Relato: La baby sitter



Relato: La baby sitter

Por mi profesi�n de psic�loga, llegan hasta mis o�dos incre�bles historias
que, de no ser por el estado de las personas que me las cuentan, me ser�a
dif�cil creerlas.


Esta es una de esas historias, sufrida por mi paciente, una chica de 16 a�os
que ahora est� pas�ndolo mal por todo lo vivido.


Lo que voy a relatar es absolutamente cierto, si bien mi deontolog�a
profesional me lleva a cambiar nombres y para hacer m�s llevadero el relato, lo
contar� en primera persona, tal y como ella me lo ha contado a mi. Si bien aqu�
lo cuento todo seguido, el conseguir oir el relato completo de lo ocurrido me
llev� varias sesiones de terapia. Todo es cierto, lo �nico que pongo de mi
cosecha es la forma literaria de relatarlo ya que, como supondr�n, la pobre
chica me lo fue contando a su manera y entre sollozos.


Bueno, sin m�s pre�mbulos, os contar� en primera persona lo que me relat�,
digamos Ver�nica.


�


A trav�s de un anuncio en la bolsa de trabajo de la Asociaci�n de Vecinos, me
sali� un peque�o trabajo con el que sacarme un dinerillo para mis gastos. Se
trataba de cuidar por las tardes a un ni�o de 2 a�itos, Raul, mientras sus
padres volv�an del trabajo.


Fui a la casa y mantuve una peque�a conversaci�n con sus padres. Eran gente
encantadora, me dijeron que hasta las 7 o as� no pod�an regresar a casa y que
desde las 3 que cerraba la guarder�a, necesitaban a alguien que se hiciera cargo
del peque�o. Alguna vez, espor�dicamente, sal�an de viaje el fin de semana y
tambi�n tendr�a que quedarme todo el d�a, pero ser�a solo una o dos veces al
a�o. En casa viv�a tambi�n el abuelo que, aunque era relativamente joven y
estaba bien de salud, no quer�an traspasarle la responsabilidad del crio.


Hablamos de dinero, llegamos a un acuerdo enseguida, yo tampoco quer�a mucho,
tan s�lo unos ingresos extras a la paga de mis padres que, la verdad, alcanzaba
para poco. Y quedamos en que el lunes siguiente empezar�a.


Todo empez� de maravilla. Raul me cogi� bastante cari�o y yo tambi�n me
encari�� mucho con el nene. La verdad es que no daba mucho trabajo. A las 3 le
recog�a de la guarder�a y se acostaba una siesta hasta casi las 6 de la tarde.
Sobre las 7 o 7,30 llegaban sus padres y ya pod�a irme a casa. El abuelo,
D.Alberto, era tambi�n muy amable conmigo aunque a veces su conversaci�n me
resultaba algo pesada. Supongo que se sent�a solo.


Llevaba ya 15 d�as trabajando alli cuando sucedi� algo que me incomod�,
aunque no le di mucha importancia. Cuando pas� por delante del abuelo, D.Alberto
me dio un azote en el culo a la vez que me gastaba una broma. Yo hice como que
nada hab�a pasado y r�pido me retir� de all�.


Pero aquello se repet�a demasiado a menudo, a la m�nima D.Alberto me dec�a
alguna cosa y entre bromas me volv�a a meter mano en el trasero. Yo, muerta de
verg�enza, no me atrev�a a decirle nada.


Habitualmente llevaba siempre pantal�n vaquero pero aquel d�a, despu�s del
trabajo me esperaban para una fiesta de cumplea�os as� que, como no ten�a tiempo
de volver a casa, fui vestida con una camiseta ajustada y una minifalda. Cuando
D.Alberto me vi�, no par� de decirme lo guapa que estaba. Yo m�s que nunca trat�
de evitarle pero en un momento de descuido, estaba yo de espaldas y entr�
sigilosamente en la habitaci�n. No le o� y por detr�s me levant� la falda,
toc�ndome el culo por encima de mis braguitas.


Me qued� unos segundos paralizada y luego solt� un grito y sal� corriendo de
la habitaci�n meti�ndome en el ba�o, donde me puse a llorar asustada.


Al poco tiempo, sent� como D.Alberto llamaba a la puerta pidiendo permiso
para entrar. Yo no dije nada pero en aquella casa los ba�os no ten�an cerrojo,
as� que abri� la puerta y entr�. Me encontr� llorando sentada en una banqueta y
me pidi� perd�n, dici�ndome que no volver�a a ocurrir, que es que me ve�a tan
guapa que no pudo resistirlo pero que ser�a la �ltima vez. Yo acept� sus
disculpas y volv� al trabajo.


Durante unos d�as todo fue bien, pero enseguida empez� de nuevo a hablarme
algo groseramente. Me recordaba lo bien que me quedaba aquella falda y lo
bonitas que eran mis braguitas blancas que llevaba aquel d�a. A veces me
preguntaba de que color era la ropa interior que llevaba hoy, a lo que nunca
contestaba y los toqueteos en el culo se volvieron a repetir.


Pero unos d�as m�s tarde, algo m�s fuerte se produjo que me result� tan
violento que decid� dejar el trabajo. Yo hab�a entrado al servicio a orinar y,
como ya he dicho, no hab�a cerrojo. De repente, D.Alberto abri� la puerta,
pill�ndome con el vaquero y las braguitas bajadas. Yo me tap� como pude y me
coloqu� la ropa lo m�s rapido que supe, pero fueron unos segundos en que
D.Alberto no quit� ojo a mi entrepierna.


Luego me dijo que perdonara, que no sab�a que yo estaba all�, pero que de
todas formas no ten�a de que avergonzarme, que ten�a un cuerpo precioso y que el
era solo un pobre viejo.


De todas formas, al d�a siguiente hable con los padres de Raul y les dije que
no volver�a m�s. Me preguntaron el motivo y, aunque me result� muy violento, les
dije que D.Alberto hab�a entrado al ba�o. No les cont� nada de lo anterior por
verg�enza. Me pagaron los d�as y ah� qued� todo.


Pero a la semana siguiente me pidieron que por favor volviera a verles, que
quer�an hablarme. Me dijeron que Raul se hab�a encari�ado mucho conmigo y me
ped�an que volviera. Hab�an hablado con su padre, D.Alberto, y, aunque el
siempre mantuvo que entr� en el ba�o sin saber que estaba ocupado por mi, hab�a
prometido pedirme disculpas y no molestar m�s.


Yo, contenta con aquella familia a excepci�n del abuelo, les dije que
volver�a.


Paso el tiempo y todo iba de maravilla, hab�an pasado casi 2 meses y
D.Alberto era muy correcto, adem�s ahora se dedicaba m�s a sus partidas de
cartas, bien en casa de sus amigos o alguna vez ven�an sus amigos a la casa. Yo
estaba muy contenta y todo hab�a quedado olvidado.


Por aquellos d�as, la madre de Raul me dijo que el pr�ximo fin de semana su
marido y ella ten�an un congreso y me ped�a quedarme con el ni�o desde el
viernes tarde hasta el domingo tarde en que volver�an. Deber�a quedarme d�a y
noche con el y por supuesto me lo pagar�an bien. Yo acept� encantada, un poco de
dinerillo m�s no me vendr�a mal ahora de cara al verano.


Lleg� el viernes y a las 3 fui a por Raul a la guarder�a. Pas� toda la tarde
jugando con �l. y D.Alberto se hab�a mostrado muy cort�s ayud�ndome a llevar la
bolsa con mi ropa y enseres a la habitaci�n donde dormir�a y que era la del
matrimonio ya que no hab�a otra en la casa.


Hab�amos acostado ya a Raul y se hab�a dormido pronto. Yo me dispon�a a
hacerme cualquier cosa de cena cuando D.Alberto me dijo que no, que hab�a
encargado una cena para los dos y estaban a punto de traerla, que ser�a una cena
para volver a ser amigos y olvidar todo lo sucedido meses atr�s.


A mi no me apetec�a mucho pero acept�. No pod�a decirle que no con tanta
amabilidad. Enseguida lleg� la cena. La verdad es que fue estupenda y la
conversaci�n tambi�n fue amena. Aunque de bebida hab�a encargado champ�n, yo
prefer� algo m�s suave y el propio D.Alberto me prepar� un zumo en la cocina con
sus propias manos. Todo era amabilidad.


Poco despu�s de acabar de cenar, me empec� a sentir con mucho sue�o y algo
mareada. No lo entend�a porque no hab�a probado nada de alcohol. M�s tarde supe,
por confesi�n del abuelo, que me hab�a echado algo en el zumo que me dej� sin
fuerzas.


Casi sin poder mantener el equilibrio, me disculp� y dije que me iba a
dormir, que no me sent�a bien. Llegu� apoy�ndome a las paredes a la habitaci�n,
cerr� la puerta y me tir� en la cama sin quitarme la ropa siquiera.


No se cuanto tiempo hab�a pasado cuando o� ruido y se abri� la puerta. Yo no
pod�a mover un m�sculo, no se que me pasaba pero ni mis manos ni mis piernas me
respond�an. Yo estaba tumbada bocarriba sobre la cama, vestida con mis vaqueros,
mi blusa y aun con los zapatos puestos. Se encendi� la luz y con esfuerzo abr�
los ojos y pude ver a D.Alberto y a 3 amigos mas que alguna vez hab�an venido a
casa a jugar a las cartas.


D.Alberto les invit� a entrar a la habitaci�n y o�a perfectamente como les
dec�a lo buena que estaba y les contaba lo del d�a en que me levant� la falda y
tambi�n cuando me vi� con las braguitas bajadas en el ba�o.



  • Anda venga, tocadla si quereis, les dijo. No se va a mover, est� dormida
    con el producto aquel de que os habl�.


Yo no pod�a moverme, ni siquiera articular palabra, pero era consciente de
todo. Rapidamente ten�a un mont�n de manos toc�ndome todo mi cuerpo: la cara, el
pecho, mi sexo. Me sent�a muy mal pero lo peor estaba por llegar.


De repente not� como me quitaban mis zapatos y como poco a poco iban
desabrochando mi blusa, luego siguieron por mis vaqueros, que con gran esfuerzo
consiguieron sac�rmelos.


Me ten�a sobre la cama en ropa interior, que aquel d�a volv�a a ser blanca.


Me dieron la vuelta y me colocaron boca abajo sobre la cama. Entonces o� que
alguien preguntaba �podemos tambi�n desnudarla del todo?. A lo que se respondi�:
Claro, podemos hacer lo que queramos, est� dormida.


Not� como muchas manos tocaban mi trasero y enseguida otra me desabroch� el
sujetador. Luego sent� como tiraban de mis braguitas hacia abajo, dej�ndomelas a
medio muslo y con el culo al descubierto. Al notar como me las bajaban, sent� un
estremecimiento en todo mi cuerpo, sent� mucha verg�enza y temor.


R�pidamente me dieron de nuevo la vuelta y me quitaron el sujetador de mis
pechos, a la vez que mi pubis quedaba al descubierto.


Mis pechos fueron manoseados por todos repetidamente y tambi�n enseguida me
sacaron las bragas por completo y me separaron las piernas.


Entonces empec� a notar la desagradable sensaci�n de c�mo unos dedos
empezaban a introducirse dentro de mi sexo a la fuerza. Yo era a�n virgen y
aquello me resultaba a�n m�s espeluznante. Pronto aquellos dedos se introdujeron
tambi�n por mi ano. Yo estaba enter�ndome de todo, sent�a una terrible verg�enza
y dolor pero no pod�a moverme ni hablar.


Al final, me penetraron con sus penes. No recuerdo muy bien pero creo que
fueron todos. Uno por uno se tumbaron sobre mi y me penetraron movi�ndose dentro
de mi hasta eyacular. El �ltimo de ellos adem�s, me penetr� por detr�s. Jam�s
hab�a sentido tanto dolor f�sico y moral.


Luego me vistieron y todos se fueron.


Yo, a las pocas horas, cuando consegu� moverme, sal� corriendo de la casa y
les cont� a mis padres lo ocurrido.


Hoy, los 4 abuelos est�n en libertad condicional a la espera de juicio y yo,
intentando recuperarme de aquel suceso que me ha dejado marcada para siempre.


�


Bueno, esta es lo que sucedi�. Os puedo decir que Ver�nica est� hoy en d�a
bastante recuperada de todo y que posiblemente en breve ya no sea necesario que
vuelva a terapia.


Si quieren hacerme alg�n comentario, pueden hacerlo en
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