Siempre mi hermanita chica me pareci� muy bonita. Era
chiquitita, mucho menor que yo, con una diferencia de m�s de 10 a�os de edad, y
juntos jug�bamos a muchos juegos, ve�amos televisi�n... �ramos un par de
hermanos comunes y corrientes.
Un d�a estaba navegando por internet y encontr� unas fotos
pornogr�ficas en que sal�an unos hombres follando con ni�as peque�as, o haciendo
que les lamieran el pene y cosas as�. Eso me marc� mucho, y en esos mismos d�as,
buscando relatos de lesbianas termin� leyendo un relato sobre un chico de 13
a�os que ten�a relaciones con sus hermanas menores. Todas estas ideas extra�as
me quedaron dando vueltas en la cabeza. No sab�a si estaba bien o si estaba mal,
pero sab�a que me excitaba. Se me pas� por la cabeza la idea de hacer algo as�
con mi hermanita de 13 a�os, y no descart� la idea. Eso s�, si la cosa ocurr�a,
ser�a por voluntad de los dos y nunca forz�ndola.
En las vacaciones de invierno, mis padres segu�an trabajando
mientras que mis dos hermanos estaban fuera, en campamentos con amigos. As� que
me quedaba a solas con mi hermana. Ella, juguetona, ven�a a despertarme en las
ma�anas y a molestarme. Recuerdo que sol�a robarme mis cosas y escaparse con
ellas. Entonces yo la atrapaba y la abrazaba.
En uno de esos juegos me fij� que s�lo estaba vestida con un
vestido rosa que le llegar�a a las rodillas, y que no usaba calzones. As� que,
por jugar, en uno de estos abrazos la tom� al rev�s, con su cabeza hacia abajo y
sus piernas hacia arriba. Su vestido se dio vuelta y pude mirar atentamente su
vulva. A ella le dio un poco de risa y con pat�ticos esfuerzos trat� de taparse
con sus manitos. Pero la volv� a dejar en el suelo y terminamos jugando a otra
cosa.
Esa noche, ella se qued� durmiendo en el living. Como nadie
me miraba, me acerqu� a su entrepierna y le levant� el vestido: ahora s� llevaba
calzones. As� que se los hice a un lado con cuidado de no despertarla, y le
toqu� su sexo. Era sumamente suave, su vello casi no se sent�a. Trat� de meterle
un dedo en la vagina, pero la ten�a sumamente peque�a as� que no logr� mucho. Me
llev� mis dedos a la boca para conocer su sabor, y un gusto fuerte me quem� la
lengua. Volv� a tocarla varias veces para volver a llevarme los dedos a la boca,
y el sabor era sumamente adictivo.
En esas noches, volv� a acosarla a su pieza. La destapaba en
silencio y le separaba con cuidado las piernas para hundir mi rostro en su
peque�a almejita. Era demasiado placentero, pod�a jugar con su peque�ito
cl�toris, acariciarlo con mi lengua y manosearlo con mis dedos. Me gustaba
tambi�n hacerle cari�os en sus labios mayores, ya que los menores no estaban
desarrollados todav�a. Me hac�a gracia que al meterle un dedo o la lengua en el
hoyito de su vagina su cuerpo tiritaba, como si sintiera escalofr�os. A veces
ten�a la debilidad de ponerle el pene en su boca, pero me aterraba el que se
despertara as�, as� que no hice nada de eso.
En otra ocasi�n, ella estaba durmiendo boca abajo, as� que no
pude besarle la vagina. Pero me encontr� con su anito, as� que para experimentar
lo empec� a lamer, pas�ndole la lengua alrededor. Me sorprendi� que me excitara
bastante, as� que desde entonces ya no me import� que ella durmiese de barriga o
de espaldas.
Una vez en que estuve muy excitado, me masturb� frente a ella
y eyacul� sobre su co�ito. Una vez que mi orgasmo acab�, acarici� su vulva con
mi pene, esparciendo mi semen por su entrepierna. A�n recuerdo lo suave que era
el contacto de mi sexo con su sexo, con mi esperma sirviendo de lubricante. Por
supuesto que no me compliqu� pensando que ella pudiese quedarse embarazada, ya
que ella s�lo ten�a 13 a�os. Cuando termin� de jugar con ella, la limpi� con un
kleenex y la volv� a tapar.
Pero los juegos segu�an de d�a. A pesar de que con ella
durmiendo yo pod�a hacer muchas cosas, era m�s entretenido tenerla a ella
despierta. Un juego al que yo la llev� fue el del "caballito". Yo me acostaba en
mi cama, boca arriba, y ella se sentaba sobre m�, y yo la tomaba de la cintura y
la mov�a de atr�s a adelante, simulando que yo fuese un caballito. Ella sonre�a
con inocencia, quiz�s sin darse cuenta de que era casi como si la follase a
trav�s de la ropa, porque antes que ella me montase yo pon�a mi pene de tal
forma que ella lo frotase con su sexo. A ella le gustaba este juego, y muchas
veces llegaba a mi pieza para jugar al caballito. A m� tambi�n me gustaba,
claro, porque era casi una masturbaci�n con ella. Adem�s, aprovechaba de que
ten�a mis manos en su cintura para acariciarle el culito, que lo ten�a muy rico.
Un d�a ella estaba acostada en mi cama, boca abajo, mientras
le�a una revista. Yo le acariciaba el trasero a trav�s de su camis�n, pero
estaba tan excitado que mis manos bajaron a sus piernas desnudas y empezaron a
subir, sin notar ninguna resistencia. Mis manos llegaron a su ropa interior, y
siguieron toc�ndole el trasero, sob�ndoselo y amas�ndolo. Mi hermana segu�a
haci�ndose la distra�da. Yo ten�a claro que ella se daba cuenta de lo que hac�a,
pero quiz�s por verg�enza no dec�a nada. Pero si tampoco se quejaba, supuse que
era porque le gustaba. Pero no estaba seguro. Con inseguridad le quit� los
calzones y toqu� su potito de nuevo. Como no obtuve respuesta, le acarici� la
vulva con inseguridad, tocando sus labios mayores, descubriendo su cl�toris,
aprendiendo como era el cuerpo de una mujer, aunque fuese una ni�a. Era
exquisito. Me sorprend�a la indiferencia de ella: mientras mis dedos trataban de
masturbarla ella segu�a leyendo su historieta, dando vuelta la p�gina de vez en
cuando. As� que me atrev�. Acerqu� mi rostro a su conejito y le di un beso. Y
entonces ella habl�: "Eso no me gusta". Entonces tuve que aceptar que s�lo
podr�a comerle el co�o de noche, mientras dorm�a. Sin embargo, me qued� pensando
que si "eso no le gustaba", lo otro s� le gustaba.
Pasaron as� varios d�as. A veces nos pon�amos a ver tele, y
ella se sentaba sobre m� para que jug�ramos al caballo. Yo la frotaba contra mi
pene y ella daba saltitos juguetones. Otras veces ella se bajaba, solita, los
calzones para que le acariciara su vagina. Me daba algo de pena que ella no
pudiera sentir excitaci�n, que no pod�a masturbarla y que ella no sent�a placer
sexual. Pero ella era inquieta y estos juegos sexuales la entreten�an, as� que
seguimos satisfaci�ndonos.
Un gran paso fue ense�arle mi pene a mi hermana. Est�bamos
jugando a esconder una bater�a peque�a de walkman, y ella la escondi� debajo de
sus bragas. Yo, obedientemente, tuve que dedicarme a la placentera tarea de
buscar bajo sus calzones a la feliz bater�a. Buscaba entre sus piernas, en su
trasero, en su cl�toris. Cuando lo encontr�, la puse dentro de mi pantal�n de
pijama. Y esto me sorprendi�: ella en vez de ponerse a buscar la bater�a, empez�
a manosear mi pene, a restregarlo de manera desordenada y fren�tica. Me divirti�
mucho, pero al final encontr� la bater�a. Una vez ella estaba sentada en un
sof�, viendo televisi�n. Yo me par� frente a ella, a mirar lo que ella ve�a.
Entonces sent� como su mano se met�a bajo mi traje de ba�o (llevaba un traje de
ba�o porque era m�s c�modo que la ropa de calle, y porque hac�a calor) y me
acariciaba con descaro los huevos y mi palo.
Lo �ltimo que alcanc� a hacer con ella antes que se aburriera
de estos juegos fue que me dejara besar su vagina pero a trav�s de su ropa
interior. Como ya hab�amos entrado en confianza, le dije que quer�a hacer aunque
sea esto. Ella dijo que no quer�a. Se lo volv� a rogar, y le ped� que fuesen
aunque sean 20 segundos. Entonces ella accedi�, con tal de que dejase de
molestarla. Entonces le sub� el vestido y me hund� en su entrepierna, frotando
mi nariz contra su ranura invisible, besando su cl�toris a trav�s de la delgada
tela de su calz�n, mientras ella contaba en voz alta hasta 20.
Pero todo esto ya termin�. Han pasado a�os y ella se ha
convertido en una mina incre�ble, pero s� que jam�s se prestar�a para m�s sexo
incestuoso.