Ante todo, deciros que esta historia
es tan cierta como la vida misma, y lo que voy a relatar es una vivencia
que cambió mi forma de ver el sexo, y que la utilización
y disfrute del mismo es tan natural como cualquier otro complemento de
la naturaleza.
Mi nombre es Dani, actualmente tengo
25 años, pero la historia a la que hoy hago mención, ocurrió
hace aproximadamente 7 años...
Hacia un año que tenía
el típico ciclomotor que casi todos hemos tenido, y una tarde tuve
un accidente, del cual aparte de unos cuantos arañazos, me rompí
un brazo y me disloqué el hombro del otro brazo, así que
me tuvieron que inmovilizar ambos miembros durante 2 largos meses, imaginar
lo incómodo que significaba, pues tenía que depender de mi
madre para todo. Desde ducharme, hasta vestirme, pasando por comer, orinar...
etc... Algo nada agradable cuando ya tienes 17 años...
Mi madre por aquel entonces tenía
45 años, hacía más de 10 años que se había
separado, y no había vuelto a juntarse con otro hombre, no había
tenido más relaciones... (al menos que nosotros sepamos).
Después de un mes con los
brazos inmovilizados, yo ya no podía más... a esta edad tienes
muy despierto el instinto sexual, y mis hormonas estaban por las nubes...
Un sábado por la tarde, mi madre me comentó que si me quería
duchar tenía que hacerlo ya, pues ella se iba, así que le
dije que sí, que me ayudara, Y como siempre, me metí en el
baño, y me ayudó a quitarme el pijama.
Ella se ponía un bañador,
para no mojarse la ropa. Es una mujer que a pesar de su edad, guarda muy
bien su figura. Es bajita, morena con el pelo corto, con grandes pechos.
Así que me desnudé y desde fuera de la bañera, como
siempre, empezó a tirarme agua. Al enjabonarme el pene, esté
empezó a ponerse erecto, y a mi me dio una vergüenza increíble,
porque yo estaba demasiado caliente para esa situación, pero mi
situación en esa época impedía vestirme.
Mi Madre, que no es tonta se dio
cuenta de la situación, y en un principio no dijo nada y siguió
enjabonando mi cuerpo, pero minutos después volvió a bajar
al pene para enjabonarlo, y este empezó a ponerse erecto de una
forma exagerada. Entonces mi madre paró y me dijo:
-Estas pasando una mala temporada
¿eh?
- Si, (le dije), es mucho tiempo.
Lo siento.
- No hay nada que sentir, no te
preocupes porque es normal, ya llevas más de un mes así.
¿quieres que llame a una prostituta un día y os deje solos
un rato en casa?
- Yo me quedé flipado, y
le dije que no, que me aguantaría hasta estar bien de los brazos,
que solo me quedaban unas semanas. Y que me daban mucho asco las prostitutas.
Mi madre lo comprendió y
me dijo que podía contar con ella para cualquier cosa, que ya sabía
yo que podía confiar en ella. Y Claro , yo le dije que habían
cosas que ella no podía hacer, y aquí empezó todo.
- Si quieres yo puedo acariciarte
un poco, no pasará nada, y te quedarás más tranquilo,
será como si lo estuvieras haciendo tú, y no miraré.
Me quedé callado y no dije
nada, entonces ella dijo que quien calla otorga, y empezó a enjabonarme
el pene con suavidad, haciéndome una paja muy lenta, como si tuviera
miedo de hacerme daño. Pero de pronto mi pene dejo de estar erecto
y se quedo un poco fofo, entonces mi madre me dijo:
- ¿Te hago daño?
- No, pero es que me resulta muy
raro, y además, no tengo revistas ni nada con que excitarme, me
da mucha vergüenza.
Entonces mi madre me dijo que estuviera
tranquilo. Se bajo el bañador hasta la cintura y me dijo que le
mirara los pechos. Eran enormes, algo caídos pero enormes, y empecé
a ponerme muy caliente. Ella me dijo que podía chuparlos que estuviera
tranquilo y que el sexo era algo natural, así que yo empecé
a acariciarlos con la boca, mis labios y mi lengua empezaron a jugar con
uno de sus pezones, que era enorme y muy marrón, y estaba verdaderamente
duro, lo chupaba una y otra vez, y mi madre comenzó de nuevo a masturbarme,
con mas rapidez y algo menos de suavidad... me encantaba¡¡¡
ella por su parte empezó a soltar como pequeños gemidos,
entrecortados por pequeñas pausas en su respiración, y me
dijo que ella también hacía tiempo que no se tocaba, y sin
más espera metió su mano dentro del bañador y abrió
un poco las piernas... empezó a tocarse y yo estaba a punto de correrme,
ella lo notó y paró.
Yo le dije que no parara, pero ella
me dijo que esperara, y que la mirara un poco. Mi vergüenza había
desaparecido, ya que ella estaba tan tranquila, y se quitó del todo
el bañador, se sentó en la bañera y cara a mi empezó
a rozarse con la llema de un dedo... Yo no podía más... su
vagina era toda una mata de pelos, pero ella apartaba los pelos negros,
duros y rizados y me decía que así podía verlo mejor,
y de repente empezó a ponerse jabón por toda su vagina y
se metió un dedo, mientras con la otra mano se acariciaba el clítoris,
entonces me acercó hasta ella y se metió mi pene entero en
su boca, y empezó a hacerme una mamada increíble... yo me
moría de placer, y ella se metía mi pene una y otra vez en
su boca, entonces se lo sacó y me dijo:
- Porfavor, besame un poco a mi...
Yo no sabía a que se refería,
pero bajó mi cabeza hasta su vagina y empecé a pasarle la
lengua, a la vez que ella se metía dos dedos una y otra vez y me
seguía masturbando, entonces empezó a moverse como una loca
y ella misma se metió otro dedo en su vagina, era enorme y los tres
dedos estaban enjabonados al máximo, empezó a contraerse
su vagina y ella se retorcía mientras ponía una cara de lujuria
total, me quitó la cabeza y empezó a mamarmela otra vez,
pero se la sacó y me dijo que no me preocupara de correrme dentro
de su boca, que no le daba asco de mi...
Su vagina había dejado un
olor increíble en el ambiente, y mientras me la mamaba me acariciaba
el ano con un dedo... entonces ya no pude más y reventé en
su boca... Ella siguió un poco más y al poco se la sacó
de la boca...
Se duchó conmigo y me vistió...
Me dijo que ya sabía que podía contar con ella para hablar
de cualquier cosa y de hacer lo que quisiera, que el sexo era algo normal,
y que se podía disfrutar con naturalidad y sin complejos, pero que
quedara entre ella y yo, pues los demás no lo comprendería...
El tiempo pasó, y pronto
me recuperé. Han habido otras experiencias con mi madre, pocas,
pero las han habido, y nuestra relación Madre-Hijo, nunca se ha
visto dañada. Mi madre fué mi maestra, y nuestra confianza
ha sido nuestro talismán...
GunDan.