Relato: Mi inaudita vida incestuosa (02)



Relato: Mi inaudita vida incestuosa (02)

Mi inaudita vida incestuosa II



Autora: Mujer Incestuosa

POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO



Cap. IV



-Eso es todo?


-No, hay m�s...ya te dije que seas paciente, Juli.


-Cuentame m�s...cuentame todo.


-Lo har� nena....Como yo hab�a sido testigo ya en dos
ocasiones de todas esas cosas que hab�a visto hacer a pap�, me empezaron a
entrar dudas y deseos que no pod�a comprender. F�jate Juli, d�jame confesarte
que cuando yo ve�a todas esas cosas sent�a entre mis piernas como algo caliente,
que se escurr�a desde adentro, sudaba mucho y mi respiraci�n se agitaba como
jam�s lo hab�a sentido antes.


-A mi tambien me pasa eso, Luci.


-A ti tambien? .....Que es lo te pasa?....Por que dices eso,
Juli?...


-Despu�s te lo dir�...... Primero termina de contarme lo
tuyo.


-Mmmm...est� bien. Pues la siguiente ocasi�n que vinimos
aqu�, y con todas esas dudas metidas en mi cabeza, algo muy dentro de mi me
dec�a que ten�a que saber como era todo eso y por que lo hac�a papi. As� que una
vez que llegamos al establo le dije como siempre a papi que iba a ir a jugar al
bosque, y mientras pap� orde�aba, yo me regres� a escondidas por entre los
arboles hasta detr�s de la caba�a, y oculta all�, espi� a papi para ver lo que
hac�a. Pap� segu�a como si nada en su trabajo, hasta que le lleg� el turno a la
vaca que es la mam� de la becerrita que te dije. Vi que la dej� hasta lo �ltimo.
La orde�� y despu�s solt� a la mam�, pero enseguida laz� a la becerrita y antes
de llevarla adentro de la caba�a volte� para todos lados mirando cuidadosamente
a ver si me ve�a. Grit� mi nombre en tres ocasiones, pero claro que yo no le
contest�. Quer�a ver de nuevo aquel espect�culo maravilloso que no me perder�a
por nada del mundo, y que me produc�a todas esas sensaciones nuevas y
desconocidas con solo mirar, pero que me encantaban. La curiosidad y unos deseos
intensos venidos de un calorcito que nac�a entre mis calzones y mi pubis me
incitaban a esconderme y espiar a papi.


-Mmmm.....que rico....sigue...sigue...


-Cuando papi comprob� que yo no andaba por all� cerca, jal� a
la becerrita hasta la casita de madera, cerr� la puerta y la amarr� a la pata de
la mesa, como ya antes lo hab�a hecho. Yo trataba de que mi respiraci�n tan
agitada por lo que sab�a que suceder�a no fuera a ser escuchada por papi,
mientras pegaba el ojo entre la abertura de las tablas de la parte trasera. Y
pude ver claramente cuando pap� se quitaba los pantalones y la trusa, y quedaba
desnudo de la cintura para abajo con aquello bien parado y de fuera, totalmente
libre. Y una vez m�s le meti� los dedos en el hoyito de atr�s al animal, y m�s
presto que perezoso le acomodaba su largo pip� con lechita en la cabecita en la
entradita de la rajadita. Presion� con fuerza y la penetr� toda, porque no se
ve�a ni un pedacito de su pip� afuera. �Tu crees?. Y comenz� el balanceo, el
mete y saca, cada vez m�s r�pido, a veces lento, a veces veloz, por largos e
intensos minutos hasta que acab�. Cuando la sac� de adentro vi que su cosota
chorreba el liquido que te digo que es la lechita. Puedo asegurarte que es
blanco y espeso, porque se cae al suelo poco a poco. Volvi� a sacar la tela de
la caja y sec� de aquel liquido a la becerra y luego se limpi� bien �l y desat�
al animal, abri� la puerta mirando para todos lados, como busc�ndome, momento
que aprovech� yo para irme silenciosamente y de puntillas hasta el bosque sin
ser vista.


-Y que mas.....?


-Pues lo mismo. Yo me hice como la que regresaba de un largo
paseo lejos de all�, y acerc�ndome a �l pude advertir el olor a animal que
desped�a su cuerpo. No me lo vas a creer, Julita, pero en ese momento yo ven�a
demasiado excitada, con una agitaci�n en el pecho y con un picor riqu�simo entre
mis piernitas. Incitada por lo que hab�a visto y por aquel olor tan agradable de
papi, le pregunt� que si no ibamos a comer antes de irnos a casa, a lo que �l me
dijo que si ten�a hambre, que entonces comer�amos. Sac� los emparedados de la
bolsa que nos prepara mami y sent�ndose en el banquito de madera que utiliza
para la orde�a me pregunt� si quer�a sentarme a comer sobre sus piernas, a lo
que yo contest� que si. Me sub� encima de �l, con solo mi vestidito corto y mi
blusita sin mangas que tra�a puestos. Mira Julita, yo no se que fue lo que pas�
ese d�a, porque al poquito de haberme subido en sus piernas comenc� a sentir lo
duro de su pip� debajo de mis nalguitas. Eso me excit� demasiado, as� que con
las visiones de lo que hab�a pasado antes retenidas en mi mente, y animada por
aquello que sent�a tan duro debajo de mi cuerpo, comenz� a moverme lentamente
para poder sentirlo mejor, para explorar como era aquello, y as� fue, ya que
cada vez estaba mas grande y duro, que parec�a que iba a romper la tela de
mezclilla del pantal�n de papi.



Obnubilado por la calentura y la brama y sin poder contenerse
m�s, papi me tom� de la cintura y me empez� a mover sobre su pip� bien parado,
de manera que me tallaba su cosa en mi traserito con fuerza tal que hasta sent�a
que me estaba produciendo rozaduras en mis nalgas. Pero a mi no me importaba
eso, pues en realidad yo me estaba imaginando c�mo se lo hab�a hecho a la
becerrita, y tambi�n record� la escena de los perros, cuando �l se sac� su pip�
y se lo jalaba hasta que le sali� toda la lechita de adentro. Lleg� un momento
en que papa se calent� tanto que me hizo hacia un ladito y de reojo pude ver
cuando se bajaba el cierre y se sacaba su pip� largo y duro. Entonces con
aquello ya de fuera, ahora s� lo pude sentir entre mis piernas tal como era,
porque estando yo sentada de espaldas a �l, pod�a mover mis ojos hacia mis
piernitas y ve�a como me sobresal�a la punta de aquella cosa roja por enmedio.
Papi me subi� la faldita hasta arriba porque tambien quer�a ver como sal�a la
cabezota aquella, mientras que yo juntaba mis piernitas y apretaba con fuerza su
pip� para sentir aquella carne caliente haciendome mete y saca entre mis
extremidades. Al poco rato de estar subiendo y bajando con su cosita y yo
apret�ndosela, sent� que algo caliente y espeso me rociaba las piernas
abundantemente. Era, como te dije, un l�quido blanco blanco y espeso como el
almid�n, que sal�a a borbotones del hoyito que tiene el pip� de papi.


-Mmmmmm....y ahora si la pudiste ver de cerca.


-Si, claro. La pude ver bien y de cerca.... y tambi�n la pude
tocar.


-La tocaste, Luci?....


-Si. Con mis manos tom� una poquita que hab�a ca�do en mis
piernitas y la deslic� entre mis dedos para sentirla bien y saber como era. Es
algo diferente que nunca hab�a visto.


-Cuando papi se fij� en lo que yo hac�a, me pregunt�:


-Tienes curiosidad por saber, no?


-Si, papi.


-Bueno...mira Luci.... yo te ense�ar� muchas cositas que t�
no sabes....pero antes tienes que prometerme algo.


-Si papi, que es?


-Que no le dir�s nada a mam�. Ni a mam� ni a tus hermanos ni
a ninguna persona. Me lo prometes Luci?


-Te lo prometo, papito.


-Est� bien. B�jate tantito de mis piernas.


-Ya.


-Ahora ac�rcate.


-As�?


-Si. Ahora dame tu manita y ponla aqu�,,,,,sobre la puntita
de mi pip�.


-Asi papito?


-Si....as�. Eso que estas tocando se llama lechita, y la
echamos los hombres cuando nos agarramos el pip� y lo sobamos, o cuando se lo
metemos a alguna mujer.


-Y a alg�n animalito?


Pap� se me qued� mirando con asombro, quiz�s pensando que yo
sab�a algo de lo que �l hac�a secretamente. Por eso de inmediato me interrog�:


-Por que dices que con alg�n animalito, Luci....?


-No por nada.....lo dije por los perritos que vimos el otro
dia.


-Ah, si. �contest� aliviado-


-Por supuesto que yo no le iba a decir jam�s a �l que lo
espiaba cuando hac�a eso, si no corr�a el riesgo de perderme de todas aquellas
ense�anzas que el hab�a iniciado conmigo y que tanto me gustaban.


Pap� me dijo:


-Bueno te dec�a, Luci, que eso nos sale de adentro cuando
hacemos algo as�. Por ejemplo, ahora me sali� esta lechita porque te la estuve
tallando entre tus piernitas.


-Si papi?


-Si mi hija. Ahora dime....te gusar�a conocer m�s de todo
esto?


-Si papito, si.....


-Bueno.....si no se lo cuentas a nadie, papito te promete
ense�arte de todo para que aprendas bien.


-Si papito, yo quiero.....yo quiero...no lo dir� a
nadie.....te lo prometo papi.


-Muy bien Luci, ahora s� que no lo har�s. Mira, ma�ana
vendremos otra vez solitos y te ense�ar� otras cositas, de acuerdo?


-Si papi.



CONTINUAR�



Cap. V


-Cont� los d�as que pasaron para volver a estar con papi en
la soledad del establo. Te juro Juli que desde que todo eso pas� no pod�a dejar
de pensar ni un instante en esas escenas y momentos tan calientes que hab�a
visto y sentido. No s� explicarte lo que se siente, pero es algo tan bonito que
yo lo deseaba cada vez m�s y con una intensidad que nunca hab�a sentido antes
por ninguna otra cosa.


-Creo entenderte, Luci....pero sigueme contando si?


-Si...pues cuando lleg� el ansiado d�a en que papi me iba a
comenzar a ense�ar cositas, y que como nos lo hab�amos prometido mutuamente,
ser�a un secreto entre los dos, mi coraz�n lat�a intensamente y me sent�a llena
de gozo y de j�bilo. Pero hab�a algo m�s.


-Que cosa...?


-De entre mis piernas corr�a un l�quido que no sab�a qu� era,
pero lo que s� sab�a es que eso me pasaba por pensar en lo que iba a ocurrir con
papi dentro de poco.


-Aj�...y que mas?


-Pues nos fuimos a caballo al establo. Cuando llegamos, como
siempre, papi se entretuvo primero en la orde�a, pero esta vez ya no me fui al
bosque sino que me qued� junto a �l para no perderme de nada. S�lo que en esa
ocasi�n orde�� a la vaca mam� de la becerrita normalmente y las solt� a ambas.
Claro que yo no dije nada, sino que me dediqu� a observar a la becerrita en esa
parte debajo de su colita, y pude ver que ten�a un hoyito chiquitito que no s�
como le pudo caber el pip� tan largote de papi. Habiendo terminado la faena,
papi me dijo que ahora si me empezar�a a ense�ar las cosas que yo quer�a
aprender. Yo salt� de la emoci�n.


-Ven Luci...v�monos adentro de la caba�a.


-Si papito


-R�pidamente lo segu�, brincando de gusto y excitaci�n por lo
que habr�a de ocurrir. Asi que entrtamos �l cerr� la puerta con la tranca de
madera y tom�ndome en sus brazos me sent� encima de la mesa. Luego se quit� los
pantalones y la trusa, para despu�s empezar a quitarme mi faldita, mis calzones
y mi blusita sin mangas. Pude ver que desde el momento en que �l se desvest�a ya
ten�a aquel enorme pip� bien parado, y de su cabezota sal�a ese l�quido blanco
que tanto me atra�a.


-Y que m�s....?


-�l se acerc� a mi y me dijo:


-Ven Luci,..... toma mi pip� entre tus manos.


-Ssssi. �dije jadeante por la lujuria que sent�a en ese
momento-


-Ahora empieza a acariciarlo suavecito...mueve tus manitas de
arriba hacia abajo una y otra vez, para que veas la lechita que le sale de
adentro.


-Si, papi...


-Yo comenc� a estrujarlo entre mis dedos, que casi no
alcanzaban a rodear aquel pip� tan largo que papito ten�a. As� lo estuve sobando
por largo rato mientras ve�a como papito, de pie frente a mi, cerraba los ojos y
gem�a de placer. De repente, me dijo que parara.


-Por que papito?...no te gusta como te lo hago?


-Si mi hija...me encanta como me lo haces...pero antes de que
me salga la lechita quiero ense�arte otras cositas.


-Siii papi....que es?


-Me subir� a la mesa.


-Si...


-Ahora Luci, acu�state boca arriba.


-Asi?


-Si. Ahora, levanta tus bracitos, mi hija, que te voy a hacer
algo nuevo.


-Ya.


-Entonces, acomod�ndome su pip� debajo de uno de mis brazos,
en mi axilita sin pelitos, me dijo que lo bajara, de manera que apret� su cosa
con mi sobaco. Una vez que lo tuve apretado comenz� a tallarlo, en un mete y
saca que me encant�. As� estuvo un buen tiempo haci�ndome cosquillitas con su
pito en mi sobaquito, hasta que me dijo que ahora me lo iba a poner entre mis
piernitas. Me pidi� que volviera a levantar ambos brazos por encima de mi cabeza
y me puso su larga verga por fuera de mi rajadita.


-Y que fue lo que te hizo?


-Se puso saliva en todo su largo de su pip� y comenz� a
restreg�rmela por encimita, metida entre mis piernas, mientras yo la apretaba
fuertemente sintiendo como se deslizaba all� sobre mi vulvita, produci�ndome
unas sensaciones que me mataban de placer y excitaci�n, pero tambi�n me hizo
otra cosa.


-Que cosa?


-Como yo ten�a los brazos levantados, �l comenz� a olerme las
dos axilas sudaditas, para despu�s chup�rmelas por un buen rato, trag�ndose
aquel el�xir m�gico que desped�an mis sobaquitos a�n sin bellitos, mientras �l
continuaba con sus movimientos de vaiv�n con su pip� bien parado, duro y
caliente en medio de mis piernitas.


-Te gusta que te bese tus sobaquitos mi hija?


-Si papi...me gusta que me hagas eso.


-Que sientes?


-Ay..siento rico....mmmmmm...sigue papito, sigueme mamando
mis sobaquitos.


-Hummmm, eres una ni�a deliciosa, Luci...y muy
lista......aprender�s muy r�pido....mi hija.


-Entonces, sin dejar de mamarme los sobacos oli�ndomelos con
fruici�n, pues su nariz y su lengua iban de una axila a la otra sin detenerse un
instante, mientras segu�a frot�ndome su cosa encima de mi chochito, sent� como
varios chorros de lechita me mojaban abundantemente por fuera de la rajita y
entre las piernas, llen�ndome de semen caliente toda mis partes �ntimas.
Entonces papi me dijo:


-Toma la lechita en tus manos y sientela, para que veas como
es.


-Si papito.


-Yo, ni tarda ni perezosa cog� bastante leche con mis manos y
la acerqu� a mi nariz para poder olerla. Realmente me gust� mucho como huele la
lechita, Juli.


-Como huele?


-Huele como a jab�n no perfumado.


-Si?


-Si, es un olor indescriptible..... Pero mi papi me dijo:


-Quieres probarla?


-Si.


-Llev� mis manos a mi boca, saque la lengua y tall� la
lechita en ella, saboreando aquel n�ctar espeso y blanquecino.
Hummmmm....Luci,....sab�a delicioso.


-Como es su sabor?


-Sabe como a mantequilla....


-Ay que rico.


-Si, es rico...


-Casi me la com� toda, porque despu�s comenc� a agarrar la
dem�s lechita que ten�a embarrada en mi panochita y en mis piernas, y me la met�
a la boca con pasi�n. Hmmmm...qued� tan embarrada de la boquita, que hasta los
labios se me pegaban, porque una vez que se seca es como el pegamento de
engrudo. Pero por lo visto papi a�n no estaba satisfecho, porque enseguida me
dijo:


-Quieres aprender m�s, Luci...?


-Si papito...todo lo que tu quieras...


-Entonces ven...b�jate de la mesa...


-Si.


-Ahora, abre tu boquita.


-Asi?


-Si...


-Y coloc�ndome la punta de su pip� bien parado nuevamente
entre los labios abiertos, me la empec� a introducir suave y lentamente por
encima de mi lengua. El me dijo:


-Cierra la boquita y aprieta un poquito tus labios, mi hija.


-Ay Juli, si supieras lo que se siente tener un pip� como el
de papito adentro de la boca. �l me lo met�a y me lo sacaba empuj�ndolo
suavemente de adentro hacia fuera, teni�ndome agarrada de los cabellos de la
cabeza, mientras yo lo chupaba como si fuera una rica paleta, hasta que al cabo
de un rato �l me volvi� a echar m�s lechita adentro de mi boquita. Como era tan
abundante, yo no pude soportar la tremenda presi�n caliente que se desbordaba
del interior de su pip�, y tuve que sacarlo de mi boca para no ahogarme con todo
aquel n�ctar blanco y espeso.


-Ay...que rico ha de ser sentirla dentro de la boca, no
Luci?.....


-Es delicioso, Juli...


-Mmmmmmmm...yo quisiera que papito me hiciera eso a mi
tambi�n.


-Una vez que hubo acabado de echar todo su semen, sac� el
trapito y me limpi� la boca y luego se limpi� �l y me dijo:


-Por hoy ha sido suficiente, mi hija....ya no me queda m�s
lechita adentro.


-Si papito....pero me lo volver�s a hacer otro d�a?....me
ense�ar�s m�s cositas?


-Claro que si, Luci...pero ser� despu�s. Ahora v�monos porque
ya es muy tarde.... Ah, y recuerda nuestra promesa eh?...no se lo cuentes a
nadie.


-Si papito.


-As� que despu�s de aquellas nuevas experiencias vividas con
pap�, regresamos a casa montados en el caballo.



Cap. VI



En el momento en que Luc�a terminaba de contar a su hermanita
aquella parte de su relato, ambas escucharon las voces de su pap� que las
llamaba para regresar a casa.


-Nos llama papito, v�monos....


-Si....v�monos Luci...Oye, pero me seguir�s contando despu�s?


-Si, claro...pero recuerda que tu tambi�n lo har�s.


-Si....ya lo prometimos no?


-Si.



Pasaron los d�as y llegado el siguiente fin de semana, el
padre le dijo a Julia.


-Julita, quieres ir conmigo al establo?


-Siiiiiii.


-Pues ap�rate ni�a, ponte la ropita que me gusta que lleves y
v�monos.


As� que me dirig� r�pidamente a cambiarme de ropa y minutos
despu�s estabamos en camino. Al llegar al establo papi se puso a orde�ar las
vacas y yo, alentada por las confesiones de mi hermana Luc�a, que era list�sima,
y tratando de emular su forma de espiar a papi, sal� corriendo e hice como que
me dirig�a al bosquecillo, pero en realidad di un rodeo hasta ubicarme sin ser
vista en la parte de atr�s de la caba�a. Quer�a espiar a papito as� como mi
hermana Luci me hab�a contado, por lo que busqu� el lugar m�s apropiado entre
las tablas de madera hasta que hall� una rendija amplia desde donde pod�a ver
claramente al interior. All� estuve inclinada con mis ojos puestos en la
abertura de madera esperando con paciencia el momento preciso. Los minutos se me
hicieron siglos, pues el tiempo pasaba y papi no aparec�a. Lleg�e incluso a
pensar que quiz�s aquel d�a no tendr�a suerte, y ya estaba yo por desistir y
alejarme para irme a jugar al bosquecillo, cuando de repente escuch� unos gritos
que sal�an de labios de pap�.


-Juliiiii...Juliiiiiii....Juliiiiiii.....donde est�aaaas...?


-Juliiiii...Juliiiiiii....Juliiiiiii.....me oyeeeeees
lindaaaaaa...?....Contestameeeeeeeee.


-Casi estuve a punto de salir corriendo de mi escondite y
responderle a papito, pero de pronto record� lo que mi hermana me hab�a dicho,
que ella nunca le contestaba a papi cuando �l terminaba de orde�ar, pues sab�a
que �l la llamaba solamente para cerciorarse de que no anduviera por all� cerca
y poder encerrarse tranquilamente en el establo a hacer cositas con la
becerrita. De modo que me qued� callada, mientras papi segu�a llam�ndome por mi
nombre con gritos altisonantes. Me acuclill� nuevamente en mi rinc�n secreto en
espera de que papito entrara al establo. Sent�a mi cara ardiendo de rubor
mientras mi coraz�n palpitaba a mil por hora.



No hab�a pasado mucho tiempo cuando escuch� pasos que se
dirig�an hacia el intrerior de la caba�ita. Yo hac�a un tremendo esfuerzo por
controlar la intensa emoci�n que sent�a, tratando de mantenerme agachada y de
rodillas sobre la tierra que rodeaba la caba�a, desde luego con mis ojos pegados
a la abertura de la pared de tablas. De repente pude ver cuando papi entraba en
la caba�a jalando a la becerrita con un lazo de cuerda. Entrando al establo
cerr� inmediatamente la puerta y se dio a la tarea de amarrar al animalito de la
pata de la mesa que se encontraba en el centro del cuarto. Habi�ndose
acostumbrado mis ojos por completo a la oscuridad que reinaba, pod�a distinguir
con toda claridad los cuerpos de mi papito y del animal atado a la mesa. Dirig�
mis ojos hacia la entrepierna de mi papi y pude ver que un bulto de enormes
proporciones se mostraba debajo de la tela de mezclilla de su pantal�n. As� que
sin perder tiempo, supongo que para aprovechar bien el momento y evitar alguna
interrupci�n provocada por un inesperado regreso de mi parte, llev� la mano al
cierre y se sac� aquel pip� bien parado y largo que tanto me gustaba sentir
entre mis piernitas durante nuestros juegos secretos. Se acerc� a la becerra y
comenz� a tallarle sus dedos en el hoyito trasero, mientras el animal levantaba
poco a poco y con suavidad la colita para dejarlo hacer bien su t�ctil tarea.
Por lo visto el animalito estaba ya acostumbrado a aquel tipo de tocamientos, y
por lo que pude ver, ya que se quedaba quietecita sin mostrar el menor disgusto,
con toda seguridad que tambi�n lo disfrutaba.



Con su lanza en ristre agarrada con una de sus manos,
mientras que con la otra segu�a introduci�ndole los dedos hasta adentro en su
conchita, mi papi, no pudiendo contenerse m�s, dirigi� su falo parado y babeante
hacia el hoyito de la bercerrita y luego lugo se la empuj� de un solo golpe
hasta adentro, sin que el animalito diera muestras de sentir ning�n dolor. As�
estuvo papito por largos e intensos minutos, metiendo y sacando aquella vara
roja y larga del huequito de la becerra, mientras yo ve�a sin perder detalle
como la montaba agarrado de sus lomos, mientras se le tiraba encima con fuerza y
jalaba y empujaba, empujaba y jalaba su miembro de adentro hacia fuera con
delicioso ritmo, pudiendo escuchar sus jadeos con toda claridad desde donde yo
me encontraba. Hubo un momento en que papito cerr� los ojos y grit� con voz
altisonante:


-Ayyyyy....yaaaaaaaa.....me vengoooo...me vengoooooo.


-Ufffffff....que rico hoyito me comoooooo...me vengoooooo.


Supuse, y supon�a bien, que en ese preciso instante en que
papito gritaba, le habr�a de estar echando toda su lechita adentro; y as� fue,
porque despu�s de intensos momentos de empujar con fuerza su instrumento en el
hoyito enrojecido de la becerra, pude ver como papito le sacaba por fin su pip�
lleno de aquel l�quido blanco que a�n chorreaba y rezumaba flujos por el
agujerito de su cabeza. R�pidamente, y temeroso de que yo pudiera regresar a la
caba�a, mi papi fue hasta la caja donde guardaba la tela aquella y se puso a
limpiarse su p�jaro bien mojado, para despu�s hacer lo propio con el animal.
Enseguida se guard� su instrumento subi�ndose el cierre del pantal�n, desat� a
la becerrita, quit� la tranca de la puerta y se dirigi� hacia fuera jalando el
animal con la cuerda. Una vez estando afuera del establo, le quit� la cuerda del
cuello y le dio dos suaves palmaditas en los ijares, de manera que
instintivamente el animalito sali� corriendo rumbo al potrero en busca de su
madre.


Casi inmediatamente papito me grit�:


-Julitaaaaaaaaaa.....Juliiiiiiiiiiiiii.....donde andas?


-Veennnn Juliiiiii, regresa aqu�...........en donde andas?


Sal� corriendo de mi escondite trasero tratando de no hacer
ruido, para dirigirme hacia el cercano bosquecillo. Una vez all� no pude menos
que admirar los inteligentes consejos de mi hermanita Luci, pues bien sab�a yo
que me hab�an resultado sumamente valiosos. Correteando con aparente
tranquilidad, aparec� de pronto por entre los �rboles con una sonrisa en mis
labios y llena de contento, despu�s de haber disfrutado a escondidas de aquellas
visiones tan calientes que mi papi acababa de ofrecer ante mis inocentes ojos.


-Papiiiiiiiiii....ya terminste de orde�ar las vacas?.......


-Si Julita....Ven que ya comeremos. Tienes hambre?


-Si papito, y tu?


-Yo tambi�n....Anda... trae la bolsa de emparedados y ven a
sentarte aqu�.


-Si papito.


Cogiendo los emparedados comenzamos a comer, mientras
disfrutaba sentada sobre las piernas de papito de aquel olor animal del que ya
Luci me hab�a hablado. Efectivamente ese olor despertaba en mis adentros
sensaciones desconocidas, mientras pod�a sentir clavado debajo de mis nalguitas
el palo endurecido de mi papi. Al terminar de comer, como era ya su costumbre,
mi papito sigui� refreg�ndome con m�s fuerza aquel bulto parado jalando mi
cuerpecito sobre �l mientras me agarraba con uno de sus brazos por la cintura.
Ya pod�a sentir para entonces el hilillo como de or�n que bajaba suavemente por
entre mis pantaletitas y que sal�a de adentro de mi rajita imberbe y sin
pelitos, mojando la tela de algod�n.


Lleg� el momento tan anhelado en que papi me hizo a un
ladito, y tratando de que yo no me diera cuenta comenz� a bajarse el cierre para
sacar su pip� colorado por la sangre que flu�a en su cabeza y en toda su
largura. Pero era ese el momento m�s esperado por m�, aunque yo hac�a como que
no me daba cuenta de nada, pues sab�a que ahora podr�a sentirlo en carne viva.
Papito lo coloc� entre mis piernitas y yo dirig� de reojo la mirada hacia all�,
pudiendo ver como se asomaba la punta enrojecida y babeante de lechita mientras
�l comenzaba el balanceo habitual, r�tmico e intensivo, movi�ndome de un lado
para otro, primero con suavidad, pero despu�s con mayor rapidez, hasta que se
derram� con abundante generosidad entre mis piernas ba��ndome de leche caliente
la totalidad de mis partes �ntimas.


Entonces �l me pregunt�.


-Tienes sue�o, linda?


-Si papi �le respond�-


-Bueno mi hijita...entonces du�rmete en los brazos de papito
si?...


-Si papi...Oye pa,... no me quieres llevar a la mesa de la
caba�a?...alli duermo mejor.


-Queres ir all�?


-Siiiiiii.


-Bueno vamos....


Tom�ndome en sus brazos y sin haberse guardado su polla
parada y embarrada de semen, mi papi se levant� y se dirigi� conmigo hacia el
establo. Una vez all� me deposit� boca abajo encima de la mesa y me dijo:


-Du�rmete, mi ni�a.....descansa un ratito que papito te
cuidara, eh?


-Si papi....


Cerrando los ojos me relaj� sobre los tablones de madera y
fingiendo que dorm�a, comenz� a emitir ciertos sonidos con la nariz y la boca
para que papi creyera que ya estaba profundamente dormida. Pero en realidad lo
que yo quer�a era ver lo que papito me hac�a esta vez. Me di cuenta que papa
dej� pasar algunos minutos esperando oir precisamente esos sonidos que se
producen cuando una duerme, y cuando estuvo seguro de ello, comenz� a llamarme
por mi nombre muy cerca de mis oidos, y claro que yo no respond� nada.
Teni�ndome acostada boca abajo completamente a su merced, papito comenz� su
jueguito, baj�ndome primero mi shorcito y luego mis pantaletitas lentamente,
para despu�s subirse arriba de la mesa, junto a mi, y sac�ndose su cosota bien
parada, empez� a toc�rsela jal�ndose el pellejito de arriba hacia abajo. El la
ten�a otra vez muy dura y roja de la cabeza, y abriendo mis piernitas a todo lo
que daba comenz� a poner su dedito ensalivado en el hoyito del esf�nter de mi
culito, haciendo movimientos rotativos alrededor de aquel centro de mi
traserito, en tanto que en la punta de su palo brillaban las gotas de lechita.
Tomando un poco de leche sobre sus dedos me empez� a embarrar la entradita con
ella para suavizar m�s la caricia, hasta que lleno de calentura me puso la punta
de su verga en la entrada de mi culito y comenz� a frotarme su polla suavemente,
de arriba hacia abajo, y despu�s de un rato delicioso empez� a salirle de nuevo
aquel abundante l�quido blanco, el cual me embadurn� a chorros todas mis
nalguitas, el centro de mi culito y hasta mi espaldita.


Una vez que papi acab�, fue a sacar la toallita que ten�a
escondida y me empez� a limpiar con cuidado mis partes mojadas, para despu�s
hacer �l lo mismo con su pip�. As� que hubo terminado y habi�ndose subido los
pantalones y guardado su pajarote, me empez� a hablar para que me despertara:


-Julita, Julita,....despi�rtate.


-Mmmmmmm?


-Ya despi�rtate mi hija....ya nos tenemos que ir....


-Tan pronto papi?....


-Si mi hija...porque ya es tarde. No quiero que mami se
preocupe...eh?


-Est� bien papito...


As� que montamos en el caballo y nos alejamos del establo con
rumbo a casa. Yo iba estremecida por todas aquellas experiencias ricas y nuevas
vividas durante ese d�a, mientras que en lo m�s profundo de mi mente admiraba la
gran inteligencia de mi hermana Luci, la cual me hab�a dado sin querer los tips
necesarios para disfrutar yo tambi�n y a mi manera de los secretos escondidos de
mi papi y poderlo espiar sin que �l se diera cuenta.,



Cap. VII



-�Cuando me seguir�s contando, Luci...?


-Mira, Juli....hay algo que t� no sabes.....tengo una idea.


-Cual es...?


-Mientras papi no decida llevarnos juntas al establo otra
vez, no te podr� contar...porque para eso tenemos que estar solitas.....y no
sabemos hasta cuando nos llevar�....est�s de acuerdo?


-Aj�....


-Pero como te dec�a....se me ha ocurrido una idea...


-Si...que es?...dimelo...anda....?


-Si. Mira...ma�ana, papi y mami se ir�n a casa de unos
amigos. Mami me dijo que no nos podr�an llevar porque es una fiesta para
adultos. Entonces te dir� lo que haremos, ok?


-Siiiiii.


-Nos iremos hasta el fondo del patio con nuestros juguetes,
hasta all� donde no nos puedan encontrar.....yo se de un lugar secreto....vamos
a hacer como que vamos a jugar un ratito;....entonces ah� te seguir� contando.
S�lo tenemos que esperar a que papi y mami se vayan a la fiesta.


-Esta bien.


Al d�a siguiente, papito y mami se arreglaron y como a las
tres de la tarde se fueron a la comida, no sin antes recomendarnos a todos que
no nos sali�ramos de casa.


Una vez que partieron, nos aseguramos de ello y, tomando
algunos juguetitos nos retiramos corriendo Luci y yo hasta el fondo del patio,
donde hab�a bastantes �rboles frutales que produc�an generosa sombra y tambi�n
nos escond�an totalmente de miradas u o�dos indiscretos.


As� que llegamos al fondo del patio, Luci se puso a buscar el
mejor lugar para poder escondernos, y llev�ndome por un sitio solitario y
encubierto por abundantes �rboles y matorrales donde no pod�amos ser vistas (al
parecer ella conoc�a muy bien aquel escondite), me condujo por detr�s de un
enorme arbol de mango, desde donde part�a un caminito de tierra que se abr�a
entre inmensos y tupidos matorrales: era aqu�l un sitio perfecto para
escondernos y no ser vistas. La barda de nuestra casa ten�a un hoyo en la pared
donde pod�amos pasarnos al terreno bald�o que colindaba con nuestra casa y donde
jam�s nos buscar�an, pues solo Luci conoc�a ese pasaje secreto. Una vez que nos
pasamos al otro terreno, que por otra parte estaba lleno de �rboles y maleza y
perfectamente protegidas y camufladas por el abundante verdor de la naturaleza,
nos sentamos en un escondrijo oculto en el suave musgo y, haciendo a un lado
nuestros juguetes (lo que menos nos importaba en ese momento eran los juguetes),
la inst� para que me siguiera contando:


-Anda Luci....ya cu�ntame....


-Hmmm....est�s desesperada por saber, no?


-La verdad que s�....


-Est� bien Julita...te seguir� contando...pero recuerda que
tu me contar�s despu�s eh?


-Si Luci, si....pero empieza ya.....


Para entonces yo ya pod�a sentr entre la intimidad de mis
piernas aquel picor tan delicioso que me produc�a saber lo que iba a escuchar.


-La siguiente ocasi�n en que papi y yo volvimos a ir solitos
al establo, ocurrieron cosas nuevas que ahora mismo te confesar� Juli:


-Si...anda, dime...que te hizo esta vez?....


-Como casi siempre lo hac�a, cuando llegamos al establo papi
se puso enseguida a orde�ar. Eso jam�s dejaba de hacerlo. Primero trabajaba y
hasta despu�s jugaba �l o bien me ense�aba cositas. Como te dec�a, �l se puso a
orde�ar y yo me met� como siempre entre el bosque para fingir que me iba a jugar
lejos, mientras �l me ve�a partir. Pero no fue as�, porque al cabo de algunos
minutos, ya alejada de su vista y calculando que quiz�s �l estar�a terminando de
orde�ar, di el rodeo de costumbre hasta llegar a la parte trasera de la caba�a
donde ten�a mi escondite secreto y pod�a espiarlo a mis anchas y sin ser vista.
Me acomod� en ese solitario y secreto sitio, c�mplice de mis observaciones
subrepticias e �ntimas, esperando a que llegara el momento oportuno.


Y sucedi� esta vez que, como siempre lo hac�a, papi comenz� a
gritar mi nombre para ver si yo me encontraba cerca, pero como ten�a por
costubre quedarme como muda, como si nunca le oyera, no le respond�. Entonces v�
entrar a papito al establo, solo que esta vez entr� solito. Yo esperaba la
repetici�n de la �ltima escena que hab�a visto a escondidas, pero ahora no fue
as�, ya que en esta ocasi�n lo v� que entraba a la caba�a caminando �l solo y
una vez dentro, procedi� a asegurar bien la puerta.


-Ay....como es que lleg� solito?


-Ahora lo sabr�s, Juli....te dec�a que entr� y cerr� por
dentro, mientras yo pagaba lo m�s que pod�a mis ojos al agujero de las tablas.
Casi de inmediato, papi se baj� los pantalones y se quit� la trusa y su camisa,
quedando totalmente desnudo ante mi ardiente y escondida visi�n. Se notaba que
papito se sent�a totalmente seguro dentro de la caba�a, pues me daba cuenta que
una vez dentro y asegurada la puerta, jam�s sospechaba que alguien pudiera
estarlo observando. Por eso era que en la seguridad de su escondite, daba rienda
suelta a su m�s amplia brama entreg�ndose por completo y sin reserva alguna a
los placenteros juegos que tanto le gustaban.


-Hurgando en medio de la caja donde siempre guardaba la tela,
y en completa desnudez, pude ver que sac� de adentro un racimo de frutos verdes,
largos y gruesos, que al principio pens� que eran como pepinos. Pero ya despu�s,
cuando pude verlo mejor, vi que en realidad era otro tipo de frutos que hab�a
visto en mis correr�as por el bosque, y que crec�an arriba de algunos �rboles.
En fin, que aquellos frutos eran de color verde, alargados como los pepinos pero
un poco menos gruesos, y se pegaban varios de ellos en un solo racimo. Vi que
papi cortaba cuidadosamente uno de la rama y guardaba los otros en la caja. Ya
con aquel fruto verde en sus manos y con su pip� bien paradote, se subi� arriba
de la mesa y se sent� sobre la tabla. Cogi� aquel largo vegetal con una de sus
manos, lo escupi� y comenz� a llenarlo todo de saliva, haciendo eso varias veces
hasta que se asegur� de que estaba completamente humedecido de aquel l�quido
resbaladizo. Luego y respirando con dificultad por la excitaci�n que todo aquel
jueguito le produc�a, papito, levantando sus nalgas, se acomod� aquella cosita
debajo centrando una de sus puntas precisamente en medio del hoyito trasero de
su culito, y se fue bajando suavemente emitiendo largos quejidos de placer
mientras aquel instrumento verde se perd�a lentamente en medio de sus peludas
nalgas.


-Para mi todo aquello era nuevo, pues no sab�a que los
hombres pudieran hacerse todo aquello y calentarse hasta lo indecible, como ve�a
hacer a papi en esta ocasi�n. As� que muda del asombre y presa de las m�s
encontradas emociones, y sintiendo de de en medio de mi rajadita comenzaban a
fluir aquellos zumos m�gicos que tanto me deleitaban, empec� a tocarme con mis
dedos por un lado de mi calzoncito, buscando darme placer por medio de aquellas
caricias �ntimas. As� estuvo papi por largos minutos metiendose y sac�ndose
aquel vegetal embadurnado de saliva hasta que, no pudiendo m�s, se derram�
abundantemente en sus manos, pues las hab�a puesto debajo de la punta de su pito
a fin de que aquel precioso l�quido no se perdiera en el suelo. Una vez que
termin� de salirle toda la lechita, cogi� sus manos y las llev� hasta su boca, y
cual no ser�a mi sorpresa de que comenz� a lamer con su lengua toda aquel
l�quido transparente y espes�simo hasta que se lo trag� todo sin dejar ni una
gota.


-Ohhh..no me digas....se comi� �l solito toda su lechita,
Luci?


-Si.... No dej� absolutamente nada.


-Y que m�s....?


-Pues en esa ocasi�n eso fue todo, porque se baj� de la mesa
y fue r�pido a limpiarse, tomando como siempre la tela escondida que le serv�a
para esos menesteres. Y despu�s sali� a gritarme que me apurara porque ten�amos
que regresar a casa.


-Hummmm...que rico todo eso que viste, Luci...


-Lo crees?...Hummmm.....si, toda esa visi�n, tambi�n nueva
para mi, fue �nica, Juli.


-Y despu�s que paso....?


-Bueno, en esta ocasi�n nos regresamos a casa. Al parecer
papi ten�a que hacer algunas cosas en casa y por esa raz�n no permanecimos m�s
tiempo en el establo. O tal vez �l de lo que ten�a ganas era de hacerse aquello
nadam�s. Por lo visto a veces papito emplea la variedad en sus "asuntos", porque
no siempre repite lo mismo, sino que va haciendo unas cosas, luego cambia a otro
tipo de juegos y despu�s hace cosas diferentes....No te parece delicioso?...el
sabe disfrutar muy bien de su cuerpo cuando est� solito, no?....


-Seguro....Pero, que m�s has visto?...que otras cosas te ha
ense�ado papi?


-Ahora te lo dir�, Juli, pero antes dime una cosa....


-Si...que?


-No te sientes como h�meda en medio de tus piernitas....?


-Ay si...estoy re�mojadita....


-Me dejas ver....?


-Si Luci....estoy excitada....


-Ay yo tambi�n....sabes que quisiera, Juli?...


-Dime qu�.....


-Mira, ahora nadie nos ve.....aqu� jam�s nos
encontrar�n....por mucho que nos busquen...por que no aprovechamos que estamos
solitas.....y nos tocamos all�.....?


-Tocarnos nuestras rajitas....?...ay que delicia
Luci...siiiiiii.


-Si...bueno pues, a ver ven aqu�....ac�rcate a mi....linda.


Poni�ndome de pie frente a mi hermana Luci, ella me comenz� a
meter la mano debajo de mi faldita. Lo hac�a tan suavemente que yo tuve que
cerrar los ojitos para saborear intensamente aquella �ntima caricia debajo de la
tela de mi calzoncito, mientras abr�a las piernitas lo m�s que pod�a para que
ella pudiera manosearme sin dificultad.


De pronto ella, sin decirme nada, comenz� a bajarme la
faldita y las pantaletas, hasta que qued� completamente desnuda de la cintura
para abajo frente a sus ojos anhelantes. Enseguida ella acerc� su boca a mi
panochita y comenz� a abrirse paso con la lengua por en medio de mis labios
vaginales, abi�ndolos hacia los costados con sus dedos, y que estaban rezumando
lechita por la calentura del momento. As� estuvo Luci haciendome cosquillitas
por adentro de la rajadita sin bellos por largo rato, hasta que sent� como me
hac�a pis adentro de su boca. Ella, al sentir la abundante humedad y al darse
cuenta de que apretaba las piernas y mi pubis sobre su boca, comenz� a mover su
cara a�n m�s r�pido, hasta que las sensaciones espasm�dicas cesaron.


-Ahora...h�zmelo t� a mi Juli...


-Si...ven.....p�rate ya, Luci..


R�pidamente y con la cara enrojecida por el deseo, Luc�a se
puso de pie quit�ndose con manos temblorosas la falda y las braguitas blancas
que llevaba puestas, hasta quedar sin nada de ropa frente a mis narices. De
inmediato me arrodill� frente a ella y proced� de la misma manera como ella me
lo hab�a hecho. Abr� con mis dedos su tajito y llev� la puntita de mi lenguita
adentro de su vulva humedecida y caliente, comenzando un r�tmico mete y saca que
dur� varios minutos, mientras ella me agarraba de la cabeza y me jalaba la cara
con fuerza sobre su co�ito enardecido. Poco le dur� el gusto, pues presa de la
brama se vino de una manera incre�ble, pues pude beberme los abundantes y tibios
flujos que sal�an de su entrepierna, producto del orgasmo que estaba
experimentando.


As� que hubimos acabado, y viendo que hab�a transcurrido
bastante tiempo desde que nos fuimos a esconder a aquel lugar secreto,
r�pidamente nos pusimos nuestras prendas, recogimos los juguetes y regresamos a
la casa.



Cap. VIII



Yo estaba contenta en esos d�as, sobre todo despu�s de
haberme dado cuenta del escondite secreto que mi hermanita Luci me hab�a
ense�ado. Aquel lugar era tan delicioso, tan exuberante y sobre todo, tan
�ntimo, que solo de recordarlo sent�a un calorcillo intenso entre mis bragas.
Cierta ocasi�n en que por la tarde est�bamos las dos escondidas entre aquellos
matorrales subrepticios, platic�ndonos nuestras cositas, escuchamos como ruidos
que proven�an del otro lado de la barda, es decir, del fondo del patio de
nuestra casa. R�pidamente nos tomamos fuertemente de las manos afligidas por el
temor de que nos fueran a encontrar all� agazapadas. Si eso suced�a no sabr�amos
qu� explicaci�n dar del por qu� estabamos all� solitas. Pero Luci, siempre m�s
animosa y lista que yo, me hizo se�as de que me quedara en silencio. As�
permanecimos varios minutos, sin hacer movimiento alguno, mientras se escuchaban
voces y suspiros entrecortados del otro lado, que se o�an suavemente, como si
quienes los profer�an quisieran permanecer ocultos de cualquier mirada. Luci me
susurr� al o�do muy quedito que me quedara all�, mientras ella iba a ver de
quien se trataba. Yo le dije que estaba bien, pero que tuviera mucho cuidado, no
la fueran a descubrir. Ella se desliz� como una serpiente por entre las ramas
verdes de nuestro escondrijo, dirigi�ndose muy lentamente y sin hacer ruido
hasta el agujero de la pared por donde nosotras nos pas�bamos hacia el otro
lado. Una vez que lleg� a la abertura, asom� cuidadosamente su cabecita hacia el
otro lado y as� estuvo un buen rato observando con curiosidad, mientras yo me
esperaba impaciente en mi lugar. Quer�a saber lo que Luci estaba viendo al otro
lado de la barda, al fondo del patio de nuestro terreno.


Desde donde yo me encontraba pod�a seguir percibiendo los
susurros suaves provenientes del fondo del patio, que poco a poco se
convirtieron en gemidos ahogados, grititos de placer y hasta gritos repentinos
que al parecer eran acallados repentinamente. Luci continuaba mientras tanto con
la cabeza hundida en medio del agujero de la pared, deleit�ndose seguramente de
una visi�n nueva que, al no estar permitida en esos momentos para m�, me hac�a
casi estallas de calentura y emoci�n, pues claramente me imaginaba que se
trataba de alg�n otro secreto escondido protagonizado entre los miembros de mi
familia.


Pasados largos minutos, y al detenerse por completo aquellos
los gemidos y susurros que tanto me enardec�an, vi que Luci, reptando entre el
verde pasto, regres� hasta nuestro escondite secreto. Una vez all�, le pregunt�
con desesperaci�n:


-Que paso, Luci?....que fue lo que viste?


-Shhhhhhh.....calla, Juli....espera un momento hasta que se
alejen....


Nos quedamos como mudas por varios minutos, hasta que Luci
calcul� que ya no hab�a nadie del otro lado. Entonces en voz baja y acercando lo
m�s que pudo sus labios a mi o�do, comenz� a relatarme lo que hab�a visto:


-Eran Mami y nuestro hermanito Carlos.


-Ah si?...y que estaban haciendo?.....


-Hmmmmm....


-Ya dime...; Luci....


-Que crees que estban haciendo, Julita?


-Ay pues no se...aunque si puedo imagin�rmelo....


-Mira,...mamita trajo a Carlitos a orinar hasta el
patio....Yo pens� que ella no conoc�a este caminito secreto, pero ya veo que si.


-Ohhhh...espero que no haya descubierto el agujero en la
pared.


-Bueno, aunque ella lo descubra...no podr� pasarse hasta
ac�...no cabr�a en el hoyo de la pared.


-Ohh..eso me tranquiliza, Luci.


-A mi tambien, linda...pero d�jame contarte


-Siiiiii....anda.....


-Cuando me asom� por el agujero de la pared, vi que mami y
Carlitos estaban debajo del �rbol de mango grande...lo recuerdas?


-Si....pero sigue...


-Caritos estaba con los pantaloncitos debajo de las rodillas,
mientras mami le agarraba su pajarito que empezaba a pon�rsele tieso.


-Huuuuuy....que rico...


-Entonces de repente, mamita empez� a jalarle su pajarito
cada vez m�s r�pido; se lo pelaba todito y a carlitos se le puso bien
durito...ya lo tiene larguito el condenado...


-Ah si?...y que mas?.....


-Pues que mami de pronto se agach� y se lo meti� a la boca,
mientras Carlitos suspiraba profundamente, disfrutando de la caricia con los
ojos cerrados. As� le estuvo mamando por un buen rato, mientras �l gem�a y hasta
quer�a gritar, en tanto que mami le pon�a sus manos alrededor de la boca para
que no se escucharan sus grititos de placer.


-Ay que lindo.....


-Permanecieron asi un buen rato, hasta que vi que mami se
sacaba el pip� de Carlitos de la boca y comenzaba a subirse sus faldas hasta la
cintura, haci�ndose a un lado el borde de su pantaleta rosada. Entonces pude ver
que de los lados de su panochita le sal�an pelos negros y largos que Carlitos
toc� con sus manos mientras los jalaba suavemente. Mamita emit�a gemidos
ahogados...no s� si los alcanzaste a escuchar, pero enseguida apretaba la boca
para no proferir sonido alguno.


Enseguida le acerc� su peludo pubis a Carlitos a la boca, y
�l, arrodillado, comenz� a lamerle su conchita, meti�ndole su lenguita hasta el
fondo, mientras mami se retorc�a de placer. As� estuvieron gozando con frenes�
hasta que mami, endureciendo su cuerpo y apretando con sus manos la cabeza de
Carlitos sobre su pubis, se vino en un tremendo orgasmo que le llen� de fluidos
toda la cara al muchacho. Una vez que acabaron voltearon para todas partes como
para ver si nadie les hab�a visto, y subi�ndole el pantal�n a Carlitos y
baj�ndose ella la falda, se fueron de all�.



CONTINUAR�.....



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Relato: Mi inaudita vida incestuosa (02)
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