Me casé a la edad de 16 años,
pero me importaba a poco.Todo iba muy bien hasta que cumplí los
20, murió mi marido, su poliza de vida me dejó en buena posición
económica, con el tiempo los hombres empezaron a desearme y a fijarse
e mi, pero en mi mente se agitaba el recuerdo de las culiadas que me pegaba
mi marido.
En esos días comenzaron a
cometerse robos en la ciudad, los cuales no me dejaban conciliar el sueño,
debido a eso me aconsejaron que comprara un perro San Bernardo. Días
despues me metí al baño y me desnudé por completo
para limpiarme todas las partes íntimas, en esos días pesaba
120 libras, tenía los pezones paraditos y rosaditos y toda la pepa
rasuradita y bien cerradita, en el momento en que empezaba a bañarme
escuché el ruido de los bomberos, me dirigí a la ventana
para mirar y me arrodillé para observar por debajo de las cortinas,
estando en esa posición sentí algo caliente como una lengua,
volví a ver y era mi perro que lamia la panocha como un loco, entonces
el mico me picaba de placer por falta de hombre, imaginé que nadie
me había vuelto a tocar durante mucho tiempo, lo cual me había
puesto el mico como el de una señorita y el perro me chupaba el
pipirigallo.
A cada minuto el perro me hacía
más rico pero templado y con su picha quería metermela a
toda costa. Esto siguió por espacio de varios meses, una vez que
me estaba culiando al borde de la cama, entró mi amiga y nos miró
en aquella situación tan deliciosa, me preguntó que si podia
jugar también y le dije que se preparara para culiar con mi perro,
entonces la tiré en la cama, le metí las manos entre las
piernas y comencé a sobarle el pipirigallo, entonces mi perro se
le vino encima y le acomodó la verga en su raja, después
empecé a calentarme y entonces le arrimé el mico a la boca
del perro, y así se cogía a mi amiga y me chupaba la pepa
a mi.
Para terminar esta historia les
digo que es rico sentir una buena pinga adentro y lo lindo es que le echen
toda la leche entre las tetas y el culo, por eso les digo que una picha
en el mico que le este echando toda la leche en la raja es la cosa más
sabrosa que pueda haber.