Dos japonesas se tiran una foto en la orilla. Padre y madre
toman el sol en la arena. Ella mira, de reojo� Como siempre.
- Vaya, �Me estabas esperando?- El Vargas ya estaba sentado
en el muro del paseo mar�timo.
- Sabes que s�- contest� Jaime Vargas.
- �Vienes buscando sol o historias?- le dije, con una sonrisa
- Venga huev�n, d�jate ya de hacer el payaso e �imagina� otro
cuento. Me encanta escucharte.
- O.K.- lentamente, me sent� enfrente suyo.- pero primero
f�jate en todos los que nos rodean. Mira a los dos que se meten ahora en la
arena.
Dos hombres vestidos s�lo con un ba�ador y unas chancletas
pasaban ahora por el hueco del muro que permit�a el acceso a la arena. Uno era
bastante gordo, con su extenso vientre cubierto por una gruesa l�nea de pelos
que se agrandaba a la altura de su pecho. Un reloj de oro estaba firmemente
asido por su mu�eca. El otro hombre tendr�a m�s o menos la misma edad (unos
cincuenta), y tambi�n parec�a gozar de una situaci�n econ�mica bastante
desahogada.
- F�jate c�mo anda el gordo, c�mo se mueve, c�mo habla... Es
prepotente y arrogante en cada uno de sus pasos, y tiene escrito en la mirada
que goza del sexo todos los d�as.
- S�, �Y que?
- Mira su mano. Est� casado. �T� crees que un hombre con tan
poco atractivo puede tener sexo con su mujer pasados los cuarenta?- el Vargas se
ri� sonoramente.
- Ya, muy bueno...
- Adem�s, se nota que es un hombre rico, quiz� un banquero.
�Qu� hace un hombre feo y con pasta para tener sexo?
- �De putas?- Jaime no lo dijo muy convencido
- Exacto. Y ahora quiero que imagines, no ya a ese hombre,
sino a su mujer. Imag�natela. Cuarenta y pocos a�os, a golpe de bistur�
" A golpe de bistur� hab�a conseguido mantener cierta porci�n
de su belleza juvenil. Despierta en la cama y ya no hay nadie a su lado. La
humedad del sudor de su marido ya hace horas que se ha filtrado al colch�n. Se
levanta, desnuda despu�s de una noche de torpes insinuaciones que el mentecato
de su marido parece no entender. Lleva m�s de tres meses sin follar, sin sentir
un cuerpo masculino cubriendo el suyo, sin nadie que la quiera, que la ame, que
la cuide..."
- �T� has o�do la canci�n "sola" de Boikot?- Jaime niega con
la cabeza- pues cuando puedas miras la letra, esta mujer est� sola.
"Sola. Esa palabra se introduce en su cabeza y revolotea en
su cerebro. Se pone una bata de seda y sale al pasillo. Nunca la soledad le
hab�a parecido tan espantosa. Esa casa es demasiado grande para ella. Su marido
casi nunca est� en casa. Siempre vuelve tarde, apestando a una mezcla de cerveza
y perfume barato. �l se va de putas y mientras su mujer se queda en casa con el
cuerpo pidi�ndole a Dios un buen polvo. Hoy su marido se ha ido a la playa con
su amigo Lorenzo. Ese hijo de puta de Lorenzo Garriga que fue el que le meti� en
el mundo de las putas. Ese cabr�n de Lorenzo Garriga que fue el que lo llevaba
de noche por la Avenida del Puerto de Valencia para acabar tir�ndose a cualquier
puta negra que chillara como una loca fingiendo que la polla de su marido la
est� haciendo gozar. Mira al reloj, son las nueve y cuarto. Su marido ha dejado
la visa encima de su mesita. Es algo as� como "Mira cari�o, me siento culpable
por haberme follado a una cualquiera, as� que c�mprate cualquier cosa bonita
para aliviar MI conciencia por enga�arte con una puta barata".
La mujer avanza por el pasillo. La bata abierta oculta bien
poco de su cuerpo mientras los cuadros que adornan la casa van quedando m�s
atr�s a cada paso. Llega a uno en concreto que tiene ganas de romper. Es una
foto de gran tama�o. Es la foto de su boda, y se mira en ella. Era tan joven,
ten�a tantas ilusiones, era tan ingenua, tan guapa, tan� feliz. Pero ahora ese
cuadro parece una broma macabra. Veinticinco a�os de ilusiones muri�ndose poco a
poquito, veinticinco a�os de tristeza creciente, veinticinco a�os de soledad.
Tocan a la puerta. La mujer se cubre recatadamente con la
bata. Hace un nudo en el cintur�n para evitar sorpresas. Abre la puerta del
enorme chalet y ve plantado en el umbral a un joven de uniforme. Mensajero. Trae
un paquete en las manos. Interiormente, la mujer piensa "Ricardo, cabr�n, �A
cu�ntas putas te tiraste anoche para tener que aliviar tu conciencia con un
regalo". Pero no. El regalo no es de su marido. Es de su hermana que vive en
Francia. "Como sea otro huevo de Faberg� va a acabar en el suelo, roto en
a�icos" piensa. Odia a su hermana, la se�ora �mujer feliz del jodido empresario
perfecto que le hace el amor todas las noches�. Adem�s, no deja perder ninguna
oportunidad para demostrar que tiene m�s dinero que ella. Ya le ha enviado tres
huevos de Faberg�, famosos por su alto valor. Tambi�n tiene un cuadro no muy
famoso de Juan Gris, maestro del cubismo espa�ol siempre a la sombra de Pablo
Picasso. Y as�, hasta m�s de cien mil euros en regalos de su hermana.
- �La se�ora Margarita Rivelles?- el joven habla con la
desidia habitual de esa generaci�n. Va mascando un chicle ruidosamente. Todav�a
no ha levantado siquiera la cabeza para mirar la puerta. En cuanto ha o�do el
pestillo descorrerse ha bajado la vista al nombre escrito en el formulario del
paquete.
- Soy yo.- Entonces el joven levanta la vista y no puede
callar un "guau"
El cuerpo de la mujer es espectacular. El cintur�n apretado
en sus caderas permite darse cuenta de que, a�n para ser mayor, tiene un buen
tipo. La mujer se da cuenta de la mirada del joven y despu�s de firmar el papel,
lo invita a entrar.
- No, no puedo...- "pero qu� carajo. Es mi �ltimo env�o por
hoy. Despu�s de esto tendr� que irme a mi casa a mirar la tele, aburrido, y
posiblemente machac�rmela hasta que llegue mi madre."- Bueno, s�. Me encantar�a
entrar.
Margarita no esconde su sonrisa. Lo hace pasar al recibidor y
cierra la puerta. Lo lleva al comedor y lo hace sentarse. El mensajero est�
intranquilo, no necesariamente nervioso pero s� intranquilo. Sabe d�nde va a
acabar y eso siempre le llena de intranquilidad. Acaba de conocer a esa mujer,
si es que a eso se le puede llamar �conocer� y todav�a no sabe a qu� est�
acostumbrada. No sabe si dar� la talla, si al final se la follar� como dios
manda o si s�lo lo ha hecho entrar para re�rse de �l. De todas formas, est�
calmado. Le gustan las mujeres maduras, expertas. No en vano perdi� la
virginidad con una amiga de su madre, la caliente y divorciada Manuela, que le
ense�� que las pajas no tienen punto de comparaci�n con el chocho ardiente y
h�medo de una mujer. Ten�a trece a�os cuando esto ocurri�. Trece a�os, hace ya
casi siete. Trece a�os, y con una amiga de la madre. Igual que John Holmes,
m�tico actor porno. Sin embargo, no es eso lo �nico que ten�a en com�n con el
fallecido actor�
La mujer est� de pie delante de �l. Tiene el regalo de su
hermana en las manos, y juega con �l pas�ndoselo de una mano a otra. De repente,
lo tira al suelo. Se oye un ruido de cristales rotos. El mensajero no dice nada,
no se inmuta. Margarita desata el cintur�n y abre la bata. Un cuerpo atractivo
en toda su desnuda extensi�n le da la bienvenida al joven que sigue sentado.
Nadie tan joven tiene el control suficiente como para no demostrar una buena
erecci�n ante ese espect�culo. El pantal�n del joven ya muestra una m�s que
decente tienda de campa�a. El mensajero no es guapo, ni musculoso, y a lo mejor
tampoco es inteligente, pero se gasta una polla de al menos veintitr�s
cent�metros. La bata cae al suelo y Margarita se acerca a su amante moviendo su
cuerpo desnudo ante los ojos desorbitados del mensajero. Lo hace levantarse con
un dedo en su barbilla y comienza a quitarle la camiseta de la mensajer�a. La
camiseta, con el nombre �Juanjo� bordado en la espalda, al estilo de las
camisetas de los equipos de f�tbol, no tarda en hacerle compa��a a la bata. El
pecho del joven aparece bajo la ropa. Delgado y casi sin mata de pelos, se nota
la juventud en cada pulgada. Con algunos problemas por la erecci�n de su
miembro, consiguen hacer que los pantalones liberen las piernas del joven,
completamente depiladas por sus aficiones ciclistas.
El calzoncillo parece ciertamente en problemas para esconder
la polla de toro del chaval. La mujer destapa el remo del chaval. Las venas se
extienden como ra�ces a trav�s del exuberante falo de Juanjo. Margarita no
recuerda la �ltima vez que tuvo a su alcance una polla as�. Tal vez nunca haya
tenido a su alcance algo de esas dimensiones. Dudaba que la de su marido hubiera
superado alguna vez los trece cent�metros. Se agacha hasta coloc�rsela en la
polla y comienza a chupar todo lo que su boca abarca. Juanjo gime de placer, esa
mujer sabe c�mo comer una buena polla. Mira a su alrededor, y ve el lujo de la
casa. Quiz�, esa mujer hab�a dado un buen braguetazo en sus tiempos mozos. La
mujer comienza a jugar con su lengua en el frenillo y el joven se siente morir
de placer. Tan absorto est� que no se da cuenta de que uno de los dedos de
Margarita est� buscando su ano. En cuanto lo encuentra, ese dedo se sumerge en
las profundidades del agujero negro del chico acompa�ado de un amigo de la misma
raza. Los dos dedos en el ano del mensajero empiezan a buscar los centros de
placer m�s escondidos del hombre, que no tarda en descargar el contenido de sus
test�culos en la boca de Margarita.
- �AAHHHHH!- el aire que escapa de sus pulmones s�lo le da
fuerzas para decir eso, mientras la mujer hace desaparecer la leche de Juanjo
por su garganta.
Margarita se levanta y acompa�a a Juanjo hasta su cama. Lo
dirige cogi�ndolo del pene, que a�n est� en semi-erecci�n. Ella se tumba en el
lecho, y espera al joven. Juanjo no tarda en caer sobre la cama y comenzar a
deleitarse con las tetas ensiliconadas de Margarita. Los pezones se alzan
rectos, mirando al techo, deseosos de dar placer a raudales. La polla de Juanjo
comienza a resucitar a los tres minutos, ansiosa de sustituir a esos dedos que
buceaban en el interior mojado y caliente de la mujer.
Juanjo se incorpora en la cama. Est� de rodillas, y desde ah�
tiene una vista espectacular del cuerpo rejuvenecido de Margarita. Sus labios
quiz�s sean demasiado gruesos, como los de todas las que se encomiendan a �San
Cirujano� para modelar su boca. No hay rastro de arrugas, quiz� por los liftings
a los que se habr� sometido. Se nariz es peque�a, y no puede evitar pensar si
esta mujer tendr� algo realmente suyo.
Su miembro se alza de nuevo erecto en la magnificiencia de
sus casi veinticinco cent�metros. Lo dirige a la vagina de Margarita y coloca su
cabeza en la entrada. La mujer est� muy mojada, pero a�n duda de que su miembro
pueda atravesar ese sexo que lo espera ansioso. De todas formas, lo coloca en
posici�n y comienza a empujar lentamente. Nota como la vagina de Margarita se
abre con dificultad a su paso.
- �AAAAYYY! �SIGUE! �MET�MELA TODA! �AAUMMMMPPPFFFFFF! �DIOS
QU� CIRUELO! �AAAAAAHHHHHH!- los m�s de veinte cent�metros de Juanjo entran en
el sexo de la ardiente madura.
Juanjo comienza a bombear casi sin dar tiempo a que el cuerpo
de la mujer se adapte a esa enorme espada de carne. La mujer grita entre el
dolor y el placer, pero en poco tiempo �ste �ltimo se acaba imponiendo.
- �DALE! �SSSSIIIIII! �JJODDEERRRRRRRRRRRR! �AH! �AH!
�AAAAAAHHHHHGGGGGGG!
La mujer grita como pose�da por un demonio demasiado grande
para su cuerpo, y en realidad es eso lo que pasa. Ese hombre la destroza de
placer con una herramienta que s�lo cre�a capaz de los mejores actores porno.
Margarita se debate, se convulsiona, se corre de placer una y otra vez. Ya no
recordaba lo lindo que es ser multiorg�smica. Era ya demasiado tiempo sin una
polla entre sus muslos. De alguna forma querr�a que su marido estuviera ah� en
ese momento, viendo como se la folla un hombre de verdad y no un marica putero.
La s�bana comienza a mojarse bajo la entrepierna de
Margarita, que gime y grita por esa polla incoinmensurable que atraviesa su
cuerpo completamente. Juanjo se coloca otra vez de rodillas, la agarra de una
pierna y se la levanta. Empieza a penetrarla metiendo y sacando completamente su
polla de su co�o. El sexo de Margarita est� enloquecido, cada mil�metro de piel
de la polla del chaval que toca lo hace incendiarse en una explosi�n de fuego y
jugos.
- �AAAAUMMMMM!- Margarita est� completamente presa de sus
orgasmos. Nada inteligible se escapa de sus labios.
- �Te gusta, puta?- La voz de Juanjo se ha agravado hasta
l�mites insospechados. Su cuerpo suda del esfuerzo y Margarita se excita a�n m�s
si cabe.
Las acometidas del mensajero se vuelven m�s violentas y
despreocupadas por el cuerpo de la mujer. Durante un ligero instante, Margarita
vuelve a sentir una punzada de dolor que r�pidamente desaparece ocultada tras
una nueva oleada de placer h�medo. Margarita ya no sabe qu� hacer para que su
cuerpo deje de convulsionarse tan violentamente cada vez que el joven le
introduce sus veinticinco cent�metros de golpe hasta que oye el choque de sus
huevos contra el cuerpo excitado de Margarita.
Juanjo empieza a acelerar sus embestidas, y por un momento
parece que de su barriga fofa se escapa el destello de unos curtidos
abdominales. Los veinte a�os del joven se ponen a taladrarla con violencia, y
Margarita se corre otras dos veces antes de que el joven acabe dentro de ella.
- Diosssss� eres� muy� bueno� en� la cama� �Sabes?- A
Margarita le cuesta recuperar la respiraci�n despu�s de tan salvaje sesi�n de
sexo.
- �Qu� te crees? �Qu� eres la primera que me lo dice?- Juanjo
sale desnudo del cuarto para recuperar su ropa all� donde la hab�a dejado. Se
viste y desaparece de la casa en menos de un minuto.
Margarita vuelve a salir de la habitaci�n. Est� contenta
despu�s de somero envite de placer. Sin embargo, vuelve a estar sola, como una
m�s� como una m�s.
A�os despu�s sonreir� complacida viendo una pel�cula porno
espa�ola y descubriendo entre los actores a un espa�ol llamado Juanjo Cardona.
Se le ver� m�s fuerte. Decididamente habr� pasado muchas horas en un gimnasio y
la barriga fofa habr� desaparecido. Se le notar�n unas espaldas anchas y unos
abdominales bien cuidados. En la pel�cula, c�mo no, har� de mensajero.
- �D�nde le pongo el paquete, se�ora?- dice desde la
pantalla�"
- Fin de la historia.- dije, sonriendo complacido de lo
atento que hab�a mantenido al Vargas.
- Esto� �c�mo se dice ac�? Ah, s� �Ole, ole, y ole!- Responde
con una sonrisa ani�ada.