Ese a�o fuimos de vacaciones con mi marido a un peque�o
poblado que nos hab�an recomendado mucho y realmente no la pasamos mal, yo sobre
todo. Ahora se van a enterar el porque.
La casita que alquilamos estaba sobre la playa y mi marido
que es un fan�tico de la pesca (en parte por ello decidimos veranear en este
bello lugar) ya a la ma�ana lanzaba las ca�as en la playa mientras tom�bamos
sol.
Una de las tardes, paseando por la playa se contact� con
otros pescadores que le explicaron que la mejor zona de pesca estaba un par de
kil�metros m�s al sur y que el mejor momento era la tarde.
A partir de ese d�a desaparec�a despu�s de almorzar y
regresaba entre las 6 y 7 de la tarde.
Yo me dedicaba a tomar sol en la playa, darme unos ba�os de
mar y volver a la casa a descansar un rato hasta que �l regresara.
Generalmente todos los d�as despu�s de cenar nos �bamos a
tomar una copa.
Despu�s de un par de d�as de estar sola en la playa simpatic�
con un par de muchachos que estaban solos cerca de m�.
Nos pusimos a charlar y pronto me invitaron a tomar una
cerveza en una marisquer�a de la playa y acept� gustosa.
Tras la cerveza nos despedimos y me fui a casa. Mi marido
lleg� un poco m�s temprano, hicimos el amor y luego de cenar le propuse ir a
tomar unas copas, como era costumbre.
As� lo hicimos y como en el local se pod�a tambi�n bailar lo
invit� a acompa�arme pero como dijo estar cansado se qued� en la barra y me
propuso bailar sola.
No lo dud� ya que mi cuerpo me ped�a movimiento y no par� de
hacerlo no se por cuanto tiempo.
De pronto dos muchachos se acercaron salud�ndome y me di
cuenta que eran los dos j�venes de la playa con los que hab�a estado tomando
cerveza a la tarde.
Comenzaron a bailar junto a m� y nos re�mos y divertimos
durante un buen rato. Cuando me quisieron invitar con una copa los llev� a la
barra donde estaba mi marido y se los present�.
Charlamos un rato de cualquier tema y volv� a bailar.
El alcohol hab�a hecho mella en mi y bailaba completamente
desinhibida. Creo que los muchachos se dieron cuenta porque se acercaron y
comenzaron a moverse junto a mi.
De vez en cuando notaba como rozaban sus cuerpos con mi
trasero e incluso por delante con cierto descaro. Me fue gustando el jueguito,
me excitaba y lleg� un momento en que los ayudaba tambi�n a esos roces.
Cuando bail�bamos en trencito, me colocaban entre los dos,
aplast�ndome contra ellos agarr�ndome fuerte de los muslos y presion�ndome por
detr�s de forma que, incluso sent�a en mi cola debido al fino vestido que
llevaba puesto, la dureza de sus miembros.
Mi marido, ajeno a todo, continuaba con sus copas en la
barra.
La situaci�n me puso nerviosa. Era la primera vez en mis a�os
de matrimonio que el deseo, aunque fuera en forma de juego, me atra�a con
alguien que no era mi marido.
Decid� dar por terminada la sesi�n y me desped� de los
muchachos. Cuando regres� a la barra mi esposo no se sosten�a en pie de tanto
que hab�a tomado.
La casita estaba cerca pero como su estado de borrachez era
muy subido le ped� ayuda a los muchachos.
Como pudimos lo llevamos al autom�vil y lo acostamos en el
asiento trasero. Uno de ellos se puso al volante y el otro nos segu�a en su
propio coche.
El muchacho no paraba de mirarme y el saber que mi marido
estaba junto a m� y que el joven se insinuaba a mi lado me estremec�a
sobremanera.
Cuando llegamos entre los tres lo bajamos y lo llevamos hasta
nuestra cama donde lo dejamos tendido.
Acompa�� a los muchachos a la puerta para despedirlos y
agradecerles por lo hecho cuando uno de ellos, N�stor, me tom� por la cintura y
pos� sus labios en mi boca. El otro, Pablo, me tom� por detr�s mordisqueando y
besando mi cuello.
No supe como reaccionar y por las caricias que recorr�an todo
mi cuerpo comenc� a humedecerme.
El miedo y la verg�enza me hicieron reaccionar. Me apart�
como pude y los hice marchar sin m�s explicaciones.
A la ma�ana siguiente, despu�s de un ba�o en la playa nos
fuimos a comer a uno de los restaurantes cercanos a la casa.
Como la relaci�n con mi marido es de lo m�s normal y siempre
nos confiamos el uno al otro todo es que no pod�a mantener en secreto lo que
hab�a sucedido y se lo cont�.
Reaccion� mal y me hizo poner mal a m� al se�alarme como la
�nica culpable por haberlos incitado con el baile.
Terminamos de comer sin hablarnos, me sent�a muy disgustada
por sus palabras, y nos marchamos a casa.
Tras el almuerzo, se march� con sus ca�as y me dijo que
volver�a tarde.
Decid� no ir esa tarde a la playa, me di una ducha y me
recost� un rato.
Estaba media adormilada cuando son� el timbre. Mi sorpresa
fue may�scula al abrir la puerta y encontrarme con los dos j�venes con un ramo
de flores y una caja de bombones. Dijeron que era su forma de pedir perd�n por
lo sucedido el d�a anterior y como yo tambi�n ten�a la sensaci�n de haber sido
culpable los invit� a pasar y les ofrec� un caf�.
Realmente no se c�mo sucedi�, quiz� por la discusi�n con mi
marido o tal vez, por verme sola acompa�ada por los dos j�venes que sab�a que me
deseaban, es que me fui calentando pensando en la situaci�n en que me
encontraba. Estaba solamente cubierta por la toalla de ba�o y sentada frente a
ello que, mientras tomaban su caf�, no dejaban de mirarme las piernas que,
voluntaria o involuntariamente, iba abriendo cada vez m�s dejando ver mejor mis
muslos.
La tensi�n crec�a y era detectada con mayor claridad por los
muchachos.
Cuando me par� para ofrecerles m�s caf�, Ra�l me tom� por la
toalla arranc�ndomela y dej�ndome completamente desnuda frente a sus ojos. Me
tom� del brazo y tir� hacia �l hasta que ca� sobre ellos.
Permanec�an sentados en el sof� y me atenazaban acostada
sobre sus muslos.
Sus manos comenzaron a acariciarme por todo el cuerpo. La
boca de Pablo tomaba mi lengua mientras sus manos se llenaban de mis tetas. Ra�l
acariciaba mi concha con sus dedos.
No pod�a creerlo. Me estaba derritiendo de placer con lo que
estaban haci�ndome.
No pod�a estar quieta y comenc� a desnudarlos toscamente.
Ra�l se arrodill� y con su lengua recorr�a mi sexo,
deteni�ndose en el cl�toris, que masajeaba en forma inusitada mientras sus manos
se aferraban a mis nalgas en forma brutal.
No pude aguantar m�s y me corr� en su boca gimiendo como una
loca.
Tom� la verga de Pablo y me la introduje lentamente en mi
boca.
Aceler� el ritmo hasta que explot� en mis labios dejando
correr por mi barbilla su leche espesa y ardiente.
Ra�l no quer�a ser menos y me volte� dejando mi cara a
escasos cent�metros de su pija al tiempo que Pablo, que hab�a recobrado
r�pidamente su erecci�n, se hab�a acomodado entre mis piernas.
Con un movimiento r�pido me sent� sobre �l penetr�ndome hasta
el fondo. Mi cuerpo sinti� un profundo escalofr�o que pronto se transform� en
gemidos a medida que sus acometidas se volv�an m�s fuertes. El impulso de las
embestidas aceler� el ritmo de la verga de Ra�l que ten�a en la boca. Mis dos
manos la atenazaban mientras mis labios se ajustaban a su rojiza cabezota.
Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se volcaron
hacia mis entra�as invadi�ndome de un �xtasis salvaje e insoportable y tuve un
nuevo orgasmo y luego la relajaci�n m�s intensa que halla podido vivir.
Los muchachos hab�an acabado tambi�n y quedamos los tres
rendidos en el suelo.
Mientras recuperaba el aire los j�venes aprovecharon para
llevarme hasta el dormitorio y tenderme sobre la cama.
Los dos manten�an la erecci�n, eran muy j�venes y ah� lo
demostraban en plenitud.
Ra�l, aprovechando mi posici�n coloc� su miembro en mi
maltratado sexo y comenz� a moverse lentamente.
Las embestidas se fueron haciendo m�s duras e intensas y mi
cuerpo empez� a sentir nuevas y �nicas sensaciones.
Cuando sobre mi culo sent� el golpeteo seco y r�tmico de sus
huevos comprend� que hab�a sido capaz de albergar completamente su miembro. Mis
flujos comenzaron a manar abundantes, amortiguando el intenso martilleo al que
me somet�a.
Pablo no quiso ser menos y se arrodill� sobre mi cara. Mi
lengua recorr�a sus huevos mientras mis manos completamente h�medas de flujos y
secreciones recorr�a su pene. El ritmo de Ra�l comenzaba a ser fren�tico y en
cada embestida mi vientre reventaba sometido a un placer desconocido para m�.
Pablo, sobreexcitado por mis gemidos se corri� de nuevo en mi
boca, que en esta ocasi�n no dej� escapar ni una sola gota.
A ra�z de ello y por el incesante castigo al que Ra�l me
estaba sometiendo explot� en un orgasmo lento y profundo.
Sent� perder el sentido y ca� abatida en la cama.
Los muchachos se despidieron de m� y abandonaron la casa.
Despu�s de un rato me duch� y me qued� esperando a mi marido.
Esta vez le fallar�a y no le dir�a nada de lo acontecido.
La tentaci�n hab�a sido m�s fuerte que yo y quer�a tener ese
recuerdo imborrable en mi memoria.
No le dir�a nada porque lo sigo queriendo y no quiero acabar
nuestro matrimonio.
Por supuesto que a los muchachos no los vi m�s. Lo acompa�aba
a mi marido y me quedaba en un playa cercana a la que �l iba a pescar.
Piru