SAMUEL, AMIGO, HAZME UN FAVOR
Una ma�ana de s�bado el cual ten�a libre y no trabajaba, me
demor� tumbado en la cama. Hac�a rato que percib� que mi esposa se hab�a puesto
en pie. Est�bamos solos en casa pues Pablo y Casandra, nuestros hijos de 12 y 10
a�os fueron de campamento ese fin de semana. Cris y yo hac�a tiempo que no
est�bamos solos con algo de intimidad a nuestros cuarenta y tantos. Ambos lo
quer�amos aprovechar y ella no tard� en ponerse en acci�n. Me trajo el desayuno
a la cama, algo que ella sabe que me encanta y mientras me com�a las tostadas y
beb�a el zumo de naranja ella empez� a bajarme los pantalones de pijama y a
acariciarme la verga por encima del slip.
-Cari�o �me dijo- �quieres que te haga una buena mamada?
- Eso no hace falta que lo preguntes amor �le dije yo.
Cris comenz� a meterse mi polla en la boca. Un s�bado por la
ma�ana uno siempre tiene ganas. Lo hac�a de vicio y lo echaba tanto de menos�
Cris se sent�a caliente porque ese fin de semana celebr�bamos nuestro
decimoquinto aniversario de casados. Ya no �ramos unos ni�os y el sexo se iba
apagando poco a poco; as� que era dif�cil ponerse manos a la obra. Esta vez era
especial y no era cuesti�n de desaprovecharlo.
-Chupa, chupa mi vida, �lo necesito!
- Por favor cari�o, alc�nzame el co�o con tu mano derecha y
me lo acaricias.
A veces uno se quiere abandonar al placer propio de forma
ego�sta. La verdad es que no me apetec�a mucho participar en el juego mutuo y lo
de acariciarla me produc�a pereza, tal era mi excitaci�n con la felaci�n que me
estaba realizando. En otras ocasiones mi mente vagaba cuando Cris y yo
manten�amos relaciones sexuales, y para concentrarme imaginaba estar follando no
con mi mujer sino con cualquier otra chica que me gustase por aquellos momentos.
Gilda, la vecina de enfrente, por ejemplo, tan joven, tan tierna. Era delicioso
pensar que era ella la que me la mamaba en aquel preciso instante.
-Sigue Cris, me voy a correr- le dec�a a mi mujer, mientras
ella apretaba sus muslos atrapando mi mano derecha, al borde del paroxismo de su
orgasmo.
En aquel instante yo eyaculaba emitiendo un berrido para
confirmarle a Cris que lo hab�a gozado plenamente. A ella le gustaba o�rme gemir
extasiado; y yo siempre hubiese deseado llenarle la boca de semen y que lo
tragara, o desparramarlo sobre su cara o sus senos, sin embargo ella retiraba mi
polla y apuntaba hacia otro lado. Siempre la he amado y no se lo he recriminado.
No estuvo mal la sesi�n de sexo; lo hicimos como los adolescentes,
masturb�ndonos el uno al otro. Eran las ocho y media de la ma�ana del s�bado y
ten�amos el d�a entero por delante para nosotros. Repondr�amos fuerzas y m�s
tarde lo har�amos de nuevo. As� que permanec� tumbado sobre la cama un rato m�s.
Record� nuevamente a Gilda mientras Cris se met�a en la ducha. Me qued� dormido
y empec� a so�ar con mi hermosa vecina, que ven�a a mi casa cuando yo estaba
solo, la invitaba a pasar y le ofrec�a un caf�. Curiosamente ven�a en camis�n y
no tard� en empezar a meterle mano, a sobarle las tetas y a meter otra mano
entre sus piernas. Ya le estaba acariciando su conejito sin apenas vello,
incipientemente mojadito cuando suena un timbre y pienso que es mi esposa que
regresa al hogar y nos puede sorprender. De ese sue�o lo que me despert� en
realidad fue el ring del tel�fono. Mi mujer, en albornoz, descolg� y se puso al
habla. Casi no o� lo que hablaba, pues estaba en otra habitaci�n, pero parec�a
saludar a alguien al que no hab�a visto hac�a tiempo. Cris se acerc� a m� con el
tel�fono inal�mbrico sin haber todav�a colgado: pretend�a que yo me pusiera al
habla y me indic� que se trataba de mi amigo Carlos. Respir� hondo pues hac�a
tiempo que no sab�a de �l ni de su mujer, Rosa. Carlos hab�a sufrido a�os atr�s
un accidente de tr�fico con su motocicleta que lo dej� postrado en una silla de
ruedas debido a una tetraplejia. Al principio, despu�s de su accidente lo
visit�bamos frecuentemente, pero a mi me part�a el alma verlo ah�, inmovilizado
y deprimido por su estado. La relaci�n, poco despu�s, se fue enfriando, aunque
yo lo sent�a profundamente. Antes de pasar todo aquello Carlos, Rosa, Cris y yo
�ramos inseparables amigos. S�lo ten�an un hijo, Anthony, de 14 a�os.
Al hablar con �l por tel�fono me pareci� encontrarle
ciertamente alegre y con renovado entusiasmo. Insisti� en que fu�semos a
visitarlos ese mismo fin de semana y no parec�a aceptar excusas. Rosa y �l
estaban en una casita que ten�an junto al mar y su hijo, al igual que los
nuestros, estaba ausente por estar realizando unas actividades extraescolares de
fin se semana. Intent� explicarle que era nuestro aniversario, y eso le dio pie
a insistir m�s todav�a dici�ndome que nos divertir�amos mucho. Mir� interrogante
a Cris, que era la m�s ilusionada en lo de celebrar nuestro aniversario
�ntimamente, pero a ella le pareci� bien lo de visitar a Carlos y a Rosa. �Por
qu� no? Ser�a un fin de semana distinto y por estar en compa��a no tendr�a que
dejar de ser especial entre Cris y yo.
Como apenas nos separaban 150 kilometros de la playa en la
que Carlos y Rosa ten�an la casita, el s�bado a media tarde ya est�bamos all�.
En contra de lo que yo pensaba el recibimiento fue c�lido y entra�able.
Verdaderamente se alegraban de vernos, y nosotros por supuesto de verlos a
ellos. Rosa hab�a preparado spaghetti para que comi�semos tras el viaje y
nuestros est�magos agradecieron el bocado. Carlos, aunque postrado en la silla,
sin apenas movimiento corporal, ten�a gran �nimo y ganas de hablar. Rosa estaba
guapa, como siempre, a pesar de los a�os. Carlos nos ofreci� bajar a la playa a
tomar un ba�o a Cris y a m�, Rosa se apunt� y �l se quedar�a leyendo una novela
de Truman Capote que ten�a archivada en el ordenador y un programa lector para
personas con minusval�a la pon�a a su disposici�n. Bajamos pues a la arena de la
playa y casi no hab�a gente tomando ba�os porque el verano no acababa ni de
empezar. Las mujeres se quedaron en bikini y me agrad� verlas juntas. Hac�a
tiempo que no ve�a as� a la rubia Rosa, cuyo cuerpo siempre me atrajo. Los tres
nos ba�amos y pronto ellas salieron del agua para tomar un poco el sol. Yo segu�
nadando y cuando sal� del agua fui a recorrer unos kil�metros de playa para
dejar a Rosa y a Cris, viejas amigas, conversar a solas; mientras me entretuve
en ver a chicas hermosas haciendo top-less. El verano, los cuerpos semidesnudos,
el sol, el agua, tal c�mulo de sensualidad hac�an que me excitase bastante y mi
deseo er�tico estuviese a flor de piel. A mi regreso ten�a una charla pendiente
con mi amigo Carlos, la cual se produjo en el porche de su casa mientras las
mujeres preparaban la cena. Encend� un cigarrillo y me sent� junto a Carlos
mientras las olas del mar deleitaban durante una noche deliciosa de luna llena.
- Perdona que haya roto vuestros planes de aniversario,
Samuel �me dijo Carlos.
- No te preocupes respond�, estar en vuestra compa��a resulta
muy grato.
Carlos, hizo una pausa, por primera vez aquella noche le not�
inquieto. Pronto supe que ten�a algo importante que decir y no dud� en
abordarlo:
-Samuel, �recuerdas aquello que est�bamos planeando antes de
tener mi accidente?
De repente me vino a la memoria aquella proposici�n que unos
a�os atr�s me hizo Carlos: la de un intercambio de parejas. Cuando me lo dijo la
primera vez el asunto casi me produjo un shock, y sent� cierto enfado con �l,
luego seguimos hablando de ello y sus palabras sirvieron para eliminar ciertos
prejuicios m�os. Por entonces �l ya casi ten�a convencida a su mujer y fue justo
cuando yo le iba a proponer a mi mujer probar cosas nuevas en el terreno sexual
cuando Carlos tuvo el accidente. Siempre me qued� con las ganas de saber que
hubiera ocurrido. Aliment� la fantas�a de que Cris hubiera aceptado porque ella
no se cansaba nunca de decir lo atractivo que le parec�a Carlos, pero sobre todo
aliment� la fantas�a de poder tener entre mis brazos a Rosa. Con lo del
accidente todo se frustr�, como tantas cosas en la vida de Carlos y la de los
dem�s.
-Samuel, �lo recuerdas? �pregunt� de nuevo, sac�ndome de de
mis pensamientos que vagaban en la memoria.
- S� �dije yo abstra�damente-. Hubiera sido una gran
experiencia si la hubi�semos llevado a cabo.
- Por supuesto que lo hubiera sido �dijo �l, compungido en su
silla de ruedas-. Despu�s de lo que me ocurri�, �lo intentasteis con alguna otra
pareja?
- No, nunca fui capaz de propon�rselo a Cris. Me hubiese
gustado haberlo hecho con vosotros.
- La vida es dura �dijo Carlos despu�s de una larga pausa
sumido en sus pensamientos-. Es muy dif�cil sentir, disfrutar, gozar�
- Entiendo Carlos �le dije, sinti�ndome muy solidario y
entristecido por lo suyo, y arm�ndome de valor pregunt�: �Es que Rosa y t� no�?
- Yo no puedo hacer nada en una supuesta relaci�n sexual. Lo
hemos intentado todo, pero no es posible gozar, al menos en mi caso. Deja que te
expliqu� alg�n pormenor�
- Habla conmigo abiertamente, somos amigos.
- Me puedo tumbar en la cama, pero estoy dormido de cuello
para abajo, no hay parte de m� que reaccione a est�mulo alguno. No vale ni una
felaci�n. Mi pene jam�s volver� a ponerse erecto. Por otra parte, Rosa viene a
m� cuando estoy tumbado y abre sus piernas sent�ndose sobre mi boca; hace ya
tiempo que estos cunnilingus apenas la satisfacen y a decir verdad yo cada vez
tengo menos fuerzas y la lengua ni para eso me vale.
Sent� un picotazo de morbo al imaginar a Rosa abierta de
piernas sobre un hombre casi inservible que le com�a el co�o a duras penas. Me
dije a mi mismo, en el colmo de la perversi�n, que aquella hembra apenas podr�a
sentirse satisfecha con tan poco. Carlos continu� habl�ndome:
-Entiendo que una mujer como la m�a tenga deseos y te
confieso que aunque con un nudo en la garganta, m�s de una vez le he sugerido
que se busque a un amante. Ella se niega a hacerlo y adem�s me asegura que nunca
me ha sido infiel. As� pues intentamos buscar alternativas al placer. He
descubierto que mirar me hace sentir bien, algo semejante al vouyerismo. La
pornograf�a no est� mal, u observar Rosa como se sienta frente a m� y se
acaricia y masturba. Es una mujer sensacional, pero siento tristeza por ella. Le
he propuesto pagar a una pareja para que viniese a casa y los dos pudi�ramos
contemplar c�mo follaban, pero Rosa es reticente a hacerlo�
Instintivamente pens� en lo que iba a continuar diciendo
Carlos, o al menos por donde iba encaminando la conversaci�n. Entend�a en cierto
modo su desesperaci�n y lo comprend� en la medida de las circunstancias que
rodeaban su vida, pero aquello era tan desbordante para m�
-Ah� entr�is vosotros amigo. Pero deja que te siga contando�
Continuara�