Hab�a discutido a la noche con mi esposo porque hac�a tiempo
que no me tocaba aduciendo que ven�a cansado de la oficina. Yo pensaba que hab�a
otra mujer y as� se lo dije aunque no lo pod�a comprobar.
Me levant� furiosa, m�xime que se hab�a ido sin saludarme y
entonces despu�s de darme una ducha me vest� y sal� de compras.
Una forma de canalizar los nervios de muchas mujeres y sobre
todo la m�a es salir de compras como para tener alguna satisfacci�n.
Entr� a varios lugares hasta que lleg� la hora de ver
negocios de ropa interior. Oh sorpresa, era atendido por un hombre pero su
habilidad de vendedor me coloc� en el probador antes de pensar.
All�, frente al espejo fui poni�ndome las m�s alocadas
prendas e imaginando cosas fui perdiendo noci�n del lugar en el que me
encontraba y comenc� a tocarme mientras corr�a un poco la cortina en un acto
exhibicionista y alucinando una zarpada provocaci�n.
Mis dedos se internaron en mi mojada vagina cuando sent� un
ruido a mi espalda y la imagen del vendedor pas� fugazmente.
Con vos disimulada le dije que no tardar�a mucho y �l,
acerc�ndose al cortinado me contest� que no hab�a apuro, que ya hab�a cerrado y
yo pod�a seguir con lo m�o.
Me hizo dudar esta �ltima apreciaci�n. Estaba casi segura que
�l me hab�a visto toc�ndome como delirada as� que r�pidamente busqu� mi ropa que
hab�a ca�do fuera del cortinado y cuando saqu� la mano v� que el vendedor estaba
sac�ndose la ropa. Yo no entend�a nada o mejor dicho si, que estaba en peligro,
e intent� vestirme r�pidamente.
Cuando apenas hab�a subido mi bombacha la cortina se corri� y
el morrudo tipo apareci� frente a m� totalmente desnudo.
Entre sus piernas colgaba un miembro que casi le llegaba
hasta la rodilla o algo as�. �No lo pod�a creer!
Se acerc� a m� y me tom�. Quise zafar pero �l me contuvo.
Alzando un poco la voz le dije que si no me soltaba gritaba y que lo iba a
mandar preso.
El sin inmutarse meti� una mano en mi espalda y la otra en mi
concha. Forcejeamos un rato hasta que asustada grit�. Me solt� de inmediato y se
alej� un poco. Pude observar que ahora su pija hab�a crecido y parec�a un tubo
de luz.
Se disculp� y dijo que hab�a pensado que quer�a jugar y me
hab�a malinterpretado. Como me hab�a visto masturbarme dedujo que era una de las
tantas mujeres que andaban buscando guerra.
Yo que estaba m�s calmada lo escuche sin sacar los ojos de su
poderoso miembro. Pensar que cre�a que el desgraciado de mi marido la ten�a
grande y al lado de la de este joven no ten�a nada que hacer.
El volvi� a pedirme disculpas y ya me hab�a convencido.
Desconocida de m� mismo me anim� a preguntarle si no se le
bajaba.
�C�mo? Dijo el vendedor sin saber exactamente a qu� me
refer�a.
Si tu pija te queda parada por mucho rato, respond�.
El se sonri� y contest� que todo el tiempo que yo necesitara
iba a estar as�.
Casi sin darme cuenta ca� de rodillas a sus pies buscando ese
pedazo para met�rmelo en mi boca. Pese al esfuerzo solo la cabez entr� en mi
paladar. Lo masturb� con las dos manos mientras �l se quedaba quietecito.
Percibi� mi furia desatada despu�s de tanto tiempo sin sexo,
sent� la dureza de su venosa pija y mientras lo chupaba lo miraba a la cara y v�
que experimentaba un placer enorme.
Ahora, pese a la extra�a situaci�n con ese desconocido me
sent�a libre para gozar.
Mientras le apoyaba una mano en su trasero sostuve la pija
con mi boca y con la otra libre me toqu� la concha.
La ten�a empapada, estaba casi chorreando de la calentura. Se
puede decir que bien lubricada para recibir esa descomunal verga.
El tambi�n estaba muy excitado por mi mamada.
Le ped� que se acostara en el piso y al hacerlo me imagin� la
figura de un velero con su poderoso m�stil. Me sent� sobre �l y de a poco,
tratando de vivir cada tramo de esa caliente carne, me deslic� hacia abajo y eso
me pon�a m�s loca.
El me tom� las caderas y de un impulso meti� su pija hasta el
final de mi cavidad. Pareci� de repente que me faltaba el aire. Comenc� a
temblar y un bullicioso orgasmo surgi� de lo m�s profundo de mi cuerpo. Me
apret� contra su pecho fuertemente.
El sinti� que esta era una situaci�n especial para m� y su
miembro no pudo contener la marea de blanca y caliente leche que desbord� mi
vagina.
Gemimos juntos en alta frecuencia y quedamos ambos extenuados
sobre la alfombra.
Me fui sin decirle nada y regres� feliz a casa. Ya no me
importaba que mi marido me dejara de lado.
Me sent�a deseada por los hombres y sab�a que cuando
necesitara de ellos pod�a encontrarlos f�cilmente como a este desconocido.
Piru