Relato: Resolviendo diferencias





Relato: Resolviendo diferencias

Jose Luis se miraba en el espejo de la habitaci�n de
invitados y no sal�a de su asombro. �Qu� habr�a visto aquel hombre en �l? De
acuerdo, era alto y bien formado, y de joven hab�a sido deportista, pero hac�a
largo tiempo que sus obligaciones profesionales le hab�an ido alejando del
gimnasio. Adem�s, los acontecimientos del �ltimo a�o hab�an supuesto una
multiplicaci�n de sus responsabilidades. No, realmente hab�a tenido muy poco
tiempo para ocuparse de s� mismo.


Mir� su cara. Era una cara agradable y simp�tica. Habr�a
incluso quien dijera que era guapo. Unas facciones suaves y unos ojos que
realmente llamaban la atenci�n por su color azul claro. Eso era lo que dec�an
todos, pens�, que los ojos eran su punto fuerte. Y todav�a conservaba la mayor
parte de su cabello moreno. No todos los varones de m�s de 40 a�os pod�an
presumir de lo mismo.


Se mir� el resto del cuerpo, que llevaba desnudo. Cu�nto
echaba en falta el gimnasio. Hab�a que potenciar esos pectorales, siempre lo
hab�a pensado, y los b�ceps y los tr�ceps� En cambio el abdomen se conservaba
liso y en forma, gracias a la costumbre de hacer abdominales todas las ma�anas
al levantarse.


Hizo dos o tres posturas ante el espejo, de las que realizan
los culturistas para marcar sus m�sculos. Realmente no estaba tan mal, ya se
cambiar�an por �l muchos de su edad. Lo que habr�a que valorar era lo de
someterse a una buena depilaci�n, porque ten�a entendido que ya no se llevaba
esa capa de pelo moreno y rizado que le cubr�a pecho, abdomen y la totalidad de
las piernas.


En cuanto al instrumento de su virilidad, aunque era m�s bien
delgado, llamaba la atenci�n por su longitud. Cuando era un adolescente y
coincid�a en los vestuarios con sus compa�eros, siempre llamaba la atenci�n y
m�s de uno le tomaba el pelo, que si cualquier d�a te la pisas, que si a ti no
te hace falta llamar a la puerta con la mano, etc. Con el paso del tiempo
aquello no hab�a hecho sino confirmar las promesas y seguir creciendo y
creciendo. Ahora, se mir� abajo, lo ten�a descansando y ya le llegaba a medio
muslo. Pero el recuerdo de los calientes hechos acaecidos aquella misma tarde ya
amenazaba con despertar a la fiera de los 25 cent�metros.


Porque todo lo que hab�a sucedido desde que hab�a llegado a
la ciudad le ten�a profundamente turbado. Ya le sorprendi� que �l mismo en
persona fuera a recibirle al aeropuerto. -Cu�nto honor- pens� con iron�a,
-despu�s de tanto tiempo sin contestar a mis llamadas. �Qu� querr� demostrar?�Y
a qui�n?


Bien, para comenzar con tanto recelo era mejor no haber
venido. Decidi� tomarse las cosas con m�s filosof�a y esperar a ver c�mo
transcurr�an los acontecimientos. Adem�s, �l no era una persona que se cerrara
las puertas nunca a nada. Ya en el coche intent� romper el hielo:


-�Sabes, es la primera vez que vengo a esta ciudad?


-�Qu� me dises!- Aunque George dominaba el idioma
espa�ol, un suave acento delataba que no era su lengua materna.- Si te parese,
podemos dar una vuelta para que conoscas esto un poco, y luego ya nos
vamos a trabajar.-


-�De verdad ser�as tan amable?


-Claro, ser� un plaser.- Dijo con su voz
aterciopelada. Y volvi�ndose hacia el chofer, le dio detalladas instrucciones
sobre el recorrido que deb�a realizar. Jos� Luis no entendi� nada porque no
hablaba apenas el ingl�s.


Durante todo el viaje, su anfitri�n, enormemente agradable y
sonriente, le fue desvelando uno por uno los secretos de aquella hermosa ciudad,
cont�ndole detalles que insinuaban una cultura m�s vasta de lo que Jose Luis
hab�a sospechado, aunque con una naturalidad y una cordialidad que alejaban
cualquier atisbo de presuntuosidad. Realmente era un maestro de la hospitalidad
aquel hombre y disfrutaba con lo que hac�a. Jose Luis se empezaba a sentir cada
vez m�s relajado y m�s de una vez no pudo contener la risa al o�r las simp�ticas
ocurrencias de su compa�ero de paseo.


-Oh good. Me encanta verte re�r. Ya sab�a yo que nos
�bamos a llevar muy bien- y poni�ndole una mano en el muslo, le dio unas
palmaditas como si fueran amigos de toda la vida. Se miraron a los ojos y Jos�
Luis, instintivamente, retir� la mirada, pues tanta sensaci�n de intimidad le
resultaba algo inc�moda. No se pod�an resolver las cosas tan sencillamente con
un hombre al que hab�a detestado, no era algo que su sensible coraz�n pudiera
soportar as� como as�. En cambio, George parec�a dispuesto a empezar de cero,
como si nunca hubiera pasado nada. Su mirada era tranquila, con ese 90% de
inocencia y 10% de picard�a que le hac�a conseguir todo lo que se propon�a. Jos�
Luis le observaba y se preguntaba c�mo, sabiendo de lo que era capaz, le
resultaba a la vez tan c�lido y entra�able. Era algo que apelaba a su instinto y
se impon�a a la fr�a l�gica de la raz�n.


Por fin, el paseo termin� y llegaron a su destino, pero
George le propuso aplazar de nuevo la sesi�n de trabajo y probar la sauna que
ten�a en su residencia. Jose Luis intent� rehusar la invitaci�n, pero George
acab� con su resistencia f�cilmente:


-Ya ver�s, es una gosada. Adem�s, as�, eliminamos
toxinas y eliminamos diferensias, ja, ja.


As� que, m�s tarde, dej� sus cosas en la habitaci�n que le
ten�an preparada, se desnud� y tomando una toalla en la mano, se dirigi� hacia
donde le hab�an indicado que estaba la sauna, sin m�s ropa encima que un
albornoz blanco de ba�o y unas alpargatas en los pies. El roce del lujoso
albornoz sobre su desnuda piel le resultaba muy agradable, �ser�a seda? Hab�a
tenido un largo viaje y todav�a no hab�a podido darse una ducha, se sent�a
caliente y algo pegajoso. Se oli� las axilas y decidi� volver a la habitaci�n y
echarse unas gotas de la colonia que hab�a en el ba�o. Se pregunt� por qu� hab�a
hecho eso, por qu� se comportaba como un colegial. Le sudaban las manos y el
coraz�n le lat�a m�s r�pido de lo normal. Ten�a que tranquilizarse, ir�a a la
sauna y pasar�a un rato tranquilo y distendido charlando con su sorprendente
amigo. Sali� al pasillo, que era largo y estaba decorado con un gusto
irreprochable. Respir� al comprobar que por all� no hab�a ni un alma. No ten�a
ninguna gana de encontrarse con nadie en su camino hasta la sauna. Hab�a quedado
con George a las 6 en punto y ya iba diez minutos tarde, as� que aceler� el
paso. A la vuelta de una esquina casi se dio de bruces contra un hombre enorme
de color negro que ven�a en direcci�n contraria; era uno de los hombres de
seguridad de la casa. Jose Luis no pudo evitar que se le subieran los colores.
Intent� torpemente disculparse, pero aquel hombre, todav�a m�s azorado, se
esfum� a la velocidad del rel�mpago. Jose Luis prosigui� su camino, todav�a
ruborizado, y cuando lleg� a la sauna iba tan distra�do y atropellado, que se
olvid� de llamar a la puerta antes de abrir. Cu�l ser�a su cara de sorpresa al
encontrarse a George ya dentro, sentado y con la toalla ca�da a un lado y
proporcion�ndose una soberana paja, que procedi� a ocultar atropelladamente bajo
la toalla al ver entrar a Jose Luis, quien, por su parte, se dio media vuelta
pretendiendo no mirar, y en una fracci�n de segundo intent� salir por donde
hab�a penetrado.


George, recuperado de la sorpresa, le detuvo:-Hold it,
hold it, it�s OK
. Jose Luis, get in, puedes entrar, no pasa nada.-
Tras su primera reacci�n hab�a recobrado su proverbial aplomo y le invitaba a
permanecer con �l en la sauna.


Por su parte, Jose Luis, aparentando normalidad, regres�
dentro y le salud�:- Perdona, ten�a que haber llamado antes de entrar. Adem�s,
llego tarde.- y se sent� a una prudente distancia en el mismo banco. Ambos se
quedaron por un rato callados, procesando mentalmente la situaci�n embarazosa
que acababa de producirse.


-Tengo la sauna a media temperatura, para que podamos ser
m�s c�modos, pero si prefieres tener el albornos puesto, voy a tener que
bajar a�n m�s la temperatura- dijo George.


Jose Luis se dio cuenta de su atolondramiento.-Ni siquiera me
hab�a dado cuenta, ahora mismo me lo quito.- Con habilidad se despoj�
r�pidamente del albornoz a la vez que se enrollaba pudorosamente la escueta
toalla en torno a su cintura y George no pudo ver nada.


Hubo otro silencio interminable. Jose Luis observaba con el
rabillo del ojo que, bajo la toalla, su amigo continuaba con una considerable
erecci�n mientras se recostaba ligeramente hacia atr�s con los ojos cerrados.


-Goodness! Esto no se baja ni con nada. No s� qu� me
pasa hoy. Vas a tener que disculparme, pero es que mientras te esperaba me he
puesto a hacerme un�, ya sabes,�a jack�, no s� c�mo se dir� en espa�ol.


-Una paja, hacerse una paja, o masturbarse.


-Eso, una paja. Te ruego que aceptes mis disculpas por
ser tan mal anfitri�n.


-No hay nada que disculpar.


-�De verdad?


-Claro, es la cosa m�s natural del mundo.


-�De verdad lo piensas? Porque yo tambi�n pienso que no tiene
nada de malo, en cambio mi mujer�


-A la m�a tampoco le hace ninguna gracia, no creas.


-Entonces, �de verdad que no te importa?


-No, de verdad.


-Pues si no te importa,� voy a seguir.


Ante el asombro de Jose Luis, se meti� una mano bajo la
toalla y retom� el trabajo. Jose Luis no daba cr�dito, aquel hombre se estaba
masturbando a menos de un metro de �l como si fuera la cosa m�s natural del
mundo. Adem�s, al principio lo hac�a bajo la toalla, pero al cabo de unos
minutos, perdido por completo el decoro, se sac� la toalla de encima para poder
tocarse a sus anchas, y se qued� completamente desnudo ante sus ojos, sentado,
la mano sacudiendo poderosamente arriba y abajo una polla circuncidada, no
excesivamente grande pero proporcionada y totalmente r�gida y de color encendido
por la erecci�n. Mientras George andaba en su faena, totalmente ajeno al mundo,
Jose Luis no pod�a quitar los ojos de aquel cuerpo de hombre de cincuenta y
tantos, pero en buen estado de forma todav�a. El torso era ancho y parec�a
modelado por bastantes horas de gimnasio, pero lo que realmente le llamaba la
atenci�n era el pelo largo y parcialmente cano que adornaba su pecho y, sobre
todo el que colgaba de forma llamativa desde sus huevos, y que en grandes
mechones ca�a entre los gruesos muslos como una suave cortina. Mientras con una
mano se masturbaba, cada vez m�s r�pidamente, con la otra hab�a empezado a
pellizcarse los pezones, y Jose Luis, observando el rictus de placer de su
rostro, se pregunt� qu� fantas�as estar�an ocupando en ese momento su cabeza.
Por un momento envidi� la desinhibici�n de su compa�ero para proporcionarse
placer en su presencia sin cortarse un pelo. La masturbaci�n en compa��a era
algo que no probaba Jose Luis desde los primeros a�os de su adolescencia, cuando
se reun�a con un par de amigos en los ba�os del colegio y compet�an a ver qui�n
se corr�a antes. Todav�a recordaba la excitaci�n que le produc�an aquellos
juegos. Ahora, bajo la toalla, empezaba a notar una desaz�n, una excitaci�n que
le era bien conocida y que estaba intentando controlar con todas sus fuerzas.


De repente, George sali� de su estado ausente, abri� los ojos
y le dijo, dejando por un momento de sacud�rsela:


-As� no puedo,� no debo. Te ruego me disculpes,� est�s aqu�
de invitado y yo haci�ndome un jack,� un paja�


-Una paja- corrigi� Jose Luis, sin darse cuenta de lo que
hac�a


-Eso, una paja. Disc�lpame- Su polla apuntaba al techo,
mientras �l segu�a sentado. Mir� a Jose Luis a los ojos.


Jose Luis le devolvi� la mirada. �No te preocupes, de verdad,
puedes seguir.


-Pero, -vacil�- no puedo seguir as�, mientras t� s�lo miras.
Quiero que t� me acompa�es y te masturbes tambi�n, que disfrutes tambi�n.- Su
pene continuaba con una erecci�n m�xima, como desafi�ndole.


Jose Luis sopes� la situaci�n, un sentido del pudor b�sico le
conminaba a no dejarse convencer, pero por otra parte, no ve�a ning�n peligro en
acceder y, adem�s, su larga arma ya estaba cargada debajo de la toalla formando
un aparatoso bulto; era in�til disimular la excitaci�n que ten�a.


-Est� bien- accedi�, y se desprendi� de la toalla, liberando
su largo instrumento, que despleg� sus 25 cm ya descapullados. Comenz� a
acarici�rsela con la mano derecha. Descubri� que, contrariamente a otras veces,
no necesitaba hacer uso de la imaginaci�n porque la situaci�n lo ten�a ya
completamente excitado. Vio a George, de nuevo algo recostado sobre su espalda,
con las piernas bastante abiertas y flexionadas, mostrando imp�dico la densa
mata de pelos de sus huevos y su polla que pronto comenz� a brillar por el
l�quido preseminal. Eso no hizo sino excitarlo m�s; se concentr� en su propia
polla, comprob� que la ten�a ahora tan dura que casi le dol�a, y el movimiento
de subir y bajar el prepucio le produc�a un placer inmediato e infalible. Ahora
�l tambi�n estaba expulsando abundante l�quido preseminal. Sinti� que estaba
cerca de correrse y se detuvo, como sol�a hacer, para recuperarse y seguir
disfrutando un poco m�s tiempo. Al parar, mir� a su lado y se sobresalt� al
hallar a George totalmente fuera de s�, agitando las piernas, abri�ndolas y
cerr�ndolas mientras se sacud�a violentamente la polla con una mano y con la
otra se masajeaba las bolas y, lo que le dej� anonadado: estaba mirando
fijamente a la polla de Jose Luis mientras se mord�a los labios y respiraba con
enorme agitaci�n. Sin quitarle la vista de encima, George eyacul� y el semen
desbord� como un surtidor por su mano cay�ndole en los muslos y en la toalla que
ten�a debajo, mientras de su ser se escapaban gemidos con cada contracci�n del
orgasmo.


Jose Luis no pod�a parar de mirar aquel espect�culo, el de un
hombre totalmente trasportado por el placer. Durante un momento se qued�
admir�ndole tan ensimismado, que descuidaba su propia erecci�n y ahora estaba
ca�da.


Le dijo a George: -Vaya, buena corrida.


-Yeah, ha sido fant�stica, wonderful!


-Ya, y bien que me andabas mirando la polla- pens� Jose Luis,
pero claro, no se atrevi� a decirlo. Ese era su problema, que siempre ten�a que
medir sus palabras. Muchas veces envidiaba a la gente que era capaz de sacar
afuera en todo momento lo que llevaba dentro. El, en cambio, tanto en su trabajo
como en su vida personal, siempre hab�a tenido que transigir y mostrarse como
una persona moderada y razonable.


-Pero t� no te has corrido todav�a- le dijo George, echando
un vistazo al pene de Jose Luis, que con tantas consideraciones se hab�a quedado
m�s bien fl�ccido.


-Eso lo arreglamos enseguida- dijo Jose Luis, pero tras
intentarlo durante un par de minutos, percibi� que le iba a costar recuperar el
tono perdido- parece que se me ha pasado el arroz- dijo, pero su compa�ero no
entendi� la frase.


George no hac�a sino empeorar las cosas porque no hac�a m�s
que mirarle, no le quitaba la vista de encima mientras �l intentaba reavivar la
erecci�n, y adem�s, es que le miraba con cara de pena, como sinti�ndolo m�s que
�l mismo. Jose Luis estaba empezando a agobiarse de verdad.


Y entonces, vio lo que iba a suceder, por un momento lo vio
claro como el agua, y no podr�a hacer nada por impedirlo porque era incapaz de
negarse a nada, y no har�a nada por impedirlo por la sencilla raz�n de que
adem�s lo estaba deseando ardientemente. George apareci� a su lado y dijo:-No
voy a permitir que t� te quedes sin disfrutar tanto como yo- Y dicho esto, se
coloc� enfrente de Jose Luis y comenz� a agacharse hasta ponerse de rodillas, de
modo que su rostro se encontr� cara a cara con el pene de Jose Luis, lo tom� con
una mano, con la otra lo descapull� dulcemente, y se introdujo la punta entre
los labios y comenz� a chupar el glande como si fuera un caramelo, concentrado,
dedicado en cuerpo y alma a darle el m�ximo placer posible. El due�o de la polla
not� c�mo �sta volv�a a crecer y se pon�a dura dentro de la boca h�meda y
caliente de su amigo americano, quien se introduc�a la verga casi en su
totalidad, a pesar de lo larga que era, demostrando una t�cnica impecable.


Y Jose Luis sinti� que se reavivaba la llama de experiencias
pasadas, experiencias que hab�a enterrado en su memoria pero que permanec�an
agazapadas, esperando su momento. Tiempo atr�s hab�a cerrado una puerta, cuando
hab�a conocido a su mujer; se hab�a casado y hab�a decidido dejar atr�s el
recuerdo de un hombre, un profesor de la universidad que le hab�a ense�ado a
amar como s�lo dos hombres pueden amarse, le hab�a ense�ado a disfrutar
plenamente de su sexualidad, a hacer realidad todos los deseos ocultos que le
atormentaban desde su juventud. Incapaz de conjugar aquellos sentimientos con su
situaci�n profesional y familiar, hab�a decidido negarlos, abjurar de ellos e
intentar llevar en adelante el tipo de vida que los dem�s consideraban como
normal. Hasta ahora.


Ahora una de las manos de George, embadurnada en su propio
esperma, hab�a empezado a jugar con los pelos de las bolas de su amigo,
produci�ndole escalofr�os de placer, y ahora se dirig�a hacia el orificio anal,
dejando un rastro h�medo a su paso. Al cabo de diez minutos de experimentar el
placer de ver su polla devorada de mil maneras por aquella boca experta, Jose
Luis explot�, en siete u ocho trallazos que George encaj� sin pesta�ear, sin
aflojar la succi�n que sus labios ejerc�an sobre toda la circunferencia de
aquella barra dura y palpitante, sin dejar escapar ni una sola gota; y cuando
termin� de fluir todo el semen, procedi� a limpiar concienzudamente con la
golosa lengua la superficie �ntegra de la polla, lo que hizo a su due�o terminar
de derretirse de placer.


-�Ves? Ahora ya estamos iguales.-dijo George, mientras aun se
relam�a. Se puso de pie. Con una mano le cogi� afectuosamente la cabeza a su
compa�ero y se la abraz� brevemente contra el pecho. Jose Luis sinti� la caricia
de su poblada pelambrera en su cara y se conmovi�. No pod�a creer que aquello
hubiera ocurrido, que �l hubiera permitido que ocurriera. No ten�a voluntad,
sab�a que aquello no ten�a ning�n sentido, pero en el fondo empezaba a reconocer
la fuerte atracci�n que empezaba a sentir por aquel hombre, que moral e
intelectualmente le hab�a parecido siempre tan despreciable. Se sent�a muy
confuso. Por otro lado, George hab�a sido tan cort�s con �l desde que hab�a
llegado, hab�a sido tan amable,� y los ojos con los que le miraba, �se estaba
enga�ando o aquella mirada revelaba una capacidad de amar sin l�mites?


Estos eran los recuerdos que atormentaban a Jose Luis
mientras se miraba en el espejo y se decid�a entre quedarse en la habitaci�n o
aceptar la invitaci�n que le hab�a hecho George para cenar con �l a solas en el
Sal�n Oval. Mir� por la ventana y observ� la nieve cayendo mansamente sobre la
ciudad de Washington. Por un lado, sab�a que si volv�a a acercarse a ese hombre,
estar�a arriesg�ndose a ceder a la pasi�n contra la que hab�a luchado durante
a�os. Por otra parte, ten�a la responsabilidad de representar al gobierno de su
pa�s.


Cuando bajaba por la escalinata, las piernas a�n le
temblaban. Al llegar a la puerta del sal�n, el secretario personal del
presidente se encontraba esper�ndole:


-Se�or Zapatero, Mister Bush le espera dentro.


Cuando traspas� el umbral, oy� c�mo la puerta se cerraba a su
espalda y George le recib�a en pie junto a la mesa, con una sonrisa llena de
encanto. Jose Luis iba pensando que en cuanto se sentara le iba a decir que lo
sucedido en la sauna hab�a sido un error y que, por supuesto, no se iba a volver
a repetir. Pero George no le dej� ni empezar:-Mira, tenemos toda la sena
aqu�, las bebidas, el postre,� le he dicho al servisio que no les
nesesitamos
, as� que estamos solos y podemos hablar con tranquilidad.


-Ah, muy bien.- A Jose Luis este hombre lo desarmaba.


Enseguida George, con total sencillez, se puso a servir el
consom� en la preciosa vajilla que les hab�an preparado. El consom� estaba
exquisito, pero demasiado caliente y Jose Luis soplaba sobre la cuchara para
poder enfriarlo y llev�rselo a la boca. George, que no perd�a un detalle de sus
movimientos, se quedaba embobado con la boca de Jose Luis. Este, al sentirse
observado, le espet�:- �Qu� pasa?�T� no tienes hambre?


-Oh, la verdad es que poca, pero es normal teniendo en
cuenta lo que estuve comiendo hace un rato- y puso un gesto de ni�o travieso,
mientras alargaba el brazo y le despeinaba a Jose Luis en gesto cari�oso.


Jose Luis estaba tenso y hab�a dejado su sentido del humor en
la habitaci�n:-�Y d�nde esta Laura, tu mujer?-contratac�.


-Ah, Laura no soporta estas reuniones y siempre se escapa a
casa de sus padres cuando hay visita.


-Pues a m� me hubiera gustado traer a mi mujer, la echo mucho
de menos. Creo que nunca volver� a viajar sin ella- Jose Luis estaba empe�ado en
poner fin a toda aquella situaci�n.


-Tu mujer,� Sonsoles se llama, �verdad?


-S�, �qu� le pasa?-respondi� malhumorado.


-Nada, que tiene suerte de tenerte a ti. Mi matrimonio con
Laura es una pantomima desde hase a�os y s�lo lo mantenemos en pie por
cubrir las apariensias.- se entristeci� visiblemente- mi vida est�
dirigida por un equipo de asesores de imagen, es pat�tico.-


Jose Luis se qued� descolocado ante tanta sinceridad y no
supo qu� decir. Tras un largo silencio, de repente se dio cuenta de que George
estaba haciendo claros esfuerzos por no echarse a llorar. -�Qu� te sucede?- le
pregunt�.


-Nada.-Luego tom� aire y se lanz�:-Cre�a que lo de antes te
hab�a gustado.


Jose Luis no dijo ni una palabra y sigui� con su mirada
hundida en el consom�.


El otro continu�: -Quiero que sepas que yo, al menos,
disfrut� mucho, pero sobre todo cuando te la mamaba y te ve�a disfrutar a ti.-
ten�a unas pocas l�grimas en los ojos.- �sabes?, en esta c�rsel de oro no
es f�sil tener la oportunidad de amar a nadie. Yo aqu� no puedo confiar
en nadie, estoy rodeado de aduladores que s�lo buscan el provecho personal y
apenas tengo oportunidades de conoser a alguien en quien poder confiar de
verdad y con quien poder ilusionarme de verdad. Y quiero decir un hombre, porque
ya hase tiempo que dej� de negarme a mi mismo que soy gay.-


Jose Luis casi se atraganta con el consom�.


George prosigui� su confesi�n. Estaba embalado: -Hoy cuando
nos hemos conosido y hemos compartido el paseo en coche por la siudad,
he empezado a mirarte y a sentir una extra�a atracsi�n hasia ti,
hasia tu hermoso rostro, hasia tu hermoso cuerpo y hasia tu
car�cter tranquilo. Por eso te he llevado a la sauna, la pasi�n tiene estas
cosas, necesitaba a toda costa sentir lo que es tener tu cuerpo desnudo junto al
m�o, pero ni siquiera he podido abrasarte, y Dios sabe c�anto me hubiera
gustado- Su voz tr�mula delataba que estaba a punto de echarse a llorar. Y se
tap� la cara con las manos.


Jose Luis se levant� de su silla y se acerc�, le tom� por los
hombros y le hizo levantarse; le oblig� a retirar las manos y mostrarle el
rostro. Luego acerc� el suyo, y abraz�ndole con fuerza, se besaron en la boca.
Mientras sus lenguas se buscaban y entrelazaban, las manos de ambos no dejaban
de recorrer sus respectivos cuerpos. Los dos estaban muy calientes, ya que la
acci�n iniciada en la sauna no los hab�a dejado plenamente satisfechos. Por
debajo de sus pantalones, ambos notaban ya la erecci�n completa del otro,
peleando con la suya propia entre dos cuerpos que no hac�an m�s que restregarse
entre s�.


George se acerc� al oido y le susurr�:-�Te deseo tanto!
Quiero chup�rtela una y otra vez y que luego me hagas tuyo.


-Y yo no he deseado otra cosa desde que te encontr� desnudo
en la sauna. �Y pensar que yo no quer�a hacer este viaje!-Continuaban
abraz�ndose- Pensaba que me odiabas, despu�s de sacar las tropas de Irak.
Adem�s, no hac�a m�s que llamar por tel�fono y nunca contestabas mis llamadas.
No entend�a por qu� eras tan hostil.


-Tienes que perdonarme, fue una estupides por mi
parte, pero te lo voy a explicar. Todo fue por no ofender a una persona con la
que tuve una relasi�n �ntima hase un tiempo y con la que t� est�s
enfrentado.


-�No estar�s queriendo decir que�?


-S�, lo que est�s pensando. Entre Jose Mari, tu antesesor,
y yo, surgi� desde el prinsipio una relasi�n de camarader�a que
poco a poco fue trassendiendo en algo m�s profundo, una gran amistad que
en un par de ocasiones incluy� sexo.


-No entiendo c�mo puedes contarme una cosa as�, ese hombre es
mi enemigo.-Jose Luis detuvo sus caricias.


-Lo s�, y por eso prefiero poner la verdad sobre la mesa y
que lo sepas todo desde el prinsipio. A ti no te quiero enga�ar. Jose
Mari era tan respetuoso�, que era imposible que entre nosotros surgiera algo
s�lido.


-�Demasiado respetuoso?


-Quiero desir que rehusaba que nos trat�ramos de igual
a igual. Me sent�a inc�modo con �l, porque me daba la ras�n en todo.
Adem�s, en el sexo tampoco nos compenetr�bamos, porque �l se negaba a penetrarme
y ten�a que haserlo siempre yo, y me daba la sensasi�n de que no
disfrutaba demasiado. Pero estoy hablando en exseso. Lo sierto es
que nuestra relasi�n se enfri�, y m�s a�n cuando dej� de ser presidente y dej�
de venir por aqu�. Sufr� mucho porque pens� que todo su afecto hab�a resultado
falso. M�s tarde me explic� por carta que hab�a desidido sentrarse
en su familia y lo entend�. �resulta tan dif�sil para una persona como
nosotros asumir una relaci�n homosexual!


Jose Luis estaba at�nito, pero si una cosa entend�a bien era
lo �ltimo que hab�a dicho George. El tambi�n hab�a perdido un mont�n de a�os
neg�ndose su propia sexualidad y acababa de decidir que no iba a perder m�s el
tiempo. Mir� aquella habitaci�n y pens� que resultaba demasiado fr�a para ellos
dos.


-�Por qu� no me llevas a tu dormitorio? Estoy deseando
arrancarse esta ropa y comer todo tu cuerpo a besos.


George sonri� aliviado, le tom� de la mano y ambos salieron
del Sal�n Oval y recorrieron un mont�n de escaleras y pasillos hasta llegar a su
habitaci�n. Tras cerrar la puerta con pestillo, dieron rienda suelta a su pasi�n
y empezaron a sacarse la ropa el uno al otro hasta quedarse completamente
desnudos. Luego George, juguet�n, fingi� que hu�a por la habitaci�n y corri�
rodeando la cama para que Jose Luis le persiguiera, loco de deseo, desnudos los
dos, con las pollas tiesas golpe�ndoles el cuerpo al correr, hasta que Jose Luis
le dio alcance y le atrap� boca arriba, bajo su cuerpo, se sent� sobre su pecho
hincando las rodillas a ambos lados, mientras le ofrec�a a George su espl�ndida
polla para que se la metiera en la boca. George atrap� la verga sin perder
tiempo con ambas manos y comenz� a chuparla. Jose Luis estaba extasiado con lo
bien que la mamaba y le pregunt�:- Nunca me hab�an chupado la polla as�, �qui�n
te ense��?


George cerr� los ojos mientras saboreaba el l�quido pegajoso
que empezaba a destilar aquella polla y su memoria retrocedi� en el tiempo a
cuando era un ni�o. Recordaba como si fuera ayer, esa habitaci�n, esa cama, y
sobre todo aquella presencia imponente que al principio le hab�a provocado
miedo, luego asco, pero que finalmente se hab�a convertido en el objeto perenne
de sus fantas�as sexuales. Su padre era el presidente y pod�a hacer todo lo que
quisiera, porque todo lo que �l hac�a estaba bien. Cuando le oblig� a
introducirse por primera vez su polla en la boca le hab�a disgustado
profundamente el sabor agridulce del semen, a pesar de lo cual pap� Jim le hab�a
ordenado trag�rselo por completo para no dejar pistas. Con el tiempo y la
pr�ctica hab�a aprendido a chup�rsela tan rematadamente bien, que consegu�a que
su padre se corriera en menos de un minuto. Mientras le succionaba, jugueteaba
con sus bolas y le introduc�a uno de sus deditos en el ano, de modo que al
hombre no le quedaba m�s remedio que correrse.


As� le dejaba en paz y pod�a seguir durmiendo. Pero el se�or
presidente decidi� que no le bastaba con su boca y empez� a foll�rselo a la edad
de 12 a�os; de esta forma el peque�o George aprendi� lo que es correrse de gusto
mientras sientes una verga gruesa y caliente violando la intimidad de tu cuerpo.
A los 16 a�os, el bueno de George se la andaba mamando por el d�a a todo el
personal masculino de la casa que quisiera hacerle caso, mientras, de madrugada,
su padre le iba a visitar a su cama para darle algo m�s que las buenas noches.
M�s tarde, todas aquellas vivencias hab�an desembocado en una adicci�n al
alcoholismo que finalmente hab�a logrado superar. Sin embargo, persist�a la
necesidad y el ansia perpetuas por ser pose�do sexualmente.


Mientras se perd�a en aquellos recuerdos, continuaba con el
chupeteo de la polla de Jose Luis, quien, desbordado por el placer, le
acariciaba el pecho, los brazos, la cara� Antes de que Jose Luis alcanzara el
cl�max y se corriera en su boca, George le pidi� que lo follara. Se pusieron de
pie y George fue a buscar un bote de lubricante que guardaba en un caj�n de la
mesilla y al que recurr�a cuando en sus ratos solitarios se introduc�a los
objetos m�s diversos por detr�s. Luego apoyando sus manos en el escritorio,
abri� bien las piernas y le ofreci� a su amante el acceso franco a su ano. Jose
Luis ech� un vistazo a aquel culo apetitoso y tomando una buena porci�n de
lubricante, la esparci� sobre el ojete, mezcl�ndolo con la tupida cabellera que
lo rodeaba y que ca�a desde sus gruesas bolas. Sus muslos eran gruesos y peludos
y le encantaban; empez� a acariciarlos con una mano, mientras con la otra empez�
a tantear alrededor del orificio anal. Todo el cuerpo de George estaba ardiendo.
Meter un dedo no le supuso ninguna dificultad y meter tres tampoco. Aquello iba
a ser coser y cantar y estaba deseando penetrarlo de una vez y foll�rselo.
Aproxim� la punta de su verga al ano y empuj� hasta notar cierta resistencia. La
verga de Jose Luis era como un largo estilete y estaba m�s dura que nunca en su
vida; la visi�n de aquel hombre espatarrado ofreci�ndole su culo completamente
indefenso para que hiciera con �l lo que quisiera, hac�a que su polla casi
saltara de la excitaci�n. �Fuck me, fuck me- le suplicaba George,
totalmente fuera de s�, mientras culeaba para facilitar la entrada de aquella
polla que ya le ten�a medio ensartado.


Y entonces, de un solo golpe, se la clav� hasta el fondo, los
25 cent�metros, hasta sentir que los huevos chocaban contra su culo. George
gimi� y aull� por el dolor, pero no dej� de culear, quer�a m�s, necesitaba que
Jose Luis le diera con toda su alma y le vaciara todo el cargador dentro. As�
que este puso la m�quina en marcha, le sujet� las caderas con las manos y empez�
a bombear y bombear cada vez m�s r�pido, sintiendo una y otra vez el placer que
le proporcionaba George al exprimir la polla con su esf�nter. Estaba demasiado
salido como para contenerse mucho tiempo, as� que decidi� tomar la polla de
George con una mano y empez� a magre�rsela con energ�a, lo que hizo que empezara
a aullar literalmente de placer. Finalmente, George sinti� c�mo Jose Luis se
deten�a, c�mo le temblaban las piernas, y seguidamente not� que la polla que
ten�a dentro de su recto experimentaba unas convulsiones y expulsaba un chorro
ardiente que le alcanz� hasta lo m�s profundo de su ser.


Al mismo tiempo, not� c�mo su polla, masajeada por la mano de
Jose Luis, se corr�a tambi�n, expulsando una cantidad incre�ble de leche y
dejando un aut�ntico charco en el suelo de la habitaci�n. Luego se dio la
vuelta, y ambos cayeron abrazados chapoteando sobre el charco, donde estuvieron
largo tiempo acarici�ndose y bes�ndose. Entre respiraciones entrecortadas,
George le dijo al o�do: -Te quiero.- Y Jose Luis le dijo que �l tambi�n le
quer�a. Luego se limpiaron en el ba�o y durmieron un par de horas en la misma
cama, la cabeza de George apoyada sobre el pecho desnudo y acogedor de Jose
Luis, pero en la madrugada volvi� a surgir la pasi�n y todav�a tuvieron ocasi�n
para darse placer mutuamente con la boca y para que George follara a Jose Luis.
Esto lo hizo con tanto mimo y cuidado, que Jose Luis, at�nito, le pregunt� c�mo
pod�a ser tan sensible y delicada una persona que hab�a decidido invadir Irak, a
lo que George le contest� que los asuntos de pol�tica internacional eran algo
sumamente complejo. �Adem�s- le dijo- �sab�as que Irak era uno de los pa�ses
donde los derechos de los homosexuales eran m�s pisoteados?. Jos� Luis
reflexion� mientras se estremec�a con la magn�fica follada que le estaba
propinando su amigo; s�, �l tambi�n hab�a decidido mejorar los derechos de los
homosexuales en Espa�a, pero nunca hab�a podido explicar a nadie el alcance de
su implicaci�n en el tema. Nuevamente se corrieron los dos, y ambos cayeron boca
abajo sobre la cama, el cuerpo de George descansando sobre el de su amante,
prolongando la penetraci�n a�n por unos minutos, mientras disfrutaban de la
maravillosa sensaci�n de formar un mismo cuerpo.


A la ma�ana siguiente, al parecer nadie not� nada, y Jose
Luis hubo de emprender el viaje de regreso a Espa�a, no sin antes prometerle a
George que inventar�a cualquier pretexto para volver a juntarse lo antes
posible. Cuando se despidieron en el aeropuerto, ambos tuvieron que contener el
impulso de besarse all� mismo, delante de todo el mundo. En lugar de eso, se
dieron un abrazo; un c�lido abrazo que a m�s de un observador de los all�
presentes le pareci� m�s prolongado de lo usual en estos casos.


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Relato: Resolviendo diferencias
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