Relato: Mi inaudita vida incestuosa (01)



Relato: Mi inaudita vida incestuosa (01)

Mi inaudita vida incestuosa I



Autora: Mujer Incestuosa

POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO



�


Cap. I


Comenzar� diciendo la verdad, pues creo que no tengo ya por
qu� ocultarla m�s. Al leer todos esos relatos de incesto y lujuria en la red que
tanto me calientan, me he animado por fin a contar todo lo que guardo en mi
memoria, aunque siempre pens� en ocultar esta para siempre. En fin, empezar�
confesando que yo, siendo una ni�a peque�a de 8 a�os, comenc� a tener mis
primeras experiencias sexuales como si fueran juegos, primero con mi padre,
aunque a decir verdad y como comprender�n, nunca las busqu� directamente, pues a
esa edad, a�n cuando una ya entiende lo que es el sexo, no se alcanza a
comprender del todo.


Nuestra familia estaba compuesta por mis padres y cinco
hermanos, tres mujeres y dos hombres. De mis dos hermanas, una ten�a 10 a�os y
otra m�s peque�a seis. Los hombres eran de edad de 12 el mayor y 4 a�os el
menor. Mi padre sol�a llevarme en ese tiempo con �l a las labores de orde�a,
pues ten�amos un establo peque�o con vacas y caballos, alejado del pueblo donde
viv�amos. Recuerdo que mi madre siempre le dec�a en ese tiempo a mi papi que por
qu� mejor no se llevaba a los varones, pero como siempre yo hab�a sido su
favorita, �l le dec�a que despu�s lo har�a con ellos, que primero me ense�ar�a a
mi las labores de la orde�a. Pero en realidad yo sab�a por qu� lo hac�a. Exist�a
entre nosotros un cierto sentimiento como de complicidad, pero a�n no sab�a yo
la raz�n. Remont�ndome a la primera vez que me llev� con �l al establo, nos
fuimos montados en su caballo recorriendo los cinco kil�metros que lo separaban
del pueblo. Por el camino, mi padre me dec�a:


-Ya ver�s que bonito es orde�ar las vacas, Julia.


-Si papi?


-S� que te gustar�.


-Ay que bonito �contestaba yo- con el coraz�n henchido de
gozo.


Una vez llegados al establo y despu�s de haberme bajado del
caballo, sal� corriendo como loca disfrutando de las delicias que tiene el campo
a cielo abierto, lleno de �rboles y pastizales, saltando de aqu� para all� como
la chiquilla que era. Mientras mi padre se dedicaba a lazar los animales,
amarrarlos de un poste y orde�ar las vacas, yo me d� gusto caminando por los
alrededores. �l me gritaba de vez en vez, mientras trabajaba, que tuviera
cuidado, que no me alejara mucho porque podr�a encontrar alguna alima�a por
all�. Yo ni caso le hac�a, pues estaba realmente contenta de haber ido por
primera vez a ese lugar al que tanto anhelaba conocer. Despu�s de casi dos horas
de trabajo con los animales, mi padre me llam�. Yo regres� hasta �l corriendo,
toda sudada de mi cuerpo, agitada por las correr�as por el potrero.


-Tienes hambre?


-Si.


-Entonces ven, que comeremos los emparedados.


-Si papi.


Sacando la comida de una bolsa, me dio un emparedado y �l
tom� otro, y comenzamos a comer tranquilamente. Mi pap� se encontraba sentado
sobre un banquito de madera que utilizaba para la orde�a, y yo fui y me sent� en
sus piernas para comer m�s c�moda. As� que pas� un rato, mi papi me pregunt�.


-Te sientes cansada, Julia?


-Si, tengo sue�o.


-Quieres dormirte un ratito?


-Si.


-Si quieres du�rmete aqu� sobre mis piernas.


-Si papi.


Mi pap� me abraz� e inmediatamente me acurruqu� en su regazo
y cerr� los ojos, qued�ndome medio dormida al cabo de unos minutos. No s� cuanto
timpo pas�, pero algo me despert� bruscamente. Sent�a como un movimiento suave y
lento de mi cuerpo, como si me estuvieran arrullando, pero al mismo tiempo me di
cuenta de que algo duro como un palo me rozaba mis nalguitas. Yo tra�a puesto un
short cortito un poco amplio de las piernitas y una blusita corta sin mangas,
con tirantitos de encaje. Abr� los ojos y busqu� la causa de mi perturbaci�n.


-Papi?


-Si hija.


-Siento algo como duro debajo de mi.


-Ah si?


-Si, que es?


-No te apures Julita que no es nada; t� sigue durmiendo.


-Bueno.


Pero ya no me dorm�, sino que solamente cerr� los ojos
fingiendo que dorm�a, pues quer�a saber que era lo que pasaba. Mi papi para
entonces se hab�a quedado quieto, pero cuando pasaron algunos minutos, mir�ndome
atentamente para comprobar mi estado, volvi� a los movimientos de vaiv�n, de
roce, y pude darme cuenta que lo que hac�a era que me mov�a de arriba hacia
abajo y de costado, frotando mi cuerpo contra sus piernas, donde en medio de
ellas pod�a sentir cada vez m�s grande y duro un bulto que se me incrustaba
entre los pliegues de mi pantaloncito corto. Los movimientos continuaron por
largo rato, lo cual comenz� a producirme un sentimiento placentero que no sab�a
como describir. Era la primera vez que me hac�a eso, y como no sab�a qu� era ni
como reaccionar, decid� continuar el juego, fingi�ndome dormida. Despu�s de
varios minutos de agitaci�n y movimientos, me di cuenta de que pap� comenzaba a
resoplar con fuerza, con la respiraci�n agitada y exhalando suaves gemidos de
placer, que trataba de ahogar de alguna manera sin conseguirlo, seguramente para
no despertarme. Hubo un momento en que me apret� contra sus piernas con tanta
fuerza que casi me ahoga. Pero yo aguant� todo, incitada por lo novedoso de todo
aquello que estaba ocurri�ndome. Pasados unos minutos, mi pap� como que se
afloj� todo, suspirando profundamente y como que sent� que descans� de algo.
Momentos despu�s me susurr� al o�do:


-Julita, despi�rtate...despi�rtate mi nena.


Yo abr� los ojos lentamente, para dar la impresi�n de que
efectivamente dorm�a.


-Que pasa papi?


-Despierta Julita, que ya nos vamos.


-Ya? Tan pronto?


-Si. Tenemos que regresar a casa o mami se preocupar� por ti.


-Est� bien.


As� que aquella fue la primera vez que fui a conocer el
establo con papi y la primera vez tambi�n que experiment� un suceso como aqu�l.



Cap. II



Los d�as transcurrieron apacibles y sin novedad aparente,
pero al siguiente fin de semana, mi papi me pregunt�.


-Julita, vas conmigo a la orde�a?


Mi coraz�n salt� de gozo al recordar la experiencia pasada,
sintiendo algo dentro de mi que no puedo describir; aunque de lo que no ten�a
duda era de que yo estaba esperando el momento de volver a irme solita con �l.


-Siiiiiii �le contest�-


-Pues prep�rate que nos vamos ahora mismo. Anda, ponte tu
pantaloncito corto y tu blusita sin mangas que llevaste la otra vez.


-Si papi.


Inmediatamente corr� a mi habitaci�n a cambiarme de ropa.


-Ya estoy lista.


-Bien, sube al caballo.


-Si papi.


Despu�s de que nos hubimos montado, salimos con rumbo al
establo de mi padre.


Una vez que llegamos, pr�cticamente se repiti� la escena de
la ocasi�n anterior: mi padre orde�ando las vacas y yo correteando por el campo,
sudando a mares y cans�ndome de lo lindo. Pero eso era en apariencia, pues
dentro de mi mente llevaba solo una idea: que mi papi me volviera a hacer lo que
me hab�a hecho la vez anterior. As� que un poco desesperada por la tardanza, iba
corriendo de vez en cuando y le dec�a:


-Papi, a que hora comeremos los emparedados?


-Al ratito, Juli..... deja que termine de orde�ar.


Y yo regresaba corriendo al potrero, serpenteando entre los
�rboles frutales con la idea fija de que mi papi acabara pronto su trabajo. Al
cabo de un rato y estando ya desesperada, mi padre me grit�:


-Julitaaaaaaa....ven aqu�.


Regres� corriendo como una loca.


-Ya terminaste de orde�ar?


-Si. Ven, que ahora s� comeremos algo.


-Yupiiiiiiiii.


Casi me le tir� encima, mientras que �l abr�a la bolsa y
sacaba dos tortas, d�ndome una y tomando otra para �l. Sentado en su banquita de
madera y sentadita yo sobre sus piernas, comenzamos a comer. Casi al instante de
haberme sentado sobre sus piernas comenc� a sentir el duro palo que se abr�a
camino debajo de la tela de su pantal�n, advirtiendo como cada vez se alargaba
m�s y m�s, peg�ndose por esa raz�n a mi pantaloncito corto. Al sentirlo as�, yo
me mov�a inquieta frot�ndome sobre aquel p�jaro endurecido, tratando de sentir
con mayor claridad su tama�o y adivinar la forma que ten�a. Mientras
continu�bamos comiendo, me di cuenta de que papi se agitaba cada vez m�s,
sudando no tanto por la labor de la orde�a, sino m�s bien por la excitaci�n que
experimentaba. Removi�ndome cada vez m�s inquieta sobre sus piernas, sent�a
aquella protuberancia pr�cticamente enterrada entre la tela de mi culito, en
tanto mi papi tambi�n hac�a algunos movimientos suaves jal�ndome sobre �l con
sus brazos puestos alrededor de mi barriguita, imagino que con la finalidad de
sentir mi cuerpo m�s pegado a su cosa. Al terminarnos los emparedados mi padre
me dijo apremiante:


-Tienes sue�o Julita?


-Si.


-Quieres dormirte un ratito como la otra vez?


-Si papi.


-Bueno, pues, te har� bien que descanses un ratito.


-Si.


Abraz�ndome toscamente, recost� mi cabeza sobre su pecho y
comenc� aquel delicioso juego de fingirme dormida para tratar de descubrir una
vez m�s que era lo que papi quer�a hacerme, aunque muy dentro de mi y para ser
sincera, a�n estando en la semi inocencia yo adivinaba ya de lo que se trataba.
El juego y el jaloneo continu� como la otra vez, por largo rato, produciendo
dentro de mi una deliciosa excitaci�n por la manera en que mi papi me lo hac�a,
aunque aquello era s�lo el comienzo, pero eso yo a�n no lo sab�a. Al paso de los
minutos los movimientos se hac�an cada vez m�s violentos, pues mi papi me
restregaba con fuerza sobre su polla parada al m�ximo frotando mi cuerpecito
cada vez m�s r�pido contra sus piernas, mientras su falo se ergu�a desafiante
debajo de la mezclilla haciendo como una carpa de circo en su entrepierna. Yo
estaba con los ojitos cerrados, como si estuviera durmiendo, pero la verdad era
que lo disfrutaba tanto como �l, pues era un juego tan nuevo para mi pero a la
vez tan excitante y fogoso, que todo aquello comenz� a despertarme brutalmente a
la sexualidad a�n desconocida para mi, que en esos momentos me significaban como
un delicioso juego er�tico encubierto, prohibido, anhelante y caliente. Pero las
cosas iban a cambiar en esta ocasi�n, pues de pronto mi papi detuvo sus
movimientos y pude ver como me llamaba por mi nombre varias veces, como para
cerciorarse de que efectivamente dorm�a. Yo decid� seguirme haciendo la dormida,
pues a esas alturas lo que quer�a y deseaba era saber todo lo que �l me quer�a
hacer crey�ndome en brazos de Morfeo.



Al ver que no le respond�, y una vez que �l estuvo seguro de
la "profundidad" de mi sue�o, moviendo mi cuerpecito ligeramente hacia un lado,
pude ver de reojo como se bajaba el cierre de su pantal�n y se secaba aquella
cosa tan larga, y sosteni�ndola en una de sus manos mientras con la otra me
abrazaba, me la coloc� entre mis piernitas junt�ndolas para que �stas pudieran
hacer presi�n alrededor de su polla tiesa y dura. Ahora pod�a sentir lo dur�sima
y larga que la ten�a y c�mo sobresal�a enfrente de m�, por en medio de mis
piernas aquella cabezota roja y brillante que rezumaba ciertos flujos
blancuzcos. As� me tuvo a su merced durante largo rato, y al no soportar m�s su
calentura, poni�ndose de pie me tom� en sus brazos y se dirigi� hacia la casita
donde guardaba sus menesteres de vaquero, las perolas y sus sillas de montar.
Hab�a all� una banca larga de madera donde mi papi sol�a trabajar, y
deposit�ndome suavemente sobre ella, no sin antes volver a cerciorarse de que
dorm�a a pierna suelta habl�ndome varias veces, se ubic� frente a m� sudoroso y
excitado, mientras llevaba sus manos al cierre de su pantal�n de mezclilla y se
sacaba de entre sus trusas un pedazo de carne largo, grueso y babeante por la
febril calentura. Yo, para qu� negarlo, recostada y con los ojitos semiabiertos,
por entre mis pesta�as pude ver y admirar por primera vez la polla tiesa de mi
papi, que en verdad era (ahora lo s�) digna de ser admirada, pues era de una
largura extraordinaria, aunque ciertamente no demasiado gruesa. De la punta de
la cabeza le sal�a como una especie de liquido blanquecino, el cual comenz� a
embadurnar suavemente alrededor de su glande mientras cerraba los ojos y
suspiraba profundamente, preso de una excitaci�n endiablada. Por mi parte pude
darme cuenta de que desde muy adentro de mi rajadita sal�a un hilillo de babita
que corr�a lentamente hasta mis bragas moj�ndome esa parte central donde hace
contacto con la tela. De momento pens� que pod�a tratarse de or�n, pero me dije
a mi misma que en realidad yo no ten�a ganas de orinar. Mi coraz�n lat�a con
fuerza, golpeando con rapidez inaudita mi pecho sintiendo como si se me fuera a
salir.



Para entonces, mi papi hab�a acabado de tallarse la lechita
que le hab�a salido sobre la cabeza de su verga, y abriendo los ojos y mir�ndome
con gesto libidinoso y ardiente, mientras bland�a con una de sus manos aquel
miembro largo y flaco sob�ndoselo de arriba a abajo, llev� una de sus manos a
mis piernas y procedi� a abr�rmelas lentamente, comprobando de vez en cuando con
atenci�n mi estado de sue�o. Yo me dej� hacer, tratando hasta de fingir alguno
que otro suspiro suave como cuando una duerme, que la verdad no s� si me
saldr�an bien, pero al fin y al cabo mi papi estaba tan ocupado en su tarea que
ni cuenta se dio. Una vez que me tuvo con las piernitas abiertas, llev� una de
sus manos a mi pantaloncillo, metiendo sus dedos por entre la amplitud de la
tela hasta llegar al filo de mi calzoncito mojado, y hurgando entre la piel de
mi intimidad y la telita de algod�n, pude sentir c�mo me pon�a su dedo m�s largo
en mi rajadita y empezaba a tallarlo suavemente de arriba hacia abajo con
lentitud. Por largo rato estuvo frote y frote su dedo, mientras yo apretaba mi
boca tratando de que �l no se diera cuenta de mi estado, pues a medida de que me
tallaba m�s a todo lo largo de mi rajadita, yo me excitaba cada vez m�s,
haciendo hasta lo imposible por no gritar de gusto y de placer. No contento ni
satisfecho con s�lo tocarme de esa manera, mi papi volvi� a cerrarme las
piernitas con cuidado, para proceder a bajar poquito a poco mi pantaloncito
corto. Una vez que me lo hubo quitado, hizo lo mismo con mis braguitas,
deposit�ndolas sobre el piso. Asi que ya me tuvo completamente desnuda de la
cintura para abajo, se subi� a la mesa y volviendo a abrir mis piernitas, tuvo a
su alcance totalmente desnuda mi vulvita sin pelos, imberbe y virgen, y
poni�ndose en una posici�n de tal manera que quedaba en medio de m�, comenz� a
frotar su verga parada y larga por encima de mi rajadita. Yo pod�a sentir sus
largos suspiros de calentura y placer, sus jadeos intermitentes, sus gotas de
sudor que ca�an como roc�o sobre mi cuerpecito desnudo, hasta que por fin,
habiendo llegado al m�ximo de excitaci�n, se derram� con fuerza y potencia sobre
mi, golpeando con sus chorros de leche sobre mi pubis abierto, sobre mis
piernas, sobre mi abdomen y hasta sobre mis brazos. Fue una sacudida fenomenal
la que experiment� mi papi en esa ocasi�n, pues demor� tanto tiempo eyaculando
sobre mi cuerpecito que se me hizo una eternidad todo aquello.



Al terminar por fin su faena y despu�s de cerciorarse de
nuevo de que yo estaba todav�a dormidita, se baj� de la mesa y busc� entre una
caja sacando un pedazo de tela con la que me limpi� totalmente la leche, y
tambi�n �l hizo lo mismo. Lentamente me volvi� a poner primero mis calzoncitos y
despu�s mi pantaloncillo corto, y una vez que hubo acabado, me comenz� a mover
suavemente habl�ndome por mi nombre.


-Julita...Julita....depi�rtate.


-Huuuummmmmm?


-Despiertate linda que ya nos vamos.


-Oh, me quede profundamente dormida, papi.


-Si, me di cuenta.


-Ya nos vamos a casa tan pronto?


-Si mi hija, porque ya es tarde...anda ap�rate, no se vaya a
preocupar tu mam�.


-Est� bien.



Cap. III



Pasaron algunos d�as despu�s de aquella hermosa experiencia,
tan nueva para mi, pero tan placentera y excitante que tengo que confesar que
cada d�a que pasaba deseaba m�s ardientemente que mi papi me volviera a hacer lo
mismo. Contaba los d�as esperando el fin de semana, que normalmente era cuando
�l sol�a llevarme al establo. Pero lleg� ese ansiado fin de semana y nada. Vi
algunos preparativos y me comenc� a desesperar. Yo hasta me atrev� a preguntarle
si me llevar�a esta vez, pero �l me dijo que en esta ocasi�n no ir�amos solitos,
porque tambi�n llevar�a a mi hermana mayor, que ten�a en ese entonces diez a�os.
Aquella revelaci�n me caus� cierta sensaci�n de incomodidad y hasta de enojo,
pero pensando que despu�s de todo ya habr�a otras oportunidades, le dije que
estaba bien.



As� que al poco rato nos hall�bamos en caminos los tres,
aunque en esta ocasi�n no fuimos a caballo sino en el jeep que ten�a papi.
R�pidamente arribamos al establo, y mientras mi papi se pon�a a trabajar en la
orde�a, mi hermana Luc�a y yo nos fuimos a dar un paseo por el campo. Despu�s de
andar un buen rato corriendo ambas por entre los �rboles, sudorosas y cansadas,
nos sentamos debajo de un abedul, no tan cercano al establo. Mi hermana Luc�a
comenz� a platicarme que le gustaba ir al establo con pap�, porque pod�a hacer
lo que quisiera, ya que papi no la vigilaba ni la rega�aba cuando se alejaba
demasiado. Entonces yo le pregunt�:


-Cuantas veces has venido con papi al establo?


-Hummm..varias veces... por qu�?


-No, por nada. S�lo preguntaba.


-T� cuantas veces has venido, Julita?


-Pues yo solo dos veces


-Te gano. Yo he venido m�s.


-Si?...y te gusta venir?


-Me encanta


-Por que?


-Ya te dije...porque puedo hacer lo que quiera...me siento
libre aqu�.


-Si?


-Si. Y claro, porque me gusta tambi�n jugar con papi.


-Jugar?


-Hummmm...si.


-Jugar a que?


-No te lo puedo decir.


-Por que no?


-Porque es un secreto entre papi y yo.


-Ay si supieras.


-Si supiera que, Juli?


-No, nada.....


-Oye no, ahora me dices.


-No porque es un secreto entre papi y yo.


-Me estas copiando o que?


-No.


-Entonces...cual es ese secreto?


-No te lo dir�


-Anda Julita, dimelo.


-No, porque tu no quieres contarme el tuyo.


-Hummmm....No.


-Ya ves?


-Oye.....


-Que?


-Y si te prometo contartelo, me contar�s tu tambien?


-Si t� me lo cuentas si.


-Pero prom�teme una cosa, Julita.


-Que cosa?


-Que jam�s se lo dir�s a mami ni a nuestros hermanos....ni a
nadie m�s.


-Tu tambi�n prom�teme lo mismo, Luci.


-Te lo prometo.


-Est� bien, cuentame.


-Ay...es que me da pena...y tengo miedo de que vayan a
saberlo. Si lo sabe mam� me mata.


-Nunca lo sabr�.


-Bueno, est� bien...te contar�...pero vuelve a jurar que no
lo dir�s nunca, Julita.


-Te lo juro, Luci.


-Ni a papi, eh?


-Ni a papi.


Y Luc�a comenz� a contarle a su hermana menor las cositas que
hac�a con su papi cuando �l y ella ven�an solitos al establo.


-Mira...todo empez� la primera vez que vine sola con �l aqu�.
No recuerdas que ten�amos el perro y la perra en casa?


-Si, pero eso que tiene que ver?..... anda cuentame el
secreto.


-Pues tiene que ver mucho.


-Ay por que?


-Porque si.


-Pues d�melo Luci, anda....


-Era un perro y una perra, y yo creo que ese d�a esos
animales andaban calientes.


-Calientes?..por que?


-Por lo que hicieron.


-Los perros?....que hicieron?


-Cogieron.


-Ahhh


-Sabes que es eso, no?


-Si, me imagino. Alguna vez los vi yo tambien. Uno se le
monta al otro y se mueven mucho no?


-Si.


-Bueno y que.....?


-Pues que ese d�a que vine con papi, �l trajo a los perros, y
cuando estabamos en el establo mientras el orde�aba las vacas y yo estaba junto
a �l, los perros empezaron a hacerse eso.


-Oh...delante de ti y de papi?


-Si. Entonces vimos que el macho mont� a la hembra, pero
antes de montarla pude ver como le sal�a su pip� rojo de entre las patas de
atr�s. Era largote y delgadito, y estaba como h�medo.


-Sigue....


-Entonces la perrita se acomod�, se qued� quietecita, y el
macho se le subi� encima. Al principio como que no pod�a, tu cres?


-No pod�a que?


-Montarla bien....met�rsela adentro


-Ah si?...por que?


-Pero despu�s de varios intentos, por fin consigui�
acomod�rsele bien, y ah� s� que le sali� todo su pipi bien largote. Vi como se
le mov�a esa cosa de un lado para otro, como si se lo jalaran, pero era que
estaba buscando el hoyito que tiene detr�s la perrita. Cuando por fin lo
encontr�, se empuj� sobre ella y empez� a meterle esa cosa larga adentro del
hoyito.


-Ay, me gustar�a ver bien eso....


-No dices que ya lo hab�as visto?


-Si. Pero cuando estaban en eso, mam� se dio cuenta y me
llam�, dici�ndome que no viera esas cochinadas.


-Jajajajajaja.


-Por que te r�es?


-No son cochinadas, Juli..... Es la forma como se hacen los
perritos.


-Ah si?


-Si.


-Oye...y pap� no te dijo nada?


-No. Al contrario, �l tambi�n estaba atento a todo eso.


-Ah si?


-Si.


-Verdad que pap� es m�s lindo que mam�?....�l no nos rega�a.


-Si, �l es mucho m�s lindo y consentidor...por eso lo quiero
tanto.


-Yo tambien.....bueno, pero sigueme contando Luci.


-Pues pudimos ver como le met�a esa cosa largota por detr�s.
Entonces yo le pregunt� a papi si eso era malo, y �l me contest� que no. As� que
�l dej� de orde�ar la vaca y yo tambi�n me dispuse a contemplar aquello. Lleg�
un momento en que el perro se la meti� toda hasta adentro, tu crees?


-Toda?


-Si, toda.


-Ay...no le doler�a?


-Eso le pregunt� a papi, pero el me dijo que no le dol�a, que
al contrario, le gustaba, si no no se dejar�a hacer eso.


-Pues eso si.


-Asi estuvieron por largo rato, el perro se la met�a y se la
sacaba pero no toda, solo un pedacito, como que le empujaba y le jalaba su pip�
largote de adentro hacia fuera, pero que crees?


-Que?


-Al voltear a ver a mi papi, me di cuenta de una cosa.


-Que cosa?


-Que �l ten�a tambi�n su pip� de fuera.


-De fuera...?...se lo sac�?


-Si. Tambi�n se le sali� a �l. Y se lo estaba como agarrando,
tu crees?


-Ah si?...y que m�s hizo papi?.


-Comenz� como a frotarse su pip� y pude ver que era m�s largo
y m�s gordo que el pip� del perro.


-Si?


-Si. Entonces mientras los perros segu�an haciendo eso, mi
papi se tallaba su cosota. As� estuvo un rato viendo �l a los perros mientras se
agarraba aquello de entre sus piernas, y yo tambi�n ve�a a los perros hacer eso,
pero mi vista iba de los perros a mi papi y de mi papi a los perros.


-Y que mas?....sigueme contando Luci....


-Lleg� un momento en que el perro macho dej� de moverse. Se
quedo completamente quieto, pero con su pip� adentro del hoyito de la perrita.
Yo, al ver eso, le pregunt� a mi papi por qu� ya no se segu�a moviendo el perro,
y �l me dijo que porque ya hab�a acabado porque ya le hab�a salido su lechita, y
que esa lechita se la echaba adentro a la perrita.


-Si?.......adentro?


-Si, adentro de su hoyito.


-Ohhhh.


-Y ellos ya estaban como pegados, porque se quedaron pegados
uno con la otra por un largo rato, y yo vi que no se pod�an despegar. La
curiosidad que sent�a me hizo volverle a preguntar a pap� porque estaban como
pegados y �l me dijo que cuando al perro macho le sale la lechita se le inflama
su pip� y se queda por un rato adentro de la perra hasta que se desinflama.


-Ahhhh.


-Pero yo ve�a como mientras eso suced�a mi papi se jalaba su
cosita, subiendo y bajando el pellejito ese que tienen los hombre all�, hasta
que me di cuenta que le empezaba a salir lechita a �l tambien.


-Ohhhh,....era lechita?


-Si.


-Como lo sabes?


-Porque la vi bien.


-Como hiciste para poder verla bien?


-Me acerqu� m�s a �l y la vi.


-Y no te dijo nada?


-No.


-Ah.


-Tambi�n yo le pregunt� a papi si esa era su lechita, y me
dijo que si. Y entonces se la limpi� con las manos y se guardo despu�s su pip�
dentro del pantal�n.


-Y los perros?


-Por all� anduvieron como pegados un rato, hasta que despu�s
se despegaron.


-Y que mas?


-Pues ese primer d�a, nos regresamos a casa con los perros, y
ya. Pero la siguiente vez que volvimos a venir ya no vinieron los perros, sino
que venimos solamente papi y yo.


-Y que paso ese dia?


-Pas� lo que te voy a contar ni�a. Yo andaba jugando por all�
mientras papi orde�aba. Me alej� un poco y me tarde un largo rato, pero al
regresar vi que papi ya no se encontraba en el sitio de la orde�a. Pensando que
ya hab�a acabado y que pronto nos ir�amos, le busqu� por los alrededores, pero
no estaba. Entonces se me ocurri� ir a la caba�ita para ver si estaba all�, pero
vi la puerta cerrada y cuando me dirig�a hacia all�, escuch� como unos quejidos,
o como una especie de gemidos. As� que para que papi no me viera, rodee la
casita para asomarme por una rendija entre las tablas. Una vez que mis ojos se
acostumbraron a la oscuridad de adentro, vi que papi estaba con su cosota de
fuera otra vez y se la estaba jalando como cuando la vez de los perros. Yo puse
atenci�n porque quer�a saber que era lo que papi hac�a solito, crey�ndome lejos
de all�, y con la puerta cerrada. Entonces vi que con su pip� bien parado y duro
se acerc� a un animal que estaba amarrado a la pata de la mesa. Al principio no
sab�a que animal era aquel, pero despu�s me di cuenta de que era una becerrita
chiquita bien bonita que yo hab�a visto con la vaca cuando papi la orde�aba.
Pero solo estaban la becerrita y papa. Papi entonces se dirigi� con aquello bien
duro hacia la becerrita y le toc� con las manos el hoyito que tienen detr�s y le
meti� primero un dedo, y vi como se lo empez� a mover adentro un buen rato.
Despu�s se le acomod� por detr�s al animalito y con su mano puso su pip� en la
entrada de la rajadita de la becerra. Y entonces vi como la agarraba de los
lomos y se le encimaba para meterle su cosota al animalito.


-Y el animalito que hac�a?


-Estaba quietecita. Pero el que no estaba quieto para nada
era papito, que se hundi� dentro de la rajita de la becerra hasta que no le
qued� nada afuera. Y entonces pude darme cuenta que �l hizo lo mismo.


-Lo mismo?


-Si. Lo mismo que el perro le hizo a la perrita.


-No entiendo.


-Si. Empez� a meter y a sacar de adentro del hoyito de la
becerrita su pip� largote, lo met�a y lo sacaba sin cesar. As� estuvo haciendole
un buen rato hasta que vino el final.


-El final?


-Si tonta.....el final.


-Como?...expl�came eso....quiero saber Luci.


-El final es cuando le sale la lechita y se la derrama
adentro del hoyito. No recuerdas qu� te cont� de la lechita de los perros?


-Ah si, ya recuerdo.


-Bueno, pues vino el final y papi se quedo montado y agarrado
del lomo de la becerra por un rato largo, hasta que finalmente se la sac�.
Cuando la sac� de adentro del hoyito pude ver que estaba toda embarrada de un
liquido blanco y espeso. Entonces papi fue hasta una caja y sac� un trapo de
tela y comenz� a limpiarse su pip� y tambi�n limpi� al animalito, porque lo
hab�a mojado de mucha lechita blanca que le sali� de su pip�.


-Si, he visto ese trapo de tela.


-Qu� dices?...donde y cuando lo viste t�....?


-Nada..nada...tu sigueme contando.


-Hummmmm....est� bien...


-Oye Luci, pero dime algo..... como sabes que le sali� a �l
la lechita de su pip� y no a la becerrita de su hoyito?


-Porque yo lo s�....esp�rate y ahora te contar�....ten
paciencia ni�a....


-Sigueme contando, por favor, que me gusta que me digas todo
eso.....


-Te gusta Juli...?


-Si,...me gusta mucho.


-Mmmmmm......Tambi�n a mi.... Oye, recuerda que me tienes que
contar lo tuyo, eh?


-Si,..... pero primero acaba tu.


-Est� bien. Despu�s que se limpiaron bien, papi desat� al
animalito y lo sac� fuera y �l, ya vestido, comenz� a llamarme a gritos. Yo me
alej� cuidadosamente sin hacer ruido de mi escondite y me fui detr�s de las
arboledas, y minutos despu�s aparec� de entre los �rboles sin que pap�
sospechara nada de nada.


-Que lista eres, Luci.


-Lo crees?


-Si. Eres muy lista......pero sigueme contando si?


-Cuando papi me vio salir de entre los �rboles me dijo que ya
nos �bamos. As� que subimos al caballo y regresamos a casa.


Continua...




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Relato: Mi inaudita vida incestuosa (01)
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