Juan
entr� en la casa y subi� las escaleras raudamente, cuando de repente la puerta
del cuarto de ba�o se abri� y vio a su abuela salir de all� completamente
desnuda, casi tropezando con �l. Su abuela era una mujer mas bien gorda
y alta, sus sesenta a�os denotaban el paso de la edad en su prominente cuerpo.
Juan no pudo evitar el mirarla �vidamente, sus ojos casi se congelaron sobre
las tetas de su abuela, sus melones eran gordos y colgantes y se dejaban caer
hasta su abultada barriga, las aureolas y los pezones que las coronaban, eran
los m�s grandes que nunca �l hab�a visto.
- Oh,
perd�neme, cre�a que estaba sola en casa. Por favor, deja de mirarme las
tetas, me da verg�enza.
Mientras dec�a
esto la abuela entr� en su cuarto desnuda y se sent� en la cama. Juan la
acompa�� como si fuera un zombi y no par� hasta estar cerca de ella y lanzarse
sobre sus melones, mientras sus manos acariciaban su inmenso y fl�cido
trasero.
- Jovencito,
est� bien, veo que usted necesita relajarse. Yo le aliviar� pues si es capaz
de excitarse con esta gorda vieja, es que usted necesita desahogarse y su
abuelita le va ayudar, pero por favor, guarde silencio sobre esto. Ahora
c�lmate y ponte de pi�. Voy a ver tus cositas, ahora te bajo los pantalones...
vaya paquete, y ahora los calzoncillos... Dios m�o, que veo... Tienes una
picha enorme para tu edad y tus pelotas son grandes y muy cargadas, uhhh...
Juan sinti�
verdadero placer cuando su abuela le acarici� el escroto y le ahuecaba
suavemente los test�culos. Ella le estaba haciendo una paja sabia y delicada
pues sab�a que de agitar su mano, su nieto se correr�a en un santiam�n.
Las manos de
Juan volvieron a caer entonces sobre los melones de su abuela, cogi� sus
enormes pezones correosos con los pulgares e �ndices y vio como se le pon�an
duros, entonces le pidi� que si le dejaba mamar sus enormes tetazas. Por
respuesta ella le atrajo sobre s� y le dijo que le iba a ofrecer sus tetas y
chumino como regalo a su nietecito. Se las mam� por un buen rato mientras su
abuela suspiraba de gusto.
De pronto su
abuela le dijo que quiz�s deber�a dejar descansar sus tetas por un rato, ya
que ella ten�a una idea mejor. Se tumb� sobre la cama y abri� sus piernas
haci�ndole mirar.
Juan sentado
junto a su abuela, vio como ella abr�a sus muslazos para mostrarle los
labios exteriores visibles de su chumino. Observ� como ella se abr�a el chocho
con sus dedos para ense�arle toda la gruta rosada, toda su vulva gorda y
tupida de pelos negros. Juan se asust� pero con un hilo de voz la dijo: "Qu�
bonito co�o que tienes, abuelita". Ella se puso ser�a y le dijo: "D�jate de
rodeos y ven a probar el sabor de una hembra caliente, m�teme la lengua aqu�",
dijo se�alando su sexo.
Juan salt� como
un tigre hacia esa gruta gorda, peluda y caliente que se estaba mojando
al instante, mientras paseaba su lengua desde el cl�toris hasta sus
profundidades. Juan no lo sab�a, pero aquella pepita iba a ser la m�s gorda y
larga que podr�a contemplar durante el resto de su vida, tan larga que
al absorberla le llegaba hasta la garganta. Todo el jugo de su raja olorosa y
perfumada con caldos chochiles le inund� la boca. Su abuela puso su mano
derecha en su nuca y le estrellaba la cara hacia esa selva roja y carnuda que
vibraba con la lengua de Juan.
Cuando al fin
la viejita explot�, su nieto se sec� la cara con la mano, esperando que ella
le mandara a su cuarto con alg�n improperio. Pero todo lo contrario, le
hizo sentar en la cama, se arrodill� ante su dur�sima verga, la cual parec�a
un tiz�n encendido, y se la meti� completa en la boca, mientras dec�a algo as�
como "tadfacoitadvedg�". Lo dijo varias veces. Ju�n pidi� con un hilo de
voz a su abuela que se explicara. Ella se sac� el pl�tano de la boca y dijo:
"Tan flaco y tan verg�n, carajo".
La abuela
sigui� chupando con mucha furia, con fuerza, con boca y garganta hambrientas.
Juan crey� que ella se tragar�a su picha y hasta sinti� que iba a votar toda
su leche en su garganta, pero no fue as�. La vieja se levant�, gorda, caliente
y en pelotas le tumb� a lo largo en la cama y con una agilidad, que d� el
deseo, pero inconcebible para su edad, se sent� sobre su polla, y Juan
sinti� como su espada corr�a dentro de ella, estrell�ndose sobre una cosa dura
que ella ten�a dentro del chumino. La vieja abuelita sub�a y bajaba con tanta
fuerza que Juan empez� a respirar duro sintiendo que se ven�a, pero no fue
as�: su abuela detuvo el ritmo y con la mano derecha le dio una vuelta brusca
a sus bolas impidiendo que eyaculara.
Luego se baj�
jadeante y sudando, y de inmediato se puso en cuatro patas, ofreci�ndole su
ano rojo, arrugado y provocativo. No fue dif�cil meterle la verga, aquel ojete
estaba sudado y como lubricado, la abuela lo mismo se hab�a puesto crema o
algo as�. Aquel culo chupaba y apretaba su verga impidiendo su eyaculaci�n.
- Empuja
cari�o, empuja fuerte y procura no correrte, que as� me dar�s m�s placer.
Juan sinti�
como la cabeza de su cipote se met�a en aquel estrecho agujero caliente, poco
a poco el ojete de su abuela se abri� y �l la penetr� hasta los cojones. Se
estremec�a mientras las paredes esponjosas del culo de su abuela le agarraban
hasta hacerle disfrutar como nunca. De pronto no pudo aguantarse y le dijo que
se iba a correr. Entonces su abuela comenz� a gritar obscenidades.
-
Vamos, nietecito, dame duro que tu polla me encanta. M�tamela duro, s�came la
caca y �chame toda tu rica leche en el culo, duro, m�s duro, joderrrrrrrrr.
Juan pens� que
aquello que escuch� decir de su abuela (lo de la "caca") era s�lo
fantas�a, pero cuando volvi� a escuchar su orden en tono imperativo: "s�calo,
s�camelo del culo, r�pido, ahora ", lo entendi� todo. Sac� su polla
inmediatamente, mientras la gorda abuelita se tiraba varias pedos sonoros que
culminaron con un chorro de mierda l�quida. Juan se moria de gusto mientras
sent�a el placer que sal�a de su escroto y cojones, unos grandes
estremecimientos de su esperma barrieron el eje de su pene hasta ser arrojados
en el vagina de su abuela, se encorv�, eyacul�, se encorv�, eyacul�...
la leche no dejaba de salir, lefa caliente saliendo a chorros que Juan echaba
en medio de las fl�cidas y gordas nalgas de su abuela
Poco a poco su
pene se fue arrugando. Su abuela se volvi� y le mir� con cara lujuriosa y de
pronto y con una agilidad inconcebible para su edad se lanz� a mamarle su
fl�cida pichita.
Quince minutos
despu�s se est�ban ba�ando. Ella le lav� bien la verga sin dejar de admirarse:
"hasta dormida, tu picha es gorda y larga, me vas a hacer disfrutar mucho, mi
nietecito�.