Relato: EL CHICO Y EL HOMBRE DEL COCHE NEGRO
Era mi primer d�a de colegio. Estaba nervioso ante la novedad. Mis padres se hab�an cambiado de barrio y me hab�an inscrito en un colegio nuevo en el que no ten�a amigos. Les dir� que tengo ocho a�os y soy muy delgado, muy debilucho. Mi madre me deja una melenita rubia, que me da aspecto de chica. Tengo los ojos azules y una cara fina, ani�ada. Despu�s de varias clases, todos los chicos fuimos al recreo. All�, uno de los chicos, de repente, comenz� a meterse conmigo y decirme que parec�a una ni�a. Me empez� a llamar Roberta y los dem�s chicos le secundaron llam�ndome: "Roberta... Roberta chica". Se mofaban y se re�an de m�. Yo no les hac�a caso. Pero un d�a, en clase, unos de los chicos dijo en alto: "Roberta ense�anos las bragas". Lo que hizo que me echase a llorar. El maestro llam� al chico que me hab�a insultado y les castigo sin recreo una semana. Se pasaron unos d�as y una tarde de regreso a casa del colegio, un grupo de chicos de mi clase se abalanzaron sobre m�, llam�ndome: "Roberta.. Roberta marica". Comenzamos a pegarnos y uno de ellos sac� una faldita de chica y dijo: "Vamos a ponersela". Yo me resist�a, pero entre todos consiguieron meterme la faldita. Estaba en el suelo y los chicos, encima de m�, ri�ndose cuando se oy� la voz de un hombre que dec�a: "�Pero chicos que est�is haciendo?". Los chicos se fueron corriendo y yo me qued� solo con el hombre. Me fij� en �l, deb�a tener unos cincuenta a�os. Llevaba bigote y era calvo. No era muy alto y estaba gordo. Se agach� a m�, y con dulzura me dijo:
-�Te han hecho da�o? -Su rostro emanaba bondad, pero sus ojos brillantes me miraban de una forma que inquietaba.
-No... no mucho -le respond�, azorado.
-Ven, que te llevar� a tu casa. Tengo el coche ah�.
-No... no se moleste -le contest�, pues no me parec�a conveniente subir con un desconocido a un coche. Y no me parec�a casualidad que el coche estuviese all�.
Pero el hombre, con rapidez, cogi� mis libros del suelo y se encamin� hacia el coche. Yo fui detr�s suyo. Montamos en el coche.
-�Ad�nde vives? -le di la direcci�n-. �Cuando tienes que volver a casa? -me pregunt�. Le dije que todav�a era pronto, que hab�a tiempo- .�Quieres que demos una vuelta en el coche, para que se te pase el disgusto? -Yo acept�. Se dirigi� a un bosque de las afueras.
-�C�mo te llaman chica esos gamberros? -me pregunt�, mir�ndome con dulzura y con unos ojos, que no le imped�an ocultar un deseo oculto.
-Es por mi aspecto -le respond�, acobardado.
-�Bah!, no debes hacerles caso, eres un chico; pero te llaman chica porque eres muy guapo -me dijo, y not� que se le humedec�an los labios.
-�Tus padres te hacen regalos?
-Si, algunos.
-�Quieres que yo te haga un regalo? -me mir� insistentemente a los ojos, como rogando que yo le pidiese alguno-. �Qu� quieres que te regale? -insisti�, suplicante.
-Me gustar�a tener una navaja autom�tica, como la de mi padre, y as� vengarme de los que me pegaron -le dije, con decisi�n.
-Yo tengo una en mi casa; si quieres te la regalo. Tendr�s que venir a mi casa, est� cerca -me dijo, intentando disimular su inquietud y su deseo porque fuese con �l, sin yo comprender muy bien con qu� finalidad. Acced� a ir a su casa y as� obtener la navaja que tanto ansiaba. En direcci�n a su casa me dijo que se llamaba Mauricio y era escultor. Ten�a un chal� a las afueras. Entramos directamente del garaje a su casa, para no ser vistos por nadie. En el sal�n, me dijo que no me asomase a la ventana, pues nos ver�an los vecinos. Yo no comprend� el motivo, pues no hac�amos nada malo.
-�Quiero ver la navaja? No la tienes, es mentira -le dije, enfadado. El me cogi� por la cintura con suavidad, abarcando con su fuerte brazo todo mi cuerpo.
-Est� en el dormitorio -me susurr�, con voz suplicante. Yo, en seguida, comprend� que el hombre me dar�a la navaja a cambio de algo; pero no sab�a muy bien el qu�. Fui al dormitorio. Sac� de un armarito la navaja y me la dej�. Era preciosa, autom�tica, con ella podr�a herir a mis enemigos. De pronto, el hombre me quit� la navaja y se puso a llorar. Me dijo que su deseo conmigo no era bueno. Que quer�a hacer cosas feas. Que le perdonase y que me fuese. Yo no acababa de entender nada. Me dijo que me deseaba, pero que ten�a que refrenarse. Lo que quer�a hacer conmigo no estaba bien; no era bien visto por la sociedad. Me dijo que me fuese, pero prometi�ndole que si ma�ana iba a buscarle al colegio, en el coche, y le llamaba, que �l hicise c�mo que no me o�a, como que no me conoc�a y no subiese, con �l, al coche.
Al d�a siguiente, al salir del colegio, seg�n iba andando, Mauricio le segu�a en el coche.
-Roberto sube al coche -Yo no le hice caso-. Roberto sube, por favor -Yo no le mir�. Hasta que Mauricio par� el coche, abri� la puerta y me cogi� de la mano y me meti� dentro del coche-. Hay que ver qu� coqueta eres Roberto. C�mo te haces de rogar -y me puso su mano sudorosa y fuerte en mi rodilla. Yo no me atrev� a retirarla. En el trayecto a su casa no dejaba de mirarme con ojos suplicantes.
Ya en su casa, le pregunt�:
-�Me dar�s la navaja? -Me cogi� con sus manos de los hombros y con fuerza me movi� de un lado para otro.
-No. No te la dar�. Y har� contigo lo que quiera. O por amor...o por la fuerza y sin la navaja -Y me arroj� a la cama. Yo me puse a llorar. Mauricio se puso de rodillas y acarici�ndome las piernas, se puso a sollozar y me pidi� perd�n. Parec�a un perrito sumiso pidi�ndole algo a su due�o. Yo instintivamente le cog� la mano para consolarle y luego �l cogi� la m�a y acerc�ndosela a su boca la bes� con sus labios agrietados. Me daba asco Mauricio. Aunque dentro de mi se iban apoderando unos sentimientos hasya ahora totalmente desconocidos. Empez� a pasar su cara rasposa y sudada por mis mejillas y mi boca. Su aliento fuerte me desagradaba.
-Te quiero Roberto. D�jame hacerte... d�jame -me susurraba al o�do, suplicando. Yo no ve�a claramente lo que quer�a de m�. Se hab�a vuelto, de su agresividad inicial, a un ser totalmente meloso, cari�oso, dulce. Yo s�lo pensaba en c�mo obtener la navaja de Mauricio. Empez� con sus rudos dedos a desabrochar los botones de mi camisa y abri�ndola acarici� mi pecho con su mano.Me bes� con sus �speros labios mi boca. Yo sent�a n�useas-. Te quiero -repet�a, una y otra vez, quit�ndome la camisa. Me dio la vuelta, con energ�a, y me puso boca abajo en la cama-. No tengas miedo... no te har� da�o -me repet�a, una y otra vez. Me baj�, lentamente, mis pantalones cortos y me dej� s�lo con el slip blanco. De pronto, Mauricio se detuvo-. No... no puedo seguir. No est� bien -Yo no acababa de entender lo que dec�a Mauricio, pero not� c�mo con sus enormes manos bajaba mi slip y me dejaba totalmente desnudo. Estaba desnudo, en una habitaci�n, con un hombre desconocido. Not� a mi espalda la respiraci�n acelerada de Mauricio y c�mo temblaban sus manos sudorosas al contacto con mi piel. Acariciaba mi espalda, mi cintura, mis nalgas, mis piernas-. No te doler�... ,ya ver�s como no te har� da�o -dec�a, entrecortadamente. Yo no sab�a a qu� se refer�a. Hasta ahora lo que me produc�a Mauricio era pena; era un pobre viejo, un desgraciado. Sent�, c�mo detr�s de m�, se quitaba la ropa. Yo no me atrev�a a mirar. Le o�a que jadeaba. Actuaba muy nervioso, muy excitado. Not� c�mo se acercaba a m� y pon�a sus rudas manos en mi culo y despacio abr�a mis nalgas, suavemente, una y otra vez. Sent� como acercaba su fea boca y con su lengua rasposa acariciaba mi ano. Me lo estaba llenando de saliva-. No lo notar�s Roberto... ,no tengas miedo -me dijo, babeando.Yo sent� un escalofr�o. Empezaba a comprender claramente las intenciones de aquel viejo degenerado.Le dije: "No". Intent� incorporarme e irme; pero Mauricio me sujet� mis brazos con sus enormes manos y yo me qued� inmovilizado y lleno de miedo-. No te doler�... ,lo siento Roberto, no puedo evitarlo, no puedo contenerme; es algo superior a m�. Es una enfermedad -Not� c�mo un objeto ardiente oprim�a el peque�o orificio de mi ano e intentaba penetrar dentro-. No te muevas... ,te lo ruego -me dec�a, agitadamente. Sent� c�mo se abr�a mi orificio y parte del miembro de aquel viejo pervertido entraba dentro. Era fuego lo que sent�a y un dolor inmenso, que me hizo gritar: �AAAyyyy!.Mauricio, ante mi grito, se detuvo-.Perd�name..., no seguir�. No me mover� para que no te duela -dec�a jadeando Mauricio. Durante unos minutos el hombre no se movi� y yo sent�, c�mo mi dolor inicial, iba desapareciendo. Mauricio me not� m�s relajado y apret� su polla y la meti� entera dentro de mi culo. Yo no me mov�a-. �Te gusta Roberto? -le respond�, bajo, que no. El hombre comenz� lentamente a meter y sacar su polla de mi orificio y yo notaba como un peque�o gusto ante las embestidas del viejo asqueroso. Mauricio empez� a moverse r�pidamente y sent� que un l�quido entraba dentro, en mi culo-. �Te ha gustado? -me pregunt�, intrigado. Yo le dije que no, pero que quer�a repetirlo y probarlo otra vez. El viejo sonri� agradecido y me dijo: Ahora ver�s lo que es bueno -Me volv�o y busc� mi pene cogi�ndolo con su mano acarici�ndolo y luego se lo meti� en la boca succion�ndolo. Yo empec� a sentir un gusto inmenso. Me gustaba la boca del viejo salido. Sigue...,sigue, me gusta mucho. Me puso a cuatro patas y �l se puso detr�s y esta vez sin miramientos me meti� su miembro en mi culo y se mov�a sin parar-. Te estoy follando salvajemente Roberto, disfruta de mi polla en tu culito. Volv� a sentir el l�quido del viejo dentro de m�. Me levant� y sin mirarle cog� la navaja y sal� corriendo de la habitaci�n y de la casa. No volv� a ver m�s a Mauricio, pero la experiencia que tuve nunca se me olvidar�.