Entre Santiago y ella me ataron a una palmera y volvieron a incorporarse al grupo... jaleando con gritos y risas a los hombres que se estaban follando a su hija peque�a... me ech� a llorar de impotencia... oyendo los jadeos de placer que daba Sara...
Consegu� los favores de mi prima, pero despu�s de disfrutar siempre me encaraba lo prohibido de nuestra relaci�n. Hasta que un d�a su culito dijo otra cosa. Este relato lo publiqu� a�os atras en forma an�nima, pero ya es hora de dar la cara.
Se ha decidido, Alberto, a sus 13 a�os, tiene que ser el amor y se�or de su casa. Y mientras tanto, ninguna de sus futuras mujeres pierde el tiempo.
Si por la tarde hab�a armado un pleito terrible contra sus hermanas por lo que hicieron, c�mo era posible que ahora la madre deseara a su propio hijo con tanta desesperaci�n?