Relato: Por un par de pantalones





Relato: Por un par de pantalones


POR UN PAR DE PANTALONES



En aquella �poca , los chicos us�bamos pantalones cortos
hasta que nuestros padres, cansados de nuestra insistencia, y avergonzados con
el espect�culo de un hijo ya con pelos en las piernas en pantalones cortos,
decid�an por fin regalarnos los primeros pantalones largos. Por ese entonces,
amables lectores, los ni�os no usaban pantalones vaqueros ni nada por el estilo,
sino unos shorts mas cortos o mas largos pero shorts al fin que a medida que
crec�amos, nos convert�an en el hazmerre�r de los otros.



Mi padre dec�a que no ten�a dinero para comprarme los
pantalones largos y yo desfallec�a de la verg�enza. Por las noches me largaba a
llorar de la impotencia y solo me calmaba haci�ndome una rica paja pensando en
alg�n chico lindo que hubiera visto en la calle o en alguna revista de
espect�culos. En aquellos tiempos hab�a un galancito rubio que hizo varias
pel�culas argentinas que me encantaba, Pablo Moret se llamaba y recuerdo una
escena en la que aparec�a con un slip blanco que dejaba entrever su pija y
huevos : un bulto espectacular. Creo que la pel�cula se llamaba "Los tallos
amargos"



Ay Pablo Moret, donde quiera que est�s, cuantas pajas me
habr� hecho pensando en vos.......



Viv�amos en una ciudad del interior de la Argentina, famosa
por su universidad a la que acuden estudiantes de todo el pa�s y de pa�ses
latinoamericanos . Existe, por lo tanto, una fuerte demanda de vivienda para los
miles de j�venes que oriundos de otras partes vienen a estudiar aqu�, y es por
ello que muchas familias alquilan habitaciones a estudiantes, con el fin de
aprovechar esa necesidad y obtener algunos recursos.



En mi casa hab�a una pieza con un ba�ito, que sol�amos
alquilar a estudiantes hasta que su p�simo estado de conservaci�n,, impidi�
hacerlo por unos a�os. Mi padre, escaso de fondos, estaba arregl�ndola y
acondicion�ndola para volverla a alquilar. Un d�a harto de mis pedidos por el
pantal�n largo, me prometi� que apenas alquilara la pieza, me comprar�a los
pantalones largos con el dinero del dep�sito que diera el inquilino.



Pasaba el tiempo y yo segu�a creciendo, a mis piernas gruesas
y largas, se agreg� mi cuerpo que comenz� a desarrollarse con rapidez , con su
consecuente secuela de rebeld�a adolescente, acn�, dolores del crecimiento y
pelitos en las piernas. La ropa me quedaba chica y hasta las medias me daban
calor.



En ese momento tambi�n not� que algunos hombres me miraban al
pasar, a veces sin disimulo alguno, como el vidriero de la otra cuadra, un tipo
flaco atractivo y casado que siempre ten�a barba de varios d�as sin afeitar,
pero que me calentaba horrores. Yo pasaba por su negocio y el me miraba el culo
apretado por el pantal�n demasiado corto y demasiado estrecho ya para mi cuerpo
crecido. Yo pasaba a diario y el me observaba lascivo a trav�s de alguno de sus
espejos, y as� como quien no quiere la cosa, entrecerraba los ojos y se
acariciaba la garcha.



El empleado de la zapater�a, un chico de unos dieciocho a�os,
me hab�a echado el ojo �ltimamente y hab�a un clima de calentura mutua cuando
nos cruz�bamos. Ten�a el pelo casta�o aplastado por el fijador y unos ojos
azules que me mataban. Yo sab�a que yo era gay y eso me ten�a sin cuidado. Lo
que mas me molestaba era el pantal�n corto y mis piernas peludas.



Mi �nico consuelo eran las pajas que me hac�a imaginando
situaciones er�ticas con los galanes del cine de aquella �poca, o con el
vidriero o con el empleado "caquero" de la zapater�a. Caquero era la palabra que
se usaba para la gente "inn", para los que vest�an a la �ltima moda.



Hab�a un chico descendiente de italianos, le dec�an Pipo,
cuyo padre ten�a una negocio de compraventa de autom�viles usados. Cuando nadie
nos molestaba, sol�amos reunirnos con Pipo, y meternos en los asientos traseros
de los autos en venta para realizar pr�cticas sexuales no del todo inocentes que
inclu�an al principio tocamientos y besos de lengua y luego llegaron a pajas
mutuas, mamadas e intentos frustrados de penetraci�n anal. Pipo era un a�o menor
que yo pero su pija era gorda y grandota y me volv�a loco. Nunca conoc� a un
chico tan pajero y sensual como ese. Sol�a masturbarse cuatro veces al d�a y a�n
as� quer�a mas.


Pipo amigo, como me gustaba tu pipa......



Una tarde, estando en mi casa, atend� a un muchacho que ven�a
por el aviso del alquiler de la pieza del fondo, y sal� corriendo a buscar a mi
padre. Ni lo mir� al chico, s�lo pens� en la promesa de mi padre de comprarme
los pantalones largos si alquilaba la habitaci�n.



El muchacho se llamaba, Marcos y era de la provincia de
Mendoza en el oeste de la Argentina... Ten�a 21 a�os y estudiaba Arquitectura en
la facultad local. Le gust� la pieza y esa misma tarde la alquil�.



Al d�a siguiente mi padre me compr� mis primeros pantalones
largos. Eran de gabardina verde, color de moda, botamangas oxford como se usaban
y me quedaban muy bien. Me arreglaron el largo y ese domingo di la vuelta del
perro a la plaza del pueblo para que todos me vieran. Ya usaba pantal�n largo ,
hab�a dejado de ser el chiquil�n mal crecido y pajero que hab�a sido hasta
entonces. Eso pensaba al menos.



Pero mi alegr�a por mi nueva indumentaria , se fue
desinflando con el correr de los d�as, pues me d� cuenta que Marcos se hab�a
ganado la confianza y simpat�a de mi padre. Les gustaba las mismas cosas, el
automovilismo, las revistas de historietas, el domin�, las pel�culas italianas
que entonces daban por la televisi�n y se la pasaban hablando y tomando mate
juntos.



Yo me puse celoso, ese intruso mendocino me estaba
suplantando frente a mi padre , se hab�a adue�ado de su afecto y me hab�a
desplazado. Claro, pensaba yo, tienen gustos parecidos en cambio yo soy un
maripos�n que �l desprecia......



A veces me cruzaba con Marcos y ni lo saludaba , de la rabia
que le ten�a. Lo ve�a caminar por el patio y me parec�a sospechar un ligero
parecido f�sico entre mi padre y nuestro inquilino. Ser�a un hijo no reconocido?
. Estaba realmente celoso de ese chico mas grande que compart�a nuestro techo y
muchas veces nuestra mesa.



Desde mis j�venes catorce a�os, Marcos era casi un adulto,
alto , no muy delgado, cabello casta�o oscuro, ojos marrones, muy buen f�sico,
anchas espaldas, cintura estrecha , caderas lisas, un culo gordo y fuerte a la
cabeza de dos gruesas piernas, y de bulto , la apariencia de un tama�o
enorme........ Estaba bueno el mozo, estaba muy sexy, y su forma de caminar
enfatizaba la belleza de su cuerpo y su manera felina de ser. Era como un gato
fuerte y demandante, muy due�o de sus actos e independiente.



Era la hora de la siesta y mi padre se hab�a ido a la capital
de la provincia a comprar mercader�a para su comercio, desde la ma�ana temprano.
A las nueve se larg� a llover y la lluvia sigui� todo el d�a. Un fuerte
chaparr�n me despert� como a las dos y media de la tarde, y abr� la puerta que
daba al patio en el preciso momento en que Marcos , pasaba al ba�o, con una
erecci�n de aquellas. Estaba verdaderamene al palo y aunque lo cubr�a un slip
celeste, nada pod�a disimular ese palo gordo y hermoso que parec�a querer
revenar el algod�n.



El vi� mi cara de asombro � nunca hab�a visto la verga erecta
de un hombre adulto- y me dirigi� una mirada entre lasciva y orgullosa. Me hizo
se�as , y vestido solo con mi boxer , sali de mi cuarto en direcci�n al fondo
del patio, donde me esperaba Marcos, el pelo casi tap�ndole la cara, y esa pija
enorme proyect�ndose con desafi� sobre la tela.





Qu� te pasa Checho? � dijo con picard�a-


Nada , -contest� casi sin mirarlo-.


� Te gusta algo de lo que ves?, - dijo se�alando su pija
erecta-


Si contest�, con el colmo de mi desverg�enza.


Ven� entremos al ba�o, me dijo , con una voz caliente
como nunca lo hab�a escuchado.





En el ba�o, se sac� el slip, y me dijo que me sacara mi
boxer. Lo hice, y compar� mi pijita de adolescente con esa garcha monumental, Yo
temblaba, la sola circunstancia de estar a solas con un hombre desnudo , erecto
y caliente me pon�a a mil y mi pija chiquita a�n, estaba dura como nunca.



El me hizo sentar en el bidet del ba�o, y acerc� su pija a mi
cara y me dijo tocala que no te va a comer. Yo primero ol� y luego toqu� la
poronga de Marcos, esa pija grande cuya suavidad y temperatura me excitaron
enormemente. Vi que mi mano apretando su miembro y masturb�ndolo apenas, le
produc�a estremecimientos , escalofr�os, que la pija cada vez se pon�a mas dura
mas gruesa y caliente. Me d� cuenta que la calentura, lejos de darle poder sobre
mi, me permit�a darle placer, dominarlo por un instante, hacerlo gozar. Y c�mo
acarici� esa garcha ...... de arriba abajo, corriendo la pielcita y dejando ver
su cabeza roja como una frutilla grande, admirando su potencia , y al mismo
tiempo, la suavidad de su piel.



Cuando la leche estaba a punto de saltar, el se alej� de mi,
y le vi acabar varios chorros en el inodoro, con una fuerza que me impresion�,
me hac�a acordar en mi inocencia a un caballo orinando.



- Ven� - me dijo-, si me promet�s no decirle a nadie lo que
pas�, te hago yo la paja quer�s. Y lo hizo y con su mano derecha cubierta con
pelitos muy suaves, tom� mi pija y me la acarici� suavemente mientras me dec�a
cosas calientes y al fin eyacul� con fuerza y el me limpi� luego con la lengua
lo que me produjo un placer infinito.



Fuimos hasta su cuarto y nos recostamos en bolas uno al lado
del otro y en ese momento sent� que Marcos podr�a haber sido un hermano mayor
que nunca tuve, o alguien mas comprensivo que mi padre, y as� fue, en cierto
modo, porque me ense�� muchas cosas, durante los cinco a�os que fuimos pareja,
hasta que se recibi� de arquitecto y se volvi� a San Rafael, su ciudad natal en
Mendoza.



No olvidar�, aquella tarde en su cama, los dos desnudos,
sinti�ndome hombre despu�s de mi primera experiencia sexual, oliendo nuestra
leche, nuestro sudor, percibiendo su calor la fuerza de sus brazos y de sus
piernas, oyendo su respiraci�n y el p�lpito salvaje de mi coraz�n adolescente y
deseando esa pija monumental que me hab�a regalado un orgasmo inolvidable.



Apoy� mi cabeza en su pecho, y el me acarici� el cabello, y
despu�s puso su brazo sobre mi hombro y me atrajo hacia si, hacia su cuerpo de
hombre, hacia su deseo de muchacho mayor, a su ternura, y me bes� la frente y
las mejillas, y la cabeza, y el cuello y la orejas y los hombros y los brazos y
la espalda y las manos, pero no la boca, y me acarici� con su mano grande, el
pecho , la barriga, mi pija y mis huevos, y luego el terciopelo de mi culo,
regi�n inexplorada, que trat� con m�xima delicadeza, como anticipando lo que
ocurrir�a despu�s.... Meses despu�s, cuando me desvirgar�a en una tarde de
siesta parecida.



Pero aquella tarde, yo desvergonzado y caliente devolvi uno a
uno sus besos y me atrev� a besarlo en la boca, a sentir su sed , su calor, su
deseo, su saliva, y lo bes� como se besa a un amante, y con el �ltimo beso me
qued� dormido en sus brazos.



galansoy



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