Relato: La saga de Lorena V



Relato: La saga de Lorena V

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Hac�a tres d�as del �ltimo encuentro con Javi, y Lorena no hab�a vuelto a pedirle que paseara por all�. De hecho, no hab�a vuelto a pedirle nada, salvo mantener la establecida rutina de vestir invariablemente sexy y provocativa. A menudo incluso escogiendo ella misma la ropa que deb�a llevar, pero nada m�s. Mercedes comenzaba a considerar la posibilidad de que la ni�a se hubiera sentido muy dolida tras las palabras que le dedic� tras aquel, y no se sintiese con �nimos de continuar con aquello. Hoy hab�a vuelto a elegir su ropa, y lo hab�a hecho contando bastante con su propia opini�n, aunque intentando aparentar en las formas, aunque las dos supieran que no era as�, que la elecci�n hab�a sido �nicamente suya. De nuevo, vest�a provocativa como siempre, pero con bastante clase en esta ocasi�n, con un conjunto inspirado en un modelo que luci� Esther Ca�adas un a�o en la pasarela de Mil�n. Se trataba de un elegante conjunto gris perla, de pantalones de pinzas blusa totalmente transparente abrochada hasta arriba. Era completado este por una chaqueta y un pa�uelo que se cruzaba sobre el torso tras dar la vuelta al cuello, pero obviamente estos dos elementos le quedaban vedados por el momento, con objeto de que nada ocultara a la vista sus tetas.

Claro que ella no era la preciosa modelo alicantina, que donde luc�a bell�sima y superclase, su madre lo hac�a bella tambi�n, aunque salvando las distancias evidentemente, y voluptuosa. No era su madre Esther, pero a nivel de los mortales segu�a siendo una diosa. Complet�ndolo, llevaba un bonito recogido que ella misma se hab�a encargado de hacerle.

-Mam�Los ni�os han vuelto a colgar el bal�n en el tejado.

Mercedes mene� la cabeza como diciendo ��vaya por Dios�!

-Vale, vamos por ella.

-No podemos. Se llev� la escalera el otro d�a el jardinero, y a�n no la ha tra�do de vuelta, �no te acuerdas?

Pareci� pensarlo por un momento, tras el cual se encogi� de hombros finalmente.

-Pues lo siento por los ni�os, pero se les acab� el juego por hoy.

-Pobres�me dan pena.

-Y a m�. �Pero que quieres que haga?

-Creo que los del 12 tienen una. �Por qu� no se la pedimos?

-�C�mo sabes que la tienen?

-La he visto a veces en su jard�n. No s� si es suya o la ten�an prestada, pero vamos�

-Est� bien. Ve y preg�ntales.

La ni�a la mir� con cara de gorrioncillo abandonado.

-A ver� �qu� pasa ahora? �pregunt� Mercedes.
-Ser�a mejor que fueras t�. No me cae muy bien ella.

-�Y eso? �Hab�is discutido por algo?

-No�es solo que no me gusta. Muy cre�da, como te mira al pasar�

Mercedes sonri� divertida. No hab�a forma de permanecer demasiado tiempo seria con ella. Era �la ni�a de sus ojos�.

-Vale, ya voy yo.

-Gracias. Pero no les digas que te dije yo lo de la escalera, �vale? No quiero que piensen que estoy pendiente de ellos.

Mercedes sonri� de nuevo.

-Vale.



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Cuando Mercedes sali� a la calle, se extra�� de no ver a ning�n ni�o. Bueno, se dijo. Estar�an dando vueltas por all�. Se trataba del interior cerrado de una urbanizaci�n de bungalows, y no deb�an andar lejos. Camin� entonces recorriendo la distancia que le separaba del n�mero 12, encontrando la puertecita de entrada al jard�n abierta al llegar. Entr� y, tras subir los 3 escalones que acced�an al porche, puls� el bot�n del timbre. Al cabo de unos segundos, un chico joven abri� la puerta. Mostraba su escultural torso sin camiseta, y Mercedes crey� en ese momento ser la protagonista de alg�n anuncio de perfume masculino. Algo as� como �he encontrado a �Jaqs�.

Resultaba el chico atractivo donde los hubiera. Un morenazo guapo, guapo, con la barba de varios d�as sin afeitar y el torso descubierto. Al verla, sus vivaces ojos marrones parecieron brillar especialmente, apoy�ndose entonces en el marco de la puerta, dejando descansar sobre �l su hombro y ladeando la cabeza para mirarla p�caramente. Mercedes se sinti� de nuevo turbada, como d�as antes ante Javi. En los �ltimos, muchas veces sus hormonas hab�an sido provocadas, y su estado emocional no era el m�s apropiado para encontrar m�s tentaciones.

-Hola, vecina �salud� con voz perfectamente moderada y sensual. Ella no lo sab�a, pero el chico la ten�a bien vista. Se trataba de la madre de la ni�a con que hab�a hablado M�nica hac�a algunos d�as. Y le hab�a contado cosas muy interesantes de ella. Tanto m�s por cuanto resultaba ser la �mami� en cuesti�n una aut�ntica bomba. La mir� a los ojos, y vio en ellos un brillo muy especial que �l conoc�a bien. Era muy similar al que acostumbraban reflejar los bellos ojos verdes de su propia mujer, ese brillo que suelen compartir las mujeres de lascivia salvaje.

-Hola�-correspondi� un tanto cohibida Mercedes. No le resultaba f�cil soltarse en presencia de un t�o tan bueno tras todo lo ocurrido �ltimamente. �Veras�los ni�os han colado el bal�n en mi balc�n, y el jardinero se llev� hace unos d�as nuestra escalera, sin haberla tra�do todav�a de vuelta. Me ha parecido ver una en vuestro jard�n a veces al pasar. �Podr�ais dej�rmela si la ten�is?

�! Vaya, vaya�, pens� �l. Sonri�. Jos� no hab�a escuchado las voces de ningunos ni�os jugando all� esa tarde de s�bado, y en su jard�n nunca hab�a habido ninguna escalera. Baj� los ojos para mirar sus enormes tetas, perfectamente transparentadas a trav�s de la blusa. ��Qu� te parece como se ha vestido la zorra?�. La ni�a hab�a advertido a M�nica de que su madre los ten�a en �su punto de mira� y de que en cualquier momento podr�a abordarlos. Parec�a que no ment�a. Tal como se presentaba vestida y sin preocuparse de elaborar una excusa m�s convincente para llamar a su puerta, era obvio que ven�a �a por todas�. Volvi� a mirarla a los ojos, y volvi� a ver en ellos aquel brillo. Acompa�ado de una especie de turbaci�n ahora, pero evidente. �Y encima de corte f�cil �Deliciosa!

-�Qui�n es, cari�o? �se escuch� una sensual voz femenina acercarse, apareciendo un segundo despu�s una preciosa rubia a su lado, con el pelo un tanto revuelto y �nicamente cubierta por una especie de tela de seda verde, que los descarados pezones de sus peque�os pechos amenazaban perforar. -�Ah, hola! �salud� con una sonrisa al ver a Mercedes. En sus ojos, un destello cuya naturaleza no acert� a definir. A la vez, en los de Mercedes apareci� otro de comprensi�n.

-Creo que he llegado en mal momento, perdonadme. Ya encontrar� otra.

-�No, no! No payanada. Nuestra vecina ha visto nuestra escalera, y nos pregunta si podr�amos dej�rsela.

La rubia la mir� sonriente.

-Claro que s�. Pasa.

Se apartaron entonces para franquearle el paso, y Mercedes.

-Gracias �respondi� con una sonrisa ya m�s tranquila, a la vez que escuchaba la puerta cerrarse tras ella. Cuando apareci� aquel Adonis ante ella de semejante guisa, sinti� flaquear sus piernas y a�n m�s su fortaleza interna. La hab�a mirado con deseo, descaradamente, sin molestarse en disimularlo, y Mercedes hab�a temido no tener la suficiente para resistor un eventual asalto de aquel yogurcito tras los acontecimientos de los �ltimos d�as. Pero ahora, la presencia de la chica la tranquilizaba. Delante de ella, nada pod�a intentar. Adem�s, era obvio que los hab�a sorprendido en pleno�Seguramente por ello el chico la hab�a mirado as�, era comprensible. Y desde luego, deb�an ser una gente encantadora. A pesar de todo, no se hab�an mostrado molestos, que hubiera sido lo m�s normal, haci�ndolo en cambio supersimp�ticos.

Pero el espejismo de Mercedes no estaba destinado a durar mucho. Justo hasta sentir una mano acariciando su culo por encima de la ligara tela del pantal�n. Mercedes dio un respingo, a la vez que a su lado, llegando desde atr�s, aparec�a sonriente Jos�.

-Durito �observ� obsequi�ndole con un gui�o. Acerc� entonces sus labios hasta los de ella para besarlos. Un beso ligero que ella no supo evitar. Ni siquiera hizo adem�n de apartarse. El atractivo macho la miraba a los ojos, conmocionando lo m�s profundo de su ser, convertido en epicentro desde el cual part�an ondas s�smicas que la hac�an temblar de deseo. Volvi� a besarla, y esta vez abri� la boca para recibir en ella la lengua invasora. Jos� se separ�, y volvieron a mirarse. La resistencia de Mercedes estaba vencida, entregada. Desde atr�s, unas manos femeninas llegaron para agarrar sus enormes tetas, sob�ndolas.

-Vaya, �vaquita� �susurr� en su o�do la voz de la chica. -Tienes unas tetas deliciosas.

Jos� volvi� a besarla, y acab� por entregarse definitivamente, con pasi�n. Por unos momentos, Jos� y M�nica se dedicaron a besarla y sobarla por todo el cuerpo, permaneciendo Mercedes entregada con los ojos cerrados y la boca entreabierta, emitiendo suspiros de placer. Luego, �l se separ� y ella la rode� para, arrodill�ndose ante �l, bajarle los slips y obsequiarle con una deliciosa mamada. Jos� la mir�, mientras ella observaba como hipnotizada.

-�No vas a unirte a la fiesta? �pregunt� sensualmente.

Las bellas esmeraldas de M�nica se alzaron entonces para, sin dejar de mamar, mirarla glotona.

-Vamos vaquita �la invit� sacando moment�neamente aquel maravilloso trozo de carne de su boca. �Aqu� hay para las dos.

Ya el cerebro de Mercedes hab�a comenzado a emitir los impulsos el�ctricos que llevaban a sus m�sculos la orden de avanzar para arrodillarse y unirse, cuando en su cintura son� el m�vil que a ella llevaba acoplado, sac�ndola del trance. Confundida, lo liber� de su estuche para llevarlo a su o�do, contestando a la llamada.

-�S�?

-�Lorena? �se escuch� extra�ada la voz de Francisco. No le extra�aba. Aquel era el tel�fono de la ni�a. Hab�a estado esta duch�ndose y haciendo unas cosas, por lo cual le hab�a pedido que lo tomara y permaneciera atenta a �l, pues ten�a que llamar Francisco. Despu�s, hab�a olvidado devolv�rselo. En el rostro de Mercedes se dibuj� una semisonrisa.

-No, no soy Lorena. Pero muchas gracias por llamar. �Click�.

Evidentemente, hab�a sido presa de otra de las encerronas de su hija. Pero al mismo tiempo, el azar se hab�a encargado de hacer justicia salom�nicamente, convirtiendo el m�vil de su hija en el instrumento que la sacara de su estupor salv�ndola en el �ltimo momento de cometer nuevamente un error lamentable.

-Lo siento, chicos. Esto ha sido un error. He de irme.

Jos� y M�nica la miraron comprensivos.

-No te preocupes. Si alguna vez te apetece�ya sabes, estamos aqu�.

-Gracias, pero no creo.



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Cuando volvi� a casa, encontr� a Lorena en la cocina, prepar�ndose una ensalada. La ni�a la mir�, y ella le dedic� una sonrisa.

-2 a 0. Hab�is vuelto a fallar. Solo os queda una prueba m�s.

Sin esperar respuesta, se dio la vuelta para dirigirse a la planta superior. Quer�a disfrutar su momento de triunfo a solas en su habitaci�n. Se sent�a fuerte y poderosa en ese momento. Tras haberse impuesto por segunda vez a lo m�s d�bil de su naturaleza, se sab�a fuerte para afrontar lo que fuera. �Una m�s�, se dec�a. �Solo una prueba m�s, y se habr� acabado. Despu�s de la diab�lica inteligencia de que hab�a hecho gala la peque�a, no ser�a nada f�cil superarla. De hecho, y considerando la progresi�n en dificultad desde la primera a la segunda, iba a resultar con toda seguridad algo que desafiara definitivamente sus convicciones. Pero era demasiado tarde. Lorena hab�a cometido un error. A trav�s de sus juegos, le hab�a permitido conocer la real dimensi�n de su fortaleza y, ahora que sab�a cual era esta, sab�a asimismo que nada podr�a vencerla. Sonriente, se llev� un cigarrillo a los labios y lo encendi�, aspirando profundamente. Luego, lentamente, expuls� el humo, mirando sin ver a trav�s de �l.



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Cuando Mercedes lleg� al sal�n, procedente de la estancia superior, encontr� a su hija enzarzada en un lascivo morreo con Francisco, que sobaba las grandes tetas de la ni�a con avaricia mientras esta le acariciaba el pecho. Su marido estaba en el trabajo, y su hijo con sus amigos, por lo cual solo ella quedaba en la casa, y evidentemente no era obst�culo para sus magreos.

-�Ejem! �carraspe� para hacer notar su presencia. Hab�a sido �convocada�, y all� estaba, preparada para someterse a la �ltima de aquellas est�pidas pruebas.

-Hola, mam�. �Cu�ndo has llegado?

-�Qu� mas da? Est� claro que no lo hab�is notado, haya sido hace un segundo o una hora.

La ni�a sonri�.

-Tienes raz�n.

-�Y bien? �a�adi� Mercedes orgullosa, dispuesta a enfrentarse a lo que quiera que hubiesen ideado esta vez.

-Te hemos llamado por el tema de tu �ltima prueba.

-Lo puedo imaginar. �Y bien?

-Nada.

Mercedes la mir� sin entender.

-Hemos decidido que no es necesario que pases ninguna prueba m�s.

Se sinti� confusa, como si no entendiese las palabras. Mir� a Francisco, luego volvi� a mirar a su hija.

-Perdona�creo que no te entiendo bien. �Qu� me est�s diciendo?

-Que se ha acabado. Eres libre.

Por un momento, Mercedes sopes� el que se estuvieran quedando con ella.

-�Oh, no! �exclam� sonriendo con forzado sarcasmo. -�No me lo trago!

Lorena se levant� entonces para acercarse hasta ella.

-Toma �le ofreci� un CD tras tomarlo de encima de la mesa. Mercedes lo mir� confusa.

-�Qu� es?

-Tu polvo con Francisco. La �nica prueba que existe. Es tuya.

-No me lo creo. �D�nde est� el truco?

-No hay truco, mam�.

-Ya, y yo me lo creo. Seguro que hay m�s copias.

-No hay m�s copias � le respondi� la muchacha mir�ndola serena a los ojos. Eres libre, el juego ha acabado.

Mercedes qued� con la boca abierta como una est�pida.

-�Que no, que no! �Que no me lo creo!

Parec�a empe�ada en no hacerlo.

-Se ha acabado el juego, mam�. Se trataba de hacer algo divertido, que cre� acabar�as disfrutando. Pero obviamente no ha sido as�. Te lo dije cuando empez�; te quiero m�s de lo que puedas imaginar, y yodo esto lo he hecho por ti. Pero es evidente que estaba equivocada, y no deseo seguir con algo que t� no deseas. Esa es la �nica copia que existe del CD. Destr�yela, y nunca nadie sabr� lo que pas� entre t� y Francisco.

Mercedes permanec�a en silencio, si saber que responder.

-Para hoy, ten�amos preparado algo especial. Pap� y los chicos de la oficina ultiman un contrato con una gente de Madrid. Algo bastante importante, tras lo cual llevan bastante tiempo. En estos momentos, pap� anda discutiendo tecnicismos est�pidos con un par de pringadillos como �l, sin saber que la verdadera �negociaci�n� se va a llevar a cabo en un chalet alquilado en la zona de la playa. �Hizo una pausa para gui�arle un ojo sonriente.- Dos zorritas, madre e hija, iban a ser las encargadas de terminar de convencerles. Eran un poquito reacios a firmar, pero el morbo de mont�rselo con dos golfas as� emparentadas, mientras manten�an al tonto del marido a distancia discutiendo detalles insignificantes les pudo, aceptando finalmente. Algo muy perverso y que esperaba gozases conmigo.

Para estas alturas, cont�bamos con que ya tu reticencia deb�a haberse desmoronado, superada por tu verdadera y poderosa naturaleza sexual. Pero nos hemos equivocado. No ca�ste con Javi, ni tampoco con el vecino. No consigo comprenderlo, pero el caso es que no lo hiciste. Y yo no soy quien para pretender que vayas contra nuestra voluntad.

En ese momento son� la melod�a de su m�vil.

-Disc�lpame un momento �pidi�, tomando el aparato de la mesa. -�S�?...S�, soy yo�Claro que lo soy�No, al final no podr� ser� �No, yo s� que voy, por supuesto! Lo que quiero decir es que no podr� ser el d�o que os prometimos �mir� a su madre como diciendo �qu� se le va a hacer!- Pero bueno, me ten�is a m�S�-a�adi� con una p�cara sonrisa-�claro que me atrevo con todos� �c�mo? �Ja, ja, ja! �Es crees? No es la primera vez que soy el centro de un numerito as� �Ja, ja, ja! �Est�s loco!...Vale, a las 9:00 entonces. S�, tomo nota.

Gir�ndose, pidi� a Francisco por se�as que tomara papel y boli y escribiera.

-Playa San Juan�avenida�n�mero 13. OK, all� estaremos. �Sonri� de nuevo. -�Tonto! Ya lo ver�s. Nos vemos. Un besito. Donde t� quieras. �Clik�.

-Bueno �a�adi� mirando a su madre.- No hay mal que por bien no venga. M�s carne para mi sola.

Se volvi� entonces hacia Francisco.

-�Has tomado nota?

-S�, pero no hac�a falta. Tengo buena memoria.

-Bueno, pues vamos. Quiero pasar por un par de sitios antes.



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Mercedes qued� sola en casa cuando Lorena y Francisco salieron. Totalmente confundida, se dej� caer en el sof�. �Qu� estaba pasando? O sea, �qu� estaba pasando? En aquel momento, se sent�a mucho m�s llena de dudas que en cualquier otro desde que todo esto empezara. En realidad, toda ella era un inmenso mar de estas. Durante todo ese tiempo hab�a estado luchando contra su debilidad. La tentaci�n le hab�a sido presentada, y su fortaleza hab�a prevalecido. Ahora, por fin, era libre. Ya no ten�an nada con que chantajearla Francisco y la ni�a. Se acabaron aquellas pruebas. Ya no tendr�a que enfrentarse de nuevo a sus propios demonios, ni vestir de aquella manera tan escandalosa. Alz� un tanto la mano, colocando el CD frente a ella para mirarlo. Sonri�. �Hija de puta� �C�mo pod�a poseer tal diab�lica inteligencia una criatura de apenas 14 a�os de edad? ��Ja, ja!�, ri� ella sola al comprenderlo todo. �Se acab�, hab�a dicho. �Hemos decidido que no es necesario que pases ninguna prueba m�s�. �C�mo pod�a ser tan sat�nicamente perversa? �Aquella era la aut�ntica prueba! Las dos anteriores no hab�an sido m�s que un par de fantochadas para avivar su l�bido y despertar su conciencia sexual, prepar�ndola para este momento. Ahora lo ve�a claro. La ni�a ten�a raz�n, era un put�n igual que ella. Siempre hab�a deseado liberarse y entregarse a u aut�ntica naturaleza, pero s�lidos muros levantados por el convencionalismo y la est�pida moral, hab�an resultado formidables obst�culos que hasta entonces hab�an triunfado en la labor de contener la furiosa marea de su sexualidad. Cuando comenz� el juego, Lorena la oblig� a vestir escandalosamente y provocar con su actitud. La hab�a hecho pasear de tal guisa por la calle, y sobre todo ante el guap�simo Javi. Cosas con las que ella disfrutaba, aunque quisiese neg�rselo a s� misma, escud�ndose tras aquello de estar siendo chantajeada. Algo muy conveniente, que le hab�a permitido disfrutar de todo aquello, manteniendo su conciencia de mujer virtuosa, que hac�a aquello por imposici�n, no por voluntad. Pero �ay!, ahora se hab�a acabado todo eso. Ya Lorena no la obligar�a nunca m�s a vestir as�, ni a insinuarse a Javi, ni a Jos�ni a ning�n otro t�o bueno. Ya no tendr�a excusa para pasear ense�ando sus tetas a todo el mundo, ni para provocar a estos�Su vida volver�a a ser la de siempre. Y se sinti� desesperar, como al borde del abismo. Era como si a un drogodependiente, que hubiera heredado su dependencia sin haber llegado a catar nunca la droga que la produc�a, le hubiesen dado a catar un poco de esta, despertando el diablo que dorm�a en su alma. Mir� el papel con la direcci�n escrita que Francisco hab�a olvidado en la mesa. Hab�a llegado al momento cr�tico, en el cual el camino se bifurcaba para no volver a converger jam�s. En una direcci�n, esperaba un mundo de lujuria y desenfreno. En el otro, una de decencia y moralidad. Una vez dado un paso en cualquiera de las dos, no hab�a posible marcha atr�s. Si optaba por lo segundo, nunca m�s se presentar�a ante ella la oportunidad de liberar a la zorra que llevaba dentro. Si optaba por el primero�S�, la ni�a hab�a jugado perfectamente sus cartas. Hab�a que quitarse el sombrero ante ella.



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�Ding-dong�, son� el timbre de la puerta. ��Ya abro yo!�, se oy� una voz masculina procedente del interior. Un momento despu�s, la puerta se abr�a, apareciendo tras ella un tipo guapo y sonriente, vistiendo impecable traje de franela y peinado su pelo negro engominado hacia atr�s. Tendr�a unos 27 o 28 a�os aparentemente, y a Mercedes se le antoj� el insufrible triunfador que piensa que las mujeres comen en su mano, ansiosas por recibir una se�al suya para caer rendidas a sus pies. �Delicioso!

El hombre qued� impactado con la soberbia hembra que apareci� ante �l al abrir la puerta, aunque sin dejar que trascendiera a su expresi�n. Un aut�ntico �curv�dromo�, vestido �nicamente con un ligero vestido de algod�n blanco. Ce�ido y largo hasta los tobillos, resultaba obvio que nada m�s quedaba entre �l y la femenina piel. Marcaba perfectamente los pezones que coronaban las evidentemente sueltas tetas, y a contraluz marcaba la zona donde las piernas se juntaban para saludar la entrada a la gruta del placer femenina. Abotonado de arriba abajo, llevaba varios botones desabrochados tanto en una direcci�n como la otra, los suficientes para resultar escandalosa.

-�Vaya, vaya! �Qu� tenemos aqu�? �Puedo ayudarte en algo, nena?

�Nena�, repiti� mentalmente con desprecio Mercedes. Aquel t�o parec�a un compendio de todo aquello que pod�a aborrecer en un hombre. Crey� que podr�a llegar a amarlo.

-Pues creo que s�.

El tipo le mir� las tetas con todo el descaro del mundo.

-Pide lo que quieras, estamos para servir.

-Pues ver�s, es que estoy supercachonda �el chico sonri�. �Tengo un marido cornudo e idiota que no se entera de lo puta que soy muy lejos, y una hija tan puta como yo muy cerca. De hecho, dentro de esta casa.

Apareci� en ese momento la ni�a abrazada con otro chico similar, pero rubio.

-Es mi madre �coment� sonriendo feliz.

-�Hal�! �exclam� el rubio clavando sus ojos claros en las enormes tetas de Mercedes. -�Todo eso es tuyo? �pregunt� a la vez que alargaba un brazo para agarrar una y sobarla. Mercedes sonri�.

-No cari�o, es vuestro. Para hacer con ellas lo que quer�is.

-�Buuuff! �resoplaron los dos a la vez excitados.

-Ya ver�is, s� hacer maravillas con ellas.



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-Vaya, veo que finalmente has decidido venir �la salud� Francisco en la cocina, a solas con Lorena y ella. Se hab�an retirado all� un momento para hablar sus cosas.

-No creo que te sorprenda mucho, cabronazo.

Solt� el taco con gracia y desparpajo, y Francisco rompi� a re�r.

-Se te �olvid� el papel sobre la mesa.

Mir� a Lorena, y la ni�a esboz� un gesto de falsa y gracioso rubor.

-�Ja, ja, ja! �rieron los 3.

-�De donde has sacado esa diab�lica inteligencia, bicho?

De nuevo aquel gesto, como diciendo, ��qui�n?, �yo?

-Lo planeaste todo a la perfecci�n. Algo digno de una versi�n er�tica de �misi�n imposible�.

-�Ja, ja, ja! Te dije que te conoc�a. Mis genes de ninf�mana deben haber salido de alg�n lado, y del idiota de mi padre, como que no.

-�Ja, ja, ja! Ten�as raz�n. Una putita solo puede salir de un put�n.

Se miraron a los ojos, incapaces de contener el orgullo que sent�an la una de la otra, y que se reflejaba en ellos en forma de un brillo muy especial. Lorena mir� el vestido, como percat�ndose entonces de �l.

-Es precioso. No te lo conoc�a.

-No lo ten�a. Lo compr� de camino.

Lorena la mir� sorprendida.

-Dej� mi ropa en la tienda, ma�ana pasar� por ella.

-�Por qu� no la dejaste en el coche?

-�Coche? �Qu� coche? He ido paseando las tetas por toda la ciudad hasta la parada de bus, ni siquiera taxi. Que me las vean bien, que a partir de ahora van a ir sierre as�. Por cierto, que en el bus me han puesto a tono con las sobadas. Ven�a lleno de gente, y he procurado provocar bien.

Lorena sonri� felic�sima, y se acerc� para darle un beso.

-Te quiero, mam�.

-Y yo a ti, bicho.

-Bueno -salud� alguien entrando en la cocina-, veo que finalmente tenemos a las dos putitas.

-A la putita y al put�n �le corrigi� Mercedes sonriendo.

-Bueno, pues venga, empezad a servir.

El tipo era alto y barrig�n. Tendr�a cerca de 50 a�os y deber�a pesar al menos 130 kilos y parec�a ser el que llevaba all� la voz cantante.

-Dime, Alfredo,�cu�l te gusta m�s? �pregunt� Francisco. El gordo las mir� bien, como quien selecciona un vestido en una tienda.

-Est� claro, la ni�a. Donde se ponga la carne joven, que se quiten las viejas.

A Mercedes le encant� verse as� tratada.



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Comenzaron entonces a servir las bebidas, cual si de dos criadas se tratase. Los hombres adulaban continuamente a la ni�a, a la vez que se met�an con Mercedes y sus defectos, llam�ndola �vieja�, �vaca� y otras lindezas. Y a ella le encantaba. Se sab�a mujer bella y toda la vida hab�a sido muy narcisito, con lo cual su acentuada vena masoquista, siempre procurando dormir definitivamente, siempre sin �xito, gozaba sobremanera, humedeciendo su vagina en anticipo de lo que habr�a de venir.

No perd�an ocasi�n aquellos de tocar sus tetas o acariciar su culo cuando se inclinaba sumisa para servirles. Le pon�an zancadillas a las que ella contestaba con la m�s luminosa de sus sonrisas, y pronto los magreos comenzaron a transformarse en aut�nticos y dolorosos estrujones, que ella agradec�a cual si del m�s placentero de los masajes se tratara.

-�De verdad son madre e hija? �pregunt� alguien alucinado. Sonriente, sac� Francisco del bolsillo de su chaqueta los DNI de ambas.

-Incre�ble.

-Y, �qui�n es m�s puta de las dos? �Se sabe?

-�Ja, ja, ja! �rieron todos.

-No, no se sabe. Pero podemos hacer la prueba ahora para saberlo.

-Es buena idea �convino el gordo. �Propongo una competici�n de mamadas. �Juan, jorge!

Juan y Jorge eran los dos hombres del grupo que m�s tardaban en correrse. Alfredo lo sab�a bien por las juergas que se corr�a con sus subordinados en los clubes. El primero, era un hombre de unos 42 o 43 a�os, con la imagen t�pica de alguien de su edad. Ni guapo ni feo, ni alto ni bajo, ni calvo ni con mucho pelo�con una barriga un tanto prominente que era lo �nico en �l que destacaba. El otro, un muchacho de unos 22, al fijarse en el cual a Mercedes se le encendieron los ojos. Se trataba de un yogurcito morenito de los que hacen babear a las treinta�eras, con una imagen quiz� demasiado juvenil para su edad que lo convert�a en una aut�ntica golosina.

-�C�mo las emparejamos?

-Simple, lo echamos a suertes �propuso Francisco.

-�C�mo?

-F�cil. Una pregunta �Cu�l de las dos quiere contestarla?

-Yo �se adelant� atrevida Mercedes.

-�Cual de los dos tiene la polla m�s grande?

Mercedes mir� los paquetes, intentando calibrarlos. Pero no le result� posible a trav�s de la tela de los pantalones.

-El yogurcito �dijo a boleo. El chaval sonri� al verse as� halagado.

-�Y bien? �Ha acertado?

-Por 3 cent�metros �confirm� el chico.


A Mercedes se le iluminaron de nuevo los ojos al ver que le hab�a sonre�do la suerte, aunque Lorena tampoco pareci� disgustada por la suya. Con una mirada de puro vici� brillando en su rostro, se acerc� hasta el gordito, sent�ndose sobre sus piernas en el sof� y reclin�ndose sobre �l para besarlo. Un largo y lascivo beso con lengua, a la vez que le masajeaba la barriga, deleit�ndose en ello. Le encantaba ese tacto blando del tejido adiposo. Evidentemente, no era comparable al del puro m�sculo y los abdominales como tablas de fregar, pero ten�a un morbo muy particular no obstante.

-OK, pues. Ten�is que hacer correrse a vuestro chico, mientras el cron�metro cuenta. Cuando acab�is, lo pararemos. Despu�s, cuando hay�is terminado las dos, cambi�is de pareja, y lo conectamos de nuevo. As� no afectar� si uno de los dos es menos resistente que el otro, pues habr�is hecho correrse a los dos. �Entendido?

Ambas afirmaron con la cabeza.


-Bueno, �gordito� m�o �le susurr� cari�osamente, sin dejar de acariciarle la tripa-. No vas a dejarme mal, �verdad? �Verdad que me vas a llenar la boquita con tu rica leche antes de que el guaperas se la llene a mi madre?

Diciendo esto, tom� una de las manos del hombre para llevarla hasta una de sus tetas, comenzando a guiarla en su movimiento de masaje circular. Volvi� a besarlo.

-Me tienes como un horno, loca por mam�rtela.

-�Buuuuff! �Buf� el tipo-. �Menudo put�n! Si sigues as�, puede que me corra incluso antes de que empieces a mam�rmela.

Lorena sonri� melosa.

-�Cu�ntos a�os dices que tienes?

-14.

-�14? �Tengo una hija de 17 y parece una ingenua a tu lado!

-Bueno �contest� sonriendo igualmente-, eso es porque no es tan puta como yo. �Ya come rabos?

-�Qu� dices! Ella es una estudiante con novio formal y decente. Te proh�bo que hables as� de ella.

-Tranquilo. El nombre de tu preciosa hija no se ensuciar� en esta boca de puta. �Lo ves? Ella es una chica decente, y yo una puta. Yo ya com�a pollas cuando ella todav�a jugaba con mu�ecas. A m� me gustaba m�s jugar con las pililas de mis amiguitos, y con la polla de alguno de sus hermanos mayores.

Mercedes se estaba sorprendiendo con aquello que estaba sabiendo de su hija, pero no por ello dejaba lo suyo. Sentada sobre el regazo del yogurcito, al igual que su hija lo estaba sobre el del cuarent�n, miraba a este con ojos de sincero amor, moment�neo, pero amor, coloc�ndole las tetas ante la cara para hacerle saber que eran suyas para lo que deseara. El chico por su parte, la miraba igualmente fascinado, con esa fascinaci�n que en los j�venes despiertan las bellas maduras. Antes a los ojos, ahora a sus melones, pero siempre fascinado.

-Mu�rdemelas �le susurr� al o�do. Y el chico no se hizo de rogar, tomando uno de sus pezones entre los dientes.

-Fuerte, mi chulo. Muerde con fuerza.

Y apret� arranc�ndole un grito de puro placer/dolor.

Al cabo de unos minutos, ambas hembras estaban arrodilladas ante sus respectivos machos, la cabeza entre sus piernas y el duro miembro viril en sus bocas. Empezaron ambas con un ritmo fren�tico, empe�adas en acabar lo antes posible y alzarse con el honor�fico y moment�neo t�tulo de �la m�s puta de la familia�. Pero pronto comprendieron que aquella no era la forma. Mercedes fue la 1� en darse cuenta. Aunque no tanto como su hija, tambi�n en su adolescencia hab�a corrido lo suyo antes de conocer al que ser�a su marido. E incluso en los primeros a�os de relaci�n, algunos cuernos le hab�an llovido de vez en cuando. Ya casada, solo una vez le fue infiel, pero vamos, segu�a casi triplicando en edad a su hija. Por m�s zorrita que esta fuera y le aventajase en variedad de machos que hab�an pasado por su co�o, la cantidad de experiencias totales le segu�a siendo abrumadoramente favorable. Muy bien que hubiera luchado contra su naturaleza infiel, pero lo cierto es que siempre hab�a sido una loba en la cama. Tanto a su marido como a todos los machos que hab�an pasado por sus piernas, los hab�a dejado escurridos. Ten�a oficio y horas de vuelo.

Comenz� entonces a mamar m�s lentamente, entreteni�ndose en jugar con la punta de su lengua en el rosado prepucio, recorriendo con ella el frenillo y d�ndole suaves golpecitos, siempre sin dejar de mirarle a los ojos con cara de zorra. Pronto el chaval comenz� a gemir profundamente, captando la atenci�n de Lorena.

��Ser� zorra!�

Puesta sobre aviso, comenz� una maniobra similar, optando ella en cambio por jugar con su lengua alrededor de todo el capullo, lenta, muy lentamente. AL cabo de 5 minutos, aquello era un coro de jadeos. Por estos, no parec�a posible apreciarse quien acabar�a corri�ndose antes. Parec�a que iba a tener que inventarse algo equivalente a la foto �finish��pero Mercedes era mucha Mercedes. Como dec�a antes, la experiencia es un grado, y a sus 39 a�os sab�a lat�n.

Calcul� a la perfecci�n el momento de su maniobra definitiva. Deb�a proceder con ella en el justo, ni antes ni despu�s. Si se demoraba demasiado, corr�a el riesgo de que su hija consiguiera hacer acabar antes a su chico. Si por el contrario se adelantaba, ella la imitar�a de nuevo y se quedar�a en las mismas. As�, pues, cuando juzg� que hab�a llegado aquel, liber� la polla de su boca para apresarla en un r�pido movimiento entre sus tetas, previamente desnudadas por los magreos a ellas prodigados. Aquello cogi� totalmente por sorpresa al chaval que, con el repentino cambio de tacto y al sentir su miembro aplastado por aquellas voluptuosas monta�as de carne, no pudo evitar lanzar un bufido definitivo, tras el cual comenz� a eyacular con la fuerza incontenible de un manantial, estampando su corrida en la cara de Mercedes, que extasiada la recib�a sonriente.

Mal pudo contener Lorena la frustraci�n de verse superada de tal manera, mientras su madre se relam�a golosa, saboreando la leche de su macho. Sab�a que a�n tardar�a un poco, no demasiado, pero lo suficiente, en conseguir que Jorge se corriera. Y aquella desventaja de segundos, con toda seguridad ser�a definitiva en la suma final, pues en la segunda vuelta, ya ambas estar�an precavidas y ninguna conseguir�a sorprender a la otra, con lo cual acabar�an esa 2� muy igualadas.

Pero con algo no contaban. Estaban en esa mamada de vuelta, m�s o menos niveladas, cuando son� el tel�fono de Mercedes. En un principio pens� en no contestar, pero al mismo tiempo comprend�a que no pod�a dejar de hacerlo. Era la melod�a asignada a Jorge, su marido, la que sonaba. El muy gilipollas ten�a que llamarla precisamente ahora, en plena mamada. Si aflojaba el ritmo para contestar, su chico ver�a relajada su excitaci�n y perder�a una considerable cantidad de tiempo entre que hablaba y luego la recuperaba. Evidentemente, mucho m�s del que ella hab�a conseguido sacarle de ventaja con su treta de las tetas en la 1�. Sin dejar de mamar pues, activ� la comunicaci�n.

-Dime, Jorge �contest� sac�ndose la polla de la boca solo por un momento.

-Hola, cielo. Mira que estoy con unas personas en la oficina repasando unas cosas.

-�Uhmm�

-Creo que tengo para un rato.

-Hum-hum.

-No s� si� �Mercedes?

-�Mercedes?

-Hum.

-�Est�s bien? �Qu� sonidos son esos?

-S�, estoy bien.

��Ser� �pringao�! �Adem�s de cornudo idiota! �Hasta que no me ha hecho soltar la polla no ha parado!�

-Mi marido �susurr� tapando apartando de ella el tel�fono. Inmediatamente, un brillo de morbo y perversi�n , al mismo tiempo que frente a ella, ve�a saltar de la polla de Juan la leche a borbotones para ba�ar la cara de su hija, que con la boca abierta y la lengua fuera se apresuraba a recibirla golosa. Vi�ndose derrotada, pas� de la competici�n finalmente, entreg�ndose a la pura perversi�n. Levant�ndose entonces. Se dio la vuelta y tom� la polla del gordito para apuntarla directamente a su ano, y sentarse sobre ella para sentir el placer de aquella barra de carne abri�ndose paso por sus entra�as.

-�Qu� era ese sonido que hac�as con la boca?

-Me estaba comiendo un �Calippo�. �Qu� pasa? �No puedo?

Jorge se sorprendi� al escuchar a su mujer hablarle as�, pero es que esta estaba realmente mosqueada con �l por haberle hecho sacar la polla de su boca, quit�ndole el triunfo.

-Bueno, mira, que lo que te quiero decir es que no ir� esta noche a dormir. Terminaremos tarde y me quedar� en casa de Remigio.

-Vale, no te preocupes �contest� mientras botaba sobre el rabo que le taladraba las entra�as, desecha de placer, desesperada porque el insufrible cornudo colgara de una vez.

-Te oigo la respiraci�n acelerada, �pasa algo?

-�Joder, claro que pasa! �Se me ha ca�do antes el �Calippo� por tu culpa, y ahora intento llegar a paso acelerado a la helader�a para comprar otro antes de que cierren! �Deja de darme el co�azo pues y cuelga ya!

En el sal�n, todos se descojonaban en silencio, en especial Lorena. Siempre hab�a fantaseado con tener una madre as�, y ahora su sue�o se ve�a hecho realidad.

-Bueno�vale �contest� el cornudo confundido-. No me esperes pues para la cena, h�zsela a los chicos y�

-No te preocupes por ellos. Lorena ya se est� poniendo morada de salchichas rellenas con queso, y Ernesto ya se har� algo cuando llegue.

-Vale pues. Un beso.

-Un beso. �Buuuufff ! -resopl� hastiada cuando por fin colg�, a la vez que todos estallaban en un coro de estruendosas carcajadas-. �Qu� paliza de t�o! �Que se dedique a aguantar los cuernos y me deje en paz!

-�Ja, ja, ja!

Comenz� entonces a botar con m�s libertad, concentrada �nicamente en su placer. Sinti� llegar el orgasmo y se relaj�, a la vez que el torrente de caliente leche inundaba su recto. Se sinti� en el Nirvana y, a trav�s de la dulce niebla que en esos momentos envuelve nuestra percepci�n, vio aproximarse a Lorena lasciva, sensual. La mir� confundida, sin saber que quer�a. La bes� en los labios. Mercedes sinti� una descarga el�ctrica, sin atinar a reconocer la naturaleza de las emociones que en ese momento la embargaban. Sonriendo, la muchacha se inclin� para lamer sus pezones.

-Lorena� �qu� estas haciendo? �pregunt� escandalizada, sabiendo que deb�a cortar aquello, pero sin querer resultar brusca con la ni�a.

-Te estoy chupando las tetas.

-Lorena�Lorena.

Tomando la teta que estaba mamando en la mano, levant� la cabeza para mirar a su madre a los ojos, sin dejar de masajearla. Mercedes percib�a placentero el masaje, pero no lo aprobaba.

-Esto ya es pasarse.

-�Pasarse de qu�?

-Es incesto.

-�Y?

Su madre la mir� confundida, escandalizada.

-El incesto es un tab� impuesto por los hombres, para evitar la procreaci�n entre miembros de la misma familia. T� y yo somos mujeres, no podemos dejarnos pre�adas. �A qu� respetarlo pues?

Vio en los ojos de su madre la duda y, lentamente, sin que esta hiciera nada por impedirlo, volvi� a agachar la cabeza para aplicarse a mamar de sus tetas de nuevo. Esta vez lo hizo con m�s ansia, ante la mirada extasiada de todos los asistentes. Mamaba con ganas. Durante demasiado tiempo las estupendas tetas de su madre hab�an sido fruta prohibida para ella, tan cercana y tan lejana a la vez, y nada impedir�a que a partir de ahora se deleitara con ellas. Chupaba y amasaba las tetas con avaricia, dej�ndole se�ales de chupetones y apretones, con la perversa intenci�n de ponerla en una situaci�n dif�cil de cara a su padre para ocultarlas.

-Vale, Lorena�-la interrumpi� de nuevo, acariciando su cabeza con dulzura-. Ya vale.

Lorena se alz� para mirarla de nuevo. Y Su madre le devolvi� la mirada. No hab�a seguridad en ella. Solo duda, y deseo de caer en la tentaci�n. Se acerc� para besarla en los labios, quedando despu�s muy cerca de ella, sus bocas casi juntas. El semen de Juan continuaba en su rostro. Sonri�.

-Es la leche de tu pibito. �La deseas? S� que la deseas. T�mala.

Lenta, muy lentamente, pero sin pausa, Mercedes fue acercando sus labios a la mejilla de su hija. En su interior, ten�a lugar una salvaje combate entre los restos agonizantes de su sentido de la moral, y su lado osbcuro que victorioso avanzaba cual ej�rcito conquistador, desterrando por siempre jam�s al primero de su alma. Era la �ltima batalla de esa guerra que todos hemos de librar en uno u otro momento de nuestras vidas, y los ej�rcitos de la luz se retiraban en desbandada, a la vez que se aproximaba su manzana del Ed�n, en forma de leche de macho. Sacando su legua, lami� esta de la cara de su hija, sabore�ndola golosa. Despu�s, ya sin m�s resistencias, se fundieron en un t�rrido morreo a la vez que las manos de la una buscaban ansiosas las formas de mujer de la otra. Todos los restos de semen fueron engullidos con placer, mientras se magreaba y besaba con su hija como nunca pens� que pudiera hacerlo. Despu�s, Lorena se retir� un poco.

-Ahora me toca a m�.

Mercedes la entendi� perfectamente. La ni�a se acost� en el suelo y ella, acuclill�ndose, coloc� el ano justo encima de su boca. Sinti� u cosquilleo de placer al tocar la punta de la lengua su orto, e intent� hacer fuerza para abrir su esf�nter y dejar caer en la boca de su hija su delicioso contenido. No pudo en primera instancia. El placer de los lametones que le prodigaba, imped�an que pudiera concentrar su atenci�n f�cilmente. No obstante, finalmente acab� surgiendo de su culo un espeso goter�n que fue directamente a parar a al est�mago de Lorena, que se relami� golosa.

Esa noche, Lorena licenci� a su madre como zorra. Las cosas nunca volver�an a ser iguales.







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Relato: La saga de Lorena V
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