La monta
He ido a cruzar a mi perrita, pero el macho es inexperto.
Tengo una perra, me gusta pasear con ella y hacer ejercicio,
en el parque conozco a mucha gente que tambi�n saca a sus animales y esto nos
permite entablar amistad. Alguna vez he criado con ella, es de buena raza, los
cachorros luego los he colocado a un precio correcto en familias que he
considerado que iban a ser serias y responsables.
Un d�a en una fotocopia pegada en la calle vi que se ofrec�a
un perro de la misma raza que la de mi perrilla, para cubrir. Estas ofertas
proliferan pero en esta ocasi�n me llamo la atenci�n por dos cosas, el perro era
joven y con buena pinta y aunque la imagen no era muy n�tida parec�a que la
due�a del chucho ten�a excelentes formas.
Llame al tel�fono, una voz masculina me respondi�, cuando le
indique la raz�n de mi llamada, me pas� con su mujer, que era la que llevaba
esos temas. La voz femenina que se puso al otro lado del aparato sonaba joven,
un poco distante y tono reservado; me explic� que el perro ten�a muy buen
pedigr�, pero que era a�n inexperto debido a su juventud, que de hecho a�n no
hab�a hecho ninguna monta, pero que se esperaban grandes cosas de �l, y que
llegar�amos a un acuerdo en el precio de la monta.
Nos enviamos v�a correo electr�nico, fotos y las cartas
geneal�gicas de nuestros ejemplares, yo ansiaba recibir la foto en la que
aparec�a la due�a sujetando al can, pero esa no la mando. Llegamos
telef�nicamente a un acuerdo y quedamos que cuando mi perra entrar� en celo le
llamar�a de nuevo.
Mi perra esta en sus d�as f�rtiles, he quedado con la
propietaria de su futura pareja. En otras ocasiones con otros perros, hemos
realizado la cubrici�n en el parque en horas discretas, el numerito a�n as�
sol�a ser gracioso, y el escaso p�blico sol�a hacer comentarios sard�nicos al
respecto. En esta ocasi�n hemos quedado en la casa del macho, al ser su primera
vez conviene que este en un ambiente conocido.
La casa es un chalecito adosado al otro extremo de la ciudad,
he llamado al timbre y una voz conocida ya por m�ltiples conversaciones
telef�nicas me ha indicado que enseguida me abr�a. Por fin iba poner cara a esa
imagen borrosa del cartel, y desde luego no me defraud�. Una mujer joven, no
llegaba a los treinta, bastante alta y rubia, un poco la imagen t�pica de pija
de familia bien, vest�a unas sandalias, pantal�n vaquero y camiseta, parec�a
vestir despreocupadamente pero todas las prendas eran de marcas caras, y la
aparente informalidad era solo un producto de la moda. Me ha hecho pasar al
patio de atr�s, en el tr�nsito he observado numerosas revistas de cinofilia, as�
como numerosas fotos enmarcadas de perros. Me ha explicado que su marido se
ausentaba mucho, de hecho ahora estaba de viaje, y que se hab�a aficionado al
mundo del perro para entretenerse y quer�a ganar concursos y rollos de esos.
Estos pseudo profesionales siempre me han hecho gracia, creen que lo saben todo
y lo �nico que hacen es complicar las cosas.
El perro de la mujer no estaba mal en vivo, mi perrilla
estaba c�moda y no pareci� rehuir el ambiente, ella si que es una gran
profesional. El presunto semental empez� a olisquearla, ella se estaba muy
quietecita apartando la cola, el macho sospechaba que ten�a que hacer algo pero
no sab�a el que. Mientras la anfitriona me serv�a amablemente un caf� con hielo,
me dedique a observar. La mujer se puso a animar al perro, le pasaba la mano por
el lomo, le susurraba su nombre, pero el perro estaba distra�do, al final ella,
nerviosa, le agarr� por el collar y le hizo olisquear la inflamada vulva de mi
perra.
El perro despert�, su pene empez� a hincharse, y busco donde
alojarlo, pero su impericia era manifiesta. Intentaba montar a la paciente perra
por el cuello o sobre su lomo, dejando la grupa intacta. La propietaria viendo
que el perro se iba a correr fuera del tiesto intento ponerlo en la posici�n
correcta. Yo me olvide de los perros, para mi lo m�s interesante era el culo de
la mamporrera, que se me expon�a enfundado en unos apretados pantalones. Ella
estaba de pie con el tronco flexionado, refunfu�ando, con las manos en el
chucho, la camiseta se le venc�a dejando ver para mi deleite una magnifica
espalda, y hasta el origen de la raja del culo se le entreve�a.
Ella gir� la vista y me debi� ver sonre�r, pensar�a que
estaba ri�ndome de su torpe ejemplar, el cual no atinaba ni con ayuda, estaba
frustrada e irgui�ndose me indico que su perro no hab�a recibido suficientes
lecciones, pero que se las �bamos a dar.
Se puso a cuatro patas y con el culo en pompa, me dijo que
hiciera como que la montaba. Estaba realmente ofuscada, sus sue�os de criadora
no se estaban cumpliendo por culpa de su puto bicho, no me negu� a complacer sus
deseos. Puse mi bajo vientre sobre su grupa, y empec� a frotarme en ella, sin
apoyarme excesivamente. Mi pene fue �l que si que se despert� en ese momento.
Ella meneaba el culo y me instaba a que me apretara a ella. Cargue mi cuerpo
sobre ella, obsesionada con el tema ella estaba pendiente de lo que hacia su
macho, pero el otro segu�a jugando y mi perra empezaba a aburrirse de su
virginal novio. Yo ol�a aquella nuca fina, y mi excitaci�n crec�a, y cuando ya
iba a aventurarme en buscar el contacto con sus pechos, ella se derrumb�.
En medio del patio, qued� llorando, sudorosa por el esfuerzo,
sentada en el suelo, con dos perros y un hombre mir�ndola. Entre sollozos
balbuceaba que todo le sal�a mal, que su marido nunca estaba, su perro tampoco
follaba�., Yo ya pens� que todo iba a acabar all�, que mejor dejarlo y cada uno
a su casa. Se levant� de repente toda decidida, sec�ndose a�n las lagrimas, y
con voz quebrada pero resolutiva, me dijo que si la pantomima anterior hab�a
fallado era por falta de realismo, que ella iba a lograr que su perro le echara
un polvo a mi perra, costar� lo que costase.
Sin m�s pre�mbulos se quito los pantalones y la camiseta, as�
como las bragas, qued�ndose �nicamente con el sujetador, y coloc�ndose de nuevo
como una perra me indic� tajantemente, sin la menor lujuria por su parte, a que
la follase. No me hice de rogar, me baje los pantalones as� como la ropa
interior, y me aplique con destreza sobre su cuerpo. Sopese sus tetas, a trav�s
de la tela del sost�n pulse sus pezones, intentaba que ella se relajara, pero
ella lo �nico que hacia era levantar espasm�dicamente su culo, quer�a que la
penetrara, que la jodiese bien jodida.
Mi polla busco su vagina y profundizo en ella. La due�a no
estaba disfrutando, segu�a atenta a su perrito, mientras yo bombeaba en su
interior. A cuatro patas y conmigo encima logro que el perro se acercar� y lo
empujo hacia su entrepierna. All� el perro meti� su nariz, y pude sentir como su
lengua empezaba a chupar la vulva de su due�a y mi polla. Pare de moverme, la
zoofilia nunca me ha convencido, prefiero hac�rmelo con los de mi especie, y no
estoy muy tranquilo teniendo mis cojones al alcance de los dientes de un perro
excitado, al retirar mi miembro de aquel co�o, el perro tuvo todo el campo para
s�, y meti� golosamente la trufa de su hocico, al tiempo que su lengua masajeaba
los pliegues del chocho de su propietaria. Eso es lo que hab�a logrado esta t�a,
un perro lamechochos, por eso era incapaz de montar a mi perra. Indignado me
levante y me puse delante de ella, su cara reflejaba obscenamente lo que estaba
disfrutando con su mascota, si bien al mismo tiempo le instaba a que se follara
a la perra.
Deje la parte de atr�s para uso exclusivo del chucho y meti
mi polla en su elegante boca de puta pija, prefiero que me la chupe una zorra a
que me la chupe un perro. Ella intento sac�rsela de la boca, pero yo la tenia
bien cogida por la cabeza, lo que m�s le deb�a joder es que no pod�a mirar lo
que hac�an los perros. Yo mientras marcaba el ritmo a la mamada, vi como
finalmente el perro hab�a descubierto el camino adecuado y estaba copulando con
mi perra. La cara de la due�a era un poema, ya no sent�a los lamidos en su
vagina, no sabia que hacia su perro, y no pod�a mirar pues mis manos y mi polla
la tenian trabada, sus ojos ped�an piedad, pero su boca me trabajaba bien la
verga. Cuando note que me iba a correr, tire de ella para atr�s y eyacule en
toda su cara, en sus parpados, de sus cejas colgaba el moco de mi semen, sus
pesta�as estaban impregnadas. Ella ansiosamente se restreg� la cara con las
manos para poder ver y se gir�. Un suspiro de alivio surgi� de ella cuando la
imagen de los dos perros, ya en la �ltima fase de la monta, culo con culo, dados
la vuelta, confirmaban que las ense�anzas hab�an valido para algo.
Estaba agotada, desnuda excepto por el sost�n que a�n
llevaba, mirando fijamente a la canina pareja, previendo los cachorros que iban
a tener, y los concursos que iba a ganar. Tuve ganas de orinar y placidamente,
con mi polla a�n morcillona solt� una larga y calida meada sobre el torso de mi
improvisada amante, desde la nuca hasta sus nalgas, as� marqu� el territorio. El
perrillo, el cual ya hab�a dejado de montar vino hasta su due�a la olisqueo y
con gesto r�pido y breve levanto la pata y reivindic� su propiedad.
Nos hemos despedido muy amablemente, mi perra y yo volvemos
contentos a nuestro barrio, hemos quedado para dentro de dos d�as para repetir
la experiencia, hay que asegurar que la perra se quede pre�ada.