Elisa lleg� del instituto toda nerviosa y abri� la puerta
entrando como una exhalaci�n.
- Mam�, mam�. Cuando volv�amos del colegio Nieves y yo,
atravesando el parque, se nos ha aparecido un exhibicionista. Un se�or mayor,
que se ha abierto la gabardina y estaba desnudo. Ten�a la cola levantada. �Qu�
asco!.
Diana se preocup�. No por el peligro que representaba un
posible violador y por el esc�ndalo que podr�a suponer para la ni�a. Lo que le
preocup� fue el calificativo de "asco" para una polla erguida. Ella, que se
comer�a una sin ning�n miramiento, ten�a una hija que no apreciaba ese regalo de
la naturaleza.
Diana estaba bastante desasistida por su marido, por eso, a
sus 40 a�os, no dudaba en disfrutar de cualquier pene que se pusiera a su
alcance. Para ser sinceros, el despego de su marido no ten�a mucho que ver con
su ninfoman�a, hubiera sido promiscua aunque su marido la follase todos los d�as
tres veces.
Diana no era una belleza, pero su cara era muy graciosa y
ten�a un cuerpazo de muerte. Unos cuantos kilitos de m�s no solo no la
desluc�an, sino que su buena distribuci�n hac�an m�s apetitosas sus grandes
tetas de oscuras e hinchadas ar�olas, su macizo pandero y sus s�lidos y prietos
jamones. Unas hermosas y cuidadas manos, virtuosas en el tratamiento de una
buena polla, completaban el tentador cuerpazo de aquella mujer.
Si su marido era un muermo en cuesti�n de sexo, no iba a
consentir que sus dos hijos, Elisa, de 16 a�os y Eduardo, de 17, heredaran el
mismo talante frente a uno de los mejores placeres de la vida.
- Elisa, cari�o. Vamos a ver. �Es la primera vez que ves el
pene de un hombre?
- No mami, hace a�os ve�a el de mi hermano, pero era
peque�ito y no ten�a pelos. Era muy lindo verle soltar su chorrito, pero ahora
ya no se lo veo.
- Nena, creo que a tu edad ya es hora de que tengas alguna
experiencia con los chicos. Ya deber�as dejar de ser virgen.
- Ay mami, eso me asusta, dicen que duele. Adem�s dicen que
te puedes quedar embarazada.
- Chiquita m�a. Vamos a hacer una cosa, pero debes guardar el
secreto con papi y con Eduardo.
- Seguro mami, ya sabes que yo s� guardar secretos muy bien,
como las visitas que te hace el guarda de seguridad de la urbanizaci�n, el
jardinero, el ....
- Vale nena, no es necesario que sea tan detallista. Ver�s,
vamos a hacer que dejes de ser virgen de una manera que te gustar� mucho.
- Dime como mami. Me gustar�a pasarlo tan bien como tu con
los hombres.
- En principio vamos a ir a la farmacia para comprarte unas
p�ldoras anticonceptivas y te las tomar�s seg�n indica el prospecto. Cuando
lleves un tiempo tom�ndolas y hagan efecto, te llevar� a mi club privado donde
mis amigos te van a ense�ar a apreciar esos palos y bolsas peludas que tienen
los hombres. Entretanto yo te romper� una membranita que tapa tu cuevecita que
es la que duele, pero eso es solamente una vez y ya no se repite el dolor.
- Si mami, tu eres experta y sabes lo que me conviene.
�Cuando me desvirgas?.
- Ma�ana tu padre est� de viaje y Eduardo se marcha de
excursi�n, as� que tendremos todo el d�a. Anda vamos a la farmacia.
A la ma�ana siguiente, Diana se levant� con la firme decisi�n
de desvirgar a su ni�a Elisa. Sac� de su escondite secreto en el s�tano todos
sus juguetes y eligi� los m�s adecuados para los cerrados agujeritos de la ni�a.
A la hora de comer le mezcl� un afrodis�aco en su Coca Cola y
cuando consider� que ya hac�a efecto se fueron juntas al dormitorio matrimonial.
Con mucha dulzura fue desnudando a su nena y despu�s se desnud� ella.
- Mami, qu� pototo tan pelado tienes.
- Si nena, a la moda, y a pap� le gusta que lo tenga as�,
todo depiladito para chuparlo bien.
- �Chuparlo?. Qu� asco, por ah� sale el pip�.
- Ya ver�s como no da asco nena. Ven dame un besito.
El besito deriv� en besazo cuando Diana meti� su lengua en la
boca de su ni�a explorando todo su interior mientras sus hermosas manos
acariciaban las tetitas, ya bastante generosas, de Elisa. Poco a poco fue
extendiendo las caricias por todo el cuerpo sintiendo la acogedora reacci�n de
la virgencita.
- Ven cielo, chupa las tetas de mam�.
La tierna boca se instal� en ellos con gran anhelo y poca
maestr�a mientras mano materna se hac�a cargo del montecito de Venus acariciando
suavemente el botoncito del placer.
Para alivio de Diana, la nena no era como su padre y al poco
tiempo de jugueteo las muestras de ardor eran evidentes. Se retorc�a y jadeaba
disfrutando de las caricias de su madre, quien prepar� disimuladamente un
delgado consolador mientras aceleraba las caricias sobre el cl�toris.
- Ay mam�, me muero pero qu� bien, sigue, .... sigue,
....m�s, m�s, m�teme los dedos, mami me quiero morir as�.
Pronto alcanz� el cl�max que Diana procur� alargar con sus
besos y, cuando ya remit�a, suave, pero firmemente hundi� el consolador en el
chochito de su hija arrebat�ndole el mal llamado tesoro. La ni�a lanz� un gemido
y se aferr� al acogedor y macizo cuerpo de su madre relaj�ndose al poco rato.
- Ya est�, mi nena. �Ves c�mo no ha sido para tanto?. Ya no
te doler� nunca m�s.
- Gracias mami. Me has llevado al cielo, quiero tener
orgasmos todo el rato.
- Bien cari�o, es bueno disfrutar. Ahora l�vate el chicha de
la sangrecita que te sale y merendamos un rato. Despu�s te voy a follar y ver�
que bueno es.
- �Como me vas a follar mami?, tu no eres hombre.
- Ya lo ver�s, tienes mucho que aprender.
Despu�s de merendar alegremente mientras Diana le daba sabios
consejos sobre los hombres y la actividad sexual, volvieron entre caricias a la
cama. Tras un rato de jugueteo, Diana pas� a lamer el sexo de su hija, chupando
y mordisqueando dulcemente su cl�toris e introduciendo un dedo o dos en su cueva
hasta que proporcion� otro orgasmo a la muchachita que evacu� un buen caudal de
flujo siendo sorbido por su madre ante el asombro de la peque�a.
Despu�s Diana ense�� a Elisa como se met�a el extremo de un
doble consolador en su vagina y pidi� a la mocita que chupase el otro extremo
que iba a alojarse en su inestrenada cavidad.
- �Para qu� Chuparlo mami?.
- Para lubricarlo y que entre suave en tu agujerito. Anda
ponte a cuatro patas y de espaldas a mi.
Diana empujo lentamente el consolador en la casi virginal
cueva entre alg�n gemido de molestia de la ni�a, que solamente hab�a albergado
dos dedos de la mam� como m�ximo. El consolador ten�a el grueso medio standard,
pero el esf�nter todav�a era estrecho.
Poco a poco la ni�a se fue acostumbrando al vaiv�n y al rato
estaba gimiendo de placer y pidiendo a la mam� m�s ca�a. Diana arreci� el ritmo
y alcanzaron un profundo orgasmo las dos al mismo tiempo. Cuando se esfum�, la
jovencita se volteo diciendo:
- Mami, yo tambi�n quiero beber tu caldito.
Slurp, slurp chuups
- Qu� bueno mami.
- Que gusto me da tu boquita cari�o, Sigue chupando el
potorro de mam�. Despu�s tenemos que quitar esos pelitos molestos del tuyo.
- Si mami quiero tenerlo brillante y suave como el tuyo.
Sobre la mesa de la cocina afeit� los escasos pelitos de la
chica con mucho cuidado. Cuando meti� dos dedos en la reci�n abierta cuevecita
para levantar los labios y poder afeitar las zonas menos accesibles, la nena se
corri� otra vez . Tambi�n le afeit� el culito aunque no era muy necesario y le
aplic� crema, con lo que el lindo monte de Venus qued� primorosamente suave y
brillante.
- Te llevar� a que te hagan la depilaci�n l�ser para que no
tengas que afeitarte cari�o.
- Qu� bien mami. Voy a mirarme en el espejo.
- Mami qu� bonito me ha quedado el conejito. Quiero estar
siempre as�.
- Muy bien nena. Ahora te voy a dar este consolador delgadito
que conviene que te metas en el agujero del culito estos d�as para ir
dilat�ndolo y ense�arte a follar por �l.
- �Por el culito mami?. Qu� asco.
- Tambi�n lo dijiste de chupar el potorro y despu�s te ha
gustado.
- Bueno mami, conf�o en ti. Abrir� mi agujerito trasero lo
que pueda.
A los pocos d�as se present� la ocasi�n de desvirgar el ano
de la chica y Diana se puso a la tarea. Despu�s de los consabidos juegos
preliminares, en que Elisa demostr� haber aprendido muy bien de su madre el
manejo de la lengua y la succi�n de pezones y cl�toris y durante los cuales
detect� m�s zonas er�genas no descubiertas en la primera sesi�n, Diana se coloc�
un arn�s con un peque�o pene que lubric� esmeradamente as� como el ano de Elisa
que esperaba ansiosamente la iniciaci�n al sexo anal.
Tras colocar a la chica en posici�n, lo insert� delicada pero
firmemente, resultando para su sorpresa singularmente f�cil y nada doloroso para
la chiquilla.
- Pero nena, �Qu� le has hecho a tu agujerito?.
- Ver�s mami, como el consoladorcito entraba ya muy holgado
despu�s de los primeros sondeos, us� una zanahoria gorda y despu�s un pepino.
Tambi�n me he entrenado metiendo dos dedos de cada mano y estirando de los
bordes del agujero.
- Bueno nena, pero no conviene abusar. Una cosa es prepararte
para que no te duela y otra dejarlo tan ancho que los hombres no sientan nada.
Si quieres tenerlo muy ancho, como a algunas mujeres les gusta, deber�s hacer
unos ejercicios que ya te dir� para conservar la elasticidad del esf�nter. Ahora
voy a usar un pene m�s gordo para sodomizarte.
Elisa acept� en sus intestinos el nuevo falo sin ninguna
dificultad aunque con un poco de dolor al principio. Pero pronto los sabios
dedos de su madre manejando su cl�toris mientras efectuaba el mete saca, la
condujeron al orgasmo al tiempo que se apretujaba violentamente sus propias
tetas.
- Nena, ya est� lista para empezar con los hombres sin ning�n
trauma. Te llevar� a mi club de sexo.
- �Qu� sitio es ese?
- Ya lo ver�s, iremos el viernes, que es cuando tu padre cree
que voy a jugar a la canasta con mis amigas.
Llegado el viernes, Diana le dijo a su marido que iba a su
partida de canasta y que, como faltaba una de sus amigas, se llevaba a Elisa que
estaba interesada en participar en el juego. Su marido no tuvo reparo alguno y
partieron las dos en el coche, sin ropa interior como Diana le hab�a indicado a
su ni�a.
Tuvieron suerte de aparcar casi en la entrada del local del
club, que no ten�a ning�n luminoso. El acceso era un simple port�n en una casa
baja con un solo timbre que puls� Diana.
Tras notar un roce de inspecci�n por la mirilla, abri� la
puerta un fornido joven que las invit� a pasar. El vest�bulo apenas estaba
iluminado con unas luces rojas, siendo del mismo color el entelado de las
paredes. Hab�a unas sillas y un gran armario abierto. Diana le dijo a Elisa que
se desnudase y dejase su ropa en el armario. Fue una maniobra r�pida ya que solo
llevaban el vestido por ser verano. El joven portero las observaba, cosa que a
Elisa le di� apuro, pero entend�a que no iba a follar vestida.
Pasaron a otra estancia muy amplia, enorme, toda rodeada de
sof�s y camas, algunas de �stas por el centro de la estancia junto con mesas
bajas. Estaba bien iluminada y las paredes tambi�n eran rojas. No ten�a
ventanas. Y dos puertas en un mismo lado se�alaban: ASEOS y DUCHAS. Extra�a
separaci�n para Elisa, que despu�s descubri� la causa.
Hab�a una buena cantidad de personas all�, todas desnudas y
dedicadas al sexo. Ser�an siete mujeres, con Diana y Elisa nueve, y unos veinte
hombres, todos de buen ver. Variaban las edades en un sexo y otro. Entre los
hombres hab�a de diversas razas, predominando los negros. Entre las mujeres
solamente hab�a una soberbia mulata y la m�s joven era Elisa, aunque hab�a otra
que deb�a estar por los 18 a�os. La m�s vieja ser�a una se�ora de unos 55 a�os
que se estaba masturbando desesperadamente cerca de la entrada.
Entre las se�oras estaban las amigas de Diana que
te�ricamente estaban jugando con ella y Elisa a la canasta. Celia, la mayor de
todas, de 50 a�os, estaba siendo follada sobre una de las camas laterales por
dos jovencitos, uno con su polla en la boca y otro con la suya en el ano.
Alejandra, la m�s joven, de 35 a�os y embarazada de siete
meses, estaba sentada y enculada sobre la polla de un fornido negro mientras
otro hombre, ya maduro, la ensartaba por el co�o. Un tercero la follaba la boca
con un enorme rabo que apenas cab�a dentro pero ella se afanaba en engullir.
Beatriz, de 42 a�os, se sent�a muy feliz con otra se�ora, de
unos 50, que la estaba sacando y metiendo fren�ticamente el pu�o en el culo. La
otra se�ora, ten�a a su vez el propio culo atendido por un apuesto negrazo.
Un hombre mayor, desnudo como todos y dotado de un gran rabo
en inactividad se acerc� a dar la bienvenida a las dos nuevas hembras.
- Diana, ya cre� que no ven�as hoy. �Quien es este pimpollito
que te acompa�a?
- Hola Luis, es mi hija, y quiero que la trates debidamente.
Es su primera vez con hombres. Yo ya la he desvirgado por todas partes y no
tendr� problemas de admisi�n, pero quiero dulzura con ella. Dijo Diana mientras
con una mano levantaba un pecho para d�rselo a besar al gal�n y con la otra le
cog�a su rumbosa polla.
- Me encargar� en persona del guayabo, salvo que quiera
alguien m�s cercano a su edad.
- No, jovencitos para mi. Quiero al negro El�as hoy .... de
momento, ya sabes que no me conformo con uno. Pero quiero ver como tratas a mi
nena.
- Luis llam� al negro El�as para atender a Diana mientras �l
tomaba a la apocada Elisa por la cintura para conducirla a una de las camas
mientras con la otra mano sopesaba aquellos ya desarrollados pechos. La tumb�
boca arriba para ponerse de inmediato a acariciarla suavemente por todas partes,
insistiendo en las tiernas tetas y bajando poco a poco al pubis, donde al tiempo
que met�a dos dedos en el agujerito, aplicaba los labios al botoncito.
Entretanto El�as se hab�a hecho cargo de Diana y se hab�an
tumbado en la misma cama para que �sta inspeccionase el estreno de su hija por
var�n. Conociendo a Luis no le importaba que �ste tuviese 55 a�os, poco acorde
con lo que se espera la primera vez para una chica de 16. Luis era el m�s
adecuado.
El�as aplic� crema al ano de Diana y la penetr� con la
habitual facilidad, dispuesta ella a cuatro patas con la cabeza sobre las ingles
de la chica. Esta disposici�n la indujo a utilizar sus manos en las tetitas de
la chica y colaborar con su boca sobre el cl�toris ya que Luis estaba
entretenido intentando meter su lengua en el otro agujero de la chica.
Luis decidi� que ya era hora de penetrar a Elisa y comenz�
por el agujero trasero que, lubricado por su saliva y bien el�stico por la
gimnasia a que le hab�a sometido la ni�a los �ltimos d�as, no tuvo problema para
entrar. A Diana, viendo a su ni�a sodomizada por aquel viejo, le entr� una
tremenda calentura y quiso ayudarse con la boca de la criatura, as� que le
coloc� el chumino en la boca para que lo lamiese mientras ella segu�a trabajando
el cl�toris contrario. A El�as se le sali� el instrumento del culo de Diana y,
visto que por su postura era dif�cil volver a enfundarlo de momento, se dedic� a
rellenar el orificio de la se�ora con una larga ristra de bolas chinas de
considerable tama�o.
Luis cambi� de t�ctica y, teniendo tres agujeros ante su
rabo, opt� por aprovecharlos todos. Sac� su polla de los intestinos de la
adolescente y la meti� en la boca de la madre, quien no tuvo inconveniente en
limpiarla de los restos del culo de su hija engull�ndola hasta su garganta. Una
vez limpia la polla, Luis atac� la vagina de Elisa y, tras un rato de mete saca
en ella, volvi� a alojarla en el ano para retornar otra vez a la boca materna.
As� estuvo alternando hasta que se corri� en la boca de Diana tras
proporcionarle a la adolescente tres orgasmos.
CONTINUAR�.
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