Relato: EL JARDINERO NEGRO



Relato: EL JARDINERO NEGRO


Mi esposo y yo acostumbramos pasar cierta temporada del a�o en nuestra casa de campo. All� acudimos para alejarnos de las tensiones que representa nuestra vida en la ciudad.

Es un lugar acogedor y especialmente caluroso, Por eso siempre escogemos esta fecha para estar all�.

Ese d�a me encontraba descansando en mi cama, hab�a dormido m�s de lo normal, pues mi esposo 2 d�as antes tuvo que regresar a la ciudad para atender asuntos de la empresa de �ltima hora. Nuestra relaci�n no pasaba por su mejor momento y la noche anterior estuve hasta altas horas pensando en ello.

Me despert� por los ruidos que proven�an del exterior. Nuestra casa se encuentra alejada de la de los mayordomos y separada por un extenso y hermoso jard�n cuidado por Pedro, el jardinero que por casi 10 a�os se ha ocupado de esta labor.

Pedro es un hombre mayor, reside en el pueblo cercano, y es de raza negra. Es alguien que siempre ha gozado de nuestro aprecio. Al asomarme a mi ventana con la intenci�n de saludarlo, me llev� una gran sorpresa al darme cuenta que quien podaba el jard�n no era �l sino un muchacho de unos 20 a�os aproximadamente. El chico no me vio, por lo que aprovech� para espiarlo tras la cortina. La verdad era una escultura viviente: de 1,80 cm de estatura, con el torso desnudo que dejaban ver unos m�sculos que sin ser exagerados, estaban marcados aparentemente por el desempe�o de arduos oficios del campo, sus brazos parec�an un roble, y sus piernas se adivinaban potentes a trav�s de unos pantalones raidos que llevaba puestos para cumplir con su trabajo. Lo que m�s me impact� fue su color �bano.

Debo confesar que aunque nunca hab�a tenido sexo con un hombre negro, siempre me hab�a sentido deseosa de hacerlo, pues una amiga dec�a que eran excepcionales amantes. Baj� a tomar el desayuno e indagu� con la empleada dom�stica por nuestro jardinero Pedro y su ausencia en esa oportunidad. Me manifest� que este no hab�a acudido por encontrarse enfermo y en su lugar hab�a enviado a su hijo Armando que en ocasiones lo reemplazaba.

Sub� nuevamente a mi habitaci�n a tomar un ba�o, sin dejar de pensar en el hijo de Pedro. La regadera de la ducha presentaba problemas de fuga de agua. Al bajar nuevamente quise buscar un acercamiento con �l y decididamente fui a preguntarle por la salud de su padre. El chico algo t�mido me salud� amablemente y me explic� que Pedro hab�a tenido un peque�o accidente dom�stico, pero que la pr�xima semana estar�a de vuelta a sus actividades.

De cerca Armando era m�s atractivo de lo que me imaginaba. Su sonrisa era especial, sus dientes blanqu�simos eran perfectos. Ten�a una mirada penetrante y sus grandes ojos se achicaban graciosamente cuando sonre�a. Las gotas de sudor ca�an sobre su pecho desnudo y el olor de su sudor me excito sobremanera Me desped� de �l y al caminar hacia la casa, pude sentir como ese hombre admiraba mi trasero, que se detallaba perfectamente por el vaquero ajustado que llevaba puesto.

Necesit� hacer unas compras en el pueblo, tom� el auto y al salir record� la fuga de agua de la regadera. Cuando pas� cerca de Armando le pregunt� si sab�a hacer trabajos de fontaner�a. Me respondi� que s� y que estaba a mis �rdenes. Le ped� que entonces me revisara la conexi�n de la regadera de mi habitaci�n, el sol�cito me dijo que lo har�a tan pronto terminara de podar el c�sped. Le dije que solo regresar�a hasta la noche, por lo que pregunt� si hab�a alg�n problema en venir despu�s de las 8 pm. Me respondi� que no hab�a ninguno.

R�pidamente sal� de la estancia al sentirme turbada por las miradas de Armando a mis pechos, y esto sorprendentemente, me excit�.

La verdad, mi pensamiento en todo el d�a no tuvo un motivo diferente a aquel muchacho. Al regresar, pude observar que la servidumbre ya no estaba en la casa. Solo Armando me esperaba sentado cerca de la puerta de entrada. Lo salud� y le agradec� que hubiera venido. Me ayud� con los paquetes de compras y los llev� hasta la cocina mientras yo acomodaba unas cosas en mi habitaci�n. El calor de esa noche era insoportable, por eso pude entender que Armando solo estuviera vestido con una camisa sin mangas y unos shorts bastante ajustados.

Lo conduje hasta mi habitaci�n que quedaba en el segundo piso de la casa y le ense�� la fuga. Le ped� que me disculpara mientras organizaba los alimentos en la cocina. Al rato sub� y encontr� a Armando despojado de la camisa y realizando el trabajo solicitado. La imagen fue excitante: Su espalda ancha sus m�sculos se marcaban a cada movimiento. Su trasero ajustado y prominente, parec�a querer salirse de esos cortos pantalones.

La luz de la bombilla hac�a resaltar el sudor de su cuerpo lo que le daba un aire de macho salvaje que me puso a mil. Instintivamente me acerqu� a �l y comenc� a acariciar su espalda. Armando reaccion� con sorpresa dejando caer la herramienta que ten�a en la mano, y al darse vuelta nuestras caras quedaron frente a frente. Tom� la iniciativa y lo bes� fren�ticamente. Sus fuertes brazos me abrazaron como nunca antes alguien lo hab�a hecho.

De un momento a otro sent� que me enloquec�a. El mareo que produc�a mi excitaci�n se agudizaba cada vez m�s y el placer que estaba sintiendo era indescriptible. Armando me acariciaba la espalda y la cabeza. Met�a sus dedos por entre mis cabellos, haci�ndome sentir en el cielo. No dec�a una sola palabra. Sus manos se posaron en mis tetas y las apretaba de tal manera que me produc�an un placentero dolor. Como pude desabroch� su pantal�n. Para mi sorpresa no llevaba slip.

Met� mano a su trasero y acarici� esas duras nalgas. �l hizo lo mismo conmigo. Sus fuertes manos me envolv�an toda. Me desnud� por completo y comenz� a besarme y morderme los pezones. Mi excitaci�n iba en r�pido aumento. Me dijo al o�do que desde peque�o me hab�a deseado en silencio, que muchas de sus fantas�as juveniles las hab�a tenido conmigo. Comenc� a besarle ese pecho que tanto me hab�a gustado. Y fui bajando lentamente sin atreverme a mirar lo que persistentemente rozaba mi vientre. Su pecho no ten�a un solo vello y mi lengua disfrutaba con ese sabor salado de su sudor. Al llegar a su pubis pude ver un hermoso animal, lo m�s bello que hab�a visto en mi vida.

Un pedazo de carb�n de unos 25 cms a punto de reventar. Nunca hab�a visto una erecci�n como esa: Que dureza!!! que fuerza!!!. Lo agarr� en mis manos y cuando me dispon�a a introducirlo en mi boca, me detuvo. Me dijo que quer�a que prob�ramos como hab�a quedado la regadera y que nos ba��ramos juntos.

Con lo caliente que estaba no quer�a detenerme pero quise cumplir su deseo. Termin� de desvestirme y abrimos la ducha cayendo sobre nuestros cuerpos el chorro de agua que calm� moment�neamente ese calor de aquella noche. El jab�n pasaba de mis manos a la suya para asearnos mutuamente cada parte de nuestros cuerpos. En esas estuvimos un buen rato. Mi mano se encarg� de enjabonar ese monstruoso aparato y sus grandes bolas.

Cuando salimos nos secamos uno al otro y r�pidamente ca�mos en la cama. Mi deseo no daba espera e inmediatamente me met� ese carb�n en mi boca. Sabore� sus l�quidos y me tragu� un gran pedazo de esa verga negra. Hac�a un gran esfuerzo por tenerla completamente en mi boca pero l�gicamente no era posible. Con mis dientes comenc� a morderle la gran cabeza p�rpura lo que al parecer aument� su excitaci�n, pues comenz� a retorcerse en la cama como una v�bora. Me pidi� mi co�o. Me dijo que quer�a sentirlo en su boca.

Lo complac� inmediatamente y d�ndole vuelta lo coloqu� en su cara, en un perfecto 69. Su lengua era maravillosa. Me llevaba a los extremos m�s insospechados del placer. Entraba con una facilidad pasmosa y sus dejos jugueteaban en mi vagina. Me tom� la pepita con los labios y la chup� diestramente por unos buenos minutos lo que hizo que yo saltara en su cara con mi primer orgasmo de esa noche. Le agarraba la pija como si no quisiera que se me fuera a ir nunca. La lam� enterita.

Inmediatamente me volteo coloc�ndose sobre m�. De un solo golpe recib� su palo entre mis piernas, el que se desliz� suavemente debido a mi grado de excitaci�n. Parec�a un salvaje. Que hombre m�s apasionado, respiraba profundamente y emit�a un ruido excitante cada vez que me envest�a. Coloc� una de mis piernas en su hombre, para que lo sintiera mejor, como si no fuese suficiente con esos 25 cm taladr�ndome de la forma en que lo estaba haciendo. Agradec� que la casa de los empleados estuviera retirada pues mis gritos de placer iban aumentando a cada arremetida. Recib� una raci�n de verga como nunca en mi vida, me sorprend�a la capacidad de aguante de Armando, pues llevaba dentro de m� m�s de 30 minutos en los cuales yo ya llevaba otros dos orgasmos interminables.

Me dec�a obscenidades en mi o�do, que ten�a la cuca m�s rica que hubiese probado, que era estrecha y le daba mucho placer, que sintiera como su verga me taladraba, que mirara como mi chochito blanco se tragaba su polla negra, que siempre hab�a so�ado con clavarme su estaca, etc, etc, y eso me calentaba much�simo m�s. Era hermoso ver ese contraste de nuestras pieles. Entend� cuan bellas son las relaciones interraciales. Cada envestida era como un fuerte fogonazo que me quemaba las entra�as. Le ped� que me echara su leche en las tetas, que quer�a sentir ese calor en la zona de sus deseos. Eso al parecer lo excit� tanto que anunci� su venida con unos gritos impresionantes. Alcanz� a sacarla para descargar su torrente en mi pecho y caer pesadamente sobre m�. Su espesa leche qued� entre nuestros pechos y comenz� a desparramarse sobre la cama. Le bes� como muestra de agradecimiento por ese gran polvo.

A pesar de la venida, su verga no perd�a tama�o. La bes� y comenc� a limpiarla de nuestros jugos. El sabor era indescriptible. Sus jugos ten�an un sabor m�s penetrante que el de mi esposo. Estando en esas nos quedamos dormidos con mi cabeza en su fuerte pecho. Al despertar media hora m�s tarde, Armando me acariciaba y besaba tiernamente mi cabeza. Ten�a una fuerte erecci�n. Me dijo que estaba esperando que descansara un poco pues la faena iba a continuar. Me pidi� que lo cabalgara. Tom� su gran miembro y comenz� a introducirlo lentamente en mi cuquita.

Poco a poco me fui tragando todo ese animal hasta hacerlo desaparecer totalmente. Sent� un poco de dolor pero con la posici�n que ten�a pude adaptarme r�pidamente a su verga. Comenc� a saltar sobre esa palanca que adem�s era mi eje. Me apretaba fuertemente las nalgas y las envestidas fueron aumentando. Ese gran palo me estaba llevando a un nuevo orgasmo, sintiendo que mi excitaci�n iba en aumento, me tom� con sus dientes mis pezones y comenz� a morderlos suavemente. Esto hizo que explotara con la misma intensidad que los anteriores orgasmos, dando alaridos de placer.

Me pidi� que me pusiera a cuatro patas pues quer�a ahora ser �l quien me cabalgara, me llam� su yeg�ita blanca y poni�ndome al borde de la cama comenz� un nuevo ataque a mi gruta. Coloc� sus pies sobre la cama y realmente parec�a que estuviera siendo penetrada por un caballo. Esa posici�n nunca la hab�a hecho y las sensaciones que me produjo fueron �nicas. Armando saltaba sobre m� como un poseso y sus jadeos advirtieron que estaba por venirse. Alcanz� a sacar su pene para regar mi espalda con su caliente leche. Fue una venida incre�ble.

La cantidad de leche derramada no ten�a igual. Era realmente un animal. Se desplom� sobre la cama y tomando tiernamente su mano agradec� por la gran noche que me acababa de dar. Me dijo que se ir�a, pues no quer�a levantar sospechas entre los empleados que estaban pr�ximo a despertarse. Le hice prometer que vendr�a la pr�xima noche, pues mi esposo solo llegaba dos d�as despu�s. Lo acompa�� a la puerta y lo desped� con un beso apasionado y le agarr� suavemente su miembro que ya estaba fl�cido. Me met� nuevamente en mi cama esperando el amanecer. Al despertar estaba dichosa, a tal punto que mi empleada dom�stica me pregunt� a que se deb�a mi buen humor. Ese d�a quise descansar en mi cuarto, esperando que fuera la noche para estar nuevamente en los fuertes brazos de Armando.

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