Relato: Como deje de serle fiel a mi marido Hola soy Aria. Me siento muy halagada por su inter�s en el
relato donde les describ� la manera como mi jefe me masturb� delante de mi
marido. Eso me anima a seguir compartiendo con ustedes los sucesos de mi vida
sexual. Aunque sinceramente, creo que mi vida en esta �rea, no tiene nada del
otro mundo, ya que estoy segura de que, toda mujer, desarrolla su sexualidad con
intensidad y de acuerdo a su propio estilo; las que no, lo siento de veras.
Estoy convencida de que las mujeres tenemos un potencial infinito para gozar de
la magia que nos ofrecen esos machos maravillosos, en su constante asedio. Por
mi parte, me enciendo y se me humedece el co�o, cada vez que un atrevido intenta
llevarme a la cama. Y casi siempre lo logra... Bueno, a lo que voy:
Tengo diez a�os de feliz matrimonio y, debo aclarar, que no
siempre he sido la puta que he llegado a ser. Al inicio de mi matrimonio, mi
vida como mujer casada fue bastante tradicional. El trabajo, la casa, mi marido
y el sexo nocturno, fueron el com�n denominador de mi vida de entonces. Al nacer
nuestros dos hijos, al tercer a�o de matrimonio, mi querido esposo intensific�
su trabajo y, por desgracia ca�mos en una monoton�a, que termin�, al poco
tiempo, gracias a mi decisi�n de satisfacer mis ansias sexuales, con folladas
fuera de casa.
Al principio no fue f�cil, ya que siempre me consider� a mi
misma como la mujer profesionista, con clase y educada, que trabajaba y cumpl�a
con creces la fidelidad a su marido. Sin embargo, poco a poco, hice esfuerzos
por cambiar mi propia definici�n, y me propuse convertirme en una mujer
deseable, sensual y extrovertida que le gusta sentirse deseada.
En ese entonces, trabajaba en una conocida empresa. Ah�
conoc� a Rodrigo, un compa�ero que, desde siempre, hab�a querido llevarme a su
cama, pero yo lo rechazaba, por mi situaci�n de mujer casada y porque me parec�a
un tanto impertinente, ya que directamente me dec�a: "Como est�s buena
mamacita", "esas nalgas que tienes est�n apetecibles para una buena cogida", "me
encantar�a follarte hasta por la cola", "te propongo que le pongas los cuernos a
tu marido", y cosas por el estilo. A veces me llamaba por tel�fono solo para
decirme que le diera la oportunidad de convertirme en una puta cogelona. Por
supuesto, que al principio lo rechac�. Pero, poco a poco, fui descubriendo que
cuando lo hac�a, me calentaba tanto, que sent�a la urgencia de masturbarme. Esa
pr�ctica ha sido mi desfogue sexual desde que ten�a aproximadamente 12 a�os, de
hecho, a�n hoy, me masturbo al menos dos veces al d�a, siempre y cuando, no me
hayan cogido muy intensamente. Bueno eso lo dejo para otra ocasi�n, lo cierto es
que no tard� mucho en aceptar salir con Rodrigo.
En esa primera ocasi�n, acced� a ir a tomar la copa despu�s
del trabajo. Cuando lleg� el d�a de la cita, una ma�ana de verano, le comuniqu�
a mi marido que llegar�a tarde a casa, por causa de un evento social de la
empresa y le ped� que se hiciera cargo de dar cena y dormir a los peque�os.
Aunque accedi� de buen modo, puso cara de inc�gnita, cuando vio que, para salir,
me puse un minivestido color verde, que lo hab�a comprado para alguna ocasi�n
especial con mi marido y ya hab�a perdido la esperanza de llegar a usarlo. Sin
embargo, no me dijo nada. Me puse un liguero y medias, una super mini tanga y
dej� que mis hermosas tetas se proyectaran desafiantes sin bra, en la delgada
tela del vestido. Verdaderamente, me ve�a fenomenal, cuando sal� de casa, los
hombres se paraban para ver mis piernas que se mostraban hasta el liguero, al
manejar el coche. En ese momento, desech� toda sensaci�n de culpa por mi plan de
ponerle los cuernos a mi querido esposo y me dispuse a sentir con plenitud la
nueva Aria que estaba surgiendo en m�. La de ser una hembra plena de sensualidad
y erotismo. En ese momento, empec� a sentir esas peque�as explosiones en el
cl�toris, que reconocemos tan bien las mujeres, cuando nos calentamos.
Por la noche, Rodrigo se port� como un perfecto caballero,
debo deciros que mejor de lo que esperaba. Bailamos y nos besamos tan
intensamente, que casi le supliqu� que me llevara a la mesa y me masturbara, ah�
delante de todos, discretamente, Yo misma le tom� su mano y la puse en mi
rodilla; mis labios rojos, temblorosos de excitaci�n, le suplicaron que
siguiera: "Por favor papito, sigue, lo necesito". Cuando lleg� a los labios de
mi vagina, se detuvo, me abri� las piernas y sigui�; entonces, supe lo que era
un experto. Con dificultades para contener gritos de placer, tuve mis tres
primeros orgasmos de la noche: "mi amor, que riiiiiiccccccooooooooooo", le
coment� al o�do.
Casi autom�ticamente, le acarici� con mi mano su
hermosisisisisima verga, dici�ndole, "me la quiero comer, amor". Imag�nense el
espect�culo que est�bamos dando en el lugar, por eso, le ped� que me llevara a
donde quisiera, con tal que me cogiera y me dejara chupar ese bell�simo
instrumento que le dio la naturaleza. Durante el trayecto, me acomod� lo mejor
que pude el mini vestido, pero fue imposible, las manos de Rodrigo volaban de
arriba abajo, por lo que el vestido lo tra�a pr�cticamente en la cintura. La
verdad, con el nivel de excitaci�n que ten�a no me importaba que, quienes
transitaban por la calle a esa hora, vieran el espect�culo. Casi al llegar a su
piso, le agarr� su hermosa verga y me acarici� con ella las tetas, que quedaron
al descubierto cuando me jal� la parte superior del microvestido. Disfrut� la
humedad de la cabeza de su verga que se adhiri� a mis pezones. Ahora me da risa,
como debieron haberme visto las personas que transitaba por el sector.
Imag�nense, la mujer casada, profesionista, bella y recatada, que hasta ahora
hab�a intentado serle fiel a su marido, port�ndose como una vil puta.
Ya en su departamento, me sirvi� una copa que nunca llegamos
a beber, porque, ah�, de pi�, empez� a follarme como desesperado, les juro, que
no pod�a detener mis m�ltiples orgasmos, al sentirme penetrada como nunca. Me
invadi� la vagina con su semen y me volqu� bes�ndole sus huevos y su tremendo
pene, que chorreaba sabros�simos fluidos. Al poco tiempo nos quedamos abrazados
y ca�mos en un breve sue�o: Le dije quedamente, "Gracias mi amor, creo que ya me
llevas en el camino de convertirme en la puta que me has insistido que sea".
Cuando llegu� a casa, con las medias y pantaletas dentro de
la bolsa de mano, porque una vez que me di cuanta de la hora, las met� apurada a
la bolsa, no pude disimular el olor a sexo y ni el pelo y la cara con el aroma
de Rodrigo. Para, salir del trance y mi marido no cuestionara nada, le ped�
r�pidamente que me cogiera, como en otros tiempos. Creo que en su interior se
imaginaba lo que hab�a pasado, pero no dijo palabra. Me cogi� como acostumbra,
solo que ahora, cuando me penetr� lo hizo entre los jugos y semen que hab�a
dejado Rodrigo. Verdaderamente lo disfrut�. Que puta �verdad? Termino por ahora,
pero deben saber que a partir de entonces mi vida se transform�. Les mando un
beso queridos. Amorosamente, Aria.
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Relato: Como deje de serle fiel a mi marido
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