Relato: Katia, Mi hijastra



Relato: Katia, Mi hijastra

Mi hijastra:


Una historia en la que una hijastra, viene a la ciudad a
visitar a su padrastro.


Es como una hija desde que la conoc�, cuando ella ten�a nueve
a�os.


La vi crecer y la acompa�� todo ese tiempo, tratando de
ayudarla a llenar ese espacio, que su padre biol�gico le hab�a generado, con su
ausencia.


Mi hijastra tiene hoy 19 a�os, mide uno setentid�s y es
hermosa. Siempre tuvimos mucha intimidad y nuestra amistad super� los l�mites
que se recomiendan en este tipo de relaciones�


Yo supe de su primer beso, de sus primeras calenturas y
masturbaciones, de su primera vez y de la �ltima, siempre busc� mis consejos,
que siempre fueron para ayudarla. No preocuparnos por caminar por la casa en
ropas �ntimas, era lo normal y sobre todo en verano donde las temperaturas, as�
lo exig�an....


Por problemas econ�micos, hace un a�o tuve que emigrar hacia
la Capital, vivo en un depto de un ambiente para ahorrar y porque la idea era
volver a mi ciudad natal en cuanto las cosas mejoren�


Suelo volver a mi ciudad cada quince d�as o un mes para ver a
mi mujer y a mi hijastra. Cuando ella, termin� la secundaria quiso estudiar en
la universidad y para eso viaj� a BUE para anotarse. Pens� que en cinco d�as
Buenos Aires iba a poder hacer todos los tramites sin volver� loca y tom�ndoselo
con calma. Me pareci� buena idea y fue as� que se vino...


Le advert� que no iba a ser como en otras veces que ella supo
venir, ya que estaba a mil con el trabajo y que �bamos a estar muy poco tiempo
juntos. - No importa yo voy a estar tambi�n muy ocupada y as� podr� cocinarte o
ayudarte con la casa, mientras te espero. Me dijo ella, para que yo no me sienta
que iba a ser �til.


As� fue que un mi�rcoles a la madrugada la fui a buscar a la
estaci�n terminal de autob�s. La llev� a casa y desayunamos juntos, despu�s me
fui a trabajar y la dej� ordenando sus papeles y cosas... La llam� varias veces
desde el trabajo para hacerle algunas indicaciones, saber como viajar y como
estaba... Sab�a que iba a llegar como a las 22 a casa as� que le ped� que
cocinara algo o compre una pizza ya que calentar el horno es un suplicio en est�
�poca del a�o y en mi departamento min�sculo es peor.


No ten�a dos juegos de llaves as� que tuve que tocar el
portero el�ctrico para que bajase a abrirme. Al abrir la puerta de calle ella me
estremeci� con un abrazo muy fuerte, pude sentir todo su cuerpo, haciendo
contacto con el m�o y al subir el peque�o escal�n que permite el ingreso al
edificio sus pechos se insinuaron. No le di importancia a ese hecho pero no s�
si fue porque hab�a decidido no viajar en diciembre a casa hasta las fiestas y
las necesidades sexuales que eso significa... que por primera vez en mi vida, me
sent� inc�modo, con ella. Pero Katia no se inmut� ni sinti� esa sensaci�n, todo
lo contrario, parec�a contenta, energisada, cont�ndome que hab�a logrado hacer
todos los tr�mites que se hab�a propuesto para hacer en cinco, trat�ndome de
sorprender con el men� que hab�a ideado para la cena y el orden que le hab�a
dado al departamento.


Debo reconocer que yo estaba muy sorprendido ya que cre� que
le iba a faltar algo o que la ciudad la iba a inhibir y que iba a tardar los
cinco d�as entre idas y vueltas. Tambi�n me inform� sobre la cantidad de
rotiser�as o lugares de comida para llevar que hab�a en los alrededores de mi
departamento y por �ltimo el toque de limpieza y orden que hizo en ese mono
ambiente.


- Katia, mi princesa rusa, este lugar no estuvo mas alegre
que hoy desde que vivo en la capital. Ella agradeci� el cumplido y agreg�. -
And� a poner c�modo que yo sirvo la cena en cinco minutos...


Para mi ponerme c�modo era sacarme toda la ropa y quedarme en
boxer y as� lo hice fui al ba�o me saqu� el traje, la camisa, las medias, me
puse unas chinelas que uso para salir de la cama y en menos de cinco minutos
estaba sentado en la mesa esperando que me sirvan la comida... Eso y todo lo que
pasaba era totalmente extra�o para mi rutina.


Un peque�o biombo separaba la cocina del resto del
departamento. Esto as�a que desde que sal� del ba�o hasta que me sent� en la
mesa no nos vimos... Katia apareci� con dos platos en la mano de comida china
con un top blanco gastado por el uso y en tanga. Volvi� esa sensaci�n a mi
cuerpo y no la pude mirar a los ojos...


Comimos entre charlas y chistes. Me encontraba inquieto al
notar lo grande y extrovertida que se hab�a puesto en este �ltimo a�o que no
hab�a podido darle toda mi atenci�n por no encontrarme en casa.


La verdad es que los dos estabamos rendidos, de un d�a arduo
de trabajo. Ella insiste en lavar los platos de la cena mientras yo me apresto a
acostarnos. Me lavo los dientes y mientras ella se interna en el ba�o yo me
apresto a sacar la cama de abajo para ella, que apenas se apartan una de la otra
por quince cent�metros que son los �nicos que me permiten los espacios de
departamento.


Apago todas las luces menos la de la que uso para leer en la
cama, pongo el despertador para las ocho y media, haciendo todas las cosas que
suelo hacer antes de dormir, esperando que ella salga del ba�o y se acueste. Al
salir del ba�o not� que ella estaba brillante, y se sorprendi� a ver la otra
cama...


- No sab�a que ten�as dos camitas... Y sin esperar mi
respuesta, se acost� en la cucheta, a mi lado y como hac�a tanto calor apenas se
tap� con la s�bana.


Estaba totalmente sorprendo por su comentario. �Es qu� ella
pensaba dormir conmigo en mi propia cama de una sola plaza?


- Pens� que deb�a dormir en el piso. Me espet�, como si
hubiera le�do mi mente. - As� podemos hablar y mirarnos... a los ojos.


- Te aviso que un par de minutos voy a apagar la luz, linda,
ma�ana tengo que madrugar...


Hablamos de vaguedades un rato y luego nos dormimos o por lo
menos eso dijimos que har�amos. Sentir su presencia tan cerca m�o, me ten�a
totalmente inquieto... mi mente empez� a pensar en cosas que no deb�a y que a su
vez no sab�a como apagar. Estaba tan sensible que en el movimiento pendular del
ventilador, pod�a oler su presencia y me sent� un animal que huele a su presa a
la distancia. Mi pene empez� a tomar cuerpo y como a la hora de haber dado por
terminada la charla con Katia, no pod�a hacer otra cosa que irme al ba�o y
refrescar mi cabeza con agua fr�a. Una parte de mi mente dec�a que linda y que
mujer era Katia y la otra me dec�a que era mi hija.


Al volver a la cama note que ella no estaba dormida y no
sab�a si denunciarlo o hacerme el tarado. Opt� por la segunda... Ten�a miedo que
cualquier palabra, cualquier gesto, desatara la bestia que llevaba dentro.
Ninguno de los dos no mov�amos estabamos tiesos y el silencio de la habitaci�n
se hizo macizo.


Por la ventana se colaba los primero rayos de sol y me
encontraba tan cansado que no pod�a creer que ya estuviera amaneciendo...
dormit� unos minutos y cuando pens� que lo hab�a logrado, son� el despertador y
lo apagu� en seguida para que Katia siga durmiendo. Cuando me puse de pie, la vi
con la poca luz que entraba por la persiana, su tanga era muy peque�a y un ceno
trataba de escaparse por debajo del top. Mi pene creci� y mi mente no se despej�
en todo el d�a. En la oficina me hice una paja, pensando en coger con ella. Me
sent�a p�simo, una culpa me daba como un hacha en el pecho.


A eso de las 19 horas, me avisa por tel�fono, que vendr�a a
buscarme para que cen�ramos afuera... A las 21, se apareci� en mi escritorio con
una vestimenta que no reconoc�. Katia hab�a aprovechado el d�a para ir de
compras, La madre le hab�a dado plata para que se compre el regalo de Navidad.
Minifalda stresante, una remera muy ajustada con transparencias, una medias de
red y zapatos de con taco... nada de eso coincide con mi hijastra, parec�a una
provocaci�n lisa y llana, pero ella nuevamente me ley� el pensamiento y me dijo.
- Es un encargo que me hizo Laura, para su vestuario, pero me tent� en
disfrazarme y te lo quise mostrar.


Me daba un poco de verg�enza caminar por la calle con ella,
ya que parec�a uno de esos tipos con la crisis de los cuarenta que buscan
pendejas para volver a la juventud... y lo �nico que hacen es dar pena. Por otro
lado me encantaba que ella se haya animado a vestirse as� para que yo me luzca
con ella.


El juego que me planteaba, Katia todo el tiempo era el de
pareja y yo no sab�a si era mi cabeza afiebrada o que quer�a provocarme de
verdad, calentarme, cogerme y vencer a su madre en la competencia que llevan
desde hace varios a�os entre ellas.


Comimos en un restaurante lindo de la zona mas de onda de la
ciudad, muchas velitas, mesas de parejas, de todas su formas, gay, l�sbicas,
heteros... todo muy moderno y muy alterno. Los manteles de las mesas, eran
largos hasta el piso y pod�as imaginar que pasaba all� abajo. El ambiente
imped�a no hablar de sexo, y yo le escapaba a todo lo que fuera hablar muy
profundo con ella, ya que tem�a que se me escapara algo que no tuviera retorno.


- Te pasa algo... afirm� mi hijastra, y me interrog� con los
ojos... Sus hermosos ojos, verdes.


- Estoy cansado nada mas... yo te avis� que las cosas eran
as�. Estoy a fin de a�o, con mucho trabajo... Lo �nico que quiero es volver al
departamento y dormir, que pasen los d�as que faltan para las fiestas y poder
estar en casa, todos juntos...


- Bueno si te molesto me vuelvo ma�ana por la ma�ana a
casa...


- No seas boba, no es con vos... es con esta vida de mierda
que estoy viviendo... Lejos de las personas que amo... Mientras hablaba ella me
tomo la mano y me la apret� fuerte... su mirada se pos� en mis ojos y una pierna
rozo la m�as... No hubo nada mas que decir y la verdad es que no puedo decir que
pas�, pero toda la neutralidad que tuvimos hasta ese momento se precipit� y no
puedo asegurar que nada de lo que pas� fuera cierto... Baj� mi mano derecha por
debajo de la mesa y la toqu�. Ella no baj� la mirada y fue entonces en que
pedimos el postre, como si fuera urgente y nos fuimos dejando una propina
suculenta al mozo...


Caminamos mudos, abrazados hasta el departamento, apreciamos
dos amantes que van a buscar un lugar donde intimar...


Mi mano acariciaba su cintura y ella se recostaba dejando que
sus tetas chocaran en mi pecho... Volv� por el camino mas largo para sostener
esa situaci�n lo m�ximo posible, sabiendo que al final del paseo se jugar�a otro
juego... muy peligroso...


La segunda parte en breve. Que lo disfruten...




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Relato: Katia, Mi hijastra
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