CASANOVA: (4� parte)
LA TORMENTA:
Los siguientes d�as fueron tranquilos. Poco a poco, la vida
iba retomando su pulso en la casa tras el ajetreo de la fiesta. El servicio
estuvo un par de d�as bastante atareado, recogiendo los restos de la celebraci�n
y limpi�ndolo todo.
En esos d�as, ir a la parte trasera de la casa era sumergirse
en un mar de tendederos llenos de manteles, servilletas, s�banas... Apenas se
pod�a caminar. Adem�s, los d�as amanec�an nublados, aunque no llov�a, por lo que
la ropa tardaba en secar. Nadie paraba ni un segundo, en especial las criadas,
por lo que no tuve oportunidad de reanudar mis aventuras con ellas.
De todas formas, yo tambi�n andaba liado. Dickie se empe�� en
que hab�a que recuperar el tiempo perdido con las clases, as� que todos los d�as
me daba una hora extra, con lo que las ma�anas las ten�a ocupadas por completo.
Por las tardes, hac�a lo mismo con las chicas, as� que durante un par de d�as
apenas me cruc� con Marta, s�lo en las comidas, y no tuvimos oportunidad de
quedarnos a solas.
La que s� que cambi� profundamente fue mi t�a Laura. Yo la
ve�a trajinando por la casa, ayudando en la limpieza, canturreando. Parec�a
otra. Not� que frecuentemente se encerraba con mi abuelo en el despacho, pero me
consta que no hicieron nada raro, pues siempre que me acerqu� a ver, estaban
simplemente charlando. De hecho, a�os despu�s mi abuelo me coment� que la noche
del cumplea�os de Laura fue la �ltima vez que se acostaron juntos, y yo le creo.
Hab�amos logrado transformar a t�a Laura en otra persona, m�s feliz, m�s vital,
disfrutando de la vida. Siempre he estado orgulloso de mi granito de arena en
ese tema. Pero, volvamos a mi historia.
Llevaba yo pues, dos d�as sin ning�n tipo de escarceo. El
primer d�a no me import�, ya que la jornada interior hab�a sido incre�ble y me
encontraba bastante satisfecho, pero a partir del segundo, mi instinto volvi� a
despertar, pero no hab�a forma de aliviarlo.
La noche del segundo d�a yo andaba ya bastante mal. Ya hab�a
probado los manjares de la vida y quer�a m�s. Mi mente se hab�a dedicado a
rememorar los intensos sucesos de los �ltimos tiempos, lo que me hab�a provocado
un grado de excitaci�n bastante notable. Estaba en mi cama, con el pene
dur�simo, acarici�ndomelo cansinamente. De hecho, lo que hac�a era sopesar la
posibilidad de ir al cuarto de Marta o al de Marina, o incluso al de t�a Laura,
pero el azar me lo impidi�.
Result� que esa noche se puso enferma mi prima Andrea, nada
grave, un c�lico o no s� qu�, pero se pas� la noche vomitando. Por esto tanto mi
t�a como mi madre se turnaron vigil�ndola, impidiendo as� que yo saliera de mi
cuarto, pues siempre una de las dos estaba despierta.
Bastante enfadado, tuve que conformarme con hacerme una paja,
aunque para m�, el placer solitario siempre ha sido un pobre sustituto del sexo,
pero qu� pod�a yo hacer si no.
Pas� una noche bastante mala, a mi insatisfacci�n sexual, se
un�an los continuos ruidos en el pasillo, y como tengo el sue�o muy ligero,
apenas si pegu� ojo. Por esto, a la ma�ana siguiente no me despert� temprano
como sol�a.
Era por la ma�ana. Yo estaba bastante cansado y abr�
lentamente los ojos. Me sorprend� bastante al encontrar junto a mi cama a mi
hermana Marina. Al despertarme, me encontr� con ella inclinada sobre m�, pero se
incorpor� bruscamente con el rostro bastante rojo.
Ya era hora de que te despertaras - me dijo.
Buenos d�as - dije yo bostezando - �Qu� haces aqu�?
Me ha mandado mam� a levantarte. Ha dicho que bajes r�pido
a desayunar, que Mrs. Dickinson te espera.
Yo me desperec� lentamente. La verdad era que no ten�a muchas
ganas de levantarme, quer�a remolonear un poco, as� que cog� las mantas y me
arrop� hasta el cuello.
Un ratito m�aas... - dije.
Vamos, ni�o, levanta - dijo Marina agarrando las mantas.
Yo, al notar que me desarropaban, di un brusco tir�n de las
s�banas, lo que pill� a Marina por sorpresa, por lo que cay� hacia delante. No
se cay� realmente, s�lo perdi� un poco el equilibrio, y apoy� una mano en mi
pecho para no caerse. Fue todo muy inocente, no hab�a pasado nada malo, pero
not� c�mo su rostro volv�a a enrojecer.
Se incorpor� con presteza, arregl�ndose el vestido, aunque
�ste no se le hab�a arrugado en absoluto. Sin mirarme a los ojos me dijo:
Pareces tonto. Casi me tiras.
Lo siento, es s�lo que no tengo ganas de levantarme.
Al mirarla y verla all�, ligeramente ruborizada sin saber por
qu�, nerviosa, esquiva, me di cuenta de lo realmente hermosa que era. Me qued�
mir�ndola fijamente al rostro durante unos segundos, hasta que se sinti�
inc�moda.
Se puede saber qu� miras - me dijo.
A ti - contest� yo.
Yo esperaba que esa respuesta la hiciera enrojecer a�n m�s,
pero logr� controlarse, parec�a tener ganas de jugar.
�Ah, s�? �Y por qu� me miras?
Porque est�s muy buena.
Eres un cerdo - me espet�.
�Por qu�?, s�lo digo que eres muy guapa.
Si quer�a jugar, por m� que no fuera. Decid� continuar con
mis t�cticas de provocaci�n, pero esta vez no podr�a fingir estar dormida. Las
s�banas me cubr�an hasta el pecho, as� que las sub� un poco m�s, hasta el
cuello. Deslic� mis manos bajo ellas y liber� mi pene del pijama, que como todas
las ma�anas se encontraba bien enhiesto. Comenc� a pajearme bajo las mantas,
procurando que se notara perfectamente lo que hac�a. Marina me mir� anonadada,
por un segundo pareci� ir a salir disparada de la habitaci�n, pero la excitaci�n
pudo m�s, as� que decidi� seguir fingiendo que nada pasaba, era su forma de
enfrentarse a los deseos que sent�a.
�Te vas a levantar o no? - dijo con voz entrecortada.
De acuerdo.
Bruscamente, me incorpor� sobre el colch�n, con lo que las
mantas cayeron en mi regazo. Mi mano apareci� entonces empu�ando firmemente mi
polla ante los asombrados ojos de mi hermana, que se qued� mirando unos
segundos. Aquello fue demasiado para ella, se dio la vuelta y sali� como una
exhalaci�n del cuarto, dando un portazo.
Yo me qued� all�, con la polla en la mano y con cara de
tonto. Por un momento me preocup� la posibilidad de que Marina fuera con el
cuento a mi madre, pero sin saber por qu�, supe que no lo iba a hacer.
Decid� levantarme, antes de que vinieran de nuevo en mi
busca, me ase� y me vest�, bajando despu�s a desayunar. Las clases matutinas
fueron especialmente tediosas, no pod�a concentrarme en los estudios y la ma�ana
se me fue ech�ndole disimuladas miradas a Dickie, que estaba tan buena como
siempre.
Por fin, lleg� la hora de comer y toda la familia se reuni� a
la mesa, en el sal�n grande. La comida transcurri� sin incidentes, pero not� que
los adultos estaban conversando sobre una cena.
Perdona, mam� - dije - �de qu� habl�is?
No es nada, cari�o. Esta noche vamos a ir a cenar a casa de
los Ben�tez. Esta ma�ana ha llegado un mensaje invit�ndonos - me contest�
ella.
Ah, vale.
�Qu� rollo! Ir a cenar a casa del capullo de Ram�n no me
apetec�a en absoluto. Entonces se me ocurri�, si consegu�a que Marta y yo nos
qued�ramos... Tras almorzar, me decid� a abordar a mi madre:
Mam�.
�S�?
�Te importa si no voy esta noche a la cena?
�Por qu� no?
No me apetece nada, adem�s, tengo que estudiar.
Ya - dijo ella riendo - eso no me lo creo.
Me di cuenta de que pisaba terreno pantanoso, lo de los
estudios no iba a colar. Puse cara seria y dije:
Mira, la verdad es que no soporto al imb�cil de Ram�n.
�Ni�o! - dijo mi madre horrorizada.
Lo siento mam�, pero es la verdad. Es muy pedante y me cae
fatal. No tengo ganas de pasar la noche aguant�ndolo.
Mi madre me mir� divertida.
Vaya, me sorprendes. No sab�a que a tu edad ya tuvieras
enemigos.
Venga, no te burles. Adem�s, reconoce que Ram�n tampoco te
cae demasiado bien.
Mi madre se puso seria.
No digas esas cosas.
De acuerdo, perdona. Pero, �puedo quedarme, por favor? -
dije con mi mejor sonrisa de ni�o bueno.
Bueeeno - dijo riendo - Le dir� a Mrs. Dickinson que te
eche un ojo.
�Gracias! - exclam� abraz�ndola impulsivamente.
Eres un bribonzuelo - me dijo ella alej�ndose.
La primera parte del plan estaba echa, s�lo faltaba la
segunda: Marta. Para mi sorpresa, ella me dijo que quer�a ir a la cena.
�C�mo? - dije decepcionado cuando por fin la encontr� y le
comuniqu� mi plan.
Que voy a ir a la cena - me repiti�.
Pero, �por qu�?
Porque quiero aclarar las cosas con Ram�n. Tengo que hablar
con �l.
Parec�a muy seria, as� que decid� no insistir. Apesadumbrado,
la dej� sola, pues sus clases estaban a punto de empezar. Sal� a la calle, a dar
un paseo, d�ndole vueltas a lo que pod�a hacer por la noche. Pens� en Vito, pero
por la noche no iba a estar, pues mi abuelo les hab�a dado la noche libre a las
cocineras y a las criadas. Entonces me di cuenta, �esa noche se iba todo el
mundo!
�Vaya rollo! - pens� - me voy a quedar solo.
�Solo? De eso nada. A�n me quedaba Mrs. Dickinson. Desde que
la sorprend� en el pueblo hab�a estado muy amable conmigo, quiz�s lograra algo
por ese lado. Dediqu� el resto de la tarde a vagar por ah�, d�ndole vueltas a la
cabeza. A eso de las siete, mi familia estaba lista para irse:
P�rtate bien - me dijo mi madre - si no lo haces Mrs.
Dickinson me lo dir� y te vas a enterar.
Tranquila - contest� d�ndole un beso.
Las cinco mujeres (mi madre, mi t�a y las chicas) se
apretujaron como pudieron en el coche conducido por Nicol�s. Tanto mi padre como
mi abuelo iban a caballo.
Por fin se marcharon. Mrs. Dickinson se fue a su cuarto, no
sin advertirme que me portara bien. Yo no ten�a nada que hacer hasta la hora de
la cena, por lo que pens� en ir a charlar con Antonio, pero cuando me dispon�a a
hacerlo empez� a llover con fuerza. No me quedaba m�s remedio que meterme en la
casa.
Tras pensarlo un rato, decid� ir a la biblioteca del abuelo a
por un libro. Era algo que hac�a muy a menudo, pues leer siempre me ha gustado
mucho. Entonces, mis favoritos eran los libros de aventuras, en especial los de
Emilio Salgari. Fui a mi cuarto a recoger el ejemplar de "La Isla del Tesoro" de
Stevenson, que acababa de terminar para cambiarlo por otro.
Devolv� el libro a su lugar y me puse a mirar por los
estantes. Estuve bastante rato repasando vol�menes, escuchando el agua golpetear
contra las ventanas. Dickie pas� a ver lo que estaba haciendo, pero como me
estaba portando bien, se march� enseguida. Estaba enfrascado en mis cosas cuando
o� voces en la escalera. Me acerqu� a la puerta y escuch� a Dickie conversando
con Nicol�s, que al parecer ya hab�a vuelto.
Me ha costado bastante volver por el camino - dec�a
Nicol�s.
Entonces, �qu� van a hacer?
Probablemente se queden all� a pasar la noche.
Yo sal� del despacho - biblioteca de mi abuelo y les
interrump�.
�Hola Nicol�s - dije - �Qu� es lo que pasa?
Hola Oscar. No pasa nada, es que tu abuelo me ha dicho que
si sigue lloviendo as�, no van a poder volver. Desde luego el coche no va a
poder pasar por esos caminos, sobre todo por el tramo de los Ben�tez que est�
muy mal.
Entonces...
Si no escampa, no podr� ir a por ellos, as� que me dijeron
que en ese caso se quedar�an a dormir en casa de los Ben�tez.
Comprendo.
Me dijo tu madre que te vayas a la cama temprano, que no
aproveches que ella no est� para hacer de las tuyas.
Y ad�nde voy a ir con la que est� cayendo - dije un poco
enfadado.
A m� no me mires - dijo �l encogi�ndose de hombros - Yo
s�lo soy el mensajero. Y ahora si me disculpan, tomar� un bocado y me ir� a mi
cuarto. Si para de llover intentar� coger el coche.
Nicol�s baj� la escalera y fue hacia la cocina.
Bueno, pues estamos los dos solos - me dijo Dickie.
S� - contest� yo un poco azorado.
�Tienes hambre?
Todav�a no. Adem�s, a�n no he encontrado un libro que me
guste.
Vale. Pues voy a mi cuarto, que estoy acabando un libro muy
interesante. Cuando tengas hambre, av�same.
De acuerdo.
En ese momento un formidable trueno restall� en el exterior.
Ambos dimos un respingo de sorpresa.
Uf, vaya susto - dijo ella.
S�.
Mrs. Dickinson se march�. Su dormitorio estaba en el segundo
piso como los de la familia, aunque un poco apartado, mientras que los del resto
del servicio estaban abajo, en el lado de la cocina. El de mi abuelo en cambio,
estaba en el otro ala, totalmente alejado de los dem�s.
Volv� a la biblioteca a mirar libros. Pero no encontraba nada
interesante. Pero claro, yo era a�n muy bajo para revisar los estantes
superiores, as� que decid� echarles un vistazo. Cog� la peque�a escalera que
ten�a mi abuelo para esas cosas y me sub� (si mi madre me hubiera visto sin duda
se habr�a enfadado). Comenc� a repasar los libros de arriba, pero nada me
gustaba. Eran libros demasiado adultos para m�, pol�tica, filosof�a... Escog�
uno al azar y lo abr�.
El t�tulo del libro era "Estructura socioecon�mica" o algo
as�, ech� un r�pido vistazo al texto y le� m�s o menos esto: "...acariciando sus
pechos con fuerza, amas�ndolos salvajemente. Dora lloraba desconsolada mientras
el malvado rufi�n se apoderaba de su..." Casi me caigo de la escalera.
R�pidamente, baj� de la escalera y me sent� en el sill�n del
abuelo para mirar el libro. Result� ser una novela er�tica, hoy dir�amos que
pornogr�fica, metida en unas cubiertas falsas. Dej� el libro y volv� a subirme
en la escalera. Pude comprobar as� que todos los dem�s libros del estante eran
del mismo estilo.
�Joder con el abuelo! - pens�.
Volv� a bajar y continu� con la lectura. Era un relato
bastante excitante sobre un tipo que violaba mujeres en la ciudad. Decid�
llev�rmelo a mi cuarto para leerlo despu�s.
Tras esconder bien el libro, fui a avisar a Dickie, pues ya
ten�a hambre. Me dirig� a su habitaci�n, comprobando que ella ya se hab�a
encargado de encender las l�mparas del pasillo. Golpe� suavemente en su puerta.
Pasa - me dijo a trav�s de la puerta.
Yo abr� con cuidado y entr�. Estaba sentada en un butac�n con
un libro sobre las rodillas.
�Ya tienes hambre? - pregunt�.
S�.
Espera un minuto, me falta s�lo una p�gina.
Yo me qued� all� de pi�, esperando. Ella termin� enseguida.
�Magn�fico! - dijo cerrando el libro con un suspiro de
satisfacci�n.
�Le ha gustado?
S�, mucho.
�C�mo se titula?
Rimas y Leyendas, de B�cquer.
�Ah, s�! Es verdad que es muy bueno. Pero me gustan m�s las
leyendas, la poes�a no la entiendo bien.
�Lo has le�do? - me dijo sorprendida.
Claro.
Eso est� muy bien.
Dickie se levant� y dej� el libro sobre una mesa.
Luego ir� a por otro. Vamos - me dijo.
Fuimos juntos a la cocina. Yo me sent� a la mesa, mir�ndola,
mientras ella trasteaba con los platos que hab�a dejado preparados Luisa antes
de marcharse. Siempre me ha gustado observar a una mujer trabajando en la
cocina.
Nos pusimos a cenar, charlando alegremente sobre muchas
cosas, los estudios, su pa�s, libros... As� me enter� de que su nombre de pila
era Helen, cosa que yo no sab�a aunque ella me daba clases desde hac�a tiempo.
Adem�s, me insisti� en que la tuteara.
...Pues s�, me ha gustado bastante vuestro B�cquer - me
dec�a - Ahora despu�s buscar� algo m�s de �l.
S�, seguro que el abuelo tiene m�s obras suyas.
Luego ir� a cambiar el libro por otro. �Y t� qu� has
cogido?
�Yo? Eh... - me qued� un instante en blanco - ...pues...
una novela de Julio Verne.
�Ah!, los chicos siempre pensando en aventuras.
Y en otras cosas - dije yo enigm�ticamente.
Dickie se qued� mir�ndome perpleja durante un segundo, pero
no le dio mayor importancia. Agitando la cabeza me dijo:
Vamos a lavar los platos.
Vale.
Recogimos la mesa mientras yo le daba vueltas en la cabeza a
una interesante idea. As� que Dickie iba a coger un libro... Ya ver�amos.
Mientras freg�bamos, le pregunt� por su prometido.
�Oh! - dijo un tanto sorprendida - Hace tiempo que no le
veo.
Desde el d�a de la estaci�n, supongo.
�Y t� c�mo lo sabes? - dijo interrogadora.
Porque desde entonces no has vuelto a ir a ning�n sitio.
Ah, claro.
Dickie me mir� un tanto seria y me pregunt�.
Oscar, no le habr�s contado a nadie lo de la estaci�n
�verdad?
A nadie - contest� - Ya te dije que no lo har�a.
Mi respuesta, firme y segura (adem�s de cierta) la convenci�,
con lo que se disiparon sus temores, as� que seguimos hablando. Charlamos un
poco sobre �l, pero yo notaba que me estaba mintiendo. Sus respuestas sonaban,
no s�, improvisadas. Incluso en un par de ocasiones se contradijo. Yo fing�a no
darme cuenta de nada y que me estaba creyendo todo lo que ella me dec�a, pero
aquello no hac�a sino confirmar mi idea de que aquel tipo no era su prometido,
sino s�lo su amante. Eso significaba que Dickie llevaba una buena temporada sin
su dosis de rabo. Esa noche iba a ser la m�a, los dos all� solitos...
En ese momento la noche se ilumin�, y un tremendo trueno
restall� fuera.
Uf - dijo Dickie estremeci�ndose - Odio estas tormentas. �A
ti no te dan miedo?
En ese momento, mi mente elabor� un plan. Ya sab�a lo que
deb�a hacer.
No, no, a m� no me da miedo. Soy un hombre - le respond�,
pero fingiendo estar un poco nervioso. Ella trag� el anzuelo.
S�, s�, ya veo que nada te asusta - dijo riendo.
Terminamos de recogerlo todo y nos dispusimos a subir a
nuestros cuartos. Dickie fue al suyo y yo sal� disparado para el m�o. Saqu�
"Estructura socioecon�mica" de su escondite y regres� con �l a la biblioteca.
Con la escalera, volv� a dejarlo en su sitio, pero asomando del estante, de
forma que llamara la atenci�n. R�pidamente, cog� una novela de Verne (las de
aventuras estaban todas a mi alcance) y sal� del cuarto.
Me escond� por all� cerca, vigilando la puerta de la
biblioteca. Al poco apareci� Dickie, con "Rimas y Leyendas" bajo el brazo y
entr�. Yo aguard� all� un rato y not� que ella se demoraba bastante, demasiado
para dejar el libro y coger otro de B�cquer, puesto que estos estaban todos
juntos. As� que mi plan deb�a estar dando resultado.
Por fin, Dickie reapareci�. Parec�a nerviosa y apretaba un
par de libros contra su pecho. Se march� con pasos r�pidos en direcci�n a su
cuarto, lo que yo aprovech� para echar un vistazo r�pido a la biblioteca.
Efectivamente, "Estructura socioecon�mica" ya no estaba en su sitio. Mi plan
estaba saliendo perfecto.
Me largu� de all� con presteza y fui a mi cuarto. Me puse el
pijama y me met� en la cama. Justo a tiempo. Acababa de arroparme y coger la
novela cuando golpearon en la puerta.
�Puedo pasar? - dijo la voz de Dickie.
S�, claro - contest�.
La puerta se abri� y entr� Dickie. Iba en bata y bajo �sta se
adivinaba su camis�n. Llevaba un candelabro en una mano.
Pasaba para desearte buenas noches - dijo.
Buenas noches - contest� yo.
Un nuevo trueno retumb� con fuerza. Yo di un respingo y me
arrop� m�s arriba, fingiendo temor. Dickie se re�a.
Ya veo que no te da miedo la tormenta.
No es eso, es que tengo fr�o - dije bajando un poco las
s�banas mientras pon�a cara de ni�o enfurru�ado.
Vale, vale - dijo sonriendo - Buenas noches, entonces. No
leas hasta muy tarde.
De acuerdo. Buenas noches.
Sali� cerrando la puerta tras de si. Yo sab�a que a
continuaci�n ir�a a su cuarto a estudiar socioeconom�a, pero primero ten�a que
revisar la casa, cerrando ventanas y apagando luces, por lo que decid� darle una
hora antes de poner en marcha la segunda parte de mi plan. Para entretenerme,
inici� la lectura de la novela de Verne, "Viaje al centro de la Tierra". Por
fortuna, la tormenta arreciaba cada vez m�s, lo que favorec�a enormemente mis
intenciones. Tras leer unos cuantos cap�tulos, decid� que Dickie deb�a de estar
ya a punto, as� que me levant� y cog� la vela. Tras pensarlo unos segundos
decid� llevarme tambi�n mi almohada, pues me daba un aire, no s�, desamparado.
As� pues, alumbr�ndome con la vela y arrastrando una almohada
me dirig� al cuarto de mi tutora. Al llegar a su puerta, respir� hondo y golpe�
con los nudillos.
�Qui�n es? - me respondi� su voz con tono sorprendido.
Soy yo, Mrs. Dickinson - respond� en tono temeroso.
Pasa.
Yo abr� la puerta lentamente, tratando de ofrecer una imagen
bien pat�tica. Dickie estaba en su cama, con la espalda apoyada en la almohada y
con un libro en su regazo. Las s�banas la tapaban hasta la cintura, con lo que
sus enormes pechos se ofrec�an a mi vista embutidos tan s�lo en su camis�n, al
que amenazaban con reventar. Y �premio!, incluso desde la puerta pod�a
distinguir c�mo sus pezones se marcaban duros contra la tela, lo que me revel�
sin lugar a dudas la naturaleza del libro que estaba leyendo.
�Qu� quieres? - me dijo un tanto seca.
Yo... disculpe. Es que yo... Bueno... Estaba all� solo y...
la tormenta y eso... - balbuce�.
Dickie se ri� suavemente.
Ya comprendo, no tienes miedo de la tormenta pero...
digamos que has venido a ver si yo me encontraba bien - brome�.
Yo decid� seguirle el juego.
S�, eso - dije ilusionado.
Ella me mir� divertida durante un segundo.
Vamos, vamos, Oscar. D�jalo ya, es normal que te d� susto
una tormenta tan fuerte, y adem�s, all� solo, con todas las habitaciones
vac�as.
Bueno, yo... - dije simulando azoramiento.
�Quieres dormir conmigo?
�S�! �Lo hab�a logrado! Ten�a ganas de gritar.
Bueno, si no le importa - dije abrazando la almohada.
Anda, vente - dijo Dickie palmeando la cama.
Yo sal� como un cohete, dejando mi almohada en el suelo. Abr�
las s�banas y me met� debajo, arrop�ndome hasta el cuello. La cama era grande y
c�moda, pero yo procur� acostarme cerca de ella.
T� du�rmete - me dijo - que yo voy a leer un rato.
Vale.
Abri� el caj�n de su mesita de noche y cambi� el libro que
sosten�a por otro. Sin duda, no le pareci� adecuado leer una novela er�tica
conmigo al lado, as� que lo cambi� por el otro que hab�a cogido. Se incorpor� un
poco, quedando reclinada sobra la almohada y sosteniendo el libro en su regazo.
Enseguida se enfrasc� en la lectura. Yo, tumbado a su lado, s�lo ten�a que
esperar mi oportunidad, y �sta no tard� en presentarse. Un enorme trueno reson�,
y yo dando un respingo, me abrac� fuertemente a Dickie.
�Ey! - exclam� sorprendida.
Lo siento se�orita - dije sin soltarla - �le importa si la
abrazo?
Ella dud� unos segundos, pero decidi� que no hab�a nada malo.
Bueno, pero du�rmete ya.
Qued� pegado a su cuerpo como una lapa, con mi brazo
izquierdo abrazado a su cintura. Ella, por comodidad, rode� mi cuello con su
brazo, de forma que mi cara qued� recostada contra su pecho. Coloqu� mi pelvis
apoyada contra su muslo. Estaba en la gloria, sus tetas eran mejor que cualquier
almohada.
Ahora deb�a controlarme un poco, no pod�a atacar
directamente, pues en ese caso ella me rechazar�a. Deb�a dejar que se relajara
un tanto y que siguiera con su lectura, para ir poco a poco y que sus defensas
bajaran. Esto es muy f�cil de decir, pero hacerlo fue un infierno. El calor de
su cuerpo rodeaba el m�o, calent�ndome, excit�ndome. Su simple respiraci�n me
enervaba, pues su pecho sub�a y bajaba acompasadamente y con �l, mi cabeza que
reposaba apoyada. Sus piernas se mov�an de tanto en cuanto, frotando su muslo
contra mi entrepierna, que yo luchaba por mantener relajada. Pero lo peor era
cuando abr�a los ojos, pues se encontraban directamente frente a su teta
derecha. As� pude apreciar su enorme tama�o. Me di cuenta de que eran mayores
incluso que las de Luisa; sin duda Dickie era la reina en cuanto a volumen
mamario de toda la casa. Su camis�n no ten�a botones en el cuello, sino un
trenzado de cordones, estilo corpi�o. Por esto, y al estar tan tenso el camis�n
debido a la cantidad de carne que albergaba, se ofrec�a a mi mirada un generoso
escote, que me permit�a contemplar una buena porci�n de pecho desnudo, lo que
resultaba de lo m�s er�tico.
Naturalmente, mi lucha era en vano. Aunque resist�
heroicamente durante un rato, finalmente las hormonas pudieron m�s, y mi polla
fue endureci�ndose poco a poco, apret�ndose fuertemente contra el muslo de
Dickie. Por supuesto, ella lo not�, pero no dijo, nada y sigui� leyendo su
libro.
Esto me envalenton�, por lo que disimuladamente, fui
apretando cada vez m�s mi erecci�n contra su pierna. Mis ojos buscaron su rostro
y pude comprobar como un tenue rubor te��a sus mejillas. De vez en cuando
desviaba su mirada hacia m�, pero claro no sab�a c�mo llamarme la atenci�n por
lo que estaba sucediendo, pues para ella yo no era sino un simple ni�o
asustadizo, y �c�mo decirme que apartara la polla de su pierna?
Decid� seguir as� por un rato, esperando a ver qu� hac�a
ella. La situaci�n era de lo m�s er�tica, yo, all� con el pito como una roca
arrimado a su muslamen y ella como si nada. �Como si nada? No. La situaci�n
estaba comenzando sin duda a excitarla. Mi cabeza reposaba contra su pecho, y
pod�a notar perfectamente c�mo se hab�a incrementado el ritmo de su coraz�n.
Adem�s, sus pezones segu�an r�gidos, duros, marcados contra su camis�n.
Dickie segu�a leyendo, aunque me di cuenta de que llevaba m�s
de cinco minutos sin pasar de p�gina, �qu� lectora m�s lenta!
Ya era hora de dar el siguiente paso, me separ� levemente de
su cuerpo serrano y me incorpor� apoy�ndome en un codo. Ella ni siquiera me
mir�, sigui� "enfrascada" en su libro.
Helen - la llam� suavemente.
�Ummm? - respondi� sin apartar los ojos de su lectura.
�Vamos a seguir mucho rato as�?
�C�mo dices? - me dijo mir�ndome con sorpresa.
Que si vamos a seguir haciendo mucho rato el tonto -
insist� con el tono m�s adulto que fui capaz de articular.
No... no te comprendo - balbuce�.
Yo me incorpor� por completo, arrodill�ndome sobre el
colch�n, de forma que mi paquete quedara bien a su vista.
Venga, no disimules, me refiero a esto - dije se�al�ndome
el miembro con un dedo.
Ella se enfad� y me dio una bofetada. El libro cay� de su
regazo al suelo con un ruido sordo.
�Ser�s sinverg�enza! �Esto se lo voy a contar a tu madre en
cuanto venga!
Yo no me acobard�.
�Y tambi�n le dir�s que estabas leyendo libros de
socioeconom�a?
Se qued� petrificada, con los ojos muy abiertos.
S�, s� perfectamente lo que estabas haciendo, aunque sea
joven, no soy est�pido.
No s� de qu� me hablas - insisti�.
Te hablo del libro que hay en tu mesita. �Es por eso que te
has enfadado, porque te he interrumpido cuando estabas a punto de hacerte una
paja?
Sus ojos despidieron chispas mientras trataba de abofetearme
de nuevo, pero esta vez yo fui m�s r�pido y detuve su golpe asi�ndola con fuerza
de la mu�eca. Sujet� su mano con fuerza contra mi pecho y le habl� dulcemente.
Vamos Helen, no te enfades, no pretend�a ofenderte.
Pues no lo est�s haciendo muy bien - dijo secamente, pero
sin intentar liberar su mano.
Compr�ndeme Helen, eres una mujer muy hermosa, me gustas
desde siempre y esta noche, al estar aqu�, contigo, los dos solos, no he
podido resistirme. Enti�ndelo, a mi edad se tienen muchos impulsos, y una
mujer tan bella como t� siempre es objeto de deseo.
Mis palabras parec�an ir abland�ndola poco a poco. Not� que
le gustaba que la halagaran.
Adem�s, yo nunca me habr�a atrevido a decirte nada si no
hubiera pensado que t� tambi�n lo deseabas.
Volvi� a cabrearse much�simo.
��C�oooomo?! �Se puede saber de qu� demonios est� hablando!
Yo la mir� fijamente unos segundos, esperando a que se
calmase.
Me refiero a esto - dije mientras rozaba suavemente su
pez�n con mi mano libre. Estaba como una roca.
Umm.
Un leve gemido escap� de los labios de Dickie, pero enseguida
recobr� la compostura. De un brusco tir�n, liber� su mano y se levant� de la
cama, quedando en pi� junto a �sta.
M�rchate a tu cuarto Oscar. Ma�ana hablar� con tus padres
de tu comportamiento - dijo con tono serio.
He debido dar muy cerca del blanco para que te enfades as�
�verdad? - contest� yo sin moverme ni un mil�metro.
Por favor, vete - dijo se�alando a la puerta.
No, no me voy.
��Se puede saber qu� quieres de m�?! - grit� desesperada.
La mir� muy seriamente y le dije con aplomo:
Hacerte el amor como nunca antes te lo han hecho.
Se qued� absolutamente alucinada, de pi� junto al colch�n,
con un brazo estirado apuntando a la salida, sin saber qu� decir.
Helen, te deseo - susurr� mientras me deslizaba hasta el
borde del colch�n. Arrodillado junto al filo, la abrac� por la cintura,
recostando mi cabeza en su pecho. Ella no atin� ni a apartarse.
�Dios m�o! - susurr�.
Te aseguro que soy mucho mejor amante que ese tipejo del
pueblo del que tanto hablas.
Dickie despert� y se separ� de m�, quedando apoyada de
espaldas contra el armario que hab�a junto a la cama.
Pero �qu� dices?
Te lo repito una vez m�s, no soy est�pido. S� perfectamente
que ese hombre de la estaci�n no es tu prometido, sino s�lo tu amante.
No sabes lo que dices.
S� que lo s�. Tu historia no tiene ni pies ni cabeza, no me
has enga�ado ni por un segundo.
Te equivocas - contest�.
S�, mucho me equivoco. Helen, el cuento que me soltaste no
se sostiene por ning�n lado, me contaste lo primero que se te ocurri�,
pensando que bastar�a para enga�ar a un cr�o, pero no ha sido as�. Al menos,
s� sincera y no contin�es mintiendo.
Pude notar c�mo se resignaba, sab�a que la hab�a pillado.
Helen, ya te dije que yo no te juzgo. Es perfectamente
normal que una mujer atienda a sus deseos y necesidades, y el sexo es uno de
ellos.
....................
Lo que no comprendo es por qu� te resistes a esos impulsos.
Te vas al pueblo y te acuestas con un ga��n imb�cil y sin embargo, aqu�
estamos nosotros, dese�ndonos el uno al otro, completamente solos y a�n as�,
no cedes.
Dickie me mir� durante unos instantes, seria, resignada. Por
fin dijo:
�Qu� es lo que pretendes? �Chantajearme? �Obligarme a
acostarme contigo para que no cuentes nada?
En absoluto - contest� - Te deseo, ya te lo he dicho, pero
quiero que hagas lo que hagas sea por propia voluntad. Ya te di mi palabra de
que tu amante ser�a un secreto entre nosotros, y por mi parte, as� ser� para
siempre.
Not� que mi respuesta la impresionaba vivamente. Se qued�
pensativa durante unos segundos, empezaba a dudar.
Helen, pru�balo, te juro que no te arrepentir�s.
Est�s loco - dijo, pero en su voz ya no hab�a rastro de
enfado.
Entonces, se me ocurri� una cosa y decid� intentar un disparo
al azar.
Adem�s, comprobar�s que soy tan buen amante como mi abuelo.
Pregunta a quien quieras.
�C�mo? - dijo asombrada.
Que puedes preguntar a las mujeres de la casa sobre m�.
Est�s mintiendo - dijo con una sonrisa divertida.
A Vito, Brigitte, Luisa, Mar, Tomasa - exager� un tanto,
claro.
�No me lo creo!
Me levant� de la cama y camin� hacia ella. Mi rostro quedaba
justo a la altura de sus senos, as� que alc� la cara para poder mirarla a los
ojos.
No miento, te lo prometo. Por favor, no te resistas m�s -
susurr�.
Mientras dec�a esto, deslic� mi mano hasta su entrepierna,
donde apret� por encima del camis�n. Ella cerr� los ojos y exhal� un tenue
gemido, dej�ndose hacer.
Te deseo - susurr�.
Est�te quieto - respondi� ella, pero sin ninguna
convicci�n.
Lentamente, me fui arrodillando frente a ella, sin dejar de
acariciarle el co�o por encima del camis�n. Ella se reclinaba contra la puerta
del armario, con los ojos cerrados, disfrutando, vencida ya por completo su
resistencia. Met� mis manos bajo el borde de su camis�n, y fui desliz�ndolas por
sus piernas, levantando el fald�n del mismo hasta que su co�o apareci� ante mis
ojos, tentador.
Ten�a bastante vello, se ve que no se depilaba como mi t�a,
de color rubio, un poco m�s oscuro que el de su cabello. Los labios vaginales se
ve�an hinchados, se notaba la humedad, estaba muy excitada. Introduje dos dedos
entre ellos, separ�ndolos, para poder ver mejor.
Uhgghh - gorgote� Dickie.
Lentamente, pegu� mi boca a su raja y comenc� a lamerla de
arriba abajo, muy despacio, sabore�ndola. Con una mano manten�a su co�o bien
abierto, mientras que llevaba la otra hacia atr�s, para estimular tambi�n su ano
con los dedos. Al soltar el borde del camis�n, �ste cay�, tapando mi cabeza,
aunque no me import� en absoluto. Yo ya no necesitaba ver para recorrer hasta el
�ltimo rinc�n del co�o de una mujer.
Dickie, inconscientemente, separ� las piernas, ofreci�ndose a
m� por completo, sus manos se apoyaron en mi cabeza, por encima del camis�n,
apret�ndola con fuerza sobre su chocho, desde luego se notaba que le encantaba
lo que le estaba haciendo, ya se hab�a olvidado de tontas excusas y de
prejuicios. Era una hembra disfrutando plenamente.
Poco a poco, fui incrementando el ritmo de la comida, chupaba
su raja con fruici�n, penetr�ndola con la lengua, despu�s sub�a hasta su
cl�toris, que estaba enhiesto, y lo succionaba suavemente con los labios,
arranc�ndole a Dickie gemidos de placer. Ella separaba cada vez m�s las piernas,
hasta que lleg� un punto en que �stas ya no la sostuvieron. Su espalda se
desliz� sobre la puerta del armario, cayendo lentamente hasta quedar sentada en
el suelo. Afortunadamente, yo me di cuenta a tiempo y sal� r�pidamente de debajo
de su camis�n, porque sino me hubiera ca�do encima.
Me puse en pi� y la mir�. Estaba sentada en el suelo, con la
espalda apoyada en el armario, las piernas muy abiertas y las manos reposando,
laxas, a sus costados. Ten�a los ojos cerrados y respiraba entrecortadamente.
Abri� los ojos y me mir� fijamente. Cogi� el borde de su camis�n con las manos y
se lo subi� hasta la cintura, mostr�ndome su co�o chorreante.
Sigue - me dijo mientras sosten�a el borde del camis�n.
Yo, en vez de meterme otra vez entre sus piernas, me baj� el
pantal�n del pijama, liberando mi pene completamente erecto.
Ahora te toca a ti - contest�.
Ella a�n no se hab�a corrido y estaba deseando hacerlo, as�
que insisti�.
Por favor - gimi� lastimeramente.
Ch�pamela - respond� yo inflexible.
Nuestras miradas se encontraron, ella me mir� incluso con
odio, supongo que no soportaba el hecho de ser manipulada as� por un cr�o, pero
los latidos que deb�a sentir en el co�o no la dejaban razonar.
Eres un cabr�n - me dijo mientras se arrodillaba frente a
m�.
Y t� una puta - respond� impasible.
Ella estar�a todo lo enfadada que fuera, pero lo cierto es
que no tard� ni un segundo en agarrarme la polla. La paje� levemente con su mano
y a continuaci�n apoy� su lengua justo en la base, y la desliz� por todo el
tronco hasta llegar a la punta, que introdujo en su boca sin dudar. Llev� una de
sus manos hasta su co�o, con la clara intenci�n de masturbarse mientras me la
mamaba, pero yo no estaba dispuesto a dejarla correrse tan pronto.
Quita esa mano de ah� - le dije - te correr�s cuando yo
quiera.
Ella me mir� con los ojos llameantes, durante un segundo
pens� que me iba a mandar a la mierda y me iba a quedar a medias por gilipollas,
pero, lo cierto es que yo nunca me equivoco con las mujeres, as� que ella, tras
dudar un instante, apart� la mano de su co�o y se concentr� nuevamente en m�.
Inici� entonces una mamada bastante experta y muy diferente
de lo que me hab�an hecho hasta entonces, era todo movimiento. Puso sus labios,
su lengua, su garganta, toda su boca ci�endo mi pene, e inici� un r�pido vaiv�n
con la cabeza de atr�s a adelante. Desliz� una mano hasta mi culo y, colocando
la palma sobre mis nalgas, me empujaba adelante y atr�s, incrementando cada vez
m�s la velocidad; no parec�a una mamada, era como si me la estuviera follando
por la boca. Ella no paraba para darme lametones, mordisquitos, ni nada, no la
sacaba de su boca para pajearla, no la recorr�a con la lengua, era s�lo aquel
movimiento enloquecedor, furioso y veloz. Enseguida not� que me corr�a, notaba
los huevos a punto de estallar, y en ese preciso instante, Helen se retir� de mi
polla y d�ndome un fuerte estruj�n en los huevos cort� de ra�z el incipiente
orgasmo.
Esta vez fueron mis rodillas las que no se sostuvieron, y ca�
hacia atr�s sobre la cama. Helen se puso en pi� mir�ndome desafiante.
�Qu� te ha parecido ni�ato de mierda?
�Qu�? - jade� yo.
�Qu� te cre�as? �Que pod�as jugar conmigo? Como ver�s,
conozco algunos trucos con los que t� ni siquiera has so�ado, se�or experto.
Vamos, Helen - yo no razonaba demasiado, s�lo me preocupaba
el sordo lamento de mis cojones repletos de leche.
Espero que hayas aprendido la lecci�n, conmigo no se juega.
Los dos nos quedamos all�, resoplando, excitados hasta m�s
all� de la imaginaci�n, pero ninguno daba su brazo a torcer y le ped�a al otro
que lo aliviase. De pronto, tom� conciencia de la situaci�n, yo all� tumbado con
la polla en ristre y ella de pi� junto a la cama, con los brazos en jarras y
mir�ndome con ojos llameantes. No s� por qu�, pero entonces empec� a re�r de
forma incontrolada.
�Se puede saber qu� te pasa? - pregunt� Dickie perpleja.
Ja, ja, ja.
�Te has vuelto loco?
No, no - dije entre risas - Pero, �t� nos has visto?
�C�mo? - pregunt� Dickie comenzando a re�r tambi�n.
Somos gilipollas - conclu� yo.
Es verdad.
Dickie se sent� en la cama a mi lado y los dos seguimos
riendo durante unos instantes. Poco a poco fuimos calm�ndonos.
Lo siento - le dije - He perdido un poco la cabeza.
S� que lo has hecho - asinti�.
Parecemos tontos, los dos deseando echar un polvo pero
fastidi�ndonos el uno al otro.
Tienes raz�n.
Yo la mir� fijamente y dije:
Vaya, por fin lo admites.
Bueno... - dijo ella dubitativa - he de reconocer que lo
estaba disfrutando. Eres muy bueno.
Ya te lo dije.
Oscar.
�S�?
�Desde cu�ndo sabes lo m�o con tu abuelo?
Dud� unos instantes, pero finalmente opt� por decirle la
verdad.
Lo cierto es que no lo sab�a, s�lo pens� que un hombre como
�l y una mujer como t� bajo el mismo techo...
�C�mo? - dijo sorprendida.
Que no sab�a nada, pero pens� que eso servir�a para
convencerte. Si tienes dos amantes, �qu� m�s te da tener uno m�s?
Dickie estaba alucinada.
Me parece incre�ble que s�lo tengas doce a�os - dijo.
S�, �verdad? Ando bastante despabilado.
�Desde luego! - exclam� ella.
Bueno... - dije yo mir�ndome el pene - �seguimos por donde
�bamos?
No s�... - respondi� ella con tono juguet�n.
Venga, porfaaa... - segu� yo con el juego - Mira, primero
t� y luego yo �vale?
�Y por qu� no los dos a la vez?
�C�mo?
Vaya, Oscar, parece que no sabes tanto como te crees.
Ella se levant� de la cama y se sac� el camis�n por arriba,
quedando totalmente desnuda ante m�. Estaba buen�sima, su cuerpo era magn�fico,
piernas torneadas, cintura estrecha, caderas anchas y un par de tetas que
simplemente cortaban la respiraci�n, coronadas por unos pezones bien enhiestos.
Por ponerle alg�n pero, dir� que estaba levemente, muy levemente rellenita,
quiz�s le sobraban uno o dos kilos, pero a m� me pareci� simplemente perfecta.
�Qu� miras? - dijo.
�A ti que te parece? �Vaya pregunta! �Pues a ti, que est�s
buen�sima!
�Verdad que s�? - dijo sonriente - Anda, t�mbate en el
centro del colch�n.
Yo obedec� con presteza. Entonces ella se subi� a la cama de
rodillas y se acerc� hacia m�. Pas� una de sus piernas por encima de mi cara,
dejando su co�o frente a mi boca y su culo delante de mis ojos, de esa forma,
inclin�ndose hacia delante, tendr�a completo acceso a mi entrepierna. Hoy,
despu�s de haberla practicado mil veces, s� que a esa postura se le llama 69,
pero aquella fue mi primera vez.
�Qu� tengo que hacer? - pregunt� indeciso.
�A ti que te parece? �Vaya pregunta! - brome� ella.
Tras esto, se inclin� vorazmente sobre mi polla y la engull�
de un tir�n. Un estremecimiento de placer se extendi� por todo mi ser; mis
genitales, minutos antes salvajemente torturados, agradec�an ahora este dulce
tratamiento. Sin pens�rmelo m�s, hund� mi rostro entre sus piernas.
Ughtht - farfull� ella alrededor de mi pene.
Lo mismo digo - pens� yo.
A partir de ah� simplemente nos abandonamos al placer. Dickie
esta vez s� me dio una mamada en toda regla, desde luego, no era novata en esas
lides. La lam�a, la chupaba, la pajeaba, la acariciaba incluso contra su rostro,
a esta inglesa le gustaba m�s una polla que una taza de t�. Sus manos
acariciaban dulcemente mis huevos, como disculp�ndose por el incidente anterior.
Yo, mientras, me dedicaba a recorrer hasta el �ltimo mil�metro de su chocho.
Enseguida not� que el cl�toris era su punto d�bil, as� que le dediqu� toda la
atenci�n de mi lengua mientras le met�a un par de dedos todo lo adentro que
pude.
Helen no tard� mucho en correrse. Como antes se hab�a quedado
al borde del orgasmo, no me cost� mucho llevarla al cl�max, pues su cuerpo lo
estaba deseando. Not� c�mo su co�o lat�a alrededor de mis dedos, completamente
empapados de sus humedades.
�Oh my god! �You�re pretty good! �Fuck me! �Fuck me with
your tongueee!
En el momento del orgasmo, se sac� mi polla de la boca y
comenz� a gritar en su idioma natal. Yo no hablaba demasiado ingl�s, pero, en
general, comprend� el sentido de sus palabras.
Ella apret� las piernas, atrapando mi cabeza en medio, pero
s�lo durante un segundo. Despu�s, volvi� a relajar el cuerpo y reanud� su
trabajito en mi polla diciendo:
Sigue, sigue con lo tuyo.
Y enseguida engull� mi polla nuevamente. Desde luego no
entraba en mis planes el parar, as� que reanud� la comida de co�o, esta vez m�s
despacio, saboreando el momento.
Como mi polla hab�a sido maltratada minutos antes, a Helen le
cost� un buen rato llevarme de nuevo al orgasmo, tiempo que yo aprovech� para
hacer que se corriera una segunda vez.
�Diosssss! �No puedo creeerlooo! �No pares! - gritaba, en
espa�ol esta vez.
Cuando alcanz� el orgasmo, yo hund� con fuerza dos dedos en
su interior, apretando y explorando, lo que sin duda le encantaba. Al correrse,
volvi� a interrumpir la mamada, pero esta vez, me paje� la polla con furia
durante el cl�max, lo que me aproxim� a m� un poco m�s a mi propio orgasmo.
As� pues, poco despu�s de que ella reanudara la mamada,
empec� a notar que mis huevos iban a entrar en erupci�n. Me excit�
terriblemente, por lo que increment� mucho el ritmo de mis lametones y
chupetones. Ella lo not� (y disfrut�) y, entonces, justo cuando iba a correrme,
Helen hizo algo incre�ble: Me meti� un dedo en el culo en el momento en que me
corr�a.
�Co�o! �Qu� haceeesss? - grit� desesperado.
Fue el orgasmo m�s brutal que hab�a tenido hasta entonces. A
trav�s de los a�os, otras mujeres han practicado esa t�cnica conmigo, y la
verdad es que nunca me ha atra�do demasiado, pero en esa ocasi�n, no s� si por
ser la primera vez, la verdad es que fue absolutamente alucinante. Mi polla no
expulsaba semen, lo disparaba como una manguera desbocada. Helen manten�a un
dedo hundido en mi ano y con su otra mano sujetaba mi polla, que disparaba leche
a diestro y siniestro. Espesos pegotes impactaban por todos lados, en su rostro,
en sus pechos, en la cama, en el suelo. Yo, con los ojos cerrados y dada mi
posici�n, naturalmente no lo ve�a, pero pude constatarlo poco despu�s.
No s� cuanto dur� aquella corrida, nunca lo sabr� con
certeza, pero a m� me pareci� eterna. Por fin, mi polla expuls� las �ltimas
gotas, perdida totalmente la erecci�n. Helen, cansinamente, descabalg� mi cara y
se sent� en el borde de la cama, a mi lado, Se agach� y cogi� su camis�n, con el
que se limpi� la cara y el cuerpo de los restos de mi orgasmo. Despu�s, se
volvi� hacia m� y con una mano me apart� el pelo sudoroso de la frente. Desvi�
sus ojos hacia abajo y con una sonrisa divertida llev� una mano hasta mi pene,
que acarici� dulcemente.
Vaya, parece que el jovencito ha perdido todo su vigor �eh?
- dijo con sonrisa maliciosa.
Dame unos minutos y ver�s - dije yo acariciando uno de sus
pechos con mi mano - �Joder, qu� tetas tienes!.
Ella, sonriente, se inclin� sobre m�, de forma que sus pechos
quedaron al alcance de mis labios. Yo, sin dudar, comenc� a lamerlos y
acariciarlos con las manos. Eran simplemente magn�ficos. As� estuvimos un rato,
yo estimul�ndola, excitando sus pechos, lo que le arrancaba gemidos de placer y
ella haciendo lo propio con su mano sobre mi miembro, que poco a poco iba
recobrando su m�xima expresi�n.
Cuando mi polla estuvo bien dura, Helen se separ� de m�. Yo
me ech� a un lado en la cama, dej�ndola que se tumbara. Me qued� unos instantes
contempl�ndola, �Dios, qu� hermosa estaba! Sin duda, ley� la admiraci�n en mis
ojos, lo que la turb� levemente. Asi� con delicadeza mi mu�eca y me atrajo hacia
s�.
Ven - susurr�.
Yo me dej� arrastrar. Me coloqu� despacio entre sus piernas y
poco a poco recost� mi cuerpo sobre el suyo. Entonces la bes�. Fue un beso
tierno, dulce, suave, con deseo pero sin prisa, profundo pero con amor. En ese
momento puedo jurar que am� a Helen y creo que ella a m� tambi�n. Segundos
despu�s nuestras bocas se separaron, fue como un sue�o.
Sin decir nada, me incorpor� un poco, agarr� mi polla y la
apunt� bien a la entrada de su gruta. Estaba muy dilatada y mojada, por lo que
entr� sin ning�n problema.
Ahhhh- un dulce gemido escap� de sus labios.
Lentamente, comenc� a empujar, dentro, fuera, dentro,
fuera... Ambos gem�amos de placer, estaba siendo un polvo muy suave, como si
toda la lujuria de antes hubiese sido olvidada. No est�bamos follando, hac�amos
el amor. Pero aquello no dur�. Poco a poco el placer fue nublando nuestros
sentidos, y la lujuria fue gan�ndole la partida al amor. Fui incrementando el
ritmo de las embestidas, nuestros gemidos sub�an de volumen, hasta transformarse
en gritos, las caricias se convirtieron en aut�nticos estrujones, se convirti�
en sexo salvaje.
�Vamos cabr�n! �M�s fuerte! �No te pares! - chillaba ella.
�Te voy a romper el co�o! - aullaba yo.
�S�, eso! �R�mpeme el co�o!
Me dol�an incluso los brazos por el ritmo tan feroz que
estaba imprimiendo. Creo que en este rato ella se corri� una o dos veces, pues
empez� a gritar m�s fuerte, aunque no puedo asegurarlo, pues mi cabeza estaba
completamente ida, no razonaba.
Me incorpor� entonces, quedando de rodillas y, sin sac�rsela,
levant� sus piernas apoy�ndolas en mis hombros, es decir, ahora se la met�a por
detr�s, aunque ella segu�a tumbada boca arriba. En esta postura, mis embestidas
eran a�n m�s violentas, pues pod�a echar el cuerpo hacia delante, dobl�ndose
ella como una pinza. Sus muslos estaban apoyados contra sus propios senos,
mientras yo la embest�a sin piedad.
�Te gusta? �Te gusta esto, puta?
�S�! �Cabr�n! �Sigue!
Un polvo absolutamente salvaje. Ella se corri� otra vez,
farfullando como pose�da. Yo decid� cambiar de postura nuevamente, ya que los
segundos que invert�amos en ello hac�an que me calmara un poco, para poder
alargar as� mi propio orgasmo, pues desde luego yo no quer�a que aquello
acabara. As� pues, se la saqu� del co�o, y d�ndole una fuerte palmada en el culo
le grit�:
�Boca abajo, puta!
Ella no tard� ni un segundo en girarse. Tom�ndola por la
cintura, hice que levantara un poco el culo, poniendo una almohada bajo su
ingle. De esta forma, su culo quedaba en pompa y su co�o se me ofrec�a tentador.
Sin demorarme un segundo m�s, volv� a hund�rsela en el chocho hasta las bolas,
reanudando mi furioso vaiv�n.
�Toma, zorra, toda para ti!
�S�, as�, as�iiiii! - aullaba ella.
Not� que mi orgasmo se aproximaba. R�pidamente, se la saqu�
del co�o, y coloc�ndola entre sus nalgas (como una salchicha entre dos rebanadas
de pan) comenc� a frotarla vigorosamente, con lo que por fin mis huevos entraron
en erupci�n. Fue una corrida muy buena, pero no tan salvaje como la anterior. Mi
polla disparaba pegotes de semen que iban a aterrizar sobre su culo, su espalda
e incluso sobre su pelo.
Tras la corrida, me recost� sobre su espalda, recuperando el
resuello. Los dos respir�bamos agitadamente, sudorosos. Me dej� caer lentamente
a su lado, quedando sentado junto a su trasero. Ella sigui� a cuatro patas,
sobre la almohada, con el rostro hundido contra el colch�n, tratando de
recuperar el aliento. Yo comenc� a acariciarle el culo, mientras un insidioso
pensamiento penetraba en mi calenturiento cerebro.
Helen - dije.
�Ummm?
�Te la han metido en el culo alguna vez? - pregunt�
mientras le separaba las nalgas, echando un vistazo a su ojete.
Ella gir� la cabeza con los ojos chispeantes.
Pero, �a�n quieres m�s? - dijo sorprendida.
Ahora no - respond� - pero dentro de cinco minutos...
Eres un guarro - me dijo con sonrisa p�cara.
Me lo dicen mucho.
Me arrodill� tras ella y separ�ndole las nalgas comenc� a
humedecer su ano con la lengua. Le met� primero un dedo y poco despu�s otro, sin
parar de estimularla. Mi pene (ah, gloriosa juventud) que tras el polvo anterior
no hab�a perdido por completo la erecci�n, no tard� en reponerse. Cuando juzgu�
que Helen estaba lista, unt� mi polla con sus flujos, y apoy� la punta en su
ano.
Ten cuidado - susurr�.
Tranquila.
Poco a poco fui penetr�ndola por el culo. Era una v�a muy
estrecha, pero se notaba que no era la primera vez que se usaba. Mi polla fue
penetr�ndola lentamente, hasta que mis huevos quedaron apoyados contra sus
nalgas. Era bastante diferente a cuando se lo hice a mi t�a Laura, pues se
notaba que a Helen no le dol�a demasiado, sino que solamente lo disfrutaba.
�Te duele? - le pregunt� algo sorprendido.
En absoluto - respondi� ella - pero no seas tan bestia como
antes.
Descuida.
Con delicadeza, inici� el movimiento de mete-saca. Se ve�a
que a Helen le encantaba que la encularan, a juzgar por los gemidos y grititos
que escapaban de su garganta. Ella apret� fuertemente su rostro contra el
colch�n, mientras que sus manos estrujaban las s�banas hasta tal punto que not�
que sus nudillos se pon�an blancos de la fuerza que hac�a.
Su ano era muy estrecho, ce��a mi polla con fuerza. Aunque le
hab�a prometido no hacerlo, la excitaci�n fue nublando mi mente, por lo que
empec� a bombearla cada vez m�s r�pido.
Uf, uf - resoplaba yo.
S�, as� - gem�a Helen.
El ritmo poco a poco fue haci�ndose vertiginoso. Sin querer,
fuimos abandon�ndonos de nuevo al placer, sin pensar, se trataba solamente de
follar.
�S�, as�, cabr�n, dame m�s fuerte! - gritaba Helen.
�Te gusta zorra? �Pues toma!
Al tiempo que empujaba, comenc� a azotarle el culo con la
palma de la mano. Puedo jurar que contra m�s fuerte daba, m�s altos eran sus
aullidos de placer, lo que inexplicablemente, me volv�a loco de excitaci�n.
�Toma, puta, toma! - gritaba mientras le daba tan fuerte
con la mano que le dejaba marcas rojas en la nalga.
��M�s cabr�n!! �Dame m�s! �Pareces maric�n!
Contra m�s me gritaba, m�s fuerte bombeaba yo y m�s duros
eran mis azotes. Aquella mujer era una m�quina de follar. A juzgar por sus
gritos, se corri� dos o tres veces m�s, instantes que aprovechaba para
insultarme y gritarme en todos los idiomas que conoc�a, incluso me llam� cosas
en espa�ol que yo jam�s hab�a o�do.
Aquello era demasiado para m�, mi corrida no se hizo esperar.
Se la saqu� del culo, y agarr�ndomela por la base, procur� que toda la leche
aterrizara sobre ella. Tras correrme, ca� casi inconsciente a su lado. En mi
vida hab�a estado tan cansado. Ella levant� un poco el cuerpo, y acerc�ndose a
m�, me dio un tibio beso en los labios.
Ten�as raz�n, eres incre�ble - me dijo.
T� tambi�n - respond�.
Sacamos la almohada de debajo suya y nos abrazamos, quedando
pronto profundamente dormidos. Horas despu�s, Helen me despert�, indic�ndome que
era mejor que mis padres no me pillaran all� por la ma�ana. Me levant�
tambaleante y recog� mi pijama y mi almohada.
Te acompa�ar�a a tu cuarto - me dijo - pero dudo que mis
piernas me sostuvieran ahora.
Yo, sonriendo, la bes� en los labios. Sal� del cuarto y cerr�
la puerta tras de m�. Me dirig� con paso cansino hacia mi cuarto mientras
pensaba:
- Bendita tormenta.
Continuar�.
TALIBOS
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