Relato: Lo que hice con mi hija, era mi �nica opci�n. Segunda parte
Relato: Lo que hice con mi hija, era mi �nica opci�n. Segunda parte
Fij� mi vista en mi mano derecha y vi c�mo se mov�a muy r�pidamente. Despu�s dirig� mis ojos a mi mano izquierda que tambi�n temblaba mucho. Not� que en mis dedos ten�a un l�quido muy pegajoso. Comenc� a frotar mis dedos tratando de sentir que tan viscoso era aquel l�quido. Lo acerqu� a mi nariz para apreciar su olor. Di un fuerte suspiro sobre mis dedos. Se me vino a la mente la respuesta, pero de momento no lo quer�a creer. Me negu� varias veces, hasta que al final termin� por aceptarlo. Efectivamente, ese l�quido proven�a de la vagina de Karla. No lo pod�a creer, ten�a en mis manos el flujo que segrega la peque�a vagina de mi hijita.
Entr� a m� habitaci�n muy despacio. Me met� a la cama con mucha cautela para no despertar a mi esposa. Hab�a sido un d�a muy largo y pesado, as� que estaba muerto y solo quer�a descansar. De repente <> hab�a olvidado limpiar con papel el l�quido vaginal de mi hija, as� que tendr�a que pararme para ir al ba�o y limpiar mis dedos. Iba a comenzar la maniobra cuando de repente Elsa, mi esposa, comenz� a moverse. Se movi� un poco m�s y despu�s despert� y fijo sus ojos en m�.
-�Hola amor?-pronunci� Elsa con voz dormilona.
Esa noche yo hab�a hecho cosas muy feas y estaba muy asustado. Me qued� pasmado y frio delante de ella. De repente mir� como mi cerebro orden� a mi mano que se introdujera en mi boca para que mi lengua pudiera chupar todo el l�quido pegajoso que ten�an mis dedos y que proven�a de la peque�a vagina de mi hija. Fue un acto inconsciente por miedo a que Elsa se diera cuenta de lo que acababa de hacer. Esa noche no pude conciliar el sue�o.
Al d�a siguiente me encontraba ya arriba de mi autom�vil para dirigirme a mi oficina cuando son� mi celular alertando mensajes. Abr� el primero:
1: �Que linda es la ma�ana, pero m�s lindas son las mujeres que habitan este mundo! (Karla). Buenos d�as.
Me calaba en la sangre que pronunciara en sus mensajes el nombre de mi hija.
Abr� el segundo mensaje:
2: Pasar� una persona de mi entera confianza (Rom�n) a su oficina por aquello. No se preocupe.
Solo quer�a que todo terminara, me dirig� a mi oficina y solamente espere a que transcurrieran las horas sentado en mi silla. Estaba qued�ndome dormido por la desvelada cuando son� el tel�fono. Era mi asistente.
-Lo busca el Lic. Rom�n Cajales.
Sent� como mi sangre se helaba y me puse muy nervioso, solamente pude decir:
�H�galo pasar- en tono muy bajito.
Met� la llave para abrir el caj�n donde ten�a el sobre con las fotos de Karla que desde muy temprano ya hab�a imprimido en mi oficina. Minutos despu�s, entr� a mi oficina un se�or bien parecido. Se coloc� en frente mi escritorio y yo me par� de inmediato. Extendi� sus dos manos al frente, a lo que yo entend�, quer�a que colocara el sobre en sus manos. Lo hice. Y �l sin mediar palabra sali� de mi oficina. Acto seguido me tumb� en mi silla y resopl� sinti�ndome un poco aliviado. Sent� como el cansancio hacia acto de presencia y poco a poco me fui quedando dormido.
Me despert� de golpe, debido a una pesadilla horrible. Mir� el reloj y era la una de la tarde. Me espabil� y de repente mi celular emiti� alerta de mensajes.
1: Hoy cupido nuevamente a volteado sus ojos hacia m� y ha inundado mi coraz�n de amor con su flecha. (Karla)
Calaba hondo en mis huesos que se expresara as� de esta manera.
2: He visto todo, es hermosa, encantadora, arom�tica, especial, una princesa, una rosa, un angelito, una diosa, es mi amor, es mi Karlita.
<>, no permitir�a que se expresara as�. <>. Mi pensamiento era correcto, nada pod�a hacer.
3: Necesito que lleves a t� hija con el siguiente especialista. Tiene una cita para hoy a las seis de la tarde. Es un ginec�logo. No falten.
Dr. Ricardo Montemayor. Hospital de la Cruz.
-�Que!- no entend�a que cosa tramaba mi jefe, pero por ning�n motivo le iba a seguir el juego.
Llegu� a mi casa; y aunque no me pod�a quitar de la mente toda esta situaci�n, yo estaba firme en que ya no me prestar�a para esas cosas pasara lo que pasara.
El reloj marc� la hora de la cita y por supuesto mi hija no hab�a asistido. Cay� la noche y aunque preocupado, me dije que hab�a actuado bien. Mi celular no alert� ning�n mensaje, trat� de dormir pero no pod�a conciliar el sue�o. Eran ya las 5 de la madrugada, cuando timbr� mi celular. Era una llamada entrante de Amalia, la esposa de Pedro, mi compa�ero de trabajo.
-Se lo llevaron- me dijo Amalia llorando.
Me dijo que unos hombres armados se hab�an llevado a Pedro. Me explic� como hab�a pasado. Colgamos.
Yo hice varias llamadas a colegas encargados de las autoridades competentes para que localizaran a Pedro. Quedamos en que cualquier cosa me llamar�an.
A mi celular llegaron estos mensajes.
1: Ya viste que s� me enojo cabr�n. Me fallaste y ser�s castigado.
2: Dale gracias a ella (Karla) que te de una nueva oportunidad.
3: En el mismo lugar, con el mismo m�dico. Hoy a las tres de la tarde.
<> Sab�a que lo de Pedro era obra de mi jefe. Llor� demasiado, y ca� en la raz�n que no ten�a otra alternativa m�s que obedecer a mi jefe.
Coment� con Elsa, mi esposa que era bueno que Karla visitara a un ginec�logo para que revisara que todo estuviera bien. Le dije que hab�a hecho una cita. A ella le agrado la idea debido a que gusta de cuidar mucho su salud. Le pas� todos los datos y acordamos que ella se encargar�a de llevar a Karla cuando saliera de la escuela.
Las horas transcurrieron, yo estaba muy preocupado y solo quer�a que todo terminara. Ya en la noche en cuanto tuve un tiempo a solas con mi esposa la cuestion� sobre la visita.
-�C�mo le fue a Karla?
-Bien- me dijo.
-De verdad, �todo bien?- volv� a preguntar.
-Si de verdad mi amor, todo est� perfectamente bien- respondi�
Yo estaba muy desconcertado, no sab�a exactamente que intenciones ten�a mi jefe con mi hija. En eso a mi celular lleg� un nuevo mensaje.
1: Al�jate a un lugar solo, donde nadie pueda escuchar ni ver.
Obedec�.
Mi celular alert� un llamada entrante.
-S� diga
- Hola Mart�n- dijo una voz.
Inconfundible, era mi jefe.
-Te dije que ser�as castigado. Callaras y escucharas hasta que yo cuelgue. No me hagas enojar. Ahora si�ntate que te contar� todo lo que pas� el d�a de hoy:
Mart�n, mis influencias son muy grandes. Tengo amigos en muchas partes. Una hora antes de la cita acordada, yo ya me encontraba en el hospital. Para ser exactos en la c�moda y elegante sala de espera. Estaba sentado, esperando pasar desapercibido. Ten�a mi tableta en las manos y hac�a como que le�a. Pero en verdad solo esperaba con muchas ansias que llegara t� hijita. Te digo algo. Ha sido la hora m�s eterna de mi vida. Tuve que aguantar sentado en el c�modo sill�n. El clima frio hacia que mi pene se parara, de inmediato mis pensamientos recordaban todas y cada una de las fotos de Karlita. Pod�a recordar hasta el m�s m�nimo detalle. Definitivamente tienes una diosa como hija. Sent�a unas ganas de masturbarme pensando en ella. Pensando en c�mo se sentir�a tocar la blanqu�sima piel de t� hija. As� sentado en la sala lo �nico que pod�a hacer para sentir algo de placer, era frotar mi pene con mi mano por encima del pantal�n.
Las horas se me hac�an eternas, pero el reloj segu�a su marcha. Y cada vez se acortaba m�s el tiempo. Yo estaba abstra�do en mis pensamientos. Cuando de pronto, escuch� c�mo se abr�a la puerta de la sala de espera. Gir� la cabeza de inmediato para ver qui�nes estaban entrando. No lo pod�a creer, eran dos mujeres muy hermosas. La mayor; atractiva a m�s no poder. Su belleza la hac�a parecer una reina. La segunda y mucho menor, era lo m�s hermoso que hab�an visto mis ojos. Su inocencia, su hermosura la hac�an parecer una princesa. Eran tu mujer y tu hija. Al entrar, se dirigieron a la recepci�n y le informaron a la se�orita de su cita. No alcanc� a escuchar muy bien, pero me supuse que le estaba dando los datos de a qu� n�mero de consultorio tendr�an que ir. No me preguntes c�mo le hice, en un principio te dije que mis influencias son muy poderosas. As� que debo decirte Mart�n, que me las arregl� para hacerme pasar por el m�dico ginec�logo que revisar�a a tu hijita.
Me levant� de inmediato y me fui a preparar para dar mi primera consulta como m�dico. Caminaba a paso discreto pero veloz. Mi cuerpo estaba completamente extasiado, pensando en todo lo que se ven�a a continuaci�n para mis instintos. Despu�s de todo, me encontraba ya sentado en el consultorio esperando a mi primera paciente. Cuando de repente, tocaron la puerta. Sent�a sensaciones muy extra�as en todo mi cuerpo. Estaba muy emocionado. Despu�s de la presentaci�n, pregunt� a t� esposa en qu� podr�a ayudar.
-Ver� doctor, mi hija tiene quince a�os. C�mo usted sabe su cuerpo ha sufrido varios cambios en todos los aspectos. As� que s�lo queremos asegurarnos de que todo marche bien.
-Entiendo- respond�. Mir� se�ora Elsa es algo muy sencillo. Es una revisi�n general la que se le har� a Karla. Durar� alrededor de una hora y al terminar podr� dictaminar si todo est� perfecto. Que ser� lo m�s seguro.
En todo momento yo trat� de infundir mucha confianza y profesionalismo para que tu esposa no sospechara nada. Le continu� explicando a tu esposa y ella estuvo de acuerdo a que procedi�ramos. La invit� a esperar afuera un momento para poder comenzar con la revisi�n a tu hija. Not� cierto nerviosismo en Karla, claro era su primera vez en esto. Elsa tambi�n lo not� y le dio un beso en la frente a Karla y sali�.
Me qued� a solas con Karla, iba a comenzar a darle indicaciones cuando me qued� pasmado. Estaba tan emocionado que no me hab�a dado cuenta que Karlita llevaba su uniforme puesto. Me encantaba la idea de saber que iba a revisar a una inocente ni�a colegiala.
Trat� de contener mi emoci�n para que Karlita se sintiera segura y comenc�.
-Muy bien Karla, me dices tu nombre completo y edad por favor- le pregunt�.
Karlita me respondi� amablemente.
Yo anotaba en la computadora sus datos. Despu�s le hice una pregunta que me encant� cuando me respondi�.
-�Eres sexualmente activa?
-No doctor. Soy�
No termin� la frase, se detuvo de repente. Not� que t� hija estaba nerviosa y esto le provocaba mucha verg�enza.
-Soy virgen. Por fin respondi�.
Despu�s de varias preguntas, le indiqu� que pasar�amos a la b�scula para tomar su peso y altura. Ella se levant� de la silla y yo hice lo mismo. Me fascinaba todo lo que tra�a puesto, quer�a poseerla en ese momento.
La mir� de la cabeza a los pies. Comenc� contemplando su playera. Totalmente blanca, con su escudo de la escuela, cuello y bordes azules. Seguramente era su uniforme deportivo. En la parte de su pecho, pude notar como se abultaba debido a sus formadas bolitas que quer�an crecer a�n m�s. Despu�s contempl� la prenda que cubr�a su otra parte del cuerpo. Era un short-falda color azul, no lo llevaba muy alto pero tampoco muy debajo de las piernas. Baj� un poco m�s mi vista y pude notar que llevaba unas calcetas color blanco con bordes azules. Y tambi�n llevaba un par de tenis totalmente blancos. Todo esto en conjunto hac�a lucir a tu hija como una colegialita muy hermosa. Cuando ella se subi� a la b�scula, pude darme cuenta que hab�a hecho ejercicio y debido a eso hab�a sudado un poco, pero a pesar de eso ol�a delicioso. Termin�. Enseguida le indiqu� que pasara al vestidor para que se quitara su ropa.
Ella me obedeci� enseguida, mientras yo esperaba muy ansioso, tratando de imaginar c�mo se iba a ir desprendiendo de su ropa. Y poder ver su cuerpo al natural. Eso me excitaba demasiado. En realidad, el vestidor solo era unas cuantas cortinas y hab�a un punto desde donde se pod�a mirar hacia adentro. Corr� de inmediato muy sigilosamente y me posicion�.
Primero comenz� quit�ndose su par de tenis. Se los quit� sin desabrochar las agujetas, solo empujando con sus propios pies. As� qued� Karlita solo con sus calcetitas blancas hasta los tobillos
Pude observar, c�mo Karlita se quitaba su playerita y al momento de levantar los brazos para sacarla se le enredaba su hermoso pelo. Se la quit� y la colg�. Vi su brasier color rosita con figuritas blancas. Vi como toda su pancita era muy blanca como todo su cuerpo. Despu�s comenz� a bajar el cierre de la falda. Mi verga se comenzaba a parar. Vi como cay� la falda al suelo y tuvo que alzar un poco los pies para que saliera la faldita. Al mismo tiempo que se agachaba para recogerla y colgarla. Dejo ver un lindo e inocente calzoncito. Color rosita y con corazoncitos. Estaba exquisita, sent�a como mi verga se pon�a m�s y m�s dura No pude soportar, cuando se agach� para quitarse sus calcetas. Sac� primero la derecha, poco a poco fue saliendo hasta quedar su hermoso piecito. Y as� despu�s sigui� con el otro hasta quedar completamente descalza. Sus piecitos blancos y perfectos, quedaron desnudos. Sus u�as estaban pintadas de rosita. La contempl� unos segundos m�s y despu�s me quite de ah�. Un momento despu�s, sali�.
Me qued� pasmado ante tanta hermosura. Me le qued� viendo un momento y not� como ella sent�a pena por mis miradas. Me control� un poco. Se ve�a preciosa, no pod�a dejar de admirarla hasta que pude decirle.
-Debes retirar tambi�n tu ropa interior. Le dije. Ya que Karla se hab�a quedado con su brasier y sus calzoncitos.
-Disculpe doctor- dijo ella con una voz tan tierna y dulce. Me pude dar cuenta que Karlita seguramente es una ni�a muy inteligente pero tambi�n muy inocente.
-No se preocup� se�orita- Dije con la voz m�s amable del mundo.
Volvi� a entrar y esper�. Por fin sali�. <> era una diosa, una princesa, una mujer �nica en el mundo. Me le qued� viendo con tono lascivo. Sent�a como mi boca se secaba. Estaba segur�simo que ahora si tu hija se sent�a incomoda.
Karlita cubr�a con su mano derecha sus senos y con su mano izquierda su peque�a vagina.
Yo ten�a que decirle algo de inmediato.
-Rel�jese por favor se�orita. Esto es algo muy sencillo.
-Disculp� doctor, estoy muy nerviosa- habl� con tono dulce y haciendo gestos de verg�enza.
Supuse que tal vez se dar�a cuenta, pero decid� no usar ninguna clase de guantes para poder sentirlo todo. Tratando de hacerlo lo m�s real posible, comenc� la revisi�n.
Me acerqu� a ella y baj� sus manitas para que sus pechitos quedaran al descubierto. Eran fant�sticos. Blancos, perfectos, jugosos y de buen tama�o. Sus pezoncitos de color rosita, hac�an crecer mi pene. Comenc� a tocar sus bolitas en diferentes puntos y le pregunt� s� dol�a. Ella me contest� que no.
Segu� acariciando sus bolitas, sintiendo su rica textura. Las acariciaba suavemente con las puntas de mis dedos. Acariciaba sus pezoncitos, y le volv� a preguntar si dol�a, pero ella me dijo que no. De repente no lo pod�a creer. Los pezoncitos rositas de tu hija se empezaron a parar. Yo sab�a que Karlita no ten�a malos pensamientos, pero su cuerpo respond�a a las caricias naturalmente. Eso me excit� much�simo, not� como mi verga comenz� a despertar. El deseo me atrap�. Mis manos comenzaron a frotar m�s fuerte los pechos de Karlita, vi como su carita comenz� a hacer gestos de dolor. A m� no me import� y continu� masajeando sus bolitas cada vez m�s fuerte De repente �auuh- protest� Karlita.
-�Duele?-pregunt�.
-Un poco-me dijo
-No te preocupes, vamos muy bien.
Camin� hacia un sill�n que se utiliza para las revisiones. Le coloqu� una s�bana blanca y limpia en el asiento y respaldo. Despu�s le hice la indicaci�n a tu hija para que se acercara.
-Muy bien Karlita, vas a pisar en este escaloncito, y te vas a subir al sill�n.
Mir� su carita y ella estaba muy apenada. Aun as�, ella obedeci� mis �rdenes al instante. Yo le di mi mano para ayudarla a subir. Ella aunque estaba incomoda me la tom� y se impuls� con ella.
-Muy bien Karlita, ahora vas a colocar tus piecitos en estas cositas. Eran unos soportes para que Karla subiera sus pies y sus piernas quedaran totalmente abiertas y poder revisar su vagina.
Tu hija me obedeci� sin decir nada. Subi� sus pies y yo no lo cre�a. Ten�a ante m� el mejor panorama que hab�a visto en mi vida. Yo empec� a tocar su vagina y not� como al contacto su cuerpo reaccion� ante mis manos fr�as.
Not� que Karlita estaba espantada.
-Regularmente esto no deber�a de doler. Si sientes una molestia me dices �Estamos?
-S� doctor- dijo Karlita asintiendo.
Yo comenc� a tocar su vagina muy despacito. La acariciaba y sent�a lo suavecita que era. No ten�a ning�n vello. Cuando ella estaba distra�da yo aprovechaba para acariciar mi pene con la otra mano.
Mi verga se pon�a cada vez m�s dura. Yo acariciaba con mis dedos la rajadita de tu hija. La frotaba suavemente, comenc� a acariciar sus labios vaginales y suavemente met� la puntita de mi dedo. Segu� frotando su rajadita, yo me encontraba tan extasiado que mi dedo la toc� bruscamente.
-Ahh- dijo tu hija.
Yo de inmediato me prend�, pero intent� disimular.
�Duele?-pregunt�.
-Poquito-me respondi� con voz dulce Karlita.
-Tranquila Karlita, ya casi terminamos- le coment� para que se calmara.
No pod�a creerlo, sent�a entre mis dedos el l�quido de la vagina de tu hija.
Yo s� que soy intocable, nada me pueden hacer. Po eso me anim� a hacer m�s cosas con Karlita. Segu� tocando con mis dedos la hermosa vagina de tu hija.
La frotaba suavemente con mis dedos, y le comenc� a meter muy despacito la puntita de mi dedo �ndice. Karlita no dijo nada, as� que lo fui metiendo hasta que casi entr� por completo. Voltee a mirar a tu hija y pod�a ver su cara de nervios. Como no hubo protesta de ella, comenc� a meter muy suavemente mi dedo medio, hasta que entr� todo. Yo estaba tocando mi verga y cada vez se pon�a m�s dura. Mis instintos se apoderaron de m� y comenc� a meter y sacar muy suavemente mis dedos que ten�a en la vagina de tu hija. Me estaba volviendo loco, empec� a aumentar la velocidad con que met�a y sacaba mis dedos. Cada vez iba m�s y m�s r�pido. Con mi otra mano masturbaba mi pene por encima del pantal�n. Segu� masturbando muy r�pido la estrecha vagina de Karlita.
-Auuh-exclam� tu hijita.
Casi explotaba en ese momento. Pero me contuve.
-Hemos terminado, espera un momento aqu�-le orden�.
Me dirig� hacia el vestidor donde Karlita hab�a dejado su uniforme. All� adentro vi su playera y su faldita colgada. Su par de tenis, estaba en el suelo junto a sus calcetas blancas. Levant� una de ellas, la ol� en varias ocasiones y la puse en su lugar. Despu�s me encontr� sus calzoncitos rositas, yo no pod�a resistir m�s. As� que saqu� mi verga y comenc� a masturbarme oliendo los calzones de tu hija. Era delicioso. Estaba a punto de venirme, pens� hacerlo en sus calzoncitos, pero se me ocurri� una mejor idea.
Segu� masturb�ndome m�s fuerte, sent�a lo mejor de la vida. Me encantaba la idea de que Karlita estuviera afuera totalmente desnuda en un sill�n. Estaba a punto de venirme y saqu� un frasco vac�o que tra�a en la bata. Ah� vaci� todo mi semen. Al estar eyaculando sent�a como se aguadaban mis piernas del enorme placer que me produc�a tu hijita. Cerr� el frasco y met� mi pene al pantal�n. Dej� todo en su lugar y me dirig� con Karlita.
Le expliqu� que todo estaba perfecto, s�lo que hab�a detectado una peque�a infecci�n en su vagina. Le expliqu� los factores que las provocan, le di recomendaciones y le coment� el tratamiento.
-Bastara que te coloques una cremita alg�n tiempo. Ahorita te voy a dar dos cucharaditas que te van a ayudar a tu m�nimo problema.
Yo saqu� de mi bata el frasco y una cuchara. Lo destap� y vaci� el l�quido en la cuchara.
-Sabe un poco mal Karlita, pero son muy buenas.
Tu hija segu�a desnuda y me miraba con una cara muy tierna. Ella asinti� en se�al de aprobaci�n.
-A ver, aqu� vamos.
Introduje la cuchara en su boca, y ella al sentir el sabor del l�quido hizo caras de asco.
-�A que sabe?- le pregunt�.
-Est� muy salado- me dijo tu hijita haciendo caritas de asco que la hac�an lucir hermosa.
Volv� a llenar la cuchara del l�quido blanco.
-Vamos con la �ltima-le dije.
Yo sab�a que Karlita ya no quer�a m�s, pero abri� su boquita para que yo metiera la cuchara. Le di la segunda cucharada de semen y ella volvi� a hacer caras de asco.
-Excelente se�orita, terminamos, ya puede vestirse-le dije.
Lo dem�s ya no tiene importancia as� que ya no te lo contar�.
-Mart�n, hoy descubr� que Karlita nunca ha sido tomada por ning�n hombre. Te felicito. Fue un placer conocerla m�s a fondo, me encant� como saboreaba mi semen. Ahora ella lleva algo m�o dentro. Un gusto hablar contigo Mart�n, descansa hoy que ma�ana tengo instrucciones para ti. Cu�date mucho.
Colg�.
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Relato: Lo que hice con mi hija, era mi �nica opci�n. Segunda parte
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