"PRESA EN LA MAZMORRA"
"Ya va siendo hora
de cerrar por hoy", pens� el vigilante. El grupo de curiosos que sol�a
acudir a la exposici�n medieval del castillo no dejaba de contemplar todos
aquellos tapices y cuadros all� reunidos.
Anal�a oy� a lo lejos la voz del peque�o hombre que les
hab�a guiado en su visita. Mir� su reloj y se dijo: "Joderrr, pues s� que
ha sido r�pida esta visita para lo que nos ha costado la entrada". Se
dirigi� hacia la salida, pero justo antes de torcer a la derecha vio un
peque�o cartel. "Mazmorra. En obras. No pasar"
"�No pasar? �Ya os vale!". La turista curiosa
abri� sin m�s dilaci�n aquella puerta, sin saber con qu� se encontrar�a m�s
all�, y la cerr� tras de s�... El rumor de todos aquellos turistas se iba
disipando mientras abandonaban el castillo... Ella hab�a pagado y no
consent�a tener que irse ya, casi sin haber tenido tiempo para ver nada. Era
siempre as� de resuelta. "�Dios!"... Aquella estancia estaba repleta
de extra�os artilugios...
"Desde luego", pens�, "la gente en esos tiempos
estaba medio loca". Empez� a estudiar con detenimiento los objetos. Una
especie de potro, distintos tipo de l�tigos y fustas, cadenas, esposas, un
sarc�fago, y un... �qu� demonios era eso?
Anal�a mir� con ojos como platos aquel engendro de
tortura, aquel utensilio met�lico... Era una estructura de hierros
retorcidos, entre los que sobresal�a una pieza compacta en forma f�lica...
No, no era su calenturienta imaginaci�n, aquello era lo que parec�a, un
s�lido falo de metal... sin duda destinado a ser usado en tiempos para
mortificar a alguna pobre chica, pens� Anal�a, o a alguna bruja
descarriada...
El falo era enorme. Inconscientemente, lo rode� con su
mano y empez� a acariciarlo, como si se tratase de un miembro real y lo
estuviera masturbando.
Diego estaba observando desde la cabina de control del
museo a la chica que se hab�a colado en su mazmorra. La forma en que ella
estaba acariciando aquel objeto le puso a mil. Sinti� como su polla luchaba
por salir de sus pantalones, hac�a mucho tiempo que no la ten�a tan dura.
La joven deb�a rondar los 23 a�os, ten�a una
impresionante melena dorada que ca�a en cascada por su espalda. Llevaba
puesta una falda larga con una abertura en el lateral derecho que mostraba
una pierna escultural.
El top revelaba unos generosos pechos, que ped�an a
gritos ser lamidos.
De repente vio como la chica se met�a el falo en el
bolso. "�Vaya!", pens� Diego, "ha resultado ser una zorrita
viciosa... Creo que va siendo hora de que le den una lecci�n... Y voy a ser
yo el que se la d�. Nadie me quita lo que es m�o"
"�Valiente viciosilla...!", se dijo Diego mientras
bajaba aquella larga escalera serpenteante que conduc�a a los aposentos
inferiores. "Ja, ja...", una risa s�dica le ilumin� la cara,
vislumbrando ya lo mucho que iba a divertirse con aquella jovencita, presa
ahora en SU castillo.
Lleg� frente a la puerta que guardaba la Mazmorra y,
parando s�lo un instante para decidir c�mo atacar a aquel pajarito, la
abri�...
Anal�a oy� el crujido de la puerta de madera, alz� la
vista, y dej� escapar un peque�o gritito ahogado...
Ten�a frente a s� al hombre m�s peligroso que hab�a visto
en su vida. Alto, moreno, bastante fornido...
Pero lo que m�s la asust� fue la mirada de lujuria que
vio en esos oscuros ojos. Vale, el t�o era impresionante, pero a ella nunca
le hab�a gustado que se la comieran con la vista, y aquel tipo no escond�a
en absoluto sus intenciones.
"En menudo l�o me acabo de meter" - piensa Anal�a
- "Est�s con un completo desconocido en una mazmorra llena de objetos de
tortura".
Sonri� t�midamente a modo de disculpa.
�Hola, estaba mirando los artilugios que tienen aqu�
Pero ya mismo me iba� el grupo me est� esperando.
�Ven aqu� �tron� �l.
Anal�a avanz� lentamente y cabizbaja (qu� verg�enza, y
qu� tensi�n... aunque la palabra exacta era miedo).
�Yo... �dijo tratando de explicarse.
� �A ver el bolso...! �Anal�a le mir� a los ojos, y
extendi� su brazo para d�rselo�. �Aj�! �Diego sac� aquel falo de metal del
bolso de la joven�. Vaya vaya, as� que s�lo mirando...
�Bueno esto... esto no es lo que parece...
�Mira guapa, ��me tomas por imb�cil??... Ahora mismo
vamos a llamar a la polic�a y se lo explicas a ellos.
�No por favor, �eso no...!
���NO?? Perdona ni�a pero no est�s en posici�n de decirme
lo que tengo que hacer o no.
Anal�a lo mir� desafiante. �Pero qui�n se hab�a cre�do
ese pedazo de bruto que era para tratarla de ese modo?
�Oiga, no s� qui�n co�o es usted pero no tiene ning�n
derecho a tratarme as�, ahora mismo voy a hablar con los encargados de esto.
�Mira, nena, no s� si habr�s notado que te has tirado un
buen rato tocando ese juguetito �dijo sacando su lengua acompa�ado de una
s�dica sonrisa burlona�. Ya no queda nadie en el castillo. Estamos solos t�
y yo.
Anal�a trag� saliva. Sin ella misma percatarse retrocedi�
lentamente un par de pasos... Ahora s� que ten�a miedo. Mir� alrededor suya,
como buscando una salida, pero no estaba tan segura de que hubiese una
escapatoria ya a esa situaci�n.
�Ah... Yo... Por favor, perd�neme por lo que he hecho...
No soy ninguna ladrona. No s� qu� me ha pasado, por qu� he hecho eso...
�Mira, ni�a... Es que lo tengo todo grabado, y se ve
perfectamente lo que estabas haciendo ...Y s�, no sabes por qu� los has
hecho pero las pruebas est�n ah�. Te va a costar mucho convencerme para que
no llame a la polic�a
� �Cu�nto?, �quiere dinero?
�Dinero es precisamente lo que me sobra
� �Entonces qu�...?
Trag� saliva en cuanto vio como el hombre recorr�a con
lascivia todo su cuerpo. Con eso la cosa quedaba muy clara.
Anal�a vio su cara y comprendi� perfectamente a qu� se
refer�a.
���No ser� lo que me estoy imaginando, no??
Entonces, Diego cerr� la puerta. Sac� una llave, y cerr�
por dentro...
Ahora Anal�a s� que estaba temblando de miedo.
"��Por qu� narices me habr� metido en este l�o??",
se dec�a desconsolada.
El due�o de aquella mazmorra le mir� como juzg�ndola, una
mirada casi ofensiva. Entonces se dirigi� hasta unas persianas, y comenz� a
cerrarlas...
�Vale, me da igual, llame a la polic�a pero s�queme de
aqu� ahora mismo... ��Me ha entendido...??
Diego la mir�... sorprendido incluso. � �Muy
bien...!...como quieras. Ahora mismo los llamo... �dijo a la vez que se
dirig�a a la puerta.
"Joder", pens� Anal�a, "�el muy capullo va a
llamar a la poli!"
� �No!, �Espere!
>> Har� lo que haga falta...
Ni ella misma pod�a creerse que hubiese dicho eso.
Baj� su mirada al suelo con resignaci�n (pensando: "�No
puedo ir a la c�rcel...!").
�Bien... �fue la seca contestaci�n de Diego.
�ste se dirigi� hacia las otras persianas que hab�a
dejado por cerrar, pasando al lado de la chica como ignor�ndola... Tras
apretar un interruptor que encendi� la suntuosa l�mpara de cristal que
colgaba del techo, empez� a bajar una, dos... y, finalmente, la �ltima
persiana. Todas estaban ya echadas. Ahora la mazmorra estaba blindada al
exterior.
Entonces, comenz� a encender unos candelabros y unos
largos cirios que se encontraban all� repartidos...
Anal�a ve�a c�mo se mov�a su captor por la mazmorra, y,
en ese momento, empez� a sentir una especie de hormigueo: sinti� c�mo su
vagina se empezaba a humedecer...
Le mir� y le susurr�:
�Por favor lo �nico que le pido es que no me haga da�o
Casi estaba llorando.
Diego se mov�a con una frialdad y naturalidad que
demostraba que aquella no era la primera vez que aquel tipo hac�a algo as�,
probablemente esa sala hab�a sido escenario de otros� escarmientos�
El hombre at� unas cuantas cuerdas en una especie de
soporte, unas barras en forma de porter�a, y la mir� con los ojos
llameantes:
� �Ah�! �orden� tajantemente.
Anal�a estaba literalmente muerta de miedo, sin embargo,
empez� a sentir como los pezones se tensaban debajo de su top y su vagina
segu�a lubricando. Obedeciendo se acerc� hacia Diego y se par� frente a �l.
�l la agarr� bruscamente de la mu�eca y la coloc� justo
en el lugar que la hab�a ordenado, bajo aquella estructura�
Anal�a empez� a sollozar mientras ve�a como Diego segu�a
operando con aquellas cuerdas, anud�ndolas y mir�ndola de reojo con un fiero
gesto.
Despu�s, sin mediar palabra empez� a atarla coloc�ndola
en forma de cruz, con las piernas y brazos bien abiertos. Las mu�ecas y
tobillos le dol�an por la presi�n de las cuerdas, pero era un dolor que se
pod�a soportar. A pesar de todo, una l�grima empez� a descender por su
mejilla. Un temblor le recorri� todo el cuerpo cuando sinti� como el hombre
se colocaba detr�s suya y le susurraba al o�do:
�Comienza tu escarmiento, zorrita.
Diego se dirigi� hacia una de las paredes, se coloc� unos
guantes de piel que sac� del bolsillo de sus pantalones y tom� una de las
fustas que estaban expuestas. Despu�s, se dirigi� de nuevo hacia ella y
contempl� la suave y blanca piel de la chica. �Se ve�a tan apetecible a los
ojos de aquel s�dico!
Anal�a sinti� c�mo Diego acercaba su cara, not� el
aliento del hombre recorrer sus hombros, sus brazos� No la hab�a rozado lo
m�s m�nimo pero hab�a tal intensidad en ese acercamiento que parec�a como si
ya la estuviera poseyendo.
De repente, una acaricia recorri� su espalda bajando por
su columna y levantando mil y un escalofr�os por todo su cuerpo.
Cuando sinti� el primer fustazo en su tierno culo grit�,
no pudo evitarlo, a pesar de que hasta ese momento hab�a sido muy fuerte.
Pens� que el grito se hab�a debido m�s a la sorpresa que a la intensidad del
azote.
El segundo doli� un poco m�s. �l debi� darse cuenta de
eso porque en cuanto oy� el respingo de la chica solt� una risita de
autosuficiencia. Luego siguieron un tercero y un cuarto azote.
El culo empezaba a picarle y eso que ten�a la falda que
amortiguaba los golpes.
Despu�s del quinto golpe Diego par�, se dirigi� hacia una
esquina donde estaba situada una mesa de metal y cogi� un objeto que Anal�a
no alcanz� a ver con precisi�n.
El hombre se le acerc� levantando sus manos y mostrando
unas enormes tijeras como las que suelen usar los pescaderos.
Anal�a empez� a temblar, �qu� demonios se propon�a
hacer con esas tijeras?
Diego se coloc� detr�s suya y empez� a masajearla las
tetas con dureza. Estaba completamente empalmado y se restreg� contra ella
para que sintiera toda su rigidez. Despu�s de unos minutos apretando y
sobando sus pechos tir� de su pelo hacia atr�s y pas� las tijeras por su
cuello llegando hasta el principio de sus senos. Empez� a cortar el top.
Anal�a no pod�a creerse que esto le estuviera pasando. Una vez que desgarr�
el top, sigui� con su sujetador de seda negro, dejando desnudas sus
generosas tetas. Anal�a no pudo ver la expresi�n triunfal de Diego, pero si
la hubiera visto se habr�a asustado, parec�a un animal salvaje a punto de
saltar por su presa.
�Ver�s como no vuelves a hacer m�s estas cosas, zorrita.
Te voy a dar una lecci�n que nunca olvidar�s �dijo Diego mientras le
sujetaba de nuevo la cabeza tir�ndola del pelo.
Sigui� bajando con las tijeras por su vientre hasta
llegar junto a la cadera. Empez� a cortar la falda y a mitad de su longitud
par� de cortar y de un tir�n se deshizo de ella. El tanga sigui� el mismo
camino.
Ahora Anal�a estaba completamente desnuda y a su merced
con las manos y tobillos atados y las piernas separadas.
Diego volvi� a posar sus manos en los pechos de la chica,
pero esta vez comenz� a pellizcar sus pezones. Lo hac�a fuerte e
implacablemente, estiraba de ellos, los estrujaba y los retorc�a. Una de sus
manos empez� a deslizarse hacia abajo llegando a su entrepierna y, con sus
dedos, se abri� paso por el co�o de Anal�a. Entr� y sali� en un ritmo lento.
Anal�a no sab�a si era por el miedo que en ese momento
sent�a o por el sobeteo de sus pezones y co�o, pero lo cierto es que se
estaba poniendo muy muy caliente. Por esta raz�n no pudo evitar que un
gemido se le escapase de la garganta.
Como respuesta recibi� una fuerte palmada en su desnudo
trasero.
Diego la miraba socarr�n mientras pensaba: "Vaya,
vaya, la muy puta est� disfrutando de lo lindo. Pues ya ver�s cuando empiece
a disfrutar yo, zorra". Acerc� sus labios hacia el l�bulo derecho de la
chica y, mientras lo mord�a, le susurr�:
� �Ahora vamos a jugar con algo, perrita!
Se separ� de ella, se acerc� de nuevo hacia la mesa y
sac� un bote de uno de los cajones, tomando de su interior unos peque�os
objetos... Se coloc� enfrente suya y le mostr� lo que llevaba en las manos�
�ten�a unas pinzas!
Anal�a le mir� con los ojos desencajados. Pero su fuerte
car�cter sali� entonces a la luz: Desafiante, mir� directamente a sus ojos y
sise�:
�Mira si piensas que vas a utilizar eso conmigo es que
est�s m�s loco de lo que pensaba.
No hab�a terminado de decir las �ltimas palabras cuando
sinti� como una bofetada le cruzaba la cara.
�Ni se te ocurra volver a hablar sin mi permiso, y mucho
menos con ese tono de voz, �lo has comprendido puta?
Ella se mordi� la lengua y asinti� con la cabeza en se�al
de rendici�n. Era cierto, no estaba en posici�n de ponerse borde. Otro
fuerte azote en las nalgas vino a dejar claro qui�n mandaba all�.
Diego volvi� a sobar sus tetas, prepar�ndolas para la
tortura que se les ven�a encima. De nuevo pellizc� sus pezones y los estir�
al m�ximo. Luego, comenz� a pinzarlas� Una pinza (el primer grito ahogado de
ella de dolor), la segunda (�era dolor o algo m�s�?), la tercera
(�definitivamente aquella zorra estaba disfrutando!). Ahora le tocaba el
turno a la otra teta� la misma ceremonia�
Anal�a se resist�a intentando agitar sus pies, pero ya ni
Diego ni la misma Anal�a estaban seguros de que todo aquello siguiese siendo
un castigo para ella�
S� la chica estaba empezando a excitarse de ver�s, ten�a
todo el co�o empapado. Las aureolas de sus pezones ten�an tres pinzas cada
una, y la guinda lleg� cuando Diego acerc� su boca a ellos y empez� a morder
la punta... Cuando �stos se endurecieron entre sus dientes, coloc� una pinza
en cada uno de ellos. Despu�s se situ� de nuevo a la espalda de ella, cogi�
la fusta y volvi� a darle azotes en su ya dolorido culo.
Le propin� tres fuertes fustazos mientras le dec�a:
�Esto es por haber hablado antes.
Diego se aproxim� por tercera vez hacia la mesa y cogi�
el falo met�lico que minutos antes hab�a sacado del bolso de la chica. Se
acerc� a ella, una serie de puntas afiladas sobresal�an del falo, si ten�a
la intenci�n de meterle eso por alg�n agujero de su cuerpo la iba a
destrozar. Anal�a empez� a llorar, no le gustaba en absoluto el giro de los
acontecimientos.
Diego sonri� maliciosamente, el muy capullo estaba
disfrutando con su llanto.
Cuando vio como apretaba un resorte situado en la base
del falo y las puntas desaparec�an hacia dentro, suspir� aliviada... Ahora
aquel instrumento de tortura se parec�a m�s a un t�pico consolador de los
que se pod�an conseguir en un sex-shop.
Diego pas� el falo por la boca de Anal�a y lo baj� por su
cuerpo llegando hasta su ingle, donde se detuvo un momento rozando su
cl�toris. La chica suspir�.
�Te est� gustando, �eh, peque�a viciosa?
Para su sorpresa el hombre empez� a desatar las cuerdas
de sus mu�ecas y tobillos. Libre de sus ataduras, Anal�a empez� a frotar sus
mu�ecas, tratando de aliviar el escozor� Se sent�a tan extra�a� Era como si
aquello no estuviese sucediendo, como si no fuera real, como si aquella
mazmorra no fuese m�s que un mal sue�o o� mejor dicho� una de sus salvajes
fantas�as que tanto la excitaban.
� �De rodillas ahora mismo! �rugi� �l.
Anal�a obedeci� como una aut�mata. �Qu� cambio hab�a
realizado ese hombre en ella?
�Te dirigir�s a m� como Se�or o Amo, �entendido?
�S�.
Otra bofetada.
�S�, �qu�?
�S� Se�or.
La cogi� del pelo y tir� hacia atr�s de su cabeza
bruscamente.
�Muy bien, veo que eres una zorrita que aprende r�pido.
Despu�s volvi� a acercar el falo met�lico hacia su boca.
�Ahora vas a empezar a chuparlo como si se tratara de la
polla de tu Amo, quiero ver esa cara de guarra viciosa que pones mientras lo
haces.
Anal�a hizo un amago de tomar el falo con las manos, pero
se detuvo cuando oy� la tajante orden:
� �Las manos a la espalda y quiero esas rodillas bien
separadas!
Obedeci� al instante. Acerc� su lengua al falo, al
principio t�midamente, pero despu�s con m�s audacia. Lo recorri� en toda su
longitud y luego empez� a met�rselo en la boca, sinti� como sus labios
recorr�an toda la extensi�n met�lica (sintiendo aquel sabor a hierro) hasta
que la tuvo por completo dentro.
Diego estaba completamente excitado viendo como aquella
perrita postrada a sus pies se tragaba todo aquel artilugio.
�M�rame a los ojos zorra, quiero ver como lo mamas.
Realmente era todo un espect�culo verla chupar aquel falo
con aquellos ojos de inocencia. Diego ten�a la polla dur�sima, as� que
decidi� que ya iba siendo hora de cambiar de falo� de usar SU falo.
Se abri� la cremallera de los pantalones y sac� su polla
r�gida, la ten�a caliente y palpitante. Apart� de un manotazo el falo
met�lico, y empez� a golpear sin contemplaciones con su erecto pene en la
cara de Anal�a.
La chica se asust� por la brusquedad, pero no le dio
tiempo a reaccionar. �Hac�a tan s�lo un segundo que ten�a un artilugio sin
vida en la boca, y ahora� ahora ten�a una polla dura como una roca
abofeteando su cara!
Estaba claro lo que ten�a que hacer, as� que sac� su
lengua y se acerc� hacia los test�culos de su captor. Lami� uno de ellos,
introduci�ndoselo en la boca, e hizo lo mismo con el otro. Luego empez� a
lamer la base de su polla deslizando la lengua por toda su longitud. Leg�
hasta el glande e hizo c�rculos alrededor de �l.
Diego ya no pod�a esperar, la tom� por el pelo y le meti�
toda la polla en su dulce boca. La penetr� bruscamente, sintiendo como su
glande tocaba la campanilla de la chica.
Anal�a sinti� arcadas y pens� que se iba a asfixiar pero,
en cuanto �l comenz� con el mete-saca, se acostumbro a su polla y pudo
graduar su respiraci�n. Diego empez� a follarle la boca con fuerza,
aumentando el ritmo, sac�ndola y meti�ndola implacablemente. Anal�a lo �nico
que pod�a hacer era mover la lengua y lubricar el pene que le estaba
jodiendo la boca. Diego sigui� penetrando sin parar, como un loco. Estaba a
punto de estallar.
En un instante sac� la polla de la boca de la muchacha,
tir� hacia atr�s de su cabeza y grit�:
��Abre la boca, puta, y tr�gate toda mi leche!
Anal�a sinti� cuatro chorros intensos, mantuvo la boca
abierta pero eso no impidi� que parte del semen se derramara por sus
mejillas y barbilla.
Cuando Diego hubo descargado toda su leche y recuperado
su respiraci�n normal le susurr� duramente:
�Ahora me vas a limpiar la polla como la buena perrita
que eres. No quiero que ni una sola gota quede en ella.
Anal�a comenz� a obedecer y puso todo su esmero en ello,
ya sab�a c�mo se las gastaba Diego cuando las cosas no eran de su agrado.
�Muy bien zorrita, ahora coger�s con tus manos la leche
que ha ca�do por tu mejilla y barbilla y te las chupar�s. Y que sepas que
esto acaba de empezar...
(Continuar�)