Tab� familiar V
- Capitulo 12 Deseos Ocultos -
Jorge se visti� en su habitaci�n mientras segu�a escuchando
los sollozos de su mujer en el cuarto de ba�o, estaba muy molesto, y en realidad
no era por la actitud de su mujer, era de haberse sentido impotente ante la
nueva forma en que su mujer lo buscaba sexualmente.
Estela se mostraba ante El, de una forma que lo
desconcertaba, record� la imagen en el ba�o, la forma en que su mujer empez� a
chupar su pene, parec�a como si lo hubiese hecho toda la vida, se mostraba de
una forma desinhibida, y Jorge deb�a aceptar que aunque estaba acostumbrado a
que las chicas j�venes de la calle le demostrasen sus deseos, con su esposa esto
era algo que El nunca hab�a experimentado. De pronto se sinti� cohibido, adem�s
Jorge muy en el fondo deb�a admitir que este era una de los factores que lo
hab�an hecho regresar a casa.
El era ya un hombre de 62 a�os, y la chica joven con la que
se hab�a ido cuando abandono a su mujer, resulto ser una verdadera fiera sexual,
la cual le ped�a sexo constantemente, hasta el punto que este no pudo cumplir
con este agitado rol de vida, as� que hab�a decidido volver al hogar donde sabia
podr�a tener el sexo que El quer�a, cuando lo quisiera sin necesitar la
aprobaci�n mas que de su esposa, que era una mujer que viv�a solamente para
satisfacerlo, pues ella nunca se hab�a preocupado por satisfacerse a si misma.
Esto lo hacia sentir seguro, pero ahora su mujer lo hab�a buscado como si una
braza ardiente quemara sus entra�as, esto lo hacia sentir inseguro.
Por eso se hab�a comportado as�, deb�a demostrarle a su mujer
que quien mandaba en esa casa era El, que aunque reci�n regresara el control lo
tendr�a siempre El, y que ella deb�a estar sumisa a sus deseos como siempre
hab�a sido. En realidad Jorge era un hombre muy machista. Adem�s como pretend�a
su mujer a la edad de 58 a�os ponerse a querer experimentar cosas nuevas, no!;
para las cosas nuevas estaban las chicas de la calle, no una se�ora tan
respetable como la consideraba El.
Segu�a escuchando el llanto de su mujer desde el cuarto de
ba�o, entonces fue hasta la puerta y entro, Estela estaba secando su cuerpo
envuelta en una toalla, de pronto Jorge se sinti� un poco culpable y quiso
consolar a su mujer.
"Tranquila Estela, siento haberte gritado, no quise
lastimarte"
Ella segu�a sollozando, Jorge sab�a que deb�a buscar las
palabras adecuadas para consolarla.
"Sabes yo te lo he dicho, te respeto y te admiro demasiado, y
verte en esa posici�n, lamiendo mi pene, me pareci� una forma de humillaci�n, no
quer�a hacerlo, se que esas practicas fuera de lo com�n no te han gustado nunca,
y se que lo hac�as por complacerme, pero no es necesario amor, ya te dije, que
te respeto y admiro mucho como la gran se�ora que eres, no tienes que ponerte a
hacer las cosas que una mujer de la calle har�a".
Diciendo esto camino hacia ella y la abrazo.
Estela sinti� como los brazos de su marido la cubr�an, hab�a
escuchado sus palabras, la hab�an hecho sentir mejor, aunque ella sent�a aun
culpabilidad, su esposo estaba equivocado en lo que hab�a dicho, ella no hab�a
mamado su pene por complacerlo a El, en realidad lo hab�a hecho porque hab�a
tenido el deseo de sentir cual seria la sensaci�n de tener un pene en su boca, y
recuerda que mientras hab�a hecho esto hab�a estado pensando todo el tiempo en
el enorme pene de su yerno Roberto.
Roberto sent�a que sus bolas iban a estallar, se sent�a tan
excitado, lo �nico que tenia en su mente era la caliente y excitante sensaci�n
de la madura mano de su suegra sujetando su pene, y lo mas deprimente es que en
aquel momento no pod�a hacer nada por bajar la terrible excitaci�n que lo
pose�a, su hija miraba la televisi�n a unos metros de donde El estaba en la
cama, as� que deb�a concentrarse en tratar de mitigar todo el deseo que estaba
ardiendo dentro de su cuerpo. Recordaba la cara de terror y angustia de su
suegra al despertar y darse cuenta de que estaba acariciando su enorme pene, que
hab�a sentido esa se�ora, por la forma en que hab�a acariciado su verga, se
notaba que le gustaba bastante lo que hab�a tenido entre sus manos.
Pero si era as�, si su suegra en realidad hab�a disfrutado
acariciando su verga, todo hab�a sido mientras dorm�a, Roberto sabia que
despierta una se�ora como ella nunca se prestar�a para una cosa como esas. Era
una mujer muy religiosa y de una moral muy alta, ni siquiera so�ar con poder
insinuarle siquiera el m�s peque�o de sus deseos. Sabia que la �nica que podr�a
quitarle toda la excitaci�n que sent�a, seria Susana, su vecina y es que aquella
joven mujer era la �nica con la que hab�a tenido sexo desde la muerte de su
esposa, decidi� relajarse y luego salir a buscarla.
As� que haciendo el m�s grande esfuerzo, desvi� sus
pensamientos hacia la televisi�n y los animados que miraba su hija mientras
intentaba mitigar su fuerte erecci�n.
- Capitulo 13 La Cita -
El d�a transcurri� normal, Estela se hizo cargo de las
labores de la casa, despu�s de un tranquilo almuerzo familiar, en el que Estela
ni siquiera se hab�a atrevido a mirar una sola vez de frente a su yerno, Jorge
decidi� tomar una siesta, mientras la ni�a sub�a a su habitaci�n a hacer algunas
tareas. Roberto subi� tambi�n a su habitaci�n mientras Estela terminaba de
recoger los platos de la comida y arreglar la cocina.
Roberto llamo a Susana por tel�fono, hab�an quedado de
encontrarse a las 2.30 de la tarde en un parque un poco alejado del vecindario,
as� nadie se dar�a cuenta de lo que suced�a.
Mientras se cambiaba Roberto busco entre su ropa un
calzoncillo blanco tipo tanga el cual marcaba completamente su enorme
protuberancia, contra la suave tela de la prenda, se hab�a colocado un ajustado
jeans y una camisilla que marcaba su definida figura, se hab�a puesto colonia, y
se preparado para salir.
Bajando las escaleras se encontr� con su suegra Estela, era
la primera vez que estaban de frente solos desde el incidente en el cuarto de su
hija, Estela se puso un poco nerviosa, mientras Roberto tratando de mantener la
calma se despidi�, "Buenas Tarde se�ora, voy a salir unas horas, le encargo a mi
hija".
Estela tratando de responder igualmente calma "Que le vaya
bien Roberto, no se preocupe yo cuidare de mi nieta".
"Gracias se�ora" Sonri� Roberto antes de salir de la casa.
Estela sinti� una punzonada en su interior, su yerno iba muy
bien arreglado, el olor de su colonia la hab�a cautivado, acaso seria que este
iba a verse con alguna mujer, de nuevo una punzada en su interior.
Bajando r�pidamente las escaleras fue hasta el tel�fono de la
cocina y marco el numero de su amiga Susana. Hizo varios intentos pero en
ninguno obtuvo contestaci�n, seguramente su amiga iba a salir con su yerno,
Estela sent�a ahora una punzada aun mas fuerte, "porque?, porque?, "grito
mientras cubr�a su cara con sus manos y lloraba desesperada e impotente,
pensando en lo que iba a suceder entre su yerno y su amiga.
Roberto se encontr� con Susana en el parque a la hora
acordada, salud�ndola con un suave beso, la tomo de la mano y se dirigieron
juntos hasta el auto de Roberto estacionado a unos metros de ah�. Roberto
encendi� el auto y lo condujo hacia el motel mas cercano que se encontraba a
algunas cuadras del lugar.
Estela yac�a en la cocina llorando cuando su nieta bajo y la
sorprendi� en ese estado.
"Abuelita que pasa?" pregunto la ni�a asustada.
Estela tratando de tranquilizarse un poco respondi�
"Nada hijita, es que me duele un poco la cabeza"
"Abuelita porque no se te toma una pastilla, segurito con eso
se le quita el dolor"
Estela limpiando sus ojos de las l�grimas, sonri� al escuchar
las tiernas palabras de su nieta.
"Si hijita, seguro con una pastilla se me quita este dolor
que siento".
Ah� sobre la cama yac�a completamente desnuda Susana, Roberto
con ojos lujuriosos recorr�a aquel cuerpo que estaba a punto de poseer, era una
mujer muy atractiva, Roberto tiro del el�stico de su calzoncillo, mostrando ante
los ojos de Susana, su enorme y grueso miembro completamente erecto.
Susana con fascinaci�n miro como ante si aparec�a la m�s
grande verga que jam�s hubiese visto, su deseo no se hizo esperar.
"Venga papacito, mmmm que cosa tan divina la que tiene usted,
venga y h�game feliz que tengo muchas ganas de sentir toda esa vergota dentro de
mi caliente raja"
Roberto sonri� de satisfacci�n, sabia cuanto le gustaba su
verga a aquella ardiente mujer, acost�ndose a su lado en la cama, empezaron a
besarse lujuriosamente, sus lenguas se enredaron en un apasionado y ardiente
beso, Roberto se sent�a tan caliente, con sus manos empez� a acariciar las
peque�as tetas de aquella mujer, sus pezones estaban muy duros, separando sus
labios, este bajo su boca hasta las puntas de sus tetas y meti�ndolas en la
boca, las chupo con ansias, Susana gimi� de placer al sentir al tibia lengua de
Roberto sobre sus pezones, mientras sus manos jugaban con su cl�toris,
acarici�ndolo despacio, pasaba sus manos sobre su mojada raja, mientras
disfrutaba de la caricia de este hombre que tenia a su lado.
Sujetando con una de sus mojadas manos la enorme verga de
Roberto empez� a acariciarla, recorriendo toda su longitud con su mano arriba y
abajo.
Roberto al sentir la excitante caricia de la mano sobre su
verga y con lo excitado que estaba gimi�:
"Ahhhhh Estela, si as�"
Susana se sorprendi� al escuchar las palabras que hab�an
salido de la boca de Roberto, acaso hab�a escuchado mal, Roberto al sentir la
caricia sobre su verga, hab�a gemido el nombre de su suegra!, como era eso
posible, acaso este viril hombre que estaba con ella, se sent�a atra�do por su
madura suegra.
Roberto ni siquiera se hab�a dado cuenta de las palabras que
acababa de pronunciar, estaba tan concentrado en su disfrute y placer que segu�a
mamando como un pose�do los pechos de esta mujer.
Susana de pronto se sinti� tentada a averiguar que era lo que
tenia Roberto con Estela, ella era su amiga, y siempre la hab�a considerado una
se�ora muy recatada, acaso su amiga tendr�a alg�n secreto guardado que nadie
conoc�a. Decidi� averiguarlo.
Separando a Roberto de sus pechos, lo beso ardientemente en
los labios, y luego poco a poco su lengua empez� a recorrer su cuerpo bajando
por sus pectorales, su abdomen, hasta llegar a la parte genital, la enorme verga
de este se encontraba completamente dura contra su estomago, tom�ndola despacio
entre sus manos, empez� a acariciarla, mientras poco a poco acercaba su boca y
empezaba a hablarle.
"Roberto, tienes una enorme y rica verga, sabes el gusto que
esta verga le da a cualquier mujer, mmmm, a mi me encanta sabes, dime te
gustar�a que te la mame?"
Roberto gimiendo de placer respondi� " Claro mamacita rica,
m�mamela, chupame toda la vergota que es tuya!"
"Si eso voy a hacer, voy a chuparte esta rica vergota, pero
dime mmm, que pensar�a mi amiga Estela si supiera que le estoy mamando la verga
al esposo de su difunta hija?" Pregunto picara y sensualmente Susana,
introduciendo a Estela en la conversaci�n, en el momento mas er�tico.
Al escuchar el nombre de su suegra, Roberto sinti� como su
sangre se calentaba aun mas, en ese momento deseo tenerla ah� a sus pies, y que
esta mamase su dura verga.
"Ohhh, no se que pensar�a, pero m�mamela" Respondi�.
Susana contin�o.
"Dime Roberto te gustar�a que tu madura y recatada suegra te
chupara esta rica verga?!"
Y mientras dec�a esto, poco a poco bajaba sus calientes
labios hasta posarlos sobre la verga de Roberto, deslizando suavemente su lengua
sobre el duro miembro.
"Ohhh, si si me gustar�a," Respondi� Roberto completamente
excitado.
Ahora Susana sabia que este hombre tambi�n deseaba a su
suegra, no entend�a porque pero esto le causaba morbo a la ardiente chica.
Continuo mamando el enorme miembro de Roberto durante varios
minutos mientras este gem�a de placer, despu�s subiendo despacio lo beso de
nuevo, mientras suavemente se colocaba sobre El, despacio acomodo la enorme
verga en la entrada de su vagina, mientras poco a poco Roberto la empujaba en su
interior.
Susana decidi� continuar, "MMMm que delicia, sentir como tu
gruesa y larga verga entra en mi caliente vagina, dime Roberto as� te cogerias a
tu madura suegra?"
Esto era mas de lo que Roberto pod�a soportar, esta mujer
habl�ndole de su suegra lo estaba excitando al m�ximo. Entonces sacando su verga
de su raja, fuertemente la levanto y levant�ndose El, la deja caer sobre la cama
boca arriba, r�pidamente se coloco sobre ella, y presionando fuertemente su
verga contra la entrada de su vagina, la penetro completamente de un empuj�n.
"No Susana, me la cogeria as�!"
Mientras dec�a esto, empez� a empujar su enorme verga
fuertemente dentro de la raja de esta, quien sintiendo la ruda y fuerte forma en
que se la estaba cogiendo este hombre empez� a gemir de placer.
"Ahhhh si ahhh Roberto ahhh que rico ahhh"
Aquel hombre la estaba penetrando de una forma que la estaba
volviendo loca de placer, los empujones de su verga dentro de su raja, llegaban
hasta lo mas profundo de su ser, este hombre se hab�a convertido en un animal
salvaje que la estaba poseyendo de una forma extraordinaria, apenas pod�a
resistir entre el placer de ser penetrada y el dolor que causaba aquella enorme
herramienta en su interior.
Roberto hab�a cerrado los ojos, y empujando con todas sus
fuerzas en la vagina de esta mujer, imaginaba que era a su madura suegra a quien
estaba poseyendo. Cada gemido de Susana, era para El, como un gemido de su
suegra disfrutando de toda su enorme verga dentro, sent�a como sus bolas
completamente cargadas de semen, chocaban contra la entrada de la vagina esta
mujer a quien el se cogia con las ganas con que poseer�a a su deseada suegra.
Susana empez� a gemir aun mas fuerte mientras sent�a como su
cuerpo empezaba a convulsionar de placer, este hombre la estaba llevando al
placer m�ximo. Un ultimo empuj�n y su cuerpo fue recorrido por una enorme ola de
placer en el momento en que Roberto emit�a un fuerte gemido que indicaba que
estaba llegando tambi�n al cl�max, sinti� como r�pidamente este hombre sacaba su
enorme verga de su interior en el momento en que un potente chorro de esperma
sal�a disparado contra su estomago, seguido de varios chorros mas de caliente
semen.
Derrumb�ndose a su lado en la cama, Roberto poco a poco
empez� a relajarse de la extraordinaria venida que acababa de tener, Susana se
abrazo a El, sus cuerpos estaban completamente empapados de sudor. As� abrazados
permanecieron unos minutos.
De pronto Roberto se sinti� molesto, como era posible que
aquella mujer, hubiese utilizado el nombre de su suegra para excitarlo durante
su encuentro sexual, ella no deb�a haber involucrado el nombre de esta en esta
aventura sexual, levant�ndose de la cama r�pidamente, le hablo.
"Lev�ntate Susana!, lev�ntate y vistete!, nos vamos!"
Continuara�
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