Suelo viajar una vez al a�o a Buenos Aires, ciudad en la que
viv� algunos a�os durante mi adolescencia. De aquella �poca de mi vida me
quedan, adem�s de innumerables recuerdos, algunos amigos. Juli�n, espa�ol como
yo, es uno de ellos y el m�s �ntimo y entra�able de todos, a pesar de la
diferencia de edad. El es doce a�os mayor que yo. Est� casado con Mercedes, una
mujer por la que no parecen pasar los a�os, bonita y dulce, y que siempre estoy
encantado de volver a ver. Tienen una hija, Paula, de 20 a�itos, la cual, para
hablar claro y pronto, es una aut�ntica zorra. Aunque, todo hay que decirlo, una
zorra muy linda puesto que ha heredado la belleza de su madre.
Paula y yo compartimos una peculiar historia que empez�
cuando ella contaba con apenas 15 a�os, edad temprana en la que ya se manifest�
ese aspecto de su personalidad de viciosa puta adepta a la sumisi�n que tantas
placenteras experiencias nos ha proporcionado (y sigue proporcionando) a ambos.
Tanto Paula como yo hemos escrito ya acerca de algunas de nuestras "aventuras"
en precedentes relatos publicados en esta p�gina.
Durante mi �ltima estancia en Argentina estaba invitado al
aniversario de Juli�n, el cual cumpl�a los 50 y lo celebraba, como debe de ser,
con una gran fiesta que organizaba en su casa. Invitaci�n que, por supuesto,
agradec� mucho y acept� con gran placer.
La noche del acontecimiento llegu� a la bonita casa de mi
amigo temprano, antes que la mayor�a de los invitados. Odio llegar a las fiestas
de los �ltimos y que todo el mundo se me quede mirando a mi llegada,
examin�ndome de pies a cabeza. Puesto que ya hab�a hecho mis regalos a Juli�n
(uno de ellos consist�a en algo que ya os cont� Paula en su relato "Un tr�o
sorprendente") no llevaba ning�n paquete en las manos, aunque s� unas flores
para su esposa.
Mercedes me recibi�, como cada vez que volvemos a
encontrarnos, con sincera alegr�a y mostr�ndose tan encantadora como siempre.
Nos abrazamos y dimos dos besos, y, tras piropearla por lo bonita que iba con su
lindo vestido, la dej� acudir a la llamada de una de las camareras que
solicitaba su presencia en la cocina.
Me mezcl� entre los presentes. Los �nicos que me resultaban
conocidos eran Graciela y Roberto, t�os de Paula, con los que comenc� a charlar.
Poco a poco fueron llegando los invitados y la casa
llen�ndose de gente. Juli�n no daba abasto atendiendo a sus amigos y familiares,
con su simpat�a y don de gentes habituales. Mercedes dirig�a y daba
instrucciones, como se�ora de la casa, a los empleados del hotel al que hab�an
encargado la organizaci�n del buffet y del bar.
La fiesta estaba siendo un �xito. Las bandejas de comida no
paraban de salir de la cocina para vaciarse r�pidamente; las botellas del
excelente vino tinto de Rioja, el favorito de Juli�n y que yo le hab�a hecho
llegar desde Espa�a (mi otro regalo de cumplea�os), ve�an todo su contenido
traspasado a las copas y consumido apenas descorchadas, y el ambiente era
magn�fico, cargado de risas y conversaciones animadas.
El tiempo fue pasando y con el discurrir de la fiesta el
consumo del vino comenz� a mostrar sus efectos en todos. Pude comprobar
divertido, pero en absoluto sorprendido, lo "cari�oso" que mi amigo Juli�n se
mostraba con su hijita Paula (sin duda mi primer "regalo", aquella misma tarde,
hab�a inflamado m�s si cabe su "instinto paterno") a la que abrazaba y se puede
decir que sobaba sobre la ropa, mientras hablaba de ella con orgullo a sus
amigos.
Entonces me vino una de mis ideas. Un plan se fue formando en
mi cabeza, fruto de mi calenturienta imaginaci�n, y me dispuse a ponerlo en
pr�ctica inmediatamente. Iba a ponerle un poco de "pimienta" a la fiesta.
Comenc� por dirigirme hacia Paula y, alej�ndola unos metros de su padre, darle
unas cuantas instrucciones.
- Ven aqu�, babosa puta. Esc�chame atentamente y obedece.
Vuelve junto a tu papito y ll�nale la copa de vino. Simula que por accidente te
cae un poco sobre la ropa y te manchas. Entonces ve a cambiarte a tu habitaci�n
y v�stete como sabes que me gusta que lo hagas cuando te llevo a lugares
p�blicos para que todos puedan apreciar lo furcia rastrera que eres.
- Pero, mi Se�or, -me contest� horrorizada- no me puedo
vestir as� ahora, aqu�! La gente, mi� mi familia� mis padres! Por favor, no
puedo, no�
Agarr�ndola fuerte por un brazo y habl�ndole en tono severo,
entre dientes, intentando contener mi c�lera, le dije:
- Est�pida ramera indisciplinada y contestona! �C�mo te
atreves a discutir las �rdenes de tu Amo? Obedece ahora mismo y haz lo que te
digo o te juro que la atracci�n de la noche van a ser las fotos que tengo en el
bolsillo interior de mi chaqueta y que pienso ense�ar a todos, empezando por tu
madre.
No fue necesario insistir ni precisar de qu� fotos se
trataba. Paula, bajando los ojos y tras decir en un susurro� "Si, mi Se�or",
regres� junto a Juli�n dispuesta a ejecutar mis �rdenes.
Yo volv� junto a su madre, ya bastante excitado y sin perder
de vista a Paula. Mercedes me dedicaba la mayor parte del tiempo que la
responsabilidad de la organizaci�n de la fiesta le dejaba libre y durante el
cual hablamos y re�mos mucho. Yo le cont� algunas an�cdotas ocurridas durante
mis �ltimos viajes y ella, entre otras cosas, me habl� de algunas de las mujeres
presentes. Me propuso presentarme a alguna de las que se encontraban libres de
compromiso alguno, argumentando que ser�a estupendo si pudiera encontrar esposa
e instalarme en Buenos Aires, cerca de ellos. Yo aprovechaba para adularla,
dici�ndole que ninguna de esas mujeres era tan hermosa ni pose�a tanto encanto
como ella, acompa�ando mis palabras de poco disimuladas miradas cargadas de
deseo a su generoso escote y, en ocasiones, pas�ndole un brazo por la cintura y
acerc�ndome mucho para decirle esas palabras al o�do. Incluso una de esas veces
llegu� a decirle, dej�ndome llevar un poco por el ambiente euf�rico, que ninguna
de ellas despertaba en m� un deseo tan salvaje como el que estaba sintiendo toda
la noche por ella. Mercedes, riendo nerviosa y picarona, d�ndome una cari�osa
palmada sobre el pecho para apartarme, me pidi� que dejara de decir tonter�as, y
se dirigi� hacia la cocina de nuevo.
Los primeros invitados comenzaban ya a marcharse y Juli�n
volv�a de despedir a algunos de ellos. Fue entonces cuando pude ver a Paula
hacer el simulacro de accidente y dirigirse a su cuarto para cambiarse de ropa.
Estaba esperando su regreso, excitado, imaginando la cara que
pondr�a Juli�n viendo a la zorra de su hijita vestida como una ramera y sabiendo
lo mucho que le iba a excitar, cuando Mercedes me llam� desde la puerta de la
cocina. No quedaba vino y me pidi� ayudarla a subir una �ltima caja del s�tano,
por si acaso alguno de los a�n presentes lo ped�a.
Bajamos juntos al s�tano y en la penumbra del mismo encontr�
a Mercedes mucho m�s hermosa y deseable que nunca. Mientras simul�bamos buscar
entre las muchas estanter�as repletas de cajas y botellas de vino, nuestros
cuerpos se rozaban "involuntariamente". Al mirarla, pude notar sus pezones
excitados apuntando bajo la tela del vestido y no s� si ella pudo ver, sospecho
que si, el bulto que mi verga semierecta provocaba en mi pantal�n. Es obvio que
no pude resistir y, aprovechando ese momento de aislamiento, pas� mis brazos por
su cintura, apret�ndola contra mi cuerpo, y la bes� en la boca. Tras solo un
segundo de duda, se abandon� al beso, gimiendo y meti�ndome la lengua en la
boca, que yo le chup� y frot� contra la m�a, mientras mis manos tocaban sus
pechos y pellizcaban sus pezones sobre la tela del vestido. Ella gem�a cada vez
m�s y su cuerpo se pegaba m�s fuerte contra m�.
- Que locura Antonio! �Qu� estamos haciendo?! No puede ser�
- Sabes que te deseo desde siempre, Mercedes, lo has debido
de notar! Me he masturbado muchas veces so�ando con tu cuerpo, con poseerte. Y
he imaginado que eras t� cuando estaba con otras mujeres. Sientes mi deseo
contra tu vientre, �verdad? �Notas mi verga erecta por ti? Me tienes excitado
toda la noche, me muero de ganas de poseerte y hacerte gritar de placer.
Cada vez nos toc�bamos m�s �ntimamente y, pose�do por ese
deseo salvaje, levant� la faldita del vestido hasta su cintura y acarici� su
sexo con la palma de mi mano sobre la braguita, haci�ndola gemir.
- Ahhhhhhh, nooo, para, Juli�n podr�a bajar y sorprendernos,
ohhhhhh, para Antonio, por favor, no�
- Vayamos a otro sitio, -contest�- quiero lamer tu cuerpo
entero y poseerlo, me vuelves loco! Ven, s�gueme�
Volv� a besarla con desenfrenada pasi�n y, tom�ndola de la
mano, subimos la escalera y tomamos la direcci�n opuesta a los salones donde
discurr�a lo que quedaba de fiesta. Entramos a una peque�a habitaci�n, un
despacho, con estanter�as en las paredes repletas de libros, carpetas y
archivadores. Junto a la ventana hab�a un escritorio, de estilo moderno, metal
cromado y cristal, y un sill�n de cuero negro. Est�bamos casi a oscuras y
encend� la peque�a lamparita al�gena que se encontraba sobre el escritorio y
cuya luz, reflej�ndose en el cristal de la mesa, llen� de una tenue claridad
toda la habitaci�n. Nos abalanzamos el uno contra el otro, pose�dos por el
deseo, y empezamos a besarnos con total desenfreno. Nuestras lenguas se
mezclaban, nuestras manos recorr�an nuestros cuerpos al tiempo que nos �bamos
arrancando la ropa mutuamente. Las m�as se detuvieron sobre sus pechos,
acarici�ndolos sobre la ropa primero, y pasando despu�s bajo la tela para
pellizcar esos duros pezones. Mercedes gem�a mientras yo apretaba y hac�a rodar
sus pezones entre las yemas de mis dedos y mi boca besaba y lam�a su cuello.
Seguimos as�, de pi�, excit�ndonos y abandon�ndonos a nuestra
lujuriosa pasi�n unos minutos m�s. Tom� uno de sus pechos en la mano,
apret�ndolo y acerc�ndolo a mi boca, en la cual introduje el duro pez�n que
chup� fuerte, lami�ndolo y mordisque�ndolo, lo que hizo aumentar el volumen de
sus gemidos. Como siempre me ocurre, el o�r esos gemidos dispar� mi excitaci�n y
el deseo de convertirlos en gritos de placer.
Sin dejar de chuparle intensamente los pezones, pasando de
uno a otro, poco a poco la fui llevando hasta el sill�n de cuero, donde la hice
sentar tras recostar el respaldo. Yo qued� de pi� y, con la respiraci�n agitada
y sin dejar de mirarla a los ojos, desabroch� mi cintur�n. Ella se incorpor� y
empez� a soltar los botones de mi pantal�n, con dificultad ya que la tela estaba
muy tensa debido al volumen de mi verga erecta en su interior. El sentir sus
dedos presionar sobre mi polla mientras lo hac�a me iba excitando m�s a cada
bot�n.
De un tir�n, me baj� el pantal�n hasta los tobillos y mi
verga, completamente erguida y dura, saliendo por la apertura delantera del
b�xer, qued� delante de su cara. Dej� escapar un sonoro suspiro de deseo, me
sac� el b�xer y su mano comenz� a acariciarme la polla entera, bajando hasta mis
huevos para apret�rmelos un poco, y volviendo a subir agarr�ndome el tronco y
comenzando a pajeralo al tiempo que su cara se iba acercando, como atra�da por
una irresistible fuerza magn�tica, a mi erecto rabo. No pude frenar el impulso
de poner mi mano sobre su cabeza y empujarla hasta que mi polla toc� su cara,
movi�ndome y frot�ndola contra su rostro.
- Ohhhhh Mercedes� M�tetela en la boca! Ch�pamela, mmmmm,
siiiii, ahhhhhh, as� putita, muy bien, m�mamela, ahhhhh".
Mercedes, mujer de experiencia, me la com�a de manera
maravillosa, meti�ndose en la boca el hinchado glande para mamarlo fuerte y
pajeando el tronco en�rgicamente. El placer que me proporcionaba era inmenso!
Sent�a que si me abandonaba a esa magn�fica mamada no
tardar�a en correrme por lo que, ech�ndome un poco hacia atr�s, hice salir mi
pene de su boca.
Me agach� frente a ella, quedando entre sus piernas abiertas.
Acarici�ndole los muslos, deslic� mis manos bajo la amplia falda. Acarici� un
instante su sexo sobre la braguita h�meda para, seguidamente, quit�rsela.
Comenc� a levantar la falda y, a medida que la tela sub�a por sus muslos, mi
boca los besaba y lam�a. Pronto le qued� la falda enrollada en la cintura y mi
cabeza empujaba y se met�a entre sus rellenos muslos buscando su sin duda
empapado co�o, que deseaba poder lamer, hundirle la lengua dentro y chuparle el
tierno botoncito, como tanto me gusta hacer.
Para facilitar la tarea, pas� mis manos por los lados hasta
agarrarle las nalgas y empujarla hacia adelante. Tras esto, le hice apoyar cada
una de sus piernas en los brazos del sill�n, quedando as� abiertas y levantadas.
Qu� puta que se ve�a en esa postura Mercedes, la esposa de mi
amigo! Despatarrada y con el co�o abierto y levantado entreg�ndose totalmente a
m�. Sin demorar ni un segundo m�s, coloqu� mi lengua bien mojada de saliva sobre
ese delicioso co�o y empec� a lamerlo. Con largos lametones de abajo hacia
arriba, hasta llegar al cl�toris que masajeaba un poquito con la punta de la
lengua, para volver a bajar paseando la lengua sobre los labios y hundi�ndola
entre ellos. Sus suspiros de placer se estaban convirtiendo poco a poco en
peque�os grititos de hembra gozosa, lo cual me volv�a loco de excitaci�n y
provocaba que mis caricias se intensificaran, deteni�ndome de vez en cuando para
hablarle.
- Ohhhhh Mercedes, tesoro, no pod�a imaginar que fueras tan
puta! Como me excitas con tus gemidos, zorra. �Te gusta como te como la raja,
verdad mi cielo? �Quieres que contin�e, putita?
Ella parec�a no poder hablar, permanec�a con los ojos
cerrados, gimiendo, pellizc�ndose los pezones con una mano y meti�ndose dos
dedos de la otra en la boca y chup�ndolos. Continu� lami�ndole el co�o durante
varios minutos de la misma manera y, al sentirla cerca del orgasmo, acompa�� la
caricia de mi lengua con una penetraci�n de dos de mis dedos, meti�ndoselos
enteros y haci�ndolos girar, intensificando poco a poco el ritmo del mete y saca
de mis dedos y concentrando mis caricias orales en chupar y lamer su cl�toris.
Por la intensidad de sus gemidos, que intentaba disimular
poni�ndose un pu�o delante de la boca, los temblores de su cuerpo y la cantidad
de l�quidos que segregaba su co�o e inundaban mis dedos y mi boca, adivin� que
el orgasmo que estaba viviendo era bestial.
Continu� lamiendo y pajeando, cada vez mas suavemente, ese
gozoso co�o con el fin de prolongarle al m�ximo el placer y las sensaciones del
orgasmo, hasta que dej� de sentir los espasmos de placer sacudir su cuerpo.
Ella segu�a gimiendo y acariciaba mi pelo. Me incorpor� un
poco hasta colocar mi cabeza entre sus voluminosas tetas, frot�ndome contra
ellas sensualmente. Un minuto despu�s volv� a ponerme de pi�. Mi polla estaba
para reventar, totalmente tiesa y dura, y se ve�a brillar por el abundante
l�quido transparente que vert�a y resbalaba sobre ella, producto de la enorme
excitaci�n. Bes� de nuevo a Mercedes y, con una suave caricia de mi mano sobre
sus pechos, le dije:
- No te muevas, a�n tenemos mucho placer que compartir esta
noche, mira como tengo la polla �ella volvi� a atrap�rmela con una mano y a
mene�rmela- ahhhhhhhhh, si, t�cala, asiiii, ohhhhhhhhhh mi linda putita, deseo
follarte, clav�rtela entera, ahhhhhhhhh. Pera antes he de hacer algo, qu�date
como est�s, enseguida vuelvo�
Ella pareci� inquietarse un poco y me sigui� con la mirada
mientras me pon�a apresuradamente el pantal�n y la camisa y sal�a de la
habitaci�n. Fui hasta el extremo opuesto del pasillo y localic� a Paula. Ya
quedaban muy pocos invitados y estaba sola en ese momento. Al fondo vi, tambi�n
solos y hablando entre ellos, a Graciela y Roberto. Supuse que Juli�n estaba
acompa�ando hasta sus autos a los que se marchaban y me pregunt� si estar�a
sospechando (me tem�a que si) qu� est�bamos haciendo su mujer y yo,
desaparecidos al mismo tiempo.
Paula se hab�a vestido, como le orden�, con una cort�sima
minifalda, blusa escotada de blanca y fina tela casi transparente, marcando sus
puntiagudos pezones al no llevar sujetador, pantys negros y zapatos de tac�n
alto. L�stima que no pude ver la cara de su padre (y de los dem�s invitados!) al
aparecer vestida as�, como una aut�ntica furcia barriobajera. Imaginaba a Juli�n
babeando de deseo ante la visi�n de su tierna bebita a su lado y vestida como
una puta.
Agitando la mano, llam� su atenci�n y la hice venir junto a
m�.
- Ven conmigo, perra, acomp��ame, voy a follar a la zorra de
tu madre y quiero que lo veas.
Su cara era de sorpresa e incredulidad total. S� que pudo ver
en mis ojos esa mirada lujuriosa que me posee en situaciones similares y que
ella tantas veces a visto y tan bien conoce. Y sin duda tambi�n debi� notar el
bulto en mi entrepierna, indicador inequ�voco de que no estaba bromeando. Me
sigui� sin decir palabra.
Entramos al despacho en silencio. Voluntariamente dej� la
puerta entreabierta. Mercedes permanec�a sentada en el sill�n, con la cabeza
inclinada, los ojos cerrados y acarici�ndose despacio los pechos. Hice que Paula
se colocara detr�s del sill�n, fuera del campo de visi�n su mami, frente a la
que me coloqu� de nuevo.
- Ya estoy aqu� mi tesoro, -le dije mientras volv�a a
acariciar su sexo con los dedos- hummmmm, est�s toda mojada� Como te deseo!
Sin demorarme me quit� la ropa, mirando por encima del sill�n
a Paula, que estaba detr�s en silencio, con ojos de incredulidad pero tambi�n
cargados de lujuria. Coloqu� mi polla sobre el co�o de Mercedes y empec� a
moverme y restreg�rsela por encima. Me la agarr� con una mano y le frot� el
cl�toris con el glande. Ella volv�a a soltar gemidos de placer, separaba las
piernas lo m�s que pod�a y dec�a:
- Ven ya, por favor! Ahhhhhhh, f�llame ya, cabr�n! M�teme ya
esa dura tranca, no puedo m�s!
Paula, detr�s, recostada en el suelo, excitada por lo que
estaba viendo y oyendo, hab�a remangado la peque�a falda, abierto las piernas y
se acariciaba sobre la tela del min�sculo tanga.
Sin poder resistir m�s, penetr� a Mercedes. Con solo un par
de empujones, colocado sobre ella y con las manos agarrando el respaldo del
sill�n, mi polla entera se introdujo en su lubricad�simo co�o. La posici�n
facilitaba una penetraci�n profunda y, loco de excitaci�n, empec� a bombearle
fuerte, penetr�ndola hasta el fondo en cada embestida para sacar la verga casi
completamente antes de volver. Segu� foll�ndola al mismo ritmo durante unos
minutos, hasta provocarle gritos de placer. Entonces le dije a Paula:
- Ac�rcate putita, ven a ver de cerca como se corre tu mami.
�Sab�as que era tan puta como t�, mi peque�a ramera? Ven, mira como la estoy
follando, a la furcia de tu madre�
Mercedes, sorprendida, reaccion� con un respingo ante mis
palabras e intent� empujarme y hacerme salir de ella, buscando con la mirada
donde pod�a estar su hija. Yo, que lo esperaba, la mantuve con mi cuerpo
prisionera contra el sill�n y la segu� follando, excitad�simo por la situaci�n.
Paula vino a colocarse a nuestro lado.
- Te excita lo que ves, �verdad, puta? Desn�date, s�bete
sobre la mesa y ens��ale a tu mama�ta lo zorra que es su nena.
Obedeciendo, se sent� sobre el cristal y comenz� a
introducirse un dedo en el culito mientras con la otra mano se acariciaba el
cl�toris, gimoteando como una gata en celo, con la viciosa mirada fija en su
madre, en las gordas tetas que se balanceaban por mis embestidas y en su co�o
follado por esa polla de la que tantas veces hab�a ella misma disfrutado.
Mercedes segu�a con los ojos abiertos como platos y miraba a
su hija dedearse el culo y masturbarse. Apenas pod�a decir palabra y solo atin�
a pronunciar:
-Pe� pero� Paula!
Por un momento tem� que se fuera a bloquear y deseara poner
fin a nuestra peque�a "fiesta" pero, finalmente, cerrando de nuevo los ojos y
echando la cabeza hacia atr�s, volvi� a abandonarse al placer, acogiendo con
gusto cada uno de mis embistes e incluso agarr�ndome el culo con las manos para
empujar m�s fuerte y m�s dentro mi polla en su co�o. De nuevo est�bamos los tres
abandonados a nuestro vicioso deseo. Segu� penetrando a Mercedes cada vez a un
ritmo m�s desenfrenado hasta que, en pocos minutos, comenzamos a corrernos como
demonios.
Mercedes y yo lo hicimos al mismo tiempo. Su cuerpo se
sacud�a de espasmos de placer mientras mis chorros de esperma inundaban su
vagina, lanzando ambos profundos gemidos. Ante el incre�ble espect�culo de ver a
su madre follada y corri�ndose de gusto, Paula aceler� y profundiz� la
penetraci�n del dedito que se met�a en el culo mientras se frotaba con rabia el
co�o, llegando tambi�n enseguida al orgasmo, que acompa�� de esos sonoros gritos
de lujuria que tan familiares me eran.
Entonces me di cuenta que Juli�n se encontraba en la puerta
del despacho.
Acudi� atra�do sin duda por las voces y los gritos que sal�an
por la puerta entreabierta. Estaba at�nito. Tan sorprendido que, como
petrificado, no vio a Graciela y Roberto que llegaron tras �l y por encima de su
hombro miraban, tambi�n incr�dulos, la escena que se ofrec�a a sus ojos.
Yo a�n estaba tumbado sobre el sill�n. Bajo mi cuerpo estaba
Mercedes, todav�a abierta de piernas y con mi polla a�n erecta en su interior.
Ambos sudorosos y exhaustos tras el intenso orgasmo. Y Paula, tumbada sobre la
mesa, segu�a retorci�ndose de gusto (que incre�blemente guarra y viciosa que es
la ni�a!) acarici�ndose el co�o.
Con paso lento y la mirada fija en el cuerpo de Paula, Juli�n
avanz� hasta el borde de la mesa. No ten�a palabras. Su mirada iba del sill�n,
donde su esposa, muy confundida y sin saber que hacer ni que decir, se
encontraba despatarrada y con una polla metida en el co�o, del que sal�a y
resbalaba mi esperma cayendo sobre el asiento, a la mesa donde su hija, a la que
s� que tanto deseaba desde hac�a a�os, a�n gimoteaba, desnuda y con la
respiraci�n agitada por acabarse de correr solo unos segundos antes. He de
admitir que la situaci�n, por lo morbosa e inhabitual, me excit� much�simo.
Sent� que mi pene volv�a a endurecer dentro del caliente co�o en que se
encontraba y empec� de nuevo a moverme despacio sobre Mercedes, foll�ndola
delante de su marido, de Juli�n, mi amigo. Entonces le dije a Paula.
- Venga Paula, s� cari�osa con tu papi �no ves como te mira,
como te desea? Vamos peque�a puta, baja la cremallera de su pantal�n y ch�pale
la polla como tan bien sabes hacerlo.
Juli�n segu�a sin pronunciar palabra. Se dejaba hacer por su
nena que ya le hab�a sacado el rabo y se lo estaba chupando golosamente,
trag�ndoselo entero. Al mismo tiempo miraba como su mujer volv�a a gemir de
gusto taladrada profundamente, de arriba abajo, por mi polla. Pronto reaccion�.
Como loco de deseo agarr� y levant� las piernas de Paula, separ�ndolas, y la
hizo resbalar hasta el borde de la mesa. Lami� intensamente el co�ito de su ni�a
unos minutos y, sin poder resistir m�s, se incorpor� para penetrarla. Apoy� los
pies de la putita sobre su pecho y se acerc� para realizar uno de sus mayores
deseos de los �ltimos a�os, follarse a su bebita Paula, que tantas veces le
hab�a puesto la polla gorda, como a tantos otros, con sus puter�as de golfa
inmoral y de las que me hab�a hablado en algunas ocasiones. Agarr�ndola de los
muslos le introdujo la verga en el co�o y empez� a moverse dentro, saboreando y
disfrutando el momento.
Roberto y Graciela observaban desde la puerta como Juli�n se
follaba a su hija Paula, y como su mujer, Mercedes, gozaba y emit�a gemidos de
furcia viciosa al a ser follada por m�. Ellos estaban tambi�n visiblemente
excitados. Roberto manoseaba las tetas a Graciela tras haberle desabrochado la
blusa, y �sta ten�a una mano metida entre las piernas separadas y con la otra
agarraba la verga de su marido sobre el pantal�n. Con un gesto de la mano les
invit� a unirse a nosotros. Graciela se me acerc� y comenz� a excitarse
acariciando mi cuerpo desnudo y chupando las tetas de Mercedes mientras nosotros
segu�amos follando.
Roberto parec�a no saber muy bien que hacer para incorporarse
a la org�a.
- Vamos Roberto, ven, -le anim�- seguro que la furcia de
Paulita puede tambi�n mamarte la verga mientras su papito se la folla.
As� lo hizo. Se coloc� junto a la mesa y, tras desnudarse
r�pidamente, arrim� su gorda polla a la boquita de Paula para que �sta la
agarrara y se la comenzara a mamar. Mientras, el tierno cuerpo de la zorrita se
sacud�a con los fuertes pollazos que estaba recibiendo y gem�a como una furcia
posesa por el placer que la metida de su papi le proporcionaba.
Continuamos de esa manera cierto tiempo y cuando vi que
Roberto ten�a la polla bien erecta le ped� que viniera a sustituirme con
Mercedes, porque deseaba follarme a su mujer, Graciela.
Estas palabras nos excitaron mucho a todos.
Mercedes, ya un poco inc�moda por el largo rato pasado en la
misma postura, se levant� del sill�n. El cuero estaba completamente mojado de su
sudor. Y sobre el asiento hab�a un charco de esperma. Se tumb� sobre la
alfombra, abriendo las piernas como la m�s viciosa de las putas y Roberto, como
poseso, vino a tumbarse sobre ella y, tras hundirle su enorme tranca en el co�o,
comenz� a follarla con fuerza y a mamarle las tetas.
Junto a ella, tambi�n en la alfombra, se tumb� Graciela.
Observaba excitada como su marido follaba con Mercedes. Yo le agarr� los
tobillos, levant� y separ� sus piernas y comenc� a lamerle prof�ndamente el
co�o, como hab�a hecho anteriormente con Mercedes. Ambas mujeres, la una follada
y la otra lamida, se daban la lengua la una a la otra, aunque no les resultaba
f�cil por las fuertes metidas que Roberto hac�a encajar a Mercedes, y que
parec�an estar mat�ndola de placer de nuevo.
Mientras tanto Juli�n segu�a concentrado y completamente
feliz foll�ndose a su hijita. Mi amigo, supongo que un poco por su edad y el
hecho de haberse ya corrido una vez ese mismo d�a, estaba aguantando largo rato
sin correrse, a pesar de la enorme excitaci�n. Y a Paula ya la hab�a o�do gritar
varias veces, cada vez que ten�a un nuevo orgasmo. La peque�a furcia estaba
disfrutando como una loca con su padre. Pens� que nunca dejar�a de sorprenderme
y me preguntaba hasta que punto puede llegar a ser puta perversa y viciosa
Cuando Graciela empez� a rogarme que la follara, dej� de
lamerle el co�o y la hice levantarse. La llev� hasta la mesa y la coloqu�
apoyada sobre ella, de manera que quedaran sus gordas tetas colgando sobre la
cara de Paula. Esta levanto sus manitas, las agarr� y comenz� a frotarlas contra
su cara y chupar los pezones. Penetr� a Graciela desde atr�s, hundi�ndole la
polla entera en el lubricado co�o, y mientras la follaba le introduc�a un pulgar
en su ensanchado agujero del culo. Era evidente que la gorda polla de Roberto ya
hab�a visitado ese lugar en m�s de una ocasi�n. La empec� a penetrar con rabia,
nuestras carnes daban chasquitos al chocar en cada una de mis metidas. No tard�
en correrse, gimiendo y frotando sus tetas contra la carita de Paula, a la que
por un momento tem� que pudiera asfixiar! Yo, tambi�n muy cerca de correrme, le
saqu� la polla del co�o y se la met� por el ano, que estaba bien dilatado por la
penetraci�n que le hab�a estado haciendo con el dedo. En unos pocos empujones
consegu� tenerla entera dentro y comenc� a bombearle el culo. Tan rico era tener
la polla all� metida que no tard� en disfrutar de otro orgasmo incre�ble y en
llenarle el culo de esperma.
Roberto y Mercedes segu�an follando en el suelo. Hab�an
cambiado de posici�n y ahora �l la penetraba a cuatro patas, cogi�ndola desde
atr�s, como a una perra, meti�ndole su enorme rabo con rabia, agarr�ndola del
culo y arranc�ndole gritos de placer. Tampoco tardaron en correrse. Ambos gem�an
y Roberto agarraba fuerte las tetas de Mercedes mientras vaciaba el contenido de
sus huevos en su interior y le dec�a todo tipo de obscenidades, trat�ndola,
entre otras cosas, de cerda viciosa sedienta de su leche.
Juli�n, al borde del orgasmo, dej� de bombearle el co�o a
Paula y vino a colocarle la polla contra la cara. El muy cerdo quer�a, era
evidente, correrse en la boquita de su ni�a. Esta, que en ese momento estaba
d�ndose la lengua con su t�a, no se hab�a percatado, por lo que le dije
sacudi�ndola de un brazo:
- Vamos zorra, tr�gate la polla de tu papi y hazlo escupirte
su leche caliente en tu garganta.
Mientras lo hac�a, mientras tragaba el rabo a su papa�to
hasta tocarle los huevos con los labios y le met�a un dedito por culo (la muy
puta sabe que me encanta que me la coma as� y quiso hac�rselo tambi�n a su pap�)
me coloqu� junto a ella para decirle al o�do:
- M�mala entera, pedazo de furcia, siiiiii, �sabes que eres
la m�s despreciable y rastrera de las rameras? Te est�s tragando la polla de tu
padre! Te vas a tragar toda su lechita, sin dejar derramar una gota, como tanto
te gusta, �verdad, cerda?
Acompa�aba mis palabras con una profunda penetraci�n de mis
dedos en su co�ito.
La polla que ten�a en la boca, mis obscenas frases y la paja
que le estaba metiendo con los dedos, la llevaron al en�simo orgasmo de la
noche, mientras Juli�n, gimiendo como un loco, le vert�a todo su semen en la
boca.
Acabamos todos exhaustos, sudorosos e incre�blemente
satisfechos por el tremendo placer que hab�amos experimentado. Hab�a sido
realmente alucinante, una aut�ntica e incre�ble org�a familiar.
Nos vestimos en silencio y abandonamos el despacho. Juli�n
propuso que sali�ramos al jard�n y nos di�ramos un ba�o nocturno en la piscina.
As� lo hicimos, todos juntos y desnudos, para despu�s sentarnos a tomar una copa
al fresco. Estuvimos hablando y bromeando largo rato de lo bien que se hab�a
desarrollado la fiesta de Juli�n y de tal o cual invitado, como si lo que
acababa de ocurrir en el despacho fuera lo m�s natural del mundo.
Dorm� en la casa, en una habitaci�n de invitados, y al d�a
siguiente, cuando me marchaba, Juli�n me acompa�� hasta el coche de alquiler y,
d�ndome un abrazo y una sonora palmada en la espalda, me pidi� que a partir de
ese momento, cada vez que vuelva a Buenos Aires, en vez de ir al hotel vaya a
alojarme a su casa.
Para ser sincero, os confesar� que creo que aceptar� la
invitaci�n y que ardo en deseos de volver lo antes posible.
Si deseas ponerte en contacto con alguno de los protagonistas
de este relato o hacer alg�n comentario puedes escribir a
(Paula) y
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO (Antonio,
autor).