La respiraci�n de Blancanieves traga aire con dificultad. No
sabe cuanto tiempo lleva corriendo, porque cuando ha empezado a huir de la
malvada bruja. Su cabeza se ha vaciado de todo contenido, para pensar unicamente
en correr lo que m�s pudiera. La bruja la atacaba con malignos conjuros que la
privaban de su poca fuerza. Impidi�ndole practicamente poner un pie detr�s de
otro. Pero ha sacado fuerzas de a�n no sabe donde y se ha echado a correr al
bosque. �No ha parado en quiz� horas? Pero lo piensa y no se ve capaz de correr
tan solo una hora entera. Aunque con el miedo que llevava encima no le
extra�ar�a.
Agotada, Blancanieves se sienta al lado de un ancho �rbol que
creze arriba y arriba hasta quien sabe donde. Trata de recuperarse rapidamente y
toma consciencia de la situaci�n. No puede volver a su casa porque est� esta en
los dominios de la bruja. Y si ella la encuentra no quiere saber los suplicios
que le har� pasar. Est� muy preocupada y no sabe que hacer cuando de pronto una
alegre ardilla, acude a inspeccionar a tan raro visitante y se pone delante de
ella para mirarla con curiosidad. Ella no puede hacer m�s que sonreir hacia tan
simp�tica miniatura. La peque�a ardilla sin tan solo saberlo ella, ha disipado
un poco la tensi�n que atenazaba el corazon de Blancanieves.
Blancanieves alarga la mano y acaricia la cabezita de la
ardilla. El peque�o roedor sabe que tiene que temer a los buhos y alima�as y a
unas cuantas cosas m�s. Pero nunca un ser que camine sobre dos patas le ha echo
da�o. Blancanieves coge la confiada ardillita y la acurruca en su pecho. Le
acaricia la cabezita y le dice cari�itos que aunque sabe que el animal nunca
entender�. Le sirven a ella para recuperar la calma y sonrisa que acostumbra.
De pronto el animal levanta la cabeza y mira hacia el otro
lado. Y como alarmado por algo invisible a los ojos de Blancanieves. Se echa a
correr hacia arriba del �rbol, su casa. Blancanieves queda extra�ad�sima por la
reacci�n de la ardilla y trata de prestar su atenci�n para ver/oir lo que ha
visto el animalito. Al cabo de unos segundos de atenci�n, le parece o�r como
unos c�nticos humanos. �Personas aqu�? �Pero si esto est� m�s deshabitado que la
mism�sima monta�a! Nadie se adentra a este bosque porque dicen que viven unos
grandes monstruos que comen personas. Yo me he adentrado porque no ten�a
remedio, o los monstruos o la malvada bruja. Y con la bruja la muerte es segura,
no ten�a elecci�n. Un poco asustada Blancanieves se esconde detr�s del �rbol. No
se puede echar a correr porque ya no aguantar�a otra vez. Piensa que quiz� son
buena gente y la pueden ayudar a esconderse.
El c�ntico se acerca cada vez m�s, y tiene Blancanieves la
impresi�n de que se acercan a pasar justo por donde est� ella. En efecto acaba
atisbando (escondida tras el arbol) como se acercan tres figuras humanas. Pero a
medida que estas llegan, se va fijando que son figuras humanas muy peque�as.
Parecen ni�os, pero los ni�os ni suelen llevar las hachas que llevan estas
personas, ni cantan las soezes que oyen sus o�dos a�n tratando de no oir tan
feas palabras.
Al final los tres enanitos llegan justo delante del �rbol en
que est� escondida Blancanieves. Tiran las hachas al suelo y se sientan todos en
el peque�o claro. Se ponen a charlar pero a ella le cuesta entender lo que dicen
porque hablan muy r�pido y en un tono de voz muy agudo. No sabe si discuten o es
su tono de voz normal pero parece este muy brusco. Pero s� cree Blancanieves que
estan discutiendo porque al instante ve que hay dos que se est�n peleando por un
trozo de pan. Los dos quieren comerlo y entre manotazos el pan sale despedido y
aterriza al lado del �rbol. Justo delante de Blancanieves. De los dos enanitos
el que parece m�s grande se aproxima detr�s del �rbol para recoger su trofeo.
Nada m�s agacharse repara en que hay una cosa m�s detr�s del tronco. Ve a
Blancanieves y tienen los dos la misma sorpresa al encontrarse uno ante el otro.
-Dormil�n: �Quien eres t�?
-Blancanieves: me llamo Blancanieves, he huido de la aldea
porque la malvada bruja quer�a aprisionarme y tenerme en una celda de por vida.
-Dormil�n: �La bruja? �Uy! No me sorprende que quisiera tu
mal. Es tambi�n enemiga nuestra y si va en tu contra nosotros te ayudaremos.
-Blancanieves: mil gracias. He echado a correr desde la aldea
y no podr� volver nunca m�s. Al menos mientras la bruja est� alli.
-Feliz: puedes hospedarte en nuestra casa. Habitualmente
vivimos siete personas y no nos ser� dif�cil hacer un nuevo sitio.
-Blancanieves: oh mil gracias, me habeis salvado la vida pues
no saber�a que hacer en este oscuro bosque.
-Feliz: Pues venga. Encamin�mosnos. De momento nos
presentamos nosotros. Yo soy Feliz, este es Dormil�n y este es Estornudo.
Como dice Feliz, nos encaminamos hacia la supuesta gran casa
mientras me veo acosada a preguntas. Como de quien soy hija o qu� me gusta
comer. Lo enanitos hablan y piensan muy r�pido y a mi me cuesta seguir su
conversaci�n. Afortunadamente ellos lo notan y se moderan un poco para ponerse a
mi altura. Al cabo del rato llegamos a la casa. En una caba�a grande, si se
supone que lo que viven en ella son esas min�sculas criaturas. Pero no le falta
nada. Tiene agua, le�a, cocina, ba�o, sal�n, solo tiene dos habitaciones. Y
despu�s de inspeccionar que una es inmensa y la otra peque�ita. La reconozco
como la que ser� la m�a.
-Dormil�n: �Qu� tal? �Te gusta tu habitaci�n?
-Blancanieves: s�, es justo lo que necesito, una habitaci�n
para dormir. No pido m�s.
-Dormil�n: pues vetela arreglando. Que est� un poco
desali�ada por el tiempo que lleva sin uso.
-Blancanieves: oh s� claro, me gusta mucha la limpieza. Por
cierto, yo tambi�n necesito un poco de limpieza. En la carrera que me he pegado
desde la aldea, he quedado muy sucia, tanto yo como mi ropa. �Puedo usar el
ba�o?
-Dormil�n: s� claro, coge un poco de ropa nueva de este
armario. E ir�s con ella mientras se lava la tuya. Y puedes usar ahora mismo el
ba�o.
Cojo un blanco vestido que encuentro en el armario y me
dirijo a darme la ducha. Una vez en el ba�o, me desnudo completamente y me
dispongo a entrar en la ducha cuando de pronto oigo que llaman a la puerta del
ba�o.
-Dormil�n: �Soy yo, Dormil�n! �Dame la ropa que la meter� a
lavar!
Yo entreabro la puerta para alargarle con la mano el pu�ado
de ropa que me ha quedado llena de hierbas, tierra y sudor, con la carrera del
bosque. Pero la puerta hace algo m�s que entreabrirse. Se abre del todo y
tremenda es mi sorpresa al mostrarme totalmente desnuda al tambi�n totalmente
desnudo dormil�n que est� al otro lado.
-Blancanieves: �Pero que haces! �Por qu� abres la puerta!
-Dormil�n: tranquil�zate rica. He abierto la puerta de golpe
porque creo que era la manera m�s facil de revelarte como vamos todos en casa.
En el bosque nos has encontrado vestidos claro. Pero todos estamos acostumbrados
a en casa ir desnudos, y claro, tendr�as que ir igual para que no te resulte
inc�moda tu presencia.
-Blancanieves: �Oh! Qu� sorpresa me has dado. No hab�a
conocido nunca a nadie con estas costumbres.
-Dormil�n: pues s� chica.
Dormil�n entra en el ba�o y cierra la puerta.
-Dormil�n: esto es una costumbre que llevamos casi en
secreto. Porque nos dir�an de todo nuestros conocidos del bosque. Pero si lo
llevamos en casa y nadie sabe de ello, no comporta ning�n problema. �Como te ha
sabido esta sorpresa? �Crees que te podr�s acostumbrar sin problema?
-Blancanieves: pues me ser� un poco dif�cil claro, porque
nunca he echo algo as�. Pero al ir todos desnudos no me parecer� raro y no
tardar� en acostumbrarme.
-Dormil�n: pues espero que as� sea. Y para que sea tu
habituaci�n r�pida. Te propongo que nos duchemos juntos, y ver�s como le sacar�s
toda importancia a tener a alguien denudo a tu mismo lado.
Ambos desnudos nos metemos en la ducha y Dormil�n le da al
agua. Esta no tarda en salir a la caliente temperatura justa, ni quema ni fr�a.
No empezamos a asear cada uno por su lado. No hay esponjas o sea que aplico el
jabon directamente en mi cuerpo que tambi�n limpiar�. De pronto noto como algo
me toca la pierna. Miro hacia ella y veo como es la poronga de Dormil�n que est�
como tres veces m�s grande que cuando la vi por primera vez al abrir la puerta.
Es la primera poronga que veo en mi vida y claro le presto especial atenci�n.
Debe medir como dos palmos y tiene una cabeza que es m�s gorda que el resto de
miembro. Dicha cabeza tiene adem�s un color granate como un fres�n. Dormil�n
advierte que me estoy fijando en la extremidad que le ha salido del entrepierna
y me dice.
-Dormil�n: perdona que me haya excitado, pero es que no soy
de piedra y el verte desnuda ante mi ha tenido este efecto.
-Blancanieves: no pasa nada, estas en tu casa. Faltar�a m�s
que no pudieras hacer lo que quieres. �Puedo ayudarte en alguna cosa?
-Dormil�n: pues ahora que lo dices, s� podr�as ayudarme.
Bueno, en el fondo no tienes que hacer nada. T� dejame hacer y ver�s como se me
calma esta cosa.
A�n con la ducha echando agua encima de mi. Dormil�n se
acerca a mi y como que queda a su altura, me besa la puntita del pecho. Yo
siento en ese mismo instante un rico espasmo. Nunca ning�n hombre me hab�a
tocado en ese punto y me parece lo m�s rico que haya vivido nunca. Dormil�n
chupa mi pechito como si de una golosina se tratara. Yo, inconscientemente,
empiezo a lanzar tenues voces de mi boca. No s� por qu� lo hago pero alguna
fuerza se ha aprisionado de mi y coge mi cuerpo para moverlo a su voluntad. Las
manos de Dormil�n acarician mi cadera con frucci�n. Parece que le gusta mucha y
a mi tambi�n me gusta que me haga eso. El chupar de mis pechos es cada vez mas
fuerte. Yo lanzo voces cada vez m�s fuertes porque no me puedo estar de hacerlo.
Sus manos me acarician toda. Me aplana la barriga, me coge los mofletes traseros
como si de frutas se trataran, e incluso me toca en mi entrepierna justo en esa
zona tan sensible que tengo debajo. Los gritos que pego parece que han atra�do a
Feliz que nos contempla desde la abierta cortina de la ducha.
-Feliz: hola Blanca! Veo que os lo estais pasando muy bien.
�Puedo ducharme con vosotros?
-Blancanieves: oooh, mmmm, oooh.
-Feliz: veo que s�, voy a entrar.
Feliz tambi�n estaba desnudo, como Dormil�n cuando me
sorprendi� detr�s de la puerta. Mientras noto que Dormil�n se ha agachado y me
est� metiendo la lengua por el agujerito. Feliz me haze bajar a mi un poco la
cabeza para besarme en la boca. La sensaci�n es salvaj�sima. Nunca ni en mis m�s
divertidos juegos con mis hermanitas, me lo hab�a pasado tan bien. Dormil�n
cierra el agua y salimos de la ducha. Me dice que me siente en el suelo y as� lo
hago. Ahora sus dos erectas porongas quedan a la altura de mi cabeza.
-Dormil�n: m�tetela en la boca y ver�s que bien sabe.
Mientras cato ese nuevo sabor de la poronga de un hombre en
mi boca. Feliz me coge la mano y la pone su poronga. Hace que la coja
envolvi�ndola en mi mano y la mueve para que suba y baje mi mano. Cuando he
entendido lo que quiere lo hago sola. Mientras chupo la poronga de Dormil�n lo
m�s que quepa en mi boca (algo me impulsa a hacerlo as�). Mi mano hace subir y
bajar la piel que envuelve la poronga de Feliz. A�n as� tengo una mano de cada
uno de ellos que me acaricia cada uno de mis pechos y yo me querr�a morir en
ello, de tanto que me gusta. Dormil�n saca su miembro de mi boca y se tumba en
el suelo.
-Dormil�n: si�ntate de rodillas encima m�o, que te har� una
cosa nueva.
Yo me pongo de rodillas encima de �l, mir�ndole a los ojos
como preguntando qu� me va a hacer.
-Dormil�n: b�same en la boca hija.
As� lo hago y me lengua enzarza un juego con la suya.
Mientras tanto noto que manipula alguna cosa en el punto donde est�n en contacto
mi entrepierna y el suyo. Noto que me mete alguna cosita el agujerito, como
cuando me met�a el dedo. Dormil�n me coje de las caderas, y de pronto haze un
gesto como de elevar su cadera y calar la m�a, uni�ndolas.
-Blancanieves: �OOOhhhh!
-Dormil�n: bien princesa, te acabo de hacer una reina.
Noto como su gorda poronga se ha metido dentre de mi
agujerito. Y el rozar de su poronga contra la piel de dentro de mi agujerito me
haze aullar a cada una de las acometidas. Cada vez que Dormil�n hace impactar su
entrepierna contra la m�a. noto que su poronga se mete m�s y m�s adentro m�o. Y
eso me haze llorar pero de alegr�a como nunca tuve.
Feliz se ha puesto delante m�o y me ofreze su miembro para
que me lo meta en la boca. Yo lo chupo gustosa pues me est�n gustando mucho
todas estas cosas que estoy haciendo hoy. No es mi cadera la que bota encima de
Dormil�n, sino que es su entrepierna que constantemente se eleva y baja,
metiendo y sacando su pene de dentro de mi.
En esto que se abre la puerta. �Es estornudo! El que faltaba,
pienso yo. Como sus compa�eros va desnudo y tiene el pene erecto como un tercer
brazo. Se agacha y me da un beso en la mejilla y me dice.
-Estornudo: voy a met�rtela por atr�s. �Vale?
-Blancanieves: OoOh! OoOh! OoOh! GoRbL!
-Feliz: jaja a mi tambi�n me ha dicho lo mismo, eso es que
quiere.
Estornudo se pone detr�s m�o y me mete el dedillo por el
agujero del culo. Yo noto como una cosa rara pues no creo que sea ese sitio para
jugar a estas cosas. De pronto y sin avisar, s� que es la gorda poronga lo que
me ha metido. Porque noto una cosa gorda y larga que entra hacia adentro como
nunca lo hab�a notado entrar. Los tres adoptan entonces un fren�tico ritmo de
meterme sus penes por cada uno de los agujeros de mi cuerpo. Yo siento que nunca
volver� a ser la misma despu�s de esto. Nunca hubiera inmaginado que me lo
pudiera pasar tan bien jugando. El pene de Feliz empieza a soltar un l�quido
dentro de mi boca. Tiene un sabor salado no muy bueno. Pero como veo que �l est�
gritando de placer como he estado yo haciendo todo el rato. Me lo trago todo
pues supongo que ser� bueno.
El entrar del pene de Estornudo es muy placentero. Noto como
a la gorda cabezita le cuesta un poco pasar por un punto de mi agujero del culo.
Pero cada vez que pasa por ese sitio siento un rico cosquilleo. Mi agujerito
est� soltando constantemente un l�quido que creo que va ligado a los ataques de
placer que estoy viviendo constantemente. El entrar del pene de Estornudo en mi
culo es fabuloso pero se acaba deteniendo. Y como Feliz, se alejan los dos del
ba�o y me dejan sola con Dormil�n. Que no para de meterme lo m�s hondo que puede
esa vergota que me hace vivir las mil maravillas.
Sin sacarme la verga de dentro, Dormil�n me gira y me tumba
en el suelo. Ahora es �l que me mete el pene en toda su extensi�n, estando yo
estirada y con las piernas abiertas. Mis brazos no pueden hacer m�s que
abrazarlo con todas mis fuerzas, al igual que mis piernas que tambi�n se abrazan
a las suyas para cogerme lo m�s fuerte que puedo a �l. En todo el rato, mis ojos
no han cesado de soltar l�grimas. Quiero quedarme para siempre a vivir en la
casa de los enanitos. Y quiero a Dormil�n como su fuera a mi padre que tanto
quiero. Doy gracias a Dios porque el coger de Dormil�n dura horas y horas. Me
entrego a �l y quiero ser suya para siempre. Si alg�n d�a me dice que me tire de
un precipicio, lo har�. Pero s� que �l nunca har� una cosa as�, s� que me quiere
tanto como yo a �l.
Tengo mucha sensibilidad en el interior de mi sexo. Con el
rato, mi vagina ha tomado la medida exacta de la poronga. Nunca nadie m�s me
podr� hacer algo tan guapo como lo que me ha echo hoy Dormil�n. Mi cuerpo
agradeze con amor cuando siente que est� soltando un l�quido dentro de mi. No s�
qu� es, pero siento que ese mismo l�quido fundir� nuestro amor para siempre. Y
dichosa por el placer que siente mi mente, mi cuerpo tiene otro de esos ataque
de placer y noto como todo mi cuerpo se relaja. Veo a Dios un instante, y tengo
tiempo para pedirle una cosa. �Quiero a Dormil�n!