� y Belfort dej� de moverse, con su enorme pija metida en lo hondo de
su due�a, mezclando su esperma con el de Carlos. Mis orgasmos fueron m�ltiples,
uno tras otro, sintiendo su pija latir en el canal de mi vagina, anclada
firmemente su sexo. Me estaba llenando de leche, tratando de fertilizarme
in�tilmente, cuando trat� de sac�rmela, un suave aullido de dolor sali� de la
garganta de Belfort y un gemido lastimero di yo, mas de placer que de dolor.
Cruz� su pata por sobre mi culo y quedamos abotonados como siempre nos ocurre.
Me dediqu� a gozar como una loca, disfrutando de su enorme verga atorada entre
mis labios vaginales. Pero la sorpresa me sobresalt�, porque cuando mir� hacia
la puerta, veo a Carlos recostado en el marco de la misma, sonriente y
disfrutando de lo que ve�a. Trat� de zafar de esa situaci�n y quise pararme con
la pija de Belfort abotonada a mi concha, pero el aullido de dolor del animal y
su peso me impidieron ponerme de pie.
En cuatro patas trat� de desabotonarme y
no pod�a, tiraba y tiraba como lo hab�a visto con las perras. No hab�a
pronunciado palabra alguna, pero la verdad que la verg�enza que estaba pasando
me pon�a m�s nerviosa. Nunca pens� que Carlos se iba a despertar tan pronto,
pero sab�a que un d�a me iban a descubrir en este estado: ensartada por mi
perro, culo con culo, abotonados como animales. Carlos se acerc� y me dijo:
�tranquila, tranquila, disfruta del sexo!. Me qued� mas helada, porque no
imagin� que Carlos lo aprobara, y para calmarme el hijo de puta me puso la pija
en la boca y dijo: � ch�pala mamita, mientras gozas, no te pongas nerviosa y
chupa mi pija !. La chup� hasta hacerlo acabar de nuevo, pero Belfort segu�a
clavado a mi culo, jadeando de placer.
Carlos se par�, y dijo que lo arreglar�a.
No sab�a lo que har�a, pero volvi� con un cubo de agua. Ah� record� cuando vi
una vez a mi vecina Norma, hace tiempo, en mi infancia. Un fuerte baldazo de
agua fr�a cay� sobre mi cuerpo y el de Belfort.
Tiramos violentamente, pero
igual est�bamos pegados, trajo mas agua Carlos y volvi� a volcarla sobre
nosotros al tiempo que dec�a: �Perro puto, me cogiste a la perrita!. Reci�n al
tercer balde de agua nos despegamos, Belfort sali� disparado a la cocina, con su
enorme polla, llena de leche y jugos arrastrandola pr�cticamente por el piso. Yo
con mi concha bien abierta, llena de semen y roja de excitaci�n.
Qued� tirada,
hecha un desastre, en un charco de agua. El comedor era un desastre. Carlos
dijo: �perra puta, te voy a tener que castrar, as� no te alz�is m�s!. Me
recompuse y le cont� a Carlos mi secreto zoofilico, y me confes� que hacia meses
que me ven�a observando en el parque y que supuso que con Belfort ten�a algo,
por la forma que lo mimaba. Adem�s dijo que gracias a Internet, se hab�a
informado sobre la zoofilia. �Me gusta ser algo perverso a veces! - me dijo
Carlos. Desde ese d�a es mi novio, pero a �l le encanta cuando me ve cogiendo
con alg�n perro. Adora echarme baldes de agua para desabotonarme, y ama cogerme
antes que los perros, pues es un convencido que su semen alza a las bestias
caninas. Carlos no le cae simp�tico a Belfort, porque odia cuando le echan
baldes de agua encima. Mi relaci�n con Belfort vari� un poco, esta viejo adem�s
no me gusta que lo mojen, pero a veces cuando puedo me echo una cogida de apuro
con �l, mi desvirgador.
Segunda Parte
Esta es la mejor parte del relato. Ya ennoviada con Carlos, una vez le
coment� que ten�a una fantas�a de puta madre. Me pregunt� cual era. Le dije que
me gustar�a sentirme una perra en celo, es decir, que varios perros se alzaran
al lado m�o, pelearan por mi, y que cada uno de ellos fornicara conmigo, en
reiteradas veces, hasta dejarlos exhaustos. Como cuando la perrita callejera del
parque, donde una jaur�a quer�a cogerla. Esa fantas�a es algo complicada para
hacerla, pero ver� que puedo hacer. Es algo complicado, pero un d�a Carlos, que
es polic�a, me coment� que consigui� un turno de guardia en el plantel de perros
de la fuerza republicana.
Ser�a por un fin de semana, donde �l estar�a a cargo
de los perros, cuid�ndolos y d�ndoles de comer. Se podr�n imaginar que cuando me
dio esa novedad, casi me desmayo del c�mulo de sensaciones que me vinieron a la
cabeza. �Un plantel de perros polic�as para mi solita!.
Era algo que jam�s
hubiera so�ado. S�lo un novio como mi Carlos podr�a hacer algo as� por mi: su
novia zoofil�ca. Deseaba ansiosa que llegara el fin de semana. Para darle m�s
morbo a la situaci�n, por tres d�as no me ba��, para heder bien a sucia perra,
me revolqu� con Belfort, para agarrar bien el olor de una perra, y el plato lo
agregu� cuando Carlos me trajo un trapo sucio, con un olor penetrante.
Le
pregunt� que era y me dijo que una de las perras del plantel, que est�n apartes,
estaba iniciando el celo, por lo que frot� ese trapo por la concha de la perra,
hasta impregnarse esos jugos. Me sugiri� que me los frotar� por la concha, para
que tomar� el olor de una perra en celo, de manera de disfrutar bien de la org�a
que estaba en puerta. Para peor en esos d�as me vino la menstruaci�n, por lo
tanto estaba superespecial, sucia, con olor a perra, hediendo a celo y con la
concha sanguinolenta de mi per�odo. Cuando Carlos me vio, pronta para
acompa�arlo hasta el plantel de perros, me dijo: �Eres la perra mas puta que
jam�s haya visto!, �espera, hay que darle el toque especial!. Sali� de la
habitaci�n, me hizo poner un conjunto de lencer�a diminuto, transparente, sin
toalla higi�nica, y lo m�ximo es que me puso un collar y me at� como un perro
cualquiera. Me vend� los ojos, me carg� tapada con una s�bana en la parte de
atr�s de su autom�vil y viajamos hacia la sede de la guardia.
Estaba escondida,
de forma que nadie de la poca guardia supiera que entraba de inc�gnita. Se
detuvo el auto y llegamos a un lugar apartado. Era una especie de corral chico,
piso de hierbas. �Este es el cogedero de los perros, cuando los cruzamos, aqu�
ponemos la perra y el perro a fornicar!. �Es un lugar solitario y estoy yo s�lo
a varias cuadras, nadie nos molestar� en dos d�as!. Como el plantel de perros es
muy numeroso, Carlos me dijo que escogi� para mi solita a cinco sementales, pura
raza. Tres eran pastores alemanes, un doberman y un rotwailer. Los perros mas
cogedores de toda la fuerza policial. Lo que vamos a hacer es hacerlos pasar de
a uno, que cada uno se saque las ganas contigo.
La verdad es que parec�a que
estaba so�ando, en cuatro patas, toda sucia, me saqu� previamente la ropa
interior, quedando absolutamente desnuda.
Carlos abri� la primera de las jaulas,
y asom� un hermoso pastor alem�n, mas grande que Belfort y mas brillante. �Este
es Paco! me dijo Carlos, �es el macho preferido del plantel y tiene mas de
ochenta hijos!. El perro se me vino encima, me olfate� la cara y luego la
concha. Empez� a agitar r�pidamente la cola, y entre sus patas asom� una pija
impresionante de grande. Como gran experto, me mont�, sujet�ndome de la cintura
con sus patas delanteras y clavandom� esa estaca en lo profundo de mi concha.
Paco me cog�a como un endemoniado, sintiendo cada mil�metro de su verga. Pod�a
sentir el sonido del chapoteo de su verga en mi concha encharcada de jugos y
sangre de mi regla. De pronto, aument� sus embates y me ensart� su bulbo. Se
detuvo, sent� la pulsaci�n de su verga derramando esperma caliente en mi concha
y quiso retirarse. No pudo hacerlo: est�bamos abotonados. Goc� como una loca,
aullando de placer y gozo.
Paco con mucha habilidad, cruz� su pata trasera
izquierda por sobre mis gl�teos, y quedamos culo con culo, pegados como los
perros. Estuvimos unos quince minutos as�, derramando leche en mi vagina
profunda. Los orgasmos me ven�an uno tras otro, perdiendo la cuenta de cuantos
tuve. Se despeg� de mi, pude ver su pija gorda, jugosa, chorreando jugos, semen
de perro y sangre de mi menstruaci�n.
Mi concha estaba inundada, y quer�a mas
pija. �M�ndame el que sigue! - le implor� a Carlos. Paco volvi� a su jaula, y no
bien estuvo dentro, Carlos solt� a Gede�n, un enorme pastor alem�n, m�s grande
que Paco. Este no tuvo compasi�n alguna, pues de un solo tir�n se trep� encima y
como si fuera su perra favorita me clav� su verga en la concha que hacia minutos
estaba en poder de Paco. Bombe� como una bestia feroz. Sent� en mi espalda su
jadeo caliente, adem�s gem�a de placer. Pod�a sentir su tranca perfor�ndome e
inundando de jugos. Se baj� unos instantes, pude ver que ten�a toda la verga
fuera de su capuch�n, y sin dudarlo me di vuelta para mam�rsela. Saboree la
pija, degust� de sus jugos, al tiempo que por sobre mi culo, con su lengua
rugosa, lam�a mi orto y olfateaba el afrodis�aco de perra en celo.
Se movi� y
nuevamente me mont�, y de una buena vez me la meti� en lo profundo de mi ser.
Bombeo y bombeo, me puso el bulbo dentro y latiendo y derramando su semen, se
puso culo con culo, quedando nuevamente abotonada. Estuve as� unos pocos
minutos, porque era tal la dilataci�n de mi concha que el abotonamiento solo
duraba algunos instantes. Sali� como una sopapa, y chorreando jugos, semen y
sangre, el agradecido Gede�n lam�a mi conchita maltrecha. Luego dio un lamet�n a
su verga y se march� a su jaula.
Los orgasmos que estaba teniendo eran
indescriptibles. Mi fantas�a se estaba haciendo realidad, y solo hab�an
transcurrido una media hora desde que hab�a llegado. Carlos me miraba y se
sonre�a. �Eres una perra bien puta mi amor!. Entre sus manos ten�a su pija, ya
que el cabr�n se pajeaba mir�ndome como los perros me iban copulando. �El que
sigue es Brutus! - dijo Carlos, abriendo la pr�xima puerta. Apareci�, lento, con
su belleza de perro de raza: un pastor alem�n, el tercero de la serie. Se
acerc�, me olfate� la cara, el cuello, las tetas, y mi culo.
Me puse de
espaldas, ofreciendo mi vientre. Me lami� el ombligo, y se dedic� a chuparme la
concha. Me retorc�a de gozo, y acababa litros de jugos sanguinolentos. Su verga
se asomaba poco a poco. �Siempre el mismo perro pelotudo! - grit� Carlos, al
tiempo de que me dice: � Paj�alo, paj�alo!. Me coloqu� debajo de �l, y tomando
su capullo peludo lo empec� a masturbar. Al ratito asoma una tranca de tama�o
respetable. Segu� paje�ndolo y Brutus empez� realizar los movimientos coitales,
asomando m�s y m�s su verga. Me puse en cuatro patas y le ofrec� mi culo, lo
olfate� y poco a poco me coloqu� debajo del perro. Tom� su verga, la roc� sobre
los labios de mi concha, sobre mi culo, y la utilic� como consolador. Palp� su
bulto y era bien grande, como una pelota de tenis. �Uyyy, que bulbo tiene este
perrito! - dije con asombro. �Si te metes con Brutus tendr� que meter mano a los
baldes de agua! - agreg� Carlos. Segu� disfrutando de mi vibrador de carne, sin
escuchar a Carlos, sintiendo el palpitar y los jugos que esta respetable verga
goteaba. En el �xtasis del placer, alcanc� a meter un pedacito en el ano, y
pr�cticamente me lo fui lubricando con los jugos del perro y sangre de mi
per�odo.
Entre mis muslos, hab�a un r�o de jugos de colores rojos a rosados. No
resist� m�s me di vuelta y me dedique a chuparle la pija. La chup� como una
puta, paje�ndola con mi mano y en algo incre�ble me met� el bulbo hasta donde
pude: el borde de mis labios. Un torrente de esperma perruno inund� mi garganta.
Para no atorarme tuve que beber ese fluido viscoso.
�Era la primera vez que
tragaba leche de perro!. La verdad que al pobre de Brutus lo hice acabar como un
burro. �No es de los mejores sementales! - dijo Carlos, �pero tiene una verga
que sab�a que te iba a encantar!- agreg�. Brutus, as� como entr� volvi� a su
encierro, lento, pero segura que lleno de alivio por la mamada recibida. �Se
acabaron los pastores! - grit� Carlos. �Es el turno para H�rcules, el doberman!
- agreg� a la vez que abr�a la puerta. Cuando lo vi me hizo acordar a Atila, el
primer perro que me encul�. Y como no pod�a ser de otra manera, este perro me
mont� y casi sin punter�a alguna me la meti� en el ano. �Ayy, ayyy, la puta que
lo pari�!- grit�, �hijo de puta, ten�as que ser un doberman para romperme el
ojete!.
Menos mal que Brutus ya me lo hab�a lubricado, que si no tal vez no
hubiera seguido con esta fantas�a. H�rcules, dale que te dale, penetr�ndome
violentamente. Yo apoyada sobre mis codos, mi rostro contra la hierba del suelo,
mordiendo de placer. �As� perro, meteme esa verga en el culo! �S�came la mierda,
perro hijo de puta! - gritaba en mis delirios org�smicos. H�rcules bombe� y
bombe� hasta que sent� que su bulbo se hab�a anclado firmemente a mis esf�nter
anal. Sent� los latidos de su eyaculaci�n y litros de leche caliente y espesa
inundaban mi recto. Trat� de salirse pero �imposible!. Est�bamos enganchados
como dos perros.
Macho y hembra unidos por sus sexos. Pas� su pata trasera por
sobre mi culo, y unidos por nuestros genitales, permanecimos unos minutos. Puse
mi mano sobre mi cl�toris y mientras H�rcules me echaba esperma en el culo, yo
me hice una masturbaci�n entre gritos y gemidos de dolor y placer. Era el cuarto
perro de la org�a, y gozaba como una perra en celo. A los veinte minutos,
H�rcules pudo sacar su pija de mi culo. Estaba sucia de sangre, leche y mierda.
Se la lami�, pero el hijo de puta ni me olfate� el culo maltrecho.
Era un
verdadero hijo de puta, y como buen doberman se fue bien altanero a su jaula. Yo
qued� con el culo deshecho, a la vez que me vinieron unas ganas de cagar
incre�bles. Me puse como una perrita y me mand� una cagada de pel�cula. Un
mont�n de mierda, con restos de semen y sangre se depositaron en el pasto del
corral. �As� putita, olfat�ala, olfat�ala! - me orden� Carlos.
La ol� y era de
un olor bien fuerte. �Se viene el quinto de la serie: Marte, el rotwailer!.
Entr� macizo y decidido. Olfate� la mierda que hab�a cagado hace instantes y le
hecho una meadita encima, levantando la pata. Se dirigi� a m�, meti� su corto
hocico entre mis piernas y lami� los jugos que hab�a: los m�os y los de los
cuatro perros anteriores. Movi� su rabo, me mont� y trat� de met�rmela en el
culo. Yo palp� su verga y la dirig� a mi concha.
El perro la sac� de ah� y me la
apunt� a mi culo. �No, otra vez no! - grit� resignada. Me recost� sobre mis
codos y dej� que el perro hiciera lo que quisiera. Su peso era bastante mas alto
que el de los anteriores. Embisti� y embisti� hasta que consigui� lo que se
propuso: me la ensart� en el ano. �Ayyy, ayyyy, me esta destrozando el culo! -
grit�, �me desgarra el culo, tiene la pija gord�sima!. S�camelo Carlos, por
favor! - implor� a mi novio. �Estas loca, d�jalo quietito que goce de su perra
de turno! - dijo riendo Carlos.
El perro me ten�a enhebrada por el ano,
bombeando y meti�ndome una verga impresionante de gruesa en el orto. Sent�a el
roce de sus venas, rasgando mi recto, largando chorritos de jugos. Las l�grimas
me sal�an sin quererlo: era la peor (o mejor) cogida anal que me hubieran hecho.
Me dediqu� a disfrutarlo, sabiendo que yo hab�a querido esta org�a de fantas�a.
Me la meti� m�s y m�s y cuando lleg� al cl�max, ya su enorme bulbo estaba dentro
de mi ojete. Tir� y no pod�a sacarla, y el abotonamiento se hab�a dado una vez
m�s. Su enorme pija pulsaba en el interior de mi recto, llenando de leche canina
mis intestinos. �Menos mal que hab�a cagado!, sino tal vez me hubiera reventado
toda por dentro. En mi delirio de placer y gozo, no me di cuenta como quedamos
culo con culo. Su verga yac�a erecta en mi culo, su bulbo atorado en mi esf�nter
anal. Me hice una paja, toc�ndome mi cl�toris y frot�ndome los labios de mi
concha.
Estuvimos varios minutos abotonados, no se cuantos, cuando de pronto,
sin aviso, un chorro de agua fr�a congel� mi cuerpo y el de Marte: era Carlos
ech�ndonos baldes de agua. �Desp�guense perros! - grit� entre risas Carlos. Me
sorprendi� tanto que tir� para mi lado y Marte lo hizo para el propio, pero el
dolor fue intenso. Igual segu�amos pegados. �No espera, espera! - le dije a
Carlos. �No mi amor, hace ya cuarenta minutos que ten�is al perro atrapado en tu
culo! - dijo Carlos. �Cuarenta minutos! - grit� espantada. �Jam�s se saldr� de
m�, ayyy, que voy a hacer! - dije desconsolada. Un nuevo balde de agua cayo
sobre nuestros cuerpos, y a�n as� no nos despegamos. Yo tiraba y Marte tambi�n,
pero era tan grande el bulbo, quiz� del tama�o de un pu�o cerrado de un hombre
adulto, que era imposible que traspusiera mi esf�nter anal.
Carlos me ech� agua
y agua, hasta que de pronto: �PLOP!, nos despegamos. �Menos mal! - grit�
aliviada. Met� mi mano hacia mi culo y casi se me pierde dentro. �Me hab�a
dejado una cantera de grande por la dilataci�n!. Observ� la pija de Marte y era
monstruosa de grande y estaba con su bulbo chorreando de semen y resto de caca
que se ve que me hab�a quedado en el culo. Me tir� en el pasto agotada,
destrozada, pero contenta de haber disfrutado de esta org�a canina. Carlos me
dijo que necesito echar unos diez baldes de agua para despegarnos, por lo que
dentro del corral se form� un lodazal b�rbaro.
Me sal� de all� y fui a unos
ba�os que hab�a en la guardia donde me di un ba�o reparador. Pero lo que vino
despu�s se lo cuento en otro relato, porque les recuerdo que fue un fin de
semana y esta org�a hab�a durado unas tres horas.
Sin quiere saber mas sobre mis historias zoof�licas, lo pueden hacer en:
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