Nunca pens� que Nerea, mi vecina de abajo, fuera tambi�n
lesbiana.
Un buen d�a, s�bado noche, creo recordar, estaba en la zona
de ambiente y me la encontr� all�, sin m�s, las dos soltamos una risotada,
charlamos un rato y no nos vimos m�s hasta pasadas un par de semanas.
Ven�a agotada de la oficina, ya en el bloque, esperaba el
ascensor y cuando se abri�, apareci� ella.
Fue algo tan extra�o, mi mente se qued� bloqueada al verla
surgir del ascensor, nunca jam�s hab�a reparado en su belleza, y aquella imagen
me dej� completamente fascinada. Recuerdo que tenia el pelo recogido en una cola
pero con algunos mechones sueltos que le alborotaban la cabeza y al agacharse a
coger una bolsa que llevaba, no pude evitar el instinto de ojearle el escote,
con aquella camiseta que le marcaba su figura de mujer, esbelta, exquisita,
fina, delicada.
Me salud� t�midamente y sali� del edificio, mientras yo me
quedaba embobada siguiendo su movimiento de caderas, tan r�tmico que me dej�
como hipnotizada. Mientras iba en el ascensor ca� en la cuenta de que
seguramente ella se habr�a percatado de mi cara de pasmarote al verla, y ahora
me mor�a de verg�enza s�lo pensar que si me la encontraba de nuevo me volver�a a
pasar igual.
Estaba muy cansada as� que tom� un vaso de leche con galletas
y me met� a darme una ducha.
Llen� la ba�era hasta arriba, puse m�sica relajante y me
sumerg� en el agua.
El contacto con el agua siempre me pareci� algo muy sensual,
y no pod�a evitar sentir cierto gozo cada vez que me daba un buen ba�o. Comenc�
a recodar segundo a segundo la escena del ascensor con Nerea, mi mente divagaba
con posibles situaciones de corte sexual entre nosotras.
Sent�a como s�lo con imaginarla mi cuerpo se revolucionaba,
no lo pens� dos veces cuando dispuse el chorro de agua de la ducha mirando hacia
mi entrepierna, de vez en cuando aumentaba o disminu�a el caudal de agua. Estaba
muy excitada; no tard� demasiado en llegar al orgasmo, adem�s, ya eran a�os de
pr�ctica...
Ahora mismo no sabr�a explicar muy bien c�mo ocurri� pero el
caso es que cada vez coincid�amos en m�s sitios, en el mercado, en el banco, en
el estanco. No se si ser�a pura casualidad o alomejor pon�amos de nuestra parte
para que aquellas situaciones tuvieran lugar.
Una tarde sal� a comprar tabaco, al entrar al bar de abajo,
la encontr� a ella sentada de espaldas a la m�quina expendendora, met� la mano
en el bolsillo y no ten�a suficientes monedas. No lo pens�, le di un toque en el
hombro, le ense�� un billete de cinco euros y le pregunt� si ten�a cambio para
la m�quina, ella me dijo que no y me dio tres euros, saqu� el tabaco y para
devolverle el favor la invit� a un caf�.
Estuvimos charlando un rato, que si que calor hac�a, que si
nos encontr�bamos en todas partes, y me estuvo hablando de su gato, a m� nunca
me gustaron, pero no pude rechazar la invitaci�n de subir a su piso a
conocerle...
Ella me ten�a hipnotizada y lo sab�a, sab�a que ir�a al fin
del mundo si me lo pidiera s�lo con mirarme a los ojos a pesar de que apenas nos
conoc�amos.
El piso era acogedor, con una decoraci�n muy alegre, y el
gato era un gato... qu� se puede decir de un gato, nada, solamente que al
sentarme en el sill�n se puso en mi regazo a dormir y Nerea muy encantada por lo
feliz que parec�a su gatito encima de m�, no se le ocurri� otra cosa que
acariciarle, y si pens�is un segundo en la situaci�n os dar�is cuenta del grado
de tensi�n que recorr�a cada m�sculo de mi cuerpo. S� que ella me estaba
hablando pero no alcanzaba a combinar m�s de dos palabras, estaba muy nerviosa,
y no aguantaba m�s.
Me levant� de golpe y ella se sorprendi� un poco, me pregunt�
que qu� me pasaba y le tuve que decir la verdad porque entre otras cosas no me
encontraba capaz de inventar nada medianamente coherente, y le dije que me
estaba poniendo de los nervios de verla ah� con la mano acariciando al gato, y
se qued� m�s extra�ada a�n, pidiendo un porqu�, yo me qued� blanca, o alomejor
ya lo estaba de antes, y reaccion� como si tuviera cinco a�os.
-Porque eres muy guapa.
Ella se ech� a reir, cogi� al gato y lo llev� fuera del
sal�n, cerr� la puerta, me cogi� de la mano y me llev� de nuevo al sof�, se
sent� a mi lado, hizo un comentario sobre mis labios; a todo esto yo no pod�a
dejar de mirarla y de sentir c�mo se me aceleraba el coraz�n y sin saber c�mo,
nos estabamos besando.
Aquella mujer era un hurac�n de pasi�n encerrado en un cuerpo
de v�rtigo, no era muy alta, pero estaba muy bien proporcionada, ten�a una
mirada envolvente, de esas que te atrapan desde el primer instante.
Nos bes�bamos sin parar, ella mord�a mis labios, yo flotaba y
me dejaba llevar, me quit� la ropa y yo no fui menos, empec� por la camiseta, y
descubr� su pecho atrapado en un sugerente sujetador rojo, con encajes, pero a
pesar de que era muy bonito a m� me estorbaba y se lo desabroch� sin miedo.
Segu� bajando, el pantal�n, y debajo un picaresco tanga tambi�n rojo, min�sculo,
tentador.
Me avalanc� sobre ella y lam� sus pezones con pasi�n, la
recorr� con mis manos, con mi lengua y mis labios para no perderme su dulce
sabor, la tersura de su piel, la deseaba sin remedio, ella me susurraba cosas al
o�do, yo repart�a peque�os mordiscos por su cuello, el l�bulo de su oreja, me
fascinaba aquella mujer.
La coloqu� sentada en el sof� y yo entre sus piernas, me
dispuse a tratarla como si el mundo fuera a acabarse al d�a siguiente, como ella
se merec�a.
Estaba muy excitada y yo tambi�n, aquella perspectiva hubiera
encandilado a cualquiera para el resto de su vida, aquel hermoso cuerpo, divino,
moldeado con mesura y paciencia ayudada por mis besos invisibles ahora sobre su
piel, agitada, tensa, a la espera de mi voluntad.
Me sumerg� con timidez, roz�ndola levemente con la punta de
mi lengua, despacio, sin prisas, un poco m�s, abajo, arriba, era m�a, entrelaz�
sus piernas por detr�s de mi cuello y comenz� a marcar el ritmo, con armon�a en
sus caderas yo me adentraba en su ser, repasaba cada pliegue, cada curvatura,
saboreaba aquel sabroso regalo, con insistencia, regal�ndole un estallido de
intenso placer que la llev� a aprisionarme con sus piernas, contra ella.
Fue maravilloso verla extasiada, jadeante, acalorada,
buscando mi mirada, mis labios, un abrazo.
Repos� un instante y sutilmente comenz� a acariciarme los
pechos, con sus manos de dedos delicados, me ten�a a su disposici�n, me bes� por
todas partes, jug� todo lo que quiso haciendo que la deseara m�s y m�s a cada
instante, me liber� de la �nica prenda que me quedaba encima, mis braguitas
negras, y se sorprendi� gratamente al ver que estaba rasurada.
Su lengua jugando con la m�a, su mano bajando por mi vientre,
acerc�ndose a mi entrepierna, adentr�ndose en m�.
Jugueteaba, acarici�ndome, me ten�a dominada por completo,
notaba sus dedos humedecidos, resbal�ndose, mi coraz�n iba a estallar, se me
escap� un gemido.
Coloc� su cabeza entre mis piernas, y goz� tanto como yo,
ten�a un control de su lengua prodigioso, aceleraba el ritmo y paraba, me ten�a
loca, me desbordaba, relam�a, succionaba, yo no s� lo que hac�a s�lo s� que
mord� el coj�n, me retorc�a, y explot� de placer.
Estuvimos un rato abrazadas en el sof�, casi sin hablar de lo
sucedido, sumergidas todav�a en un suspiro de felicidad, poco despu�s nos
vestimos, y me fui a mi piso.
Y a d�a de hoy, lejos de arrepentirme de aquello, lo recuerdo
como si me acabara de pasar, con la misma intensidad, pero ahora la diferencia
est� en que, es un recuerdo...
Eva Mar�a Utrera Guti�rrez 17-11.2004