Por aquel entonces mis deseos se manifestaban bien
claramente, lo que convirti� la compra de ropa de mujer en una cosa de lo m�s
natural, pero con respecto al calzado fue diferente. No era algo que se pudiera
comprar muy seguido pero a�n as� trataba de tener algunos pares, por lo que
empec� a recorrer zapater�as. Finalmente termin� volviendo al lugar donde tan
t�midamente hab�a comprado mi primer par, una zapater�a ubicada en la avenida
Avellaneda, y vi unas sandalias blancas de taco aguja que eran un sue�o.
Normalmente no compro nada de color blanco, pero estas sandalias fueron (y
todav�a lo son) una excepci�n. Al no haber ido preparada para hacer tal compra
decid� pasar por un cajero autom�tico y retirar dinero suficiente como para
hacer una parada por un local de lencer�a y despu�s volver a la zapater�a. As�
que fui a comprar lo m�nimo: una medibacha de lycra color piel, como a mi me
gusta. Despu�s de cambiarme en el probador volv� a la zapater�a y le ped� al
vendedor que me mostrara las sandalias en cuesti�n. Como no sab�a el n�mero le
dije que era para alguien de mi estatura, y al dirigirse �l hacia el dep�sito
ubicado en la parte trasera del local escuch� que otro vendedor lo llamaba por
su nombre, Marcelo.
Cuando volvi� me dio las sandalias para que vea si eran m�s o
menos como para esa persona, y le dije que mientras tanto me trajera un n�mero
m�s.
Al irse otra vez me sent�, me saqu� las zapatillas y me las
prob�. Me iban un poco chicas, as� que me las saqu� mientras esperaba al
vendedor.
Volvi� con un n�mero m�s grande del mismo par dici�ndome que
me fijara en ese tambi�n, pero al ver las sandalias en el suelo y la panty
cubriendo mis pies desnudos su expresi�n cambi� totalmente. Parec�a mostrarse
m�s sol�cito al atenderme, y despu�s de preguntarme si necesitaba medias para
calzarme las sandalias (pregunta que ambos sab�amos est�pida) me pidi� que
pasara al dep�sito.
Entre ese pedido y su nueva actitud al descubrir que el
calzado era para m� supe enseguida lo que tra�a entre manos, por lo que decid�
forzar a�n m�s la situaci�n. Levant� mis zapatillas y descalza lo segu� hasta el
interior del dep�sito, donde me ofreci� una sillita y me dijo que me probara lo
que quisiera tranquila, que ah� estaba todo bien. Viendo que ahora si me iban
perfectamente me jugu� y le ped� de probarme unas botas hasta las rodillas que
hab�a en vidriera. Forzosamente tendr�a que sacarme los pantalones para eso y
entonces sabr�a si ten�a alguna oportunidad con �l o si eran imaginaciones m�as.
Probaba mis nuevas sandalias caminando, cuando cerrando la
puerta se apareci� con un par de botas que a todas luces me iban a quedar, y yo
sin decir nada me las saqu� y empec� a bajarme los pantalones de espaldas a �l.
No me dio tiempo a nada m�s.
El: -Prob�telas tranquila.
Yo: -Bueno, vamos a ver que tal me quedan.
El: -�No ten�s calor con las medias?
Yo: -No, hace mucho que uso medias y la verdad me encanta.
El: -Sin embargo parece que traspiraras debajo...
Yo: -No, nada que ver, mir�...
Y aprovech� la conversaci�n para ponerle una mano en mis
nalgas, a ver como reaccionaba. Enseguida puso la otra y me dio un fuerte
apret�n, mientras yo rodeaba su cuello con mis brazos y me dejaba manosear. Me
met�a las manos por todos lados hasta que la calentura le hizo sacarme la remera
y descubri� el enorme par de tetas que sobresal�an de mi corpi�o.
Al ver lo que ten�a enfrente y la oportunidad que se la
presentaba no dud� en que subamos una escalerita y de pronto nos encontramos en
una improvisada oficinita alfombrada en el piso superior. Cerr� con llave y
segu� manose�ndolo mientras �l, despu�s de haberme sacado el corpi�o, me
agarraba los pechos por detr�s con las dos manos. Los acariciaba, los apretaba y
a veces parec�a disfrutar pellizc�ndome los pezones con los dedos. No hab�a cosa
que me hiciera calentar m�s que eso, y en ese momento �l tocaba mis grandes
gomas de una manera enloquecedora, como amas�ndolas.
Sin poder aguantarme m�s me di vuelta y tras agacharme a la
altura de su cintura empec� a bajarle los pantalones, hasta que por debajo del
slip saqu� con la mano una robusta y cabezona berga de gran tama�o. Directamente
frente a m� y a cent�metros de mi boca, me mostraba una erecci�n terrible
mientras unos grandes y abultados test�culos colgaban de ella, aguardando su
momento. No pude con la tentaci�n y me la com� toda poco a poco, disfrutando
primero la gran cabeza y despu�s cada cent�metro del gordo y largo tronco hasta
que mis labios llegaron a su base. Su cabeza termin� abajo en mi garganta,
ahog�ndome un poco mientras la sacaba acarici�ndola con los labios, hasta
quedarme solo con la cabeza que jugueteaba con mi lengua.
Su exclamaci�n de placer daba la idea de haber esperado eso
por mucho tiempo, y sigui� de esa manera por un buen rato mientras yo chupaba.
No s� que era, pero hab�a algo en esa pija que la hac�a deliciosamente tentadora
y no pod�a dejar de hacerla entrar y salir de mi boca. Tambi�n yo daba muestras
de satisfacci�n por tragarme semejante tranca. Despu�s de un rato de saborear y
chuparsela hasta babearme, me la sac� y comenz� a agacharse delante de m�. Al
ver esto, levant� mis dos enormes gomas con las manos y las junt�, apretando su
pijota entre ambas para frot�rselo todo a lo largo. Me gust� tanto que al juntar
mis tetas del todo su pija desaparec�a entre ellas, sacando solo la cabeza con
cada movimiento m�o.
Cambiamos de posici�n. Me levant� de los brazos para ponerme
de rodillas sobre un sof� medio roto que all� hab�a, inclin�ndome hacia abajo y
levantando las caderas. El se me acerc� por detr�s con su miembro erecto y listo
en una mano mientras me sacaba la bombacha con la otra y yo me bajaba las medias
hasta donde comienzan mis nalgas. Me tom� con ambas manos de la cintura y avanz�
hasta apoyarme moviendo la pija sobre mi culo, haciendo que se abra para dejarle
ver su negro fondo. Ya estaba totalmente abierto y esperando ansiosa cuando
despu�s de un par de pasadas su gran pija me dilat� un poco m�s y fue
hundi�ndose entera en mi colita, poco a poco hasta que sus grandes huevos
llegaron a mi vencido esf�nter. Se qued� quieto unos segundos, mientras probaba
la excitante estrechez de mi culo y yo comenzaba a jadear por haber sido
empalada de tal manera. Luego empez� a moverse y no pude contenerme al sentir
como esa masa de carne dura se deslizaba en mi agujero una y otra vez, empujando
hasta el fondo en cada arremetida al tiempo que sus grandes bolas golpeaban mi
invadido ano y mis enormes pechos se mov�an al ritmo del movimiento.
Era una maravilla, una enculada deliciosa que de vez en
cuando era interrumpida para sacarla del todo y volver a meterla, repitiendo la
operaci�n varias veces y despu�s seguir culeandome.
Al aumentar el bombeo su tranca se fue hinchando cada vez m�s
hasta hacer m�s dif�cil la penetraci�n. La sac� un poco pero dej�ndome la cabeza
adentro, y tras escupir un poco sobre su berga y alrededor de mi ano, me la
hinc� tan fuerte y tan adentro que grit� de dolor. Al rato de haber empezado as�
el dolor desapareci� y sigui� cogi�ndome de esa manera mientras �l disfrutaba y
yo gem�a como loca. Muerta de calentura le ped� por m�s y m�s fuerte, y me
complaci� d�ndomela por el culo de una manera brutal que me hizo gritar y gozar
como una puerca mientras mis grandes pechugas se sacud�an violentamente.
Ya no pod�amos m�s de los gritos. El gozaba como un animal
cogi�ndome y apret�ndome las tetas con las dos manos y yo ya temblaba de gusto
por tan dura sodomizaci�n que de mi culo ca�an gotas de algo que no supe que
era, manch�ndome la bombacha. Nuestro placer iba en aumento de tal modo que unos
minutos despu�s alcanc� unas placenteras sensaci�nes, previas a reventar en
m�ltiples orgasmos anales que me dejaron exhausta. Fueron dos o tres minutos de
intenso placer en cada cent�metro de mi colita que era ensanchado por tan
tremendo cipote, hasta que repentinamente el ritmo de �l se aceler� y se uni� a
un grito de �xtasis.
Un brutal empuj�n hasta lo m�s profundo de mi colorado y
abierto agujero llev� a la gran cabeza a presionar mi fondo violentamente a la
vez que sus huevos comenzaban a vaciar toda su carga dentro de m�. Un muy
abundante y espeso chorro de leche me inundaba el culo a escupidas que sal�an de
la gran berga alojada all� adentro, moj�ndome las tripas. Al terminar de gozar,
sac� la pija todav�a erecta y babosa y la freg� sobre mis medias para
endurecerla un poco m�s. De mi colita ya medio cerrada comenzaban a salir
hilitos de semen que ca�an al sof�. Cuando la hubo tenido a su gusto se corri�
la piel para atr�s descubriendo de nuevo su grande y colorada cabezota, que
mediante un empuj�n dilat� dolorosamente mi esf�nter y volvi� a hundirse en m�
para seguir cogi�ndome.
Gem� y grit� por las puntadas en mi ano, producto del nuevo
estiramiento mientras o�a y sent�a los ruiditos que hac�a la leche en mi culo
cuando �l me bombeaba. Fueron cinco largos minutos de recibir incansables
empujones que terminaron en una r�pida salida. Mir� hacia atr�s y lo vi parado
frente a mi cara, con la berga a punto de explotar. Abr� la boca y tom� mi
cabeza con una mano para acercarme bien y engullirla hasta la garganta,
chup�ndola de principio a fin en medio de gemidos y exclamaciones hasta que
solt� otros dos chorros m�s de leche que me recorrieron la boca mientras yo
segu�a comi�ndome tan tremendamente inflamada poronga. La ten�a toda h�meda y
babosa de semen y saliva igual que mi culo, y despu�s de chup�rsela un ratito
m�s se qued� unos minutos jugueteando con ella. Me daba golpecitos en la cara o
juntaba con la cabeza gordas gotas de semen que sal�an de mis labios para
met�rmelas en la boca y que las tragara al chupar.
Muertos de cansancio nos limpiamos como pudimos y nos
vestimos. Me puse la bombacha, me sub� las medias y mientras me acomodaba el
corpi�o debajo de las tetas sent�a como mi culo abierto me manchaba las medias,
despu�s de haberme dejado una gran mancha h�meda en la bombacha. Tras destrabar
la puerta bajamos al local otra vez, preocupados por los ruidos que hayan podido
o�r los clientes, pero para nuestra sorpresa encontramos el local vac�o y
totalmente cerrado. Ya totalmente vestido terminaba de ponerme las sandalias
cuando en la calle apareci� el otro vendedor para abrir el local, como si reci�n
llegara o si no hubiera pasado nada, y entonces comprendimos su jugada. Los tres
sonre�mos de manera c�mplice y mirando a su compa�ero dijo �hoy por ti, ma�ana
por m��, para luego dirigirme una mirada m�s que elocuente.
Me llev� las sandalias puestas de regalo a condici�n de
volver otro d�a para el otro vendedor, y al salir tom� el primer taxi que
encontr�, llena de nervios por las miradas de la gente. Una vez dentro del taxi
me calm� y me dispuse a recordar mi agitada tarde con una sonrisa de picard�a,
camino a casa.