Relato: Laura





Relato: Laura

Me llamo Laura, soy de Barcelona y tengo cuarenta y cuatro
a�os, de los que he vivido los �ltimos quince con mi marido Jordi, mi gran amor.
A los dos nos gusta el sexo m�s que comer con los dedos y a lo largo de los a�os
hemos disfrutado de todos los placeres que nos han apetecido, sin problemas y
con mucho cari�o entre ambos.



Siempre he sido ardiente� De ni�a aprend� que pod�a estar
toc�ndome la rajita con los dedos durante horas. Me gustaba mucho sentarme entre
la balaustrada del balc�n para rozarme con los barrotes entre las piernas y
tambi�n me gustaba espiar al se�or Fulgencio, un vecino viudo y muy mayor:
conoc�a sus h�bitos gracias a la disposici�n de las ventanas que daban al patio
interior de la casa y sab�a a que hora sol�a desvestirse para lavarse, momento
que me produc�a un extra�o temblor placentero. Era un hombre muy elegante y
ritual que en aquel a�o en que hice la primera comuni�n me dio a conocer,
inconscientemente, que la cosita que ten�an los ni�os en el lugar donde yo ten�a
la rajita, llegaba a crecer mucho. Pronto me di cuenta de que me gustaba tocarme
mientras le ve�a desnudarse.



Reci�n cumplidos los diecisiete a�os perd� la virginidad con
un chico de veinticuatro, dotado con un miembro que a�n recuerdo como
gigantesco. Me parec�a imposible que aquella barra de carne, tan dura y tan
gruesa, pudiera deslizarse a trav�s de mi co�ito� Pero eran tales las ganas y el
deseo que, pese al innegable dolor que me produjo, consegu� el objetivo: follar.
Fue maravilloso� �C�mo no!. Aquel barbudo de ideas radicales me hizo ver las
estrellas, al principio por el dolor, pero conforme mi vagina iba absorbiendo,
pulgada a pulgada, su ariete opresor, comenc� a sentir vagas oleadas de
bienestar inconcreto que poco a poco se transformaron en un definido placer que
acab� electrizando todos los poros de mi piel.



Me acost� con muchos chicos y con algunos hombres mayores, y
con el tiempo descubr� el placer que me causaba ponerme de rodillas ante ellos y
sentir como sus pollas crec�an dentro de mi boca. Adoro las pollas y ante el
paquete de un hombre no puedo evitar sentir un estremecimiento �ntimo. Me
enamor� de Pablo, el m�s alto y guapo de los chicos de la pandilla. Med�a un
metro noventa y era fuerte y robusto como un dios romano. No tard� en comprobar
que ten�a un pene que, si bien no estaba en consonancia con sus proporciones
corporales, tampoco estaba mal� y lo usaba bastante bien.



Por mi parte, mido un metro setenta y soy muy delgada. Tengo
cuerpo atl�tico y no necesito usar tallas grandes de sujetador, pues no soy lo
que se dice una tetona. Mi marido, que a veces me llama �muchacho�, dice que a
juzgar por las miradas que detecta cuando vamos por la calle, atraigo a los
jovencitos y a los muy adultos. �l dice que mi cuerpo incita al vicio y que le
recuerdo a las jovencitas de los a�os sesenta, tal vez por la delgadez y la
melena rubia.



Pocos d�as antes de que cumpliera veinti�n a�os, Pablo y yo
iniciamos un noviazgo que dur� seis a�os y en el transcurso del cual hubo de
todo. No llegamos a vivir juntos y conforme pasaba el tiempo yo no ve�a mi
futuro junto a aquel golfo desaprensivo, que por otro lado era un carcamal de
cuidado. �Ya se ve�a �l en el bar con los amigos y a su mujercita en casa, con
los rulos en la cabeza y los ni�os agarrados a los faldones de su bata!.



Yo era un volc�n y sent�a que la pasi�n entre los dos era
algo que ya pertenec�a al pasado, algo que nunca, nunca podr�a recuperarse. Me
sent�a muy decepcionada. Pablo, como tant�simos hombres, quer�a tener a una
casta esposa en casa mientras �l disfrutaba del sexo con sus guarras. Me enga��
todo lo que quiso y pudo, aunque en venganza y como respuesta yo tampoco me
qued� manca: acab� follando con casi todos sus amigos, para hacerle cornudo con
ellos y quebrarle el insoportable orgullo de gallito. Siempre sospech� que no le
era fiel, pero careci� del valor necesario para querer saberlo



Lleg� un momento en que Pablo s�lo parec�a acordarse de m�
cuando no ten�a a otra mujer a mano. En una ocasi�n, mientras estamos follando
le dije: �quiero ser tu puta� y se escandaliz�. Me replic� que lo que dec�a era
una guarrada. Puedo decir que nuestra relaci�n estaba en pleno deterioro por
varios motivos que ahora no vienen al caso, y lo cierto es que el sexo, lejos de
constituir un nexo de uni�n, se estaba convirtiendo en una rutina no del todo
placentera. Recuerdo que un s�bado por la noche, en aquella �poca, me propuso
follarme el culo. Me negu� y en aquel mismo instante me promet� ofrecer mis
nalgas a otro hombre que no fuera �l.



Un buen d�a Pablo conoci� a Jordi, que por aquel entonces
acababa de trasladarse a nuestra ciudad, y se hicieron buenos colegas, hasta el
punto que cuando est�bamos juntos no paraba de hablar de �l. Pese a que en aquel
entonces yo detestaba todo cuanto se relacionara con el mundo de mi novio, algo
me hizo aceptar cuando me propuso presentarme a su amigo.



Creo que me enamor� de Jordi desde el momento que le conoc�.
Era encantador, educado, sumamente delicado y muy alegre. En seguida supe que me
acostar�a con �l y de hecho, no tard� m�s que una semana en conseguirlo. Jordi y
yo nos hicimos amantes la tercera ocasi�n que nos vimos.



Vali�ndome de una estratagema consegu� que Jordi me
acompa�ara, con permiso de Pablo, naturalmente, a la casa que mis padres tienen
en la costa barcelonesa. El viaje en coche fue muy divertido y una vez all� el
tiempo parec�a no transcurrir� Me sent�a feliz en la compa��a de Jordi y no
quer�a separarme de �l. Al atardecer de aquel mismo d�a le invit�,
sencillamente, a pegar un polvo conmigo, si a �l le apetec�a. Jordi se ri�
sorprendido y respondi� que s�, que claro que le apetec�a, pero �y Pablo?. A
modo de respuesta le abrac�, acerqu� mi boca a la suya y nos unimos en un beso
largo, h�medo y cargado de una gran dosis de relajamiento, por cuando supon�a en
cierto modo la llegada a una meta deseada.



Desde el principio, desde aquella primera noche, hubo una
uni�n perfecta entre los dos que se ha mantenido hasta hoy. No salimos de la
habitaci�n hasta pasado el mediod�a siguiente y nos entregamos a todas las
combinaciones de un enamoramiento que estaba en plena explosi�n, con las
manifestaciones de una lujuria que ambos ten�amos reprimida. Ternura,
sinceridad, caricias sin prisa� Dios m�o, qu� polla ten�a el animal� la de Pablo
no era despreciable, pero �sta era monumental, larga y gord�sima, hermosa� Jordi
era (y es) capaz de follar durante horas sin correrse, siempre con el rabo
erguido, siempre caliente y a punto�



A partir de entonces yo ten�a un novio y un amante y durante
un tiempo me acost� con los dos. El primero lleg� a sospechar, pero al igual que
en otras ocasiones, tuvo miedo de conocer la verdad. S�lo tres meses m�s tarde,
cuando quedamos en un bar para que yo le dijera que todo hab�a terminado entre
los dos y que yo me iba con Jordi, le hice una relaci�n bastante completa de los
hombres con los que le hab�a puesto los cuernos. Qued� l�vido cuando escuch� los
nombres de algunos de los que �l consideraba sus mejores amigos� Ah!, tampoco me
cort� de explicarle que Jordi ya me hab�a dado por el culo, cosa que no era
t�cnicamente cierta, puesto que no ocurri� hasta pocas horas despu�s, tras
haberme reunido con Jordi y haber salido ambos disparados hacia el hotel de
nuestros encuentros clandestinos. As� termin� mi noviazgo, con la promesa de
Pablo de no volver a dirigirme la palabra en toda su vida; promesa que hasta el
momento ha cumplido.



Aquella noche me sent� libre y feliz, con la sensaci�n de que
estaba saliendo de un t�nel oscuro y ante mi se abr�a un horizonte muy luminoso�
Fue idea de Jordi que en vez de ir a su casa, como en otras ocasiones, esta
noche la pas�ramos en aquel hotel de parejas m�s o menos ileg�timas al que sol�a
llevar, o dejarme llevar, por mis amantes ocasionales. Jordi lo sab�a y tal
circunstancia le gustaba y hasta le excitaba, pues siempre quer�a saber m�s y
todo lo que iba conociendo de mi vida le iba gustando.



Nada mas entrar en la habitaci�n le dije a Jordi que me
dejara hacer y que simplemente se dejara llevar, pues esta era una noche muy
especial para mi. Se qued� de pie, sonriente y con un brillo muy travieso en sus
ojos verdes, en el centro de la habitaci�n; con las manos ca�das a lo largo de
sus costados y un gesto como de all� t�, que por mi ya est� bien.



Me desnud� lenta, sensualmente para �l y al hacerlo iba
sintiendo tanta sensibilidad en mi epidermis que a punto estuve de sentir
verg�enza por tal exposici�n de mis sensaciones.



Cuando me llev� las manos a la espalda para desabrocharme el
sujetador, Jordi me lo impidi�: �D�jatelos puestos; qu�tate las bragas, pero no
el sujetador. Es el s�mbolo y el recordatorio de tu propio vicio y de tu
sumisi�n a m� ya te dir� yo cuando puedas quit�rtelo�. Casi me corr� oyendo
aquellas palabras tan ansiadas y ca� de rodillas frente a �l, yo pr�cticamente
desnuda y �l completamente vestido, como la ramera que me sent�a y como la que
quer�a ser tratada. Jordi me hab�a comprendido.



Postrada frente a mi amor, fui desabroch�ndole nerviosamente
el pantal�n hasta extraerle la verga, ya en pleno esplendor y comenc� a besarla
y lamerla con devoci�n, como si del objeto m�s valioso se tratara. Era la vida
misma de mi amado expres�ndose a trav�s de sus sentidos y yo la sent�a con todo
su calor, la sent�a cobrar existencia y estimularse con mis caricias. Lam� sus
cojones, aquellos huevos deseados y so�ados, pretendiendo excitarle al m�ximo
para que tomara posesi�n de m�.



Necesitaba sentirme suya y que �l me sintiera a su merced,
quer�a que me gozara, yo iba a ser feliz con su placer, a�n a costa del m�o� Sus
huevos estaban hinchados, baj�, segu� bajando con la lengua por el estrecho
canal que conduce hasta la entrada del ano y con una mano le masajeaba la polla
desliz�ndola a todo lo largo, de arriba abajo. Con la otra mano me apoyaba en el
suelo, ya que la postura me resultaba un poco forzada, arrodillada entre las
piernas de mi hombre elegido para prodigarle las caricias m�s obscenas.



�l, entretanto, permanec�a de pie en silencio y me acariciaba
la cabeza con las manos, mes�ndome los cabellos. Yo me consum�a en un infierno
abrasador que me enajenaba y me lanzaba a desinhibirme y a presentar a mi
hombre, a mi elegido, toda la desnudez de mi cabeza calenturienta y de mi sexo
insaciable. Quer�a que me poseyera en todo el sentido de la palabra, me sent�a
suya y necesitaba que �l tambi�n se sintiera mi due�o, mi se�or�



En la inveros�mil postura en que me encontraba, arrodillada
bajo las piernas de mi amado, lam� y lam� sus deliciosos cojones y hund� la boca
y la lengua en su ano. �Qu� digo!, la verdad es que quer�a comerle, besarle y
lamerle el culo, esta parte tan secreta, p�dica y a la vez perversa del cuerpo
humano. Estaba dispuesta a ser su prostituta� y �l me acept�.



De repente not� con m�s fuerza la presi�n de sus manos sobre
mi nuca, me agarr� con fuerza y me oblig� a separarme. ��Qu� pasa?�, me
pregunt�, ��quieres rebajarte hasta el fondo del arroyo, es esto lo que
deseas?�. �S�, amor m�o �respond�- hazme tuya para siempre y siempre, siempre,
ser� tuya. Quiero ofrecerte una parte de mi virginidad, quiero que en algo seas
t� el primero�.



A continuaci�n, libre ya de su duro abrazo, me di la vuelta y
qued� de espaldas a �l, de rodillas en el suelo y apoyada en los antebrazos.
Levant� la grupa y le ped� que me hiciera a�icos el culo. Estaba dispuesta a
todo y mi vagina no dejaba de prodigarme espasmos incontenibles.



Me encul�. Chill� y me rebat�, intent� zafarme al no poder
soportar el dolor. Pero �l lo impidi� y sujet�ndome con fuerza por las caderas
consigui� introducirse completamente en mi interior. Yo no cesaba de gritar,
aunque afortunadamente no s�lo no me hizo caso sino que not� como mi sufrimiento
estaba en relaci�n directa con la dureza de su pene. Pas� los dedos entre el
sujetador y mi espalda y tens� el el�stico, lo que hizo que mis pechitos se
aplastaran, y lo solt� de golpe, haciendo que sintiera un latigazo.



Me llam� puta y me derret�. Nunca me hab�a ocurrido una cosa
semejante: me corr�a sin cesar, era una sensaci�n desconocida y maravillosa.
Nadie hasta entonces, ninguno de mis novios ni de mis amantes me hab�a llamado
con esta palabra. Su puta� me sent�a honrada y halagada� me admit�a como a su
puta. Foll� en mi culo durante escasos minutos, que me parecieron dolorosas
horas, antes de gemir y descargar toda la rabia acumulada en sus huevos. Sent�
su leche devor�ndome las entra�as y perd� el conocimiento. Ah!, lo de no
quitarme el sujetador se convirti� en un rito que sigue vigente en la
actualidad: es la se�al de que espera de m� no ternura sino sumisi�n.



Me cas� con Jordi dos meses despu�s de aquel d�a en que hab�a
roto mi noviazgo con Pablo y que el mismo Jordi me hab�a hecho sentir realmente
suya; incluido el escozor que durante casi una semana sent� en mi pobre culito.
As� comenz� una relaci�n feliz que todav�a mantiene y en la que el sexo siempre
nos ha sacado de los socavones provocados por el paso de los a�os, el tedio y la
rutina. Aquel d�a marc� un cambio en mi vida y desde entonces me he dedicado a
hacer feliz a mi Jordi, que de paso result� ser un salido de madre en todo lo
que tenga que ver con el sexo (y para �l casi todo en la vida tiene relaci�n con
el sexo), un pervertido decadente que me ha hecho conocer y disfrutar de los
placeres m�s insospechados.



Los primeros a�os de nuestra vida en com�n fueron pura
lujuria y no dejamos de hacer nada que se nos antojara placentero. La
complicidad en nuestras peque�as perversiones nos ha mantenido siempre muy
unidos, y en aquella �poca fue cuando nos fuimos conociendo y gustando cada vez
m�s. Flip�bamos mucho cuando nos sorprend�amos el uno al otro con miradas
s�rdidas o procaces hacia otras personas (cuerpos de maravilla holgazaneando
bajo el sol veraniego).



A m� los hombres mayores me han atra�do siempre y Jordi lo
sab�a, as� que �l no se cortaba de presentarme caballeros que cre�a que pod�an
ser de mi agrado. Por mi parte, yo sab�a que Jordi se pon�a muy caliente cuando
yo le contaba, con todo lujo de detalles, los recuerdos m�s escabrosos de mi
vida sexual antes de conocerle. A�n hoy se sigue poniendo como una moto cada vez
que aludo a una ocasi�n en que me acost� con el director de personal de la
empresa en la que yo trabajaba como administrativa� Esto no tendr�a nada de
particular de no ser porque lo hice para conseguirle trabajo a Pablo (mi ex -
novio). El primer a�o que vivimos juntos dimos rienda suelta a nuestros deseos y
a nuestras fantas�as, de modo que me acost� con todos los hombres que me
atrajeron, siempre bajo la aprobaci�n de mi marido, que colaboraba en la
preparaci�n de mis encuentros y posteriormente se solazaba al o�rme explicarle
los detalles m�s s�rdidos de mis aventuras.



Me sent�a muy feliz y trataba de corresponder a mi marido
proporcion�ndole todos los deseos y todos los placeres que pudiera sentir. Hoy,
bastantes a�os m�s tarde, seguimos tan unidos como el primer d�a y a pesar de
que ya estamos en la edad adulta seguimos cometiendo locuras� que temo contar
para no aburrir, pues creo estar abusando de vuestra paciencia.



Laura



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