El Semental de las May�n
VIII
R�pidamente lleg� el siguiente d�a. Ya sab�amos lo que
har�amos ahora. Nuestros hijos se ir�an al colegio en la ma�ana, as� que
tendr�amos como unas 4 horas solo para nosotras. Rosario estaba muy ansiosa por
comenzar. Como no hab�a participado la primera vez, se mor�a de ganas por estar
en esta. Nos fuimos al cuarto de mam� y all� iniciamos.
Nos desvestimos como la vez anterior, solo que esta vez con
m�s soltura. R�pidamente quedamos en bolas, mir�ndonos con deseo. �A qui�n le
tocar�a esta vez?
�Qu� les parece si ahora le toca a mama? � pregunt� Berta y
todas estuvimos de acuerdo. � Silvi, tu quedate con Rosario para que le
ense��s. � obviamente acept�.
Mama se puso en el centro de la cama con Berta, tal y como
ella hizo conmigo. Se miraba tan hermosa con sus senos gigantes al aire,
colgando coquetamente y meci�ndose al comp�s de su respiraci�n acelerada. Su
rubio matorral de vello p�bico asomaba indomable entre sus torneadas y firmes
piernas. Las canas todav�a no la incomodaba para nada, a sus 59 aun hab�a mucha
juventud es ese hermoso cuerpo que nos trajo a la vida. Blanqui lo miraba todo
en una esquina de la cama, desnuda tambi�n y manose�ndose. Yo estaba sentada en
la esquina contigua, a la par de Rosario, quien se hallaba totalmente desnuda
como yo.
Bertita inici� tocando y acariciando los senos de mama, como
me lo hab�a hecho a m� antes. Restregaba esos enormes conos colgantes de fina y
suave carne, de un sabor exquisito que cualquier hombre desear�a probar, pero
que ahora se estaban reservando solo para Beto. Les pasaba las yemas de los
dedos alrededor de sus aureolas, intensamente rosadas, mientras mama se
comenzaba a contonear casi imperceptiblemente, dej�ndose llevar por el placer.
Le hice un adem�n a Blanqui para que se acercara a m� y a
Rosario, la cual estaba con la boca abierta mirando como Bertita tocaba y
acariciaba a nuestra madre. Blanqui se sent� a la par de Rosario, dej�ndola en
medio de las 2. La comenzamos a tocar y a acariciar. Pas�bamos nuestras manos
sobre los grandes sus grandes senos, mientras que con las otras acarici�bamos su
espalda y el inicio de sus nalgas. Rosario cerraba los ojos y respiraba
agitadamente, estremeci�ndose ante cada nueva caricia que le hac�amos. Recuerdo
que quedamos impresionadas con ella ese d�a, porque a pesar de que jam�s lo
hab�a hecho, y que no hab�a participado con nosotras la primera vez, se
comportaba como su fuese normal, como su solo se tratase de una travesura.
Mama tambi�n ya hab�a perdido mucho la verg�enza (no tanto
como lo har�a en el futuro) y acariciaba ella de regreso a Berta, que le sonre�a
coquetamente. Despu�s de unos minutos, Berta la recost�, tal y como lo hab�a
hecho conmigo, y le comenz� a chupar el sexo. Mam� cerr� los ojos y pronto se
empez� a revolver como una lombriz en tierra firme. Y es que la lengua de Berta
era m�gica creo yo. Y todav�a lo es.
Tendidas a la par, Blanqui y Rosario se trababan en un beso
profundo y apasionado. Rosario demostr� lo caliente que era poni�ndose sobre
Blanqui, que la recib�a entre sus piernas, rode�ndole la cintura con ellas. Los
senos de ambas mujeres se pegaban y apretujaban unos con otros, y sus jadeos se
fusionaban y se perd�an cuando mam� comenz� a gemir v�ctima de un orgasmo.
Bertita me llam� con un adem�n. Me puso junto a ella, con la
cara entre las piernas de mi madre. Jam�s hab�a contemplado esa rosada y hermosa
raja, que fue de donde yo y mis 3 hermanas salimos al mundo. Era tan hermosa�
Berta me indic� c�mo deb�a lamerla, y yo lo hice. Al principio con una poco de
reticencia, pero despu�s con mucho placer pues me encant� el sabor. Pronto
comenc� a meterle la lengua hasta el fondo, tratando de llegarle lo m�s
profundamente posible. Mama volvi� a tener otro orgasmo, llen�ndome la cara de
sus fluidos tan ricos.
Antes de poder darme cuenta de lo que hac�a. Bertita hab�a
logrado que mam� y yo form�ramos un 69, el primero de nuestras vidas y de todas
nosotras, el primero de much�simos otros que hemos hecho. Jal� a mam� de los
tonillos y la puso en medio de la cama. Me indic� que me pusiera de rodillas
sobre su casa y que bajara las caderas hasta que mi vulva quedara sobre su boca.
Yo me agach� y le comenc� a chupar la de ella. �Fue la locura! Ella tuvo su
tercer orgasmo y yo mi primero de la ma�ana. Imag�nense, 2 mujeres hermos�simas,
rubias y con unas chiches gigantescas, fuertemente agarradas de las nalgas de la
otra, enterrando las caras entre la vagina chorreante que ten�an enfrente. Se
los dije, �fue la locura!
Rosario y Blanqui dejaron lo que estaban haciendo para ver lo
que est�bamos haciendo. Pronto Bertita tambi�n las hab�a puesto en u posici�n de
69, con Rosario encima de Blanqui que hund�a cu cara entre las carnosas piernas
de su hermana. Solamente se escuchaban gemidos de mujeres calientes, y ruidos de
chupadas, de esos que hacen los ni�os cuando tiene entre la boca una paleta y
mucha saliva. Todas dejamos correr raudales de fluidos, y los depositamos en las
bocas de las otras.
Perd� la noci�n del tiempo y no se cuanto estuvimos as�, as�
como tampoco se cuantos orgasmos tuvimos todas, ni siquiera yo. Lo que s�
recuerdo es que despu�s quedamos tendidas sobre la cama. Rosario se baj� de
encima de Blanqui y se dio la vuelta acost�ndose junto a ella y bes�ndola en la
boca. Se qued� dormida aferrada a sus senos. Yo no me baj� de mam�. Se dej� caer
sobre su cuerpo, con la cara entre sus piernas y junto a su sexo, y me dorm�.
Ella hizo lo propio del otro lado, se qued� dormida acarici�ndome las nalgas.
Tampoco me acuerdo de cuento tiempo dormimos, porque fue
Berta la que nos despert�. Ella ya estaba vestida, con la cara lavada y como si
nada. Solo nos dijo: "miren, en 30 minutos hay que ir a traer a Ingrid, y hay
que hacer el almuerzo".
En cuanto oy� eso, Rosario salt� y se visti� como un rayo.
Mam� y yo todav�a nos quedamos bes�ndonos un rato en la cama, susurr�ndonos al
o�do lo rico que hab�a sido y lo mucho que nos quer�amos. Me dijo: "siempre vas
a ser mi beb�", y yo casi lloro al o�rla.
Hicimos el almuerzo entre Blanqui y yo. Mama y Berta
limpiaron, y luego se les uni� Rosario cuando lleg� con Ingrid. La ma�ana pas�
normalmente sin contratiempos o cosas dignas de contar.
Beto lleg� con los dem�s al medio d�a, y all� empez� el resto
del plan de lo que �bamos a hacer con las dem�s. Rosario lo abord� y se pusieron
a hablar de no se qu�. Luego le dijo algo a Berta, y esta se fue al sitio. Unos
minutos m�s tarde, Rosario le dijo a Beto "and� a ayudar a la Bertita a recoger
aguacates".
El fue al sitio y busc� a su t�a pero no la hallaba, hasta
que volte� hacia arriba y� �se top� con unos calzoncitos diminutos y muy
coquetos que no alcanzaban a cubrir todo lo que deb�an cubrir! El se qued� con
la boca abierta y sin saber que hacer. Dud� unos momentos, entre mir�ndole las
piernas y la cuca, y bajando la mirada avergonzado. Por fin le habl� y se hizo
como que no vio nada.
As� fue como lo comenzamos a interesar en nosotras. Nos
mostr�bamos imp�dicamente frente a el, disimulando que no nos d�bamos cuenta. A
veces era que carg�bamos escotes muy grandes, y nos agach�bamos frente a el para
recoger algo. Otras veces era que ten�amos falda y nos sub�amos sobre alg�n
objeto alto con el pretexto de alcanzar algo, pero estando el sentado frente a,
casi bajo a nosotras. Nos divert�amos mucho ideando m�todos para dejarlo con la
boca abierta llena de babas.
Con el tiempo notamos que experimentaba erecciones cada vez
que lo provoc�bamos as�. Se notaban perfectamente bajo el pantal�n. Eso era como
un aliciente para nosotros, que nos obligaba a ser m�s sexys y m�s atrevidas.
Llegamos a colmos como que mam� se ba�aba en la ducha, y al salir de all� para
dirigirse a su cuarto solo llevaba una toalla que casi no alcanzaba a cubrirle
todas sus pronunciadas curvas. Si se la sub�a, se le miraban las nalgas y m�s.
Si se la bajaba, se le miraban los senos, y as�. O si no que Blanqui hac�a como
su se le derramaba algo encima y �oh casualidad! No tra�a brasier y su vestido
era muy delgado.
Yo comenc� a ser menos cuidadosa a la hora de cambiarme de
ropa en mi cuarto, entre otras cosas. Como Beto es el �nico var�n que hay en la
casa, siempre me he cuidado de que el no entrara al cuarto cuando yo estuviera
desnuda, ech�ndole llave a la puerta. No me importaba que entrara nadie m�s
(pues solo hab�an mujeres), solamente me cuidaba de Beto. Pues bien, eso cambi�,
yo dej� de echarle llave a la puerta y el se comenz� a dar sustos pesc�ndome en
pa�os menores. Una vez hasta me encontr� agachada, con el trasero en pompa
frente a la puerta, totalmente desnuda, mientras recog�a cosas que se cayeron al
suelo.
Rosario era un poco m�s atrevida, pues a prop�sito se pon�a
en sitios y en posiciones donde sab�a que Beto tendr�a que pasar. Como no le
dejaba lugar, pues ten�a que pasar casi restreg�ndose contra ella. A veces, esto
le causaba erecciones y Rosario lo notaba y se lo dec�a con todo descaro. Le
soltaba cosas como "ya est�s crecidito" o "con la pistola no por favor", con la
correspondiente sonrisita p�cara y el subsiguiente enrojecimiento del rostro de
mi hijo.
As� estuvimos por un tiempo, calculando el momento en que
Beto dejara de sentir verg�enza e iniciara a experimentar morbo por ver lo que
habr�a debajo de las blusas, siempre tan apretadas y estiradas, de sus ti�tas,
de su mami y de su abuelita.
CONTINUAR��
Garganta de Cuero.
Si tiene comentarios o sugerencias qu� hacer sobre esta
historia, pueden hacerlas al correo electr�nico de mi cu�ada, ambas las leeremos
con gusto.